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Presentación
En este artículo presentamos diversos tipos de conocimiento producidos a partir de nuestras interacciones con la
realidad. Analizamos primero el sentido común como recurso que hace posible la generación de nuestros
conocimientos, luego algunos de los tipos más recurrentes como el conocimiento vulgar, el conocimiento
científico, el filosófico, el mágico-religioso, entre otros. Revisamos seguidamente los modos en que se articulan
estos diferentes tipos en nuestra vida cotidiana y por último sugerimos una serie de actividades para reflexionar
sobre este tema.
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Cuando esta posibilidad de hacer inteligible el mundo que nos rodea es compartida y elemental, se lo denomina
sentido común. El sentido común se genera en la familiaridad del día a día que instituye modelos de uso y de
organización de las cosas, contiene cierta coherencia. Aunque lo incorporamos espontáneamente en la
conciencia, permite captar el sentido de la realidad tan profundamente que hace difícil objetivarla.
Recordemos lo planteado por S. Langer cuando señala que “….El sentido común es el uso inconsciente de
categorías y conceptos que se adecuan a la experiencia común. Se ha desarrollado a través de las edades, desde
las más remotas formas de percepción y reacción característicamente humanas -esto es, desde las primerísimas
formas de pensamiento- hasta lo que hoy consideramos como el pensamiento sensato y lógico. Su desarrollo
gradual se refleja en la evolución de las lenguas”…. (Langer; 1968:267).
Los seres humanos para vivir tenemos que satisfacer una serie de necesidades: alimentación, comunicación,
vestimenta, cobijo, ente otras. Así a medida que resolvemos problemas en la vida cotidiana aprendemos sobre
variados y numerosos temas. Probablemente nadie se plantea cómo enseñar a otro a subir una escalera o cómo
tomar algún objeto. Los conocimientos acerca de estas prácticas son producidos a partir de nuestra experiencia
de vida, y quizás las “enseñanzas” recibidas solo hayan consistido en orientaciones verbales o en actos de
imitación, prácticas que hemos observado en otros adultos. Ese cúmulo de conocimientos producto de la
resolución de problemas cotidianos y espontáneamente generados es lo que denominamos conocimiento vulgar,
del cual todos somos poseedores y productores. Aunque cabe destacar que “…se trata de un saber socialmente
determinado; se lo comparte en tanto se forma parte de una comunidad dada y por el solo hecho de pertenecer a
ella. Por lo mismo que es espontáneo, está dominado por la sociedad respectiva y por las pautas que en ella
rigen; nuestro saber vulgar es así diferente del que es propio de los naturales del Congo o del que tuvieron los
hombres de la Edad Media.”…. (Carpio; 2004:37-38).
Como señalamos antes, frente la necesidad de resolver problemas, interpretamos la información disponible
generando conocimientos; éstos son necesarios para transformar o controlar la naturaleza. Pero ante fenómenos
imprevisibles y/o inexplicables, los seres humanos apelaron a fuerzas de otro orden, sobrenaturales, para darles
un sentido. Las consideraciones acerca de la muerte constituyen un buen ejemplo para comprender cómo se
desarrollaron los conocimientos mágico-religiosos.
Así surgen por ejemplo, las explicaciones para enfrentar la muerte. Las disquisiciones de los hombres primitivos
habrán sido muy diferentes a lo que nos planteamos en el siglo XXI, han pasado miles de años y se han
acumulado múltiples conocimientos por ello tenemos diversas explicaciones acerca de por qué se produce la
muerte.
En los mitos de creación de algunas sociedades también nos encontramos con seres sobrenaturales que
representan a diversas fuerzas, personajes con poderes especiales como el dios de la lluvia, la diosa de la
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fecundidad que permitieron a los grupos humanos responderse preguntas claves para su supervivencia como ¿por
qué llueve en determinadas épocas?, ¿cómo se gesta un niño? entre otras. Estos conocimientos generados a partir
de la incertidumbre y el temor tienen un fuerte componente emocional agregado al racional. Revisemos de qué
se trata.
Según el Diccionario Akal de Etnografía y Antropología la magia puede ser considerada como un “sistema de
inducciones a priori, realizadas bajo la presión de la necesidad. La magia consiste entonces en saberes, creencias
y prácticas compartidas, incluso iniciáticas, nacidas de la necesidad de actuar sobre fuerzas indescifrables e
impersonales, inherentes a la naturaleza o a algunas personas (mana). Se intenta manipular estas fuerzas o
captarlas para servirse de ellas”. (Bonte e Izard; 1996: 451).
Y si buscamos una definición de religión, en el mismo Diccionario Akal encontramos que se denomina religión a
la “actividad social que pone de relieve la existencia conjunta de creencias – en lo sobrenatural, en potencias
trascendentes, en una divinidad única en un conjunto de divinidades- y de actos – de prácticas rituales- que
pretenden establecer relaciones específicas entre los hombres y los seres o poderes extrahumanos, estando estos
actos basados en las creencias y formando con ellas un sistema al que se refiere un conocimiento ordinario
ampliamente compartido. (Bonte e Izard; 1996:629).
Como hemos visto magia y religión no son sinónimos, nos advierte G. Lienhardt esta distinción “La magia logra
sus fines mediante fórmulas y actos que son considerados intrínsecamente afectivos en una forma casi
determinista. (…) Por otra parte, la religión comprende un sentido de dependencia de poderes más altos cuya
ayuda se suplica y cuya ira se aplaca, pero que no están sujetos en ninguna forma al dominio del hombre”.
(Lienhardt, G. 1966:203).
Los hombres generan conocimientos mágico-religiosos como fantasías creativas ante la impotencia de dominar
la naturaleza y/o las relaciones con otros hombres en vez del fatalismo o la fuga; crean e inventan, argumentos
para aceptar o tolerar su realidad. Por ejemplo, los mitos traducen la dinámica y el lenguaje de la fantasía en una
visión comprensiva de la realidad que posibilita dar coherencia y unidad a la experiencia compartida. El ritual es
la escenificación concreta de las fantasías colectivas.
Utilizamos aquí la expresión creencias mágico-religiosas sin prestar mayor atención a las diferencias señaladas
por los antropólogos porque nuestro interés se centra en diferenciar este tipo de conocimiento de carácter
emocional y sagrado de otros sustentados en la racionalidad o en la practicidad.
Los diversos tipos de conocimiento intentan construir un orden del universo y coexisten interpenetrados. Así
como los modos de operar de las ciencias son poco prácticos para resolver ciertos problemas de la vida
cotidiana, también ante la imposibilidad de responder a todas las preocupaciones humanas, como ya
mencionamos, los seres humanos apelan al pensamiento mágico.
De las diversas formas de acercamiento a la realidad, resultan diversos tipos de conocimiento, además de los ya
revisados se encuentran el científico, el filosófico y el artístico. En una primera aproximación podemos señalar
que los conocimientos científicos son los que nos permiten explicar lo que ocurre en el mundo. Se caracteriza
por ser “… un conocimiento sistemático, verificable y metódico que resulta así fundamentado. Sus resultados son
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provisorios; por ende, la investigación puede llegar a reformularlos o reemplazarlos por otros nuevos. El
conocimiento científico llega a ser así objetivo.” (DIAZ y HELER; 1987: 75). En la segunda unidad del
programa nos detendremos a analizar sus singularidades.
El pensamiento filosófico surge como respuesta a interrogantes existenciales ¿cómo se creó el mundo? ¿existen
cosas u objetos fuera de nuestro pensamiento? Especula sobre temas de este orden, genera interpretaciones
acerca de los problemas, y amplía las perspectivas de análisis. Al respecto Fernando Savater afirma “a todos
algún día nos pasa una cosa que nos convierte en filósofos: la muerte de una persona amada, el fracaso de un
proyecto profesional, la derrota de una esperanza política. Al que le va todo bien, no ha terminado de ponerse a
pensar nunca, porque no le hace falta: las cosas van sobre ruedas y no piensa. Pensamos cuando de pronto algo
no funciona, cuando algo nos despierta.” (Savater; 2008: 12). En este sentido, sostiene Savater, que la filosofía
es la herramienta que nos permite cuestionarnos, reflexionar sobre nuestras prácticas.
Otra perspectiva sobre el origen del conocimiento filosófico, quizás la versión más institucionalizada a la hora de
presentar a la filosofía como disciplina, es la concepción que sostienen varios autores al afirmar que “la filosofía
brota de tres principales estados de ánimo -asombro, duda y angustia o preocupación por la finitud y por lo que
se debe hacer y no hacer-.” (Carpio; 2004: 16). De cierta forma se articula con lo que afirmaba Savater en el
párrafo anterior.
Cabría aclarar aquí que cuando hablamos de origen no nos estamos remitiendo a un tiempo cronológico, lo que
podríamos definir como inicio de la filosofía, -dar respuesta a ese interrogante excede los objetivos de este
documento-. El origen refiere a cualquier situación que permita y/o provoque la reflexión, cuestionamiento y
replanteos sobre algún aspecto de nuestra vida. Ahora bien revisemos brevemente como el asombro, la duda y
las situaciones límites permiten producir filosofía.
Al respecto Carpio sostiene “El filósofo pregunta a causa del asombro que en él despierta el espectáculo del
mundo (…) En el asombro el hombre se encuentra en una actitud directa, simplemente referido al mundo, objeto
de su mirada. Pero cuando aparece la duda, ocurre que esa mirada se repliega sobre sí, porque aquello sobre la
que la dirige no es ya el mundo, las cosas, sino él mismo, o con mayor, exactitud, su propia actividad de conocer,
su mirada entonces está dirigida a esa mirada misma. Puede decirse que con la duda se inaugura la reflexión del
hombre sobre sí mismo –reflexión sobre sí que llega a su forma más honda y trágica cuando el hombre toma
conciencia de las situaciones límites-.” (Carpio; 2004: 15).
Las situaciones limites podrían considerarse como “situaciones insuperables, (…) más allá de las cuales no se
puede ir, situaciones que el hombre no puede cambiar porque son constitutivas de su existencia. (…) Estas
situaciones “limitan al hombre, le fijan ciertas fronteras más allá de las cuales no puede ir, en este sentido ubican
al hombre en su finitud.” (Carpio; 2004: 15).
A partir de este breve recorrido sobre lo que provoca el conocimiento filosófico, sostenemos que el filósofo “va
de alguna manera cuestionando lo que los otros creen saber, y creando una inquietud con respecto a lo que los
otros quieren saber (…) siempre he dicho, [afirma Savater] que se filosofa no para salir de dudas sino para entrar
en dudas” (Savater; 2008: 11).
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El arte constituye otra forma de interacción con la realidad, la interpreta con un sentido estético; los artistas
expresan sus sentimientos, emociones, y certezas a través de diversos lenguajes y de este modo interpelan a los
sujetos provocando juicios de valor.
En la antigüedad la belleza era lo que otorgaba el sentido estético, ésta era concebida como un valor absoluto e
independiente de los objetos reales; estaba asociada a lo bueno. “La belleza tenía entidad propia, era
independiente de los objetos que la portaban, en este sentido era una entidad metafísica.” (Dallera; 1994: 159).
Esta concepción fue modificada en la modernidad, en tanto se replantea la concepción del hombre como sujeto
hacedor y productor de conocimiento, de belleza, de filosofía, etc. Aquí lo bello, deja de ser reconocido como
“valor absoluto sino que pasa a tener relación con el sujeto que aprecia el objeto portador de la belleza” (Dallera;
1994: 159). En este sentido la estética moderna se presenta como adecuación entre lo bello y el sujeto, y esa
adecuación se expresa en un juicio estético que es un juicio de valor”. Ahora bien este “juicio de valor es
considerado como producto de una actitud contemplativa y desinteresada del sujeto generadora del goce que
produce la obra de arte.” (Dallera; 1994: 159).
Actualmente esta concepción también se ha modificado. El artista del siglo XX ha terminado por hacerse la idea
de que el Arte no existe sino como arte, entendiendo a éste como expresión del ser humano, definido por su
época y por una problemática determinada. La época generalmente no solo define la problemática que representa
el artista sino también los elementos que utiliza y la forma en como los presenta. Ésta concepción nos habilita a
sostener que la problemática en un momento dado de la historia es la protagonista del arte, es lo que el artista
expresa con sentido estético.
Retomamos el concepto de belleza como eje para reseñar la concepción de lo artístico en sentido estético. En la
actualidad “lo estético (no coincide necesariamente con lo bello, puede proponerse una “estética de la fealdad”)
se re-presenta, es decir se postula una estética de la apariencia” (Dallera; 1994: 159). Pero por otro lado, la obra
de arte deja de ser considerada exclusivamente como un lugar/espacio de goce estético para ser considerada
como una de las posibles manifestaciones de interpretación de la realidad.
El arte puede considerarse el resultado de lo que un artista interpreta de la realidad. Esto se expresa con nitidez
en la producción artística del siglo XX, considerada como “compleja en su diversos aspectos, cambiantes y
contradictorios, que escapan a la comprensión general, traduciéndose en formas artísticas de signo parecido, de
la misma manera que la problemática de la civilización egipcia, granítica, inconmovible y al mismo tiempo rica
en matices, ha de conocerse analizando sus corrientes artísticas y las diferentes obras que han dejado.”
(Enciclopedia Historia del Siglo XX; 1996: 509).
Los conocimientos resultantes de esta capacidad de los sujetos para interpretar los flujos de información
disponibles (mundo externo) pueden ser tipificados de diversos modos según enfaticemos las fuentes, los
métodos, los usos, etc.
Haciendo énfasis en los productos de los procesos de conocimiento, seleccionamos una serie de rasgos que nos
permiten caracterizar diversos tipos de conocimientos; utilizaremos la comparación para establecer los aspectos
específicos y los compartidos entre éstos. Antes de avanzar presentamos los aspectos considerados:
Para interpretar el cuadro disponemos básicamente dos estrategias de lectura: 1) por las filas y 2) por las
columnas. Si analizamos las filas tendremos la posibilidad de comparar un mismo rasgo en los diversos tipos de
conocimiento; por ejemplo las formas de presentación. Así encontramos que algunos conocimientos están muy
organizados dado que se presentan como sistemas de ideas y otros en cambio, son meras agrupaciones con vagos
criterios para nuclearlos. Si observamos las columnas, podemos definir cada tipo en particular considerando las
diferentes dimensiones de análisis.
A modo de ejemplo, recuperando el contenido de la columna de los conocimientos mágico-religiosos podemos
construir la siguiente definición:
Conocimientos mágico - religiosos: surgen como un intento de explicación del mundo desarrollado por
especialistas tales como sacerdotes, hechiceros, pastores en base a revelaciones sobrenaturales, y se expresan a
través de los mitos, cánticos, rituales, oraciones, entre otros. Se distinguen de otras formas de conocimiento por
su carácter dogmático, sus enunciados no requieren pruebas empíricas, ni son puestos en tela de juicio dado su
origen.
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El sentido común que nos permite sortear las contingencias de la vida cotidiana resulta muy útil; los
conocimientos científicos nos permiten resolver problemas de otra índole, tales como mejorar la producción de
alimentos, adecuar las estrategias de aprendizaje, trasplantar órganos, generar programas sociales efectivos. El
conflicto se produce cuando en determinadas situaciones disponiendo de conocimientos científicos utilizamos
los de sentido común sin lograr los resultados esperados. Esto se hace evidente por ejemplo ante problemas de
salud, si optamos por la medicina popular y no por la científica quizás compliquemos un cuadro de enfermedad.
Reconocemos que para determinadas patologías, la medicina popular dispone de soluciones más eficaces
aunque restringidas a ese campo, por ejemplo el pasmo.
Si pretendemos construir una secuencia temporal para fijar en qué momentos fueron surgiendo cada tipo de
conocimiento, no llegaríamos a un acuerdo. Aunque es importante establecer que las combinaciones de formas
de conocer han variado según los contextos históricos y sociales, así como las relaciones entre éstas se
modifican constantemente. El sentido común podría considerarse la más antigua de estas modalidades por su
origen y utilidad; el arte también constituye una de las manifestaciones humanas más antiguas. Las ciencias son
un producto relativamente reciente se trata de un fenómeno surgido en la Edad Moderna.
No descalificamos ni desconocemos que compartimos otros tipos de conocimientos, de los cuales necesitamos
en diversas ocasiones. Probablemente ante la muerte de un familiar, nos sea mucho más útil ser un ferviente
creyente que ser un brillante científico porque quizás las respuestas que hallemos van a ser más contundentes y
efectivas desde la religión que desde las ciencias. Poco sirve ser muy leído en ciencias para cruzar la calle,
probablemente sea más útil el sentido común para reconocer el ruido de un auto, si el semáforo está en rojo, etc.,
aspectos que se conjugan a partir de la experiencia y nos permiten salir ilesos de una actividad rutinaria. Así
como, puede ser útil para cocinar haber observado pacientemente alguna abuela, padre o vecina y no
necesariamente haber leído “La Cocina Fácil para los Tiempos Modernos” o haber mirado el programa de
televisión de Carlos Arguiñano.
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Bibliografía mencionada
Dallera, Osvaldo. Problemas de Filosofía. Bs. As. Ediciones Don Bosco. 1994. Cap. 3 “Pensamiento,
Conocimiento y Realidad”.
Enciclopedia Historia del Siglo XX. Bs. As. Salvat. 1996. Volumen II. “Pensamiento, Arte y literatura”
Actividades:
1) Luego de la lectura exploratoria inicial, en la instancia de la segunda lectura como estrategia de comprensión
realice un subtitulado del los párrafos que componen el texto. Dicho subtitulo no puede tener más de tres
palabras.
2) Elaborar una definición de cada tipo de conocimiento a partir del contenido de las columnas del cuadro de la
página 7, tómese como ejemplo la definición de la página 6.
3) Buscar definiciones de conocimiento científico y conocimiento vulgar y comparar los rasgos que mencionan
los autores.
4) Relevar ejemplos de situaciones donde se combinan varios tipos de conocimientos para resolverlas o
superarlas.
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