La Edad Media es el período histórico de la civilización occidental comprendido entre el siglo V
y el XV. La mayor parte de los historiadores coinciden en afirmar que su inicio se sitúa en el año 476 con la caída del Imperio Romano de Occidente y su fin en 1492 con el descubrimiento de América, o en 1453 con la caída del Imperio Bizantino, fecha que tiene la singularidad de coincidir con la invención de la imprenta, la publicación de la Biblia de Gutenberg y el fin de la Guerra de los Cien años. La Edad Media se divide en dos periodos: Alta y Baja Edad Media. Durante la Alta Edad Media el feudalismo será el sistema político, económico y social imperante en la Europa occidental. Las formas feudales surgirán en Francia tras la descomposición del imperio carolingio en el siglo IX, a partir de los pactos entre señores y caballeros, reyes y nobles. La debilidad de las monarquías, incapaces de proteger a la población, provocará que ésta halle protección entre la nobleza y el clero con los que establecerá pactos de dependencia y deberes mutuos. Europa se ruralizará, y la agricultura se convertirá en la principal actividad económica. La sociedad estamental, quedará dividida en dos estamentos: privilegiados, nobleza y clero, y no privilegiados, campesinos analfabetos encargados de mantener a nobles y eclesiásticos. A partir del siglo XII Europa occidental asistirá a un progreso generalizado que implicará la superación de la etapa feudal, característica de la Alta Edad Media, dando inició a la Baja Edad Media. De este modo, en lo económico se producirá un importante crecimiento de la producción agrícola favorecido por el extraordinario desarrollo demográfico acaecido desde principios del siglo XII. Esto produjo un excedente de productos y de campesinos en los feudos señoriales para los cuales la ciudad se convirtió en la única salida. Ello supuso la revitalización de las ciudades. Se construyeron barrios fuera de las antiguas murallas: los burgos o arrabales, donde se instalaron artesanos y comerciantes para formar un nuevo grupo de ciudadanos: los burgueses. La dinamización del comercio local favoreció, también, la del comercio internacional, que se proyectó en dos áreas: el Mediterráneo, y la zona del mar del Norte y del mar Báltico. Surgieron, así, las primeras actividades financieras. En lo social, la mayor parte de la población seguía siendo campesina, mientras la nobleza y clero mantenían sus status privilegiado. No obstante, la burguesía de las ciudades aportó importantes novedades: se consideraba libre e independiente del dominio feudal. Por su parte, la Iglesia creó órdenes más apropiadas a las ciudades y acordes con las inquietudes religiosas del momento, surgiendo, así, dominicos y franciscanos. Desde el punto de vista político, Europa se hallaba en una fase de construcción en la que, de manera progresiva, se irán prefigurando los Estados Modernos.