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El poder de policía, lo que tiene un doble interés: uno teórico y otro práctico.
1Cf. NIETO, Alejandro: “Algunas precisiones sobre el concepto de policía”, en RAP n. 81 (set-dic.
1976), p. 35.
Cf. GORDILLO, Agustín: “Policía y poder de policía”, en Servicio público, policía y fomento”. El
Jornadas organizadas por la Universidad Austral, 2003, Fac. de Derecho, RAP, pp.237-241.
sobre el poder de policía y sus límites sirve en la medida que permite el control
judicial sobre su validez y su posible invalidación por extralimitación.
3 Cf. GELLI, Ma. Angélica: Constitución de la Nación Argentina, comentada y concordada, Bs.As.,
La Ley,
4 Cf. Linares Quintana: “el estudio del poder de policía importa el examen de la libertad jurídica
dentro de la órbita del derecho público”, en Tratado de la Ciencia del Derecho Constitucional,
Bs.As., Plus Ultra, Vol. 4, p. 147.
tous” de la sociedad. En cambio, en el ámbito anglosajón apareció el término
“police power (Bentham, Blackstone), sobre todo en Norteamérica, para aludir a
las potestades reservadas por los estados locales frente a la Unión”5 . Nuestra
Constitución lo ha recogido expresamente en este sentido en el art. 75 inc. 30
cuando menciona, en relación a los establecimientos de utilidad nacional, que “las
autoridades provinciales y municipales conservarán los poderes de policía…”.
Sin embargo, el devenir histórico le deparó un cambio de sentido la función
de “policía” del Estado. La Ilustración, embebida por la doctrina de los derechos
naturales, percibía la idea de policía como una garantía negativa, concebida en
defensa de derechos, del orden y la tranquilidad contra peligros que acechaban el
goce de los derechos individuales.
Con un tono más dramático, no exenta de ingenuidad racionalista, el
encabezamiento de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano
de 1789 va a expresar: “…ont resolu d’exposer, dans une déclaration solennelle,
les droits naturels, inalienable et sacrés de l’homme…. afin que les actes du
pouvoir legislatif et ceux du pouvoir executif, pouvant ëtre á chaque instant
comparés avec les but de toute institution politique, en soient plus respectés”6.
5 Según Laurence TRIBE “Marshall was apparently the first to employ the rubric ‘police power’ to
describe the residual prerogatives of sovereignty which the states had not surrender to the federal
government”, vinculada a la Commerce Clause, en el caso “Gibbons v. Ogden”, 22U.S. (9 Wheat.)
1, 208 (1824) y en Brown v. Maryland (1827), cf. American Constitutional Law, New York,
Foundation Press, 2000, p. 1046. También en Inglaterra Blackstone y Bentham hicieron uso del
concepto de police power.
6
Vid. D.D.H.C. 1789: Art. 2: “Le but de toute association politique est la conservation des droits
naturels et imprescriptibles de l’homme”.
aunque podría traducirse con la idea de pautas, direccionamientos, orientaciones,
políticas (en plural).
7 Cf. NINO, Carlos S.: Fundamentos de Derecho Constitucional, Bs.As., Astrea, 1992, p. 481.
desenvolvimiento democrático”. Ésa por su parte refleja la Declaración Universal
de DD. HH.: art. 29.2°: “En el ejercicio de sus derechos y en el disfrute de sus
libertades, toda persona estará solamente sujeta a las limitaciones establecidas
por la ley en el único fin (a) de asegurar el reconocimiento y el respeto de los
derechos y libertades de los demás, y (b) la de satisfacer las justas exigencias de
la moral, del orden público y del bienestar general en una sociedad democrática”.
Sabemos que estos instrumentos que tienen jerarquía constitucional en nuestro
sistema jurídico (art. 75 inc. 22°CN).
Por lo que llevamos hasta acá expuesto, para reconocer las limitaciones al
poder de policía, debemos centrarnos en las “condiciones restrictivas” impuestas
8
Cf. HABERMAS, Jürgen: Tiempo de transiciones, “El estado de derecho democrático: ¿una visión
paradójica de principios contradictorios?”, Madrid, Trotta, 2004, p.147.
al ejercicio del mismo.
Para que una limitación tenga valor jurídico debe consistir en pautas
objetivas que sirvan de referencia para constatar la “extralimitación” y, en
consecuencia, pueda resultar de ello efectos jurídicos invalidantes. Estos
parámetros objetivos que sirvan de límites al ejercicio del poder de policía pueden
ser formales y materiales.
A) LIMITES FORMALES: Los límites formales están dados por dos parámetros: 1.
El principio de legalidad: ley formal, y 2. El Debido proceso jurídico adjetivo (Due
Process in Law).
Claramente del Pacto de San José en el art. 30, al definir el alcance de las
restricciones, expresa: “Las restricciones permitidas, de acuerdo con esta
convención, al goce y ejercicio de los derechos y libertades reconocidos en la
misma, no pueden ser aplicadas sino conforme a las leyes que se dictaren por
razones de interés general y con el propósito para el cual han sido establecidas”.
9Vid. DIAZ RICCI, Sergio: “La ley en la Constitución”, en AA.VV. (Comp. Jorge H. Gentile) en EL
PODER LEGISLATIVO. Aportes para el conocimiento del Congreso de la Nación, Bs.As., AADC-
Konrad Adenauer Stiftung, 2009, pp. 701-722.
La exigencia de ley formal en nuestro sistema constitucional se apoya
además, en la Declaración Universal de DD. HH. (art. 29.2° arriba citado: “En el
ejercicio de sus derechos y en el disfrute de sus libertades, toda persona estará
solamente sujeta a las limitaciones establecidas por la ley en el único fin…”); del
Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (art. 4: el
Estado “podrá someter tales derechos (que el tratado garantiza) únicamente a
limitaciones determinadas por la ley, sólo en la medida compatible con la
naturaleza de esos derechos y con exclusivo objeto de promover el bienestar
general de una sociedad democrática”).
Por eso la distinción entre poder de policía y policía no es algo que tenga
utilidad. No sólo porque al Poder Ejecutivo se la ha otorgado facultades de dictar
disposiciones con valor de fuerza de ley formal, sino que incluso en el ejercicio de
su potestad reglamentaria (delegada: art. 76 o ejecutoria: art. 99 inc. 2°) es difícil
etiquetar su uso dentro de una u otra denominación.
10 Es admirable la intuición de Alberdi cuyo Proyecto de Constitución establecía (el art. 20): "Las
leyes reglan el uso de estas garantías de derecho público, pero el Congreso no podrá dar ley que
con ocasión de reglamentar u organizar su ejercicio, las disminuya, restrinja o adultere en su
esencia".
11 La noción de contenido esencial de los derechos fundamentales proviene de la Ley fundamental
de Bonn cuyo Art. 19.1° expresa: “Cuando de acuerdo con la presente Ley Fundamental un
derecho fundamental pueda ser restringido por ley o en virtud de una ley, ésta deberá tener
carácter general y no ser limitada al caso individual. Además deberá citar el derecho fundamental
indicando el artículo correspondiente. 2° En ningún caso un derecho fundamental podrá ser
afectado en su esencia… 4°. Toda persona cuyos derechos sean vulnerados por el poder público
podrá recurrir a la vía judicial. Si no hubiese otra jurisdicción competente parta conocer del
recurso, la vía será la de los tribunales ordinarios”
La Convención americana, con jerarquía constitucional en nuestro país, ha
establecido los requisitos de debido proceso legal adjetivo con carácter general en
el artículo 8: “Garantías judiciales. 1. toda persona tiene derecho a ser oída, con
las debidas garantías y dentro de un plazo razonable por un juez o tribunal
competente, independiente e imparcial, establecido con anterioridad por la ley
en la sustanciación de cualquier acusación penal formulada contra ella o para la
determinación de sus derechos y obligaciones de orden civil, laboral, fiscal o de
cualquier otro carácter.
4. El inculpado absuelto por sentencia firme no podrá ser sometido a nuevo juicio
por los mismos hechos.
5. El proceso penal debe ser público, salvo en lo que sea necesario para preservar
intereses de la justicia”.
B) LÍMITES MATERIALES: Los límites materiales están dos por son dos
elementos:
Como límites eficaces al ejercicio del poder de policía encontramos las tres
columnas vertebrales del sistema garantías constitucionales: a) Libertad individual
(Freiheit); b) Propiedad (Einheit), c) Igualdad (Gleicheit). Precisamente los que dan
origen a los principios de legalidad penal (art. 18 CN), de legalidad fiscal (art. 4
CN) y de igualdad ante la ley (art. 16 CN).
12 La Constitución española se ha ocupado claramente del tema en su Art. 10. 3°: “La Constitución
garantiza el principio de legalidad, la jerarquía normativa, la irretroactividad de las disposiciones
sancionadoras no favorables o restrictivas de derechos individuales, la seguridad jurídica, la
responsabilidad y la interdicción de la arbitrariedad de los poderes públicos”. Por su lado el
art. 51.1 CE. establece que "los derechos y libertades reconocidos en el Cap. II del presente título
vinculan a todos los poderes públicos. Sólo por ley, que en todo caso deberá respetar su contenido
esencial, podrá regularse el ejercicio de tales derechos y libertades, que se tutelarán de acuerdo
con lo previsto en el art. 161.1.a".
13 Cf. Fernández, Tomás R.: De la arbitrariedad de la Administración, 1997, Ed. Civitas, Madrid, p.
82 ss.
administrativo, que sea el resultado del ejercicio de su función de policía se
preocupe por observar los recaudos y marcos jurídicos que sostendrán la validez
del mismo. Pero esto no deja de ser una preocupación o deber ad intra del poder
legislativo o del poder administrador, porque debe poner cuidado en no trasgredir
los límites para dar validez al acto y no correr el riesgo de un planteo de nulidad
por un afectado ante un tribunal judicial.
Por otra parte, la garantía de la tutela judicial efectiva hoy reviste jerarquía
constitucional. Así adquiere valor normativo la Convención americana de DD. HH.
cuyos art. 8 y 25 expresamente disponen: “Art. 8: Garantías judiciales. 1. toda
persona tiene derecho a ser oída, con las debidas garantías y dentro de un plazo
razonable por un juez o tribunal competente, independiente e imparcial,
establecido con anterioridad por la ley en la sustanciación de cualquier
acusación penal formulada contra ella o para la determinación de sus derechos y
obligaciones de orden civil, laboral, fiscal o de cualquier otro carácter” y “Art. 25:
Protección judicial: 1. Toda persona tiene derecho a un recurso sencillo y
rápido o a cualquier otro recurso efectivo ante los jueces o tribunales
competentes, que la ampare contra actos que violen sus derechos fundamentales
reconocidos por la Constitución, la ley o la presente convención, aún cuando tal
violación sea cometidas por personas que actúen en ejercicio de sus funciones
oficiales”14.
14 Conc. con Declaración Universal de los Derechos del Hombre (1948) Art. 8: “Toda persona tiene
derecho a un recurso efectivo, ante los tribunales nacionales competentes, que la ampare contra
actos que violen sus derechos fundamentales reconocidos por la constitución o por la ley.” Y con
la Declaración Americana (1948) Art. XVIII: “Toda persona tiene derecho a concurrir a los
tribunales para hacer valer sus derechos. Asimismo debe disponer de un procedimiento sencillo y
breve por el cual la justicia lo ampare contra actos de la autoridad que violen, en perjuicio suyo,
algunos de los derechos fundamentales consagrados constitucionalmente.”
La cuestión del poder de policía puede reducirse al problema de la
arbitrariedad en el ejercicio de potestad reglamentaria del Estado. Cuando el
particular se siente afectado por un acto de poder de policía, entonces, adquieren
relevancia todo lo arriba expuesto, porque sirven de parámetros para el control
judicial sobre la validez de acto reglamentario. Sin embargo, este enunciado,
aparentemente claro, se vuelve difícil por las amplias potestades reconocidas al
estado como gestor del bien común.
15
Conc. Fernandez, ob.cit., p. 160.
16
Vid. CRUZ FERRER, Juan DE LA: “Sobre el control de la discrecionalidad de la potestad reglamentaria” en
Revista de Administración Pública N° 116 (mayo-agosto 1988), Madrid, CEC, 1988.
relevante que una mente razonable la acepte como adecuada para sostener una
conclusión”. Usando esta pauta “rational basis test” se analiza la adecuación del
medio al fin, la alternativa menos gravosa para los intereses individuales, el
análisis de costes-beneficios, en suma, que el objetivo sea legítimo e importante,
con especial atención a los “criterios sospechosos” que alertan sobre la posible
arbitrariedad e irracionalidad.