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CHARLAS DE VESTUARIO: PEQUEÑA GUIA DE SUPERVIVENCIA

Cualquier charla evidentemente tiene su importancia en el rendimiento del equipo y en el plano individual.

Vivimos en una época en la que cualquier aficionado al deporte, a poco que rasca mínimamente en la superficie de
internet se encuentra con épica, toneladas de épica, en forma de charlas de técnicos a sus deportistas. Es mas, a
menudo se insinúa la idea de que las charlas de vestuario son un ingrediente indispensable de cara a alcanzar una
victoria, o incluso un objetivo de temporada. Esa accesibilidad que disponemos puede suponer, más allá de su gran
valor como documento para el aficionado medio (que con estos videos accede a la realidad del vestuario por más o
menos tiempo) un arma de doble filo.

Por un lado, podemos ver cómo los equipos profesionales (e incluso amateurs que cuelgan esos vídeos en
plataformas como youtube) viven ese momento, qué tipo de mensajes emplean (incluso elementos no tan naturales
como la música), pero a su vez multiplica el riesgo de caer en el error de pensar que todas las charlas deben ser
épicas, plagadas de mensajes motivacionales, para que el equipo pueda alzarse con la victoria final (riesgo que
aumenta exponencialmente cuanto menor es la experiencia del entrenador, lógicamente).

La cuestión que venimos a plantearnos con este artículo no es otra que la siguiente pregunta: ¿Qué debe tener una
charla para ser efectiva? probablemente esta sea una de las preguntas del millón que se hace cada entrenador a lo
largo de su carrera, especialmente durante los primeros años al frente de equipos, hasta que encuentra su propia
fórmula de manera bien autodidacta, bien a través de su formación o colaboración con otros profesionales.. Como
con cualquier otro tipo de habilidad alcanzar una cierta efectividad y soltura requiere no solo talento y esfuerzo, sino
también un proceso de maduración, y el dar charlas efectivas a un grupo de jugadores, en este caso, no es ninguna
excepción. Pero detengámonos un momento, ¿qué es una charla efectiva? ¿es la que nos hace ganar un partido?
incluso miremos más allá ¿es una charla prepartido o en el descanso lo que nos hace lograr esa victoria?

La respuesta a esta pregunta es clara. No. Nunca ganaremos un partido por una charla, por magnífica que esta sea o
incorpore toneladas de épica en su contenido. Como técnicos, es importante entender que lo que nos hará ganar el
encuentro será el hecho de que los jugadores consigan realizar sobre el campo aquellas conductas que sí llevan a la
victoria, como que el equipo realice correctamente determinadas acciones defensivas, sea eficaz en las transiciones,
que finalice jugadas, o que logre dominar las segundas jugadas si nuestro rival propone juego directo, por ejemplo.
No debemos caer en el error de considerar que la charla es la parte más importante del entrenador en el momento
de la competición, ni mucho menos. Si en el fútbol como en (cualquier deporte) influyen el aspecto táctico, el
técnico, el físico y el psicológico, mal haremos si consideramos que se ha llegado a tal resultado exclusivamente por
una de esas cuatro patas de la mesa, en este caso la psicológica.

Pero las charlas evidentemente tienen su importancia en el rendimiento del equipo. Y ahí es donde el entrenador
debe analizar un buen manojo de variables además de tratar de jugar con ellas. El principal objetivo de la charla es
lograr que los jugadores sepan a nivel técnico-táctico, qué tienen que hacer (en ese encuentro, o en esa segunda
mitad) en favor de los intereses del equipo, y a nivel psicológico, tratar de influir en la dirección apropiada en las
variables que afectan a ese rendimiento, como pueden ser el nivel de activación psicofisiológica, el estrés o la
autoconfianza. La charla será más efectiva en la medida en que adaptemos el tono, el tiempo, los mensajes, etc... al
estado del equipo y a sus necesidades en el momento de recibirla. Evidentemente el proceso es complejo. Más
incluso en las charlas durante el descanso o previas a una prórroga en que el entrenador debe hacerlo casi sobre la
marcha, con escasos minutos de preparación. Los equipos que disponen de un psicólogo deportivo pueden ser
asesorados por este (in situ) de cara a orientar al entrenador, al igual que por otros ayudantes como el segundo, un
auxiliar, etc...pero es el míster quien debe decidir sobre dos aspectos claves sobre la charla: El "qué" va a decir y el
"cómo" lo va a decir. Los analizaremos un poco más en profundidad.

"El qué": es importante saber de antemano qué mensajes consideramos como imprescindibles de cara a esa charla,
sea esta pre-partido, o durante el descanso. Respecto a este último caso, un gesto tan sencillo como que el
entrenador (o uno de los ayudantes a indicación de este) vaya anotando los aspectos que considera debe mencionar
en ese descanso puede ser de gran ayuda para que esa charla consiga su objetivo. En cuanto a las charlas prepartido,
evidentemente se dispone de más tiempo para su preparación e incluso podemos utilizar herramientas psicológicas
como la práctica en imaginación para ir mejorando nuestra destreza en esta habilidad.

En las charlas -especialmente en las de mitad de partido- pueden alternarse mensajes emocionales (desde positivos,
como felicitaciones, expresando la satisfacción por ver al equipo plasmar el plan sobre el terreno de juego, etc..
hasta negativos, como abroncar al colectivo o a jugadores concretos) o racionales, enfocados tanto a lo qué está
aconteciendo sobre el césped como a lo que cómo técnicos buscamos que ocurra. En cualquier caso no es
recomendable abusar de unos u otros salvo circunstancias concretas. Tampoco se deberían utilizar términos
abstractos o demasiado generalistas para que el entrenador describa aspectos del juego sino tratar de aludir a
aspectos concretos y controlables por los jugadores. No es lo mismo decir el típico "¡hay que echarle más narices!"
que decirles a los jugadores "Es importante ganar los duelos individuales" o "tenemos que ser mucho más fuertes en
los balones largos" . A mayor especificidad en las ideas que se expresen, más fácil es que el jugador tenga claro qué
es lo que se espera de él y de su equipo, aumentando su sensación de control respecto a la situación de juego.

"EL COMO": Distinguiremos en cuatro variables importantes respecto a cómo vamos a dar esa charla. El tono, la
estructura de los mensajes, el contacto ocular y el tiempo.

Respecto al tono debemos pensar en qué le puede venir mejor al equipo en ese momento. ¿Vamos a dar una charla
más emocional o más racional? ¿Vamos a desahogarnos con ese discurso o realmente estamos pensando qué es lo
que le viene mejor al equipo? ambas pueden llegar a ser útiles según el contexto en que se realicen ( trayectoria del
equipo, circunstancias alrededor de ese partido o durante ese partido, etc...) Si por ejemplo percibimos que nuestro
equipo está atenazado por los nervios ante un partido importante, o tras una mala primera parte, si el míster entra al
vestuario dando un portazo, y se desahoga, estaremos contribuyendo a aumentar los niveles de estrés de los
jugadores seguramente por encima de lo recomendable, lo que afectará a su rendimiento. En este punto relativo al
tono, es importante saber manejar también las pausas y las diferentes entonaciones. Cuanto más monótona (ya sea
por gritos o por emplear un tono demasiado calmado) sea la charla, más probable es que los jugadores
"desconecten" por muy importante que sea su contenido. Con mesura, manejando bien esas pausas y entonaciones,
facilitaremos que el jugador mantenga su atención.

La estructura de los mensajes también tiene su peso. En la medida en que los mensajes sean más concisos, el
jugador generalmente no solo los recibirá (entenderá) mejor, sino que además probablemente los interiorizará , esto
es, los asumirá como propios y los llevará a cabo sobre el césped. No tenemos que argumentar cada decisión ni cada
indicación, pero el uso de oraciones en formato "Si---entonces..." puede ser de gran ayuda para los jugadores a la
hora de reconocer las situaciones en que deban llevar a cabo tales acciones en el partido. Y si terminamos en alguna
de ellas contextualizando el posible beneficio de llevarla a cabo de manera correcta, estaremos dando un paso más
allá. No es lo mismo escuchar "Al recuperar, dale para arriba a que la cace Fulano y vamos todos" que "Si logramos
recuperar, buscamos rápido a Fulano. Ellos tienen problemas en las transiciones y ahí podemos hacerles mucho daño
con nuestra velocidad". Seguro que alguno de los lectores recuerda el mítico capítulo de la serie "El Principe de Bel
Air" en el que todas las instrucciones del entrenador eran "Pasársela a Will". Es un buen ejemplo de cómo NO
plantear un trabajo en equipo.

El contacto visual con los jugadores es otra parte importante, y además puede ser utilizado en una dirección u otra
según entendamos requiere la situación. Si estamos pidiendo algo a un jugador o jugadores concretos,
evidentemente el mantener un contacto visual natural facilitará que este "conecte" con esa idea y la asimile como
propia, haciendo más probable que esta ocurra.

En cuanto al tiempo, evidentemente estaremos limitados por las diferentes circunstancias que marquen el contexto,
tal y como hemos venido afirmando a lo largo del presente texto a la hora de distinguir entre charlas prepartido,
durante el descanso o de cara a una prórroga. Pero es importante encontrar un término medio, no por ser una charla
más larga será más efectiva, ni por ser demasiado breve. Un punto importante a tener en cuenta en este sentido
tiene que ver con las charlas del descanso: es recomendable dejar que los jugadores "descansen" física y
mentalmente antes de recibir esas instrucciones del medio tiempo, entre tres y cinco minutos, lo que facilitará su
capacidad de atención cuando comencemos.. Además como técnicos, podemos hacer de la necesidad virtud y
aprovechar ese tiempo para organizarnos y estructurar nuestros mensajes, solos o en compañía de nuestros
ayudantes.

UN PEQUEÑO TRUCO: EQUIPO SOMOS TODOS.

El entrenador es el responsable directo del comportamiento del equipo,pero no por ello esta fuera del mismo,
evidentemente. Por ello, el uso del "nosotros" por encima del "vosotros" facilitará que los jugadores no solo perciban
que el entrenador está con ellos (y no se lava las manos, como se diría coloquialmente) sino que además facilitará la
identificación con los mensajes que reciban de él.

UN ERROR TÍPICO: LOS EXCESOS DE MOTIVACIÓN.

Errores habituales en las charlas suele haber muchos. Por ejemplo, en torno a una variable tan importante en el
deporte como la motivación, una de las ideas más extendida es la de la motivación extra para los grandes partidos
(derbis locales, enfrentamientos con rivalidades históricas, finales, jugarse un ascenso entre dos equipos, etc...).
Como si un jugador no estuviera lo suficientemente motivado para un partido así, cuando en realidad lo está desde
que empezó a dar sus primeras patadas en fútbol 7 o jugando con los amigos en la calle. En cambio, por ejemplo,
para esos partidos en casa, frente a rivales que no son atractivos ni de nuestra liga...¿no haría falta ahí ese extra de
motivación durante la charla?

¿Y CÓMO SE SI MI CHARLA HA SIDO EFECTIVA?

La respuesta a esta última cuestión viene implícita en todos los párrafos anteriores, pero la explicitaremos algo más: .
De igual forma que al analizar las decisiones tomadas en los apartados técnico, táctico y físico. Esto es, aislando ese
análisis del marcador. Si por ejemplo, en el plano táctico habíamos indicado a nuestro equipo que busque opciones
de gol con entradas por ambas bandas, pero hemos perdido, no deberíamos establecer un silogismo "Intentar entrar
por las bandas me ha hecho perder/ganar" sino tratar de analizar los procesos y conductas, esto es, ver si se
consiguió entrar por bandas y si eso influyó en el partido y en qué sentido. Con las charlas podemos hacer lo mismo.
Analizar qué pretendíamos con la charla e interpretar que ocurrió después. Si pretendíamos que el equipo "subiera
un par de marchas", ver si el equipo estuvo más activo a nivel psicofísico no mientras el partido se mantuvo igual, por
ejemplo. Si pretendíamos que nuestros jugadores cambiaran su actitud tras pérdida, ver si esto ocurrió o no, pero
tratando de no vincularlo al resultado del partido.

Se quiera o no, ese resultado depende de muchos factores que no dependen de nosotros, pero en la medida que
consigamos que los factores que sí dependen de nosotros se desarrollen en pos de nuestros intereses, más cerca
estaremos de conseguirlo. Y ahí, las charlas, si pueden poner su granito de arena a nuestro favor.

IMPORTANCIA DEL MODELO DE JUEGO EN LA TOMA DE DECISIONES

Se debe crear un ‘paisaje mental’ porque el desarrollo del juego tiene que nacer primero en la cabe

Si nuestro cerebro no creara modelos de acción para la realización de nuestras situaciones cotidianas, algo que
puede parecer tan sencillo como cruzar la carretera sin semáforo se convertiría en un proceso de decisión tan
complejo que tardaríamos horas en tomar la decisión de cuando cruzar, en función de los miles de variables que hay
que tener en cuenta para no ser atropellado (número de coches, distancia, velocidad de los vehículos, velocidad
propia, etc.).

Con el juego del fútbol, nos encontramos en la misma disyuntiva, sino hay una determinación previa de la forma de
ocupar los espacios, con y sin balón, y una serie de principios de actuación que nos ayude anticipar las respuestas, las
decisiones se tornarían excesivamente complejas y tardaríamos horas en tomar una respuesta adecuada, y
evidentemente este tiempo no existe.

Para ello el entrenador, atendiendo las virtudes de su plantilla debe crear un modelo de acción con unos principios
de actuación determinados, que ayuden al jugador a anticipar la decisión en un entorno cambiante y lleno de
incertidumbre.

La realización regular de los principios de acción creados para nuestro equipo, hace que los jugadores creen una
familiaridad con una lógica de funcionamiento que los lleva a anticipar con mayor eficacia y menos esfuerzo los
acontecimientos durante la competición.

Esta capacidad de anticipación nace cuando esta experiencia se graba en el cerebro como un hábito. Queda claro la
importancia del entrenamiento para que este mecanismo puede llevarse a cabo. Jacob y Lafargue (2005) contribuyen
también para una mejor comprensión de la anticipación exponiendo que cuando se produce un acto voluntario, el
cerebro realiza una copia eferente que predice instantáneamente los efectos de la acción y por el contrario cuando
el acto es realizado de forma involuntaria, el cerebro no anticipa y es preciso algún tiempo de latencia para poder
percibirlo. El entrenamiento adquiere aquí la relevancia capital pues apenas podemos predecir aquello que ya
hicimos y conocemos su resultado. Estas experiencias deben tener sede en el proceso de entrenamiento, pero
debiendo ser este Específico, en relación con los comportamientos tácticos deseados, o sea, si entrenamos los
comportamientos tácticos, conocemos sus efectos y eso es un aspecto a tener en cuenta en la consecución del juego
pretendido. Por lo tanto un jugador consigue hacer bien determinado comportamiento si primero lo comprende y
después comprueba que el mismo es beneficioso, tanto para el equipo como para él.

Atendiendo a esto último si creamos ejercicios con una gran dificultad que sea muy complicado conseguir el objetivo
estipulado, esto tendrá un efecto contraproducente en la asimilación de estos comportamientos en el jugador, el
jugador debe sentir en la práctica la validez y la utilidad de aquellos que ha realizado.

Changeux (cit. Por Carlos Campos, 2009) nos traza una noción que se revela importante, para estimar al Modelo de
Juego como guía del proceso de entrenamiento; como es el concepto de Objetos Mentales: “Representaciones
internas que indican que un cierto objeto del mundo exterior debe ser la causa del mismo efecto comportamental (o
acción) sobre el mundo en todo individuo. Una representación se definiría así por su acción causal sobre el
comportamiento y el mismo sobre los estados internos.” De aquí podemos extraer que la idea de juego del
entrenador (modelo) creado para su equipo se puede equiparar a un objeto mental. Esta idea relaciona con que el
modelo de juego es transmitido a través de ejercicios que dotan a todos los jugadores con los comportamientos
concordantes con ese modelo establecido.

El ejercicio se convierte a partir de esta afirmación en herramienta básica para la creación en la mente del jugador de
la cultura organizacional que se pretende para el equipo. Y según Rui Faria (2006), “el objetivo será siempre el
mismo: tornar cerebral la dinámica comportamental que es la organización y la filosofía. Crear intenciones y hábitos.
Tornar consciente y después subconsciente un conjunto de principios de forma que se manifieste una determinada
forma de jugar”.

“Se debe crear un ‘paisaje mental’ porque el desarrollo del juego tiene que nacer primero en la cabeza de los
jugadores” (Vítor Frade).

Para facilitar la operacionalización del modelo en la mente del jugador es conveniente entrenar cada situación en la
zona o zonas del campo en que queremos que se produzcan. Con una presentación visual del modelo de juego, el
entrenador y el jugador disponen de una referencia precisa para que exista sintonía en la acción. Ayudando esto a
facilitar las interacciones entre compañeros y anticipar la decisión en los diferentes momentos del juego.

Este paisaje mental del modelo y su exposición visual ayudará al jugador a entender mejor la globalidad del juego
pudiendo interpretar en cada momento en que “subfase” se encuentra y que principios de juego debe manifestar.

Para esto el Modelo debe estar perfectamente definido, así como sus principios, tanto para poder crear los ejercicios
y herramientas adecuadas como para que pueda ser asimilado por los jugadores.

PUNTOS FUERTES Y DÉBILES DE LOS ENTRENADORES DE FÚTBOL

Recogemos aquí las características que todo entrenador debería tener y aquellas que se podían haber quedado por
el camino. Los puntos fuertes y débiles de los entrenadores.

A lo largo de la historia del fútbol, hemos contado con técnicos legendarios y otros menos buenos. Sin lugar a dudas,
los mejores entrenadores de fútbol se caracterizaban por tener unos puntos fuertes bien marcados. Entre ellos,
dominar muy bien el liderazgo y entender el fútbol como una estrategia conjunta. A la contra, los malos fallaban en
cuestiones muy específicas.

Recogemos aquí las características que todo entrenador de fútbol debería tener y aquellas que se podían haber
quedado por el camino. ¿A qué entrenadores de fútbol pondrías en cada punto como ejemplo?

Lo que todo entrenador de fútbol debería tener

1. Transmite confianza y se relaciona

Para un buen entrenador de fútbol, la psicología es primordial. Se debe tener en cuenta a cada miembro del equipo:
estar en sus fortalezas, sus momentos y debilidades y prestar la atención debida a cada cual. Generar un campo de
confianza mutua es esencial para poder entender qué puede estar fallando en un momento concreto. Un buen
técnico no se esconde de su equipo: se relaciona con él y comparte sus momentos. Eso sí, sin entrar excesivamente
en lo personal hasta el punto de perder la objetividad.

2. Explica sus argumentos

Si sólo el entrenador conoce su plan, por muy bueno y efectivo que sea, ¿de qué sirve si no se transmite? El principal
factor motivacional de los equipos es saber los objetivos conjuntos y las metas que se pretenden conseguir. Cuando
el equipo tienen interiorizado esto, motivarse es más sencillo. Cuando no, un desastre. ¿Cómo te vas a motivar sin ni
siquiera saber cuál es el plan? Por ello, cada paso y cambio de estrategia, tiene que ser debidamente expuesta y
verbalizada con todo el equipo. No se trata de discutirlas: para eso tú eres el entrenador; se trata de asegurarse de
que todo el mundo sabe hacia dónde se va. Explicar el porqué de las cosas es fundamental.

3. Plantéate qué es ser un líder

El liderazgo no tiene nada que ver con mandar y establecer autoridad, tiene que ver más bien con que la gente te
siga simplemente porque le sale seguirte. Para ello, debes inspirar al equipo y tomar decisiones que estén
fundamentadas y que sean para mejorar el bien común. Es muy difícil entrenar el liderazgo: hay gente que lo tiene
de manera innata. Sin embargo, no es imposible; existen coaches para realizar trainings sobre este aspecto. El resto
de personas tienen que confiar plenamente en ti y sentirse seguros ante tus “órdenes”.

4. Reconoce los errores

Ser un buen míster no significa no equivocarse nunca. Cuando nuestras estrategias fallan, es necesario verbalizar que
estamos estudiando e investigando nuevas posibilidades. El “estamos en ello” es fundamental. Lo que el resto debe
recibir es que nos hemos dado cuenta y estamos poniendo todo el ímpetu para cambiarlo.

5. Sé una persona visionaria

Este punto está intrínsecamente relacionado con el anterior. Si todo el mundo se da cuenta de que fallamos o de que
el camino está claramente por otro lado menos nosotros, es muy difícil ganarse el respeto del público y el equipo
como técnico. Debes ser el primero en darte cuenta de los errores y asumirlos y el primero en encontrar la
respuesta. Ser una especie de visionario del juego. Comunicar cada proceso es importante para que se entienda que
lo vemos y que lo vamos a cambiar o a aplicar.
LO QUE TODO ENTRENADOR DEBERÍA OLVIDAR.

1. El Orgullo

Se confunde a veces con la “dignidad” pero son cosas distintas. El orgullo tiene que ver con la soberbia. A veces, ser
técnico de fútbol es complicado porque las críticas siempre van a estar ahí y la gente creerá en todo momento que es
capaz de hacer mejor tu trabajo. Sin embargo, si interiormente sabes que estás trabajando en ello, esto no tendrá
que preocuparte. Los pésimos entrenadores de fútbol de la historia se mantuvieron siempre en una actitud
excesivamente orgullosa que, a larga, no les sirvió para absolutamente nada. Se valora la humildad en el proceso.

2. Entrar en cuestiones personales

Estará bien si un miembro de tu equipo está mal, si hablas con él para entender por qué su juego falla. Ya hemos
dicho que esto de ser míster tiene mucho de psicología. Pero es cosa distinta entablar relaciones sumamente
personales con el equipo ya que esto te hace perder el norte y la objetividad. Tratos de favor, preferencias evidentes
y mostrar que alguien no te cae bien no es nada profesional. Estás para dar orden a las cosas: eres director de
orquesta; no estás para llevarlo todo al terreno de la susceptibilidad personal.

3. No escuchar consejo

Lo que nos dicen para mejorar el juego puede tener mucho valor. Los grandes genios aprendieron de otros: no
creyeron que lo sabían todo. Escuchar consejo es fundamental: quizás te señalen algo que no habías visto antes.

4. La borrachera de poder

Síndrome habitual tanto en grandes estrellas del fútbol como en técnicos de gran desconocimiento. Cuando se tiene
mucho poder es fácil creerse Dios. Sin embargo, las carreras de fondo saben que en la vida todo son subidas y
bajadas y que lo importante para mantenerse es seguir trabajando de manera dura y constante. Un entrenador
borracho de poder no lleva a nada. Es pan para hoy y hambre para mañana.

5. El enamoramiento de un juego que no funciona

Te has enamorado del posicionamiento que habías previsto que funcionaría: ¡era genial! Y, sin embargo, no funciona
y sigue sin funcionar. No aplicas el ensayo error, sino que te has empecinado -como entrenador- en seguir con esa
estrategia. Te has enamorado de ella porque te parecía genial pero lo importante es lo que ocurra en el campo. Si no
funciona, hay que probar otra cosa ya que lo único cierto es que no funciona. Los grandes entrenadores cambian
cuando se requiere siempre. Prueban y prueban hasta dar con su juego.

LA LÓGICA INTERNA, EL JUGUETE DEL ENTRENADOR PART.

Es importante tener en cuenta el espacio, el tiempo y el número de jugadores en cada ejercicio que realicemos.

Me gusta la frase que dice que la periodización táctica no es una metodología sino una forma de ver el fútbol. Y
también me gusta mucho otra que dice que no es una moda sino una forma de trabajar en especificidad.
Pero, ¿qué es la especificidad en el fútbol? ¿Nos hemos parado a pensar en ello? ¿Es especificidad trabajar la
resistencia en el monte o la fuerza en el gimnasio? ¿Son especificidad los trineos de arrastre?

Especificidad es aquello que hace del fútbol un deporte que se desarrolla en unas dimensiones determinadas donde
11 futbolistas luchan contra otros once por hacerse de un móvil, el balón, para introducirlo en unas porterías
reglamentarias durante un tiempo limitado.

Esto, el espacio, el número de jugadores, el balón, las porterías o el tiempo son lo que llamamos reglas de la lógica
interna. Son el juguete de los entrenadores, la plastilina con la que dan forma a sus tareas de entrenamientos. Ahora
bien, no debemos entenderlas de forma aislada sino como partes de un todo: el fútbol. Aún más, nuestra manera de
entender y jugar el fútbol.

Si tomáramos cualquier lance del juego, por ejemplo el gol de Giroud de anoche contra España, ¿podríamos
diseccionarla para determinar dónde comienza lo físico y termina lo psicológico? Imposible.

En este sentido, ¿cómo podemos entrenar haciendo distinciones y separando las diferentes dimensiones del juego?
El fútbol es táctico y el resto de dimensiones surgen por arrastre de la manera que tengamos de jugar al fútbol. Y
cuanto más perfilada tengamos nuestra manera de jugar, mejor la entenderán y la desempeñarán nuestros
jugadores. Esa manera de jugar es lo que llamamos “Modelo de Juego”.

Una vez que hemos estudiado el comportamiento, las características y las relaciones entre nuestros jugadores
establecemos los principios y subprincipios que regirán nuestra manera de jugar al fútbol, nuestro modelo. Y más
tarde, estableceremos los objetivos de trabajo semanales en función del partido anterior, de la dinámica del equipo y
del próximo rival.

Cuando hacemos una composición general de la semana, el primer paso es diseñar la próxima la sesión de
entrenamiento y, una vez terminada esta, la siguiente. Y así hasta el partido, porque nuestro objetivo es preparar al
equipo para competir con éxito.

Cuando hacemos una composición general de la semana, el primer paso es diseñar la próxima la sesión de
entrenamiento y, una vez terminada esta, la siguiente. Y así hasta el partido, porque nuestro objetivo es preparar al
equipo para competir con éxito.

Pero todo esto, que parece tan sencillo, es bien complicado porque engarza, o debería hacerlo, varios principios
metodológicos trascendentales: el principio de entereza inquebrantable ¿Cómo puedo diseccionar el fútbol en partes
diferentes? El principio de especificidad (Al fútbol se juega en el terreno de juego, con adversarios, balón, porterías, y
durante un tiempo limitado). El de las propensiones (Quiero que se repitan muchas veces los principios que he
priorizado trabajar durante la semana). El de progresión compleja (Ni puedo ni debo exigir el mismo nivel de
desempeño a los jugadores en las tareas de septiembre que en las de marzo). O el principio de alternancia horizontal
(Debo alterar y distribuir la demanda fisiológica y emocional que conllevan las tareas de entrenamiento para llegar
en las mejores condiciones biológicas a la competición).

Y es en este apartado, llamémosle puchero si queremos, donde el entrenador ayudado por su cuerpo técnico, debe
cocinar sus entrenamientos partiendo no ya de la tarea como unidad mínima de trabajo sino de las reglas de la lógica
interna.
Partiendo del principio táctico que pretendemos trabajar de cara a la próxima competición, no entrenaré con la
misma estructura el martes que el miércoles. Pongamos un ejemplo.

Pretendemos trabajar la transición ofensiva y para ello echamos mano de la lógica interna: trabajar en espacios no
muy amplios (30x30), con pocos jugadores (3x3 con dos comodines exteriores y uno por dentro), con varias porterías
(cada equipo defiende 3 mini porterías) para facilitar la tarea tras la recuperación del balón y durante un tiempo de
trabajo de no más de 2 minutos para que se trabaje con intensidad, se produzcan muchas situaciones de transición y
se desempeñen con una alta concentración táctica. Y, más importante incluso que el tiempo de trabajo,
estableceremos un tiempo de descanso de 4 minutos que aprovecharemos para hidratar, corregir y estirar bien los
grupos musculares sobre los que estamos actuando.

El miércoles también pretendemos trabajar la transición pero aumentaremos el espacio, el número de jugadores, el
tiempo de trabajo, etc. de manera que el equipo se vaya acostumbrando a lo que se encontrará el sábado durante la
competición. El nivel de éxito en la tarea será menor en tanto aumente la complejidad.

Como entrenadores de fútbol nuestro deber es conocer el juego, ese “todo”, para así poder entender a los jugadores
y elaborar una estructura táctica y un soporte técnico adecuado a sus características y relaciones. Y cocinar los
mejores entrenamientos combinando los rasgos de la lógica interna para lograr que el desempeño del equipo tenga
éxito en la competición y durante su proceso de formación como jugadores. No olvidemos que el proceso de
formación es tan importante como el éxito durante la competición.

JUGADOR DE FÚTBOL VS FUTBOLISTA

El formador (hasta jugadores de 17 años) tiene que enseñar-guiar, evaluar quien será jugador de fútbol y quien será
futbolista

En una ocasión anterior escribía sobre la Toma de Decisiones en el fútbol formativo, en el artículo diferenciaba al que
juega al fútbol y el que entiende el juego. Perfectamente se les podría denominar como Jugador de fútbol y
Futbolista, en uno u otro caso.

En esta ocasión quiero referirme al aspecto más personal que futbolístico. Jugador de fútbol es cualquier persona
que practique este deporte. Futbolista las personas que se dedican al fútbol con profesionalidad, personas que aman
su profesión. La primera vez que leí estas dos acepciones, fue en una entrevista a Valerón hace unos tres o cuatro
años. Decía: “hay jugadores de fútbol y futbolistas. Yo soy futbolista porque amo mi profesión”.

ES MUY DIFICIL LLEGAR A SER PROFESIONAL

En el caso de España de cada 650 personas que juegan al fútbol, sólo 1 llega a ser profesional (1° o 2°). En Perú, país
en el que actualmente resido, llega 1 de cada 700 (1° y 2°). A nivel mundial hay 265.000.000 personas que practican
fútbol. Se sitúa la media en 1 de cada 1.000 que llegan a profesional (desde Cristiano Ronaldo y Messi hasta un
jugador de la liga de Ruanda), en 1 de cada 10.000 los que llegan al máximo nivel (a alguna de las 50 ligas nacionales
más importantes), 1 de cada 50.000 llega a una de las 10 grandes ligas nacionales.
Realmente llegar a ser jugador profesional es más difícil de lo que muchos piensan. En una charla denominada “El
fútbol infantil y el papel de los padres”, que he ofrecido en varias ocasiones en la Escuela de Directores Técnicos de la
Federación Peruana de Fútbol, siempre digo que estadísticamente hay más posibilidades de que sus hijos ganen
dinero siendo abogados que futbolistas. Ofrezco los datos comentados anteriormente, para hacerles ver la
importancia de que no dejen de lado los estudios. Los padres, en Sudamérica aún más que en Europa, ven a sus hijos
menores que destacan en las primeras edades como posibles futbolistas profesionales, cuando el camino es largo y
duro. Quizás deberían entender las diferencias entre jugador de fútbol con futbolista, y entender que con 12-16 años
un jugador puede destacar, pero luego con 17-20 años en la mayoría de las ocasiones llega el que con 12-16 no
despuntaba tanto, pero se dedicó a trabajar en silencio. Humildad, trabajo, dedicación, capacidad y suerte son las
claves.

Jugar al fútbol y ser futbolista son cosas bien distintas. Jugar al fútbol lo hacen ambos, el jugador de fútbol y el
futbolista. Al primero no le gustan los entrenamientos, ni cuidarse. Da igual la edad, se detecta desde temprano. El
futbolista se cuida, descansa, hace todo lo posible por mejorar, le gusta entrenar porque sabe que es necesario para
su mejoría, etc.

Son muchos los casos de jugadores que en edades tempranas destacan pero son más proyectos de jugadores de
fútbol que de futbolistas. Otros que destacan menos son los que suelen llegar. Siempre pongo el ejemplo de Gatusso,
un jugador que seguramente por sus características, no era ni de lejos el mejor de su equipo en categorías menores.
Seguramente jugadores mejores, que destacaban más que él, se quedaron en el camino. Iniesta un día decía que
había jugadores mejores que él en categorías inferiores en el Barcelona, pero no llegaron. Cuando uno destaca y
piensa que llegar es cuestión de tiempo, o piensan que con su calidad llegarán, tiende a relajarse, no se preparan, no
se cuidan y terminan por quedarse en el camino. Sin embargo otro jugador que a priori parecía que tenía menos
cualidades termina llegando. Esto ocurre en todas partes, por eso siempre digo, uno puede ser entrenador de fútbol,
pero en ciertas edades primero hay que ser formador.

El formador (hasta jugadores de 17 años) tiene que enseñar-guiar, evaluar quien será jugador de fútbol y quien será
futbolista. En el caso de detectar jugadores de fútbol, chicos que no quieren entrenar, no se cuidan, etc… intentar
hacerles entender que ese no es el camino y cuál es el correcto. En muchos casos por mucho que el formador lo
intente será inútil, pero no debe tirar la toalla.

El que actúa sólo como entrenador en estas edades, tiende a cometer un grave error. Se dedica a preparar sólo a los
que destacan e ignora a los que no destacan tanto. A corto plazo se obtienen resultados deportivos, pero a largo
plazo no salen futbolistas. El que actúa como formador, prepara a todos por igual y detecta quien va encaminado a
ser jugador de fútbol y quien futbolista.

ALGUNOS JUGADORES DE FÚTBOL LLEGAN A SER PROFESIONALES

Pero hay algunos jugadores de fútbol que llegan a ser profesionales, no todos se quedan por el camino. En el Perú es
muy claro el caso de Raimond Manco, un jugador de fútbol que de haber sido futbolista estaría triunfando en alguno
de los clubes más importantes de Europa. No en vano en 2007 fue elegido mejor jugador en el Sudamericano sub 17,
en el que también participaba James Rodriguez. Actualmente James Rodriguez todos sabemos dónde está, y Manco
se encuentra en el UTC de la Primera división peruana, después de haber salido por la puerta trasera de Holanda,
Arabia Saudí y México.
La calidad de Manco es indiscutible pero no entendió que la carrera de un futbolista es muy corta, que hay que
prepararse cada día, cuidarse, mejorar y dar el cien por cien. En el fútbol profesional el partido no dura 90 minutos,
dura 10-15 años. Cuando uno se retira (con 35-40 años) se sigue siendo joven, y hay tiempo para todo.

FORMAR PERSONAS

En menores el resultado debe ser a largo plazo, el fin es formar personas, inculcarles valores. Si alguno llega a ser
profesional será una “medalla” enorme para el entrenador-formador, pero hay que tener en cuenta que
estadísticamente de cada 1.000 jugadores que se entrenan sólo 1 podrá llegar a profesional, si eso ocurre habrá 999
que se habrán quedado en el camino. Por ello en menores debe primar formar personas por encima de lo demás, y el
fútbol es una herramienta poderosa para ello, más aún si tenemos en cuenta la cantidad de personas que lo
practican y la influencia que se puede tener sobre los mismos.

EL ESTABLECIMIENTO DE OBJETIVOS

En este artículo hablo del establecimiento de objetivos en un equipo de fútbol.

En nuestra vida cotidiana continuamente establecemos objetivos: aprobar un examen, ir al gimnasio o aprender
inglés son solo algunos ejemplos. Igualmente hay objetivos en el deporte, que son parte del trabajo de planificación y
de psicología en el futbol.
¿Y qué hay acerca del establecimiento de objetivos en el mundo del deporte? Teniendo en cuenta, en primer lugar,
el período más amplio (la temporada completa) y después, los distintos períodos intermedios (macrociclos,
mesociclos, microciclos y sesiones de entrenamiento), el entrenador debe decidir, junto a su plantilla, cuáles son los
objetivos que tendrían que alcanzar sus deportistas, colectiva e individualmente. Una buena planificación de
objetivos indica cuál es el camino para llegar al éxito, ayudando a mejorar la concentración y la dirección del
esfuerzo, Sin embargo, sin objetivos definidos, el equipo tenderá a ir sin rumbo durante la temporada, sin tener claro
cuál es el fin de su trabajo y sin la motivación necesaria.

Objetivos de resultado y objetivos de realización

En primer lugar, distinguimos entre objetivos de resultado y objetivos de realización.

Los objetivos de resultado se refieren a resultados, ya sea colectivos (ganar la liga o mantener la categoría) o
individuales (marcar X goles o encajar X goles). Estos objetivos pueden ser de dos tipos:

- Intra-sujeto o intra-grupo ---> Resultados del deportista respecto a sí mismo (marcar X goles) o del equipo respecto
a sí mismo ( lograr un número determinado de puntos)

- Inter-sujeto o inter-grupo ---> Resultados del deportista respecto a otros compañeros (ser titular) o del equipo
respecto a otros equipos (ganar un partido)

Por su parte, los objetivos de realización incluyen las conductas individuales que los deportistas deben hacer para
poder influir en los resultados deseados. El cumplimiento de estos objetivos NO garantiza que se vayan a cumplir los
objetivos de resultado, pero sí aumenta la probabilidad de que se produzcan.
Establecimiento y evaluación de objetivos del equipo

Como es evidente, no basta con programar objetivos a la ligera y simplemente esperar a que se cumplan solos. Un
buen programa de establecimiento de objetivos debe cumplir al menos los siguientes puntos:

- Plantear objetivos a corto, medio y largo plazo ayuda a mantener constante y estable la motivación de los
deportistas y a que no caigan en el desánimo.

- Los objetivos deben suponer un reto para los futbolistas, de manera que no lo vean demasiado fácil, pero a su vez
que sean alcanzables, ya que marcar objetivos imposibles de conseguir sólo aumenta la frustración.

- Se deben combinar los objetivos de resultado con los de realización, salvo en edades tempranas, que sólo nos
preocuparemos de los objetivos de realización.

Objetivos

Objetivos de realización

Objetivos de realización

Objetivos de realización

Corto Plazo

Medio Plazo

Largo Plazo

Ejemplo de una tabla básica de establecimiento de objetivos

A medida que transcurre la temporada y una vez elaborado un establecimiento de objetivos a corto, medio y largo
plazo, llega el momento de evaluar.

¿Se están cumpliendo los objetivos a corto plazo? ¿Es posible que se cumplan los objetivos a medio plazo sin haber
conseguido los de corto plazo? ¿Debemos cambiar los objetivos por otros más ambiciosos?

La evaluación de objetivos se debe empezar a hacer al principio del programa de establecimiento y trabajarla de
manera constante en la medida que la temporada avance. La evaluación de objetivos puede tener varias formas,
pero la clave es ser coherente con uno mismo.

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