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“La Reencarnación” por Frances R. Holland, F.R.C.

A pesar de la mucha evidencia material de sobrevivencia después de la muerte, la


ciencia no tiene una definitiva respuesta al tema de la inmortalidad. La
Parapsicología está acumulando evidencia en sus investigaciones de la parte
psíquica del hombre. Durante mucho tiempo, la mística ha dado crédito a la
doctrina de la reencarnación, una doctrina que explica las injusticias del
nacimiento y del medio ambiente, razona las potencialidades y oportunidades del
hombre y reconoce la justicia de Dios.

Las leyes matemáticas demuestran que dos mas dos son cuatro. La ley del crecimiento
controla el hecho de que cuando usted siembra semillas de tomate usted cosechará
tomates. Cuando usted construye una casa, la ley de la gravedad gobierna el aspecto de
mantenerla sobre la tierra. Creer o no creer en estas leyes no las anula o modifica.

El principio de causa y efecto obra efectivamente igual en la vida del creyente o del no
creyente. Este principio es llamado el principio del KARMA.

Esta expresado en muchas religiones y en muchas filosofías en las palabras “lo que
siembres, eso recogerás”. La reencarnación es una manifestación de este principio.

No podemos negar ya más la existencia de este principio así como no esperamos una
exención de su procedimiento. Nadie está inmune a sus efectos. Se extiende a través de
todas las manifestaciones de la vida. Sea que aceptemos o no la creencia en la
reencarnación, respondemos al funcionamiento del principio de causa y efecto en todo lo
que hacemos, en todo lo que decimos, en todo lo que pensamos.

Uno no está obligado dentro de las circunstancias por un Ser Supremo. Las circunstancias
suceden bajo ciertos niveles de manifestación. El funcionamiento del principio inalterable
es prueba de la justicia de Dios. Este Principio funciona para TODOS, ricos o pobres,
favorecidos o desfavorecidos. Nos proporcionamos nuestros propios premios y nos
imponemos nuestros propios castigos. Los pensamientos y las acciones son efectos
causativos experimentados aquí mismo. Así que es en el diario vivir que uno se crea su
propio cielo o su propio infierno.

Muchas concepciones erróneas y malentendidos han asediado la doctrina de la


Reencarnación del renacimiento. Otras teorías han sido equivocadamente agrupadas bajo
este título añadiendo complicaciones a su clarificación.

La Reencarnación es una manifestación natural. Es el principio de la evolución aplicado a


la desdoblada consciencia del individuo. Reconoce las progresivas reincorporaciones de la
personalidad.

Todo en el Universo crece a través de las experiencias de la existencia. El hombre,


también, participa en este eterno crecer.

La doctrina de la Reencarnación enseña que todos los seres vivientes pasan a través de
innumerables cuerpos hasta que todas las imperfecciones han sido removidas por la
experiencia.
Por favor, tomen especial nota de los términos EVOLUCION y PROGRESIVAS entradas
a otros cuerpos. La Reencarnación acepta éste proceso de re-nacer como un proceso
PROGRESIVO y no un proceso retrogresivo y, por eso, refuta las doctrinas que aceptan el
re-nacimiento en el cuerpo de un animal o en una forma baja.

Reencarnar en una forma menor sería un retroceso y esto no tiene lugar en la doctrina de
la Reencarnación como la Orden Rosacruz la enseña.

El alma del hombre es un segmento del Creador y como tal es perfecta. La personalidad es
un término aplicado al complejo compuesto de mente, emoción, sentido y forma que
comprende el USTED en cierto período de la vida.

La personalidad es la parte objetiva del hombre que es perceptible para los demás y viene
a ser considerada como Juan Pérez. Es esta personalidad en cada encarnación la que
permanece como una impresión memorable y evoluciona a través de las experiencias de la
vida. Evoluciona y reencarna a aún más grandes experiencias y oportunidades en cada
tiempo de la vida hasta que alcanza la perfección.

De acuerdo con la metafísica de los Rosacruces, el alma personalidad es automáticamente


atraída a aquellos lugares y condiciones que proveerán la próxima experiencia en la lógica
progresión de eventos. Si el Hombre no necesitara de las experiencias del vivir y aprender
en este planeta físico, no reencarnaría aquí.

KARMA quiere decir compensación. Es la aplicación del principio de causa y efecto en la


personalidad incorporada. El principio de la creación le dio al hombre el libre albedrío y
él vive las experiencias y desafíos que elija en cada tiempo de vida. Él pone en movimiento
las causas que convertirá en fines. Las reencarnaciones sucesivas se hacen necesarias por
la acumulación de acciones buenas y malas, que se traen de previas existencias.

El renacer no es premio ni un castigo. Es una OPORTUNIDAD concedida a la


personalidad para futuras experiencias y desarrollo.

Cada encarnación es un paso adelante hacia un ENTONAMIENTO haciéndose uno con el


Creador.

Es mucho más fácil culpar a la sociedad, a sus padres, a los vecinos, al diablo o aun a Dios
por nuestra condición, antes de admitir que nosotros nos construimos nuestro propio
patrón de vida; pero el hombre, no construye su propia estación en la vida, y renacer sobre
el planeta Tierra ocurre como resultado de sus necesidades individuales, el efecto de esas
causas que él pone en movimiento. No existe fatalismo en esta doctrina. Cada condición se
presenta como resultado de una acción personal y nosotros controlamos esa acción.
Podemos hacer lo que queremos con nosotros mismos y con nuestras vidas. Esto ofrece
mucha esperanza en la vida de ahora y en crear mañanas constructivos.

La doctrina del renacer explica las aparentes injusticias de la vida, la desigualdad en las
capacidades, en el nacimiento y en la fortuna. ¿Por qué algunos vienen a este mundo
inválidos y enfermos, mientras que otros tienen todas las ventajas de una buena salud?
¿Por qué son algunos innatamente sabios, o al menos tienen facilidad de aprender cuando
otros son torpes, retardados y a menudo inadaptables? ¿Por qué algunos conocen la
riqueza desde su nacimiento y a través de sus vidas, mientras que otros viven en medio de
una horrible pobreza, a menudo incapaces de salir de ella?

La Reencarnación y el Karma explican estas condiciones como penas crecientes de un


alma inmortal. La Reencarnación ofrece una halagadora inmortalidad, no una posibilidad
de regresar en algún día del juicio con un cuerpo malgastado y desde hace mucho
sepultado, no una casualidad de ocupar eternamente un cielo o un infierno sin la
oportunidad de compensar por los errores cometidos y aprender a crecer en sabiduría, y
no un completo olvido después de la muerte, pero sí una halagadora oportunidad para
trabajar, para mejorarnos a través de una serie de vidas.

Para un devoto de la doctrina, cada nuevo día ofrece una experiencia y una oportunidad
para cambiar. Atrae hacia una forma de juego justo y explica las muchas incongruencias
de la existencia. Ofrece esperanzas a aquellos que han sido creados con el desatino que
impone problemas en otros, pues renacer da la oportunidad de remediar las condiciones
sobre la Tierra y con los seres humanos. El saber de que cada cual debe cumplir con los
deberes y volver buenos los hechos malos del pasado con sufrimiento y humillación, le da a
uno un sentido de compasión por los sufrimientos de los demás y una tolerancia por sus
actos. También desarrolla una gran indulgencia y fuerza. Le da una respuesta a la razón
de la vida. Reconcilia a la persona con su futuro, un futuro que ella puede crear.

La creencia en la reencarnación libra a la gente del sistema privilegiado de castas por


medio de la destrucción de las ilusiones de riqueza y pobreza. Explica el significado de las
cosas como ellas existen y da una visión de una utopía por la cual todos los hombres
pueden luchar para alcanzar. Ofrece propósito, perspectiva y poder a cada individuo sin
tomar en cuenta sus circunstancias actuales y da razón a las acciones correctas.

Uno viene a darse cuenta que estudiar y aprender no es para una vida sino para la
eternidad. La sucesión de vidas sobre la Tierra provee crecimiento a través de la
experiencia, desarrollo de capacidades latentes, expansión en sabiduría y madurez
espiritual. El creyente en la reencarnación no busca escape o caminos cortos, sino que está
satisfecho de vivir bajo las circunstancias que él se ha ganado. Él puede esperar ser más
docto a través de sus propios esfuerzos. Reconoce que la sabiduría no otorga inmortalidad
al cuerpo, pero sí eleva la consciencia, dando al individuo paciencia y entendimiento.

Puesto que cosechó lo que sembró, y puesto que la situación en que se encuentra ahora fue
seleccionada para permitir el descubrimiento y aceptación del karma, es lógico asumir que
todos nosotros conocemos o conoceremos riqueza lo mismo que pobreza, que
reencarnaremos ya sea como del sexo masculino en una encarnación o como del sexo
femenino en otra. Nos daremos cuenta del cambio de raza, del cambio de lugar geográfico
y del fondo étnico. Estas varias vidas son como capítulos en un libro, todos gobernados por
un principio universal.

Este conocimiento nos trae un mejor entendimiento para con los demás, paciencia para
con sus debilidades y tolerancia para con sus diferencias. Trae un completo sentido de
unidad al hombre, pues todos los hombres somos hermanos, aquí o en el tiempo venidero.

La doctrina de la reencarnación tiene una historia impresionante. Puede ser encontrada en


los principios de Hinduismo, cuyo origen puede ser trazado hace 4.000 A.C. fue un dogma
mayor del Brahmanismo antes del ascenso del budismo, y el budismo la reconoce como
una solución a las iniquidades de la vida. La reencarnación fue muy bien conocida en el
antiguo Egipto. Muchos nombres antiguos e inscripciones en el Libro de los Muertos
sostienen esta creencia.

La reencarnación fue enseñada por muchos filósofos griegos. Pitágoras trajo la doctrina
del Asia y la enseñó a sus discípulos. Platón, en su “República”, relata como cada alma
escoge su propia personalidad y destino al renacer. El neoplatonismo en Alejandría
perpetuó la doctrina de la reencarnación como principio fundamental del platonismo. De
los griegos, esta doctrina fue pasada a la primitiva Iglesia Cristiana. Allí fue ampliamente
aceptada durante los años formativos precedentes al Concilio de Nicena.
En el libro “Mitología Norteamericana”, el Dr. Hartley Alexander se refiere a la actitud de
los indios americanos hacia la doctrina de las vidas sucesivas, refiriéndose también a las
tribus del ártico y sus aceptaciones a la doctrina del renacimiento.

Cientos de poetas, autores y hombres de estado, han escrito acerca de la doctrina. Una
larga e impresionante lista de nombres de todo tipo de vida podría mencionarse. Pero la
creencia de los demás no formará, necesariamente, nuestras propias opiniones.

Las referencias bíblicas para aprobar o desaprobar cualquier contenido son siempre
altamente polémicas y sujetas a las interpretaciones de la Biblia escolar en particular. Sin
embargo, si ustedes, en el análisis de esta doctrina desearan hacer referencia a citas
bíblicas, lean el libro “Mansiones del Alma”, escrito por el DR. H. Spencer Lewis. El libro
se puede obtener en el Departamento de Suministros de la Orden Rosacruz.

Los Rosacruces enseñan que cada alma es una parte integrante de Dios, estrechando todas
las potencialidades Divinas. Por medio de repetidas existencias, se desarrollan
posibilidades latentes en poderes dominantes. A través de estas existencias, tenemos la
oportunidad de hacer correcciones a nuestros errores y mejorarnos. Toda la humanidad,
con el tiempo, logrará la meta de la perfección y la reunión con la Mente Divina.

Si ustedes aceptan el renacer como un trabajo consciente hacia la perfección, sabrán, por
esfuerzo propio, qué es lo que están haciendo y por qué lo están haciendo. En vez de un
ciego revivir de una nueva vida, en la que nuevas experiencias les darán las necesarias
lecciones, cada paso que ustedes tomen será un movimiento consciente hacia una
recompensa actual y hacia una planificación para el futuro.

A través de esta planificación ustedes pueden mejorarse y mejorar sus condiciones.


Ustedes pueden prepararse para un mejor mañana , exactamente la clase de mañana que
ustedes desean.

Muchos libros sobre la reencarnación han informado sobre una serie de casos históricos de
gente que recuerda sus pasadas encarnaciones, recuerdan quienes ellos fueron, dónde
vivían y fueron capaces describir la casa y las condiciones y - aun más – la gente con
quienes se relacionaron. Hay numerosos casos registrados en los cuales estos hechos fueron
confirmados fuera de duda, por ejemplo, que tal casa estaba en tal parte y la gente
mencionó que habían vivido ahí y las condiciones de vida y muerte también fueron
manifestadas. Alguien sinceramente interesado en este tema puede leer y revisar estos
casos históricos. Repetirlos no cumpliría ningún propósito. Quienes o qué hayan sido otros
y lo que ellos han sido capaces de demostrarse a ellos mismos, no tiene, en sí, importancia
para ustedes.

Ustedes deben analizar la lógica en esta doctrina, sopesarla, considerarla y encontrar, por
ustedes mismos, una filosofía de la vida después de la muerte que sea de ayuda para
ustedes.

Algunos de esos que censuran la reencarnación lo hacen porque no pueden recordar sus
propias encarnaciones pasadas. Con todo, esas misma personas tendrían gran dificultad
en recordar lo que hicieron en el tercer viernes de abril, hace cinco años. No es el cerebro
de la primitiva entidad que reencarna, lo que evoca memorias del pasado. Lo único que
regresa son las experiencias asimiladas. Quienes o qué fuimos, no tiene importancia. Qué
fue lo que hicimos y qué aprendimos, si la tiene.

Aún así hay fuertes evidencias de la memoria – no de quienes fuimos nosotros, sino en la
memoria de habilidades especializadas que se traen como experiencias, los prodigios
musicales o artísticos, los grandes historiadores y especialistas en otros campos que
parecen haber nacido para ser grandes, nacidos para una habilidad en particular.

El creyente en la reencarnación no está interesado en un informe del pasado, pero sí en la


racionalidad y la integridad de la doctrina. Recurre a la razón y a la justicia. La creencia
en volver a nacer no debería nunca tomarse como una excusa para pecar y esperar otra
oportunidad. Tiene el efecto contrario. La aceptación del principio kármico actuará como
un elemento disuasivo a lo malo. Cuando uno sabe que “Dios no debe ser burlado, pues lo
que el hombre siembre, eso recogerá”, él, entonces, tiende a controlar sus acciones y
cambia sus pensamientos por una razón poderosa e interesada.

Se da cuenta que renacerá en un mundo que le ayudó a mejorar o empeorar.

Esta no es una doctrina para individuos débiles. Toma mucho valor reconocer nuestras
propias responsabilidades personales como así mismo el aceptar que no hay escape a
nuestras acciones ni a las consecuencias de esas acciones.

Toma mucha determinación encarar el mundo y reconocer que todas las desventuras son
el resultado de nuestros propios errores. Esta es, entonces, una filosofía para el sabio y
fuerte, pero sí ofrece esperanza. Karma no es una calle de un solo sentido. Ustedes
cosechan todos los buenos pensamientos, las buenas acciones, las buenas palabras. Ustedes
pueden hacer uso del karma como escalerilla hacia una admirable expresión semejante a
la de Dios.

Dentro de ustedes se encuentra la habilidad y el poder de escoger el camino, el camino que


puede ser tan bueno como ustedes puedan hacerlo.

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Artículo publicado en “El Rosacruz” de Noviembre de 1973 por el Consejo Supremo


de La Orden Rosacruz AMORC.

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