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El arte de los Antiguos

Recorrido ilustrado por el arte originario de la Argentina

Orígenes tempranos en la Patagonia

Las expresiones de arte indígena más antiguas de la Argentina son pictografías


que se encuentran en las paredes rocosas de cuevas y abrigos que fueron
habitados por cazadores-recolectores hace unos 10.000 años antes del
presente. En la Patagonia meridional la Cueva de las Manos, sobre el cañadón
del Río Pinturas, Santa Cruz, concentra cientos de manos pintadas con técnica
negativa (se apoya la mano sobre la roca y se sopletea la pintura alrededor),
decenas de imágenes de guanacos -la presa principal del antiguo cazador
patagónico-; trazos geométricos y representaciones humanas muy
esquemáticas.

Guanacos y manos pintadas en negativo de la Cueva de las Manos,


Río Pinturas, Santa Cruz. Este sitio ha sido declarado por la UNESCO
Patrimonio de la Humanidad en diciembre de 1999. Fotos Roberto R. Cinti.

Nota: Los textos que constituyen este artículo fueron extraídos de la versión
original en español “Arte precolombino de la Argentina”, por Ana María
Llamazares, publicada en inglés en Footprint Argentina Handbook. Charlie Nurse
(Ed.) Footprints Handbooks 2000, Bath, England. Algunas de las fotos que los
ilustran formaron parte del banco de imágenes de la Fundación desdeAmérica.
Agradecemos a Roberto R. Cinti y Andrés Barragán la autorización para utilizar
sus fotografías.

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Culturas agroalfareras del Noroeste Argentino (NOA)

En esta región las culturas cultivadoras y sedentarias han dejado numerosos


restos arqueológicos. Se destacan particularmente la escultura en piedra, la
cerámica, el trabajo de los metales -principalmente bronce y oro-, las tallas de
madera y hueso, la cestería y los textiles, el arte plumario, el trabajo con
chaquiras (trocitos de conchillas) y cuentas de vidrio, las pictografías y los
grabados rupestres.

Los tempranos agricultores localizados en los valles occidentales de las


provincias de Tucumán y Catamarca durante los primeros siglos de la era
cristiana, fueron expertos en tallar la piedra granítica. A la cultura de El Alamito
le corresponden las tallas más complejas de este arte en piedra, denominadas
“suplicantes”, en alusión a la posición de las figuras con los brazos y el rostro
en alto. Se ha asociado esta actitud como una súplica o imploración, de allí su
nombre. Son piezas medianas, muy pulidas, que representan
esquemáticamente seres humanos con algunos rasgos zoomorfos. Su
originalidad reside en su altísimo nivel de abstracción, así como en el juego de
las líneas y los vacíos que las acercan notablemente a la escultura moderna.

Izq.: Escultura lítica del período Temprano denominada “suplicante”. Museo de La Plata, Buenos Aires.
Foto tomada de “Arte precolombino de la Argentina”, Alberto Rex González. (Filmediciones Valero 1977

Der.: Máscara de piedra que representa un rostro humano bordeado de serpientes. Museo Etnográfico
Juan B. Ambrosetti, Buenos Aires. Foto Roberto R. Cinti.

Otros ejemplos importantes del temprano arte en piedra son los morteros, los
menhires y las máscaras líticas talladas, probables ofrendas funerarias que
reproducen con gran simplicidad el rostro humano

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Mortero o recipiente ceremonial con motivos humanos-felínicos en relieve, seguramente destinado a
moler y preparar sustancias psicoactivas utilizadas en los rituales chamánicos. Museo de La Plata.
Foto tomada de “Arte precolombino de la Argentina”, Alberto Rex González.
(Filmediciones Valero 1977)

Monolitos o menhires cilíndricos que integraban círculos y recintos ceremoniales.


Originalmente pintados y grabados en alguna de sus caras con motivos geométricos y rostros humanos
estilizados. Actualmente han sido relocalizados en el Parque de los Menhires en Tucumán.
Fotos Roberto R. Cinti.

La expresión de arte indígena más profusa de la región Noroeste es sin duda la


cerámica, que se manifiesta en numerosas formas, técnicas y estilos a lo largo
de dos mil quinientos años de proceso cultural, desde los orígenes tempranos
de las culturas agroalfareras (550 a.C.) hasta la época colonial (siglo XVII). En
el período Temprano o Formativo encontramos numerosos estilos. Entre ellos
se destacan La Candelaria y Condorhuasi, por sus vasijas modeladas que
representan seres híbridos (humanos y animales), realizadas en formas
globulares, grises o negras lisas de fino pulido -en el primer caso- y rojas con
una compleja decoración geométrica pintada en blanco y negro -en el segundo.

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Un gran despliegue artístico del Noroeste indígena se produjo como parte de la
cultura de La Aguada, durante el período Medio o de Integración (450 -1000
d.C). En el valle de Ambato, al norte de la ciudad capital de la provincia de
Catamarca, lugar de origen de esta cultura, se produjeron piezas de una
belleza excepcional. En vasijas de colores negro o ladrillo claro de textura muy
pulida, se despliega una notable iconografía inspirada en las visiones
chamánicas. Son las imágenes que constituyen el conjunto básico de temas
míticos y símbolos de la cosmovisión andina: felinos con sus fauces abiertas y
enormes garras, figuras humanas portando armas y estandartes, ataviados con
complejos tocados y vestidos, a veces llevan colgando de una mano una
“cabeza trofeo” y de la otra, el hacha ceremonial de sacrificios -seguramente
representaciones de jefes, chamanes o deidades- ; y también un variado
repertorio de saurios, batracios, serpientes y aves; generalmente acompañado
por símbolos y decoraciones geométricas.

Vasija de cerámica de la cultura Aguada, estilo Ambato negro y ante pulido con representaciones
de arte chamánico o visionario. Colección Rosso. Foto Ana M. Llamazares

Esta misma iconografía se encuentra también en las pinturas rupestres de la


región de La Candelaria y de Ancasti en la provincia de Catamarca, y en los

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objetos metálicos, especialmente hachas ceremoniales y las notables placas o
discos de bronce, como el renombrado “Disco Lafone Quevedo”.

Imagen emblemática del sitio rupestre La Tunita, Catamarca. Representa una figura humana
con máscara felínica realizadoen pintura blanca con detalles en rojo. Foto Andrés Barragán

“Disco Lafone Quevedo”, hecho de metal con compleja iconografía lograda con el método
de la cera perdida (molde de cera que se derrite al colar el metal).
La figura antropomorfa aparece acompañada por dos felinos sobre sus hombros
y dos saurios a sus pies. Museo de La Plata.
Foto tomada de “Arte, estructura y arqueología”, Alberto Rex González. (La Marca 2007)

A partir del primer milenio después de Cristo las sociedades indígenas del NOA
se fueron militarizando progresivamente, sufriendo primero el dominio incaico y

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su anexión al Tawantinsuyu (Estado inka) en 1480 d.C; y a partir de comienzos
del siglo XVI la invasión y conquista europea. Si bien se priorizó la fabricación
de armas y construcciones defensivas, algunas de estas sociedades, como la
que se concentró en el valle de Santa María, al norte de Catamarca, ha dejado
las expresiones más características desde el punto de vista estético: las
famosas “urnas santamarianas”. Debido a su abundancia y a su alta calidad
artística fueron muy comercializadas. Lo cierto es que en la mayor parte de los
museos del mundo se pueden encontrar algunas de estas grandes vasijas,
pintadas profusamente con un repertorio de motivos geométricos y naturalistas
en blanco, negro y rojo, que fueron originalmente utilizadas para el entierro de
niños.

Urna Santamaría y detalle de la decoración con forma de rostro humano estilizado. Foto Roberto R. Cinti.

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La famosa “Urna Quiroga”, uno de los “tesoros” del Museo Etnográfico de Buenos Aires.
Junto a los rasgos típicos santamarianos, su particularidad es la presencia de un personaje modelado
que toca una flauta de pan y llevaen su pecho la cruz andina. Foto tomada de
“Arte precolombino de la Argentina”, Alberto Rex González. (Filmediciones Valero 1977)

Disco metálico con la representación de una cabeza cercenada y dos serpientes bicéfalas.
Aún se reconocen sobre el bronce oscuro los colores rojo y amarillo originales.
Colección Guido Di Tella, Museo Nacional de Bellas Artes.
Foto tomada de “Arte precolombino de la Argentina”, Alberto Rex González.
(Filmediciones Valero 1977)

Paralelamente a la cerámica, se destaca el trabajo de los metales: discos,


hachas, pectorales, campanas, tensores y otras piezas finamente decorados
con rostros humanos de líneas muy simples, personajes con escudos y
serpientes de dos cabezas, con una terminación de pintura roja.

Catedrales rupestres en el Centro de la Argentina

En el norte de la provincia de Córdoba se encuentra uno de los yacimientos


con pinturas rupestres más importantes del país: Cerro Colorado. Hay cientos
de sitios en las inmediaciones del cerro, con más de 30.000 motivos
distribuidos en aleros y paredones. Entre la gran variedad de figuras se
destacan las escenas de lucha entre indígenas -con plumas, arcos y flechas- y
españoles -representados a caballo, con lanzas, espadas y botas-. Es uno de
los pocos ejemplos en el país donde ha quedado el testimonio de la visión que
los aborígenes tuvieron de los conquistadores. Estas imágenes se remontan a
mediados del siglo XVI y pertenecen a los antepasados de los comechingones.
El área de Cerro Colorado ha sido declarada “Parque arqueológico y natural”
por la provincia de Córdoba, y está propuesto como Patrimonio de la
Humanidad de la UNESCO.

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Pinturas rupestres de Cerro Colorado, Córdoba que representan una escena de lucha entre flecheros
indígenas y conquistadores a caballo. Detalle de una figura humana -posiblemente un chamán-,
con túnica punteada y pluma en la cabeza. Fotos Roberto R. Cinti.

Otro célebre yacimiento natural y cultural es el Cañon de Talampaya, en la


provincia de La Rioja. Allí han quedado expresiones rupestres muy curiosas,
entre ellas los llamativos “hombres-mariposas”, figuras humanas portando
grandes tocados con forma de alas y antenas, que emergen en el rojo vivo de
la roca, al haber sido grabadas sobre los patinados paredones del desierto.

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“Hombres-mariposa”, figuras humanas con grandes alas, grabadas en una roca del Cañón de Talampaya,
La Rioja. Foto Roberto R. Cinti.

Los habitantes del Sur

En las provincias de Neuquén, Río Negro y Chubut encontramos el territorio de


los mapuches o araucanos, ingresados desde Chile desde tiempos
prehispánicos y con mayor asiduidad durante el siglo XVIII. Expertos en
diversas artes, se destacan por sus textiles, de complejos y coloridos motivos
geométricos; por la platería -pectorales, colgantes, aros y prendedores usados
por las mujeres durante las fiestas y por las “machis” o chamanas durante las
ceremonias- y por las tallas en madera, que generalmente imitan los rostros
severos y simples que adornan los rehues, troncos tallados que forman parte
de los altares en los rituales chamánicos.

“Rehue” o tronco ceremonial con escalones por donde subía la machi mientras ascendía en su viaje
chamánico. Detalle de rostro humano tallado. Museo Etnográfico Juan B. Ambrosetti, Buenos Aires.
Foto tomada de “Culturas Indígenas de la Patagonia”, Ediciones del V Centenario (1992)
y Mapuches del Neuquén, Luz Editora (2000)

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El resto de la Patagonia estuvo poblada durante varios milenios por los
tehuelches y sus antepasados, pueblos nómades que vivían de la caza y la
recolección. La expresión artística más característica es su arte rupestre que
abarca desde las antiguas manos negativas y escenas de caza de guanacos
hasta los estilos más recientes de pisadas humanas y animales grabadas, así
como las pinturas geométricas de “grecas” (tipo guardas griegas) y laberintos
realizadas en vivos colores, especialmente rojo y blanco.

Estilos rupestres tardíos en Patagonia.


Trazos quebrados grabados del estilo “grecas” en los Paredones sobre el Río Pichileufú, Río Negro.
Pequeña pisada de puma grabada en el sitio Lago Posadas, Santa Cruz.

Izq.: Representación geométrica similar a la forma de un cuero de potro pintado en el Abrigo Comallo, Río
Negro. Fotos Ana María Llamazares

Der. : Figura zooantropomorfa junto a una pisada de felino del Puerto Ghisalberti, Santa Cruz.
Foto Carlos Martínez Sarasola

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Izq.: Alero con pinturas de estilos geométricos tardíos en el Lago Traful, Neuquén. Foto Roberto R. Cinti

Der.: Clava doble de piedra de origen tehuelche, grabada con trazos geométricos del estilo grecas. Foto
tomada de “Culturas Indígenas de la Patagonia”, Ediciones del V Centenario (1992).

La misma decoración geométrica se encuentra en los quillangos (cueros de


guanaco, potro u oveja) pintados, que utilizaban como mantos y en el interior
de los toldos; así como en unas notables piezas líticas con forma de hachas o
clavas ceremoniales.

Pinturas geométricas pintadas sobre cuero de potro, que representan esquemáticamente largas hileras
de figuras humanas, posiblemente sean la representación de linajes. Museo de La Plata

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En el extremo sur, los selknam u onas del territorio de Tierra del Fuego,
pintaban sus cuerpos con extrema simplicidad y dramatismo, para la
realización de sus complejas ceremonias, como la del “hain”, en la que se
realizaba la iniciación de los jóvenes.

Pinturas corporales de los selkman u onas. Foto original de Martín Gusinde,


tomada de “Culturas Indígenas de la Patagonia”, Ediciones del V Centenario.
Recreaciones de las pinturas corporales según Martín Gusinde (Los indios de tierra del Fuego, 1931)
en dibujos de Alejandro Fiadone (500 diseños precolombinos de la Argentina, La Marca 2009).

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