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Ejercicio práctico para liberarte del

rencor y el resentimiento

El rencor es un sentimiento tan humano como dañino. Todos, en algún

momento de nuestra vida, hemos podido sentir cierto resentimiento

hacia alguien que nos ha hecho daño o no ha actuado como

esperábamos.

Rencor y Venganza
El rencor te bloquea y paraliza tu desarrollo, tu crecimiento personal. Te

deja anclado en ese odio que impide que vivas tranquilo y centrado.

La venganza te condena. Te convierte en verdugo de tu propio agresor.

(¿Qué diferencia hay entre él y tú, si te pones a su mismo nivel?) La

violencia sólo trae más violencia. Y ten en cuenta que se puede ser
agresivo de muchas maneras, no sólo físicamente. Usando palabras

malsonantes, insultos, sarcasmos, reproches, indirectas,…

Todas las conductas pasivo-agresivas que hacen daño al otro,

demuestran inmadurez, mediocridad emocional y falta de recursos

adecuados para solventar los propios conflictos.

Perdón
En cambio, perdonar totalmente al otro, te libera. Te llena de paz y

sosiego. Te permite dejar atrás ese periodo difícil, sanando tus heridas

y aprendiendo lecciones. Madurando y creciendo como persona.

De modo que, como siempre digo, el perdón es más un trabajo interno,

que hacia fuera. Es una liberación, una aceptación. Soltar aquello que

te hace daño y te llena de dolor. Es un acto de respeto y amor hacia

uno mismo. ¡Y ya solo eso, es un motivo más que suficiente para

practicarlo!

Ego
Además, perdonar a alguien es un acto de humildad. Aceptar la situación

te devuelve esa humanidad, esa vulnerabilidad.

Por lo general, podemos afirmar que cuanto más nos cuesta perdonar,

mayor soberbia tenemos. Un ego inflado y herido, que no soporta el


más mínimo dolor, desaire o feo por parte de nadie. Y es que, cuanto

más fuerte reacciones frente a las ofensas, seguramente más pequeño

e indefenso te sientas internamente.

En cambio, las personas que están bien consigo mismas y se quieren

sanamente, saben que NADIE puede hacerles más daño del inevitable.

Porque su auto-concepto no depende de lo que opinen los demás de

él/ella.

¡Claro! Si tú sabes que no eres tonto, que no eres torpe, que no eres

inútil… estarás tranquilo y te dará “igual” que los demás digan lo

contrario (vale, eres humano, así que es probable que sí te genere cierta

incomodidad y desazón… Pero digamos que es una sensación pasajera,

que te resbala, no cala internamente, no te desestabiliza ni te desgarra

por dentro). ¡A eso me refiero!

Nadie te hiere. Como mucho, meten el dedo en una herida que tú ya

tenías abierta.

Así que otro buen motivo para perdonar, es ese trabajo de humildad

que haremos con nuestro propio ego.

Rencor encubierto
“Yo perdono, pero no olvido”. Es es una frase popular que siempre me

ha llamado la atención, porque creo que encierra una gran carga de

resentimiento oculto.

Aunque sí estoy de acuerdo con su significado, porque parte del trabajo

que debemos hacer en esta vida es el aprendizaje. Hemos de hacer que

el dolor sirva para algo; que pase por nosotros y nos transforme, en

lugar de destruirnos.

Y para lograrlo, es necesario analizar la situación y extraer la parte útil

(la lección), para no volver a tropezar con la misma piedra en el futuro.

La memoria nos ayuda a tener presentes esa enseñanza. A adaptarnos

para evitar sufrir. Así que te animo a que sustituyas parte de esa frase,

y a partir de ahora digas “Yo perdono, y aprendo”.

Ejercicio práctico
Lo bueno de trabajar el rencor, es que no es necesario hablar

directamente con la persona que nos ha agraviado. Podemos

perdonarle y sanar nuestros sentimientos, aunque no la tengamos

delante. Porque, como hemos visto, se trata sobre todo de un trabajo

propio, para lograr mayor paz. ¡Así que no hay excusa que valga para

no limpiar tu corazón de todos esos lastres que vienes arrastrando desde

hace tiempo!
Da igual que la persona no quiera hablar contigo, que esté en otro país,

o que incluso haya muerto. Porque se trata de tu bienestar y tu libertad.

“El odio no disminuye con el odio. El odio disminuye con el amor”

(Buda)

¡Bueno pues vamos allá! Este ejercicio es muy profundo y te llevará un

tiempo hacerlo, pero te aseguro que merece la pena. Hazte con boli y

papel, y prepárate a escribir desde el corazón.

1º) ¡SÁCALO!
Saca sin censura todo tu malestar general, con respecto a tu vida, tus

circunstancias, etc. ¡Es muy liberador! Plasma cómo te sientes,

exprésate tal como te venga y deja volar libremente el boli. ¡Este paso

es realmente importante! Cuando acabes, si quieres, podrás quemar la

hoja o hacerla pedacitos. Pero es fundamental que te permitas expresar

lo que llevas dentro para poder sanarlo. ¡Deja aparcado a tu juez interno

por ahora!

2º) CONCRETA
Ahora haz una lista con todas las personas con las que estás molesto y

no has logrado pasar página. Escribe tus sentimientos con respecto a


ellas. Ve uno por uno y en orden, sacando lo que te molestó, lo que te

enfadó, lo que te cuesta perdonarles,…

3º) RECONOCE
Escribe, al final de cada escrito: “Yo (nombre), guardo rencor a

(nombre), y deseo liberarme de esta pesada carga”. ¡Es importante que

reconozcas tus emociones para poder superarlas, y que te comprometas

a ello!

4º) ANALIZA
Una vez hecho todo esto, vas a profundizar, a analizar qué sientes

exactamente. Quizás estas preguntas te ayuden:

¿Qué es, en verdad, lo que me está provocando este malestar? ¿Qué es

lo que me ha dolido realmente? (Ejemplo: que me hayan engañado,

tomado por tonto, que se hayan aprovechado de mi bondad, haber sido

demasiado confiado) ¿En el fondo… estoy enfadado con la persona; o

realmente es más conmigo mismo, por haber permitido esta situación,

o no haberla evitado?

¿Qué me hubiera gustado que pasara? ¿Para qué? ¿Eso me hubiera

hecho más feliz? ¿De qué manera?


¿Qué esperaba yo de él/ella? ¿Cómo quería que hubiera actuado? ¿Qué

necesidades mías hubiera cubierto?

¿Cómo hubiera actuado yo, si fuera la otra persona?

¿Estoy satisfecho con cómo he actuado frente a esta situación? ¿Cómo

me hubiera gustado reaccionar? ¿Así hubiera solucionado algo? ¿Me

habría quedado más tranquilo/a? ¿Habría actuado así conforme a mis

valores?

¿Estoy siendo justo con la persona? ¿Estoy dándole el beneficio de la

duda? ¿O directamente he malpensado de ella, y (elijo creer) que ha

actuado de mala fe, para hacerme daño deliberadamente?

¿Estoy aceptando que es un ser humano y que todos cometemos

errores? ¿Soy demasiado exigente? ¿Espero un nivel de perfección

desmedido, o tengo unos criterios justos y equilibrados? (atento a lo que

te dicen los demás) ¿Actúo yo conforme a ello? ¿Cómo de bien tolero

los errores ajenos? ¿Y los míos propios? ¿Y los contratiempos,

inconvenientes o reveses de la vida?

¿Me siento herido fácilmente? ¿Defraudado? ¿Frustrado? ¿He tenido

problemas con otras personas, o es la primera vez que me pasa algo

parecido?
¿Qué gano teniéndole rencor a esta persona? ¿A qué me ayuda? ¿En

qué tipo de persona me estoy convirtiendo gracias a esto? ¿Me gusta?

¿Cuánto tiempo llevo guardando estos sentimientos? ¿Eran así de

intensos desde el principio? ¿Qué es lo que me impide desprenderme de

estas emociones? ¿Quién sería yo si no me sintiera así? ¿Cómo actuaría

con la persona, si no le guardara rencor? ¿Y con los demás?

5º) REFLEXIONA
Una vez te hayas cuestionado todo esto, saca tus conclusiones. Quizás

te hayas dado cuenta de que tu rencor es más profundo, o que tiene

más que ver con temas tuyos, y no tanto con la persona en particular.

¡En ese caso, enhorabuena! Has llegado a un nivel muy profundo de

autoconocimiento, y has descubierto la clave para sanar profundamente

tu frustración.

6º) EMPATIZA
Ahora piensa en las razones o motivos que tenía esa persona para actuar

así. Empatiza con él/ella. Ponte en su piel, ten en cuenta las

circunstancias que tenía en su vida, cuando sucedió aquello. Date

cuenta de que cada uno hacemos lo mejor que podemos, con lo que

sabemos y tenemos en cada momento. ¿Quizás esa persona era alguien

inmaduro? ¿O algo egoísta y actuó sin pensar en las consecuencias, pero


en verdad no quería hacerte daño? Sea como sea, eres libre de pensar

lo que desees. Así que mejor elije lo que menos daño te haga, y más

paz te traiga, ¿no?

Para empatizar profundamente, sepárate del resultado de sus acciones.

Aunque sus actos fueran erróneos, trata de comprender qué le pudo

llevar a decir o hacer eso. Qué necesitaba, cómo se podía sentir, qué

esperaba obtener… Si te das cuenta de que es alguien inseguro, dolido,

torpe, con pocas habilidades emocionales, o vulnerable… seguramente

te resulte más fácil dejar de personalizar lo que hizo y empezar a soltar

ese rencor.

7º) AGRADECE
Ahora piensa en (al menos) cinco cosas que le agradeces. ¡Sí, sí! No me

he vuelto loca. Siempre hay motivos para ello. Quizás esa persona se

portó bien contigo en otras situaciones. O puede que simplemente el

daño que te ha hecho, te haya servido para abrirte los ojos y darte

cuenta de ciertas cosas. Quizá este periodo te ha hecho ser más fuerte

y más sabio. Piensa qué cosas buenas te ha aportado, por las que estás

agradecido (a la persona, o a la situación).

8º) PERDONA
Suelta el boli un momento. Retírate para atrás en la silla, pegando bien

la espalda al respaldo, alejándote del papel. Cierra los ojos y respira

profundamente. Di en alto: “Por respeto a mí mismo, perdono a

(nombre)”.

Respira de nuevo calmadamente. Nota como, aunque aún no te lo

llegues a creer del todo, poco a poco vas resistiéndote menos.

Di en alto: “Por mi propia felicidad, calma y libertad, perdono a

(nombre)”.

Repite este paso completo todas las veces que necesites, hasta que

puedas decirlo sin revolverte apenas por dentro.

9º) PÍDELE PERDÓN


Vuelve al papel. Anota ahora 5 motivos por los que tú le pides perdón a

la persona. Recuerda que no hace falta que le des la carta ni hables con

él/ella si no quieres; esto es para ti.

¿Qué crees que hiciste mal (o no del todo bien) con respecto a esta

persona? ¿Cómo hubieras preferido comportarte? ¿Te arrepientes de

algo? (piensa no sólo en el momento del conflicto, sino también en toda

vuestra relación)
10º) APRENDIZAJES
Suelta el boli, vuelve a separarte del papel y a respirar tranquilo unos

segundos. Toma perspectiva. Piensa en el ejercicio tan profundo que

acabas de hacer.

¿Qué has aprendido? ¿Qué es lo que te ha costado más? ¿Y lo que

menos? ¿Qué conclusiones sacas de todo ello? ¿Te has dado cuenta de

algo importante? ¿Ves ahora a la persona del mismo modo que lo hacías

antes? ¿Y a la situación? ¿A ti mismo? ¿Cómo te sientes ahora? ¿Te

notas más liberado?

Vuelve al papel y escribe al menos 5 cosas que hayas aprendido (del

ejercicio, de la persona y/o de la situación)

Para terminar, respira tranquilo y (si puede ser, sonriendo) repite en

alto: “¡¡TE PERDONO (nombre)!!”

¡¡Enhorabuena!! Por fin has terminado el ejercicio. ¡Siéntete orgulloso

por semejante esfuerzo! Seguro que no ha sido nada fácil…

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