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CURSO:

FILOSOFÍA DE LA EDUCACIÓN

TEMA: JOSÉ ANTONIO ENCINAS

DOCENTE: VIZCARRA HERLES, Eleonor

RESPONSABLE: CENTENO CONDORI, Nancy

SEMESTRE: X

Puno – 2013
INTRODUCCIÓN

La educación es un fenómeno de carácter social, tal vez uno de los más


importantes pilares del desarrollo de la humanidad, y en él sobresale un gran
educador peruano, José Antonio Encinas, un educador que defendió la
educación de los niños y también de los indígenas.

El presente trabajo se dará a conocer la biografía de José Antonio


Encinas, así como también se muestra las ideas de este maestro peruano,
sintetizando sus ideas sobre la nueva educación en un contexto de dominación
tradición, escuela de trabajo.

José Antonio Encinas fue un educador y político peruano que defendió la


educación en el Perú con ideas y contribuciones a la reforma Educativa.
Construyo una doctrina educativa que sirviera a la mayoría de la niñez y a la
juventud peruana, inicialmente sus esbozos pedagógicos los llevo a la practica
en Puno, Encinas no solo se adelantó a su época, sino k también es la imagen
del educador consecuente, con su compromiso de agente de formación
ciudadana.

Queda finalmente decir que es tarea de los estudiantes y docentes,


continuar con la investigación de este educador digno, y emitir sus críticas
respecto a este trabajo.
1. BIOGRAFÍA DE JOSÉ ANTONIO ENCINAS FRANCO

Manuel José Antonio Encinas, nació en Puno un 30 de mayo de 1886. Fue


el mayor de siete hermanos del matrimonio de Mariano Encinas y Matilde
Franco, ambos procedentes de la provincia de Chucuito, quienes fueron
maestros y políticos. Su máxima para José Antonio Encinas fue: No hay la
Palabra: “NO PUEDO” EN EL DICCIONARIO. Son virtudes que adornado
su recia personalidad en síntesis apretada:

- Dedicó lo mejor de su vida a la educación, fue maestro por


naturaleza y pedagogo por esencia.

- Un luchador incansable por la redención del aborigen, participó


activamente en el movimiento indigenista como peruano de verdad.

- Jamás se le vio beber ni una sola copa de licor delante de sus


alumnos ni delante de sus colegas.

- Fue un educador de sensibilidad, y de gran emoción social.

- Su corazón de americano, le lleva a sentir y a comprender el


problema del hombre desposeído.

- Como genio completo no ignoraba la música, tocaba mandolina en


una Estudiantina Musical y ofreció varias veladas en fechas
epónimas como componente de aquella. menos delante de sus
alumnos. Era circunspecto y austero en este aspecto.

- Fue un hombre justo e incorruptible por los gobernantes de aquel


entonces y fue estoico en el sufrimiento.

En 1899, Cursó sus estudios secundario en el emblemático Colegio


Nacional "San Carlos" de Puno, fundado por Bolívar en 1826, cuando
viajaba al Alto Perú. Concluido los estudios secundarios, en 1904 trabaja
en la Municipalidad de Puno, cuyo alcalde era don Vicente Jiménez, tío del
futuro educador y político, Don Vicente conocedor de las cualidades
intelectuales de su sobrino lo animó para que prosiguiera sus estudios;
merced a este aliento Encinas se trasladó a Lima e ingresa en mayo de
1905 como alumno becado a la recién fundada Escuela Normal de Varones
de dicha ciudad donde egresó en 1907 y se convirtió en uno de los
primeros maestros con título profesional, egresando como Normalista de la
primera promoción. En 1907, asumió en su pueblo, la dirección del Centro
Escolar Nº 881 hasta el año 1911, en que retornó a Lima por ser nombrado
profesor de la Escuela
Normal, cargo que desempeñó hasta 1915. Paralelamente a la docencia.
Siguió estudios de letras y Jurisprudencia en la Universidad de San
Marcos.

Por fuerzas ajenas a su voluntad anduvo también en el extranjero.


Fue alumno de las universidades de Bolonia, Padua y París, asimismo en
Inglaterra en las Universidades de Cambridge y Oxford, los esfuerzos del
maestro fueron coronados en el país con los títulos de Normalista en 1907;
Bachiller en 1913 en San Marcos, abogado y doctor en Jurisprudencia en
1918, Master en Antropología.-en la Universidad de Cambridge el año de
1927 con la tesis “Las virtudes de la Raza Qolla”. Fue el primer antropólogo
peruano que en Cambridge sostuvo la solución del problema indígena en
América a base de conocimiento profundo de las raíces de las culturas.
Doctor en ciencias de la educación Título logrado en Francia en la
Universidad de La Sorbona en el año 1928, Otros títulos honoríficos “Doctor
Honoris Causa” otorgados por las Universidades bolivianas de Chuquisaca
y Cochabamba; el de “Profesor Honoris Causa” por la Escuela Normal
Superior “Enrique Valle y Guzmán” y el de “Doctor Honoris Causa” por la
UNMSM en 1957 con sus motivos de sus bodas de oro magisteriales.

Aprendió a educar enseñando con la praxis. No solo fue un maestro


teórico, sino sobre todo práctico. Fue docente en su C.E. 881, aun siendo
Director del mismo fue secretario, tesorero y profesor de Sociología en la
Escuela Normal de Lima, donde fuera alumno fundador; “fue profesor en
colegios particulares de Lima; de 1935 a 1937, profesor visitante en las
universidades de Panamá, Bolivia, Chile y México. En reconocimiento de su
amor por el niño, el adolescente y el joven por su gran labor educativa en
pro de estos se le ha llamado muy merecidamente “Maestro de Maestros”
por el Perú entero; “Maestro de la Juventud Peruana”; por la Primera
Convención Nacional de Estudiantes “Genio Escultor de niños” y lo niños lo
llamaron “Nuestro Libertador”. El amigo de los niños, el abogado del
aborigen y de la mujer ya estaba herido, él se había dado cuenta de ello,
quería curarse del mal que le aquejaba y por eso en 1954 intentó viajar a
EE.UU. para reparar su salud, pero se le niega la visa y viaja a Buenos
Aires por su cuenta, sin aceptar la contribución económica que el senado
acordara otorgarle. Pero el mal avanzó y le cegó la vida. Así, después de
una brillante trayectoria en el campo educativo, político y jurídico, el doctor
Encinas al llegar la última hora
mortífera, murió el 31 de julio de 1958, cargado de méritos a los 72 años,
sin gozar de pensión alguna del estado, en su departamento de
Miraflores1958 en la ciudad de Lima, víctima de un infarto cardiaco. El
Ministro de Educación Dr. Jorge Basadre fue uno de los primeros en
expresar su condolencia personal y la del personal a sus órdenes por el
sensible fallecimiento del asimismo destacado hombre público y también lo
hace el Rector de la universidad Nacional Mayor de San Marcos Dr. José
León Barandarián. En justo reconocimiento de su labor pedagógica, el
Ministerio de Educación le otorgó la condecoración de las “Palmas
Magisteriales del Perú” en el grado de Primera Clase a título póstumo. El 2
de mayo sus restos mortales son llevados al cementerio de Lima, con un
acompañamiento en el que están los personeros del Gobierno, las figuras
representativas de la élite de la cultura, de las tendencias más opuestas de
la política, necesariamente están los maestros, el pueblo humilde y
comisiones de indígenas venidas de diferentes lugares de la República,
para perpetuar la egregia memoria del protector del niño, del aborigen y de
las libertades políticas, se ha puesto su nombre a instituciones, calles y
avenidas del Perú.

En su tumba del Cementerio El Ángel, se advierten dos planchas:


una vertical y otra horizontal. En la vertical está su nombre y una corona
con las Palmas Magisteriales otorgadas post mortem. En la lámina
horizontal hay un libro abierto en el que se lee un pensamiento del Maestro
Encinas:

“El más alto cargo que un ciudadano puede desempeñar en


una democracia es el de maestro de escuela”

Cargos Importantes

 Rector de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (1931)

 Profesor de Psicología de la Universidad Nacional de Guatemala


 Jefe del Departamento de Psicopedagogía del Liceo Aguayo (La Habana -
Cuba)

 Director del Instituto Indigenista Peruano y Presidente del Instituto de


Lenguas Aborígenes

 Senador y Diputado por el departamento de Puno reelecto en 2


ocasiones (Elegido en 1919, 1937 y 1950)
2. SU PRODUCCIÓN LITERARIA

En diferentes países como expatriado, período en que fue desarrollando su


teoría y obra en la creación de una pedagogía peruana nacional, dictó
conferencias sobre diversos temas de interés mundial, así como también
escribió numerosas obras fundamentalmente en materia educativa,
adelantándose en su época a lo que hoy en día desarrollamos en el nuevo
enfoque educativo. El Educador Encinas nos sigue hablando a través de
sus numerosas obras, publicadas unas, e inéditas otras.

Educación del Indio (1908).

Educación de la raza indígena (1909).

Problemas de la Educación Nacional (1909).

El Problema del Profesorado Nacional (1910).

La Educación y su Función Social en el Perú en el Problema de la
Nacionalización (1913).

Contribución a una Legislación Tutelar Indígena (1918).

Causas de la Criminalidad Indígena en el Perú (1919).

Historia de la Fundación de Puno (1924).

A los Maestros Graduados en la Escuela Normal de Lima (1930).

Un Ensayo de Escuela Nueva en el Perú.- París (1932) y Lima
(1959).

Mi familia, Mi Escuela, Mi Casa, (Biblioteca Infantil Peruana) (1934).

Historia de las Universidades de Bolonia y Padua (1935).

0 (Cero) (Santiago 1935).

Higiene Mental (1936 y 1946).

La Educación de nuestros Hijos (1938).

Enciclopedia Escolar Ercilla (1938).

La Reforma Universitaria (1930-1932) Obra inédita publicada en
1973.
Editó las revistas siguientes:


Educación (Puno 1908).

El amigo de los niños (Puno, 1910).

Juventud (Lima 1912).

Germinal (Lima 1918).

La educación nacional (Lima 1918).

Inició, también, la publicación de una "Biblioteca de Antropología


Peruana", con tres monografías de Heinrich Cunow.
A continuación una síntesis de sus principales ideas.

• El problema de la educación es básicamente social.

José Antonio Encinas, ubicó el problema de la educación peruana básicamente en


el campo social, más que en el pedagógico. La educación del niño -para Encinas-
no sólo es un problema pedagógico, sino también social. Y su tesis, lo argumentó
así: Los niños mal nutridos, debilitados físicamente o deprimidos mentalmente por
la condición de pobreza en que viven, no aprenden nada y mucho menos
observan una conducta regular.

Es por esto que el Estado no sólo debe proporcionar una educación formalmente
pedagógica, sino que les debe proveer de alimento y vestido para su subsistencia.

En su oportunidad, planteó que la educación de nuestro país no ha tomado en


cuenta la realidad social, sino que solamente se guió de las experiencias
extranjeras, dejando de lado el “factor indígena, la realidad psicológica del
indígena, basada en una experiencia profundamente social de los hábitos
indígenas que pudieron servir como una posibilidad de educación peruana”.

Por ello, sostuvo que toda reforma escolar debe ser el resultado del conocimiento
profundo de las necesidades del país y debe responder a la realidad concreta que
pretende reformar, esto es lo prioritario; los cambios en materia de enseñanza, la
distribución de tiempo y todos los otros asuntos que requieren de considerable
atención ocupan un segundo plano. Lo fundamental para Encinas era determinar
la orientación que debe darse a la escuela dentro del medio social y económico en
el cual debe desenvolver su actividad.

• La escuela y el currículum deben organizarse socialmente.

“La escuela por su naturaleza –afirmó Encinas- es un cuerpo colegiado donde


maestros y estudiantes persiguen un solo propósito: el de ponerse al servicio de la
colectividad”. En este caso, no está hablando de “la escuela” en abstracto, sino de
cada escuela, ubicada en un contexto y comprometida con él.
Por eso, propuso una redefinición de la escuela, un nuevo diseño y un modo
diferente de funcionamiento; una escuela comunitaria con sentido social. En su
pensamiento se destaca que hay que articular la escuela con la comunidad, la
educación con la sociedad.

De ahí que uno de sus planteamientos más rotundos era el de convertir a la


escuela rural en una institución capaz de ponerse al servicio de la comunidad.

La escuela organizada socialmente debía ser un espacio con una utilidad


manifiesta.

La cita siguiente expresa el punto de vista de Encinas:

El Pensamiento Pedagógico en el Perú Contemporáneo 33 [La escuela] antes de


organizarse pedagógicamente estableciendo planes de estudio, programas,
horarios, etc., debe organizarse socialmente, creando en la aldea diferentes
grupos para mejorar la agricultura, la crianza de animales domésticos, la
arquitectura, la higiene pública y privada, el deporte, la danza, la música, las
sociedades cooperativas de producción y de consumo, las de auxilio mutuo, las de
la protección a la infancia, a la vejez y al enfermo.

El sentido lógico es que a medida que se desarrollen estas actividades y conforme


se involucre al estudiante en ellas, entonces éste logrará aprender a leer, escribir y
contar sin dificultad. Si la escuela se vincula a la vida y problemas de la
comunidad, ésta se convertirá en un campo de experimentación y observación, en
un centro de agitación espiritual y social.

Si la escuela –escribía Encinas- se dedica simplemente a enseñar a leer o escribir,


desempeña una función meramente administrativa; pero si la escuela interviene
como elemento de primer orden en la vida social de un pueblo, dejando escuchar
su voz, modificando la vida en determinado sentido, teniendo derecho a intervenir
en ciertas actividades que beneficien y garanticen el bien común, entonces la
escuela es un centro de agitación social y por consiguiente un elemento político.
En efecto, se deduce que Encinas propugnaba la renovación de la escuela, de su
organización y del currículum, asignándole un rol social y acercándola a la realidad
de la comunidad.

En lo que concierne al currículum, Encinas, sostuvo que éste debía partir de un


conocimiento objetivo del medio y de la identificación de los recursos naturales
como elementos de desarrollo económico y social.

Las materias de enseñanza -afirmó el maestro- han de girar en torno a los


problemas relacionados con la vida social… para ofrecer un conjunto de
conocimientos utilizables de inmediato en el medio ambiente donde el niño se
mueve; es decir… no se debe enseñar lectura, escritura, cálculo, historia,
geografía o ciencias naturales con el propósito de cumplir un ciclo del plan de
estudios y luego permitir que el estudiante pase de un año a otro, sino ofrecer
esos conocimientos para utilizarlos en la diaria labor social de la Escuela. El niño
aprende a leer y escribir cuando conoce

que es requisito indispensable para dar su voto por los miembros de la Asamblea
Escolar; aprende a calcular y perfecciona sus conocimientos cuando tiene
necesidad de manejar libreta de ahorros o cuando va a intervenir en la economía
de la Escuela o en el trabajo estadístico de ella; las ciencias naturales serán mejor
entendidas y utilizadas cuando giren alrededor de la higiene pública y privada; el
trabajo manual y el dibujo no pueden aprenderse sino cuando el niño ve que el
objeto salido de sus manos tiene un valor real y útil para la colectividad.

Lo que Encinas planteaba es que la puesta en práctica del currículum debía


permitirle al niño el desarrollo de sus capacidades cognitivas y la formación de
hábitos de trabajo en contacto directo con las necesidades sociales y con la
problemática de la realidad social y natural. El aula, para Encinas, debía ser un
laboratorio, un museo o un taller donde los alumnos observen, experimenten y
trabajen. Lo propuesto por el maestro puneño hace casi ochenta años, es un claro
fundamento defendido –como una novedad- por los actuales enfoques
pedagógicos.

• La escuela rural debe redimir al indio.

El departamento de Puno fue el contexto donde Encinas, vivió y trabajó como


maestro. Es aquella circunstancia la que endurece su sensibilidad frente al dolor y
la postergación de la población indígena. Por eso, en las oportunidades que tuvo
promovió leyes y normas que favorecieran la educación del indio e impulsó la
renovación de la escuela rural. “Habrá que insistir -decía- que toda reforma que se
haga no puede olvidar al elemento aborigen, al indio, cuya incorporación a la vida
nacional prima sobre cualquiera otra exigencia”. Su insistencia tenía aún más
justificación porque la escuela rural, en esos tiempos afrontaba un problema que
ahora no tiene: la presencia del gamonalismo, que se opuso tenazmente a su
existencia.

De ahí que la educación del indio –según lo proponía- debía estar ligada a la
problemática de la tierra. La escuela rural, la más aconsejada, resultaría un
fracaso si funcionara dentro de un feudo; estaría destinada a preparar siervos. La
escuela rural significa tierra propia, puesto que no va a preparar peones sino
campesinos, quienes más tarde se transformarán en agricultores.

La condición social del indio era señalada por Encinas como un obstáculo para la
construcción de la nacionalidad. Por ello, preocupado por la educación del indio,
postuló el carácter social que debe asumir la escuela, es ella la que debía iniciar la
campaña de reivindicación de los “derechos del indio”. Hay que “redimir al indio de
la ignorancia y de la esclavitud...”, porque “la verdadera nacionalidad reside en el
indio”. Por eso, la escuela “debe comenzar infundiendo la más grande confianza y
demostrando previamente su utilidad social [...]”, sostenía.

Es claro que Encinas considera al indio como un elemento fundamental e


indispensable en la vida nacional. Ve en la población indígena “la inmensa
posibilidad de ser gestores de su propio destino”, considera su participación como
un “un valor importante” (Aurora MARROU, 2003:14).
Por ello, la escuela rural que propone Encinas debe entenderse – según lo
describe MARROU (2003:18) como: Un factor de utilidad manifiesta para el indio,
una preparación en la propia vida y para la propia vida en relación a su entorno
social. La escuela no puede y no debe ser una institución que la desarraigue de su
vida cotidiana, respetando su modo de vida y su organización social, siendo el
verdadero significado de esta escuela el de su vocación ‘revolucionaria’.

• La educación debe estar centrada en la experiencia del niño.

Encinas planteó que la actividad escolar debía estar centrada en el interés y en la


experiencia del niño. Así lo explicaba en una remembranza que hacía de su labor
como maestro en el Centro Escolar 881: En general, las lecciones comenzaban
por una pequeña exploración para darse cuenta de la cantidad y calidad de
conocimientos que el alumno poseía sobre el punto materia de la lección.
Después, el profesor, mediante una hábil interrogación, lograba obtener de los
estudiantes el material necesario para poner la base de lo que iba a enseñar, y,
por último, cuando aquel material estaba agotado o era deficiente, el maestro lo
suplía. Una lección era, pues, un verdadero proceso psíquico, donde se ponía en
acción la experiencia personal del alumno, como consecuencia directa de lo
aprendido espontáneamente, o de lo adquirido en la diaria labor de la escuela; el
maestro sólo intervenía para completar o perfeccionar el edificio levantado por los
mismos alumnos.

La experiencia de Encinas como maestro de escuela fue muy valiosa y el


aprendizaje que adquirió fue sorprendente para su tiempo. Por eso, la cita anterior
tiene un valor extraordinario para el presente, pues su trabajo pedagógico –
guardando las distancias del caso- estuvo basado en los principios asumidos por
los enfoques y modelos didácticos que actualmente defiende la moderna
Pedagogía. Lo lamentable es que la experiencia del gran maestro puneño casi no
se conoce, probablemente porque no tiene el sello de alguna Escuela o experto
extranjero.
A decir de Danilo SÁNCHEZ LIHÓN (2004:123 y 125): El Centro Escolar 881 que
dirigió, debe ser reconocido en el mundo como aquel en donde, por primera vez,
se forjaron y se pusieron en acción las ideas y doctrinas de la Escuela Nueva. Y
esto, varios años antes que este movimiento educativo alcanzará a perfilarse en
otras partes del mundo.

[…] Encinas se adelantó extraordinariamente a su época todas las ideas y


planteamientos que la moderna escuela o el enfoque que la educación en los
últimos tiempos viene sosteniendo.

• La evaluación debe ser esencialmente cualitativa.

La concepción que tiene Encinas sobre la evaluación es, para su tiempo e incluso
para nuestros días, revolucionaria. Se enfrentó a ese viejo y arcaico sistema de
evaluación que rendía culto al aprendizaje memorístico, que administraba
exámenes que eran realmente una tortura para los alumnos.

El examen –sostenía- técnicamente es un absurdo en la escuela Primaria, un error


en la secundaria e inútil en las universidades. Naturalmente, mientras la
enseñanza esté organizada desde un punto de vista esencialmente cuantitativo y
artificial, es imposible sacudirse de la necesidad del examen; pero cuando la
enseñanza ha ingresado en un período donde la cantidad de conocimientos está
subordinada a la calidad, entonces el examen deja de ser necesario.

Su concepción, obviamente responde a una época y a un sistema de evaluación


por entonces predominante. Se deduce que los exámenes con los que no está de
acuerdo son aquellos que enfatizaban en lo cuantitativo; en cambio, si cree que se
debe evaluar cualitativamente. Para el maestro puneño no tiene valor la cantidad
de conocimientos, sino la calidad, vale decir, las capacidades que se desarrollan y
las actitudes que se forman en los alumnos.

Por eso, propuso la ejecución de proyectos de trabajo como una nueva alternativa
de evaluación. “La mejor lección es un proyecto de trabajo, y el mejor examen, su
ejecución”, sostuvo alguna oportunidad. Sobre el particular, de su experiencia en
el Centro Escolar 881, Encinas, rememora lo siguiente: Para nosotros, lo esencial
era el trabajo metódico durante el año escolar, entendiéndose por tal la actividad
integral del niño dentro o fuera de clase. Teníamos en gran estima el método y el
orden en el trabajo, y en sus propias iniciativas; respetábamos su manera de
aprender, dándole toda libertad posible para desenvolver sus aptitudes. Esto es lo
racional, puesto que los niños no pueden aprender, ni asimilar conocimientos bajo
un mismo cartabón.

[…]No se trataba de valuar la cantidad de conocimientos que acumulaba, sino la


capacidad adquisitiva, la utilidad obtenida y la aplicación de esos conocimientos
en la vida diaria.

• La disciplina debe construirse sobre la base de la plena y absoluta libertad.

El secreto para construir y fortalecer la disciplina escolar, según la doctrina y


experiencia de Encinas, debía sostenerse en la plena y absoluta libertad del
alumno, apoyada por la relación horizontal con el maestro y por la interacción con
su entorno natural y social.

La cita siguiente rescata la concepción de Encinas sobre la disciplina, desde su


experiencia pedagógica en el Centro Escolar 881: Los niños salían como deben
salir, con entera libertad. Buscaban y elegían camaradas, formaban grupos,
organizaban partidos; los maestros se confundían con ellos. Grupos de
muchachos llenaban la calle en medio de una gran algarabía; los unos a los otros
llamábanse a grandes voces; alguien daba una consigna; otro, seguramente el
jefe del grupo, una orden; los más tímidos, los más retraídos, los que aún no
sentían el impulso hacia la colectividad, venían donde nosotros, prendiéndose de
nuestro brazo, caminando, así, en una perfecta camaradería. Es de imaginarse el
contraste ofrecido por esta escuela con aquella otra donde los niños salían a
paseo cohibidos bajo la orden de guardar silencio en las calles, de caminar por la
misma acera, de ir acompañado por el camarada impuesto por el maestro. Una
vez, un vecino, al sentir el vocerío de los muchachos y ver el desorden –que es el
orden infantil- me dijo: “Por qué no los lleva usted formados en silencio como lo
hace el seminario”. Yo le contesté: “Porque esos chiquillos no son los presos de la
cárcel ni estudian para ser monaguillos”.

[…] Los niños gozaban de la mayor libertad. Nunca salieron de las escuelas
formadas en hileras, alineadas por orden de talla, guardando el paso y bajo la
mirada hosca e inquisitiva del preceptor.

Se deduce del pensamiento de Encinas que la libertad es la forjadora de la


disciplina y que la convivencia de los alumnos con sus pares y maestros dentro de
un marco de confianza y familiaridad ayudan a disciplinar la conducta de los niños.
Lo propuesto, sin duda, no cabe en la mentalidad de muchos; pero es una
alternativa a considerar en el tratamiento de ese complicado problema que tienen
muchas Instituciones Educativas de hoy: La indisciplina.

• El maestro debe ser un líder con un alto compromiso y una intachable


moral.

Danilo SÁNCHEZ LIHÓN (2004:26), uno de los estudiosos de José Antonio


Encinas, sostiene que un aspecto destacable en la vida y pensamiento del
maestro puneño es su predilección por la labor y el significado del maestro. El
autor citado, lo expresa así: José Antonio Encinas nos enseña, en primer lugar, a
ser maestros, a cumplir y valorar el privilegio de serlo, teniendo presente en todos
los actos de la vida presente la actitud noble, protectora y de una entrega total al
cuidado de la niñez y de la juventud.

Él es el modelo por excelencia de un maestro por antonomasia, en quien se


resumen todas las virtudes, como también los actos de verdad y de valor
acrisolados; y quien, sobre todo y en todo momento de su vida, jamás dejó de ser
y actuar como maestro.

En su trajinar como Educador, Encinas, reconoció y defendió el rol del maestro.


Esto se hace palpable cuando al leer su libro “Un Ensayo de Escuela Nueva en el
Perú”, se encuentra que sus primeras palabras son para destacar el papel del
maestro: El más alto cargo que un ciudadano puede desempeñar en una
democracia es el de maestro de escuela. Cuando la sociedad actual se sacuda del
egoísmo y de los prejuicios que anquilosan sus más vitales funciones y cuando el
maestro, de su parte, deje la rutina y se transforme en un líder social, entonces el
magisterio habrá sobrepasado en importancia a cualquier otra actividad humana.

En este caso, Encinas, enarbola la función del maestro; pero a la vez lo sitúa
como el principal responsable de su propia reivindicación. Le invoca al magisterio
un cambio radical y una postura social activa. Por otro lado, Encinas, por sus ideas
y acciones resulta ser un maestro íntegro, encantado de su profesión y de su
trabajo. En su actividad como maestro siempre demostró vocación de servicio,
preocupación por los desposeídos, actuó poniendo como referente los valores y
supo ganarse la admiración de sus alumnos. “En todos los actos de su vida tuvo el
concepto más alto de lo que era ser un maestro de escuela” (SÁNCHEZ, 2004:27).

La vida y presencia de Encinas, lega como ejemplo su intachable moral y su


actitud de hombre honrado e incorruptible. Una referencia, sobre esta dimensión
de su vida, es recogida por SÁNCHEZ LIHÓN (2004:28): Después de levantarse la
clausura de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, fue a su casa el
administrador con un fajo de papeles a decirle: “Doctor, aquí están sus cheques
para ser cobrados”. “¿Cómo?, respondió él, yo no he trabajado durante este
tiempo”. El administrador le dijo: “Pero si la partida está girada, y todos los
profesores y empleados ya han cobrado”. Entonces el Rector sanmarquino
concluyó: “Sí, pero yo no lo haré de ninguna manera. Sólo puedo cobrar cuando
he trabajado. Devuélvase ese dinero al tesoro público”.

• El maestro debe ser un político.

Una tesis muy interesante formulada por Encinas está vinculada con la función
política que le asigna al maestro. Planteó que el maestro “como abanderado de la
justicia social” debe ser político por excelencia, no para servir a los intereses de un
partido político, sino para luchar para que los gobiernos impongan la igualdad y la
justicia social en los desprotegidos.
Pretender que la escuela viva al margen de la política y prohibir que el maestro
sea un político, es quitar a la Escuela el impulso ideológico y todo valor social. La
Escuela, en virtud de un acto esencialmente político, debe ir hacia el pueblo,
confundirse con sus necesidades y con sus aspiraciones

Aurora MARROU (2003:17) en el artículo que escribe sobre el Encinas, analiza el


punto de vista anterior de la siguiente manera: La escuela social va a exigir un
maestro de nuevo tipo […] Incorpora en esta preocupación la formación de un
maestro capaz de cumplir con su función política, entendiendo la política como la
acción encaminada a solucionar los problemas que enfrenta en su ejercicio
profesional y como agente socio-cultural en su comunidad haciendo del maestro el
“leader social” que reclama Encinas.

Lo anterior exigía un cambio en la formación del maestro. Por eso, propuso que
los maestros:

... deben conocer la realidad, es decir, las características de la sociedad a cuya


comunidad pertenecen los niños a los que educa, además, deben tener la
preparación suficiente para que conozcan, comprendan y eduquen con ternura y
técnica científica al niño, protegiéndolo de todas las influencias que se opongan a
una educación saludable y eficaz.

Por ello, reclamó una mejor preparación para el maestro, en especial para el que
enseña las primeras letras. Sobre el maestro rural, planteó que necesita conocer
la cultura indígena, estudiar Antropología Social para poder comprender mejor las
características y los problemas sociales de la comunidad.

• La Universidad debe cumplir con una misión política y social.

La Universidad, según lo sostuvo Encinas, tiene dos funciones: Participar en la


vida política del país y cumplir con la misión social que se le ha encargado.

En torno a la primera función, señaló que la Universidad debe ser el espacio para
formar a los dirigentes que el país necesita, pues tal como lo comenta Aurora
MARROU (2003):
[No se puede] privar a la universidad y a los estudiantes que debatan con plena
libertad acerca de los problemas de la nación, pues constituye un grave error en la
educación puesto que aniquila la función de pensar y corta toda iniciativa de
formar al futuro dirigente de un país.

Sobre la segunda función, Encinas, consideró que la Universidad debía vincularse


con las necesidades de la sociedad y el desarrollo del país. En este sentido, el
modelo de universidad que reclamó era el de una universidad inclusiva y con una
clara orientación social.

La función política y social de la universidad, según lo explicó el propio Encinas en


“La reforma universitaria en el Perú 1930 – 1932”, “se cristalizan no sólo en una
elemental devoción a la democracia, sino en dar a los estudios y actividades de la
universidad un amplio contenido social que interprete las necesidades de la
colectividad”

• La Universidad debe reformarse.

En sus reflexiones sobre la Universidad, Encinas destacó que una de sus


principales debilidades que tenía era el de “la producción del conocimiento”.
Enfatizaba en el poco interés y esfuerzo de la Universidad para cumplir con su
misión de producir conocimiento científico, que es de vital importancia para el
desarrollo material y espiritual de la misma Institución Superior y para la
transformación de la sociedad en su conjunto.

En el problema anterior, como es obvio, están involucrados el estudiante y el


profesor.

Ambos son los responsables de producir el conocimiento, por lo que no hacerlo


exige encontrar causales en el rol que asumen cada uno de ellos. Por eso, en el
análisis que realizó sobre el estudiante, Encinas, subrayó con mucha claridad un
problema que, incluso, hasta en los diagnósticos de nuestros tiempos se sigue
resaltando: El estudiante […] pretende estudiar el menor tiempo posible; insiste en
no concurrir a las clases, en evadir todo ejercicio intelectual que vaya más allá del
aprendizaje mnemónico del texto oficial. Está ausente de las bibliotecas y los
laboratorios, tiene aversión a trabajos que necesiten esfuerzo personal y den en la
medida de sus capacidades y vocación; objeta y protesta contra toda práctica
académica que compruebe los conocimientos adquiridos. Así, pasa año tras año
por los claustros de la universidad sin haber logrado la más elemental disciplina de
la mente y del espíritu, incluso haber dado energía a la voluntad para trabajos de
importancia y trascendencia (“La reforma universitaria en el Perú 1930 – 1932”,
1983:31-32).

En lo que concierne a la docencia universitaria, Encinas, percibió que también


tiene Responsabilidad en la concreción de los fines de Universidad. Por eso
recalcó que el verdadero docente debe reunir ciertas cualidades: la eficiencia, las
virtudes cívicas, la vocación por la enseñanza y la sensibilidad para comprender al
estudiante en el trabajo pedagógico. Estas cualidades son indispensables para
que el profesor cumpla cabalmente con su misión en la Universidad.

La misión del profesor […], es educar y, luego, enseñar. Para guiar la vida
espiritual de los estudiantes es necesario conocer los múltiples problemas que
embargan a la juventud. Abandonarla a su suerte y dedicarse, exclusivamente, a
ofrecerle una profesión significa un quebranto de la universidad como institución
responsable del provenir de la nación (Op. Cit., 1983:39).

José Antonio Encinas fue un gran maestro que defendió la educación con sus
ideas. Él guarda una relación entrañable con la niñez y menciona que son los
niños los más incomprendidos.
Consideramos la revaloración del niño, reconociéndolo como centro de la acción
educativa; el rol protagónico de la afectividad y la autoestima; el ideal de equidad y
la justicia social; el rol del maestro como orientador y líder Función creativa del
niño como elemento más importante de la educación.

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