Академический Документы
Профессиональный Документы
Культура Документы
TCAS
CÉDULA DE
NOTIFICACIÓN
18000017256378
18000017256378
TRIBUNAL: CAMARA FEDERAL DE CASACION PENAL - SALA 1,
SITO EN
4943/2016 S N N
N° ORDEN EXPTE. N° ZONA FUERO JUZGADO SECRET. COPIAS PERSONAL OBSERV.
REGISTRO Nº 314/18
en la norma-.
De manera que, en este delito, el bien ya
se encuentra en poder del agente, en este caso, y a
diferencia del abuso de confianza, en razón de su
carácter de agente de retención o percepción de
tributos, y el perjuicio se produce porque el sujeto
activo no deposita, en el tiempo administrativo
debido, esos tributos retenidos o percibidos, en
violación a las obligaciones que en tal sentido le
corresponden. Este delito entonces constituye una
violación al deber de entregar establecido
legalmente (tal como lo sostuviera al votar “in re”
“Gomez Ribes, Sergio D. y Rubeda, Silvia Patricia s/
rec. de casación”, causa Nro. 635, Reg. Nro. 979).
No se trata estrictamente de un supuesto
de apropiación del tributo retenido, sino que el
delito se configura con la no entrega al Fisco en el
tiempo debido de esos tributos percibidos. La acción
típica consiste en la falta de depósito -total o
parcial-, doloso, en el tiempo oportuno y en la
institución correspondiente, de las sumas de dinero
retenidas en concepto de tributos nacionales,
siempre que éstos superen el monto previsto en la
norma, por cada período mensual.
Se trata de una omisión propia: la omisión
de entregar en su debido tiempo el tributo
efectivamente percibido. De manera que toda otra
conducta posterior como aquéllas pertinentes, por
ejemplo, al otorgamiento de esas sumas a un destino
distinto al debido, quedan fuera del tipo penal en
cuestión que se consuma, parece necesario reiterar,
el período investigado.
En efecto, con respecto a la
responsabilidad específica que le corresponde a de
Sousa resulta indudable que, en el caso del delito
de administración fraudulenta y en el ámbito de las
sociedades anónimas, el Directorio, el Presidente,
el Comité Ejecutivo y el Gerente (arts. 255, 268,
269 y 270 de la Ley de Sociedades Comerciales),
pueden ser autores (Daniel P. Carrera: “Defraudación
por infidelidad o abuso”, Ed. Astrea)” (cfr. mi voto
en la causa González, ya citada).
En función de lo expuesto no corresponde,
a mi entender, calificar su accionar como una
“ayuda” en una actuación principal que se pone en
cabeza de los funcionarios de la AFIP, sino que
corresponde definir los roles por su vigencia óntica
(cfr. en tal sentido el voto del juez Schiffrin en
la causa nro. 297: “FEET-UP S.A. s/ INF: LEY
23.771”, de la Cámara Federal de Apelaciones de La
Plata, Pcia de Buenos Aires, rto. el 10 de febrero
de 1998). Y que, es así, entonces, que es factible
considerar órganos de hecho a quienes poseen el
poder fáctico de disposición sobre las actividades
de la empresa, lo cual condice con el texto legal
contenido en el precedentemente analizado artículo
173, inciso 7, del C.P., que, como vimos, no efectúa
distinciones entre administradores de iure o de
facto (ya que se incluye como tales a quienes tengan
el “manejo” de intereses pecuniarios ajenos).
Sin embargo, en pos de un amplio resguardo
de la garantía de defensa en juicio, considero
ajustes.
A lo expuesto sumó que en cuanto a los
intereses que contenía el cálculo de la deuda
aportado por la AFIP, se debe evaluar que en el
momento en el que ese cálculo se efectuó, el
concurso preventivo del Oil Combustibles S.A. había
sido anulado por la Corte Suprema de Justicia de la
Nación, pero que, actualmente, esta situación varió
pero no está resuelta en forma definitiva ya que la
AFIP impugnó la apertura del concurso, lo cual
significa que podrían surgir intereses
correspondientes a los montos adeudados.
Por su parte, el señor Fiscal General
manifestó que la reducción del monto del embargo
dispuesta desnaturaliza la finalidad de la medida y
causa un perjuicio que podría tornar ilusorio el
resarcimiento del daño, conforme a lo dispuesto por
el artículo 29 del C.P.
Indicó que la cifra fijada en la
resolución criticada no resulta suficiente -amén de
lo elevado de su monto- para cubrir los parámetros
establecidos por la ley en relación “al ‘quantum’
sideral que importó la maniobra”.
Concluyó que el monto del embargo debe
contemplar necesariamente los efectos del delito que
continúan devengándose al presente, pues el importe
base de la imputación y sus intereses, que conforman
el valor del perjuicio patrimonial, no está
ingresado al erario público; razón por la que
consideró que la suma establecida en primera
instancia luce apropiada a la luz de una
primera instancia.
En este sentido, en atención a la
naturaleza de los ilícitos bajo examen, debemos
tener presente los compromisos asumidos por el
Estado Argentino a través de la Convención
Interamericana contra la Corrupción (aprobada por
ley nº 24.759, publicada en el Boletín Oficial el
17/01/1997) y la Convención de las Naciones Unidas
contra la Corrupción (aprobada por ley nº 26.097,
publicada en el Boletín Oficial el 9/6/2006),
tendientes a la prevención, detección, sanción y
erradicación de conductas como las aquí
investigadas.
Repárese que conforme fluye de dichos
documentos el Estado Argentino debe adoptar las
medidas pertinentes y necesarias para asegurar el
recupero de los activos provenientes de los delitos
de corrupción y la indemnización de los
perjudicados.
De allí que tomando en consideración las
pautas del art. 518 del ordenamiento ritual y lo que
surge del art. 23 del Código Penal, y de acuerdo a
lo referido en el voto del doctor Hornos –a cuyas
consideraciones en este punto nos remitimos por
razones de brevedad- estimamos adecuado revocar lo
decidido por el a quo y estar al monto de embargo
originalmente dispuesto por el magistrado
instructor.
QUINTO:
En virtud de las consideraciones
expuestas, habremos de proponer:
1
1