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"Esfuérzate y sé valiente; porque tú repartirás a este pueblo por heredad la

tierra de la cual juré a sus padres que la daría a ellos. Solamente esfuérzate y
sé muy valiente, para cuidar de hacer conforme a toda la ley que mi siervo
Moisés te mandó; no te apartes de ella ni a diestra ni a siniestra, para que
seas prosperado en todas las cosas que emprendas."
"Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche
meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está
escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien."
"Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes,
porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas."

Josué, como era un hombre común y corriente, necesitaba ser estimulado.


Dios le mandó esforzarse y ser valiente. Dios quería que Josué supiera que no
estaría solo.
Josué debía tomar la Palabra de Dios en una mano y una espada en la otra.
Se le ordenó entrar en acción por la fe. Debía esforzarse y ser valiente. Como
Israel, nosotros debemos esforzarnos y ser valientes también. Tenemos que
ponernos en marcha por la fe, y por la fe tenemos que apropiarnos de
nuestras posesiones espirituales. Recuerde que estamos en un lugar donde
falta conocer la palabra de Dios, porque está controlado por un sistema que
se opone a Dios. Necesitamos llevar con nosotros la Palabra de Dios en el
viaje de la vida.
Sin embargo, esforzarse y ser valiente no es la única orden que Dios le da a
Josué. La orden que acompaña al esfuerzo y la valentía, es meditar en la ley
de Dios (v.7). ¡Como si el esfuerzo y el valor moral y físico del hombre
dependieran de ello! Y es así. No hay otro pan que sostenga y nutra más
nuestra vida que el alimento de la palabra de Dios. “No te apartes de ella ni a
diestra ni a siniestra”, es la orden de Dios (v.7).
El problema de Josué estaría en escuchar otras voces, o en seguir sus propios
pensamientos, y no la voz de Dios, esa sería su derrota. La frase “Nunca se
apartará de tu boca” (v.8), es repetición de “No te apartes” (v.7). También se
repiten los resultados de meditar y guardar la ley de Dios (vers. 7.9), siempre
son los mismos: traernos prosperidad, que todo salga bien, que todo
emprendimiento y toda empresa que comencemos sea prosperada (si no a
los ojos del mundo, sí a los ojos del Señor – ¡y su concepto es el que
importa!–). Si somos prosperados a la manera de Dios, tendremos éxito.
Josué pudo terminar en prosperidad, porque prosperidad significa “terminar
los días bien”.

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