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Las leyes matemáticas demuestran que dos mas dos son cuatro. La ley del crecimiento
controla el hecho de que cuando usted siembra semillas de tomate usted cosechará
tomates. Cuando usted construye una casa, la ley de la gravedad gobierna el aspecto de
mantenerla sobre la tierra. Creer o no creer en estas leyes no las anula o modifica.
El principio de causa y efecto obra efectivamente igual en la vida del creyente o del no
creyente. Este principio es llamado el principio del KARMA.
Esta expresado en muchas religiones y en muchas filosofías en las palabras “lo que
siembres, eso recogerás”. La reencarnación es una manifestación de este principio.
No podemos negar ya más la existencia de este principio así como no esperamos una
exención de su procedimiento. Nadie está inmune a sus efectos. Se extiende a través de
todas las manifestaciones de la vida. Sea que aceptemos o no la creencia en la
reencarnación, respondemos al funcionamiento del principio de causa y efecto en todo lo
que hacemos, en todo lo que decimos, en todo lo que pensamos.
Uno no está obligado dentro de las circunstancias por un Ser Supremo. Las circunstancias
suceden bajo ciertos niveles de manifestación. El funcionamiento del principio inalterable
es prueba de la justicia de Dios. Este Principio funciona para TODOS, ricos o pobres,
favorecidos o desfavorecidos. Nos proporcionamos nuestros propios premios y nos
imponemos nuestros propios castigos. Los pensamientos y las acciones son efectos
causativos experimentados aquí mismo. Así que es en el diario vivir que uno se crea su
propio cielo o su propio infierno.
La doctrina de la Reencarnación enseña que todos los seres vivientes pasan a través de
innumerables cuerpos hasta que todas las imperfecciones han sido removidas por la
experiencia.
Por favor, tomen especial nota de los términos EVOLUCION y PROGRESIVAS entradas
a otros cuerpos. La Reencarnación acepta éste proceso de re-nacer como un proceso
PROGRESIVO y no un proceso retrogresivo y, por eso, refuta las doctrinas que aceptan el
re-nacimiento en el cuerpo de un animal o en una forma baja.
Reencarnar en una forma menor sería un retroceso y esto no tiene lugar en la doctrina de
la Reencarnación como la Orden Rosacruz la enseña.
El alma del hombre es un segmento del Creador y como tal es perfecta. La personalidad es
un término aplicado al complejo compuesto de mente, emoción, sentido y forma que
comprende el USTED en cierto período de la vida.
La personalidad es la parte objetiva del hombre que es perceptible para los demás y viene
a ser considerada como Juan Pérez. Es esta personalidad en cada encarnación la que
permanece como una impresión memorable y evoluciona a través de las experiencias de la
vida. Evoluciona y reencarna a aún más grandes experiencias y oportunidades en cada
tiempo de la vida hasta que alcanza la perfección.
Es mucho más fácil culpar a la sociedad, a sus padres, a los vecinos, al diablo o aun a Dios
por nuestra condición, antes de admitir que nosotros nos construimos nuestro propio
patrón de vida; pero el hombre, no construye su propia estación en la vida, y renacer sobre
el planeta Tierra ocurre como resultado de sus necesidades individuales, el efecto de esas
causas que él pone en movimiento. No existe fatalismo en esta doctrina. Cada condición se
presenta como resultado de una acción personal y nosotros controlamos esa acción.
Podemos hacer lo que queremos con nosotros mismos y con nuestras vidas. Esto ofrece
mucha esperanza en la vida de ahora y en crear mañanas constructivos.
La doctrina del renacer explica las aparentes injusticias de la vida, la desigualdad en las
capacidades, en el nacimiento y en la fortuna. ¿Por qué algunos vienen a este mundo
inválidos y enfermos, mientras que otros tienen todas las ventajas de una buena salud?
¿Por qué son algunos innatamente sabios, o al menos tienen facilidad de aprender cuando
otros son torpes, retardados y a menudo inadaptables? ¿Por qué algunos conocen la
riqueza desde su nacimiento y a través de sus vidas, mientras que otros viven en medio de
una horrible pobreza, a menudo incapaces de salir de ella?
Para un devoto de la doctrina, cada nuevo día ofrece una experiencia y una oportunidad
para cambiar. Atrae hacia una forma de juego justo y explica las muchas incongruencias
de la existencia. Ofrece esperanzas a aquellos que han sido creados con el desatino que
impone problemas en otros, pues renacer da la oportunidad de remediar las condiciones
sobre la Tierra y con los seres humanos. El saber de que cada cual debe cumplir con los
deberes y volver buenos los hechos malos del pasado con sufrimiento y humillación, le da a
uno un sentido de compasión por los sufrimientos de los demás y una tolerancia por sus
actos. También desarrolla una gran indulgencia y fuerza. Le da una respuesta a la razón
de la vida. Reconcilia a la persona con su futuro, un futuro que ella puede crear.
Uno viene a darse cuenta que estudiar y aprender no es para una vida sino para la
eternidad. La sucesión de vidas sobre la Tierra provee crecimiento a través de la
experiencia, desarrollo de capacidades latentes, expansión en sabiduría y madurez
espiritual. El creyente en la reencarnación no busca escape o caminos cortos, sino que está
satisfecho de vivir bajo las circunstancias que él se ha ganado. Él puede esperar ser más
docto a través de sus propios esfuerzos. Reconoce que la sabiduría no otorga inmortalidad
al cuerpo, pero sí eleva la consciencia, dando al individuo paciencia y entendimiento.
Puesto que cosechó lo que sembró, y puesto que la situación en que se encuentra ahora fue
seleccionada para permitir el descubrimiento y aceptación del karma, es lógico asumir que
todos nosotros conocemos o conoceremos riqueza lo mismo que pobreza, que
reencarnaremos ya sea como del sexo masculino en una encarnación o como del sexo
femenino en otra. Nos daremos cuenta del cambio de raza, del cambio de lugar geográfico
y del fondo étnico. Estas varias vidas son como capítulos en un libro, todos gobernados por
un principio universal.
Este conocimiento nos trae un mejor entendimiento para con los demás, paciencia para
con sus debilidades y tolerancia para con sus diferencias. Trae un completo sentido de
unidad al hombre, pues todos los hombres somos hermanos, aquí o en el tiempo venidero.
La reencarnación fue enseñada por muchos filósofos griegos. Pitágoras trajo la doctrina
del Asia y la enseñó a sus discípulos. Platón, en su “República”, relata como cada alma
escoge su propia personalidad y destino al renacer. El neoplatonismo en Alejandría
perpetuó la doctrina de la reencarnación como principio fundamental del platonismo. De
los griegos, esta doctrina fue pasada a la primitiva Iglesia Cristiana. Allí fue ampliamente
aceptada durante los años formativos precedentes al Concilio de Nicena.
En el libro “Mitología Norteamericana”, el Dr. Hartley Alexander se refiere a la actitud de
los indios americanos hacia la doctrina de las vidas sucesivas, refiriéndose también a las
tribus del ártico y sus aceptaciones a la doctrina del renacimiento.
Cientos de poetas, autores y hombres de estado, han escrito acerca de la doctrina. Una
larga e impresionante lista de nombres de todo tipo de vida podría mencionarse. Pero la
creencia de los demás no formará, necesariamente, nuestras propias opiniones.
Las referencias bíblicas para aprobar o desaprobar cualquier contenido son siempre
altamente polémicas y sujetas a las interpretaciones de la Biblia escolar en particular. Sin
embargo, si ustedes, en el análisis de esta doctrina desearan hacer referencia a citas
bíblicas, lean el libro “Mansiones del Alma”, escrito por el DR. H. Spencer Lewis. El libro
se puede obtener en el Departamento de Suministros de la Orden Rosacruz.
Los Rosacruces enseñan que cada alma es una parte integrante de Dios, estrechando todas
las potencialidades Divinas. Por medio de repetidas existencias, se desarrollan
posibilidades latentes en poderes dominantes. A través de estas existencias, tenemos la
oportunidad de hacer correcciones a nuestros errores y mejorarnos. Toda la humanidad,
con el tiempo, logrará la meta de la perfección y la reunión con la Mente Divina.
Si ustedes aceptan el renacer como un trabajo consciente hacia la perfección, sabrán, por
esfuerzo propio, qué es lo que están haciendo y por qué lo están haciendo. En vez de un
ciego revivir de una nueva vida, en la que nuevas experiencias les darán las necesarias
lecciones, cada paso que ustedes tomen será un movimiento consciente hacia una
recompensa actual y hacia una planificación para el futuro.
Muchos libros sobre la reencarnación han informado sobre una serie de casos históricos de
gente que recuerda sus pasadas encarnaciones, recuerdan quienes ellos fueron, dónde
vivían y fueron capaces describir la casa y las condiciones y - aun más – la gente con
quienes se relacionaron. Hay numerosos casos registrados en los cuales estos hechos fueron
confirmados fuera de duda, por ejemplo, que tal casa estaba en tal parte y la gente
mencionó que habían vivido ahí y las condiciones de vida y muerte también fueron
manifestadas. Alguien sinceramente interesado en este tema puede leer y revisar estos
casos históricos. Repetirlos no cumpliría ningún propósito. Quienes o qué hayan sido otros
y lo que ellos han sido capaces de demostrarse a ellos mismos, no tiene, en sí, importancia
para ustedes.
Ustedes deben analizar la lógica en esta doctrina, sopesarla, considerarla y encontrar, por
ustedes mismos, una filosofía de la vida después de la muerte que sea de ayuda para
ustedes.
Algunos de esos que censuran la reencarnación lo hacen porque no pueden recordar sus
propias encarnaciones pasadas. Con todo, esas misma personas tendrían gran dificultad
en recordar lo que hicieron en el tercer viernes de abril, hace cinco años. No es el cerebro
de la primitiva entidad que reencarna, lo que evoca memorias del pasado. Lo único que
regresa son las experiencias asimiladas. Quienes o qué fuimos, no tiene importancia. Qué
fue lo que hicimos y qué aprendimos, si la tiene.
Aún así hay fuertes evidencias de la memoria – no de quienes fuimos nosotros, sino en la
memoria de habilidades especializadas que se traen como experiencias, los prodigios
musicales o artísticos, los grandes historiadores y especialistas en otros campos que
parecen haber nacido para ser grandes, nacidos para una habilidad en particular.
Esta no es una doctrina para individuos débiles. Toma mucho valor reconocer nuestras
propias responsabilidades personales como así mismo el aceptar que no hay escape a
nuestras acciones ni a las consecuencias de esas acciones.
Toma mucha determinación encarar el mundo y reconocer que todas las desventuras son
el resultado de nuestros propios errores. Esta es, entonces, una filosofía para el sabio y
fuerte, pero sí ofrece esperanza. Karma no es una calle de un solo sentido. Ustedes
cosechan todos los buenos pensamientos, las buenas acciones, las buenas palabras. Ustedes
pueden hacer uso del karma como escalerilla hacia una admirable expresión semejante a
la de Dios.
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