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en primaria
De un vistazo
La mayoría de los niños empiezan a desarrollar la capacidad de controlar
sus impulsos en la primaria. Pero los niños con dificultades de aprendizaje
y atención pueden tardar más.
Algunos niños siguen teniendo dificultades para controlarse mucho después que
sus compañeros. Esto es especialmente cierto en niños que
tienen TDAH y dificultades del funcionamiento ejecutivo. Si su hija de primaria
tiene problemas para controlar sus emociones y sus impulsos, puede que
necesite ayuda adicional para aprender cómo hacerlo.
Jugar al autocontrol
Para los niños pequeños la mejor manera de aprender es a través del juego.
Camino al baño o en el supermercado, haga que su hija se detenga y haga
diferentes acciones. Por ejemplo, que se quede congelada cuando usted diga,
“¡naranja!” Estos juegos enseñan a los niños a detenerse y pensar antes de
actuar, un elemento esencial del autocontrol.
Tome un descanso
Cree un espacio tranquilo en su casa en el que su hija pueda calmarse si pierde
el control. Puede ser un rincón lleno de almohadones u otro lugar confortable.
Esto le enseña que existe una manera y un lugar especial dónde dirigirse cuando
las cosas están fuera de control.
Elogie a su hija
Cuando vea que se está controlando, dígaselo. Esta clase de reforzamiento
positivo la ayudará a verse como una persona que es capaz de controlar su
comportamiento. Quizás quiera decirle cosas como:
Consejo: Jueguen a roles o dramaticen una situación con la que su hijo pueda
encontrarse comúnmente. Esto puede ayudarle a saber qué decir o hacer para
lograr un resultado positivo. Por ejemplo, antes de ir a una fiesta en el boliche
dígale cómo debería reaccionar si su bola siempre termina en la canaleta. Antes
de que vaya al parque haga de cuenta que usted es otro niño con ganas de jugar,
así su hijo puede practicar cómo preguntarle si quiere jugar con él.
Consejo: Hacer una lista completa de todas las actividades del día y de las cosas
que su hijo necesitará, podrá ayudarlo a mantenerse organizado con sus
pertenencias.
TDAH puede dificultar muchas de las situaciones diarias, pero ¿cuáles son los
desafíos más grandes a los que su hijo se enfrenta? Estos son algunos de los puntos
problemáticos más comunes y algunas estrategias simples que podrían hacer las
cosas más fáciles para usted y su hijo.
Incluso si la rutina de las mañanas es más o menos la misma cada día, puede que
a su hijo le cueste hacer las cosas a tiempo. Esto no es sorpresa, ya que los niños
con problemas de atención muchas veces tienen dificultad para planear y calcular
los siguientes pasos de una tarea.
Consejo: Hacer agendas visuales o agendas con pocas palabras pueden ayudar a
su hijo a no olvidar sus actividades. También puede ayudarle a crear su propia
solución. Haga que él diseñe los pasos a seguir para terminar con lo que tiene que
hacer o hacer una lista de actividades para colgar en su puerta.
Las batallas por la tarea escolar son comunes en cualquier familia, pero en la suya
podrían ser a diario. Los niños con TDAH tienen dificultad para sentarse y enfocarse
después de un largo día en la escuela. Además, hacen las tareas a las carreras y
cometen errores porque no pueden recordar las indicaciones o no se sientan en un
lugar el tiempo suficiente para revisar y corregir su trabajo.
Consejo: Divida las tareas de su hijo en tareas más simples y anímelo a caminar al
perro o a hacer alguna clase de ejercicio durante los descansos entre tareas.
También crear una estación portátil para las tareas que esté libre de distracciones
puede ayudar a su hijo a mantenerse concentrado más tiempo.
Cómo hablar con su hijo acerca de estar distraído y
desconcentrado
De un vistazo
Los chicos con dificultades de aprendizaje y atención pueden tener
problemas para enfocarse en las tareas y para comenzar proyectos.
Qué puede decir: “¿Qué te ayuda a mantenerte enfocado cuando haces la tarea
de la escuela?”.
Consejo: A su hijo podría ayudarle estar en una habitación tranquila y ordenada
para hacer su tarea. También escuchar música podría ayudarlo para
concentrarse.
Algunas veces es difícil saber cómo le va a sus hijos en la escuela. Para tener
una mejor idea, échele un vistazo a estas preguntas para su hijo. Si su hijo
tiene TDAH, Vea los consejos de los expertos acerca de cómo ayudarlo con las
dificultades del comportamiento.
Puntos clave
Hace preguntas a su hijo puede ayudarle a averiguar qué es lo que lo
distrae.
“Sé que estás enojado y quieres salir de la feria de ciencias e ir a casa. Pero
me siento orgullosa de lo que hiciste”.
“Sé que trabajaste muy duro y que muchas de las personas que vieron tu
proyecto parecían impresionadas. Aunque te sientas desilusionado por haber
obtenido el segundo lugar en vez del primero, todavía tienes buenos razones
para sentirte orgulloso de lo que hiciste”.
Más que definir una entidad clínica, cuando a veces hablamos de que un niño es
hiperactivo hablamos de nuestro estado anímico personal, de lo que nos cuesta soportar
al hijo inquieto que llama constantemente la atención o al alumno que nos obliga a
dedicarle más tiempo. Podemos olvidar que los motivos por los que un niño no atiende
o no se concentra son muchos: cansancio, aburrimiento, tareas demasiado largas para
su edad, inmadurez… Y que su desobediencia puede ser debida también a que no
entiende las instrucciones.
Los padres en general no estamos preparados para contener un hijo inquieto. Los
horarios laborales, las prisas, la escasa tolerancia a la
conducta desobediente fomentan en muchos casos una ruptura emotiva de las
relaciones padres-hijos, creando un círculo vicioso de nervios e irritación que refuerza
precisamente las conductas que queremos evitar.
Muchos niños medicados y tratados como hiperactivos en realidad lo son porque entran
en este perfil de niño inquieto, distraído, que nos obliga, que nos hace sentir la
necesidad de implicarnos y de gastar energía, que nos complica la vida cuanto
queremos que ésta, tanto en el ámbito familiar como escolar, sea tranquila. Quizás
deberíamos reflexionar más sobre las dificultades para educar en el día a día, la falta de
pautas claras en la educación familiar, la pérdida de valores en la formación académica
antes que proyectar sobre los niños nuestro propio cansancio o ignorancia.
Muchas veces tenemos en casa un niño sobreactivo (no hiperactivo), es decir, con
exceso de movimiento pero que con una adecuada contención es capaz de controlarse,
atender y seguir las pautas y hábitos de los padres y del colegio. La enseñanza del
autocontrol en nuestros hijos es un objetivo de los primeros años de vida en la familia;
de ahí que estén apareciendo en estos últimos años niños con falta de hábitos y de
ritmos estables de vida, que pasan por hiperactivos cuando en realidad son fruto de una
escasa atención a sus necesidades educativas y afectivas.
Podemos considerar entonces la aparición de niños con hiperactividad ambiental, que
no es lo mismo que la hiperactividad clínicamente hablando
¿Y en la escuela?
Hoy en día la escuela no responde generalmente a las necesidades educativas y de
crecimiento de los alumnos. Para dar clase necesitamos niños sentados, escuchando
largas explicaciones, con objetivos académicos densos, dando escasa importancia a la
vivencia, experimentación y tiempo de descubrimiento donde el alumno sea el objetivo
no los contenidos.
Muchos alumnos no encajan en este perfil, se cansan, se aburren y una forma de
manifestarlo sobre todo en edades tempranas (hasta los 8 años) es moverse, distraerse
y llamar la atención.
No todos estos niños son hiperactivos y con déficit de atención. Simplemente reflejan
una forma de “dar las clases”, una pedagogía que no estimula ni activa la atención
selectiva de los alumnos y en consecuencia se mueven demasiado, hablan, creando
conflictos entre ellos. El maestro con gran número de niños en la clase y con la presión
de cumplir la programación pierde su capacidad perceptiva y de selección de aquellos
alumnos con necesidades educativas especiales, metiendo en el mismo saco al niño
hiperactivo y a aquel que no lo es.
Ser sobreactivo es una situación muy corriente que solo nos dice que existe un exceso
de movimiento, diferente del fenómeno hiperactivo, que es una entidad clínica, un
trastorno grave, con múltiples repercusiones en todos los ámbitos donde se mueve el
niño.
En esta situación, a muchas familias se les abre la esperanza a través de una pócima
maravillosa que lo cura todo. Es la famosa pastillita que, dada a un determinado número
de niños y en situaciones concretas, permiten solucionar la conducta de un niño inquieto.
Pero hay que ir con cuidado. El abuso indiscriminado de esta medicación, sin pruebas
clínicas adecuadas (electroencefalograma, mapa de actividad cerebral, cartografía…)
junto con un escaso seguimiento individual, familiar y escolar, la han convertido para
muchos padres y maestros en una pócima mágica que libera de las tensiones y de la
responsabilidad de implicarnos y de buscar otras soluciones que no sean las de dar solo
una medicación.
Por ello, lo primero y más importante es saber si existen unos determinantes, unos
signos que nos puedan acercar a una detección precoz, una orientación especializada
en estos temas antes de que denominemos a nuestro hijo con tanta ligereza de
hiperactivo.