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O tvlaría José Serrano, 2006

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Introducción teórica

¿P OR. QU.É Y PAR.A QUÉ U N A GRAMÁTICA DEL DISCURSO ?

El término grcunáti.ca posee una tradjción tan an1_plia en nuestra cultura que se ha-
ce ínnecesario definirlo o describirlo su1caer en la obv:iedad. Ta11 antiguo corno
el térnúno lo es eJ concepto, si tene111os en cue11ta las fechas en las gue surgen
los pru11eros tratados de gram ática del esp;u1ol que - con n1ayor o 1nenor
sisten1aticidad y acierto- han tratado de presentar los fenón1enos de nuestra len-
gua. Se sabe que la ancigi.iedad de la teoría gt-an1aticaJ esp,uiola no conlleva nece-
sarian1ente la e2(plicitud y la coherencia, por 111ás que sus autores se h;iyan esfor-
zado en tal tarea. Así pues, entre los lingü istas h ispá.t1icos de nús relieve Ju sido
notado el escaso interés por plantear el estudio de la grai11ática con10 una en1-
presa. que te nga cotn.o objetivo descubrir el fu ncionanuento del sisten1a lingüís-
tico (Bosque 1990a, p. 18), pues aun concibiéndola desde la n1ultiplicidad doc-
trinal, las gra1n.áricas en general tienden a la descr ipció,n y no a Ja ex.pl.icación.
Puede percibirse así en las gran1áticas del español la cosrumbre de tratar de «so-
lucionar» los aspectos identificativos y descriptivos de las categorías 1norfológjcas
y sir1tácticas, aden1ás de procurar la vers.ió11 norn1ativa de las 1ni:.u.as, lo c1.1al pue-
de ser de notable ú1terés para la enseñariza del espa.ñol con10 lengua 1naterna y
co1no segunda lengua. in en1bargo, se echa en falta tina gnu11ática que relaciot1e
dicha identificación con su funcionamiento. Por otra parte, y de for1n.a general,
las gramáticas tienderl a reproducir los esquen1as tradic"io nales y normativos de la
lengua española, tratando de unificar las funcio nes o las vari:ir1tes y evitando cla-
rarnerite toda alusión a posibles alternancias o variaciones de esos esquenias. Esto
se explica meruante el hecho de que toda gramática debe intentar ser, por u 11a
parte, lo 1T1ás a111.plia pos.ible en cuanto a la exposición de los datos y, por otra,
concreta en cu4,nto a los procedin1.ientos identi.6cativos se refiere. Así pues, en es-
ta úlcí1na línea - idencificativa y norni.ativa- se han confeccionado basca aho ra las
grarnáticas de la le11gua espafioL1 .
Siguiendo a .Bosque (1. 990a, p. 20), el estudio de las unidades gi:an1.'lticaJes
cobra sentido cuando se enciende su fi.1nciona1níen.to, pues la descripción deca-
Uada de dichas unidades no constituye po r sí n1isma el análisis. Con ello, los pro -
cedil11ientos i.dencificativos l1abituales distan n1L1cho de ofrecei: la nece-aria reflexión

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Gra111áticn ilel discurso

sobre los fenón1enos gran1aticales q ue, sin duda, ha.rían posible la co1n prensión
de muchas de las realizaciones grarnaticales no n()rmativas.
Bajo la presunción de que este probletn.a es C()nocido por todos, no es mi ir1-
tención tratar en esta grainática can1biar la linea general de presentación de los
datos, sino, antes bien, proponer una alternativa a este tipo de gra11láticas descrip-
tivas y nornu tivas del espa1'iol que, aunque son. muy útiles y necesarias, suelen
dejar de lado n1uchos de los aspectos discursivos, v:1riru1ces y particulares de la
producció n lingüística. Esta intención debe tener, por una parte, una justifica-
ción teórica y, por otra, un esquen1a einpírico que pueda proporcionar una siste-
n1aticidad y regularidad a los datos que se presenten. La pri111era cuestión es la
que conduce a preguntarnos: ¿por qué y par<1 qué una gra1nárica del discurso?
Para responderla es conveniente incidir y reflexionar sobre la doble aproxin1a-
ción.Jór,nal y fandorutl que puede hacerse con respecto de un fenórneno lin.giiístico,
es decir, el fornialisrno y junciona/is,no lingüístico, que ha sido muy bien descrito
por Leech ('1983, p. 46), Dik (1984, p. 4) y Figueroa (1994 , p. 23). El paradigma
fo rn1al puede contraponerse al funcional, siendo ambas perspectivas con1plemen-
tarias, aun9ue, según nos centremos en una u otra, el resultado será clarai11ente
diferer1te. Escas son sus características;

a) Paradigma formal:

- El lenguaje es un cortjunto de oracio11es.


- La función principal es L1 expresión de pensamientos.
- Se estudia la coo1petencia para producir e interpretar secue11cias.
- El estudio de la con1petencia tiene prioridad sobre la actuación .
- El estudio de las sentencias debe hacerse con independencia del conte).1:0
y de la situación en gue son usadas.
- La adquisición del lenguaje es in11ata.
- Los unjversales fu1gi.iíscicos son propiedades innatas de los hu1nar1os.
- La sintaxis es autóno111a con respecto a la sen1ántica y con respecto a la
, .
pragmac1ca.

b) Paradign1a fi.1ncional:

- El Jenguaje es un inscnu11ento de i11teracción social.


- La pr incipal función del lenguaj e es la. de co1nunicar.
- Se est udia la ac tuación.
- El estudio del sistema lingüístico tiene lugar dent:1:0 de su contexto de uso.
- L1 descripción de los elernen.tos lingüísticos debe procurar inforn1ació n
sobre su aplicación de uso.
- La adquisició11 de las lenguas escá condicionada por factores externos.

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- Los universal.es linf>riiisticos están con.d1cionados por los p ropósitos coinu-


nicacivos, 1as características personales de los usuarios y el contexto donde
se usan.
- La sinta.."Ós está en conjunción con la pl'agn1árica y el discurso.

:La caracterización de estos paradign1as, con10 bien puede observarse, es opues-


ta en cada uno de sus puntos. El paracügi11a forn1al i:eprese11t1 el análisis intros-
pect ivo, ú1n1anentista y exclusiv,un ente fjngü ístico, y se o po11e .ti paradign1a fu n -
cionaJ , que tiene con10 objetivo evidencias la necesidad de una explicación en
conjunc ión con. fuctores sociales, discursivos y pngmáticos, es dec ir, se estudia la
producción lingüística en j, 1.nción del l1al,f,1nte. Esta doble aproxin1ación ha tenido
y tiene una decisiv,1 importancia en los estudios lingüísticos actuales, pues en su
n101nenro fue la razón para la separació.n saussureana de l,ir1g11e y paro/e, y la aná-
loga de conipetc¡¡ce y perjorina,ue d.e Chomsky (1957). Accual.111ente esta separa-
ción ha dejado de tener la relevancia q ue tenía, hasta el punto de que se han
creado y conso.lidado disciplinas funcio nales tales con10 el análisis del discui:~o. la
prag1nátíw o la $OCiolingiiístic11, y formales con10 la se,nántúa fo11nal, la lingüfstica co1n·
putadonaf o la granuítiw generatii,a. Tal vez por ello lo n1ás interes,u1ce del esquema
anterior no sea el cuarto punto - relativo a las clásicas diferencias entre compe-
tencia y actuació n- por los av,1nces gue se han l1echo al respecto en los últin1os
tieinpos. Como bie n señala Figue roa (1994, p . 25), los paradigmas fo r111al y fu11-
cio nal se correspo nden con la filosofía car tesiana y hegeliana respectivan1ente,
que a su vez hace11 referencia a la autonomía o a la depende11cia de la interpreta-
ció n de los fenón1.enos lii1güísticos respecto de o tros que no lo so11. De esta for-
1T1.1 , el pri1nero se corresponde con la idea de que L, forma no está relacio nada
con el uso y el segundo con la idea de q ue torn1a y función están en con1pleta
interrelación.
Com o vem os, el últin10 punto de esta clasificación hace referencia a la sin -
taxis y se hace necesario detenerse en él. La aproxirnació11 for111al considera la
sinta,,ds de fo rr:na in.dependience a L1 se111.ái1cica y, por consiguiente, a la pragmáti-
ca, 1nientras que la apro.'\'.Íl11ación funcional considera que la pragn1ácica es el
in.arco teórico donde la sinta.'lis y la se111ántica deben est udiarse. Con10 puede fá-
cil1nence deducirse, las gran1áticas del español suelen presentar sus datos desde la
perspectiva forn1al, dado que, con10 señalé anterior1ne11ce, la tendencia ide11tifi-
caciva y descriptiva es la que ha prevalecido e n ellas, y no ir1j\.1stificadan1encc. co-
. .,
1no expongo a cont1nuac1on .
Todas las gramáticas poseen SllS reglas de forn1ación de palabras y oraciones
que los hablantes deben cu1nphr para q \-1e la cotnunicacíón se lleve a cabo con
éxito. Para eUo, dichas reglas funcionan de un modo regular y constituyen lo que
podría111os ll,u11ar e.1pri,ner tú11el, el nivel de regu.lctción o el 11i11el de gra111c1tic.alidarl
(Serrano l 998b, p. 376). &'tas norrnas pueden ser n1.odi6cadas por los usuarios sierr1-

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pre que no se interfiera en ese nivel. Pero lo cierto es que detern1inados becl1os
de variación. pueden poner en duda la reg11laridad de las reg/(ls, e jncluso su exis-
tencia. Un buen eje111plo de ello lo tenemos en el caso del dequefs1110. El hecl10
de qlle detern1i11ados verbos de pensainien.to se construyan con un. régin1e11 ver-
bal agra1natícal cuando aparecen er1 posición nuclear Libre: pienso de que, creo de
q1,1e, etc., 111uestra clara111ente que los hablantes pueden 1nodificar las reglas y, al
tien1po, qu.e esa n1odificación es motivada y no arbitraría. Se trata de una 1nodi-
6cación funcional, es decir, orientada a unos determinados fin es co1n un:icacivos
(por ejen1plo, deseo de ser más rotundo, estrategia para dar n1ás credibililiad a lo
dicho) y con unas correspondenc.ias soc iales (nivel cu1cural, actitud hacia el uso,
razones de prestigio, etc.). La capacidad de func1onalizar l.os rnecanjsmos de la
gratnácica está tnás o m.enos linutadi por sus reglas, de n1odo que ésta posee una
parce .for1·1111i que, en cér111.ir1os generales, no puede ser alterada . En cu.alqu íer caso,
una 111ecodología fo r111al de la gran1ácica no solamente es vilidi, sin.o absoluta-
mente necesaria co.010 previa al análjsis funcional.
El análisis fo r1nal de las construcciones de verbos o adjetivos en régin1en
preposicional revela q ue hay unas relacior1es estructurales que proporcionan la
relación sit1táctíca entre la preposición y el tér1nino. Dicho término es un sus-
tantivo fu ncional introducido por el nexo subordinante que, el cual está regido
por la preposición de cuando el ele1nento del que depende es un adjetivo o un
verbo cuyo te1na selecciona esta preposición, co1no en los siguientes casos: aEstar
seguro de que», frente a «*Estar seguro que»; <,Alegrarse de qu(>)), fi:ente a «*Ale-
grarse quei, . En este análisis fo rmal danlos ctienta de las relaciones estructurales
existentes en los elen1entos gra1naticales, esto es, que los elen1entos: seguro, alegrtrr-
se, rigen preposición. Este 111ismo procedinuento puede efectu arse con cualquier
fei1ó111en o que se produzca en espa11ol y estarían1os descubriendo los n1eca1us-
1.11os de la gran1ática desde una perspecciva constn1ctíva, es decir, revel:u1do las ra-
zones científicas de su fi1ncionarrtiento. Por lo tanto, cabría pensar que la posibi-
lidad de adquirir una función deterntinada viene dada ii11plícitan1ente por el
sisren1a gramacica1. La interpretación de este fenón1eno desde una perspectiva
fi.1ncionaJ es L'I sigu iente: hay que explicar por qué se en1plea la preposición rle
cuando no esc,í seleccionada por la relación tem3tica del regente: <<*Pienso de
que», «*R esulta de que11. Para ello, corno prim.er paso indispensable, hay qne estu-
diar q ué tipo de verbo es el que soporta esta preposición. De hec ho. 11u1nerosos
trabajos han concluido gue son los verbos de lengua y pensan1ienco los que en
1nayor pro porción deccrn1it1an la inserción de esta preposición entre dicho vt'tbo
y su régiinen (García 1986, Bentivoglio 1980-1981, DeMello 1995).
Tal como se desprende de lo ,u1terior, para hacer un estudio gramatical es
absolutan1ente necesario analizar los pará1netro· formales de la producción sin-
táctica con1.o una buena forn1.a de dar cr,enca de las generalidades del funciona-
núento de las regla.s de la gramática española , poder co.tnpararla con grarrt:íticas

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de o tras len.guas y, en sun1a, proporcionar una jdea globaJ de sus parái:netros. Por
o~ parte, toda gran1ácica, po r definición, tiene una est1.1.1ctulct fo rn1al que, en
priJ1cipio, no puede ser alterada por los hablantes o, lo q ue es lo m isn10, no es
susceptible de variación 1 • Ese esq uem~ básico de todas las gran1áticas es lo que
posibilita la descripción forntal, puesto gue en ella no so11 tenidos en cuenta los
aspectos variables. La fon1ulidad de las gramáticas lleva apai:ejada la postura des-
criptiva, ide11tific;:itiv:l y norinatíva, puesto que, si no se dispo ne de u1for1nació n
discursiva, pngn1ácica y social, lo conve11iente es situar e} procedinúe11to de a11á-
ilisis en líne.is q ue no conten1plan la variabilidad y la alternancia de los esque11us,
lo cu1,1l procura, en defin itiva, una versión estándar y norm.ativa de la lengua.
Pero el hecho de q ue el estudio de la grarnática pueda y qu izá deba t;un b ién
ser form aJ no es 1notivo para que la aproximación fu nciona] se haya dejado de
lado en la n1ayoria de los estudios y para gue se co11sidere que la producción lin-
güística basada en el hablante sea una cuestión anecdótica, n1arginal, e rrática y,
much ísilno 1nenos, dependien te de cuestiones diatópicas, diascráticas o cliafasicas,
como ha señalado la dialectología tradicional2• La perspectiva fu11cional, tal conto
se desprende del esquema exp,1esto ante riorme11te, pretende configurar L1 des-
cr ipción lin güí~-rica centrándose en el l1ablante (como señala Lass [1980] trabajos
speaker-centered, frente a los trabajos q ue no lo tienen en cuenta, o speaker-fiee)
ade1nás de conte1nplar la lengua con10 un tenón1eno social (H alliday 1978) . Lo
interesante de esta persp ectiva no es sola.mente la posibilidad de abordar los fe-
11ómenos gr:lmatícaJes desde una persp ectiva 1nás concordante con el acto co-
municativo, sú10 tarnbié n la de proporcionar un;i explicación a di chos fenó rne-
nos, .Porque es a través del uso donde pueden encontrarse los patrones de
111odif.icación y creació n de n uevas regl::is sÍJ1tácticas. Por ejemplo, el fenó111e110
del dequeís1110 evidencia la debilidad de las reglas de regencia preposicional de la
gra1nárica espaiiola ya q ue está visto que pueden ser alteradas por los habla11tes.
En to do ca.so, co1110 señalé antes, si bien la descripción forn1al de este fenó n1eno
es absoluta111e nte necesaria, la fu ncional 110 lo es 111enos, puesto que da cuenta de
los e len1encos que pueden estar contr ibuyendo a la cond ició11 de can1bio y evo-
lución de las estructuras lingüísticas. La funcionalidad pern1ite, :1den1ás, la expli-
cación de muchas de las cuestiones q ue plantean dudas o que están poco claras y
para las cuales la descripción forn1aJ es insuficie nte. l'uede aporrar, por lo canto,
inforn1.ación relevante sobre las posibilidades y los líu1ites de fu ncionamiento de

1 Un:i importanre excepción a esto son los nun1erosO$ casos de lenguas en contacto, donde las
gra111áticas se n1odifica.n de tal manera que pueden dar lugar a otTas nuevas lenguas.
2 Es sabido que la dialectología se ocupa de estudiar los lectos, diatópica o diastrátic.unente,
sie111pre dentro del sistenia y con c·l hábito y la tendencia de ~-studiar rasgos de zoo.IS específicas
(genei-a.li11e,1re rurales), pero sin in1plicarlas con u,1 conce1'"tO sociál exhausi:ivo.

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las unidades grarr1aticales, ru1adiendo n uevos datos de su distribución, alterna:11-


cias y variantes, cuestiones que la aproximación form.11 dejaba :iJ 1nargen. Co1no
consecuencia de ello, se tivorece la refJexión sobre rnuchos de los fenó111enos que
aparenrernente presentan poca discusión y pa1·a los que se aporta solai11ente la
irúorn1ación descriptiva e inforn1ativa.. Aunque sea o haya sido éste el objeto
pri11cipal de la gra.mática co1no concepto. el carácter e1ninenten1ente diná111ico
de los ele1nentos lingüísticos con10 consecuencia de ser un::i actividad social exi-
ge la necesidad de considerar una gnu11áfi(,(I del disa,1rso. Aunque es un conce pto
nuevo, una gra1nática de esta índole se j ustifica por la necesidad de una regula-
rización de todas las cendencias ,tlternantes y variantes de nuestra lengua y de
codas aquellas caractedscicas c.1ue se derivan de la interacción y los pro pósitos
comunica6vos de los hablantes. La perspectiva funcio nal de la que he J1ablado
es la que avala u r1 análisis de estas cai:actei-ísticas, que no l1an sido tratadas co.n .la
siscen1aticidad y regularidad adecuad.as. Como instr1.1111enco de cotnunicació n
social, la lengua adq uiere numerosas y variadas funciones cuando se usa, co11fi-
gurando así regularidades que dan lugar a la gra1nática de todas 11:s posibilidades
(liscursivas. Parto de la base, por tanto, de que hay relación entre forma y fun-
ción, que no es necesariamente unidireccional, con1partiendo con ello la defi -
n ición de discurso que da R enke nu : «El discurso es la discipl.i11a que estudia la
relación entre fo r111a y función en el transcurso de la co1n urúcación verbal»
(1993, p. 1).
Asimismo, de bo señalar cambié11 la necesidad de arbitrar un esque1na ernpír:i-
co que garantice la sisten1acicidad y La regularidad en el planteamiento. Para ello
haré un repaso de las vertientes teóricas que pueden avalar la creació n de la gra-
111..í tica del di,;curso.

A USENCIJ\ Y NECESID:\.D D E UNA GRAA1tÁTICA D EL DíSCURSO DE LA LENGUA


ESPAÑOLA

Justificar la intención de elaborar una gran1ácica del cliscurso, con10 he hecho


en las páginas anteriores, deja clara la esca a tt'adición que h.ay en la lingüística
hispánica de estudiar los fenón1enos desde la perspecti.va funcional. Asin1isn10,
,nuestra que no exisce hoy en día ninguna gra1nática concebida y desarrollada
co1no tal que pLieda tomarse con10 referencia o con10 n1odelo para poder pre-
entar it1J1ovaciones o aclaraciones al respecto. Esta laguna po dría explicar·e por
la poca atención qi1e se ha prestado a la observación de las variantes de uso de las
principales funciones gra111aticales, y por la cree11cia 1nás o n1enos generalizada
de que la variació n y la alternancia son fe nómen os de habla. H abiendo ya señala-
do con anterioridad lo infu1ccuoso de ap.licar y de valorar los hechos de la le11-
gua de acuerdo a su nivel de adscripción a ta nor1na, centrari la exposiciórt de

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los datos en valorar .ta ausencia y la necesidad de co1'l.tru: con una grainática del
discurso del español.
Aplicando la aproxin1ació n funcio nal, el térn1ino gra111ática po dría parecer
un poco contradictor io en tanto que ha sido sie111pre si11ó1úmo de forrna lidad,
11o rn1a y descripción., y ha servido co1110 inventario de posibilidades de cons-
trucció11 de secuen.cias grainaticales. Sin negar la iinportancia que esta versión
puede te11er para los usuarios de una le11gua, debo afíad.ír que, así co1no los
01ecanis1nos formales de una lengua obedecen indudablen1ente a ciertas reglas,
t;u.n bién la variació n puede estar sujeta a detern1inadas regularidades, desde
que se ha asu1uido ci.ue la variación es inherente al siste111a, corno ha dejado claro
Labov (1983). E.-xisten procedin1ientos pragn1ácicos, discursivos y cogn.itivos
q ue son compartidos y usad os de forn1a sisten1ácica por todos los integrantes
de una co1nunidad de habla, de modo gue puede asever;irse que existen ten-
dencias o regttlaridades discursivas en la gran1ática del español que pueden ser
analizadas sisten1ácicarnente .
La ausencia
, de una gran1ática del discurso no es, sin embargo, u r1a adverten-
<..-ia n.ueva. Ultitnamence se l1a verúdo sintiendo esta carencia y nu1nerosos inves-
tigadores se han dedicado al análisis de la gran1ática bajo la nomenclatura de sin-
taxis coloquial, los cuales, partie11do de als11.u1as de las ideas de Beínhauer (1978)
expuestas en su obra El espariol coloquial, advierten que se trata de un aspecto po-
co tratado, basado en la con1unicación verbal, y que debe ser sistetT1atizado.
El esn1er-zo por iniciar y continuar esta t;1rea no iinpide constatar que esta
tendencia adolece de una n1etodología clara y unificada y que, de algún modo,
siga ren1itiendo al tradicional concepto de habla . Los autores dedicados a la lla-
1T1.1cu sintaxis roloquial ha.n sido y son conscientes de estos proble1n as. Así, por
ejemplo, Vigara Tauste en su lvfo,fosintaxis del espariol c.oloqui.nl (2004) reco11oce las
dificu.ltades con las que se encue11tra la ;iproxiin ación coloquial o conversacional
de la lengua, sobre todo en_los esturuos realizados sobre el español. B:1sic,1n1enre,
las dificultades reconocidas por la autora giran er1 tor110 al proced.ín1iento de la
recogida de d,ltos, su transcripción y su posterior. ai1áHs1s. Pero ta1n bíé n, en nu
opinión, la falta de siscen1acicidad y la vaguedad de las que se quejan los esn1dio-
sos de la <<sintaxis y/ o espailol coloquial» on atribuibles a l;i fa ]t;¡ de adopción de
1necodologías ya e;ristentes fuerte111ente consolidadas fi:1era del án1bito h ispánico .
.Así pues, parece corno si en España asi riéramos a la inauguración de un;¡ co-
rriente dedicada a la parte oral de t1Llestra lengt.ta y se tuviera que crear un siste-
1na de análisis y de estudio ad hoc. De hecho esta 1nodalidacl de lo coloquial Ue-
va estlldiándose hace década en distintas escuelas aJ1gloamericanas y europeas
rnediante el uso de 1netodologías y aproximaciones teóricas cotno las que aquí
utilizaremos.
l'"iay que decir t:arnbién que esca nocabl.e preocupación por estud.ia.r las realiza-
ciones gran1aricales de la lengua habla.da surge por el hecho de que la sinta..'Cis

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constituye el gran fracaso de la ling1ciíst.ica moderna, con10 ha señ,tlado, en.tre otros,


Narbo na (1991, p. 86), desde que se considera corno par.te del habh, codo ílquello
qu e no se incluya en 11 realización discursiva. Aunque reconoce que esta 11ecesi-
dad de estudio de la sinta..~s n1ás allá de lo estrictarnente o racion.'ll ha sido consi-
der-ada por la tradición lingiiística3 , insiste en que esta parte de la con1urúcación
sigue siendo olvidada y desdeñada por los estudios gran1aricales aseverando. ade-
n1;is, que no puede seguir considerándose el código al n1argen de su utilización
por ltnos usuarios reales (l 991, p. 191). Po r ello, el estudio del denonúnado len-
guaje coloquial pone de 1n~mifiesto las i1u;uficienci.as e inco herencias de L'l sinta.~s
oracio11al tradicional y tan1bién las dificultades con las que el investigador se en-
cuentra cuando intenta acercarse a él. En este sentido, es encorniable el esfuerzo
que realizan los que tratan de acotar una m.etodología adec uada al estudio de la
sintaxis cologuial, por n1ás que l1ag:m referencia a una parte di6.cil de sistetnatizar
si11 unos postulados teóricos previos. Narbona considera tan1bíé11 que la supera-
ción de la sinca,'Cis oracional no ha de encenderse con10 un cambio et1 el centro de
ate11ci6n, sin.o como fruto de la necesidad de desborda.r los límites que supone la
consideración de la unidad oracional co1no tope máxirno ( 199 1, p. 203). Estoy to-
talmente de acuerdo en que el estudio de la sú1taxis no forn1al no supor1e un.a al-
ternativa al estudio de la parte funcional, co1no l1e seña11do smo, antes bien, una
perspectiva absolutamente co1npleu1entaria que permite entender de for1na más
precisa las realizaciones y la estructura gra1natical del español. Sin embargo, rnu-
chos de los trabajos de la denonún.ada sintaxis coloquial han expuesto resultados
muy vagos y anecdóticos (con10 ha dicho Seco: (,la imprecisión parece inevitable»
(1972]).AdeLnás de L1 in1precisión, se han planteado otros pI'0ble1T1.1s n1etodológi-
cos en la descripció11 de la sinta:x.-is coloquial Uno de ellos es, evidentemente, la
definición de lenguaje coloquial. Es .s,1.bido que BeinJ1.auer lo definió con10 «el habla
tal y corno brota 11,1:tural y espontánea en la conversación diaria)> (1978), y que es-
LO conlleva den1.asiada ampljtud conceptual, ternúnológica y teórica . Otras defini-
ciones que se han propuesto son la de Volek: «espontánea, no au toritaria, situada,
dialógica y pníctica (no estética)11 (1980-1981., p. 57) y la de , eco: tcuando habla-
n1os de lengua coloquial nos estamos refiriendo a una detern1inada forn1a de uso
de la lengua.Aden1:ís de la variedad que todo hablante posee por el lugar y el es-

J Hay diversas c uestiones 1netodológicas q ue deben tenerse en cuenta, c.oin o reflejar los recur-
sos p rosódicos, indesligables del orden y disposi.:ión de los constiru)l(·nce:. oracionales y camcteriza-
dores básicos de la sintaxis coloquial, la f.'llta de una base conlparaciva 111ediante la cual pudiérat11os
nonienc~r determinadas regularidades, co1no la de estin1.ir, po r ejernplo, que en ~Lo que hay que
venir es sin niños» es uoa t·~tructura escindida. o q ue eo •Pues tt't vino bebes, bay uaa posición
•anón1,1Ja~ (Narbona 1989, p. 161). Sefiala, .idemás, las dificulcides que existen en relacionar las
fi.tnciones sintácticas y su valor informativo, como el infinitivo en «Aburrirte, no re aburrir:ís•, o el
uso de las llanmdas t1nulctillru;• co1no bueno, 11,de, e/i, que han sido 1nuy bien rcg¡.1larizadas n1cdiantc
el nombre de 11narcadores cli.scursivos~ (Schiffrin 1987).

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trato sociocultural a que perten.ece (que, por supuesto, pueden rn.odificarse, espe-
cialmente este últi.rno), dispone de una gan1.a de n1odalidades (niveles de habla)
entre las que selecciona aquella que co11sidera apropiada o adecuada para cada si-
tuación concreta» (1973, p. 357).
Puede observar se que queda todavía n1ucho can1íno por recorrer hasta que
la investigación e11 sinta..'C.is co1oquia1 pueda contribuir a desentrañar los patrones
del fu n.cionamiento gran1atical . El conocinuento de la lengua coloquial av.u1zará
notable1nente cuando los tratadistas se centren por fin en lo p ropiai11ente sintác-
tico)' se solventen ];:is nun1erosas dificultades n1etodológicas existentes .
Con10 he seiíalado, la din1ensión fu ncio nal de la lengua requiere un espec-
tro de apücación n1ucho n1ás general y au1plio, que abarque las posib ilidades
discursivas q ue se suceden en el plano gramatical. T iene, por otri parte, u na
ÍJ.11plicación teórica di.feren te, por cuanto asutne 01.uc]1os de los postulados de
teorías consolidadas en la lingüística n1oder na, co1110 describiré después. Pues-
to que una grarnática del d.iscurso debe presentar datos que p uedan ser con-
trastados y co111parados con realizaciones iguales o similares en o tras ler1guas y,
sobre todo , que pern1ita aventurar una explicación de acuerdo con esos pará-
n1etros teóricos, es n ecesario presentar los datos con la sisteniaticidad y regula-
rid.ad op ortunas.
Se sigu e de todo lo expuesto a11teriorn1ente la necesidad de una gramática
del discurso de la len gua española que pueda exponer los datos de uso de una
forrna o rdenada, proporcionando tendencias generales que pu edan ser contras-
tadas con parecidas realizaciones en otras lengu as. D ebe exponer, asirnisn10, las
regularidadt'S y te11dencias de los parán1etros de interacción comu nicativa per-
nucie11do con. ello la interpretació11 de secuencias su1ulares. Pero el pu nto más
i111po rtan te donde se siente la ausencia y la necesidad de una grain ácic;i de es-
t ,is características es en el hecho de q ue los datos de uso han de presentarse
exentos de cualguier condició11 de an ecdótico y de casual, evitando asociarlos
a localis1nos, d ialecr.alisn1os o a decer1n:ínados registros estilísticos. Con ello se
Je daría el escacus lin giiístico necesario a los procedirnientos de.1 di cu i:so en es-
pañol qu e, con10 caJes, son parce del dinan1is1110 cotn unicatívo y de la evolu-
ción lingüística.
Para que pued,'l ser considerada co1110 tal, una gramática del discurso necesi -
ta servirse, en pril11er lugar, de una 111etodología, avalada por disciplinas consoli-
dadas con10 la soáolingülstica, la 11aríaci611 sintáctica, la pragn1átír.a y el a11álisis del dís·
curso (entre otras). Con10 ha apun tado Van Dijk (1989) en 111.ís de una ocasión, el
estudio de la lengi.1a debe l1acerse co1nando co1110 eje ce11tral el texto y no las
oraciones, mostrando así la consecuencia de las inevitables relaciones discursivas
que existen entre ellas. No hablan1os de ((oraciones», sino de <,te)rtos» . .Esto iinpli-
ca incorporar a la lingüística el saber de otras disciplioas con10 la -ociolir1güística
o .la pragmática. Dado que la lengua es un instrun1.ento de comurticación verbal,

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si1 regularización y s~'ten1.aticidad es una exigencia q ue Ja lingiii'itica no debe pa-


sar por alto.

CAR.ACTERÍSTICAS O.E Lb G l\,'\MÁTICA DEL J)ISCUR.SO

De ac uerdo cor1 lo anteriorr11ente expuesto, es necesar ío precisar las caracte-


rísticas de lo que debe ser una gramática del discurso. Dichas características se re-
cogen en tres puntos básicos: pn:ncipio de regularidad, principio de ju11cio11alídad y
prirtdpio n1eiodológico.

a) P rincipio de regularidad

Tal y con10 he venido sugiriendo, es un.a exige11cia estudiar los fenómenos


gramaticales conforme a ,1nos principios que garanticen Ja regularidad y sisce-
n1aticidad d.e su estudio. La regularidad permite elevar el anábsis a científico y
proporcionar una teoría que expliq ue los te nó1nenos. [nsisto en que todo ello
conlleva que las realizaciones discursivas dejen de sentirse con10 casuales, esporá-
dicas o erráticas.
Al analizar Ju.n.dan.al111e11te la gramática del español hay que notar q ue hay
una serie de tendencias que explicitan que los n1ecan:ist11os de la gran1ática pue-
dan adquirir nuevas fu nciones. Esto es, para que una forma adquiera cierta fun -
ción se tienen que dar u na serie de condiciones, bien de rivadas de su propia
forn1a , del contexto o de fenón,enos como la gra1,1aticalización o la lexicaliza-
ción. La aparición de u11a función no es un rnecariis1no arbitrario y esta cir-
cu nst;u1cia ha sido adve rtida por Los teóricos del discurso. A.s:í, R enke111a (1993,
p. 24), considerando que su análisis debe relacionar sien1pre la for1na co11 la fi.111-
ció n, e.xplica, por ejen1plo, el efecto de las estrategias de las preguntas ü1directas,
co1110 la que sigue:

"Are you son1ethlng on1e special conight?» (<,¿Qué vas a hacer esta noche?1>)

l;;;onnc1/n1e11te, esta secuencia sig11i6.ca que el hablante pregunta acerca de los


planes del oyente para esa nocl1e. Ft11icio11aln1ente, en catTtbio, significa la in:Vlta-
ción por pa1·te del hablante de salir junto· esa nocl1c. Este recurso está, con10 ve-
1nos, pragmática1nente codifi.cado e11 español y en inglés (posiblen1ente también
en otras lenguas), lo cual indica que se trata de un fenó1ne no regiilar y gue per-
rnite teorizar sobre él. En este ca o, Levinson (1983) e».'Plica que constl·ucciones
coxno ésta se cor responden con la intención del hablante de poder obtener una
respuesta positiva e11 el oyente, o corno un rn.odo de tantear su intención de res-
ponder positiva.inence.

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Po r su parte,Jordan e21.1>one el siguiente diálogo:

A: «¿Qué hora es?»


B : «El cartero ) 'ª pasó»

.En él, la respuesta ii11plica varias cosas que no son expresadas explícitai11ente,
esto es: que st1be qué hora es, que el cartero pasa sien1pre rnás o 111enos a la 111is111a hora y
que, por consiguiente, es rnás tarde de la hora en la q11e pasa lutbituahnente (1994,
p. 35). Este p rocediniienro está pragin áticamenre codificado, se trata de u11a itn-
plicatu.ra, y constituye un aspecto lingüístico general en to das las lenguas y proce-
. .
sos co mu n1cat1vos.
Estos dos ejemplos contribuyen a consolidar la idea de que la capacidad fu n-
cional de los n1eca.nisn1os gran1aticales es regular y puede y debe ser s.isten1atiza-
da. l1nplica caniliién q ue las caractei:íscicas de todo acto co,nunicativo están suje-
tas a reglas. La cradició11 en este senti do es 111uy ainplia, tal y co1no lo de1nuestran
los trabajos de Searle (1969) sobre las condiciones de jelicid,id del discurso y los
de Austin (1962) y G rice (1975) sobre la lógica de la co nversación, q ue pueden
consid erarse ya como lo clásicos del discurso . En ellos era constan te la idea de que
los actos de habla tenían una estructura y función analizable y relacionacla co11 el
p:uadign1a lingüístico, bajo L1 firme creencia de que la le11gua es usada para re-
presentar acciones. Se sabe que esto partió de 1111 axioma filosófico (de hecho,
Austi11 y Searle eran filósofos) y que fue aprovechado posterio r111ente por los
lingüistas para elabo rar teorías relacionadas con el discurso, como las de Labov y
Fa11sbe1 (1 977) . .Las teorías de estos filósofos, tal es com o q ue «el acto comunica-
tivo es la unidad pr incipal d el le11guaj e» (Sear le 1969, p. 21), o la d e que i<todas las
lenguas son dife re ntes convencionalizaciones de las nnsn1.1S reglas d e base» (Sear-
le 1969, p. 39), se han ido convirtiendo en reglas que, 1T1.1tizadas y adecuadas al
objeto de estudio, han servido de fi.u1dan1ento para avanzar e n el can1po del an5-
lisis del discurso, cal y co1n o sei'iala Schiftrí11 ('.1994, p. 54). El il1te nto de regulari-
zar, po r tanto, no es nuevo en los estudios de discurso, si bien hay todavía n1ucho
por rnatizar, en cai1to que la diversidad ter1ninológica y las líneas de abordarlo
son muy variadas. :La idea q LJe 1n.erece ser tenida en cuenta es 1.i de que estamos
anee un can1po de investigación lingüístico sistematizable y analizable con berra-
1níentas n1.ctodológicas y e1npíricas. Cada vez se \ 73 sintiendo 1nenos vaguedad e
Íl11precisió11 en este tipo de e tudios, a pesar de la 111.ultifuncionalidad que la pala-
bra discurso lleva en sí nüs1na, ya que puede significar varias forn1as de aproxin1ar-
se a un 1nis1no elemento.
El principio de reg,1laridad no se sostiene arbitrarian1ente. i las unidades
gra1naticaJe · adquieren deterrrtinadas ft1ncjones discursivas (de su relación con
la forn1a) es porque, durante el acto con1unicativo, hablante y oyen te con·1parten
un conocü:nienco contún no solan1e11te de la realidad, sino también de los proce-

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din1-1entos cognitivos que pern1ice11 in.ferir e interpretar los signjficados de las


secuencias. Es lo que se denon1i.11a intersu~ietividad y es lo que perntite afirmar y
descubrir qlie la producción de un discurso sirve para ex-presax cierto contenido
prOJJOsidonal (es decir, de sigi1ificado) forn1ulado por palabras y frases (Brovvn y
Yule l 983, pp. l-4). Estos autores distinguen entre el criterio de la transaccionalí·
dad y el criterio de la interaccionaliáad. El p1:ünero establece que la con1unicacíó n
es una tra11s1nisión uniclireccion,:u, rnientra.s que el segu ndo la conten1pla co1110
una relacíó11 de acd611 y reacdón entre los partidpantes, ade1nás Je la trans111isión de in,
fonnaáón.
Obsérvese el. siguiente diálogo, donde quedan patentes dicl1os procesos de
. , ., . .
acc1on v, reacc1on comurucat1va:

A.: «¿Dónde está Maria?))


B: «En la far111acia»
A: «Espero que no esté enferin11>)

E11 él hay una serie de infere11cias y presuposiciones, tales como que el he-
cho de ir a J.1fan11i1ci.a puede indicar la presencia de alguna enfermedad (para la
cual se busca un n1edica1nento) y, por eso, a la respuesta de: «En la farmacia» se
emite: , Espero que no esté enfern1a&, d.ando por sentado toda una s.erie de cono-
cimientos co111partidos sobre el acto comunic:itivo que resultan obvios de relatar.
Lo núsn10 sucede en los siguie11tes ejen1plos:
-Contexto situacio nal: er1 una fiesta, una 1nujer pregunta a su n1arido:

A : «¿Qué hora es?»


Y el n1arido le contesta :
B: «L1s tres y tnedia, ¿n.os vatnos ya?»

- Diálogo entre dos ;u11igas:

A: «¿Quieres un caran1elo?»
B: «Estoy a régi1nen»

De nuevo, las .respuestas a las preguntas de los ejeniplos anteriores son cohe-
rente con el acto comunicativo en cuestión, lo ci1al pern1ice qi.,e las l'\.."S})Uestas
no sean apropiadas a las pregunta ert un sentido literal, pero sí en uno pragmáti-
co y con1unicativo.
Así pu es, estas regularidades que se presentan tan frecuenternente en el dis-
curso contrasta.n con las reglas, 1ná relacionadas con la forrnalidad o con la
nor1na.Jordan (1994, p. 1. 6) relaciona así las regla con las regularidades del dis-
curso:

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REGLAS REGULARIDADES

tex1:o discurs()
sisterr1a de lengua uso de lengua
co1.11petenc1a con1po 1:tanúento
. . .
preso:1pnvisn10 descríptivis,no
independe11cia contextual depe11dencia conte~xtual

b) Principio de funcionaJidad

Al justificar la intención y necesidad de una gramática del discurso, puse el


énfasis en que el n1arco teórico do nde ésta se encuacL:aba se correspo11dia con
los parámetros de la peTspecciva funcional ya descrita. Lo que al1ora voy a de-
mostrar es que esa perspectiva es un principio que acon1pafi.a a todo estudio dis-
cursivo bajo el cual se analizai1 los datos y sus correspondientes explicaciones.
Según Schiffrin (1994, p. 339), todos los estudios de discurso tratan de incorpo-
rar tanto la estructura co1110 la fi.1nción e1upezando por el análisis de la estTuctu-
ra y siguiendo ü1n1ediatamente el de función, configurando así el esquen1a teóri-
co de aproxi1ruciones como las del a11álisís de la conversación o el análisis
variacionista. Cuando esta dirección se ir1vierte y se parte de la función para es-
tudíar 11 estructura, esta1nos - sien1pre según la autora- ante dísciplinas de distin-
to corte en1pírico, con·1.o la teorfa de los ados de liabla, la etnografia de la conn1nic.aci6t1,
la socio/ingiifslicn interacciona/ y la pragn1átiet1.Aunque considero que toda teoría ba-
sada en aspectos comu nicativos y sociales merece el cali6c.1t.ivo de funcional ~o
cual no concuerda con lo establecido po r Schifliin), co1nparto con esta autora la
idea de que esca doble aproxin1ación es la respo11sable de la variedad de discipli-
nas gne se dedican a1 estudio del discurso (1 994, pp. 359-360).
La apro>..'llnació n funcion,11, por tanto, está estructurada conforn,e a dos he-
chos:

1) La lengua tiene funciones que son externas al sisterna lingüístico.


2) Dichas funciones externas condicionan la org;mización interna del siste-
n1a lingüístico.
Co1no puede observarse, an1ba afirmaciones se alim.entan n1utuan1ente; las
funciones que aparenren1e11te son e~-cternas (y digo aparenten1e11ce porque con1-
probare1nos que no siempre lo son) condicio11an el sistenla lingüístico intcrna-
rnente.
Así pues, el estudio del discurso se pu ede articular tomando co1no base una
particular unidad de la lengua -como díce Schif6:in: «above the ser1ter1ce)) (1994,
p. 23)-, o bien ton1ando co1110 base la situación contextual de la cláusul.1. ~en

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térmir1os de esta au tora: «above che clause» o ,,on language use» (1994, p. 23)- .
.Evidenten1.ente, según nos apoyemos en una u otra base, los resultados podrán
variar per<), en todo caso, el hecho que aquí qu iero resaltar es que este príi1ci1,io de
fandonalid,1d se acoge a la filosofia de que los eleinentos lli1gi.iísricos son el resul-
tado del funcionan1iento y la utilización que los hablai1ces hacen de ellos, y con,.o
tales deben ser estudiados. Una grarnática del discurso debe responder, por consi-
guiente, al prÍJ1.cipio de fun cio nalidad liJ1.güíscica .
Con10 ya sugerí, tina aproxin1ación funcio nal por sí n1is1na puede resultar in-
completa, puesto que, de forn1a general hay que ton,a.r co,no referencia la es-
tructura forn1aJ de la graJ11árica. Al mis1110 tien1po, la insuficiencia de estud iar la
gra1nácica desde una perspectiva for ,na.1 ha sido ya expuesta, pues deja de lado
todos los componentes y las manifestaciones del dinan1isrno cornunicaci.vo . .ta
posición de los distintos estudiosos al respecto del con.traste .fon1111l/fu11cional es
diversa. Chafe, por ejen1plo (1982) , considera que no se puede hacer un. verdade-
ro estudio gran1atical con1ando como referencia la escructtn-a, porque cuando un
individuo habla 110 lo hace sin implicar toda una serie de cuestiones de naturale-
za sen1ántica, supraseg111ental y contexcual .Asin US1no, 1-Iopper (1 982) cree que la
tendencia a estudiar estructuras aisladas se debe a q ue lo c¡ue se ha analizado es la
lengua escrita y no la l1ablada. Sus posturas son, co1no se ve, C)<.ll.·en1ada1nente
fi.1ncionalistas. La autono1nía formal de la gramática penn.ite, por su parte, el caso
opuesto: el estudjo de estructuras como ciáusu bis, proposiciones o sente11cias por
sí 1rtiso1as. Schifli-in adopta un.a postura intern1.edia, que ella denon1ina «co nser-
vadora» (1 994, p. 23) , porq ue trata de conciliar la formalidad <..'O n la funcion.ali-
d;id _AJude a Nev.rn1eyer (1983), con el qu e comparte ese punto inter1nedio,
considerando que si bien la lengu a tiene la característica de ser un siste111a formal
y autóno mo, no pueden dejar de ser reco11ocidas las i1nplicaciones sociales y
cognitivas gue actualizan dicho sisten1a for111al y autónomo. Ésta es, a mi e11ten -
der, la vía 1n.ás idónea para centrar el 111.arco teórico de una gran1ácica deJ discur-
so, esto es, conciliando l.i perspectiva funcional con la forrnal. Lo adecuado de
esca postura ha sido desracado tan1bién por chiffi:in, guien, adenm de defender
el análisis del discurso de acuerdo con par.u11ecros formaJes y fun cionales (1994,
pp. 31-32), cree en la convenie11cia de adoptar una posición teórica que co111bi-
ne an1bas perspectivas y que pueda contribuir a esclarecer las todavía abun.d.antes
cueStiones penclientes sobre la producción discursiva.
El principio de funcionalidad de esta gramática del discurso debe ·er n1atiza-
do y acotado, puesto que, tal co1no puede desprenderse de lo anterior, no hay
una única forn1a de aproxi.n1ación funcional. La gue será utilizada aquí parte de
h1creencia de que toda función pro,,iene de una fon1u1, :ictualizada en el discur-
so, evidenciai1do unos rasgos específicos particulares que la diferencian de otras
funciones, y que se e:i,.-p.lican a partir de la pi: imera. Estas diterer1ces fu11cíor1es son
las que co.nstituirán el corpus de esta grantática aunque, evidentemente, es 11e-

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cesar10 exponer, con10 haré a continuación, el criterio establecido para poder


deterrninar dichas func:ion.es.
El método que hay que seguir para. que una gramática de este tipo resulte
coherente en sus presupuestos y ordenada en su exposición obliga a que haya
que parti:i: de las estructuras ya codificadas por la gra1nática y a qu e, a partir de las
n1is11ias, se definan las distu1tas funcio nes de un 111odo 1:egular. Por ejen1plo, si
queren1os analizar el uso que se hace de los n1arcadores discut"$Ívos en espafiol,
roles con10 bueno, pues o la 11erdad, ton1aré con10 referencia la definición formal
generaüzada en la gran1ática española.Así, puedo decir que el 111arcador bueno ha
desarrollado una nueva función gra.n1atical a partir de Sll signi6cado original (co-
1no hemos sei'íalado, e] de un adverbio positivo), que es la de aportar u11 valor
discursivo al enunciado en las dos vari;1ntes estudiadas (Serr.1110 1999d):

1) Cotno inicio de turno de con,rersación:

«Bueno, Ron1a ... cuando fui yo a Roma hace díeciséis o diecisiete años, n1e
guedé asorrtbrada porque no vi ningún niño, no había ningún niño... y a mí n1e
encantan los niI1os»

2) Con10 marcador de contraposición:

A: «Es muy grato disfru tar del trabajo, ¿no?»


B: «Bueno, el trabajo es solamente un rnedio de subsi~tencia desde un punto
de vista ñsico... nada rr1:Ís»

El prin1ero de estos valores est.í claran1ente asociado a dicho conte1údo posi-


civo original, por lo tanto, la fu11ción desarrollada a partir de ese significado bási-
co consiste en introducir un valor acorde con lo que se ,,,, a e1n itir, pudiéndose
pa.rafrasear con10: «Esto está bien», «Voy a aportar algo)) , «Voy a hablar», «Correc-
to, ahora voy a l1ablar yo,1. El segu ndo, en cambio, ha desarrollado un valor
opuesto al de su significado básico. La grai11atic.-uíza.ción se h.1 realiz.1do en direc-
ción opuesta aJ significado original debido a un valor discursivo e interaccional
que se le ha añaclido, que es el de la negociación . Este valor es el que ha posibili -
tado que buena signifique: <(Voy a expresar algo contrario•, «Voy a hablar, pero no
estoy de acuerdo con lo expresado•> o «Voy a indicar que mi enusión no es total-
1nente acorde con lo expresado>> . No es que hwe110 no sign..ifique en estos ca os
«correcto, bien, de acuerdo,>, sino que su función discursiva se ha especiaJjzado
para un contexto negociador, que es el de contraposición.
Por otra parte, si estat11os estudiando el ya extendido fenó1neno del dequeís-
rno, cenclre1nos que hacer una necesaria alu ió11 aJ in1por.tante tema de los regí-
1nene preposicionales en detert11inados verbos de la gra.n:tácica español:1. Esto

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sjgnifica que es necesario realizar un. estudio de los verbos y de las preposiciones
que esto verbos rigen y a partir de esto, valorar lo · casos en Jo que la preposi-
ción de se introduce entre el verbo y el términ.o, tales con10:

ü*No hay nada q ue n.os acredite de que está can1biando la situación¡¡


«*Entonces yo .. . resulta de que... ya lo vi y lo típico es de que te echas a llorar»

La gr,1111.ática española per1n ite, a través de su sisten1.a preposicio nal, la fo rn1a-


ción <le nu1nerosos sentidos gra.n1atica1es y de acepcio11es sintáccico-sen1ánticas
de los verbos, que h,1cen diferenciar entre sí construcciones co1no 11enír de y venir
a, si1lir de y salir con, 1/an,ar de y llan1ar a, etc. Hay, por otra parte, verbos cuya cons-
trucción co11 preposició n es opcional: habli1r/ h11b/a,· de, aspírar/ (lspitc1r a, o/11id(lt/ ol-
11idarse de, ecc ... y, por últinto, verbos cuya rección preposicional es obligatoria
gramacicaln1ente: disfi·utar de, residir en, alegrarse de,jactarse de, etc. En unos casos, la
preposición sirve para introducir un n1,1c1z nuevo co1no en los d.os primeros en
can1bio, en el tercero, s1.1 omisión en deternúnados verbos puede generar agra-
n1aticalid.ades, como *residen, frente a residir e11, o *hablar lie1npo frente a halilar del
tiempo. Es ir1teresante no tar para esta clase de verbos el carácter pronomiI1al de
algunos de ellos co1n o alegrarse, que bloquea Ja con1ple111entación directa y la
desv-ía a co1nplementación regida por preposició11 y relativo: lvf.e alegro de que ha-
yas venido/ lvfe alegro de tu llegada, pero no *Me alegro tu llegada. Sucede algo sin1i-
L1-r con otros verbos gue, como señ.ala B osque (1990a., p. 44), no adm ite11 sustan-
tivos léxicos co1no co111pl.en1er1t,u1tes: Creo que lf.egará!Creo en su llegada, pero no
*Creo su llegada. En todos esos casos la necesidad de la preposición en su fi1nció11
articuladora sintáct jc;i es evidente. Es en este tipo de con1plen1e t1to verbal, con10
vere1nos, do nde se produce 1.a n1ayor parte de interferencias no norn1ativas en el
uso y no uso de la preposición, es decir, de dequels,nos y quels1nos. Por otra parte,
la posibilidad que tie nen algu nos verb os de co nstruirse con o sin la preposición
de es lo que ha podid o provocar que ésta se haya e1npezado a introducir con ver-
bos cuya recció n no es cradicio11al o histórica, es decir, el hecho de que (licha
posibilidad exista en la gra111ática espafiola puede influir en su extensión a otros
verbos.
Tanto en un caso como en otro, la descripc.ión de lo · fenó1nenos gran1arica-
Jcs es ji,ncio·nal, ya gue estoy dando cuent.'l de las po íbilidades discursivas y signi-
ficativas gue cada ele1nento puede contraer, pero se ha partido de la estri1ctura
forn1al y, a partir de ella, se ha e,-1:raído la correspondiente explic:ici.ón. Sin e111 -
bargo, esto no qu iere decir que la mencionada explicación no pi1eda conllevar
fi,ctores de otra nat~1ra.le2::t, puesto que es necesario aplicar la tnetodología dis-
cursiva apropiada en cada ca'o. Con·10 bien señal;i Schiffiin (1994, p. 38), estudiar
la lengua como us,, req uiere la dependencia 1necodológica de toda un.1 serie de
definiciones y de presllposiciones acerca de la relev:u1cia con1u1úcativ::i de los ac-

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cos de habla, de los significados y de las acciones discursiv-;¡s, las cuales constitu-
yen forntas social y culturalmente codificadas.
El estudio de las enúsiones fu1gi.lísticas desde una perspectiva funcional co11-
lleva, por tanto, la utilización de los presupuestos y de la terrnit1ología propia de
otras disciplinas consolidadas en la tradición lingüística , tales con10 el análisis
del discurso, la socioli11gil{stíca de la vatiaci611, la prag1nátíca, la teoría de los acto$ de ha·
bla, etc., lo cual necesita ta1nbién ser especificado previan1ente a la elaboració n
de esta gramática, dada la 111.ultiplicidad doctrinal y teórica. existente en este
carnpo.
El principio de funcionalidad, por consiguiente, consiste en asun1 i.r las dNer-
sis funciones de los ele1nentos granucicaJes bas.'tndo su análisis en los aspecn.)s
forrl1ales y escruccura.les, ade111ás de íncorporar las circunstancias discursivas que
explican dicha fur1cionalidad .
En sun1a, el principio de funciona lidad consiste en:

l . Identificar fi1ncionalidades.
2. Explicar dichas funcionalidades con respecto a una estructura for1nal.
3. Establecer las tendencias y las regularidades de dichas funcionalidades.

e) Principio metodológico

La últirna de las características de esta gnu:n.'Ítica del discurso es, quizá, la más
irnportante, porque es L1 que, en defin.itiva, marca la efectividad y la validez de
sus datos. No ltay que volver a seiialar que la rnetodo1ogía de este trabajo debe
ser en1inenten1ente funcional, y que cualquier discipl.ina q ue estud.ie el uso lin-
güístico merece este c;;ilificativo. Sin e1nbargo, la diversidad doctrina] exige que
sean acotadas todas las herran1.ientas teraú.no1ógicas g11e se v.tyai1 a ernplear, pues-
to que la defu1ición de los rasgos de cada est.ruccura se realizará con el entra111a-
do metodológico que per1njca una adecu,1da explicación. El principio 1netodo-
lógico debe g,u:ancizar, aden1ás, que la regularidad y la funcionalidad queden
expllesta con veracidad y 1·igor.
La n1etodología que e1nplcaré en la elaboración de esca gran1.ácica contcn1pla
los siguientes aspectos:

1) Se parte de una ba e estrictrunence sintáctica, de acuerd.o con el últin10 pun-


to de la aproximación funcional 1nencionado a.nceriorn1ente. Esto significa que los
análisis t.on1an como referencia pu11cos básicos de la sinta:xi'i e incorporan los as-
pectos discursivos y prag111áticos oportunos. Esta perspectiva ha s:ido adoptada por
algunos autores para la descripción fonna.l de muchos de los aspectos de la graxr1á-
tica, cori10 el de los rnodos verbales (Bosque 1990a, p. 27), y con.:.-:idero que es una

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perspectiva acertada, de de que la sintaxis, como tal, exhibe rasgo que solamente
después podr.in ser relacionados con la semánt1ca, la pragmática o el discurso.
Un ejen1plo claro de este cipo de descripción lo tenemos, de nuevo, en el fe -
nón1eno del dequeísn10: er1 prin1er lugar se estudia la relación de la preposició n
de con el verbo CJLle la rige, y se exa:aen conclusiones con respecto de aqueJJos
verbos con los que sintáctícainente se relaciona dicha preposición. U11a vez que
hen1os cornprobado que esos verbos son los deno111:inados «de actividad n1ental•>,
«de per1sa1nie11to y con1nnicación• o «esti1nativos~, ta.les con10 pensflr o resultar,
est1.ren1os en co11djcio nes de proceder a los aspectos se1náncico-prag1náticos y
discursivos que se desprenden de rucha combinatoria sintáctica, tales con10 que
es 111ayoritaria la presenc ia de la. preposición en verbos cuya naturaleza semánti-
co-lé>-'ica gira en torno al área d.e la expresión de voluntades, ideas, se11tinúencos
o gustos:

«*Yo pienso de que se debería darle un.a oportunidad (al gobierno accual)»
,1*Entonces yo... res~tlta de que.. . ya lo v i y lo típico es de que te ecl1as a llorar»

D e hecho, la p ro po rción de usos con cada uno de ellos ·va disnu nuyendo se-
gúr1 este significado va debilitándose (Serrano 1998a). Así, verbos como pensar,
resulta,; gustar y opinar son los q u e con n1ayor frecuencia se constru yen con la
preposició n , apareciendo, aden1;Ís, e11 oraciones en las que el hablante expone su
posición respecto de algo, por lo que hay que pensar q u e el tipo de verbo y el
uso de la p reposición de est:ín sintáctica y pragm áticamente relacionados. El va-
lo r deíctico que aporta la prepo sició n en estas conj1111ciones evidencia que la
regencia de un verbo an terior n o es si11tá ccic;11nente 11ecesaria. Esto significa
que la introducción de la preposición es un Íl1clice fi111cio11al utilizado por los
habla11tes para dar niayo r rentabilidad y credibilidad a su discurso. Es, por lo t;u1-
LO, la utilíz~c ió n de un recurso sn1táctico que la lengua p osee con10 fin y estra-
. , .
teg1a co1nun1caava .

2) Co1no consecuen c ia de lo anterior, se extTae la aplicación de diversos as-


pectos del discurso y de la pi:ag:n1ática a la sinta..xis. Los elementos m.etodológicos
gue se utilizan para ello -011 variados y num.erosos. Por ejen1plo, el itnálisis del
discurso es una teoría que parte de much os de los presupuestos teóricos de la
sintaxis y, a su vez, constituye una rarna de la pragmática, corno señala R enken1a
(1 993, p. 21), que expone una adecuada relación entre esas tres dísciplin:tS (sinta-
xis, discurso y pragn1ática) . Por ello, esta lista de conceptos nletodológicos qu.e
aquí serit1 utilizados (co-cexto, coheren.cit1, cohesió,i, con te:-.:to, con trastivit/a,f, deixis, en1i-
sio11es, estrategias de corte.sfa, iN'rplii:arura, iriferencia, iriforntaci611 conocida, i,ifon11'1dón
nue,1c1, 1náxinu1S de conversación, presuposii:iones, principios de a>operaci.ó11, relevancia, re-
111a, tenia y tópico, entre otros) fornu parte de distintas teorías y rnécodos que los

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facultan para estudiar los elementos gran,at.icales. Po r ejem.plo, el estudio de la


expresión. del prono.n1bre sujeto en espafiol se realiza confo.rme a su cQncord.an-
cia con la flexión verbal, lo cual posibilita su identificación: co,n.-e (se identifica el
sujeto con10 la segunda persona del sir1gular).
Nótese qLie en Ella baila un ta11go reconocen1os el suj eto de baíh1 por 1a coin-
dízación de la flexió n -a con el pro no inbre ella. En el iinbito sintáctico no ter1e-
n1os ningu na duda de que el suj eto en esp~u'lol es opcional , pero discurs1va111ente
encontr,unos n1uchos casos en los que este sujeto aparece, con10 en:

«Yo, desde luego, nunca creí que iba a pasar eso&


«En ceras palabras, son veinte casos que tú te los tienes que aprender»

En el pr.itner ejen1plo, la ex presión del yo presenta un caso de te1nacización o


posición a la izquierda con el o ~jeto de resaltar e] actan te de la acción, adeo1ás de
señalar prag1náticamente el inicio de tur no de cor1versación , la continuidad d el
tó pico (se sigue l1ablando de lo mismo), así como el contexto y co-teXto perso-
nal y de e:Kpresión de ideas y o pinio nes personal~ . En el segu ndo caso, además
d e la exist encia de la te1notizacíón. (nótese la diferencia entre: que tú te los tienes ,1ue
t~prende,- y que te los tie11es que n;pre11der tú), se observ-a un proceso de contrastividad
p uesto que el refere11te no es el interlo cutor, sino una referencia generalizada o
Í11lpersonal. La coindizació11 de la flexión verbal con la forn1a prono1nir1al no ú1-
díca otra cosa que u na concordancia meramente sintáccica, pero no correferen -
cial o ir1dicativa del ejecuto r o actante d el con tenido verb;tl. Estos procedin1ien-
tos de e.x-presión verbal, al igual q ue el degueÍ.5.1T10 o los 1narr,adores disa1rsi11os, se
producen mtemáticai11ente tanto en el español de Espaiia con10 en el de An1éri-
ca (M orales 1997). Cabe concluir que, si formaln1ente el sujeto e n español es
o pcio nal, funcior1almente no lo es sien1pre, port1ue de su expresión o no depen-
den n1uchos 111atices e in terpretacio nes discursivas.
Po r lo ta11to, es posible alir111ar gue existe tradición n1etodo lógica en el uso
de las berra111 ie11tas gue sirven para el estudio de los ele111entos discursivos. U11
ejen1plo de ello es el concepto de e11dsió11, basado en el concepto de i11,iencionali-
dad propuesto por G un1per2, qu.i en considera q ue los hablantes realizan una serie
de inferencias durante el transcul'SO de la interacción corn unicativa (Figueroa
l 994. pp. ·117 - 118). Por su parte, Sperber y \.Vilson (1 986) definen este n1is1no
elen1ento en función de] contexto (¡.1tt.etance n1e11ning in tern1s ofcontext).

3) La fu ncionalidades no tienen necesari:unente que constituir variantes de


una variable n.i variantes de un n1ismo segn1ento :.·uby.icente, con10 e supone
que requiere un estudio variaciorüsta tradicjonal. Se s.1be que en el plano discur-
sivo la variantes n o se presentan fisica n1ente con10 tales debido a la existencia de
1nucl1os condicionan.tes prag1-rtáticos y disc\lrsivos (::ide1n.ás d e los propian1ente

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s.intácticos). Los rasgos que aquí va11 a ser definidos, por consiguiente, no tienen
por qué ser necesar.ian1ente variantes de, ya que, corno .he seña.lado, lo que se estu-
diará son Las funciones discursivas que los elen1entos gra,rrtaticales pueden adqui-
rir, e>..'PJjcando dicha función a partir de la forrr1a. Coinparto, p ues, la idea de
Schiffrin (1994, p. 345) de que los estudios va.riacio1tistas parten de .la estructura
forn1a1 y se orient;u1 hacia la función.

4) El problema de la unidireccionalidad de las c;1tegorías y las fu nciones en


español debe q uedar tan1bién rnetodológican1ente cl'lrO al escudjar los elen1entos
de una gramática discursiva. La conocida definición que se hace de las categorías
gra1nacicaJes correlacionándolas con sus respectivas func iones no da cuenta de la
polivalencia de las funciones gnu11aticales, porque las definiciones suelen ser bas-
tante liniitadas y, en rnuchos casos, desacertadas. Tul y como explica Bosque (1990a,
p. 45), LI D.a subordjnada adjetiva puede desen1peñar, en tér111inos tradicionales, la
misi1.1a función sincáccica que un adjetivo, pero es obvio que no encaj an en los
n1is111os conte.x"tos. Por ejen1plo, una oración de relativo puede oc,1par el lugar
del adjetivo interesante en Un libro interesante/ Un libro que es inte,esante, pero no
puede hacerlo en El libro es i11teresa1·1te, 11i ta1npoco en El libro interesante que 1ne he
ro111prado.A pesar de que, con10 procedimíe11to ídentificativo, esto nos puede ser-
vir para conocer el lu gar sintáctico que ocupa el adjetivo, no da cue11ta verdade-
ramente del funcionainiento de esta categoría co1110 tal, ni tampoco de su posi-
bilidad de adoptar funciones discursivas. En definitiva, idencificar las categorias
con las fi.1nciones puede oscurecer o complicar Ja descripción del funcionan1ien-
to de las urudades gran1aticales.
Es tan cierto con10 111etodológicamente necesario recurrir a criterios de for-
n1a para la detern1.inación de lu categorías gramaticales. Esto ha sido reco11ocido
por I-:ljelmslev ((1928] 1.976, pp. 302) del siguiente n1odo: <(La gra:n1át:ica sólo
pu ede reconocer categorías forni.ales. Para que una categoría te 11ga e.x:iscencia real
desde el punco de vista gran1atical es preciso que se defina por criterios de for111a
y no por. criterios pura111ence seniánticos». Por su parte, :Bosque (1990a, p. 43) re-
cuerda que esta posición ha servido para proporcionar una ba e teó rica a aproxi-
1n.aciones func io na.listas como la de Ala.reos (1982), en donde las categorías se
definen por la función que desen1peña11, co nfigurando así el caso n1ás excre1no
del fi1ncionaJisn10 lingi.iístico. El máxin10 representante de la escuela funciona.lis-
ta t.'S))añola considera que las relaciones que establecen los elementos sintácticos
entre sí 110 tienen conexión con las ca tegorías grai11aticales y los contenidos que
d.esempeña11. Al respecto de su ai1ilisis sobre los fenómeno de pasividad y atri-
bución e11 la lengua espafiola ha señalado Alarcos (1 982, p. 125): <(Desde el punto
de vi ta gramatical no parece tener mucha importancia el hecho de que la sus-
tancia conformada en la oración co1no suj eto desernpeñe en la situación real el
papel ele actor o el de paciente. El sujeto - térn1ino y fi1nción gran-1atic:Jes lingüís-

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t1cos- es sujet.o porque presenta cierca.s relaciones b•.amaticale., bngiiísticas, con


eJ núcleo del predicado, o sea el verbo, no porque en la reaJidad. la sustancia a
gue se refiere acti.'.1 e sobre otra o sea afectada por ésta». Se puede estar de acuerdo
en que la designación de la realidad del suj eto (act,u1te o paciente) no influye en
las relacio11es gra111aticales ni er1 la estructura de la oración. pero no en que, des-
de el punto de vista de la est:t:ucrur.i. sintáctica, una 01·ación con10 ,,César fue
vencido» sea idén tica a «César fue vencedor» (la cursiva es núa). Para Alarcos, en la
coinparación de estas oraciones «se observa que los dos contenidos se diferen-
cian e.xclusivan1ence por la oposición de los dos tér1ninos a.dyacences del p redj-
cado (11enddol11encedor), y que codo lo den1ás en esas oraciones presenta idénti,a
estructuri1» (la cursiva es n1ía) (1982 , p. 127). Llega así a la conclusión de que las
estructuraS pasivas pueden .indentificaxse sintácticamente con las estructuras atri-
bu tivas, rad.icaJjzando con ello la posición de .Hjelmslev expuesta 111ás arriba. A.sí
pues, sigue argu.n1encando A11rcos (1982, p. 127) que,jun to a construcciones acri-
burivas co1no :

llLa noticia es falsa>>


eEl puente era inútil»

cuyos p redicados ofrecer1 ,ttribución (11úcleo más atributo), se encue11tran


otras como:

«La noticia es divulgada»


«EJ puente era volado•>

donde las relaciones gnu11acicales de sus elen1entos son idén ticas .


Co,no puede faciln1enr.e con1prob:u-se, en estos ej emplos se hace correspo n-
der y se equipara el predicado nomin;tl en un.1 sola fi111ción sintáctica (la atribu-
ción) a pesar de que dicho predicado está forn1.ado en ca.da caso por categorías
grar11aticales 111.uy dife rentes. E.n los prin1eros ejen1plos, los elen,entosfalsa e inú-
til pertenecen a la categoría del nombre (adjetivo) y en los segundos, dit1ulgad11 )'
volado son participios. Se deduce de este análisis funcionalista que las unidades
gran1aticaJe adoptan su rango según Ja distribución sintáctica que ocupen, es de-
cir. que se hace equiparar falsa e inútil por un lado y dí111.1/gada y volado por otro
egún su capacidad para funciona r con10 introductores de predicado non1inal .
Esta postura obvia, por tanto, las características de los elementos per se y SLJ S pecu -
liaridades grarn:aticales, es decir, el hecho de que di11u(gada sea una for1na verbal
no personal y falsa sea un adjetivo no parece relevaJlte de de la perspecti\r.l fun-
c.ionalist;t. Pero aún hay n1,1s: para dernostrar que estos ele1nentos son sintáccica-
rnente idé11ticos, Alarcos se vale del procediJ'nienco de la igualación pues, en codos
.lo casos estos sinraginas puede11 ser sustituidos por el pronornbre lo (procedi-

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, niento tarnbién débiJ desde el punto de vista gran1atical, ya que, en principio, las
sustitucion.es no tendrían que demo ~'trar nada):

«La noticia es falsa» ~o es)


«El puente era inútil» (lo era)
•:La noticia es divulgada» ~o es)
«El puente era volado» (lo era)

Po r otra parte, va aun n1ás lejos cua.ndo tanto a las oracio nes pasivas coino a
las atributivas se les añade un sintagn1a (el cradicional con1plen1enco agente para
las pasivas y un té rnüno regido por la preposición por para Jas acríbntivas):

«La 11ocicia es falsa por dertos indicias¡¡


«El puente era inútil por su estado>>
«La n.oticia es divulgada por los periódicos,i
<1El pue.nte era volado por la aviadÓn>>

Concluye así Ala.reos (1982, p. 129) que las construcciones atributivas y las
con~trucciones pasivas son sintácticamente idénticas, ol~viando las características
y las relaciones gran1aticales de dos elementos tan diferentes con10 los adjetivos y
los participios que, en ~1.1 opinión, no tienen influencia :ilguna sobre la sinta.m.
C: oncluye este autor: ~Que an1bo s elem,entos (atributo y ''complen1en.to agente"
constituyen una única unidad sú1táctica se reO~ja en el hecho de que los repre-
senta u11 referente único en caso de elusió11 (w es, lo era). El particular mat.iz de
sustancia (el ser agentes) que acompaña a estos térnúnos no iníluye para nada en
sus reL-iciones y valo res gran1aticales» . Para Alarcos, por lo tanto, la sen1.ántica es-
taría totahnente divorciada de la sintaxis.
A la vista de lo ;J.11terior, comparto, por tanto, la idea de Bosque de que «no
puede aceptarse que los huecos (funcio nales y posicio nales) arriba considerados
designen auto mác:icam.enre categorías de l,1 gi:an1ática o que se asocien de forn1a
u1úvoca co11 fi.1 ncio nes sinrácticas, oracionales o no" (1 990a, p. 4 7). Es 1nás lógico
defin.i r las categorías g1:-an1aticales en función de rasgos for111ales, y que sus dife-
rentes fun cio nes sintácticas perfilen su distribución, puesto gue - como ya he se-
ñalado- es fundamenta.! partir de una base sintáctica para su análisis, lo cual no
consi te en definir <I partir de. corno se desprende del caso de la identificación de
las atributivas y las pasivas.
La realización de las funciones discursivas de los ele1nentos gran1aticales ín1-
plica que su definición no puede hacerse dentro de unos 1nárgenes tan linútados,
pues una vez que nos introduci.t110 en la amplia y variada n·1u}tifi.1ncionalidad
del di.<;cu rso las descripciones de las cacegorías ya no pueden rewzarse en los
1nisJI1os térmi11os. En el ejemplo: «*Yo pienso de que se debería darle una oportt1-

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,nidad >, la preposición de deja de ser sohtn1ente un ccHnponente relacional que


1

iJ1troduce el tér1nino regido por el verbo pensar porque, po r u11,1 parte, djch.o
verbo no rige norn1ativan1ente ninguna preposición (es opcional) y, por otra, la
preposición adquiere una. función deíctica que introduce un valor cuya interpre-
tación. corresponde aJ discurso, sie11do, por tanto una función nueva, no n1arcada
por los .línutes gramaticales. 1-a. categoría preposicional, por t,u1to, n.o podiía de6-
nirse con10 «el elem ento que Í11troduce el tér1nÍl.10 regido~, sino que, ade1nás,
puede Íl1troducir otros va.lores de cn,cial in1portancia para la co1nurucación . Para
el fenó111eno de la presenc ia o ausencia del sujeto, se puede estipular tan1bién
gue el valor discursivo advertido en e] eje111plo antes expuesto: 11Son veinte casos
que trí te los tienes que aprender», no puede definirse de acuerdo con cr.iterios
distribucionales, pues eJ sujeto no posee aquí la fu nción norn1ativa de indicar la
correspon <-ienc.ia con la flexión verbal, sino la de 01arcador de contrasc.ividad itn-
personal. El caso de los m.arcadores discursivos corno bueno en «B He.no, el trabajo
es solan1ente un rnedio de subsistencia desde ur1 punto de vi.sea fisico», expone
tarn:bién la funcionalizació11 de un elen1en to pertenecie nte a la categoría adver-
bial y que tan1poco puede definirse de acuerdo con las características for males
de dich a categoría. En una gramática del disc11rso con10 la que trato de llevar a
cabo no es posible hacer corresponder las categorías con las fi.1nciones, porque
estas últimas no hacen referencia a esqu en1as distribucionales concretos ni a fu11-
ciones sii.1tácticas par ticulares, especificas y úrucas, sino que sirven al dinanusm.o
co1nurúcativo que las categorías formales pueden adoptar.

5) Po r últi1110, creo in1porta.nte se1ialar q ue L,s regularidades son principios


generales, con1u11es a todas las lenguas. Es evjdente que toda fi.111ción discursiva,
r.al con10 se ha venido ex1-)oniendo, es e l producto del uso que los hablantes ha-
ce11 de su lengua. Es, p or supuesto, la con.secuencia de una actividad social, dado
que coda práctica lingiiística es social en esencia. Las realizaciones discursivas, por
lo tanto, se correlacionan cor1 Jas características sociales de los hablantes, lo cual
es el objeto de la sociolingi.iíscica. .En el plano gramatical se ha considerado q·ue
el factor social no es can relevan ce, o qu e los ele111entos gramaticales no están ra11
in.arcados sociabnente co1110 los fonológicos o los lé'.\.icos, aunque, en general, es-
ta a6.ro1ación no está lo sufic iente1nente contrastada y se posee poca infor111a-
ción al respecto. l.ncluso desde la vertiente de la llai11ada «sinta..-..:is coloquial>>, se
I1a puesto especial éntasis para rebatir este pu11to. N arbo11a considera que <•i.nclu-
o desde el punto de vista que co11ten1pla la necesidad de superar las barreras liJ1-
güísricas encuentra plena justificación el estudio de la Sinta.xis coloquial, porque,
aunque no falca quien p1ensa lo contrario, las variables grainacicales tienen una
capac idad de diagnóstico ociocultural más fi.1erte que las fonológicas o las léxi-
cas,> (l 991., p. 175). La idea de este autor de que 1:is foro1as gratnaticaJes están te-
fiidas de valor social en el 1100110 o incluso n1ayor sentido que l.a fono lógicas o

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las lé.xicas es algo que ha sido cuestionado en el ~-eno de .la lingüística de la varia-
ción , por cuan.to se consideraba que en la fonología era donde se podían encon-
trar verdaderos patrones de correlación social, debido a la. n1enor dificultad de
establecer variantes. Sin en1bargo, diversos estudios de variació n sintáctica han
revelado que este plano puede y debe estar asociado tan1bién a f:'lctores de ú1do-
le social (Sedano 1990, García 1986. Bencivoglio 1980-198 1, Silva-CorvaláJ1
1980-1981, entre otros) . Sería absurdo creer q ue, t1~1s la acertada aportación de
Labov (1983) con el n1étodo sociolingüíscico, el estudio t'le la lengua en correla-
ción con la sociedad sólo fuera válido en el nivel fonológico. lgualn1ente desa-
certado sería pensar que en el resto de los niveles lu1gi.iísticos los enunciados,
e1ni io nes y construccio nes no estuviesen correlacionados con fenómenos socia-
les. :En otros trabajos (Serrano 1994a, pp. 28- 37; 1999c, pp. ·11-49; 1997a; 2004b
y en prensa) ofrezco una detallada descripción de esta particularidad, aJ tien1po
que defiendo el carácter social de las enúsiones gran1aticales y que su estudio es
de especial in1portancia para la descripción de las gramáticas de las lenguas.
La funcionalldad de los elen1encos lingüísticos hace q ue sea necesario den1os-
trar q ue los elernentos gra1nacicales forman parte de esa funcio11alit-lad y conllevan
valores sociales. Siendo esto evidente y den1ostrable, luy que tener en cuenta que
no es posible en una gr:1111.ática ele estas características abordar todos y cada uno
de los iactores sociales que n1uy probablen1ente están condicionando L,s realiza-
ciones discursivas, porque éstas vmía:n e n función de cada co munidad de habla.
M e centraré aquí, por t;n1to, e11 la variedad discursiva del españo l, sin entrar a pro-
6mdiz.ar en esas correlaciones sociales, aunque, cuando sea necesario, se haga rnen-
ción a regularidades que se pueden desprender de su análisis con10, por ejemplo,
el hecho casi general de que la forn1a usted es 1nás for1nal y cortés que tú, y que es
utilizada, también de fo rn1a ge11era.l, cu:u1do se produce una sit11ación social de
distanciamie11co o asin1etría virtual entre hablante y oyente o audiencia. Intento
de1n ostrar con esro que un.a gramática del discurso expon e daros sist en1ácicos, re-
gulares y propios, en esre caso concreto, de la le11gua e pañola.

ANTECEDENTES DE LA GR.AMÁTfCt\ !)El D 1SCURSO

1~1e venido sugiriendo q ue esta gran1ática se l1a elaborado con un criterio


111etodológico y teórico quepo ee sólidas disciplinas que lo respaldan.La apro.>..'Í-
1nación fi.1ncion;il perntite que con el objetivo de explicar los n1ecanismos de in-
ceracción co1nunicativa. y discursiva de la gran1ática se hayan generado diversas
disciplinas y vertientes teóricas, de las cual es el investigador p uede ton1a.r aque-
llos a pectos y hetTa1nientas que le sean de utilidad. A continuación y con10 an-
tecedentes de esce trabajo, expongo las particularidades de las disciplinas que
considero adecuadas para llevar a cabo la e.xposjción de los datos.

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a) Disciplinas del discurso

Con10 su non1bre indica, toda disciplina que tenga por obj eto el estudio del
discurso servirá de soporte teórico a esca gran1ática. Las aproximaciones al dis-
curso son n1uy variadas; de hecl10, todo estudio que trate aspectos de la con1uni-
cación podría deno rn.ina1:se «cliscursivo•> (ú1cluyendo aquellos sociolingüísr.icos o
prag.n1áticos), si bien desde el punto de vista tern1inológico, la tendencia que más
propia y exclusivain ente ha tratado el cliscurso es el a11álisis del discurso .
.Los rnismos anaJiscas del d iscurso han reconocido desde sien1pre la con1pleji-
dad de su objeto de esn1clio, que se resi.~te a cualquier tentativa de sisten1atización
rígida, pero una proyección 1n.ás allá del nivel oracional se 11acía necesaria y, par-
cjendo de postulados en su origen for 1n;tlista (como consecuencia de las concep-
ciones estruccuralistas v.igentes), .iniciaron la labor de adentrarse en análisis del
cexto y la 01acroestruccura de la sentencia, dando lugar, a finales de los sesenta, a
disciplinas co1no la lingüística del reXto y el análisis del discurso. Esca úlcin1a fue
llevada a cabo .in.icialn1ente por I-Iarris (1952) (pru11er autor en usar este término)
y Van Dijk (1977, 1985) .Asimismo, Labov y Waletzky (1967) fi1eron pioneros en
analizar el discurso desde una perspectiva sociológica cuando advirtieron la co-
rrelación existente eI1tre lo~ factores sociales y el estilo narrativo. Este inicial inte-
rés por descubrir los mecanisn1os de constr ucción y de interpretación del discur-
so es lo q ue ha llevado a la consolidación y a la autonon1i:1 de esta di~ciplina.
Puesto que está co1nprobado q ue el estudio de la foro1a de las e,nisiones no
nos proporciona toda Ja info rmación acerca de su significado y func ió n en e l
discurso, la reh1ción enrre L,s sentencias, las unidades que las forman y el contex-
to configurai1 los dístir1tos aspectos n1etodológicos que utiliza el an álisis del dis-
curso. Existen cane,1.s deíinicio11es de discurso como aproxin1acion es teóricas.
Renke1na (:1 993 , p. 196) estima que todo discurso tiene tres aspectos, que son los
siguientes: pri111ero, constituye un sítnbolo que se refiere a la realidad ; segundo, es
un sÍf1to11ta porque el que habl:1 o el que escribe trata de expresar algo a través de
é l o no se produce s.in un objetivo co1nunicativo y, tercero, es una seFinf de q·u e
hablante y oyence pretenden expresar un efecto comunicativo. ·Por ello los estu -
dios de discurso deben estar o rie ntados a la investigación sobre la relación ent re
el discurso,1a forn1a,los objetivos y efectos, es decir, la función. Para ello, hay una
clara división entre los estudios del disc urso escrito y del discurso oral aunque,
co1no es obvio, de11tro del segundo podre1nos l1allar n1ayor correlación entre las
unida.des lingüísticas y su funcionalidad . Las vertientes disciplinares que avalan
teóricamente el ai1álisis del discurso son tan varjadas q ue sería u11.1 tarea n1uy di-
ficu.ltos.1 y ex'tensa tratar de reseñar.las todas, puesto que las posibjlidades de hacer
un estudio del discurso son can variadas co1no fenó1nen.os puedan aparecer. Las
tendencias teórjcas varian según el centro de atención.Así, .Enkvist (1981), Ost-
1nan (1986) y Givon (1989) se centrar1 en los aspectos del isor110,fis1110 y la iconíci-

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dad de la producción discursiva; Chafe (1 982) en la forma de presentar la infor-


111:ición, y H.ovy (1988) y Hoey (1991.) en las aplicacion.es cuantitativa y con1pu-
cacionaJ de la rrüs111a. El estudio de los tipos y gé11eros del discurso ha generado
otras versiones, tales co1no la narratologfr1, llevucla a cabo por la escuela de Gine-
bra (Roulet l 985), y la inlertext1,1alidad (Kristeva 1969) .
:La noción de cot1texto del discurso es fundan1e11taJ, así con10 la de contextualiza·
cí6n o la conju11ción de los 111últiples elementos gue i11te.rviene11 en el discurso :
los lingüísticos, la situación con1unicativa, sus rasgos sociales, los rasgos de los
participantes y el ca.na] de la co1nunicación (Auer 1995, pp. 6-7 ;Auer y Di Luzio
1992) . Otra escuela de discurso in1portance es la de .Birn1ingha1n, puesto que tie-
ne en cuenta no sola1ne11re cuestiones teóricas, sino también prácticas. Algw1os
de sus integrantes son Sinclair y CouJtl1ard (1975) y Coultl1ard (1977), quienes
han est1.1diado, entre otras cosas, la interacción co111unjcativa entre alumno y pro-
fesor y el diset1rso de los estudiantes.
1-iay que señalar que el análisis del discurso es una perspectiva interdisciplii1ar,
puesto q ue debe tener en cuenta aspectos de otro tipo (pragmáticos, conversacio-
nales, sociolingüísticos) en la aplicación de ~-us 01uchos constructos teóricos. Por
ejemplo, la estn.1ctura de la ínfortnaci611 estudia los n1ecan.isn1os sintácticos que per-
nutet1 regular y controlar el estatus de la información (nueva o conocida), para lo
cual es necesario co11ocer las in1plicaciones y el sentido pragrnático de las emisio-
11es. La cohesión trata de explicar la forma e n que las sentenci:1s están relacionadas y
unidas er1 u11 mi~n10 texto, lo cual es t:unbién de utilidad para la etnon1etodología
y para el análisis de la co11versación. D e e11tre los auto res que han contribujdo de
forn1a n1ás fir111e al estudio de la cohesió n está el ya tradicional trabajo tle Halli-
day y H a~an (1976) y, como una consecuencia de la atención puesta en este ele-
n1enco, el de los n1.arcadores discurs.ivos (Osunai1 198:J , Schiffr in 1987). O tra de
las nociones básicas en los estudios discuTs:ivos es la coherencia, que conecta con el
estudio de los elen1e11tos que rode,:u1 el contexto, el conocimiento con1partido de
la realidad y la elección de las estrategias discursivas po r parce de los h.1blantes.
Corno parte de la coherencia,Verschueren (1987) trab,rja el concepto de adaprabi-
lidad de los elen1entos li ngüísticos al cipo de discurso, n1ientras que Gu111perz
(198?) focaliza en la negociación y en el aspecto interactivo y t.-stratégico de l.a
coherencia. Por su parte, Osonan (1986) considera que la coherencia discursiva
está basada en eres pará1netros básicos: la cortesía, la adscrjpción a las nor,nas de
interacción sociocomunicativa, y las in1plicaturas y los lúnites que ca.da culti1ra
unpone a sus l1:iblantes, para lo cual se requiere una interacción 1netodológica
con la sociolingüísdca. El anclaje es ocro elemento clave en la u1terpretación del
discur o. Colocados est1:atégica1nente, los elen1entos lingüísticos sirven par";\ apo-
y:rr o atenuar aquellos aspectos de la con1unicación que sirven al propósito y la
intención con1unicativa. obre todo e n el di.~curso narrativo, el anclaje sirve para
deter1nina.r el estado de la información y el carácter ternporaJ de lo even.tos (Ene

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1986). Se comprueba, así, que los estudios propiarnente discursivos estfu1 eso:echa-
111ente relacionados con otros 111.odelos teóricos afin.es.
Po r otra parte, esto ha dado lugar a nurnerosas L-an1as del discurso, en función
de su objeto de análisis. Así, es interesante la vertiente del a11á1isis del discurso
que se detlic a exclusiv,u11ente al estudio de sus tipos y gé11eros, h aciendo distin-
ciones dentro de los tipos de discurso: terapéutico, periodístico, jurídico, etc., y
dentro de los textos de cada discurso : 11arrati110, descriptivo, argl41neritati110, instructivo,
etc. (Werlich 1976, Lo ngacre 1983, Kinneavy 1971).
Uno de los en foques ,nás novedosos en los estutlios del discurso ha sido el
e1ná/isís crític.o del discurso, considerado co1110 u na vertiente de la lingü{stica crítica,
que recibe influencias de la escuela de Frankfurt, en con creto de los trabajos de
J-laber1nas (1977, 1981 , 1985), quien considera la lengua co1no un poderoso ins-
tru111enco de n1anipuJacjó n. social (1977, p. 259) . El discurso se estudia con este
01étodo en estrecha conj l1n.cíón con el contexto social donde se produce, e1...-pli-
cándolo a través de la relación existente en tre el uso de las e'>..-presiones lingüísti-
cas y las ma.nifestaciones sociales del lenguaje : publicid.ad, propaganda política,
n1ed:ios de comunicación, organisn1os oficiales, etc. Con ello puede llegar a en -
tenderse variados procesos sociales tales co1110 la d.e~'igualdad, el racisrno la d:iscri-
n1Í1'laciones a través del lenguaje, etc., analizando el efecto de] p o der y la ideología
en la producción de los significados lingüísticos. La creación de esos signi.fic:,dos
sociales es lo que lleva a los estudiosos del análisis del discurso crítico, tales com.o
Van Díjk (1989),Fairclough (1989) yWodak (1989, 1995) a trab,ü,1r con tres con-
cep to:; conj unt1-n1ente : el poder, la historia y la ideofo,gfa co1no contücionantes de la
producción lingüístic a.
Con la idea de que los signos lingüísticos son el resultado de procesos sociales,
n1otivados por la co11jtu1ción de fornus y significados (ICress 1993), esta vertiente
disciplinar centFa el análisis de las estructuras discursivas en la lengua cotitliana en
cac.h situación soci1J particul;1r: disct1rso institucional, lengu.'lje
. periodístico, l.ibros
de tex'to, lenguaj e publicic.1.rio, diferenci;1s étnicas del discurso, etc., sien1pre con la
convicción de que la cultura y la sociedad son las respons:ibles del significado y de
la evolución de las unidades lingüísticas. El di curso es, por lo ra.nto, un n1odelo de
acción social, detern1inado por valores, convenciones y norn1as sociales. Por ello, el
análisis critico del discurso consi.dera que lengua y la sociedad cantinan y evolucio-
nan juntas. lo cual ha conducido a que las críticas a esta. disciplina esti.n1en que las
teoría de sus autores estén de1nasiado ceno:adas en aspectos ocia.les y poco en los
lingüísticos, llegando incluso a la politización (Wo dak 1995, p. 205). Este n1odelo
teórico no solan1ente pretende desentrañar los pará111etros sociales de la produc-
ción discursi"3, sino tarnbién el intento de evitar la discri1nil1ación sociaJ a cravés
de la lengua, elaborando guías y norrnas para rentabili.zar la produccjón del discur-
so en la publicidad, en las insciniciones y en coda representación que te11ga una
proyección social. Aunque, corno señala Wodak (1 995, p. 207), n1uchos investiga-

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dore de esca teoría no se reconocen como a11alistas críticos del discurso , han contri-
buido
, -direct:unente o no- al enriquecin:úento rnetodológico de esta vertiente.
Este es el caso de Halliday y su concepción del lenguaje corno senúótica social
(1 978) que inspiró a. Kress (:l 993, p. 176) a llevar adelante su teoría de que la lengua
se está construyendo continua1nente y que los significados no están sólo asociados
a las forn1.as lingüístic..-as, sino que son unidades suj etas a cambios constantes. E11 la
núsi11a línea,Va11 Leeuwen (1993, p. 193) considera el dic;curso con10 una práctica
en1inente1nente sociaJ, esto es, tu1a forn1a de acción en el sentido fouca ldiano de la
construcción de la realidad. Sus mibajos han analizado el discurso de los n1edios
audiovisuales, la entonación de los disk joke:¡15 o la lengua de los presentadores de
televisión, entre otras cosas. Por su par:te, Fairclough (1985 , 1989, 1993) estudia la
producción discursiva con1.o vía d.e do rni11ación y de estrategias para conseguir fi-
nes políticos o co1nerc.iales.
Otros m odelos de analizar el discurso están relacionad os con el diseño de la
conversación, de ahí surge la corriente que estudia coucreca1n ence la conversa-
ción: el a11álisis de la conversación. Su principal objetivo es desentrañar tanto las
actitudes conversacionales con10 la competencia sociolingüística que subyace a la
p1:oducción e ínte111ret<1cióu de la actividad con1unicativa. ·u no d e los prin1eros
au tores gue profu11dizó en el estudio de k1 conversa(.;Ón fiie Sacks (1970), siguien-
do la línea de Goffinan (1963. 1964).Aunque la n1etodología es algo diferente a la
cüscursiva, tiene de relación con ésta q ne se centra e11 revelar los aspectos de la es-
tructuración de la inforntació n y su o rganizació n social, basando la investigació11
en actos directos tales con10 conversaciones telefónicas, can1bios de turno en la
conversación, el efecto de L, e11tonación, el carácter de h1enunciación, tratando así
de encontrar ctL'llquier detalle que sea relevante y condicione o caracter ice el de-
s.,rro llo de la conversación. N aturaln1en te, los aspectos de la conversación desve-
lan t,1111bién in1portantes rasgos d e la producción discursiva, razó n por la cual hay
qu e tenerlos en cuenta pa1-a comprender 111ás con1pletan1ente las realizaciones de
los distintos elen1entos d el clisct1rso. Escrechan1ente relacion.ada con el a11álisis de
la conversació n esti la etnon1ecodología., ve.rtience radical de la sociología, que
ofrece una perspectiva distintiva de las posibilidades de in,restigación del orden
social. Gar6nk.el (1967) relaci()Da la forn1a en que los r11ien1bros de la sociedad, a
tni,rés de sus características étnicas, con.figuran la rea.lidad social.Aplicado a la lin-
güística, los etnometodólogos estud.ía11 la reJación entre dich:1" características étni-
cas y la eStructuración de sus discursos, reaccion.mdo así contra la sociología de
Parsc,ns (1 937), claran1e11te ·voluntar.iSta, que considera que no existe acti,ridad o
evento social arbitrario. Qu jere decir esto que coda represencación lingüística po-
see un significado social inmediato, condicionando y condicionado por eJ con-
texto, y gestionado por sus usuarios.
Puede deducirse que las corrí.entes teóricas que estudian las caracceristicas
del discurso se centran e11 cuestiones tan variadas co1110 necesarias pero, en deli-

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,nitiva , e.l objeto últin10 de las disciplu1as discursivas es tratar de enc<Jntrar regula-
r.id~des en las rr1a11ifestacio1tes lingüísticas, a.bandonando la concepción del estu-
dio de fenón1enos aislados y separados de la realidad lingüística, compron1etiéndo-
se con una idea más auténtica de lo que constituye el discurso oral y las forrnas y
procesos de con1unicaciór1, gue están al servicio del n1anten.inú ento de la rela-
ción de acción y reacción entre los participantes, y no de la mera trans111.isión de
ÍllÍo r n1ació11.

b) Disciplinas sociolingüísticas

Si algo define a la len gua es su capacjdad para reflejar )os condicionantes so-
cia.les de sus usuarios por el principio de que no hay actividad lingiiística fuera
de la sociedad. Es verdad que esro es evidente, pero no ha sido siern.pre reconoci-
do por los lingüistas. La sociolingüíscica, en can1bio, ha puesto codo s1.1 en1peño
en den1ostrar que existe una estrech.a reL'tción exister1te entre el uso de la lengua
y los factores sociales, y así lo ha 1nanifestado en su ya extensa tradil"ión (Serrano
1994a, pp. 11-19). C o1no disciplina funcional, su utilidad pai:a los estudios del
díscurso está n1uy clara, pues, tal y como señaló \Terón: í<El análisis inn1anentista
no es niás que u11a ilusión, porque cuando se analiza un discurso se pone en re-
lació n con muchas circunstancia.,; derivadas de la naturaleza fi-agmentaria que to-
do te:>.1:o pos.ee; por tanto, desvíncular e] ler1guaje de to das estas circunst1ncias es
alejarlo de su propia nauiraleza• (1987, pp. 127- 128).
Como di'>ciplina, la sociolingiiística h.1 desarrollado numerosas vertientes me-
todológicas, basadas unas veces en los conceptos de n,.icro y 1nacro-sociolingüística,
otras en la parte teórica y aplicada, y otras e11 el estudio de comunidades de habla
o de redes sociales. Aun cuando las perspectivas son tan dí,1ers.1s, se con1parte el
objetivo común de la asociación de los fenón1enos lii1güíscicos a los ('lcto res so-
cia.les (edad, sexo, nivel sociocnltu ral, raza , ea1ia, situaciones de b ilingi.üsi110 y co11-
tacto de lenguas, psjcologia del individuo, ere.). P.or o tra parte, hi distinción entre
rnicro y 1r1ac/'o-sociolingüiscica ha sido defendida y e;,Ipuesta por Fasold (1984a,
1984b). La primera ton1a con10 referencia la sociecL1d e incorpora los fac tores lin-
güístico con10 conclicionantes de la organización social . .La segunda, en can1bio,
parce de la comunidad de habla y estudia la relación entre la estructura lingüística
y los factores sociales con lo que está correlacionada. En a1nbos casos, el estudio
está orientado a descubrir el por qué de las diferente forn1as de producir las emi-
siones lingüísticas y a ex:plicar las diferencias que se perciben en todas las lenguas
en f1.1nció11 de las características de !os individtios que las usan.
Mientras la sociolingiiística l;lboviana (Labov 1983) torna como punto de
partida los grupos sociales coro.o entidades 1nás o menos hon1ogéneas que actúan
e interact(1a11 entre sí, la teoría de las redes sociales está basada en la relaciones

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individuales de los miembros de un grupo social entre sí y con los de fuera de


ese grupo. La red social da cuenta de las estructuras sociales que focalizan las
normas de co111portanúe11to lingüístico y es con.dicionante de la propagación de
los usos y can1bios lir1giiísticos según La intensidad del «nudo)) de la red (Milroy
1987, Milroy 1992).
En todo caso, el estudio de los facto res sociales parte de 1a base de que l1ay
una serie de reglas y nor111;1s con1unes en el uso de L1 lengua dentro de cada va-
riedad de cada lengua y en el seno de una co1nunídad de habla, que son con1par-
tidas por todos sus integrantes y que son las responsables de que las estructuras
lingüísticas se utilicen, se e).1:iendan, retrocedan, e i.ncluso puedan d.u· lugar a
can1bios en la estructura del siste,na lingü ístico, con10 ya ha sido de1T1ostrado en
nu1nerosas ocasiones (Serrano 1995a, 1996a) .
Dadas las características de la presente gran1.ática, que tjene como obj etivo
exponer parán1etros gene1ales y siscen1ácicos del funcio namiento del con1porca-
mienco de los ele1ne11cos gramaticales en el discurso, no será posible d.ar inforn1a-
ción de rodas L1s correlaciones sociales de los elen1entos e:Kpuestos. Sin e111bargo,
en algunos casos sí se podrá apunta1· a elerne11tos proceden.tes de la interacción
sociolingiiística entre hablante y oyente, objeto de la llamada sociolingüística in-
teracciona!. Esta teoría surge a partir de l;i etnografia de la co,nunicación, de la etn.o-
n,etotlolog{a y de la antropologfa rogniti11a. Asi111is1no, recibe influencias del análisis
de la conversación y del análisis del discurso. Tie11e con10 objetivos prioritarios
ii1vestigar el 1nodo en que se pro duce la co1:uunicación interpersonal y observar
cómo la identidad social se puede ver re flejad.a en ella. D e esta fo rrr1a, Ja parte so-
cial se ve con1plen1entada favorable111ente por el elen1ento liogiiístico-co1nu ni-
cativo. Se da cabida también a la interpretación significativa de las secue11cias y
los enu nciados, por lo que La noción de contexto es fi.1ndan1ental, entendida con10
los rasgos e)l.-traverbales que rodean La acción co1nurúcativa. Con este fundamen-
LO, Gun1perz (1982, p. 131) acuñ.1 el con cepto de co11t.extu.a lízacíó11, asurniendo
gue la interpretació n de los enunciados se hace efectiva por n1edio de l,1,5 in1pli-
caturas conversacio nales basadas en las convenciones que se esperan del conreru-
do de la conversación y del estilo del mensaje. A partir de esas se11ales el hablai1-
ce y el oyente pueden conce:x'tuaJizar la co1nu11icación, aportando a los estudios
sociolingüí -ticos la incoi-poración del contexto con10 uno de sus principales ras-
gos. Así pues, la sociolingüístjca interacciona} tiene co1no base de estudio el dis-
a,rso, que viene defi11ido con10 la interacción verbal apoyada, en su torn1a oral,
por n1edidas extraverbales como gestos, expresiones faciales y paralingüístic.'lS.
Recibe influencias de la antropología de Gun1perz (1982) y de la sociología de
Goflina.n (1981), que describen la forn1a y el sign.ificado de los contextos socia-
le e interpersonales que perrnite11 la decodificación de los significados. El análi-
S'i y la co1nprensión de esos contextos perntice identificar las presuposiciones
contextu ales que configuran las inferencias del oyente acerca de lo que dice el

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hablance. Según Schiffrin (l 994, p. 107), hablar es ,ina for1n.a de contextualizar n1e-
diante lo cual los hablantes se autoidenti.6ca.n v, se sitúan socialn1ente. Los ineca-
nisn1os de interacción sociolingüística son regula.res y se puede establecer sus pa-
tro nes de acu.erdo con las características sociales de los l1ablantes y la relevancia
en la cornur1icación . La interacción, ade1n.ás, dibuja el acto con1unicacivo y o rien -
ta el sig11íficado de las er11isiones. E11 este sentid o, cabe af1rn1ar gue los presu-
puestos n1etodológicos de la so cio lingüístic a interaccional contribuyen de forma
concreta y decisiva a la creación de una gra.rnática del discurso, por tener en
cuen.ta el contexto, las claves releva11tes de contextualización y los pa.rá1netros del
transcurso de la co1nunicación.
Asin1is1n.o, e11 estr.ec]1a relación con lo anterior, la mero dología d e análisis
que aporta la variació n sin.táctica es de gran ayuda para determinar las forn1as g ra-
n1at.icales del discurso. La variante es un concepto l1euristico gue ha sido de gran
utilidad para conocer los parán1ecros de alternancia sintáctica en distintas co.1nu-
nidades de habla, sirviendo metodológicamente a la comprensión y el estableci-
nú en to de correlacion.es sociales y d iscursivas. Este úlcilno aspecto es el n1ás in1-
portante, puesto gue, sir1 conocer las propied ad es d el discurso donde las varian tes
aparecen, no es posible llegar a d elimitarlas, por lo gue considero fur1damental
ter1er en cuenta la relación existente entre sinta,xí.s y discurso en el estudio d e la
variación sintáctica. En o tros trabajos (Serra110 1996b, 1996d, 2004b, 2006) he
intentado p ro fundizar en dicha relació n mantenie ndo q ue la 11ariari6n sintáctica
rar:unen te es exclusivan1en te sintáctica p ues, d e forma gen eral, pu ede afirn1arse
que la variació n sjntáctica es taiubién discursiva, porque siempre se inserta en u11
discurso y su análisis va a requerir la valoració n d e un examen discursivo en el
que aparecen las variantes. Ade1n ás, la vari;1ció11 sintáctica p uede ser prag1nática,
aden1.-is d e discursiva po rgue, con10 he sugerido, es casi sien1pre n ecesario recu -
rrir a lo pragn1ácíco p:tra in terpre tar el alcance de la variación, sobre todo e n el
cerreno de la sigr1:iíic;ició n, el 111ás co111plejo y dificil de deter1TÜ11;1r. Esto consti-
tuye sil1 duda un aspecto que enriquece la perspectiV*1 \rariacionista, d1do que el
investigador deberá tener e n cu enca e i11corpo rar rasgos discursivos y pragmáti-
cos al esrudio de las vari;intes. No es nuevo el conocin1íento de que la sinca.."<is,
coro.o el producto de la co,n b inación y distribución de los elen1entos lingüísti-
cos (fonéticos, mo rfológicos y léxicos), p1:ovoca 11un1er.osas posibilidades s:igi1i6-
catiV'as. Eu esre sentido, con1parto la idea chon1skiana de que la sintaxis ~'S el ni-
vel de representación lingüística fur1d an1ental, considerando gue todos los planos
lingüísticos (u1cluido el sen1ántico) tienen su realización en la s:int.ixis. Con eUo,
la posibilidad de encontrar variantes sintác ticas n.o es, 1u rnucho n1enos, n1enor,
cal con10 se ha aseverado en nu1nerosas ocasiones, sirio que es clarai·nente discu1-
ca, pues e11 todo caso hay que co1nbin.ar las entradas léxicas con los n1ecanisr11os
rnorfológicos y distr ibucionales. En el caso d el deq ue1srno po d ernos observar
cla.rai11en.te las características que han de tenerse en cuenta: por una parce, las

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cendencia.5 norn1ativas en .la cornplern.ent.1ción nonlinal anee relativo, con10 que


la. preposición de aparezca con cie rtos verbos (aleirrarse de, catribiarse de) y pu eda
extende rse a otros q ue nornu1tiv.unente no lo requiere n, con.f igurando así casos
de dequeísmo {*pet1st1r ele que, *01>it1ar de que}. Pero esta preposición de, tal corn o
he podido co11lprobar (Serrano 1998a), aparece con o tra clase léxica de verbos
Qos de creencia y los estín1ativos) y bajo ciertos conte:x.1:os conversacionales (el
hecho de ser rnás creíble, n1ás concu11dente o n1ás afir11"1ativo), lo cual significa
que su aparición está condicionada por unos factores sint;1cticos (el hecho de
que aparezca con unos verbos y q ue con otros no sea posible, con10 co1ner, correr o
caudna,) y por otros pragmático-discursivos que se desprenden de esa distribu-
ció n sin.táctica, corno es que esta preposició n actúe como nn rnarc.ador defctíco que
tefi.terza la exposíción de las opiniones y creencias personales.
En el análisis del dequeíso10, por tanto, se l1a tomado con10 refere11cia u.o es-
quen1a sintáctico. las ín1plicaciones significativas que conlleva, y po r ello se ha
podido delimitar que pienso que y *pieuso de que son alter11acivas de comunica-
ción o v;u--iaoces. La amplia e).'tensión de este fenón1e110 en la gramática española
no indica precisan1ente que sea un fenó rneno de menor probabilidad de apari-
ción que la elisión de (-s) o q ue cualquier variante léxica . Los fe11ó1nenos de va-
riabilidad graniatícal n o son n1ás escasos si110, quizás, n1enos perceptibles o más
díficiles de deternunar que los fonológicos o los léxicos.
Co1no herr,u1úenta metodológica qtte pernútirá posteriormente su estudio,
la v:uiante sintáctjc:a debe te11er u11as características
, que la defu1an perfecc:un en -
te, sentár1dose con ello u n critet;o definidor. Este debe partir de un.a base sintác-
tica, tal co1no creo que es necesario en estos estudios, y con10 ya expuse más
arriba. Si se ton1.a. un criterio ti.1ndau1entahne nte sintáctico, los aspectos significa-
tivos que sin duda se desprenden de esa distr ibución no pueden inviabilizar la
detern1.inación de las variantes; al contrario, al tratarse de :ispectos subsidiarios,
dependen de dicha distribució n sintáctica. Si el fin es el de hallar 1a cort-elación
existente entre forn1as sintácticas y f.1ctores sociales, es necesaxio perfeccionar y
1nacizar el instru1nenco que posibilita dicha co rretación.
Aunque no sea propian1enre lo que se ,,..i a tratar en esta gra111ácica, hay que
record.'\! y reafirn1ar el sentid() que tiene hablar de variantes sintácticas, y este no
es otro que el ele halla1: lo factores sociales que las condicionan , pron1oviéndolas
o restringiéndolas. D ado q ue es un hecho incuestionable que los elen1entos lin-
güísticos están relacionados de alguna forma con las caractetísticas sociales de los
hablantes, es nect--sario enco11crar la n1etodología que 1nejor ¡>ueda dar cuenta de
ello. Dos for1nas sin tácticas alternantes o varia11tes pueden y deben ser correla-
cionadas con factores sociales. Sólo así se da verdadera cuenta del fi.u1c ionaJnien-
co de los elementos gran1aticales.
En errano (1994a, pp. 61 - 78; 1999c, pp. 11-49; 1997a; 2004a; 2004b y
2006) he tratado con detenimjento los aspectos teóricos de Ja variación sint:ícti-

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ca y he llegado a la conclusión de que 1o que debe tenerse en cuenta es el tipo


de significado. Como es sabido, no está claro en la tradición lingiiística qué es el
significado, ni qué es significar. Por eso no parecen den1asiado válidos algunos de
los argumentos en contra de la variación sintáctica; si lo gue se quiere decir es
que dos formas «no sig1úfican lo 111.isino>>, habría que especificar previa111ente qué
sig11.ific.1do se está to n1a11do y cón10 se cornprueba que signi6cai1 o no lo n1ísn10.
En último caso, considero que éste no es el aspecto r11ás in1port;u1te de la varia-
ción sintáctica porque, por una parte, no responde a postulados en1píricos con-
cretos (co1no dije, no hay acuerdo en qué es sign.ificar, sí lo hay, en ca1n bio -o aJ
n1enos hay rnás acerca1niento- en cuanto a la identidad de una unidad fon ológi-
ca, de un n1.orfen1a o de una estructura sinc.1ctica) y, por otra, l.) variació n sintác-
cjca, corno discipli11a sociolingiiística, no pretende encontrar parán1etros de igua-
lación o de íde11tidad sen1ántica, sino correlaciones con factores sociales, de ah.í.
que el establecin1ienro de variantes renga por obj eto facilitar la incerpretació n
sociolingüística . Esto crae consigo que en el establecirnienro de las variantes sea
necesario señalar los aspectos pragmático-discursivos de cada una de ellas. Un
buen eje1nplo de ello es, de nuevo, el fenóu1e110 del dequeísn10, donde la intro-
ducción de la preposición actúa co1n o n1arcador deíctico (pienso de que frente a
pienso que), o el de la alternancia del pretérito perfecto e indefinido para la 1nis-
u1a situación comunicativa (o Vine/He vellido a las siete•>), donde h ubo que deli-
rnjt.,r c uándo el ete cto de relevancia pragn1ática podía influir en la interpreta-
ción temporal. De esta forma., hay diferencias entre el pretérito fur1nu.lado com.o
anterior: He estado en Suiza dos veces, y el <1ue representa una acción ocurrida
n1on1e.11tos antes de! acto con1unicativo: He ,,enido a las siete )' 110 estabas, q ue al-
te rDa en zo nas de España y de 1\n1érica con e l indefuudo : Vine a las siete y no es-
tabas. Es un t1echo que he venido y vitie son variantes, pues concurren en un n1is-
1.110 conte."-'tO co1nnrncati:vo, cliscursivo y pra.gn1ático (véase Serran o 1994b, l 995c,
1996c y 1997b). En su111a, el an:ílisis de variantes sü1tácticas no tiene cou10 obje-
tivo tratar de igualar, Jwcer equivaler o tletnostrar que significan Jo n1ís1110 dos variantes
sintácticas, sino el de descubrir el f11ncio na111iento de la gran1ática a través del
exa1n en de las estructuras que alternan o que parecen alternar, probar su sin1ili-
tud sintáctica y pragi11ática, su apar.i ción en contextos también sin1jlar y, lo n1ás
i1T1portance, probar que son usadas por distintos hablantes den tro de una co1nu-
nidad de habla al tiempo que se establece la relación de los f.1c co res sociales de
dk hos l1ablances con e] uso de cada una de ellas. La variación sintáctica tan1poco
tiene la 1nisión de identificar gué grupo sociales utilizan qué significados, dado
que no trata de de.fi1úr sernánticamente la proyección de cada una de ellas. No
cie11e sentido, e11tonces, una de las o bjecio nes que hacía Lavandera al respecto,
cuando se11alaba que hacer correlacionar distintas variantes con distintos grupos
sociales itnplica que: <,Dos gr upos socia.les opcan por significados distintos, lo cual
pu ede ser n1etodo.lógicamente peligrosú,> (l 984, p. 34). Evidenten1ence, cuando se

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ticaJ , las oracic,nes, una vez puestas en usO, J)ueden adquirir 11u evos sjgnificados,
iJ1ctuso algun.os que contradicen los ~1gnificados literales o convencio nales, por-
gue, en esos casos, el hablante tiene una intención cornunicaciva concreta . Esto
sucede todos los días, es parte de nuestra rutina con10 h.ablantes. R eyes pone el
ej e1nplo: ¿Podrías pn.sanne lo sal?, donde no se pregun.ta acerca de si p11edes pasar-
n1e la sal, sino que es u11a orden o un pedido de pasar la sal (1 995, p. 18), deno-
n1i11ado can1bién acto de habla indirecto. Lo 111i.sino s11cede cuando en un co1ner-
cio alguien dice: Quer{a prol>t11·111e esos zapacos, donde el 111o rfe1na verbal -fa no
representa un.i acción pasada durativa, si;no una fo rn1a de pedido cortés, o cuan-
do una madre pregunta a su hijo que ha llegado tarde: ¿·r,:, sabes qué hora es?, y
se sabe gue 110 es precisar,, ente ]a hora lo gue la madre des~ saber, ni siquiera se
trata de una pregunca, s.ino de una forn1a directa de reproche. La dife rencia e n-
tre seJnáncíca y pragn1ática se equipara, co1n.o señala Pons Bordería (2004, p. 45),
con la existente en rre lo dicho y lo í111plícíto.
Está claro que la núsión que tie.ne la pragmática es l1 de descubrir los patro-
nes del significado en contexto del uso de las forn1as lingüísticas. Para ello, el
contexto es la clave q ue nos ayuda a comprender el funcionan1iento del signifi-
cado, pero es que sin contexto no hay co111u1licación. R eyes considera que hay
dos tipos de contexto: el lingüístico y el sociocultural ( 1995, p. 20). Este últin10
no siempre es tenido en cuenta por los pragmatistas, pero es fi111chunental, pues
rnuchas regulacion es pragtnáticas pro\rienen de condicionantes socioculturales,
co1no las forn1as de tratainiento, las for1nas de saludo y determin;1dos registros
lingüísticos. Sperber y \Vilson l1an aportado a la pr:1gn1ática el estu dio de los
efectos contextuales. Para ellos, esta disciplina está basada en la interpretación de
los enunciados (1986, p. 10) . Blaken1ore (1 992, p. 43) también cree que la tarea
fundan1ental de la pragn1ática es la de rnostra r cón10 el oyente es capaz de con-
vertir una intención con1unicaciva en una proposición con1pleta, basándose en el
conoci11ue11to del co11cexto_ Asiinis1no, M ey hace alusión al contexto al conside-
rar que la pragmática es el estudio de las condicio11es del uso hun1,1110 del le11-
guaje detern1inatlas por eJ contexto de la sociedad (1993, p. 4?).
Aforcunadan1ente, en los últiinos años he1nos venido presenciando un.a vo-
luntad teórica de acercan1iento hacia los fenó111enos pragn1áticos, desde que, co-
1no señala .R.eyt.'S (1995, p. ? 7), ha crecido el desengaño de la forn1aJjzacio nes
que pretenden explicar propiedades sintácticas fundadas en las intuiciones de los
111isJ11os lingüistas acerca de la aceptabiJjda.d de las frases, sin recurrir nunca a lo
que la gente dice codo los días. Así explic~ R eyes el eje111plo:

~ Toinates no l1ay»

en el que el objeto se antepone al núcleo verbal gracias al principio de relevancia,


qu e nos indica que el objete (to,nares) es lo cori1lmicativarnente relevante y que el

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Prono111bn:s )' dete1111i111111tes

pertenece a la clase pronon1inaJ, clasificando entonces con10 subordinadas adver-


biales las que son jntroducidas por un adverbio relativo del tipo: donde, caa11iÍO,
cuarito o con,o. Corno afi.rn1a este at1 tor, estas oraciones son clara111ente adverbia-
les, pero pertenecerían t.1n1bién a la clase de las relativas, por su fi.1nción anafóri-
ca. Por otra paxte, señalar que una oración es a la vez adjetiva y adverbial es u11a
fuerte contradicción (Porto Dapena 1997, p. 15), aunq u.e sí sería posible que u11a
oración fuese , ,il tien1po, de relativo y adverbial, si contiene elen1er1tos relativos y
adverbiales con10 los antes citados.
Por si esto fuera poco, las oraciones de relativo plantea1111 dud.1 de si son rea]-
n1ente subordinadas ya que dicha subordinación no se produce a nivel oracional,
sino dentro de un sintag1na norninal inserto dentro de la n1isn1a: «.El libro que es-
tá en la mesa es 1nuy i11teresante», lo c ual ha hecho pensar en la e>cistencia de co-
ordinación para estas estruc turas.
La capacidad anafórica es lo que pernúce gue se pueda identifica r a que co-
mo pronon1bre relativo, est.1n.do n1uy relacionada dicha capacidad con el cono-
ci111.iento con1partido de la inforn1ación que se cransnúte. D e esta for1na , la
recuperación del antecedente -ejercicio casi obligatorio en las gr.uuáticas nor-
n1acivas- se convierte en el discurso en una operación u1necesaria e inútil que,
al tie1npo, revela la ú.nportancia de las características d e la interacción co1nuni-
cativa, que pueder1 can1büu- las pau tas grru11aticales exist entes. El relativo pro-
porciona coh esión aJ enunciado, conectando secue ncias y remitiendo anafóri-
can1ente a diversos elen1entos que van desde una fras·e o parte de La oració11
hasta el recono ci111iento de una informació n conocida y cornp;irtida por ha-
bhinte y oyente.

1. El pro110111bre q ue en ernisiones bipolares

.El pronon1bre relativo que funcion.1 díscursivarn ente co1n o un e len1ento co-
hesivo que relaciona anafórican1ente la secuencia que incroduce con la anterior,
daJ1do así lugar a un esque111a s.in cáctico de bipolaridad:

(!Yo viajo solan1ente en verano, que es lo n1ás agradable»


qDesde a11ora vive en un chalet, que había sido siempre su sueño•>
~se deslizó por la pista de atrás, qu.e no deja de ser una temeridad,>
No se observ::i en estos ejen1plos 1a n1arca de subordinación que debería in-
troducir el prononwre qHe relativo y ello no solan1ente porque las dos secuencias
cie11e11 cierta 1novilidad en el discurso, sino rainbién porque, a pesar de su posi-
ción tematizada y de n1antener el índice de predicació n secundaria, el antece-
dente grarriacical podría ser canto toda. J::1 oración. precedente corno sólo un ele-

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Prono111bn:s )' dete1111i111111tes

La alternancia entre le y lo para representar los objetos directos 1n uest1~ que


eJ hablante no reconoce de forn1a precisa la forrua léxica plena qlle cornplemen-
ca al verbo y que la lengua no dispone de n1.ecanisn1os identificaci-vos para evitar
que se produzca esa confusión, de 111odo que si lo y le vie11en a confluir para re-
presentar el n1is1T10 tipo de con1plen1.entación, la distinción no es totaln1ente ne-
cesaria. La supresión de distinguir funciones a través de los clíticos puede venir
fundar11entad::1 tan1bié11 por su escasa rentabilidad en el discurso. De hecho, tanto
/el les co1no lo/ los pueden identificar referentes n1asculinos o neutros, razón por
la cual se ha ido generalizando hasta conseguir la aceptación por pane de la nor-
n1a, dan.do prueba de que cu.1lquier uso creado por los hablantes puede llegar a
introducirse en el sistema. Sin e.mbargo, se considera que no está sufic ienten1en-
te explicado por qué este fenórneno está 111ás ex.tendido con objetos directos
personales o entes anirr1ados que con objetos inanimados (Fernández Ordófi.ez
2000, p. 1321).
Cuando el referente no es personal, el le{s,no es menos fi-ecuence y está distri-
buido de forn1a n1enos hon1ogénea por las distintas variedades de español. Al
iguaJ que el /olsn10 y el laísr110, se practica con mayor o menor intem'idad en fi.1n-
cíón de las distintas variedades del español.

.;Corté el pa11 en tres pedazos» - «* ú corté en tres pedazost


frente a:
«Lo corté en tres pedazos»

«Moví el coche 111.ás adelante o - <<* ú moví 111:ís adelantei>


frente a:
«Lo 1noví n1ás adelante»

ln1plica ta1n bié11 un intercambio de fiu, ciones gr:unaticales que no obstaculiza


la idendficación del referente n.i altem el contenido del n1ensaje con1unjcado.

2. Lafs,110

Sin1ilar .interpretación djscursiva puede hacet'Se para el laísn,o, consistente en


la supresión de las diferencias entre las fu11ciones de objeto directo e indirecto en
beneficio de la distinción de género, con la ú11ica dift--rencia de que, siendo el re-
ferente personal, no está aceptado norn1ativan1ence. Ferná11dez .Ranúrez apunta
que el uso de fa por la forn1a etin1ológica de dativo Je para la 1nención de perso-
na o de cosa del género fen1e11ir10 abarca los uso más típicos e jnequívocos de
dativo: el dativo objetivo de tér1nino secu11dario: o* La había s-a.cado parre de sus
aho rrosi> (1. 987, p. 47). Ivl~s adehu.1te, este autor ser"iala que el laísnio no puede }):l-

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Prono111bn:s )' dete1111i111111tes

dez R a1nírez (1987, p. .334). Este autor ü1cide en el hecl10 de que se trata de 11 n uso
fundan1entaln1ente <<coloquial», aunque eñala que se hace 1nás perseverante a n1e-
dida que se desvar1ece la censura eStablecida por la nor1na correcta e incide la ir1-
tención expresiva: «De pronto, q uiere 1natar "' uno» (1987, p. 334).As.í pues, uno/1,11111
asu1ne las fi.1nciones de prono1nbre personal tanto en función de sujeto: < •Uno no
s.ibe qué hacer», como de objeto: «Le n1olesta ,1 u110 que le digan eso» .
.El hecho de que u110/u11a tenga flexión de gé11ero no es arbío:ario porque se
puede identificar la referencia n1asculu1a o fen1enin;1, atenuando así la i1nperso-
nalidad o la indefin ición. Por otra parte, aunq ue estos prono111bres están co-indj-
zados con la tercera persona del singular en la fle>-'ión verbal Oo cual potencia la
in1personalidad), esrán n1arcados deíctica.n1ente con el yo del disa,1rso, es decir, con
el hablante:

«Eso es lo gue n1ás le n10Jesta a uno»


«Uno r10 guiere que estas cosas pase11, pero es inevitable»
«N o lo puedes dejar al niño solo, porque no se separa de una>>

Algunas gramáticas han registrado este uso; por eje111plo, el Esbozo (2000, p. 383)
j ustifica la aparición de este prononmre con verbos prononunales co11 se: «Se atreve-
ría uno a hacer lo 111isn101.;, «A veces se queja uno sin razó11», así como con las acepcio-
11es pronominales de los verbos n-ansitivos: ,,Se aco:.t1m1b1-a uno a todo&,«Se despeina
u11a con este viento >>, por lo que se puede considerar aceptado nonnativrunente. El
hecho de tJue se pueda insert,ir el anticip:idor o anafórico le es lo que posibilita la in-
terpretación personal de prin1era persona.Véase la diferenc.-ia e11tre:

«Molesta a u no (a alguien)»
frente a:
«Le n1olest.1 a uno» (a un referente ü1de6oido entre los cuales se e11cuentra el
yo at1afórico, involucdí.ndose así cor1 el conterudo corr1u111cativo de la enüsión}

Sin e1nbargo, en el iliscurso, puede aparecer con cualquier tipo de conso:uc-


ción ve1~bal :

s'Uno no sabe cuándo van a pasar estas cosa.si>


<
«Tienen a 11110 de un sitio para otro».

Co1110 señala Vaquero (2000, p. 498), existen determinadas situaciones co1nu -


n:icativas que favorecen el uso de las estructuras de in1personalidad con el propó-
sito de lograr que el emisor pueda discanciarse de sí rnisn10, así corno del receptor
y del rnensaje e1nitido, 1nitw·rú2;u,do de esta forn1a su iLn.plicación o respor1sabili-
dad sobre lo expresado.

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Gra111áticn ilel discurso

A: «Te nu.ndo por correo el original>>


B: ,, T/enga, y yo te acuso recibo•>

A: •¿Quieres q ue te ayude n1añana?»


B : «lk>n,ga*

Tan1bién actúa. con10 for1n:i de despido, n1anteniendo el n1jsn10 valor discur-


.
SlVO :

A: «Un saludo»
B: «Vengm,

f1l/e es el resultado de la g:ramacical.iz.ació n de la terce:ra persona del :.inguh1r


del verbo valer, que se l1a transtor.111ado en un. niarcador asertivo de respuesta,
muy utilizado como sustituto del adverbio positivo sí y ta1nbién con10 refor n1u-
lador de acuerdo interrogativo a finaJ de sentencia:

A: c1¿Quieres que hagainos ya las cuentas?»


B : «1/alei>

A: «¿Te gustaría ton1ar algo?&


B: «V.1/e»

O para e>..-presar acuerdo:

A: <1Te ni.ando el sobre por correo, ¿vale?»


B: « Vale»

A: «M e das tu dirección aho ra, ¿vale?»


B : « 111'e»

5. i\llarcadores de recepción

Algunas interjecciones actúan en el discurso con10 1narcadores estrechan1en-


te relacionad,os con las fu ncione discursivas que estoy exponiendo.VázquezVei-
ga (2003, p. 83) escudia esta clase de eJerJ1.encos (ah, hum, oh. sf, Jlt1, e-xaa:o, seguro) a
1os que denonúna 1narc,ufores de recepción siguiendo la ternúnología de Jucker y
Snúth (1998), y de los que considera que, aun reteníendo buena parte de su fi:111-
cionanúento gra1naticaJ, están básicamente or ien.tados a proporcionar un efecto
comunicativo er1 el oyente o el destir1atar io de la emisión, esto es, prima el efec-

168
Copyrighted 1natenal
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Esta Gramática del Discurso trata de suplir una laguna existente en la lingüística actual: la de
ana lizar todos los usos gramaticales de la lengua española de acuerdo a sus valores
discursivos, pragmáticos y sociolingüísticos, clasificando sólo aquellos que sean regulares,
sistemáticos, generales y reconocibles por los hablantes de esta lengua. La metodología
empleada para su análisis consiste en la utilización e integración de los mecanismos y
herramientas metodológicas de diversas ramas lingüísticas: el análisis del discurso, la
pragmática lingüística, la sociolingüística y la variación sintáctica, subrayando o haciendo
más sobresaliente en cada caso uno o varios aspectos relativos a cada una de estas
metodologías. El carácter general o recopilatorio de esta gramática no implica, sin embargo,
que sean sólo los aquí clasificados los que constituyan valores gramaticales y discursivos
posibles en la lengua española. La intención ha sido la de presentar una gramática
alternativa, basada en la presentación de muchos de ellos y, aunque dicha intención es
exhaustiva, no implica que el inventario de estos usos quede aquí agotado.

María José Serrano es docto ra en Filología Española, profesora de Lingüística General de la


Universidad de La Laguna y especialista en sociolingüística y variación sintáctica. Además de
numerosos artículos de esta especialidad, es autora de La variación sintáctica: formas
verbales del periodo hipotético en español (1994), Cambio sintáctico y prestigio lingüístico
(1996), Aproximación a la gramática del discurso del español (2002), y editora del volumen
Estudios de variación sintáctica (1999).

• al·
. .,1111,,.,
~
www.akaLcom
ISBN , 13: 97S.84-460·2354-8
ISBN· 10: 84-460·2354·7

Diseño de colecc/6n: David G. Vega


Diseño de cubierto: RAG

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