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Introducción teórica
El término grcunáti.ca posee una tradjción tan an1_plia en nuestra cultura que se ha-
ce ínnecesario definirlo o describirlo su1caer en la obv:iedad. Ta11 antiguo corno
el térnúno lo es eJ concepto, si tene111os en cue11ta las fechas en las gue surgen
los pru11eros tratados de gram ática del esp;u1ol que - con n1ayor o 1nenor
sisten1aticidad y acierto- han tratado de presentar los fenón1enos de nuestra len-
gua. Se sabe que la ancigi.iedad de la teoría gt-an1aticaJ esp,uiola no conlleva nece-
sarian1ente la e2(plicitud y la coherencia, por 111ás que sus autores se h;iyan esfor-
zado en tal tarea. Así pues, entre los lingü istas h ispá.t1icos de nús relieve Ju sido
notado el escaso interés por plantear el estudio de la grai11ática con10 una en1-
presa. que te nga cotn.o objetivo descubrir el fu ncionanuento del sisten1a lingüís-
tico (Bosque 1990a, p. 18), pues aun concibiéndola desde la n1ultiplicidad doc-
trinal, las gra1n.áricas en general tienden a la descr ipció,n y no a Ja ex.pl.icación.
Puede percibirse así en las gran1áticas del español la cosrumbre de tratar de «so-
lucionar» los aspectos identificativos y descriptivos de las categorías 1norfológjcas
y sir1tácticas, aden1ás de procurar la vers.ió11 norn1ativa de las 1ni:.u.as, lo c1.1al pue-
de ser de notable ú1terés para la enseñariza del espa.ñol con10 lengua 1naterna y
co1no segunda lengua. in en1bargo, se echa en falta tina gnu11ática que relaciot1e
dicha identificación con su funcionamiento. Por otra parte, y de for1n.a general,
las gramáticas tienderl a reproducir los esquen1as tradic"io nales y normativos de la
lengua española, tratando de unificar las funcio nes o las vari:ir1tes y evitando cla-
rarnerite toda alusión a posibles alternancias o variaciones de esos esquenias. Esto
se explica meruante el hecho de que toda gramática debe intentar ser, por u 11a
parte, lo 1T1ás a111.plia pos.ible en cuanto a la exposición de los datos y, por otra,
concreta en cu4,nto a los procedin1.ientos identi.6cativos se refiere. Así pues, en es-
ta úlcí1na línea - idencificativa y norni.ativa- se han confeccionado basca aho ra las
grarnáticas de la le11gua espafioL1 .
Siguiendo a .Bosque (1. 990a, p. 20), el estudio de las unidades gi:an1.'lticaJes
cobra sentido cuando se enciende su fi.1nciona1níen.to, pues la descripción deca-
Uada de dichas unidades no constituye po r sí n1isma el análisis. Con ello, los pro -
cedil11ientos i.dencificativos l1abituales distan n1L1cho de ofrecei: la nece-aria reflexión
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sobre los fenón1enos gran1aticales q ue, sin duda, ha.rían posible la co1n prensión
de muchas de las realizaciones grarnaticales no n()rmativas.
Bajo la presunción de que este probletn.a es C()nocido por todos, no es mi ir1-
tención tratar en esta grainática can1biar la linea general de presentación de los
datos, sino, antes bien, proponer una alternativa a este tipo de gra11láticas descrip-
tivas y nornu tivas del espa1'iol que, aunque son. muy útiles y necesarias, suelen
dejar de lado n1uchos de los aspectos discursivos, v:1riru1ces y particulares de la
producció n lingüística. Esta intención debe tener, por una parte, una justifica-
ción teórica y, por otra, un esquen1a einpírico que pueda proporcionar una siste-
n1aticidad y regularidad a los datos que se presenten. La pri111era cuestión es la
que conduce a preguntarnos: ¿por qué y par<1 qué una gra1nárica del discurso?
Para responderla es conveniente incidir y reflexionar sobre la doble aproxin1a-
ción.Jór,nal y fandorutl que puede hacerse con respecto de un fenórneno lin.giiístico,
es decir, el fornialisrno y junciona/is,no lingüístico, que ha sido muy bien descrito
por Leech ('1983, p. 46), Dik (1984, p. 4) y Figueroa (1994 , p. 23). El paradigma
fo rn1al puede contraponerse al funcional, siendo ambas perspectivas con1plemen-
tarias, aun9ue, según nos centremos en una u otra, el resultado será clarai11ente
diferer1te. Escas son sus características;
a) Paradigma formal:
b) Paradign1a fi.1ncional:
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pre que no se interfiera en ese nivel. Pero lo cierto es que detern1inados becl1os
de variación. pueden poner en duda la reg11laridad de las reg/(ls, e jncluso su exis-
tencia. Un buen eje111plo de ello lo tenemos en el caso del dequefs1110. El hecl10
de qlle detern1i11ados verbos de pensainien.to se construyan con un. régin1e11 ver-
bal agra1natícal cuando aparecen er1 posición nuclear Libre: pienso de que, creo de
q1,1e, etc., 111uestra clara111ente que los hablantes pueden 1nodificar las reglas y, al
tien1po, qu.e esa n1odificación es motivada y no arbitraría. Se trata de una 1nodi-
6cación funcional, es decir, orientada a unos determinados fin es co1n un:icacivos
(por ejen1plo, deseo de ser más rotundo, estrategia para dar n1ás credibililiad a lo
dicho) y con unas correspondenc.ias soc iales (nivel cu1cural, actitud hacia el uso,
razones de prestigio, etc.). La capacidad de func1onalizar l.os rnecanjsmos de la
gratnácica está tnás o m.enos linutadi por sus reglas, de n1odo que ésta posee una
parce .for1·1111i que, en cér111.ir1os generales, no puede ser alterada . En cu.alqu íer caso,
una 111ecodología fo r111al de la gran1ácica no solamente es vilidi, sin.o absoluta-
mente necesaria co.010 previa al análjsis funcional.
El análisis fo r1nal de las construcciones de verbos o adjetivos en régin1en
preposicional revela q ue hay unas relacior1es estructurales que proporcionan la
relación sit1táctíca entre la preposición y el tér1nino. Dicho término es un sus-
tantivo fu ncional introducido por el nexo subordinante que, el cual está regido
por la preposición de cuando el ele1nento del que depende es un adjetivo o un
verbo cuyo te1na selecciona esta preposición, co1no en los siguientes casos: aEstar
seguro de que», frente a «*Estar seguro que»; <,Alegrarse de qu(>)), fi:ente a «*Ale-
grarse quei, . En este análisis fo rmal danlos ctienta de las relaciones estructurales
existentes en los elen1entos gra1naticales, esto es, que los elen1entos: seguro, alegrtrr-
se, rigen preposición. Este 111ismo procedinuento puede efectu arse con cualquier
fei1ó111en o que se produzca en espa11ol y estarían1os descubriendo los n1eca1us-
1.11os de la gran1ática desde una perspecciva constn1ctíva, es decir, revel:u1do las ra-
zones científicas de su fi1ncionarrtiento. Por lo tanto, cabría pensar que la posibi-
lidad de adquirir una función deterntinada viene dada ii11plícitan1ente por el
sisren1a gramacica1. La interpretación de este fenón1eno desde una perspectiva
fi.1ncionaJ es L'I sigu iente: hay que explicar por qué se en1plea la preposición rle
cuando no esc,í seleccionada por la relación tem3tica del regente: <<*Pienso de
que», «*R esulta de que11. Para ello, corno prim.er paso indispensable, hay qne estu-
diar q ué tipo de verbo es el que soporta esta preposición. De hec ho. 11u1nerosos
trabajos han concluido gue son los verbos de lengua y pensan1ienco los que en
1nayor pro porción deccrn1it1an la inserción de esta preposición entre dicho vt'tbo
y su régiinen (García 1986, Bentivoglio 1980-1981, DeMello 1995).
Tal como se desprende de lo ,u1terior, para hacer un estudio gramatical es
absolutan1ente necesario analizar los pará1netro· formales de la producción sin-
táctica con1.o una buena forn1.a de dar cr,enca de las generalidades del funciona-
núento de las regla.s de la gramática española , poder co.tnpararla con grarrt:íticas
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de o tras len.guas y, en sun1a, proporcionar una jdea globaJ de sus parái:netros. Por
o~ parte, toda gran1ácica, po r definición, tiene una est1.1.1ctulct fo rn1al que, en
priJ1cipio, no puede ser alterada por los hablantes o, lo q ue es lo m isn10, no es
susceptible de variación 1 • Ese esq uem~ básico de todas las gran1áticas es lo que
posibilita la descripción forntal, puesto gue en ella no so11 tenidos en cuenta los
aspectos variables. La fon1ulidad de las gramáticas lleva apai:ejada la postura des-
criptiva, ide11tific;:itiv:l y norinatíva, puesto que, si no se dispo ne de u1for1nació n
discursiva, pngn1ácica y social, lo conve11iente es situar e} procedinúe11to de a11á-
ilisis en líne.is q ue no conten1plan la variabilidad y la alternancia de los esque11us,
lo cu1,1l procura, en defin itiva, una versión estándar y norm.ativa de la lengua.
Pero el hecho de q ue el estudio de la grarnática pueda y qu izá deba t;un b ién
ser form aJ no es 1notivo para que la aproximación fu nciona] se haya dejado de
lado en la n1ayoria de los estudios y para gue se co11sidere que la producción lin-
güística basada en el hablante sea una cuestión anecdótica, n1arginal, e rrática y,
much ísilno 1nenos, dependien te de cuestiones diatópicas, diascráticas o cliafasicas,
como ha señalado la dialectología tradicional2• La perspectiva fu11cional, tal conto
se desprende del esquema exp,1esto ante riorme11te, pretende configurar L1 des-
cr ipción lin güí~-rica centrándose en el l1ablante (como señala Lass [1980] trabajos
speaker-centered, frente a los trabajos q ue no lo tienen en cuenta, o speaker-fiee)
ade1nás de conte1nplar la lengua con10 un tenón1eno social (H alliday 1978) . Lo
interesante de esta persp ectiva no es sola.mente la posibilidad de abordar los fe-
11ómenos gr:lmatícaJes desde una persp ectiva 1nás concordante con el acto co-
municativo, sú10 tarnbié n la de proporcionar un;i explicación a di chos fenó rne-
nos, .Porque es a través del uso donde pueden encontrarse los patrones de
111odif.icación y creació n de n uevas regl::is sÍJ1tácticas. Por ejemplo, el fenó111e110
del dequeís1110 evidencia la debilidad de las reglas de regencia preposicional de la
gra1nárica espaiiola ya q ue está visto que pueden ser alteradas por los habla11tes.
En to do ca.so, co1110 señalé antes, si bien la descripción forn1al de este fenó n1eno
es absoluta111e nte necesaria, la fu ncional 110 lo es 111enos, puesto que da cuenta de
los e len1encos que pueden estar contr ibuyendo a la cond ició11 de can1bio y evo-
lución de las estructuras lingüísticas. La funcionalidad pern1ite, :1den1ás, la expli-
cación de muchas de las cuestiones q ue plantean dudas o que están poco claras y
para las cuales la descripción forn1aJ es insuficie nte. l'uede aporrar, por lo canto,
inforn1.ación relevante sobre las posibilidades y los líu1ites de fu ncionamiento de
1 Un:i importanre excepción a esto son los nun1erosO$ casos de lenguas en contacto, donde las
gra111áticas se n1odifica.n de tal manera que pueden dar lugar a otTas nuevas lenguas.
2 Es sabido que la dialectología se ocupa de estudiar los lectos, diatópica o diastrátic.unente,
sie111pre dentro del sistenia y con c·l hábito y la tendencia de ~-studiar rasgos de zoo.IS específicas
(genei-a.li11e,1re rurales), pero sin in1plicarlas con u,1 conce1'"tO sociál exhausi:ivo.
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los datos en valorar .ta ausencia y la necesidad de co1'l.tru: con una grainática del
discurso del español.
Aplicando la aproxin1ació n funcio nal, el térn1ino gra111ática po dría parecer
un poco contradictor io en tanto que ha sido sie111pre si11ó1úmo de forrna lidad,
11o rn1a y descripción., y ha servido co1110 inventario de posibilidades de cons-
trucció11 de secuen.cias grainaticales. Sin negar la iinportancia que esta versión
puede te11er para los usuarios de una le11gua, debo afíad.ír que, así co1no los
01ecanis1nos formales de una lengua obedecen indudablen1ente a ciertas reglas,
t;u.n bién la variació n puede estar sujeta a detern1inadas regularidades, desde
que se ha asu1uido ci.ue la variación es inherente al siste111a, corno ha dejado claro
Labov (1983). E.-xisten procedin1ientos pragn1ácicos, discursivos y cogn.itivos
q ue son compartidos y usad os de forn1a sisten1ácica por todos los integrantes
de una co1nunidad de habla, de modo gue puede asever;irse que existen ten-
dencias o regttlaridades discursivas en la gran1ática del español que pueden ser
analizadas sisten1ácicarnente .
La ausencia
, de una gran1ática del discurso no es, sin embargo, u r1a adverten-
<..-ia n.ueva. Ultitnamence se l1a verúdo sintiendo esta carencia y nu1nerosos inves-
tigadores se han dedicado al análisis de la gran1ática bajo la nomenclatura de sin-
taxis coloquial, los cuales, partie11do de als11.u1as de las ideas de Beínhauer (1978)
expuestas en su obra El espariol coloquial, advierten que se trata de un aspecto po-
co tratado, basado en la con1unicación verbal, y que debe ser sistetT1atizado.
El esn1er-zo por iniciar y continuar esta t;1rea no iinpide constatar que esta
tendencia adolece de una n1etodología clara y unificada y que, de algún modo,
siga ren1itiendo al tradicional concepto de habla . Los autores dedicados a la lla-
1T1.1cu sintaxis roloquial ha.n sido y son conscientes de estos proble1n as. Así, por
ejemplo, Vigara Tauste en su lvfo,fosintaxis del espariol c.oloqui.nl (2004) reco11oce las
dificu.ltades con las que se encue11tra la ;iproxiin ación coloquial o conversacional
de la lengua, sobre todo en_los esturuos realizados sobre el español. B:1sic,1n1enre,
las dificultades reconocidas por la autora giran er1 tor110 al proced.ín1iento de la
recogida de d,ltos, su transcripción y su posterior. ai1áHs1s. Pero ta1n bíé n, en nu
opinión, la falta de siscen1acicidad y la vaguedad de las que se quejan los esn1dio-
sos de la <<sintaxis y/ o espailol coloquial» on atribuibles a l;i fa ]t;¡ de adopción de
1necodologías ya e;ristentes fuerte111ente consolidadas fi:1era del án1bito h ispánico .
.Así pues, parece corno si en España asi riéramos a la inauguración de un;¡ co-
rriente dedicada a la parte oral de t1Llestra lengt.ta y se tuviera que crear un siste-
1na de análisis y de estudio ad hoc. De hecho esta 1nodalidacl de lo coloquial Ue-
va estlldiándose hace década en distintas escuelas aJ1gloamericanas y europeas
rnediante el uso de 1netodologías y aproximaciones teóricas cotno las que aquí
utilizaremos.
l'"iay que decir t:arnbién que esca nocabl.e preocupación por estud.ia.r las realiza-
ciones gran1aricales de la lengua habla.da surge por el hecho de que la sinta..'Cis
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J Hay diversas c uestiones 1netodológicas q ue deben tenerse en cuenta, c.oin o reflejar los recur-
sos p rosódicos, indesligables del orden y disposi.:ión de los constiru)l(·nce:. oracionales y camcteriza-
dores básicos de la sintaxis coloquial, la f.'llta de una base conlparaciva 111ediante la cual pudiérat11os
nonienc~r determinadas regularidades, co1no la de estin1.ir, po r ejernplo, que en ~Lo que hay que
venir es sin niños» es uoa t·~tructura escindida. o q ue eo •Pues tt't vino bebes, bay uaa posición
•anón1,1Ja~ (Narbona 1989, p. 161). Sefiala, .idemás, las dificulcides que existen en relacionar las
fi.tnciones sintácticas y su valor informativo, como el infinitivo en «Aburrirte, no re aburrir:ís•, o el
uso de las llanmdas t1nulctillru;• co1no bueno, 11,de, e/i, que han sido 1nuy bien rcg¡.1larizadas n1cdiantc
el nombre de 11narcadores cli.scursivos~ (Schiffrin 1987).
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trato sociocultural a que perten.ece (que, por supuesto, pueden rn.odificarse, espe-
cialmente este últi.rno), dispone de una gan1.a de n1odalidades (niveles de habla)
entre las que selecciona aquella que co11sidera apropiada o adecuada para cada si-
tuación concreta» (1973, p. 357).
Puede observar se que queda todavía n1ucho can1íno por recorrer hasta que
la investigación e11 sinta..'C.is co1oquia1 pueda contribuir a desentrañar los patrones
del fu n.cionamiento gran1atical . El conocinuento de la lengua coloquial av.u1zará
notable1nente cuando los tratadistas se centren por fin en lo p ropiai11ente sintác-
tico)' se solventen ];:is nun1erosas dificultades n1etodológicas existentes .
Con10 he seiíalado, la din1ensión fu ncio nal de la lengua requiere un espec-
tro de apücación n1ucho n1ás general y au1plio, que abarque las posib ilidades
discursivas q ue se suceden en el plano gramatical. T iene, por otri parte, u na
ÍJ.11plicación teórica di.feren te, por cuanto asutne 01.uc]1os de los postulados de
teorías consolidadas en la lingüística n1oder na, co1110 describiré después. Pues-
to que una grarnática del d.iscurso debe presentar datos que p uedan ser con-
trastados y co111parados con realizaciones iguales o similares en o tras ler1guas y,
sobre todo , que pern1ita aventurar una explicación de acuerdo con esos pará-
n1etros teóricos, es n ecesario presentar los datos con la sisteniaticidad y regula-
rid.ad op ortunas.
Se sigu e de todo lo expuesto a11teriorn1ente la necesidad de una gramática
del discurso de la len gua española que pueda exponer los datos de uso de una
forrna o rdenada, proporcionando tendencias generales que pu edan ser contras-
tadas con parecidas realizaciones en otras lengu as. D ebe exponer, asirnisn10, las
regularidadt'S y te11dencias de los parán1etros de interacción comu nicativa per-
nucie11do con. ello la interpretació11 de secuencias su1ulares. Pero el pu nto más
i111po rtan te donde se siente la ausencia y la necesidad de una grain ácic;i de es-
t ,is características es en el hecho de q ue los datos de uso han de presentarse
exentos de cualguier condició11 de an ecdótico y de casual, evitando asociarlos
a localis1nos, d ialecr.alisn1os o a decer1n:ínados registros estilísticos. Con ello se
Je daría el escacus lin giiístico necesario a los procedirnientos de.1 di cu i:so en es-
pañol qu e, con10 caJes, son parce del dinan1is1110 cotn unicatívo y de la evolu-
ción lingüística.
Para que pued,'l ser considerada co1110 tal, una gramática del discurso necesi -
ta servirse, en pril11er lugar, de una 111etodología, avalada por disciplinas consoli-
dadas con10 la soáolingülstica, la 11aríaci611 sintáctica, la pragn1átír.a y el a11álisis del dís·
curso (entre otras). Con10 ha apun tado Van Dijk (1989) en 111.ís de una ocasión, el
estudio de la lengi.1a debe l1acerse co1nando co1110 eje ce11tral el texto y no las
oraciones, mostrando así la consecuencia de las inevitables relaciones discursivas
que existen entre ellas. No hablan1os de ((oraciones», sino de <,te)rtos» . .Esto iinpli-
ca incorporar a la lingüística el saber de otras disciplioas con10 la -ociolir1güística
o .la pragmática. Dado que la lengua es un instrun1.ento de comurticación verbal,
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a) P rincipio de regularidad
"Are you son1ethlng on1e special conight?» (<,¿Qué vas a hacer esta noche?1>)
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.En él, la respuesta ii11plica varias cosas que no son expresadas explícitai11ente,
esto es: que st1be qué hora es, que el cartero pasa sien1pre rnás o 111enos a la 111is111a hora y
que, por consiguiente, es rnás tarde de la hora en la q11e pasa lutbituahnente (1994,
p. 35). Este p rocediniienro está pragin áticamenre codificado, se trata de u11a itn-
plicatu.ra, y constituye un aspecto lingüístico general en to das las lenguas y proce-
. .
sos co mu n1cat1vos.
Estos dos ejemplos contribuyen a consolidar la idea de que la capacidad fu n-
cional de los n1eca.nisn1os gran1aticales es regular y puede y debe ser s.isten1atiza-
da. l1nplica caniliién q ue las caractei:íscicas de todo acto co,nunicativo están suje-
tas a reglas. La cradició11 en este senti do es 111uy ainplia, tal y co1no lo de1nuestran
los trabajos de Searle (1969) sobre las condiciones de jelicid,id del discurso y los
de Austin (1962) y G rice (1975) sobre la lógica de la co nversación, q ue pueden
consid erarse ya como lo clásicos del discurso . En ellos era constan te la idea de que
los actos de habla tenían una estructura y función analizable y relacionacla co11 el
p:uadign1a lingüístico, bajo L1 firme creencia de que la le11gua es usada para re-
presentar acciones. Se sabe que esto partió de 1111 axioma filosófico (de hecho,
Austi11 y Searle eran filósofos) y que fue aprovechado posterio r111ente por los
lingüistas para elabo rar teorías relacionadas con el discurso, como las de Labov y
Fa11sbe1 (1 977) . .Las teorías de estos filósofos, tal es com o q ue «el acto comunica-
tivo es la unidad pr incipal d el le11guaj e» (Sear le 1969, p. 21), o la d e que i<todas las
lenguas son dife re ntes convencionalizaciones de las nnsn1.1S reglas d e base» (Sear-
le 1969, p. 39), se han ido convirtiendo en reglas que, 1T1.1tizadas y adecuadas al
objeto de estudio, han servido de fi.u1dan1ento para avanzar e n el can1po del an5-
lisis del discurso, cal y co1n o sei'iala Schiftrí11 ('.1994, p. 54). El il1te nto de regulari-
zar, po r tanto, no es nuevo en los estudios de discurso, si bien hay todavía n1ucho
por rnatizar, en cai1to que la diversidad ter1ninológica y las líneas de abordarlo
son muy variadas. :La idea q LJe 1n.erece ser tenida en cuenta es 1.i de que estamos
anee un can1po de investigación lingüístico sistematizable y analizable con berra-
1níentas n1.ctodológicas y e1npíricas. Cada vez se \ 73 sintiendo 1nenos vaguedad e
Íl11precisió11 en este tipo de e tudios, a pesar de la 111.ultifuncionalidad que la pala-
bra discurso lleva en sí nüs1na, ya que puede significar varias forn1as de aproxin1ar-
se a un 1nis1no elemento.
El principio de reg,1laridad no se sostiene arbitrarian1ente. i las unidades
gra1naticaJe · adquieren deterrrtinadas ft1ncjones discursivas (de su relación con
la forn1a) es porque, durante el acto con1unicativo, hablante y oyen te con·1parten
un conocü:nienco contún no solan1e11te de la realidad, sino también de los proce-
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E11 él hay una serie de infere11cias y presuposiciones, tales como que el he-
cho de ir a J.1fan11i1ci.a puede indicar la presencia de alguna enfermedad (para la
cual se busca un n1edica1nento) y, por eso, a la respuesta de: «En la farmacia» se
emite: , Espero que no esté enfern1a&, d.ando por sentado toda una s.erie de cono-
cimientos co111partidos sobre el acto comunic:itivo que resultan obvios de relatar.
Lo núsn10 sucede en los siguie11tes ejen1plos:
-Contexto situacio nal: er1 una fiesta, una 1nujer pregunta a su n1arido:
A: «¿Quieres un caran1elo?»
B: «Estoy a régi1nen»
De nuevo, las .respuestas a las preguntas de los ejeniplos anteriores son cohe-
rente con el acto comunicativo en cuestión, lo ci1al pern1ice qi.,e las l'\.."S})Uestas
no sean apropiadas a las pregunta ert un sentido literal, pero sí en uno pragmáti-
co y con1unicativo.
Así pu es, estas regularidades que se presentan tan frecuenternente en el dis-
curso contrasta.n con las reglas, 1ná relacionadas con la forrnalidad o con la
nor1na.Jordan (1994, p. 1. 6) relaciona así las regla con las regularidades del dis-
curso:
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REGLAS REGULARIDADES
tex1:o discurs()
sisterr1a de lengua uso de lengua
co1.11petenc1a con1po 1:tanúento
. . .
preso:1pnvisn10 descríptivis,no
independe11cia contextual depe11dencia conte~xtual
b) Principio de funcionaJidad
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térmir1os de esta au tora: «above che clause» o ,,on language use» (1994, p. 23)- .
.Evidenten1.ente, según nos apoyemos en una u otra base, los resultados podrán
variar per<), en todo caso, el hecho que aquí qu iero resaltar es que este príi1ci1,io de
fandonalid,1d se acoge a la filosofia de que los eleinentos lli1gi.iísricos son el resul-
tado del funcionan1iento y la utilización que los hablai1ces hacen de ellos, y con,.o
tales deben ser estudiados. Una grarnática del discurso debe responder, por consi-
guiente, al prÍJ1.cipio de fun cio nalidad liJ1.güíscica .
Con10 ya sugerí, tina aproxin1ación funcio nal por sí n1is1na puede resultar in-
completa, puesto que, de forn1a general hay que ton,a.r co,no referencia la es-
tructura forn1aJ de la graJ11árica. Al mis1110 tien1po, la insuficiencia de estud iar la
gra1nácica desde una perspectiva for ,na.1 ha sido ya expuesta, pues deja de lado
todos los componentes y las manifestaciones del dinan1isrno cornunicaci.vo . .ta
posición de los distintos estudiosos al respecto del con.traste .fon1111l/fu11cional es
diversa. Chafe, por ejen1plo (1982) , considera que no se puede hacer un. verdade-
ro estudio gran1atical con1ando como referencia la escructtn-a, porque cuando un
individuo habla 110 lo hace sin implicar toda una serie de cuestiones de naturale-
za sen1ántica, supraseg111ental y contexcual .Asin US1no, 1-Iopper (1 982) cree que la
tendencia a estudiar estructuras aisladas se debe a q ue lo c¡ue se ha analizado es la
lengua escrita y no la l1ablada. Sus posturas son, co1no se ve, C)<.ll.·en1ada1nente
fi.1ncionalistas. La autono1nía formal de la gramática penn.ite, por su parte, el caso
opuesto: el estudjo de estructuras como ciáusu bis, proposiciones o sente11cias por
sí 1rtiso1as. Schifli-in adopta un.a postura intern1.edia, que ella denon1ina «co nser-
vadora» (1 994, p. 23) , porq ue trata de conciliar la formalidad <..'O n la funcion.ali-
d;id _AJude a Nev.rn1eyer (1983), con el qu e comparte ese punto inter1nedio,
considerando que si bien la lengu a tiene la característica de ser un siste111a formal
y autóno mo, no pueden dejar de ser reco11ocidas las i1nplicaciones sociales y
cognitivas gue actualizan dicho sisten1a for111al y autónomo. Ésta es, a mi e11ten -
der, la vía 1n.ás idónea para centrar el 111.arco teórico de una gran1ácica deJ discur-
so, esto es, conciliando l.i perspectiva funcional con la forrnal. Lo adecuado de
esca postura ha sido desracado tan1bién por chiffi:in, guien, adenm de defender
el análisis del discurso de acuerdo con par.u11ecros formaJes y fun cionales (1994,
pp. 31-32), cree en la convenie11cia de adoptar una posición teórica que co111bi-
ne an1bas perspectivas y que pueda contribuir a esclarecer las todavía abun.d.antes
cueStiones penclientes sobre la producción discursiva.
El principio de funcionalidad de esta gramática del discurso debe ·er n1atiza-
do y acotado, puesto que, tal co1no puede desprenderse de lo anterior, no hay
una única forn1a de aproxi.n1ación funcional. La gue será utilizada aquí parte de
h1creencia de que toda función pro,,iene de una fon1u1, :ictualizada en el discur-
so, evidenciai1do unos rasgos específicos particulares que la diferencian de otras
funciones, y que se e:i,.-p.lican a partir de la pi: imera. Estas diterer1ces fu11cíor1es son
las que co.nstituirán el corpus de esta grantática aunque, evidentemente, es 11e-
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«Bueno, Ron1a ... cuando fui yo a Roma hace díeciséis o diecisiete años, n1e
guedé asorrtbrada porque no vi ningún niño, no había ningún niño... y a mí n1e
encantan los niI1os»
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sjgnifica que es necesario realizar un. estudio de los verbos y de las preposiciones
que esto verbos rigen y a partir de esto, valorar lo · casos en Jo que la preposi-
ción de se introduce entre el verbo y el términ.o, tales con10:
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cos de habla, de los significados y de las acciones discursiv-;¡s, las cuales constitu-
yen forntas social y culturalmente codificadas.
El estudio de las enúsiones fu1gi.lísticas desde una perspectiva funcional co11-
lleva, por tanto, la utilización de los presupuestos y de la terrnit1ología propia de
otras disciplinas consolidadas en la tradición lingüística , tales con10 el análisis
del discurso, la socioli11gil{stíca de la vatiaci611, la prag1nátíca, la teoría de los acto$ de ha·
bla, etc., lo cual necesita ta1nbién ser especificado previan1ente a la elaboració n
de esta gramática, dada la 111.ultiplicidad doctrinal y teórica. existente en este
carnpo.
El principio de funcionalidad, por consiguiente, consiste en asun1 i.r las dNer-
sis funciones de los ele1nentos granucicaJes bas.'tndo su análisis en los aspecn.)s
forrl1ales y escruccura.les, ade111ás de íncorporar las circunstancias discursivas que
explican dicha fur1cionalidad .
En sun1a, el principio de funciona lidad consiste en:
l . Identificar fi1ncionalidades.
2. Explicar dichas funcionalidades con respecto a una estructura for1nal.
3. Establecer las tendencias y las regularidades de dichas funcionalidades.
e) Principio metodológico
La últirna de las características de esta gnu:n.'Ítica del discurso es, quizá, la más
irnportante, porque es L1 que, en defin.itiva, marca la efectividad y la validez de
sus datos. No ltay que volver a seiialar que la rnetodo1ogía de este trabajo debe
ser en1inenten1ente funcional, y que cualquier discipl.ina q ue estud.ie el uso lin-
güístico merece este c;;ilificativo. Sin e1nbargo, la diversidad doctrina] exige que
sean acotadas todas las herran1.ientas teraú.no1ógicas g11e se v.tyai1 a ernplear, pues-
to que la defu1ición de los rasgos de cada est.ruccura se realizará con el entra111a-
do metodológico que per1njca una adecu,1da explicación. El principio 1netodo-
lógico debe g,u:ancizar, aden1ás, que la regularidad y la funcionalidad queden
expllesta con veracidad y 1·igor.
La n1etodología que e1nplcaré en la elaboración de esca gran1.ácica contcn1pla
los siguientes aspectos:
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perspectiva acertada, de de que la sintaxis, como tal, exhibe rasgo que solamente
después podr.in ser relacionados con la semánt1ca, la pragmática o el discurso.
Un ejen1plo claro de este cipo de descripción lo tenemos, de nuevo, en el fe -
nón1eno del dequeísn10: er1 prin1er lugar se estudia la relación de la preposició n
de con el verbo CJLle la rige, y se exa:aen conclusiones con respecto de aqueJJos
verbos con los que sintáctícainente se relaciona dicha preposición. U11a vez que
hen1os cornprobado que esos verbos son los deno111:inados «de actividad n1ental•>,
«de per1sa1nie11to y con1nnicación• o «esti1nativos~, ta.les con10 pensflr o resultar,
est1.ren1os en co11djcio nes de proceder a los aspectos se1náncico-prag1náticos y
discursivos que se desprenden de rucha combinatoria sintáctica, tales con10 que
es 111ayoritaria la presenc ia de la. preposición en verbos cuya naturaleza semánti-
co-lé>-'ica gira en torno al área d.e la expresión de voluntades, ideas, se11tinúencos
o gustos:
«*Yo pienso de que se debería darle un.a oportunidad (al gobierno accual)»
,1*Entonces yo... res~tlta de que.. . ya lo v i y lo típico es de que te ecl1as a llorar»
D e hecho, la p ro po rción de usos con cada uno de ellos ·va disnu nuyendo se-
gúr1 este significado va debilitándose (Serrano 1998a). Así, verbos como pensar,
resulta,; gustar y opinar son los q u e con n1ayor frecuencia se constru yen con la
preposició n , apareciendo, aden1;Ís, e11 oraciones en las que el hablante expone su
posición respecto de algo, por lo que hay que pensar q u e el tipo de verbo y el
uso de la p reposición de est:ín sintáctica y pragm áticamente relacionados. El va-
lo r deíctico que aporta la prepo sició n en estas conj1111ciones evidencia que la
regencia de un verbo an terior n o es si11tá ccic;11nente 11ecesaria. Esto significa
que la introducción de la preposición es un Íl1clice fi111cio11al utilizado por los
habla11tes para dar niayo r rentabilidad y credibilidad a su discurso. Es, por lo t;u1-
LO, la utilíz~c ió n de un recurso sn1táctico que la lengua p osee con10 fin y estra-
. , .
teg1a co1nun1caava .
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s.intácticos). Los rasgos que aquí va11 a ser definidos, por consiguiente, no tienen
por qué ser necesar.ian1ente variantes de, ya que, corno .he seña.lado, lo que se estu-
diará son Las funciones discursivas que los elen1entos gra,rrtaticales pueden adqui-
rir, e>..'PJjcando dicha función a partir de la forrr1a. Coinparto, p ues, la idea de
Schiffrin (1994, p. 345) de que los estudios va.riacio1tistas parten de .la estructura
forn1a1 y se orient;u1 hacia la función.
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, niento tarnbién débiJ desde el punto de vista gran1atical, ya que, en principio, las
sustitucion.es no tendrían que demo ~'trar nada):
Po r otra parte, va aun n1ás lejos cua.ndo tanto a las oracio nes pasivas coino a
las atributivas se les añade un sintagn1a (el cradicional con1plen1enco agente para
las pasivas y un té rnüno regido por la preposición por para Jas acríbntivas):
Concluye así Ala.reos (1982, p. 129) que las construcciones atributivas y las
con~trucciones pasivas son sintácticamente idénticas, ol~viando las características
y las relaciones gran1aticales de dos elementos tan diferentes con10 los adjetivos y
los participios que, en ~1.1 opinión, no tienen influencia :ilguna sobre la sinta.m.
C: oncluye este autor: ~Que an1bo s elem,entos (atributo y ''complen1en.to agente"
constituyen una única unidad sú1táctica se reO~ja en el hecho de que los repre-
senta u11 referente único en caso de elusió11 (w es, lo era). El particular mat.iz de
sustancia (el ser agentes) que acompaña a estos térnúnos no iníluye para nada en
sus reL-iciones y valo res gran1aticales» . Para Alarcos, por lo tanto, la sen1.ántica es-
taría totahnente divorciada de la sintaxis.
A la vista de lo ;J.11terior, comparto, por tanto, la idea de Bosque de que «no
puede aceptarse que los huecos (funcio nales y posicio nales) arriba considerados
designen auto mác:icam.enre categorías de l,1 gi:an1ática o que se asocien de forn1a
u1úvoca co11 fi.1 ncio nes sinrácticas, oracionales o no" (1 990a, p. 4 7). Es 1nás lógico
defin.i r las categorías g1:-an1aticales en función de rasgos for111ales, y que sus dife-
rentes fun cio nes sintácticas perfilen su distribución, puesto gue - como ya he se-
ñalado- es fundamenta.! partir de una base sintáctica para su análisis, lo cual no
consi te en definir <I partir de. corno se desprende del caso de la identificación de
las atributivas y las pasivas.
La realización de las funciones discursivas de los ele1nentos gran1aticales ín1-
plica que su definición no puede hacerse dentro de unos 1nárgenes tan linútados,
pues una vez que nos introduci.t110 en la amplia y variada n·1u}tifi.1ncionalidad
del di.<;cu rso las descripciones de las cacegorías ya no pueden rewzarse en los
1nisJI1os térmi11os. En el ejemplo: «*Yo pienso de que se debería darle una oportt1-
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iJ1troduce el tér1nino regido por el verbo pensar porque, po r u11,1 parte, djch.o
verbo no rige norn1ativan1ente ninguna preposición (es opcional) y, por otra, la
preposición adquiere una. función deíctica que introduce un valor cuya interpre-
tación. corresponde aJ discurso, sie11do, por tanto una función nueva, no n1arcada
por los .línutes gramaticales. 1-a. categoría preposicional, por t,u1to, n.o podiía de6-
nirse con10 «el elem ento que Í11troduce el tér1nÍl.10 regido~, sino que, ade1nás,
puede Íl1troducir otros va.lores de cn,cial in1portancia para la co1nurucación . Para
el fenó111eno de la presenc ia o ausencia del sujeto, se puede estipular tan1bién
gue el valor discursivo advertido en e] eje111plo antes expuesto: 11Son veinte casos
que trí te los tienes que aprender», no puede definirse de acuerdo con cr.iterios
distribucionales, pues eJ sujeto no posee aquí la fu nción norn1ativa de indicar la
correspon <-ienc.ia con la flexión verbal, sino la de 01arcador de contrasc.ividad itn-
personal. El caso de los m.arcadores discursivos corno bueno en «B He.no, el trabajo
es solan1ente un rnedio de subsistencia desde ur1 punto de vi.sea fisico», expone
tarn:bién la funcionalizació11 de un elen1en to pertenecie nte a la categoría adver-
bial y que tan1poco puede definirse de acuerdo con las características for males
de dich a categoría. En una gramática del disc11rso con10 la que trato de llevar a
cabo no es posible hacer corresponder las categorías con las fi.1nciones, porque
estas últimas no hacen referencia a esqu en1as distribucionales concretos ni a fu11-
ciones sii.1tácticas par ticulares, especificas y úrucas, sino que sirven al dinanusm.o
co1nurúcativo que las categorías formales pueden adoptar.
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las lé.xicas es algo que ha sido cuestionado en el ~-eno de .la lingüística de la varia-
ción , por cuan.to se consideraba que en la fonología era donde se podían encon-
trar verdaderos patrones de correlación social, debido a la. n1enor dificultad de
establecer variantes. Sin en1bargo, diversos estudios de variació n sintáctica han
revelado que este plano puede y debe estar asociado tan1bién a f:'lctores de ú1do-
le social (Sedano 1990, García 1986. Bencivoglio 1980-198 1, Silva-CorvaláJ1
1980-1981, entre otros) . Sería absurdo creer q ue, t1~1s la acertada aportación de
Labov (1983) con el n1étodo sociolingüíscico, el estudio t'le la lengua en correla-
ción con la sociedad sólo fuera válido en el nivel fonológico. lgualn1ente desa-
certado sería pensar que en el resto de los niveles lu1gi.iísticos los enunciados,
e1ni io nes y construccio nes no estuviesen correlacionados con fenómenos socia-
les. :En otros trabajos (Serrano 1994a, pp. 28- 37; 1999c, pp. ·11-49; 1997a; 2004b
y en prensa) ofrezco una detallada descripción de esta particularidad, aJ tien1po
que defiendo el carácter social de las enúsiones gran1aticales y que su estudio es
de especial in1portancia para la descripción de las gramáticas de las lenguas.
La funcionalldad de los elen1encos lingüísticos hace q ue sea necesario den1os-
trar q ue los elernentos gra1nacicales forman parte de esa funcio11alit-lad y conllevan
valores sociales. Siendo esto evidente y den1ostrable, luy que tener en cuenta que
no es posible en una gr:1111.ática ele estas características abordar todos y cada uno
de los iactores sociales que n1uy probablen1ente están condicionando L,s realiza-
ciones discursivas, porque éstas vmía:n e n función de cada co munidad de habla.
M e centraré aquí, por t;n1to, e11 la variedad discursiva del españo l, sin entrar a pro-
6mdiz.ar en esas correlaciones sociales, aunque, cuando sea necesario, se haga rnen-
ción a regularidades que se pueden desprender de su análisis con10, por ejemplo,
el hecho casi general de que la forn1a usted es 1nás for1nal y cortés que tú, y que es
utilizada, también de fo rn1a ge11era.l, cu:u1do se produce una sit11ación social de
distanciamie11co o asin1etría virtual entre hablante y oyente o audiencia. Intento
de1n ostrar con esro que un.a gramática del discurso expon e daros sist en1ácicos, re-
gulares y propios, en esre caso concreto, de la le11gua e pañola.
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Con10 su non1bre indica, toda disciplina que tenga por obj eto el estudio del
discurso servirá de soporte teórico a esca gran1ática. Las aproximaciones al dis-
curso son n1uy variadas; de hecl10, todo estudio que trate aspectos de la con1uni-
cación podría deno rn.ina1:se «cliscursivo•> (ú1cluyendo aquellos sociolingüísr.icos o
prag.n1áticos), si bien desde el punto de vista tern1inológico, la tendencia que más
propia y exclusivain ente ha tratado el cliscurso es el a11álisis del discurso .
.Los rnismos anaJiscas del d iscurso han reconocido desde sien1pre la con1pleji-
dad de su objeto de esn1clio, que se resi.~te a cualquier tentativa de sisten1atización
rígida, pero una proyección 1n.ás allá del nivel oracional se 11acía necesaria y, par-
cjendo de postulados en su origen for 1n;tlista (como consecuencia de las concep-
ciones estruccuralistas v.igentes), .iniciaron la labor de adentrarse en análisis del
cexto y la 01acroestruccura de la sentencia, dando lugar, a finales de los sesenta, a
disciplinas co1no la lingüística del reXto y el análisis del discurso. Esca úlcin1a fue
llevada a cabo .in.icialn1ente por I-Iarris (1952) (pru11er autor en usar este término)
y Van Dijk (1977, 1985) .Asimismo, Labov y Waletzky (1967) fi1eron pioneros en
analizar el discurso desde una perspectiva sociológica cuando advirtieron la co-
rrelación existente eI1tre lo~ factores sociales y el estilo narrativo. Este inicial inte-
rés por descubrir los mecanisn1os de constr ucción y de interpretación del discur-
so es lo q ue ha llevado a la consolidación y a la autonon1i:1 de esta di~ciplina.
Puesto que está co1nprobado q ue el estudio de la foro1a de las e,nisiones no
nos proporciona toda Ja info rmación acerca de su significado y func ió n en e l
discurso, la reh1ción enrre L,s sentencias, las unidades que las forman y el contex-
to configurai1 los dístir1tos aspectos n1etodológicos que utiliza el an álisis del dis-
curso. Existen cane,1.s deíinicio11es de discurso como aproxin1acion es teóricas.
Renke1na (:1 993 , p. 196) estima que todo discurso tiene tres aspectos, que son los
siguientes: pri111ero, constituye un sítnbolo que se refiere a la realidad ; segundo, es
un sÍf1to11ta porque el que habl:1 o el que escribe trata de expresar algo a través de
é l o no se produce s.in un objetivo co1nunicativo y, tercero, es una seFinf de q·u e
hablante y oyence pretenden expresar un efecto comunicativo. ·Por ello los estu -
dios de discurso deben estar o rie ntados a la investigación sobre la relación ent re
el discurso,1a forn1a,los objetivos y efectos, es decir, la función. Para ello, hay una
clara división entre los estudios del disc urso escrito y del discurso oral aunque,
co1no es obvio, de11tro del segundo podre1nos l1allar n1ayor correlación entre las
unida.des lingüísticas y su funcionalidad . Las vertientes disciplinares que avalan
teóricamente el ai1álisis del discurso son tan varjadas q ue sería u11.1 tarea n1uy di-
ficu.ltos.1 y ex'tensa tratar de reseñar.las todas, puesto que las posibjlidades de hacer
un estudio del discurso son can variadas co1no fenó1nen.os puedan aparecer. Las
tendencias teórjcas varian según el centro de atención.Así, .Enkvist (1981), Ost-
1nan (1986) y Givon (1989) se centrar1 en los aspectos del isor110,fis1110 y la iconíci-
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1986). Se comprueba, así, que los estudios propiarnente discursivos estfu1 eso:echa-
111ente relacionados con otros 111.odelos teóricos afin.es.
Po r otra parte, esto ha dado lugar a nurnerosas L-an1as del discurso, en función
de su objeto de análisis. Así, es interesante la vertiente del a11á1isis del discurso
que se detlic a exclusiv,u11ente al estudio de sus tipos y gé11eros, h aciendo distin-
ciones dentro de los tipos de discurso: terapéutico, periodístico, jurídico, etc., y
dentro de los textos de cada discurso : 11arrati110, descriptivo, argl41neritati110, instructivo,
etc. (Werlich 1976, Lo ngacre 1983, Kinneavy 1971).
Uno de los en foques ,nás novedosos en los estutlios del discurso ha sido el
e1ná/isís crític.o del discurso, considerado co1110 u na vertiente de la lingü{stica crítica,
que recibe influencias de la escuela de Frankfurt, en con creto de los trabajos de
J-laber1nas (1977, 1981 , 1985), quien considera la lengua co1no un poderoso ins-
tru111enco de n1anipuJacjó n. social (1977, p. 259) . El discurso se estudia con este
01étodo en estrecha conj l1n.cíón con el contexto social donde se produce, e1...-pli-
cándolo a través de la relación existente en tre el uso de las e'>..-presiones lingüísti-
cas y las ma.nifestaciones sociales del lenguaje : publicid.ad, propaganda política,
n1ed:ios de comunicación, organisn1os oficiales, etc. Con ello puede llegar a en -
tenderse variados procesos sociales tales co1110 la d.e~'igualdad, el racisrno la d:iscri-
n1Í1'laciones a través del lenguaje, etc., analizando el efecto de] p o der y la ideología
en la producción de los significados lingüísticos. La creación de esos signi.fic:,dos
sociales es lo que lleva a los estudiosos del análisis del discurso crítico, tales com.o
Van Díjk (1989),Fairclough (1989) yWodak (1989, 1995) a trab,ü,1r con tres con-
cep to:; conj unt1-n1ente : el poder, la historia y la ideofo,gfa co1no contücionantes de la
producción lingüístic a.
Con la idea de que los signos lingüísticos son el resultado de procesos sociales,
n1otivados por la co11jtu1ción de fornus y significados (ICress 1993), esta vertiente
disciplinar centFa el análisis de las estructuras discursivas en la lengua cotitliana en
cac.h situación soci1J particul;1r: disct1rso institucional, lengu.'lje
. periodístico, l.ibros
de tex'to, lenguaj e publicic.1.rio, diferenci;1s étnicas del discurso, etc., sien1pre con la
convicción de que la cultura y la sociedad son las respons:ibles del significado y de
la evolución de las unidades lingüísticas. El di curso es, por lo ra.nto, un n1odelo de
acción social, detern1inado por valores, convenciones y norn1as sociales. Por ello, el
análisis critico del discurso consi.dera que lengua y la sociedad cantinan y evolucio-
nan juntas. lo cual ha conducido a que las críticas a esta. disciplina esti.n1en que las
teoría de sus autores estén de1nasiado ceno:adas en aspectos ocia.les y poco en los
lingüísticos, llegando incluso a la politización (Wo dak 1995, p. 205). Este n1odelo
teórico no solan1ente pretende desentrañar los pará111etros sociales de la produc-
ción discursi"3, sino tarnbién el intento de evitar la discri1nil1ación sociaJ a cravés
de la lengua, elaborando guías y norrnas para rentabili.zar la produccjón del discur-
so en la publicidad, en las insciniciones y en coda representación que te11ga una
proyección social. Aunque, corno señala Wodak (1 995, p. 207), n1uchos investiga-
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dore de esca teoría no se reconocen como a11alistas críticos del discurso , han contri-
buido
, -direct:unente o no- al enriquecin:úento rnetodológico de esta vertiente.
Este es el caso de Halliday y su concepción del lenguaje corno senúótica social
(1 978) que inspiró a. Kress (:l 993, p. 176) a llevar adelante su teoría de que la lengua
se está construyendo continua1nente y que los significados no están sólo asociados
a las forn1.as lingüístic..-as, sino que son unidades suj etas a cambios constantes. E11 la
núsi11a línea,Va11 Leeuwen (1993, p. 193) considera el dic;curso con10 una práctica
en1inente1nente sociaJ, esto es, tu1a forn1a de acción en el sentido fouca ldiano de la
construcción de la realidad. Sus mibajos han analizado el discurso de los n1edios
audiovisuales, la entonación de los disk joke:¡15 o la lengua de los presentadores de
televisión, entre otras cosas. Por su par:te, Fairclough (1985 , 1989, 1993) estudia la
producción discursiva con1.o vía d.e do rni11ación y de estrategias para conseguir fi-
nes políticos o co1nerc.iales.
Otros m odelos de analizar el discurso están relacionad os con el diseño de la
conversación, de ahí surge la corriente que estudia coucreca1n ence la conversa-
ción: el a11álisis de la conversación. Su principal objetivo es desentrañar tanto las
actitudes conversacionales con10 la competencia sociolingüística que subyace a la
p1:oducción e ínte111ret<1cióu de la actividad con1unicativa. ·u no d e los prin1eros
au tores gue profu11dizó en el estudio de k1 conversa(.;Ón fiie Sacks (1970), siguien-
do la línea de Goffinan (1963. 1964).Aunque la n1etodología es algo diferente a la
cüscursiva, tiene de relación con ésta q ne se centra e11 revelar los aspectos de la es-
tructuración de la inforntació n y su o rganizació n social, basando la investigació11
en actos directos tales con10 conversaciones telefónicas, can1bios de turno en la
conversación, el efecto de L, e11tonación, el carácter de h1enunciación, tratando así
de encontrar ctL'llquier detalle que sea relevante y condicione o caracter ice el de-
s.,rro llo de la conversación. N aturaln1en te, los aspectos de la conversación desve-
lan t,1111bién in1portantes rasgos d e la producción discursiva, razó n por la cual hay
qu e tenerlos en cuenta pa1-a comprender 111ás con1pletan1ente las realizaciones de
los distintos elen1entos d el clisct1rso. Escrechan1ente relacion.ada con el a11álisis de
la conversació n esti la etnon1ecodología., ve.rtience radical de la sociología, que
ofrece una perspectiva distintiva de las posibilidades de in,restigación del orden
social. Gar6nk.el (1967) relaci()Da la forn1a en que los r11ien1bros de la sociedad, a
tni,rés de sus características étnicas, con.figuran la rea.lidad social.Aplicado a la lin-
güística, los etnometodólogos estud.ía11 la reJación entre dich:1" características étni-
cas y la eStructuración de sus discursos, reaccion.mdo así contra la sociología de
Parsc,ns (1 937), claran1e11te ·voluntar.iSta, que considera que no existe acti,ridad o
evento social arbitrario. Qu jere decir esto que coda represencación lingüística po-
see un significado social inmediato, condicionando y condicionado por eJ con-
texto, y gestionado por sus usuarios.
Puede deducirse que las corrí.entes teóricas que estudian las caracceristicas
del discurso se centran e11 cuestiones tan variadas co1110 necesarias pero, en deli-
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,nitiva , e.l objeto últin10 de las disciplu1as discursivas es tratar de enc<Jntrar regula-
r.id~des en las rr1a11ifestacio1tes lingüísticas, a.bandonando la concepción del estu-
dio de fenón1enos aislados y separados de la realidad lingüística, compron1etiéndo-
se con una idea más auténtica de lo que constituye el discurso oral y las forrnas y
procesos de con1unicaciór1, gue están al servicio del n1anten.inú ento de la rela-
ción de acción y reacción entre los participantes, y no de la mera trans111.isión de
ÍllÍo r n1ació11.
b) Disciplinas sociolingüísticas
Si algo define a la len gua es su capacjdad para reflejar )os condicionantes so-
cia.les de sus usuarios por el principio de que no hay actividad lingiiística fuera
de la sociedad. Es verdad que esro es evidente, pero no ha sido siern.pre reconoci-
do por los lingüistas. La sociolingüíscica, en can1bio, ha puesto codo s1.1 en1peño
en den1ostrar que existe una estrech.a reL'tción exister1te entre el uso de la lengua
y los factores sociales, y así lo ha 1nanifestado en su ya extensa tradil"ión (Serrano
1994a, pp. 11-19). C o1no disciplina funcional, su utilidad pai:a los estudios del
díscurso está n1uy clara, pues, tal y como señaló \Terón: í<El análisis inn1anentista
no es niás que u11a ilusión, porque cuando se analiza un discurso se pone en re-
lació n con muchas circunstancia.,; derivadas de la naturaleza fi-agmentaria que to-
do te:>.1:o pos.ee; por tanto, desvíncular e] ler1guaje de to das estas circunst1ncias es
alejarlo de su propia nauiraleza• (1987, pp. 127- 128).
Como di'>ciplina, la sociolingiiística h.1 desarrollado numerosas vertientes me-
todológicas, basadas unas veces en los conceptos de n,.icro y 1nacro-sociolingüística,
otras en la parte teórica y aplicada, y otras e11 el estudio de comunidades de habla
o de redes sociales. Aun cuando las perspectivas son tan dí,1ers.1s, se con1parte el
objetivo común de la asociación de los fenón1enos lii1güíscicos a los ('lcto res so-
cia.les (edad, sexo, nivel sociocnltu ral, raza , ea1ia, situaciones de b ilingi.üsi110 y co11-
tacto de lenguas, psjcologia del individuo, ere.). P.or o tra parte, hi distinción entre
rnicro y 1r1ac/'o-sociolingüiscica ha sido defendida y e;,Ipuesta por Fasold (1984a,
1984b). La primera ton1a con10 referencia la sociecL1d e incorpora los fac tores lin-
güístico con10 conclicionantes de la organización social . .La segunda, en can1bio,
parce de la comunidad de habla y estudia la relación entre la estructura lingüística
y los factores sociales con lo que está correlacionada. En a1nbos casos, el estudio
está orientado a descubrir el por qué de las diferente forn1as de producir las emi-
siones lingüísticas y a ex:plicar las diferencias que se perciben en todas las lenguas
en f1.1nció11 de las características de !os individtios que las usan.
Mientras la sociolingiiística l;lboviana (Labov 1983) torna como punto de
partida los grupos sociales coro.o entidades 1nás o menos hon1ogéneas que actúan
e interact(1a11 entre sí, la teoría de las redes sociales está basada en la relaciones
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Gra111áticn ilel discurso
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hablance. Según Schiffrin (l 994, p. 107), hablar es ,ina for1n.a de contextualizar n1e-
diante lo cual los hablantes se autoidenti.6ca.n v, se sitúan socialn1ente. Los ineca-
nisn1os de interacción sociolingüística son regula.res y se puede establecer sus pa-
tro nes de acu.erdo con las características sociales de los l1ablantes y la relevancia
en la cornur1icación . La interacción, ade1n.ás, dibuja el acto con1unicacivo y o rien -
ta el sig11íficado de las er11isiones. E11 este sentid o, cabe af1rn1ar gue los presu-
puestos n1etodológicos de la so cio lingüístic a interaccional contribuyen de forma
concreta y decisiva a la creación de una gra.rnática del discurso, por tener en
cuen.ta el contexto, las claves releva11tes de contextualización y los pa.rá1netros del
transcurso de la co1nunicación.
Asin1is1n.o, e11 estr.ec]1a relación con lo anterior, la mero dología d e análisis
que aporta la variació n sin.táctica es de gran ayuda para determinar las forn1as g ra-
n1at.icales del discurso. La variante es un concepto l1euristico gue ha sido de gran
utilidad para conocer los parán1ecros de alternancia sintáctica en distintas co.1nu-
nidades de habla, sirviendo metodológicamente a la comprensión y el estableci-
nú en to de correlacion.es sociales y d iscursivas. Este úlcilno aspecto es el n1ás in1-
portante, puesto gue, sir1 conocer las propied ad es d el discurso donde las varian tes
aparecen, no es posible llegar a d elimitarlas, por lo gue considero fur1damental
ter1er en cuenta la relación existente entre sinta,xí.s y discurso en el estudio d e la
variación sintáctica. En o tros trabajos (Serra110 1996b, 1996d, 2004b, 2006) he
intentado p ro fundizar en dicha relació n mantenie ndo q ue la 11ariari6n sintáctica
rar:unen te es exclusivan1en te sintáctica p ues, d e forma gen eral, pu ede afirn1arse
que la variació n sjntáctica es taiubién discursiva, porque siempre se inserta en u11
discurso y su análisis va a requerir la valoració n d e un examen discursivo en el
que aparecen las variantes. Ade1n ás, la vari;1ció11 sintáctica p uede ser prag1nática,
aden1.-is d e discursiva po rgue, con10 he sugerido, es casi sien1pre n ecesario recu -
rrir a lo pragn1ácíco p:tra in terpre tar el alcance de la variación, sobre todo e n el
cerreno de la sigr1:iíic;ició n, el 111ás co111plejo y dificil de deter1TÜ11;1r. Esto consti-
tuye sil1 duda un aspecto que enriquece la perspectiV*1 \rariacionista, d1do que el
investigador deberá tener e n cu enca e i11corpo rar rasgos discursivos y pragmáti-
cos al esrudio de las vari;intes. No es nuevo el conocin1íento de que la sinca.."<is,
coro.o el producto de la co,n b inación y distribución de los elen1entos lingüísti-
cos (fonéticos, mo rfológicos y léxicos), p1:ovoca 11un1er.osas posibilidades s:igi1i6-
catiV'as. Eu esre sentido, con1parto la idea chon1skiana de que la sintaxis ~'S el ni-
vel de representación lingüística fur1d an1ental, considerando gue todos los planos
lingüísticos (u1cluido el sen1ántico) tienen su realización en la s:int.ixis. Con eUo,
la posibilidad de encontrar variantes sintác ticas n.o es, 1u rnucho n1enos, n1enor,
cal con10 se ha aseverado en nu1nerosas ocasiones, sirio que es clarai·nente discu1-
ca, pues e11 todo caso hay que co1nbin.ar las entradas léxicas con los n1ecanisr11os
rnorfológicos y distr ibucionales. En el caso d el deq ue1srno po d ernos observar
cla.rai11en.te las características que han de tenerse en cuenta: por una parce, las
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ticaJ , las oracic,nes, una vez puestas en usO, J)ueden adquirir 11u evos sjgnificados,
iJ1ctuso algun.os que contradicen los ~1gnificados literales o convencio nales, por-
gue, en esos casos, el hablante tiene una intención cornunicaciva concreta . Esto
sucede todos los días, es parte de nuestra rutina con10 h.ablantes. R eyes pone el
ej e1nplo: ¿Podrías pn.sanne lo sal?, donde no se pregun.ta acerca de si p11edes pasar-
n1e la sal, sino que es u11a orden o un pedido de pasar la sal (1 995, p. 18), deno-
n1i11ado can1bién acto de habla indirecto. Lo 111i.sino s11cede cuando en un co1ner-
cio alguien dice: Quer{a prol>t11·111e esos zapacos, donde el 111o rfe1na verbal -fa no
representa un.i acción pasada durativa, si;no una fo rn1a de pedido cortés, o cuan-
do una madre pregunta a su hijo que ha llegado tarde: ¿·r,:, sabes qué hora es?, y
se sabe gue 110 es precisar,, ente ]a hora lo gue la madre des~ saber, ni siquiera se
trata de una pregunca, s.ino de una forn1a directa de reproche. La dife rencia e n-
tre seJnáncíca y pragn1ática se equipara, co1n.o señala Pons Bordería (2004, p. 45),
con la existente en rre lo dicho y lo í111plícíto.
Está claro que la núsión que tie.ne la pragmática es l1 de descubrir los patro-
nes del significado en contexto del uso de las forn1as lingüísticas. Para ello, el
contexto es la clave q ue nos ayuda a comprender el funcionan1iento del signifi-
cado, pero es que sin contexto no hay co111u1licación. R eyes considera que hay
dos tipos de contexto: el lingüístico y el sociocultural ( 1995, p. 20). Este últin10
no siempre es tenido en cuenta por los pragmatistas, pero es fi111chunental, pues
rnuchas regulacion es pragtnáticas pro\rienen de condicionantes socioculturales,
co1no las forn1as de tratainiento, las for1nas de saludo y determin;1dos registros
lingüísticos. Sperber y \Vilson l1an aportado a la pr:1gn1ática el estu dio de los
efectos contextuales. Para ellos, esta disciplina está basada en la interpretación de
los enunciados (1986, p. 10) . Blaken1ore (1 992, p. 43) también cree que la tarea
fundan1ental de la pragn1ática es la de rnostra r cón10 el oyente es capaz de con-
vertir una intención con1unicaciva en una proposición con1pleta, basándose en el
conoci11ue11to del co11cexto_ Asiinis1no, M ey hace alusión al contexto al conside-
rar que la pragmática es el estudio de las condicio11es del uso hun1,1110 del le11-
guaje detern1inatlas por eJ contexto de la sociedad (1993, p. 4?).
Aforcunadan1ente, en los últiinos años he1nos venido presenciando un.a vo-
luntad teórica de acercan1iento hacia los fenó111enos pragn1áticos, desde que, co-
1no señala .R.eyt.'S (1995, p. ? 7), ha crecido el desengaño de la forn1aJjzacio nes
que pretenden explicar propiedades sintácticas fundadas en las intuiciones de los
111isJ11os lingüistas acerca de la aceptabiJjda.d de las frases, sin recurrir nunca a lo
que la gente dice codo los días. Así explic~ R eyes el eje111plo:
~ Toinates no l1ay»
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Prono111bn:s )' dete1111i111111tes
.El pronon1bre relativo que funcion.1 díscursivarn ente co1n o un e len1ento co-
hesivo que relaciona anafórican1ente la secuencia que incroduce con la anterior,
daJ1do así lugar a un esque111a s.in cáctico de bipolaridad:
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2. Lafs,110
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Prono111bn:s )' dete1111i111111tes
dez R a1nírez (1987, p. .334). Este autor ü1cide en el hecl10 de que se trata de 11 n uso
fundan1entaln1ente <<coloquial», aunque eñala que se hace 1nás perseverante a n1e-
dida que se desvar1ece la censura eStablecida por la nor1na correcta e incide la ir1-
tención expresiva: «De pronto, q uiere 1natar "' uno» (1987, p. 334).As.í pues, uno/1,11111
asu1ne las fi.1nciones de prono1nbre personal tanto en función de sujeto: < •Uno no
s.ibe qué hacer», como de objeto: «Le n1olesta ,1 u110 que le digan eso» .
.El hecho de que u110/u11a tenga flexión de gé11ero no es arbío:ario porque se
puede identificar la referencia n1asculu1a o fen1enin;1, atenuando así la i1nperso-
nalidad o la indefin ición. Por otra parte, aunq ue estos prono111bres están co-indj-
zados con la tercera persona del singular en la fle>-'ión verbal Oo cual potencia la
in1personalidad), esrán n1arcados deíctica.n1ente con el yo del disa,1rso, es decir, con
el hablante:
Algunas gramáticas han registrado este uso; por eje111plo, el Esbozo (2000, p. 383)
j ustifica la aparición de este prononmre con verbos prononunales co11 se: «Se atreve-
ría uno a hacer lo 111isn101.;, «A veces se queja uno sin razó11», así como con las acepcio-
11es pronominales de los verbos n-ansitivos: ,,Se aco:.t1m1b1-a uno a todo&,«Se despeina
u11a con este viento >>, por lo que se puede considerar aceptado nonnativrunente. El
hecho de tJue se pueda insert,ir el anticip:idor o anafórico le es lo que posibilita la in-
terpretación personal de prin1era persona.Véase la diferenc.-ia e11tre:
«Molesta a u no (a alguien)»
frente a:
«Le n1olest.1 a uno» (a un referente ü1de6oido entre los cuales se e11cuentra el
yo at1afórico, involucdí.ndose así cor1 el conterudo corr1u111cativo de la enüsión}
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Gra111áticn ilel discurso
A: «Un saludo»
B: «Vengm,
5. i\llarcadores de recepción
168
Copyrighted 1natenal
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Esta Gramática del Discurso trata de suplir una laguna existente en la lingüística actual: la de
ana lizar todos los usos gramaticales de la lengua española de acuerdo a sus valores
discursivos, pragmáticos y sociolingüísticos, clasificando sólo aquellos que sean regulares,
sistemáticos, generales y reconocibles por los hablantes de esta lengua. La metodología
empleada para su análisis consiste en la utilización e integración de los mecanismos y
herramientas metodológicas de diversas ramas lingüísticas: el análisis del discurso, la
pragmática lingüística, la sociolingüística y la variación sintáctica, subrayando o haciendo
más sobresaliente en cada caso uno o varios aspectos relativos a cada una de estas
metodologías. El carácter general o recopilatorio de esta gramática no implica, sin embargo,
que sean sólo los aquí clasificados los que constituyan valores gramaticales y discursivos
posibles en la lengua española. La intención ha sido la de presentar una gramática
alternativa, basada en la presentación de muchos de ellos y, aunque dicha intención es
exhaustiva, no implica que el inventario de estos usos quede aquí agotado.
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www.akaLcom
ISBN , 13: 97S.84-460·2354-8
ISBN· 10: 84-460·2354·7