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CURSO
TINGO MARIA-PERU
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INDICE
¿QUÉ ES ARGUMENTAR?.................................................................................................. 4
CONCLUSIONES ................................................................................................................ 15
BIBLIOGRAFIAS ................................................................................................................ 16
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DEDICATORIA
A nuestros padres, que cada día nos apoyan con sus consejos.
A nuestros docentes, que nos tienen paciencia y nos inculcan sus saberes jurídicos.
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¿QUÉ ES ARGUMENTAR?
Argumentar, es sin duda una de las habilidades (si no es que la más importante) que todo
buen abogado ha de saber desarrollar y llevar a la vida de la práctica forense, es por ello
que hemos de estar los suficientemente preparados para poder llevar a buen término los
asuntos que se encuentren bajo nuestro patrocinio.
Por ejemplo, una sentencia reciente del tribunal constitucional español sobre la
constitucionalidad o no de la ley sobre técnicas de reproducción asistida (LTRA) ocupa casi
50 páginas. Así el tribunal entiende que el LTRA en su conjunto no vulnera la reserva de la
ley orgánica, porque el artículo 15 de la constitución españolase refiere que la LTRA no
desarrolla ese derecho fundamental y en consecuencia no es necesario que adopte la forma
específica de ley orgánica; que permitir a la mujer decidir libremente la suspensión de un
tratamiento de reproducción asistida no afecta al contenido esencial del derecho a la vida,
ni supone admitir tácitamente un nuevo supuesto de aborto, ya que esa decisión solo puede
tomarla hasta el momento en que se haya producido la transferencia de embriones al útero
materno o no permitir la fertilización de cualquier mujer con independencia de que el
donante sea su marido o del hecho de que este o no vincula matrimonialmente no vulnera el
núcleo esencial de la institución familiar, ya que la familia protegida constitucionalmente
no es únicamente la familia matrimonial.
Todos esos argumentos y muchos otros que cabe encontrar en esa sentencia constituyen una
misma argumentación, porque se inscriben dentro de un proceso que comienza con el
planteamiento de un problema y termina con una respuesta. De manera que podemos
distinguir entre la argumentación en su conjunto cada uno de los argumentos que se
compone y los conjuntos parciales d argumentos dirigidos a defender o combatir una tesis o
una conclusión. Así el primero de los argumentos recogidos forma una línea con varios
otros, dirigidos a probar que la ley en cuestión no vulnera la reserva de la ley orgánica.
Para Manuel Atienza, la argumentación jurídica es una teoría prescriptiva, que nos sólo
describe el proceso de justificación de las soluciones de los casos jurídicos, que realizan los
jueces y otros operadores jurídicos, sino que también prescribe cómo debe realizarse dicho
proceso de justificación.
1) Suministrar criterios para la producción del Derecho en las diversas instancias en que
ello tiene lugar; 2) suministrar criterios para la aplicación del Derecho; 3) ordenar y
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saber argumentar bien requiere ciertas características y reglas que han venido cambiando y
evolucionando en años recientes.
La manera en los operadores jurídicos tiene que construir sus argumentos, premisas y
conclusiones está condicionada a una serie de factores derivados del tipo de norma jurídica
que se trate, ya sea que estén redactadas en forma de reglas o en forma de principios,
además de la importancia de los Derechos Humanos y los estándares internacionales al
respecto.
Una de las características más relevantes de los ordenamientos jurídicos actuales consiste
en que la mayoría de normas jurídicas se encuentran redactadas en forma de principios, lo
que exige nuevas pautas argumentativas y mayores retos para la construcción de buenos
argumentos. Estas exigencias superan la forma tradicional de la subsunción,
concentrándose en el juicio de ponderación y el principio de proporcionalidad.
Atienza y Manero definen los principios en sentido estricto en términos del alcance de
aplicación de una norma: un principio define los casos a los que es aplicable «de forma
abierta, mientras que las reglas lo hacen de forma cerrada
UN EJEMPLO ALEXIANO
Permítaseme comparar esta teoría con un análisis de un ejemplo sueco a la luz de la teoría
de Robert Alexy, estipula lo que sigue: El poder público debe ejercer con respeto al igual
valor de todos los seres humanos y a la libertad y dignidad de cada persona individual. Esta
disposición expresa tres principios, ya que quienes estén en el poder deben respetar la
igualdad, la libertad y la dignidad de cada individuo. Cada principio puede ser una razón
prima-facie para la acción. Pero pueden colisionar de manera tal que, por ejemplo, un
incremento de respeto por la igualdad en el caso particular de que se trate pueda causar una
disminución de la libertad y viceversa. Se necesita entonces un acto de sopesar y ponderar
para escoger entre ellos en un caso individual.
pagarse con una disminución demasiado grande del número de casos en los que vence la
igualdad.
Por otro lado, un principio alexiano nunca vence totalmente, por ejemplo, cuando prevalece
la igualdad en un cierto caso, sigue existiendo no obstante alguna libertad. Esta forma de
ver la colisión de principios en sentido estricto no es accesible a Atienza y Manero, dado
que ellos asumen que tales principios no pueden ser cumplidos en diversos grados.
SOPESAR REGLAS
¿Cómo afecta esta diferencia a la distinción entre reglas y principios? La cuestión es difícil
porque no sólo los principios sino también algunas reglas crean un deber meramente prima-
facie y por consiguiente exigen deliberación.
En un lenguaje alexiano, se puede, entre otras cosas, indicar las siguientes diferencias entre
reglas y principios.
1. En los casos rutinarios “fáciles”, se deben seguir las reglas jurídicas socialmente
establecidas sin ninguna necesidad de sopesar y ponderar. Por otra parte, ningún caso que
implique principios es fácil.
2. Hay grados de obediencia en relación con los principios. Por otra parte, una regla puede
sólo ser obedecida o no. No hay grados de obediencia.
Ellos extraen la siguiente conclusión. En el caso de las reglas jurídicas, podemos hablar de
una deliberación normativamente guiada, siendo admisible la toma en consideración de
otras razones únicamente en la medida en que las propias pautas jurídicas lo permitan.
Me inclino a concordar con esta observación. Sin embargo, me parece que las pautas
jurídicas permiten tomar en cuenta todas las consideraciones moralmente relevantes.
Por esa razón, permítaseme añadir lo siguiente: las normas jurídicas establecidas
constituyen razones prima-facie, que han de ser sopesadas y ponderadas con otras razones.
Estas razones prima-facie son razones de primer orden para la realización de una cierta
acción, y, al mismo tiempo, razones de segundo orden. En esta última capacidad, indican
que las razones para no hacer pueden prevalecer sólo si son particularmente fuertes, esto es,
claramente más fuerte de lo que necesitan ser en un debate moral libre.
Por lo que respecta a la segunda distinción entre principios y reglas, los autores la rechazan
explícitamente. Según ellos, la tesis de Alexy de que los principios pueden ser cumplidos
en diversos grados es verdadera por lo que se refiere a las directrices o normas
programáticas, pero no lo es en el caso de los principios en sentido estricto. Considérese,
por ejemplo, el art. 14 de la Constitución española: los españoles son iguales ante la ley, sin
que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión,
opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social. La indeterminación
característica de los principios la encontramos aquí únicamente en la configuración abierta
de las condiciones de aplicación, pero no en la descripción de la conducta prohibida:
discriminar. Atienza y Ruiz Manero rechazan también la asunción de Alexy de que los
principios son mandatos de optimización: los principios en sentido estricto son mandatos de
optimización únicamente en el sentido de que, al estar configuradas de forma abierta sus
condiciones de aplicación, pero una vez que se ha determinado que en ese caso prevalece el
principio, éste exige un cumplimiento pleno.
En mi opinión, sin embargo, la distinción no es suficientemente clara. ¿En qué consiste esta
radical indeterminación? No en la necesidad de pesar, que se aplica también a las reglas.
Tampoco en la posibilidad de diferentes grados de cumplimiento de los principios,
explícitamente negada por los autores. ¿En qué otra cosa, entonces?
Con independencia de la respuesta que se dé a esta cuestión, hay que responder a otra
cuestión más profunda. ¿Por qué son útiles los principios, en todo caso, en la justificación
jurídica? Atienza y Manero indican que los principios son más que las reglas en dos
sentidos. Por un lado, porque al estar enunciados o poder enunciarse en términos más
generales, tienen un mayor alcance justificatorio. Por otro lado, tienen una mayor fuerza
expansiva. Así, por ejemplo, a partir del principio de que todos los españoles tienen
derecho a una vivienda digna conjuntamente con el enunciado de que “abaratar los créditos
para viviendas facilita que un mayor número de personas acceda a una vivienda digna”
puede concluirse, cuando menos, que hay una razón para que el Estado abarate los créditos
la compra de viviendas.
Sin intentar explicar el término «fuerza expansiva», se puede indicar que la principal fuente
de la fuerza justificatoria de los principios consiste en su vínculo uno-a-uno con los
correspondientes valores. Cada principio corresponde a un valor determinado, estipula, por
ejemplo, que la igualdad, la libertad y la dignidad son valiosas. Atienza y Manero se
acercan a este punto, pues afirman que un principio en sentido estricto expresa los valores
superiores de un ordenamiento jurídico que son el reflejo de una determinada forma de
vida.
Un valor puede ser definido como un criterio de valoración. Cada criterio puede
satisfacerse hasta un cierto grado, mayor o menor.Cada principio exige que el valor al que
él mismo corresponde sea respetado tanto como sea posible.
Por otra parte, los principios en sentido estricto, según Atienza y Manero, pueden ser útiles,
también, cuando el legislador tiene una razón para hacer una regla «fija» que resulte
aplicable a un conjunto «no fijo» de casos, como ocurre por ejemplo en el supuesto de las
cláusulas generales. Una pregunta interesante es la de cuáles son las condiciones que hacen
justificable esta clase de legislación.
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Principio de no contradicción:
Principio de la deducción:
Se basa en el valor lógico de la relación causa y efecto, y viene a decir que si ocurre la
causa, ocurre el efecto. Cuando alguien afirma: “si llueve se mojan las calles” y,
efectivamente llueve, podemos afirmar que las calles se mojan. Las cadenas de causas-
efectos pueden ser amplias, por ejemplo: si llueven se mojan las calles, si llueven las calles
puedes resbalarte y caer, si te caes… En lenguaje lógico podemos enunciarlo así: si de una
premisa se sigue una consecuencia y ocurre la premisa, entonces ocurre la consecuencia.
Tiene mucha menos validez que los dos anteriores y ha sido rechazado abiertamente por
muchos lógicos en los siglos XIX y XX. Según este principio si una cosa no es verdadera
es falsa y si no es falsa es verdadera. La similitud, al menos a primera vista, con el principio
de no contradicción es evidente, pero se critica, como dijimos, su amplitud ya que hay
situaciones en donde las afirmaciones no son ni verdaderas ni falsas sino solamente
probables o tienen valor de verdad desconocido.
Según el cual el que hace una afirmación debe dar pruebas de su veracidad (affirmanti
incumbit probatio) o, en otras palabras, no corresponde al que refuta la refutación sino a
quien afirma la demostración. Por ejemplo, si alguien afirma que existe una raza de enanos
invisibles en los bosques debe probar que esta afirmación es cierta y no solicitar a terceras
personas que prueben que es falsa. Si pensamos en este ejemplo nos damos cuenta de que
es imposible demostrar la falsedad de una afirmación infundada ¿cómo demostrar que no
existen seres invisibles si su característica principal es, precisamente, que no se pueden
observar?
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Tiene aplicación especial cuando lo que se afirma es algo extravagante o que choca con lo
que conocemos. Si alguien afirma que sabe bailar salsa probablemente le creamos sin
necesidad de que nos lo demuestre pero si esa misma persona afirma que puede volar
entenderemos que debe dar pruebas fehacientes de que tiene esa capacidad o estamos en
nuestro legítimo derecho al pensar que miente.
El onus probandi es fundamental en Derecho, y nos dice que todo acusado es inocente hasta
que no se demuestre lo contrario: quien afirma que alguien ha cometido un delito debe
probarlo y no solicitar que el acusado pruebe la falsedad de la acusación.
Este principio tiene una validez menos firme que los dos primeros e incluso que el principio
del tercio excluso; es perfectamente posible que alguien haga una afirmación extravagante
que no puede demostrar y que esta afirmación sea verdadera. Aún siendo esto cierto
debemos considerar que sin la aplicación de este principio nos veríamos forzados a pensar
que afirmaciones de desequilibrados como “Yo soy la reencarnación de Napoleón” o “He
visto a la Virgen María mientras me duchaba” son, al menos, posibles. Efectivamente, en
nuestra vida cotidiana no estamos dispuestos a admitir esto como cierto hasta que no se nos
demuestre.
Debido a su carácter más subjetivo que los principios anteriores podemos caer en un
razonamiento falaz si aplicamos este principio de manera excesivamente laxa o
excesivamente rígida.
Se comete una falacia de abuso del onus probandi cuando se dan por falsas todas las
afirmaciones que no se pueden demostrar fehacientemente. Esta falacia se denomina
también argumentum ad ignorantiam. Un ejemplo podría ser el siguiente:
De igual manera se comete una falacia de desprecio del onus probandi cuando no se tiene
en cuenta la aplicación de este principio y se solicita al refutante la demostración y no al
afirmante. Por ejemplo:
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Este principio nos dice que entre dos teorías que expliquen un mismo fenómeno la más
sencilla es verdadera, a menos que se demuestre lo contrario. Este principio se encuentra al
final así que debemos considerar que para que se aplique deben haberse cumplido todos los
demás principios; la explicación más sencilla debe ser racional y estar en coherencia con el
corpus de conocimientos previamente adquiridos, si no es así no es aplicable este principio.
Como en el principio anterior, dado que este principio está abierto a un mayor grado de
subjetividad puede dar lugar a una aplicación incorrecta generando dos modos de
aplicación falaz.
CONCEPTO.- Son estudios Jurídicos filosóficos, que esgrimen las diversas corrientes de
pensamiento respecto al contenido de las premisas argumentativas
FUNDAMENTOS
CASO PRÁCTICO:
CONCLUSIONES
BIBLIOGRAFIAS
https://www.google.com.pe/search?q=fundamentos+de+la+argumentacion+juridica
PREZI&oq
https://prezi.com/feazqeyayy3i/fundamentos-de-la-argumentacion-juridica/
http://biblioteca.ucm.es/tesis/19972000/S/0/S0041101.pdf
https://www.uexternado.edu.co/wp-content/uploads/2017/03/10.-Principios-de-
argumentaci%C3%B3n..pdf
https://www.derecho.unam.mx/investigacion/publicaciones/cuadernos/Argumentaci
onJuridica-1.pdf
http://sistemas.amag.edu.pe/publicaciones/teoria_del_derecho/sem_razo_juri_redac
_resol/43-73.pdf
http://www.miguelcarbonell.com/docencia/La_importancia_de_la_argumentaci_n_j
ur_dica.shtml
https://www.researchgate.net/publication/42607351_Feteris_Eveline_T_Fundament
os_de_argumentacion_juridica_Revision_de_las_teorias_sobre_la_justificacion_de
_las_decisiones_judiciales_Trad_de_Alberto_Supelano_Bogota_Universidad_Exter
nado_de_Colombia_20