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en bioética (t1)
Reflections on the need for nesting in bioethics principlism
Doi:
Para citar este artículo: Rodríguez Soriano RI. Reflexiones sobre la necesidad de la
Resumen
En este trabajo se hace un análisis del principialismo biomédico propuesto por Beauchamp
y Childress en el que asumen una postura no jerarquizada de cuatro principios (autonomía,
beneficencia, no maleficencia y justicia). La tesis que se desarrolla es que hay una
necesidad de jerarquización de los principios en cuanto a su fundamentación ética, ya que,
de otro modo, dicha práctica puede caer en un relativismo y, así, en una afectación en la
integridad y dignidad de los pacientes. De la misma manera, se sostiene la tesis de que el
afianzamiento de la autonomía como principio jerárquicamente privilegiado daría las
posibilidades para generar una perspectiva médica no paternalista que posibilitaría, a su
vez, una práctica profesional acorde con la defensa de los derechos primarios de los
humanos.
1
* Autor responsable de la correspondencia. Copal 247 D 101. Lomas de Tzompantle, Cuernavaca Morelos.
C.P. 62130. Correo electrónico: roberto_rodriguezs@my.unitec.edu.mx, roberto.i.soriano@gmail.com.mx
División de Ciencias de la Salud, Universidad Tecnológica de México —Unitec México—.
Palabras clave: autonomía, dignidad, beneficencia, justicia, no maleficencia, Beauchamp,
Kant, imperativo categórico.
Abstract
(inicio de epígrafe) —La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los
hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni
el mar encubre; por la libertad así como por la honra se puede y debe aventurar la vida, y,
por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres.
Introducción (t2)
establecieron una serie de principios éticos para la actividad profesional médica. Esta sigue
constituyendo uno de los pilares teóricos del pensamiento bioético médico estadounidense
y mundial.
decir que hay principios éticos generales que pueden ordenar todas las cuestiones de valor
dentro del ámbito médico a través de deberes, y que ninguno de estos (autonomía,
significa que cuando hay un conflicto entre estos cualquiera puede ceder ante otro que en
esa situación resulte más vinculante y produzca una obligación mayor (1).
Uno de los grandes problemas con esta propuesta es la naturaleza relativista de sus
premisas. Los principios, al no establecer una jerarquización categórica entre ellos, pueden
moral. En su propuesta, intentan articular una perspectiva deductivista con una inductivista
Por otra parte, una tradición europea ha tratado de cimentar una serie de principios
éticos absolutos que puedan fundamentar la moral. Como lo menciona Diego Gracia, uno
autonomía de las personas. Estas serían derivaciones del imperativo categórico y podrían
las dos guerras mundiales) explica en buena medida mucho de la intención de esta tradición
(1).
además de una tendencia muy influida por el principialisimo norteamericano y todas sus
teórica responde a una necesidad legítima de dotar a la práctica médica de un sustento para
relativismo inadecuado para la solución de cierto tipo de dilemas éticos. De ahí se asume la
Desarrollo (t2)
investigación sobre el curso clínico de hepatitis en niños con síndrome de Down y con otros
Nueva York), el Congreso de Estados Unidos creó la Ley para la Investigación Científica
establecieron tres principios para guiar la experimentación con seres humanos, a saber (3):3
biomédica. En esta obra ofrecían un paradigma moral para los profesionales de las ciencias
han dominado y se han afianzado, bien o mal, en el ejercicio profesional de las ciencias
planteamientos.
2
Se le denominó Informe Belmont porque la Comisión se reunió en la Casa Belmont, en Washington D.C. Se
tienen por lo menos un par de documentos antecedentes al Informe Belmont que tienen la intención de
establecer lineamientos que guíen la práctica médica y la actividad de investigación biomédica: el Código de
Nüremberg (1948), la Declaración de Helsinki (1964) y la Declaración de Lisboa (1981).
3
Los principios en dicho informe se definen como “juicios generales que sirven como justificación básica
para las muchas prescripciones y evaluaciones éticas particulares de las acciones humanas” (4).
4
El principialismo que desarrollaron de manera sistemática Beauchamp y Childress encontraría réplica en
Los fundamentos de la bioética de Engelhardt (Estados Unidos, 1981), los Fundamentos de bioética de Gracia
(España, 1989) y en Principios de ética en atención de la salud de Gillon (Inglaterra, 1993) (7).
El planteamiento de Beauchamp y Childress (t3)
clásico en la bioética, suponen que los dilemas morales se presentan en dos formas: “a)
parte de la evidencia indica que el acto x es moralmente correcto, y otra parte que es
obligado por una o más normas morales a hacer y, pero, debido a las circunstancias, acaba
análisis y examen. Los principios son referentes en la ponderación del examen racional de
Según los autores, los dilemas pueden plantearse por conflictos entre principios o reglas
morales en los que se tiene que hacer una valoración y una ponderación de las obligaciones
que marcan dichas reglas que se encuentran en conflicto y que determinarán la actuación
del sujeto. Esto implicaría que el cumplimiento de una obligación supondría la violación de
otra (6).
vida moral. Suponen que el conflicto crea un dilema moral. Así, se necesita una
5
Para el desarrollo subsiguiente se utiliza la versión en español de la cuarta edición. Esta anotación es
relevante porque, a lo largo de las siete ediciones de esta obra, ha tenido algunos cambios y correcciones que
han dado elementos para continuar en el estudio, análisis y crítica de esta . Según Osório y Garrafa, en esta
cuarta edición es cuando Beauchamp y Childress comienzan a atender las constantes críticas que iban en el
sentido de que su propuesta carecía de una teoría moral. En su intención de subsanar la deficiencia
incorporaron la teoría de la common morality en la que justificación de la decisión se valora en la existencia
de coherencia entre los fines del acto y el sistema moral (8, 9).
justificación moral para resolverlo. Esta deliberación exige una evaluación entre las razones
coherentismo. Señalan que bajo este modelo se intenta, siguiendo a John Rawls, un
particular. Enfatizan el concepto de juicios ponderados de Rawls en los que la teoría ética
debería basarse,6 los cuales se refieren a los juicios en que las capacidades morales de
decir, el punto de partida deben ser las convicciones morales que mayor confianza ofrecen
Estos juicios, en la medida en la que son marcos referenciales iniciales para el acto
moral, son susceptibles de ser revisados, en el sentido de que el “objetivo del equilibrio
reflexivo consiste en emparejar, pulir y ajustar los juicios ponderados de manera que
Este equilibrio se lograría haciendo una ponderación entre los puntos fuertes y débiles
6
A grandes rasgos, Rawls supone que los acuerdos en una sociedad, para la solución de problemas, el
establecimiento de normas y pautas de comportamiento, etc., deben hacerse bajo el supuesto de racionalidad
de los agentes sociales para subsanar la inequidad en el acceso a bienes, servicios o satisfactores básicos (10).
Así, en su lectura, el coherentismo lograría un equilibrio entre el deduccionismo y el
fundamentación ética y moral. Es decir, da los elementos necesarios para desarrollar lo que
ellos llaman una “ética práctica”, esto es, una teoría ética que procura incorporar la teoría
incertidumbre moral. De esta forma asumen que la relación entre la experiencia moral y las
teorías morales es dialéctica. La coherencia que pretende lograr dicha postura se lograría a
Las reflexiones anteriores llevan a los autores a tratar de desarrollar cuáles serían los
normas de conducta concretas y juicios prácticos. Para esto se tendrían que tomar en cuenta
los usuarios. La intención es que se tenga una estrategia práctica para resolver problemas
cotidianos.
En otras palabras, se tiene la intención de generar una ética procedimental que pueda
llevar a cabo una ponderación mediante normas absolutas. Para ellos las normas
ponderadas (reglas, derechos o similares) son prima facie y no normas absolutas ni reglas
ordenadas jerárquicamente. A pesar de esto, señalan que “algunas de las normas específicas
son virtualmente absolutas, y por tanto, en general, no necesitan ser equilibradas”. Uno de
los problemas con este supuesto es que no se hace una argumentación y justificación teórica
facie. Siguiendo a W. D. Ross, los autores distinguen entre normas prima facie y normas
reales. Para ellos una obligación prima facie representa una obligación que debe cumplirse
a excepción de que entre en conflicto con una obligación de igual o mayor magnitud.7
Según esta propuesta, en la solución de un conflicto entre las normas prima facie, el
agente moral debería establecer lo que Ross llamaría el “equilibrio supremo del bien sobre
el mal” (6).
Ahora bien, ¿cuáles serían los principios “virtualmente absolutos” aplicables a la ética
biomédica que, sin embargo, son principios prima facie? Según su explicación, los cuatro
7
La filosofía moral de Ross se construye sobre la premisa de que todos los valores obligan en principio
(prima facie) pero que ninguno es categórico y que debe asumirse como regla a priori para solucionar las
situaciones dilemáticas. Para Ross hay deberes prima facie, los cuales son más o menos un compromiso entre
las personas que implicarían para su ejecución, de la mejor forma posible, la reflexión del caso concreto,
asumiendo la propia incumbencia en la situación real y el deber prima facie como un deber sans phrase de la
situación (11).
1. El principio de autonomía. Los autores definen el concepto de autonomía como “la
regulación personal de uno mismo, libre, sin interferencias externas que pretendan
inadecuada, que impida hacer una elección”. Establecen dos condiciones esenciales
para que se pueda dar la autonomía: “a) la libertad (actuar independientemente de las
intencionalmente)” (6).
su vez adquiere la forma concreta de reglas morales: “No mataras”, “No causarás
sufrimiento a otros”, “No incapacitarás a otros” o “No privarás a los demás de los
bienes de la vida”.
3. Principio de beneficencia. Los autores definen como una acción benéfica toda acción
que pretenda hacer el bien a otras personas. Como principio sería la obligación moral
de actuar en beneficio de otros. Los autores insisten en que no se debería entender este
prima facie), se limita a ser aplicado a partir de sopesar los beneficios, los riesgos y los
costes.
médica. Para los autores existe una forma de paternalismo médico que es justificado:
sanitario deben ser de acceso libre a toda aquella persona que lo necesite. Así,
grandes rasgos y de manera sintética, se puede entender como “[…] trato igual,
ellas” (6).8
racional, como principio operativo, no bastaría por sí misma como fundamento teórico para
determinar la acción ética, porque la racionalidad misma, en este sentido, tendría que ser
Para que una postura teórica como la que manejan Beauchamp y Childress pudiera tener
elementos de teorías como la de Rawls o de Stuart Mill, de la filosofía moral de Kant, así
8
Para ellos los principios que especifican las características relevantes para un tratamiento igual son
materiales, ya que identifican las propiedades sustantivas para la distribución, y esta distribución material
debería hacerse atendiendo al concepto de necesidad. En la necesidad pragmática que ubican de este concepto
definen una serie de principios materiales de la justicia:
1. A cada persona una parte igual.
2. A cada persona según la necesidad.
3. A cada persona según el esfuerzo.
4. A cada persona según la contribución.
5. A cada persona según el mérito.
6. A cada persona según los intercambios del libre mercado.
En el sentido de la inconsistencia teórica del principialismo de Beauchamp y Childress,
una de las principales críticas viene de la llamada teoría de la common morality en bioética,
posibilita fundamentar una decisión moral, de manera que, según ellos, en este se pueden
Por su parte, el enfoque de Gert, Cullver y Clouser se nutre, según las palabras de los
los sujetos racionales que suponen las teorías contractualistas y del “derecho natural”, el
requerimiento de que la moralidad debe ser conocida y aceptada por todos los adultos (12).
Definen la moralidad como un sistema público que tiene dos características: 1) todas las
personas a quienes se aplica la comprenden; 2) es racional para estas personas aceptar ser
guiados y juzgados por ese sistema. Así, la moralidad se caracterizaría por un sistema
Los autores señalan que no todas las decisiones son racionales. Habría un elemento de
o una necesidad a partir del acto realizado. El acto irracional se definiría como aquel acto
que es inconsistente con el principio de maximización. Sin embargo, esto supone también
la existencia de un sistema moral en el que los individuos deben actuar a partir de una
racionalidad. Es decir, el sistema moral debe suponer reglas con una racionalidad. Este
principio requiere que haya una “imparcialidad” con respecto a los agentes morales (12).
por el juicio racional y no debe plantear de modo formal ventajas que se traduzcan en
elementos morales sustanciales (ventajas de algún tipo que vulneren la equidad) para una
En la medida en que un sujeto supone que su acto, guiado por una racionalidad, se
racionalidad, este encontraría justificación a su acto. Esto le hace suponer que su relación
moral con otros sujetos recae en la misma premisa que asume para sí: el acto enmarcado en
una racionalidad. Es decir, el sujeto es parte de una sociedad moral y tiene una racionalidad
que le impediría que se aplicaran criterios arbitrarios para valorar sus decisiones y actos
(12). Estos supuestos dan pie a la common morality. Es decir, una moral común, la base de
mostrar cómo una regla moral general puede ser significativa para una cultura. Así, según
válidas de una pretendida universalidad, pero no podría aplicarse a casos prácticos. Señalan
que el “deber” crece y se vuelve más informalmente codificado en las diferentes culturas.
Gert, Cullver y Clouser dicen que, aunque en la literatura médica frecuentemente se recurre
Los principios bioéticos deberían ser vistos como una clasificación de deberes
profesionales del cuidado de la salud con cierto nivel de generalidad. La teoría de la “moral
común” sería más adecuada ya que el principialismo solo explica y justifica los acuerdos de
explica de manera coherente y clara cómo la “moral común” aplica a la cuestión médica.
deficiencia argumental. Por otro lado, al no tener este fundamento, no puede dar una
un consenso moral, se abren totalmente las puertas para que, en el contexto médico, se pase
por encima de la dignidad e integridad del ser humano porque dicho consenso, por muy
racional que parezca, no asegura la defensa de la dignidad de los pacientes. Por ejemplo, el
nazismo suponía una racionalidad que fundamentaba sus decisiones. Dicha racionalidad,
que se hicieron con los prisioneros en los campos de exterminio). Justamente lo que busca
paciente se demarca por una relación, inevitablemente, desigual entre los actores. La parte
médica establece su actividad en un grado activo que hace recaer en un sujeto. Esto quiere
decir que el acto que proviene de un agente activo recae en otro que no es el mismo que lo
materiales sobre los que se basa el consenso racional son en principio desiguales. Esta
deben agregar condiciones culturales, sociales y económicas), lo cual debe hacerse bajo un
fundamento ético que pueda asegurar y equilibrar la acción y decisión profesional que se
que puede surgir en el caso del suicidio médico asistido entre el principio de autonomía y
espíritu hipocrático.
supone que el acto profesional siempre debe estar orientado a procurar el beneficio del
paciente. Sin embargo, habría que preguntarse qué se está entendiendo por “beneficio”. El
solo puede tener fundamento ético en la autodeterminación del paciente, lo cual lleva a
asumir que esta justifica el posible beneficio de un acto médico. Dicha premisa debe
vuelven principios bastante ambiguos, imprecisos y capaces de justificar un acto que vaya
Así, el principio de autonomía debe ser concebido jerárquicamente superior a los demás
principios bioéticos ya que este es el único que puede dotar de un contenido ético y, si se
autonomía se fundamenta en un principio que se asume como una cualidad constitutiva del
ser humano, mientras que los otros se basan en el reconocimiento de algo extrínseco al
tal, en supuesto sería inherente del ser humano, una cualidad fundante del ser humano, o,
por lo menos, es como se debería concebir como supuesto para posibilitar la defensa de la
“justicia”.
Se podría plantear la pregunta de qué es lo que sucede en el caso de las personas que no
otros sujetos, de ahí que la autonomía propia del sujeto se vuelve un supuesto de la
autonomía del otro. Entonces, la actuación médica tiene que partir del supuesto de
autonomía del paciente, la pueda ejercer o no. Esto, si bien implica que, efectivamente, el
Dos de los conceptos generales, básicos e históricos dentro del campo de la fundamentación
José Luis Jiménez Garrote, en la síntesis que hace de diferentes teorías antropológico-
filosóficasm remarca que para varios autores, entre los que se encuentran Kant y Ortega y
Gasset, para referirse al ser humano en su integridad y para poder admitir un fundamento
ontológico de la dignidad es necesario aceptar que la persona tiene una base ontológica, es
decir, es algo esencial e inherente al ser humano. Esto quiere decir que la dignidad no
una integridad propia del ser humano. Esta perspectiva se presentaría en contraposición con
las posturas que establecen un dualismo esencial en el ser humano que supedita la
La discusión que se ha establecido entre estas dos posiciones ha sido prolija para la
a su vez, una serie de problemáticas y dilemas éticos cuyas posibles soluciones están muy
lejos de ser establecidas categóricamente, como, por un lado, la cuestión del aborto, de la
eutanasia, la eugenesia, entre otros; por otro lado, las problemáticas que implican las
perspectivas mismas de la actividad médica (una práctica médica de tipo paternalista o una,
más bien, que plantea una horizontalidad entre paciente y parte médica).
Una de las respuestas que ha cimentado la modernidad (desde el Renacimiento hasta los
existencialismos y otras teorías éticas del siglo XX) es que lo que le da su especificidad al
social. Sin embargo, la pregunta sigue abierta. La definición de lo que es el ser humano es
histórica y contextual a pesar de los intentos que se hacen por universalizar al mismo
fundamento y clave de los demás: “Artículo 1. Todos los seres humanos nacen libres e
(inicio de cita) […] saber pensar y actuar por uno mismo con la capacidad crítica y
la corrección suficiente para no dejarse arrastrar por el ambiente externo o por las
propias pasiones o prejuicios. […] En este caso la autonomía es la misma libertad,
humano sea consciente y responsable por sus actos. Se trata de una capacidad para elegir de
manera reflexiva con criterios que, podría decirse, son propios en cuanto a la determinación
de las consecuencias de los actos propios que se valoran según principios axiológicos. Así,
través de la autonomía que el ser humano se constituye como tal y adquiere el estatuto y
dignidad de ser humano,9 de ahí que el principio de autonomía se vuelva necesario para
fundamentar la constitución ontológica del ser humano. Sin esta no puede haber ni justicia,
ni cualquier otra cosa. Precisamente en este derecho natural (libertad) recae la posibilidad
supuesto es que la dignidad es una cualidad inherente al ser humano que no depende de
9
La palabra dignidad deriva del latín dignitas, que deriva, a su vez, de dignus y su sentido implica “una
posición de prestigio o decoro”, “que merece” y que corresponde en su sentido griego a axios o digno,
valioso, apreciado, precioso, merecedor” (14).
La discusión sobre el concepto persona y su relación con la dignidad es uno de los
caracterizado dos grandes posturas en dicha discusión. Por un lado, se encuentra una
postura que trata de definir la calidad de persona (descriptiva o metafísica) a través de una
de la identidad; por otro lado, la postura moral de persona que entiende a esta como aquella
que es capaz de comprender y actuar según principios (valoración de criterios del bien y del
mal). Esto supone que la capacidad moral consiste en ser un sujeto libre, con voluntad y
La tesis que sostengo es que cualquier principio ético fundante, que debe suponerse
como elemento indispensable para tener un carácter normativo, debe tener una raíz
asume que los elementos que caracterizan a una persona son deducidos de un principio
El concepto de dignidad, que resulta ser el punto clave de la definición del ser humano
(a través del derecho natural y del derecho positivo), supone una superación del
supone una posibilidad fuerte de poder cimentar al principio de autonomía como elemento
subjetiva que permite el reconocimiento de este elemento en la posibilidad del “otro” sujeto
como autónomo.
cuanto a la implicación y las posibilidades del acto con respecto al paciente. Ese, por
lección la da Kant.
empíricamente, así como una ética de fines al modo que el utilitarismo supone. Por una
parte, critica que la significación moral sea determinada por los efectos del acto; por la otra,
critica que se fie en un fin supremo, como la felicidad o el placer, para determinar el valor
del acto moral. En ambos casos se está prescindiendo de propósitos y se está soportando en
los fines.
La teoría ética kantiana supone una teleología del acto ético. Dentro de esta el acto
moral persigue un valor: el valor máximo, el de la humanidad. Se debe actuar según este,
de manera que el actuar por deber es actuar de tal manera que las acciones expresen el
valor de la humanidad. En este sentido la teoría kantiana no es una teoría deontológica, sino
voluntad para generar una voluntad buena en sí misma y no como medio a otro propósito.
Ahora bien, la autonomía de la voluntad es para Kant el único principio que puede
determinación objetiva. Así, la ley moral no expresa nada más que la autonomía de la razón
El imperativo categórico que puede crear un acto ético tiene que partir de una
libertad, que, señala Kant, “En otras palabras, no se trata del conocimiento de la cualidad de
objetos que puedan ser dados a la razón, sino de un conocimiento en cuanto puede llegar a
La libertad para Kant es una acción primera desde el punto de vista causal (causa y
efecto). Para Kant la libertad jamás se da como los objetos en el espacio y en el tiempo,
sino que está relacionada con el concepto de causalidad en la medida en la que esta supone
una causa libre de todas las anteriores causas. Sin embargo, en carácter inteligible, la
que produce un efecto que, a la vez, se convierte en causa (como en la ciencia), sino que la
causalidad recae en la acción humana. La libertad desarrolla una causalidad que se expresa
principio de toda ley moral y de los deberes. La ley moral expresaría la autonomía de la
razón pura práctica, en otras palabras, de la libertad. El deber es el motor de los actos
morales. El sujeto, al actuar cumpliendo una obligación por motivos morales, al obrar por
deber, está siendo autónomo en la medida en que él mismo se obliga a sí mismo a actuar
por ese deber. De este modo el individuo se vuelve su legislador. Así, el mandato moral será
cumplido solo en el caso en que un sujeto decida cumplirlo con base en la autonomía (19).
Entonces, el sujeto está sometido a leyes morales que adquieren la forma del deber y
que son producto de su propia libertad (dictadas por la propia razón). En este sentido, la ley
moral tiene la implicación de que la ley moral resulta universal para todo sujeto libre y
autónomo, lo cual indicaría que toda creatura racional es un fin en sí mismo (19).
Se trata al otro como fin en sí mismo cuando se le trata como un ser autónomo. Esta
En otras palabras, es un principio fundante de los deberes de uno hacia sí mismo y hacia los
pura práctica: “Actúa de modo que la máxima de tu voluntad pueda, al mismo tiempo, valer
fundamento ético de un acto en el sentido kantiano, una pregunta interesante es que, si bien
el acto ético corresponde a una actuación individual que presume soportarse en una
universalidad, ¿cómo es que ese mismo principio que justifica racionalmente el acto de
autonomía que para sí, para el otro, el paciente. Podría pensarse que este problema que
está abierta a la universalidad de la racionalidad como motor del acto ético. Las tres
moral hace relación con las acciones propias y con la totalidad de los seres libres; 2) el
respeto al otro en cuanto ser libre y el deber de no tratarlo como simple medio. Solo se
libertad del otro; 3) la autonomía de la ley moral es la autonomía de todos los seres
Conclusiones (t2)
El planteamiento kantiano pone al frente la premisa de que un acto ético para constituirse
como tal debe partir de la acción de un sujeto autónomo, es decir, racional, capaz de
hacerse responsable de las consecuencias de sus actos; de la misma forma, debe también ser
hecho de hacer el bien a otro aun en contra de su voluntad, y en cualquier caso sin
contar con ella. El paternalismo consiste en tratar al enfermo del mismo modo que
paciente como un sujeto autónomo, por ende, no es capaz de tomar decisiones propias con
largo de este escrito, el acto médico que se desprende de este paradigma no puede resultar
médica.
Un acto que se realiza bajo el argumento principal de la búsqueda del bien del paciente o
del no hacer daño al paciente no constituye en sí mismo un acto ético. Ricardo Páez
más profundo de la tradición ética a la que nunca han renunciado los médicos
son actos éticos en la medida en que no reconocen la autonomía, como posibilidad misma
El afianzamiento del principio de autonomía permitiría dar al paciente el lugar que debe
dilemas éticos en el contexto médico, lo que, a su vez, permitiría establecer una relación de
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