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Visión esteoscópica y esterofotografía


Casi todos los que somos aficionados a la fotografía hemos dedicado tiempo
al estudio de la óptica geométrica para entender que es un punto focal, el
círculo de confusión, la distancia focal o longitud focal de una lente y la
potencia focal de la misma; con ello intentamos comprender como funcionan
los objetivos de nuestra cámara, cuan luminosos son e intentamos controlar
adecuadamente la exposición según sean nuestros intereses o inquietudes
artísticas. Aprendemos a manejar la abertura y la velocidad de exposición del
diafragma de nuestra cámara para conseguir mayor o menor profundidad de
campo en nuestras fotografías y efectos mas o menos vistosos según la
velocidad del disparo. Llegar a dominar esto es un proceso largo, entretenido
y muy interesante. El disparo en "automático" de nuestra cámara fotográfica
"suele pasar mucho tiempo sin uso, porque lo que mas nos gusta es
experimentar y aprender.

Sin embargo, es curioso todo el tiempo que dedicamos a comprender la


óptica, el funcionamiento de nuestra cámara fotográfica y el poco tiempo que
dedicamos a comprender la parte mas interesante: el fenómeno físico de la
visión.

La fisiología de la visión podemos resumirla de una manera mas o menos


sencilla: los rayos de luz que llegan al ojo de forma paralela atraviesan la
cornea, la pupila, el cristalino y se proyectan en la retina situada en la
superficie posterior del ojo, la cual está cubierta por receptores visuales.
Los objetos situados a menos de 6 metros del observador tienen su punto
focal por detrás de la retina, es decir, son enfocados detrás de la retina
motivo por el que los vemos borrosos.

Este problema se resuelve fisiológicamente separándonos del objeto o


aumentando la curvatura o poder refringente del cristalino. Al mecanismo por
el cual aumentamos la curvatura del cristalino mediante la contracción del
músculo ciliar del ojo, le llamamos los médicos acomodación. Los humanos
no podemos aumentar la distancia del cristalino a nuestra retina, como hacen
los peces.
Existen limites de acomodación de la imagen, por lo cual, incluso con una
acomodación máxima del cristalino, la imagen se saldrá de foco y se verá
borrosa. La distancia mas cercana a la cual puede verse un objeto con
claridad con una acomodación completa, se denomina punto cercano.

Desde los receptores de la retina el mensaje de la visión viaja hacia las


células bipolares las cuales envían su mensaje a las células ganglionares que
a través de sus axones envían la señal al cerebro. Diversas clases de células
amacrinas refinan los mensajes que van a las ganglionares, lo cual les
permite responder específicamente a las formas, movimientos y otras
características visuales.
Los axones de las células ganglionares de la retina son las encargadas de llevar la información visual al
resto del encéfalo, codifican información acerca de las cantidades relativas de luz que inciden en el
centro y la periferia de sus campos receptores. La unión de estos axones forma el nervio óptico.

Los nervios ópticos convergen hacia la base del cerebro, donde se unen en una estructura con forma
de X, el quiasma óptico, en donde las fibras provenientes de las hemirretinas externas se mantienen en
las cintillas ópticas correspondientes a su mismo lado, mientras que las fibras de las hemirretinas
nasales, cruzan a la cintilla óptica del lado opuesto. De este modo, como los axones de la mitad nasal
de la retina cruzan al otro lado, cada hemisferio recibe información desde la mitad contralateral
(opuesto) de la escena visual.

Después las cintillas ópticas se dirigen a los cuerpos geniculados laterales (localizados en la cara
posterior del tálamo), y se reúnen nuevamente en el haz geniculocalcarino, que se dirige hacia el lóbulo
occipital de la corteza cerebral, para distribuirse en la región que rodea la cisura calcarina,
correspondiente a las áreas de Brodmann,17, 18 y 19, área visual primaria y asociativas
respectivamente. En su recorrido estas fibras brindan pequeñas ramas, hacia el núcleo
supraquiasmático del hipotálamo.
Aproximadamente el 25 por ciento de la superficie de la corteza estriada se dedica al análisis de la
información procedente de la fóvea, que representa una parte pequeña del campo visual. Los circuitos
neuronales de la corteza visual combinan información de diferentes procedencias y de esta forma es
como se detectan características más amplias que las que corresponderían al campo receptor de una
única célula ganglionar. Un buen esquema de las áreas cerebrales de la visión es el siguiente:
La visión en estéreo o estereopsis (de estéreo que significa sólido,
y opsis visión o vista) es el fenómeno de la percepción visual por el
cual a partir de dos imágenes ligeramente diferentes proyectadas
en la retina de cada ojo, el cerebro es capaz de recomponer una
imagen tridimensional.
Si observamos objetos muy lejanos, los ejes ópticos de nuestros
ojos son paralelos, pero si observamos un objeto cercano, nuestros
ojos giran para que los ejes ópticos queden alineados sobre él, es
decir, convergen. A su vez se produce la acomodación o enfoque
antes explicado para poder ver el objeto de forma nítida. A este
proceso conjunto se le llama fusión y a la diferencia en las dos
imágenes retinianas que se origina por la diferente posición de
ambos ojos en la cabeza se la denomina disparidad horizontal,
disparidad retiniana o disparidad binocular. Las informaciones de
cada ojo se envían por separado al cerebro, el cual se encarga de
combinarlas emparejando las similitudes y añadiendo las
diferencias, para producir finalmente una imagen en estéreo, de
forma que percibamos la sensación de profundidad, lejanía o
cercanía de los objetos que nos rodean y seamos capaces de
apreciar las diferentes distancias y volúmenes de nuestro entorno,
ver ligeramente alrededor de los objetos sólidos sin necesidad de
mover la cabeza, y percibir y medir el espacio vacío. Muchas
acciones diarias dependen de la visión estereoscópica, como por
ejemplo tirar, coger o golpear objetos, conducir, construir objetos
tridimensionales, introducir una moneda en una máquina, enhebrar
una aguja, aplaudir, etc.

Hablamos de dos tipos de fusión:


1) Fusión motora:

Es la capacidad de enfocar exactamente al mismo sitio con los dos ojos lo


cual implica que los ojos esten perfectamente alineados. Para ello son
precisos unos complejos mecanismos en los que si un ojo comienza a
desviarse, se centre automáticamente sin que nos percatemos y sin que
veamos ningún movimiento. Si la calidad de la imagen de cada ojo
es suficiente, y en la infancia se desarrolló a nivel cerebral la visión binocular,
tendremos este recurso de la fusión motora. No todo el mundo tiene la misma
capacidad de fusionar un par de imágenes, aproximadamente un 5-12% de la
población tiene problemas de fusión.

2) Fusión sensorial:

Es la fusión por parte del cerebro de las dos imágenes, una de cada ojo, en
una sola imagen tridimensional. Dos imágenes casi iguales formadas en
puntos correspondientes de ambas retinas engendran la visión de un solo
objeto (plopía). Esta fusión se produce a nivel de la corteza cerebral, y solo
puede darse para un punto de fijación, osea, para una acomodación
dada. Los puntos situados por delante o por detrás de ese punto se veran
dobles (diplopia fisiológica). En general, esta diplopía es inconsciente, ya que
una serie de procesos psicológico se encargan de eliminarla originando una
sola imagen. Estos procesos, aunque inconscientes, son de gran importancia
en la visión del relieve (estereopsis). Hay que señalar que la fusión solo se da
con imágenes parecidas, si la disparidad es demasiado grande, da la
sensación de sobreimposición.

La esteropsis es un proceso cerebral aprendido desde bien pequeños y que


puede llegar a aprenderse de adulto en caso de necesidad. No es un proceso
que si no se aprende de pequeño, por ejemplo por un estrabismo congénito,
quede perdido para siempre, como la comunidad médica pensaba hasta hace
relativamente poco. La historia personal de Susan R. Barry es un hermoso
ejemplo de esto.

Susan es profesora de Neurobiologia en la Catedra de Ciencias biológicas


en Mount Holyoke College y autora del libro Fixing My Gaze y tiene un
interesante blog de divulgación sobre la neurobiologia de la visión y la
estereopsis. Tiene el apodo de " Stereo Sue" por el artículo que escribió
sobre su caso en el New Yorker el neurólogo Oliver Sacks.

Volviendo a la visión esteoscópica, os diré que existe una distancia límite a


partir de la cual no somos capaces de visión binocular que varía de unas
personas a otras entre los 60 y varios cientos de metros. Un factor que
interviene directamente en esta capacidad es la separación que exista entre
ambos ojos: a mayor separación entre los ojos, mayor es la distancia a la que
conseguimos estereopsis.

Ya de antiguo Euclides, Leonardo da Vinci y Kepler observaron y estudiaron


el fenómeno de la visión binocular.

En 1838, antes del descubrimiento de la fotografía, el físico Sir Charles


Wheatstone construyó el primer aparato visor estereoscópico que permitía
percibir la tridimensionalidad partiendo de dos imágenes planas. En el año
1849, Sir David Brewster diseñó y construyó un esteoscopio para ver
fotografias o dibujos en un cuarto oscuro que impresionó a la reina Victoria
de Inglaterra e hizo muy popular la esterografía. Algunos años más tarde el
médico Oliver Wendell Holmes construyó lo que sería el estereoscopio de
mano más popular del siglo XIX.
Posteriormente se popularizaron y aparecieron modelos cada vez mas modernos.

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