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Competitividad

La competitividad es la capacidad que tiene una empresa o país de obtener


rentabilidad en el mercado en relación a sus competidores. La competitividad
depende de la relación entre el valor y la cantidad del producto ofrecido y los
insumos necesarios para obtenerlo (productividad), y la productividad de los otros
oferentes del mercado. El concepto de competitividad se puede aplicar tanto a una
empresa como a un país.

Por ejemplo, una empresa será muy competitiva si es capaz de obtener una
rentabilidad elevada debido a que utiliza técnicas de producción más eficientes
que las de sus competidores, que le permiten obtener ya sea más cantidad y/o
calidad de productos o servicios, o tener costos de producción menores por unidad
de producto.

¿Qué tan competitivos somos?

No nos engañemos con el cuento de que somos el país más competitivo de


la región y pongámonos a trabajar en infraestructura de transporte,
investigación y desarrollo y educación, áreas en las que tenemos grandes
limitaciones.

En días pasados, el Gobierno y los medios hicieron un gran despliegue diciendo


que ahora Colombia es el más competitivo de America Latina. ¿Será verdad tanta
belleza?

La afirmación se basa en que Colombia fue calificado este año como el país en el
que es "más fácil hacer negocios en América Latina" por el Banco Mundial. En
particular, el informe dice que Colombia ha mejorado mucho en la protección de la
inversión y bastante en simplificar trámites para constituir empresas, en el acceso
al crédito, el registro de propiedades y el pago de impuestos. Todo eso es muy
bueno, si bien el informe dice también que en Colombia es aun muy difícil hacer
cumplir contratos. Mas importante aún, la facilidad de hacer negocios es apenas
una parte de lo que hace a un país competitivo.

Para comenzar, ¿qué es ser "competitivo"? Quienes usan este término de moda
se refieren a competir con éxito en los mercados internacionales. Pero, ¿en qué?
Ningún país puede competir bien en todos los sectores y productos. La retórica de
la competitividad olvida que los países exitosos se especializan en algunos
sectores y productos en el comercio internacional. Las preguntas válidas son: ¿en
qué sectores y productos somos competitivos? Y, ¿qué se necesita para ser
competitivo en otros?
Somos muy competitivos en petróleo, carbón, níquel y otros minerales en los
cuales para serlo se necesita disponer de yacimientos económicamente atractivos,
haber creado un ambiente regulatorio apropiado para que la inversión privada
encuentre rentable invertir en exploración y desarrollo de los yacimientos y
construir sus medios de transporte para transportar el producto (oleoductos,
trenes, puertos). Esas condiciones mínimas de competitividad se dan en Colombia
en estos sectores.

Somos también competitivos en algunos productos agrícolas (café, banano, flores,


azúcar, palma africana), siempre y cuando no permitamos revaluar en exceso
nuestra moneda como está pasando ahora. Pero deberíamos serlo en muchísimos
más. Tenemos muchas tierras con vocación agrícola mal aprovechadas, como
consecuencia de una política agropecuaria premoderna y de la contrarreforma
agraria paramilitar de los últimos años. A diferencia del Brasil, Uruguay, Chile,
Perú, Costa Rica (y, hasta hace poco, Argentina), que hace rato entendieron que
países con potencial agrícola tienen que desarrollarlo a través del comercio
internacional, la inversión en investigación y desarrollo y la provisión de
infraestructura, educación y servicios básicos en el campo, el Gobierno ha
mantenido una política agropecuaria dedicada a proteger a subsectores no
competitivos y a repartir favores a los grandes propietarios a cambio de apoyo
político.

Por estar dedicados a "defender" a esos sectores, el Gobierno Uribe se demoró


tanto en la negociación del TLC, que sobrevino un cambio político en el Congreso
norteamericano y se empantanó el tratado. Peor aún, el uso de los recursos de la
Ley Agro Ingreso Seguro, que se suponía que iban a ayudar en la reestructuración
de productores pequeños potencialmente afectados por ese tratado, se repartió en
forma vergonzosa entre los productores más poderosos y más amigos, buscando
su apoyo para una candidatura presidencial. En adición, el Gobierno se ha
cruzado de brazos frente al grave problema de concentración ilegal de la
propiedad rural que se presentó en los últimos años.

El día que tengamos una política agropecuaria moderna repetiremos los milagros
exportadores de Chile, Brasil, Uruguay y Costa Rica y, más recientemente, de la
llamada "nueva agricultura" peruana. Ese día seremos "competitivos" en un gran
número de productos agropecuarios. El campo colombiano necesitaba seguridad,
pero haberla recuperado evidentemente no es suficiente para el despegue del
área rural, como lo demuestran las pobres tasas de crecimiento del sector agrícola
en los últimos años. Y somos competitivos en unos cuantos subsectores
industriales y de servicios, en los que la iniciativa privada ha conseguido fabricar
ventajas comparativas.
Pero son muy pocos. El valor de nuestras exportaciones por habitante es muy
bajo en comparación con los países mencionados arriba y otros como México e
insignificante en comparación con la mayoría de los países asiáticos, que sí han
logrado ser competitivos en un amplio número de exportaciones industriales. ¿En
qué estamos fallando?.

En primer lugar, en infraestructura de transporte. Necesitamos construir y


mantener bien las "vías de la competitividad", mediante procesos de concesión
bien estructurados. Pero el Ministro del ramo no cree en la necesidad de tener
estudios previos ni de diseñar bien los contratos de concesión y se ha dedicado al
Plan 2500, una colección de pequeñas obras que corresponde hacer a los
departamentos y no a la Nación. Peor aún, ha tenido 6 ó 7 directores del Inco y de
Invías en 6 años, varios de los cuales han dejado el cargo por escándalos de
corrupción. Urge iniciar un proceso de modernización institucional que nos sitúe a
la par de un Chile o un México en nuestra infraestructura vial.

En segundo lugar, es necesario comprender que en el mundo moderno se compite


con base en conocimientos. Nuestras empresas y nuestro Estado invierten muy
poco en investigación y desarrollo y lo hacen muy mal. Pocas Universidades
trabajan de la mano del sector privado en el desarrollo y adaptación de nuevas
tecnologías, procesos y diseños que permitan aumentar la productividad, hacernos
competitivos en nuevas áreas y desarrollar nuevos productos de exportación. En
este campo se necesita una verdadera revolución. En adición, si bien ha habido
avances grandes en cobertura y se han dado los primeros pasos para mejorar la
calidad de la educación (como la implantación de exámenes de Estado para
alumnos y maestros), hay aún mucho por hacer en este campo. Muy pocos niños
tienen acceso a educación en su primera infancia, en los años más críticos para
desarrollar su potencial cognoscitivo, y la calidad de la educación básica es aún
penosa, como lo demuestran los resultados de los exámenes de aptitud.

El Sena maneja bien la formación de destrezas básicas, pero ningún instituto


público es capaz de proveer por sí solo la enorme diversidad de formación técnica
especializada que requieren los sectores industriales y de servicios en los que
aspiramos a consolidar ventajas comparativas. Es necesario permitir la libre
competencia, con control de calidad, en la prestación de estos servicios.

Por último, el Gobierno actual ha creado una situación que impide una
competencia sana e inhibe la competitividad, al imponer cargas muy altas a
muchas empresas (tasas de 33% y gravamen al patrimonio) mientras favorece a
unas pocas con tarifas bajas y exenciones, a través de las Zonas Francas
Especiales y los contratos de seguridad jurídica. Arreglar este entuerto para llegar
a tener una tasa moderada pero igual para todas las empresas será difícil, pero
indispensable si queremos ser competitivos en muchos sectores y productos.

De modo que no nos engañemos con el cuento de que somos el país más
competitivo de la región y pongámonos a trabajar en estas áreas en las que
tenemos grandes limitaciones. ¿Cuál será el candidato presidencial que quiera y
pueda afrontar estos retos, que no ha querido enfrentar el actual gobierno? .

Empeora la competitividad de Colombia

Colombia ha obtenido 4,29 puntos en el Índice de Competitividad de 2017,


publicado por el Foro económico Mundial, que mide cómo utiliza un país sus
recursos y capacidad para proveer a sus habitantes de un alto nivel de
prosperidad. Ha mejorado su puntuación respecto al informe del año anterior en el
que obtuvo 4,28 puntos.

Está en el puesto 66 del ranking de competitividad mundial, de los 140 países


analizados. Ha empeorado su situación, ya que en 2016 estaba en el puesto 61.

En la tabla mostramos la evolución de la posición de Colombia en el Índice de


Competitividad Global. Puedes ver un listado con la clasificación de todos los
países clicando en GCI: Países por Índice de Competitividad y ver toda la
información económica de Colombia en Economía de Colombia.

TRATADO DE LIBRE COMERCIO (TLC)

es un acuerdo que firman dos países para reglamentar sus relaciones


comerciales. La idea es que sus productos y servicios puedan intercambiarse
libremente y que los inversionistas de lado y lado cuenten con reglas del juego
claras, estables y transparentes. Se busca así aumentar el comercio y la inversión
entre ambas naciones.

Algunos sectores beneficiados

a) Agropecuarios

-Flores:El TLC garantiza acceso estable y libre de arancel a Estados Unidos para
las flores colombianas que en ausencia del acuerdo y de las preferencias
arancelarias deben pagar un arancel de más del 6%. Este sector depende
totalmente de las exportaciones y genera más de 200 mil empleos en Colombia.

-Azúcar: Este es uno de los productos de mayor potencial ofensivo de Colombia y


de mayor protección en EE.UU. El TLC aumentará de manera importante la cuota
de exportación colombiana Este contingente incluye algunos productos
industriales con contenido de azúcar que hacen parte del programa de
transformación productiva.

-Productos lácteos: Colombia obtendrá una cuota de acceso preferencial para


productos lácteos, la mayoría de las cuales están concentradas en quesos,
nuestro mayor potencial de exportación. También tienen un peso importante en la
cuota las mantequillas y otros productos lácteos como leches saborizadas. Las
disposiciones en materia sanitaria permitirán materializar en el corto plazo estas
oportunidades comerciales.

-Tabaco:El TLC consolida y mejora el acceso a Estados Unidos de tabaco y sus


productos. En cigarrillos se obtendrá una norma de origen que durante los
primeros años permitirá mezclar materias primas de terceros países mientras la
oferta nacional alcanza el nivel requerido. Se logró una cuota preferencial sin
aranceles y una desgravación a 15 años. Este producto es de gran importancia
para el empleo rural pues genera 250 empleos por tonelada producida y hay
zonas que producen hasta dos toneladas por hectárea.

-Otros productos beneficiados: El sector cárnico colombiano se beneficiará


igualmente de un mayor acceso real al mercado de los Estados Unidos así como
el sector hortofrutícola que ha mostrado gran potencial en otros acuerdos con
países Latinoamericanos

b) Industriales

-Sector Textil, confección, diseño y moda: El TLC garantiza acceso estable al


mercado estadounidense de este sector de talla mundial. En el caso de las
confecciones, la incertidumbre generada por las renovaciones cortas del ATPDEA
han impactado negativamente las exportaciones de este sector que sin acceso
preferencial debe pagar aranceles de hasta 30%. Es de destacar el mejoramiento
en normas de origen frente al ATPDEA y el acceso que obtendrá la línea de
confecciones para el hogar no está incluida en las preferencias arancelarias.

-Energías alternativas: EE.UU. tiene una creciente demanda por combustibles


obtenidos de fuentes diferentes al petróleo. Para Colombia es muy importante
consolidar las preferencias incluidas en el ATPDEA referentes al etanol y abrir
acceso para los combustibles generados a partir de la palma. El TLC consolida el
mercado que ha surgido para la exportación colombiana de fuel-oil, un producto
derivado del petróleo del cual Estados Unidos importa más de US$50.000 millones
al año. Adicionalmente, se ha logrado una norma de origen flexible que permite
incorporar materia prima de países no miembros del acuerdo.

-Otros sectores: Otros sectores que se beneficiarán de una eliminación


permanente de aranceles y del mejoramiento de las condiciones para la inversión
en Colombia serán pesca, autopartes (ambos incluidos en el programa de
transformación productiva), cueros, calzado, plásticos, industrias de porcelana y
joyería.
c) Servicios

-Todo el sector de servicios se beneficiará de reglas de juego claras para la


inversión y el comercio. Debe destacarse de manera especial que el TLC crea un
grupo de trabajo para servicios profesionales dentro del TLC ofrece un marco
permanente para que los cuerpos profesionales de Colombia y Estados Unidos
realicen trabajos en materia de reconocimiento mutuo y desarrollo de estándares
para licenciamiento. Aunque el TLC ha identificados los sectores de ingeniería y
arquitectura como prioridades, otros sectores tales como los servicios de salud y
de consultoría, podrán utilizar este marco en el futuro para impulsar acuerdos en
estas materias.

-En términos generales, el mayor potencial de aprovechamiento del TLC en


materia de servicios lo tienen la industria gráfica, el software y las tecnologías de
la información, la tercerización de los procesos de negocios y el turismo de salud,
todos ellos sectores incluidos dentro del programa de transformación productiva.

Desventajas del TLC.


Otro factor de desventaja para Colombia, es la poca infraestructura que posee
para poder controlar y hacer un tratado de estas características, como son vías
para transportar los productos, puertos, maquinaria, puentes, ferrocarriles,
bodegas, capacidad de planta de las empresas y tantos otros que hacen falta para
competir con Estados Unidos.
El primer sector se verá afectado, ya que el campo colombiano no se encuentra
totalmente industrializado para poder competir contra los productos agropecuarios
de Estados Unidos, ni tiene los suficientes mecanismos de producción y calidad.
Los campesinos colombianos tampoco tiene la suficiente capacidad educativa
para responder a las exigencias que se les van hacer. Además estamos en
completa desventaja con el campo estadounidense, ya que tiene a su favor
políticas netamente proteccionistas en sus diferentes sectores económicos;
genera más bajos costos para sus productores y por ende una mayor amenaza
para nuestros campesinos.
Las PYMES, el segundo sector, se verá afectado debido a la baja productividad, la
baja calidad y los altos costos de producción que las caracteriza, lo que les impide
competir en un mercado altamente especializado, llevándolas por ende a su
inminente desaparición, lo cual es muy peligroso, ya que éstas generan más del
80% del empleo en el país.

Se considera el TLC como un paso muy importante que se tiene que dar para que
Colombia logre acomodarse al ritmo acelerado del nuevo mundo, especialmente
en el de la globalización. El no hacerlo estaría condenado a la pobreza y al
subdesarrollo. Pero esto se debe mirar objetivamente. No se puede pretender que
una vez firmado el tratado se pueda empezar inmediatamente. El gobierno lo sabe
y pide tiempo y plazos de hasta de 10 y 12 años, en los cuales podrá reorganizar
su sociedad, capacitarla, entrenarla, mejorar la infraestructura y todos aquellos
vacíos que se tiene, para poder competir con Estados Unidos, logrando que los
intereses económicos de ambos se acompasen y satisfagan sus expectativas bajo
la premisa del “gana, gana”.

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