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Pontificia Universidad Javeriana

Historia de África Subsahariana

Prof. Rafael Díaz

Ángela Margarita Suárez Orellano

Febrero 26 de 2018

África: olvidos selectivos y naciones en problemas

Desde hace unos cuarenta años las ciencias sociales tradicionales se empezaron a

difuminar. No es, en absoluto, una pérdida de la cientificidad, como algunos pesimistas han

querido hacernos creer. Se trata, en cambio, de un paso hacia la integración epistemológica.

Al esforzado intento del siglo XIX por delimitar los campos de acción de todos los saberes,

los intelectuales del XX han respondido, o al menos lo han intentado, con la integración y

cooperación entre conocimientos que buscan ampliar lo que sabemos y comprendemos

sobre el ser humano y su relación con el mundo. Este movimiento se ha apoyado en las

numerosas reivindicaciones sociales que el siglo XX conquistó, entre ellas, la más

importante para considerar ahora son los movimientos anticolonialistas que surgieron

alrededor del mundo.

Este gesto político ha resultado ser más complejo de lo que se esperaba. Contrario a

la creencia occidentalista, estructurar un país no es una tarea de mecánica reproducción. Si

a esto le sumamos el agravante del caso africano, cuya experiencia de colonización incluyó

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un trato diferenciado de parte de los colonos a los diversos grupos que ocupaban estos

territorios. Sumado a políticas de movilización demográfica forzada, empleada como otra

forma de dominación. El resultado ha sido estados-nación «fallidos» en términos

occidentales, debido, no solo a problemas administrativos clásicos como la excesiva

burocratización –y su consabida compañera, la corrupción– sino también, una dificultad

manifiesta en casi todos los casos a la hora de cohesionar la identidad nacional. En este

aspecto, el peso de la historia no ha tomado la relevancia que le correspondería.

Las naciones africanas han pretendido consolidarse a partir de olvidos selectivos.

Uno de los más importantes es, como señalan Jewsiewicki y Mudimbe en su artículo

Africans’ Memories and Contemporariy History of Africa, el olvido sistemático del período

colonial africano. La narrativa que los estudios africanistas habrían construido, al menos

hasta 1993, consistía en una línea teleológica que partía de un pasado glorioso, atravesaba

un período de muerte y, finalmente, resucitaba en una nueva vida que fuese aún más

gloriosa que la primera. Los motivos políticos que incitaban la elaboración de este tipo de

discurso bíblico saltan a la vista.

Otro olvido clave en que los africanos han caído es en la centralidad del cuerpo

dentro de la trascendencia africana. Distinto a la tradición judeo-cristiana que ha dominado

en Occidente, para los africanos no existe una división tajante entre cuerpo-alma; más aún,

no hay una sobrevaloración de la razón sobre la experiencia. Se trata de otro tipo de

epistemes que muchos, yo incluida, no alcanzamos a comprender, pues para hacerlo

tenemos que desprendernos del único modelo de pensamiento que hasta ahora conocemos.

Un pensamiento cartesiano, heredado de la Ilustración europea.

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¿Por qué estos dos olvidos son claves en la comprensión del problema de las

identidades nacionales africanas? Porque ellos explican un modo de ser ante el mundo que

es propio de este territorio. Que no es superior, ni inferior. Pero sin el reconocimiento del

cual es imposible pensar en cohesionar a poblaciones diversas. A pesar de los esfuerzos

hechos desde arriba por olvidar, las bases no olvidan. Rencores, resentimientos y

sentimientos de vejación siguen latentes y se alzan en rebeliones cada poco tiempo.

Aunque la memoria individual pueda engañarse, existe una memoria colectiva que

no es, solamente, una sumatoria de cada memoria individual. Es en cambio, un código de

interpretación. Esto significa que los hechos pasados y presentes se significan de un modo

dado a partir de las coordenadas que ella sugiere. La memoria colectiva no pertenece a

nadie, y al mismo tiempo, es un legado de todos.

Este marco interpretativo –el de la memoria colectiva – no tiene la estructura lineal

y teleológica que antes mencionábamos. Aunque no se ahonde en ello en el artículo de

Jewsiewicki y Mudimbe, es de suponer que se trata de un mecanismo que funciona de

manera análoga a las narraciones que le dieron vida, las historias mitológicas. En el mito,

como es bien sabido, el tiempo es de carácter circular y cíclico. Leer así la historia y la

memoria conlleva a interpretar los hechos no consecutivamente, sino, como eventos

interconectados entre sí. De modo que, un evento presente puede dar sentido a uno del

pasado. Más aún, las mismas categorías «pasado», «presente» y «futuro» tendrían que ser

reevaluadas y reformuladas.

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Adicionalmente, este nuevo marco parte de una base de narración oral, que se

diferencia de la escrita en muchos aspectos. Por una parte en que no está fijada, sino que

existe porque habita en los narradores que al tiempo que la recitan, la elaboran. No puede

desprenderse nunca de su contexto de enunciación y en esa medida, sirve a múltiples

propósitos al tiempo. Asimismo, no existe solo en el lenguaje verbal, sino que incorpora

gestualidades y ritmos que enriquecen su puesta en escena y le dan vida con cada

interpretación.

Para concluir estas breves líneas, quisiera agregar que la importancia de recuperar

estos olvidos selectivos de las naciones africanas radica en que, a pesar de las diferencias

que el colonialismo haya implantado entre las poblaciones locales; y de la arbitrariedad con

que han sido conformados los países africanos, veo como factor común en todas las

historias la experiencia de la colonización y un sentido trascendentalmente corpóreo. Pienso

que, si África quiere liberarse realmente del colonialismo intelectual y material que

Occidente sigue imponiéndole es pertinente que se fortalezca no solo cultural, sino también

políticamente. En esa medida, el trabajo que historiadores, sociólogos, antropólogos y

literatos hacen sobre y para África implica, o al menos debería implicar, un compromiso

político que impulse el fortalecimiento de los vínculos intra-africanos. Los estudios de la

memoria son un campo interdisciplinario, dentro del cual, el manejo del lenguaje y su rol

en la construcción de significados es central. África necesita escribir creativamente y de

manera consecuente con su discurrir histórico cómo quiere leer su historia y cómo elaborar

su futuro. Esta tarea bien puede compartirse con otras naciones como, por ejemplo, las

latinoamericanas.

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Bibliografía

 Jewsiewicki, B y V.Y. Mudimbe (1993) “Africans’ Memories and Contemporary

History of Africa” en History and Theory Vol. 32. No. 4. Pp. 1-11.
 Kasanda, A (2003) “Elocuencia y magia del cuerpo: un enfoque negro-africano” en

Estudios de Asia y África. Vol. XXXVIII. No. 3. Pp. 589-616.

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