Академический Документы
Профессиональный Документы
Культура Документы
climático
https://www.scidev.net/america-latina/agropecuaria/multimedia/per-cambio-clim-tico-y-saberes-en-
las-ra-ces-ind-genas.html
El cartel que da la bienvenida a los visitantes del Parque de la Papa “Sumérjase en las raíces de los
Andes”, se lee en un gran cartel al costado del camino mientras transitamos por el Valle Sagrado de
los Incas. Estamos en los Andes peruanos, a unos 3.100 metros sobre el nivel del mar, y vamos a
entrar al Parque de la Papa.
Este parque es un área protegida que abarca más de 9.000 hectáreas El Parque de la Papa es una
iniciativa de conservación dedicada a preservar las variedades nativas de los cultivos, y es una de
las pocas en el mundo donde los pobladores gestionan y protegen los recursos biológicos con
conocimiento tradicional. Colabora con el Centro Internacional de la Papa (CIP), institución de
investigación, y es gestionado por la organización no gubernamental Andes.
Más de 6.000 personas viven allí, en seis comunidades, compartiendo la tierra, la cultura y la
tradición construida en torno a la preciada papa nativa.
Lino Mamani es un ‘guardián de la papa’, título que refleja su involucramiento con el trabajo de
conservación técnica en el parque. A más de una hora de mi visita, hablo con Lino Mamani (en la
foto), que gestiona el almacén que también funciona como un “banco de papa”, y alberga más de
1.000 variedades del tubérculo cultivadas en el parque. Según las palabras traducidas por la
periodista y productora peruana Bibiana Melzi, Lino me cuenta cómo el cambio climático está
afectando la vida de los agricultores.
“Primero que nada, hay mucho sol. Y la lluvia llega demasiado temprano. De ese modo estamos
recibiendo lluvia antes de estar listos, y también vemos que la helada llega antes”, dice. “Entonces,
el problema es que tenemos que plantar papas cada vez más alto y más alto”.
“La papa es nuestra columna vertebral”, dice Lino Mamani. Para los locales es el centro de la
agricultura y la cultura.
Esta es una de las razonas del por qué la comunidad valora la vasta diversidad de variedades de
papa que se guardan allí. Mamani explica que están experimentando con la siembra —haciendo
crecer papas a mayor o menos elevación— para adaptarse a los cambios. Las festividades con
ofrendas a la tierra y los bailes a menudo acompañan esa rotación, una señal de la profunda
conexión entre la papa y la cultura local.
La comunidad colectivamente es propietaria de la tierra que ocupa el parque, y cada familia trabaja
en una pequeña parcela para cultivar papas para alimentarse.
Los lugareños viven y trabajan la tierra mediante el ayllu, un tradicional sistema de reciprocidad.
Esto significa que si la gente que vive a mayor altura no puede cultivar un tipo particular de papa
como resultado del cambio climático, puede confiar que el resto de la comunidad compartirá lo que
produzca.
También se están adaptando al cambio climático mediante la polinización cruzada de las variedades
de papa existentes en busca de tipos más resistentes. Y, como descubrí, este es uno de los caminos
en los que la ciencia se complementa con el conocimiento tradicional.
Los invernaderos permiten a la comunidad controlar las condiciones bajo las cuales se cultivan las
semillas de papa.
Hablé con Lino Loayza, coordinador de campo de ANDES, sobre el aporte de la ciencia al trabajo
que se realiza en el parque y cómo se vincula con el conocimiento tradicional.
Loayza relata los conceptos básicos del mejoramiento de las variedades de papa. Explica que la
planta de papa produce dos tipos de semillas: las semillas de las flores y las semillas de los
tubérculos. Debido a que los tubérculos-semilla son susceptibles a los virus, es la semilla obtenida
de la flor la que se planta en el invernadero. Los tubérculos bebés que crecen de esas semillas luego
se plantan en los campos. Producir papas utilizables toma al menos cuatro años de trabajo de
campo.
Las semillas obtenidas de diferentes variedades de papa son sembradas o guardadas en el almacén.
Ahora, el CIP está enseñando a los agricultores este método para obtener mejores semillas,
transfiriendo el conocimiento científico de modo que las comunidades indígenas puedan continuar
cultivando y cosechando papas nativas.
“Hay otro tipo de investigación, que es mucho más científica”, reconoce Loayza. “Pero este método
es mucho más fácil y rápido. Usa el conocimiento propio de la gente. Estas personas no han ido a la
escuela, no recibieron ese tipo de educación, pero tienen conocimientos de siglos de trabajo con
papas. Pero necesitan esta información extra [científica]. Ambos necesitan vincularse: el
conocimiento tradicional con el científico”.
La ONG también firmó un acuerdo con el CIP, que había recolectado muestras de papas en el área
durante años. Como resultado, se reintrodujeron 410 variedades de papas en el área. “Trajeron del
banco genético las pequeñas semillas en tubos de ensayo, y está 100 por ciento garantizado que son
las mismas especies que tomaron ellos”, dijo Loayza. “El CIP reúne su ciencia para caracterizar e
identificar, a través de investigación molecular, las papas del área. Entonces [la comunidad] puede
decir que tienen 1.347 variedades.
Mariano Sutta (en la foto), dice: “Como gente de papa, conocemos el proceso completo de la
agricultura que aprendimos de nuestros padres. Pero debemos aprender a leer a las papas”.
Según Loayza, los locales pueden identificar las diferentes variedades de papa a partir de su color,
forma, sabor y cuán arenosa es su textura. “Pero ahora también sabemos cómo reconocerlas a través
de sus hojas, tallo, flores”, dice. “Ahora pueden leer las tablas de información sobre las
características, tales como el color de la flores, y el color y la forma del tallo”.
En los últimos 15 años, la comunidad ha mantenido registros sistemáticos de las variedades de papa
del parque. Sutta me dice que hay beneficios tangibles de este conocimiento: hace el trabajo más
simple y más productivo. “Cada [tipo] de papa puede contraer diferentes enfermedades, por lo que
si estamos seguros de qué papa es, sabemos cómo desinfectarla efectivamente. Y, por supuesto, eso
hace nuestra vida más fácil”.
Las papas se cultivan comunalmente y se distribuyen entre todos los que viven en el parque.
Este conocimiento científico está ayudando a la comunidad a adaptarse al cambio climático
intentando lograr lo mejor de las variedades de papa en sus tierras. “Ahora podemos obtener
semillas para sembrarlas o para mantenerlas durante diez o 20 años”, dice Mamani.
También se refiere a dos variedades de papa cultivadas a diferentes altitudes a lo largo del parque.
Una variedad de papa amarga llamada Moraya se cultiva entre los 4.200 y 4.800 metros, pues puede
soportar climas severos. Esta papa se vuelve blanca como resultado de un proceso, que incluye la
deshidratación y el secado por congelamiento, antes de ser almacenada. El Chuño es otra papa que
es secada por congelamiento y procesada de un modo similar a la Moraya, pero su pulpa se
mantiene negra.
“Chuño y Moraya, para nosotros, significan seguridad alimentaria. Puedes almacenar Chuño en
cualquier lugar que quieras, por uno o cinco años”, dice Mamani. “Tenemos razones detrás de la
preservación de todas estas variedades”.