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Crisis procesales 30 /8

1º) Tiempo: El demandante puede realizar el desistimiento en cualquier momento


de la primera instancia o de los recursos o de la ejecución de la sentencia (art. 19.3
LEC), si bien en fase de recursos o en ejecución de sentencia el alcance y significado
del desistimiento, y sobre todo sus efectos, difieren del desistimiento en la primera
instancia, que puede efectuarse desde la admisión de la demanda hasta que exista
pronunciamiento de fondo en el proceso.
Debe entenderse que el momento preclusivo es el de la firma de la sentencia misma, y ello
por cuanto el desistimiento no pretende determinar el contenido de la sentencia.

2º) Forma: El desistimiento puede ser expreso, bien oral (como el que se produce
en el trámite de la audiencia previa, art. 415.1, II), bien escrito, en atención al princi-
pio que rige fundamentalmente en el desarrollo procedimental, y consiste en la de-
claración inequívoca de voluntad del demandante. También el desistimiento puede
ser tácito, como consecuencia de determinadas conductas del actor, a las que la LEC
les atribuye este efecto de dejación del proceso.
La LEC atribuye este valor de desistimiento tácito en el art. 414, al referirse a la
incomparecencia del actor a la audiencia previa, o en el art. 442, donde se considera
también como desistimiento la inasistencia del demandante a la vista en el juicio
verbal sin que el demandado alegue interés legítimo en la continuación del proceso
(art. 442.1).

VI. ALLANAMIENTO

1. Concepto
Es un acto procesal del demandado por el que manifiesta su voluntad de no opo-
nerse a la pretensión del actor o de abandonar la oposición ya interpuesta, confor-
mándose con la misma, provocando la terminación del proceso con sentencia no
contradictoria de fondo en la que se le condenará.
El allanamiento, como acto unilateral del demandado, que se proyecta sobre la pre-
tensión o pretensiones del actor, produce los siguientes efectos: 1.º) La terminación
del proceso por conformidad con las pretensiones del actor, con la salvedad de que
se trate de un allanamiento parcial produciéndose lo prevenido en el art. 21.2 LEC;
2.º) El allanamiento, si es total, determina el contenido de la resolución que pone fin
al proceso: sentencia condenatoria, de acuerdo con lo solicitado por el demandante
(art. 21.1); 3.º) La sentencia que se dicta en caso de allanamiento supone entrar en
el fondo, con sentencia no contradictoria, produciendo los normales efectos de cosa
juzgada; 4.º) Si el demandado se allana a la demanda antes de contestarla, no proce-
de imposición de costas, salvo que aprecie el tribunal temeridad o mala fe; a estos
efectos se entiende que existe mala fe si antes de presentada la demanda se hubiese
formulado al demandado requerimiento fehaciente y justificado de pago, o si se hu-
biera dirigido contra él demanda de conciliación. Por su parte, cuando el demandado
se allanare a la demanda antes de contestarla, no procederá la imposición de costas
salvo que el tribunal, razonándolo debidamente, aprecie mala fe en el demandado.
Se entenderá que, en todo caso, existe mala fe, si antes de presentada la demanda se
hubiese formulado al demandado requerimiento fehaciente y justificado de pago, o
si se hubiera iniciado procedimiento de mediación o dirigido contra él solicitud de
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conciliación. Por el contrario, si el allanamiento se produjere tras la contestación a la


demanda, se aplicará el principio del vencimiento (art. 395 LEC).
Si el allanamiento hubiere sido parcial, el tribunal podrá, a instancia del demandante, y
al amparo de lo dispuesto en el art. 21.2, dictar auto acogiendo las pretensiones que hayan
sido objeto de allanamiento, siempre que por la naturaleza de las mismas, sea posible un
pronunciamiento separado que no suponga prejuzgar las demás cuestiones que no han sido
objeto de allanamiento, respecto de las cuales el proceso continuará. El auto dictado en este
supuesto de allanamiento parcial será ejecutable conforme a la regulación de ejecución legal-
mente establecida (arts. 517 y ss).

2. Requisitos
Los requisitos que se desprenden del régimen jurídico del allanamiento del de-
mandado son:

a) Subjetivos
El demandado debe tener plena capacidad procesal, integrándose también su ca-
pacidad de postulación, necesitándose, según el art. 25.2, 1.º, LEC, poder especial por
el procurador para allanarse.
La declaración de voluntad que comporta el allanamiento necesita de los siguientes re-
quisitos: 1) El representante legal del menor o del incapaz necesita autorización judicial para
allanarse (puede entenderse a este respecto aplicable lo dispuesto en el Código Civil en rela-
ción con la renuncia: art. 166 para los padres y 271.3 para los tutores); 2) El representante
voluntario necesita de mandato expreso del representado (art. 1713, II); 3) Para allanarse
la persona jurídica necesita manifestación de la voluntad del órgano de la misma que tiene
competencia conforme la ley o conforme sus propios estatutos; y 4) En los supuestos de litis-
consorcio pasivo se necesita el allanamiento de todos los litisconsortes, porque de otro modo
el proceso debe continuar.

b) Objetivos
El allanamiento solo es admisible desde la disponibilidad de los derechos. Según el
art. 21.1 LEC si el allanamiento se hiciera en fraude de ley o supusiera renuncia con-
tra el interés general o perjuicio de tercero, se dictará auto rechazándolo y se seguirá
el proceso adelante, lo que comporta una reiteración respecto de lo que prescribía
el art. 6 CC.
Del mismo modo que sucedía con la renuncia, la LEC, en el art. 751, referido a los proce-
sos sobre capacidad, filiación y matrimonio, determina que el allanamiento en los mismos no
surtirá efecto, por cuanto no concurre un derecho material disponible en ellos.

El art. 21 delimita los dos tipos de allanamiento, según sea total o parcial. Cuando
el demandado se allana a todas las pretensiones del actor, se produce el allanamiento
total, terminando el proceso y produciéndose los efectos generales del mismo, salvo
que concurriera fraude de ley o supusiera renuncia contra el interés general o per-
juicio de tercero, en cuyo caso se dictaría auto rechazándose y siguiendo el proceso
adelante. Cuando, ejercitadas una pluralidad de pretensiones, se allanare el demanda-
do a alguna o algunas de ellas, o cuando el demandado se halle conforme con parte
de la única pretensión aducida (art. 405.1), se produciría el allanamiento parcial, en
aquellos supuestos de pluralidad de pretensiones que pueden disgregarse por su
naturaleza, de modo que respecto de las allanadas termina el proceso, y respecto de
lo no allanado, continuará el desarrollo normal del proceso.
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c) De actividad
1º) Tiempo: El actor demandado puede allanarse en cualquier momento de la pri-
mera instancia o de los recursos o de la ejecución de la sentencia (art. 19.3 LEC).
Tradicionalmente se venía sosteniendo que el allanamiento era uno de los posibles conte-
nidos de la contestación a la demanda, y así se mantiene en el art. 405 LEC, si bien ello no
significa que se trate necesariamente del momento en que debe efectuarse el allanamiento,
sino que es uno de los posibles, como una de las conductas que puede efectuar el demanda-
do en el trámite de contestación a la demanda, sin que ello suponga que el allanamiento es
contestación. Es más, aún siendo éste un momento para efectuar el allanamiento, este acto
de disposición puede efectuarse en cualquier momento del proceso.
También es posible el allanamiento tras la sentencia de primera instancia, partiendo de
que fue desestimatoria de la pretensión y ha sido recurrida, entendiendo que en tal caso el
allanamiento comportaría que el tribunal que conoce del recurso debería dejar sin efecto la
sentencia impugnada por razones producidas con posterioridad a la misma, máxime si se
tiene en cuenta que hasta la sentencia firme el proceso no ha finalizado. Diferente sería si el
recurrente fuere el demandado, puesto que en tal caso se trataría más bien de algo semejan-
te a un desistimiento del recurso.

2”) Forma: El allanamiento tiene que ser expreso. Puede efectuarse por escrito o
verbalmente, en atención al principio que rige fundamentalmente el desarrollo del
trámite procedimental en el que se produce.
Supuesto especial es el previsto en el art. 21.3 en los juicios de desahucio, que será objeto
de examen en el Tema 33ª y del que aquí se hace sólo mención.

VII. ADMISIÓN DE HECHOS

Por razones materiales o por razones procesales las figuras que hemos visto hasta
ahora y las que veremos en este Tema suponen la terminación anormal del proceso.
Cosa distinta ocurre con la admisión de hechos pues con ella no se produce dicha
terminación. Para la admisión debe tenerse en cuenta que:
a) El allanamiento es un acto que puede realizar sólo el demandado, que no se
refiere a los hechos sino a la pretensión, que pone fin al proceso y que determina
el fallo de la sentencia. Incluso el allanamiento parcial no puede confundirse con la
admisión de hechos que puede realizar cualquiera de las partes, se refiere a los he-
chos afirmados por la contraria, no pone fin al proceso y no determina el fallo de la
sentencia (aunque sí el antecedente de hechos).
b) El reconocimiento de los hechos en la prueba de interrogatorio de la parte
también debe distinguirse de la admisión de hechos. El interrogatorio es un medio
de prueba, lo que indica que con el pretenden probarse los hechos que han queda-
do controvertidos después de los actos de alegación, de modo se trata de un acto
que puede realizar únicamente la parte y que tiene efectos muy distintos según se
refieran a:
1º) Hechos en los que la parte intervino personalmente y cuya fijación como
ciertos le es enteramente perjudicial, respecto de los que la prueba de interrogatorio
que tienen valor de prueba legal (art. 316.1 LEC), y
2º) Otros hechos sobre los que la parte sea interrogada, sobre los que el interroga-
torio se apreciará conforme a las reglas de la sana crítica (art. 316.2).
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c) La admisión de hechos es un supuesto distinto a los anteriores, respecto del


cual deben tenerse en cuenta las siguientes normas:
1ª) Art. 399: En la demanda deben narrarse de formas ordenada y clara los hechos
con objeto de facilitar su admisión o negación por el demandado al contestar.
2ª) Art. 405: En la contestación a la demanda han de negarse o admitirse los hechos
aducidos por el actor, pudiendo el tribunal considerar el silencio o las respuestas eva-
sivas como admisión tácita de los hechos que sean perjudiciales al demandado.
3ª) Art. 286: Por medio del escrito de ampliación cualquiera de las partes puede
alegar un hecho nuevo y la contraria, al contestar al traslado, habrá de manifestar si
lo reconoce como cierto o si lo niega.
4ª) Art. 426: En la audiencia previa del juicio ordinario puede realizarse algo aná-
logo a lo anterior, pero de modo oral.
5ª) Art. 428: En la misma audiencia previa las partes pueden mostrarse conformes
sobre los hechos, quedando la discrepancia reducida a una cuestión jurídica.
Como puede verse todos estos casos son de admisión de hechos, y en ellos lo im-
portante es que el acto se realiza por el sujeto del mismo, que obviamente es quien
realiza el acto (el demandante o el demandado), la actividad no precisa ser realizada
personalmente por la parte, pudiendo serlo por su procurador y abogado, y el efecto
principal de la admisión es que el hecho deja de ser controvertido y, por tanto, deja
de estar necesitado de prueba (art. 281.3, salvo que se trate de materia fuera del po-
der de disposición de las partes).
La admisión de los hechos no es un modo anormal de terminación del proceso,
sino sólo un medio para fijar hechos en el proceso.

VIII. TRANSACCIÓN

1. Concepto y clases
En el ejercicio del poder de disposición de las partes cabe también transigir sobre
lo que sea objeto del proceso, excepto cuando la ley lo prohíba o establezca limita-
ciones por razones de interés general o en beneficio de tercero (art. 19.1).
Puede distinguirse, a este respecto, dos tipos de transacción: la extraprocesal, sin
incidencia en el proceso, y la procesal.
Debe partirse del art. 1809 CC: «la transacción es un contrato por el cual las partes, dan-
do, prometiendo o reteniendo cada una alguna cosa, evitan la provocación de un pleito o po-
nen término al que había comenzado»; de este precepto se desprenden las dos modalidades
de transacción: la extraprocesal y la procesal.

Cuando la transacción se produce en relación con el objeto de un proceso pen-


diente, bien sea por alcanzar un acuerdo, por conciliación, por avenencia, deja de
tener sentido el proceso. Es posible que la misma se lleve a cabo de dos formas: bien
con presencia judicial, denominándole transacción judicial, siendo el supuesto más
típico el que se regula en la audiencia previa, arts. 414 y ss LEC; bien sin presencia ju-
dicial, pero siendo con posterioridad presentado al tribunal para su homologación.
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Los elementos que configuran a la transacción procesal son: 1) Supone la partici-


pación de las partes, mediante concesiones recíprocas, con o sin presencia judicial,
con el fin de no continuar con el proceso; 2) La transacción se plasma en una reso-
lución, que es la que pone fin al proceso, que reviste la forma de auto, por medio del
cual el tribunal homologará los términos del acuerdo (art. 19.2), convirtiéndose en
título ejecutivo, y, por tanto, pudiendo procederse por los trámites de ejecución de
sentencias, tanto si la transacción se hizo a presencia judicial (oral en los trámites de
la audiencia previa o del juicio, y documentándose en el acta) o sin la presencia ju-
dicial (debiendo presentarle al tribunal el documento en el que se plasma la transac-
ción); 3) Pese al tenor literal del art. 1816 CC, el auto no tiene efecto de cosa juzgada
material, por cuanto la transacción simplemente supone un sometimiento obligacio-
nal de las partes a estar y pasar por los términos del contrato; 4) Consecuencia de
lo anterior es que, de alegarse en un proceso posterior la transacción, ya sea como
hecho constitutivo por el actor o como hecho impeditivo por el demandado, deter-
minará el contenido de la sentencia que debe dictarse pero no evitará un segundo
pronunciamiento; 5) La impugnación de la transacción debe realizarse por los causas
que invalidan los contratos y por el cauce del proceso que corresponda por razón de
la cuantía, y no por planteamiento de una demanda de revisión.

2. Requisitos
Los requisitos que configuran el régimen jurídico de la transacción son:

a) Subjetivos
Los exigidos respecto de la renuncia o el allanamiento se predican también res-
pecto de la transacción, incluida la exigencia de otorgar poder especial al procura-
dor para transigir, con la salvedad de que la exigencia de autorización judicial para
transigir en los supuestos de representantes legales del menor o incapacitado sólo se
exige cuando la transacción afecta a determinados bienes (arts. 166 y 1810 CC).

b) Objetivos
Si bien pueden reiterarse los límites objetivos que impiden la terminación de un
proceso por transacción (no esté prohibida por la ley ni se halle limitada por razones
de interés general o en beneficio de tercero, art. 19.1 LEC y 6 CC), existen supuestos
específicos legalmente determinados en los que se delimita la posibilidad o la prohi-
bición de transacción procesal judicial.
Así, el art. 1813 CC establece que se puede transigir sobre la acción civil derivada del
hecho delictivo, y el art. 751 LEC establece la imposibilidad de transigir en los procesos no
dispositivos sobre capacidad, filiación y matrimonio, como ya lo hiciera anteriormente el art.
1814 CC, si bien pueden darse determinadas materias en estos procesos no dispositivos so-
bre las que las partes puedan disponer libremente según la legislación civil aplicable, pudien-
do ser objeto de transacción (así sucede con el art. 151 CC, al permitirse la misma sobre las
pensiones alimenticias ya vencidas).

c) De actividad
1º) Tiempo: El art. 19.3 LEC permite la transacción en cualquier momento de la pri-
mera instancia o en fase de recursos, solución a la que se llegaba desde el art. 1819 CC; y
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2º) Forma: Puede ser escrita u oral, en atención al momento en que se lleva a cabo
la transacción. Cabría pensar que cuando se realiza extrajudicialmente debe llevarse
documentalmente por escrito ante la autoridad judicial, y ser ratificado. Si la transac-
ción se realiza en presencia judicial, atendido el momento en que se lleva a cabo,
puede ser oral o escrito; si es oral, se hará constar por acta o por cualquiera de los
medios de reproducción los términos del acuerdo, con el fin de obtener la homolo-
gación del mismo a que se refiere el art. 19.2 LEC.

IX. CADUCIDAD DE LA INSTANCIA

La caducidad supone la terminación del proceso por inactividad de las partes du-
rante el lapso de tiempo previsto por la ley. Su fundamento se halla en la idea de que
la litispendencia no puede prolongarse indefinidamente.
La terminación del proceso por inactividad de las partes tenía razón de ser en un proceso
en el que regía el principio de impulso de parte, si bien hoy ha dejado de tener sentido al
regir el principio de impulso oficial (art. 179.1 LEC). No obstante, el legislador ha previsto los
escasos supuestos en que, pese al impulso de oficio de las actuaciones, la inactividad puede
conducir a la caducidad, evitándose con ello la litispendencia indefinida (art. 237). Podría pen-
sarse en los supuestos de suspensión del proceso a petición de todas las partes litigantes por
más de sesenta días desde la solicitud de la suspensión sin que nadie solicite la reanudación,
produciéndose primero el archivo provisional de los autos y, transcurridos los plazos previstos
en el art. 237, la caducidad de instancia.

El régimen jurídico de la caducidad puede desarrollarse teniendo en cuenta:


1.º) La caducidad puede producirse en cualquier momento de tramitación del
proceso de declaración, distinguiéndose, a este respecto, atendido lo dispuesto en
el art. 237: 1”) Si se mantiene la inactividad procesal en la primera instancia durante
dos años, se produce la terminación del proceso por caducidad; 2”) Si se produce en
la segunda instancia o pendiente recurso extraordinario por infracción procesal o
recurso de casación, se requiere el transcurso de un año sin actividad procesal, para
que se ponga fin por caducidad. Estos plazos se contarán desde la última notificación
que se hubiere realizado a las partes (art. 237.1, II).
2.º) Quedan, sin embargo, excluidos de la declaración de caducidad, pese al trans-
curso del tiempo, los supuestos en que concurran fuerza mayor o cualquiera otra
causa contraria o no imputable a la voluntad de las partes o interesados (art. 238), así
como en ejecución forzosa, dado que llegado a este momento, deberá proseguirse
hasta obtener el cumplimiento de lo juzgado, aunque hayan quedado sino curso du-
rante los plazos legalmente señalados (art. 239).
3.º) La caducidad debe declararse por decreto del secretario, y de oficio, siendo
ésta una resolución meramente declarativa del efecto que supone el transcurso del
tiempo. Contra el decreto que declara la caducidad sólo cabe recurso de revisión
(art. 237.2)
4.º) Los efectos que produce la caducidad quedan delimitados en el art. 240:
1”) Si la caducidad se produce en la primera instancia, se entiende producido el
desistimiento, por lo que, quedando imprejuzgada la pretensión, es posible volver a
incoar nuevo proceso entre las mismas partes y con el mismo objeto, salvo que se
hubiere producido la caducidad de la acción (art. 240.2).
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2”) Si la caducidad se produce en la segunda instancia o en fase de recursos ex-


traordinarios, se tendrá por desistida la apelación o dichos recursos y por firme la
resolución recurrida, devolviéndose las actuaciones al tribunal del que procedieren
(art. 240.1).
3”) La declaración de caducidad no contendrá imposición de costas, debiendo
pagar cada parte las causadas a su instancia y las comunes por mitad (art. 240.3).
En algunos supuestos se producen acontecimientos inesperados en el transcurso del pro-
ceso que van a provocar la terminación anormal del mismo. Así por ejemplo, la muerte de una
de las partes no comporta como regla general la terminación del proceso, sino que se prevé
para estos supuestos el fenómeno de la sucesión procesal (art. 16); sin embargo, podría pro-
vocar la finalización del proceso si aquella supone la desaparición de la dualidad de posiciones
y con ellas del objeto del proceso, al ser la otra parte el único heredero y aceptase la citada
herencia, dando lugar a lo que ha venido denominándose por la doctrina como confusión
entre las partes. Asimismo la muerte de una de las partes podría comportar la terminación
del proceso en aquellos supuestos en que el objeto del proceso no puede transmitirse, como
podría suceder en determinados ámbitos de los procesos matrimoniales.

X. SOBRESEIMIENTO

El sobreseimiento es el contenido de una resolución por la que se da por termi-


nado el proceso, normalmente sin pronunciamiento sobre el fondo, consecuencia
de la concurrencia de óbices que impiden su continuación, dejando imprejuzgada
la pretensión. Puede dictarse por causa imputable a las partes (como el supuesto de
incomparecencia, art. 414, o por desistimiento bilateral, art. 415) o por causa ajena a
su voluntad (litispendencia o cosa juzgada, art. 421).
Estos óbices hacen referencia a cualesquiera circunstancias que puedan impedir
la válida prosecución y fin del proceso mediante sentencia sobre el fondo, y que
pueden ir referidos a:
1) La falta de presupuestos procesales no subsanables, como sucede en los su-
puestos de litispendencia o cosa juzgada (art. 421);
2) La falta de presupuestos procesales que, siendo subsanables, no se subsanan
(falta del debido litisconsorcio, art. 420);
3) La ausencia de requisitos procesales, como es el supuesto de demanda que no
reúne los requisitos especiales exigidos, por razón de la materia, para la admisión de
la misma (art. 423.3, II) o por demanda defectuosa por falta de claridad o precisión
en la determinación de las partes o de la petición que se deduzca (art. 424.2); y
4) La incomparecencia de las partes a la audiencia previa (arts. 414 y ss.). En estos
supuestos la defectuosa configuración de la relación jurídico procesal se exterioriza
en el trámite de audiencia previa, evitándose una sentencia procesal.
Junto a todas las causas expuestas, todas ellas óbices procesales que impiden la conti-
nuación del proceso, la LEC, de forma un tanto ambigua, establece un supuesto de sobresei-
miento del proceso provocado al desaparecer el interés legítimo en obtener la tutela judicial
pretendida porque se han satisfecho fuera del proceso las pretensiones del actor o se ha
provocado una carencia sobrevenida del objeto procesal (art. 22 en relación con el art. 25.2,
1.º, donde se exige poder especial del procurador para realizar manifestaciones que puedan
comportar sobreseimiento del proceso por satisfacción extraprocesal o carencia sobrevenida
del objeto).
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Se produce una quiebra de la configuración del sobreseimiento como terminación anormal


del proceso por razones procesales, pues al desaparecer el objeto del proceso, la LEC atribu-
ye al sobreseimiento los mismos efectos que una sentencia absolutoria firme, impidiéndose
volver a plantear la cuestión entre las mismas partes y con el mismo objeto. En este supuesto
es el secretario judicial el que, mediante decreto decide la terminación del proceso sin impo-
sición de costas (art. 22.1).
Igualmente se pone fin al proceso mediante decreto de sobreseimiento del secretario
cuando el demandado presta su conformidad al desistimiento o no se opone a él (art. 20.3).

Los efectos que produce el sobreseimiento son: 1) La terminación del proceso


mediante auto judicial o decreto del secretario; 2) Dicha terminación del proceso
evita un pronunciamiento de fondo sobre la pretensión interpuesta, quedando im-
prejuzgada la misma; y 3) El que quede imprejuzgada la pretensión no significa, sin
embargo, que, al no producir efecto de cosa juzgada, quede abierta la posibilidad de
incoar un nuevo proceso posterior entre las mismas partes y con el mismo objeto.
Este efecto será sólo posible en los casos de óbice procesal subsanable, dado que ha-
brá determinadas causas de sobreseimiento que impedirán, supuesto de litispenden-
cia o de cosa juzgada, el ejercicio de nuevo del derecho a accionar entre las mismas
partes y con el mismo objeto.

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