El ser humano desde años atrás ha buscado el conocimiento como parte esencial de su
desarrollo como individuo que se desenvuelve en una sociedad, la cual se encuentra en
constante crecimiento y evolución, cada día más exigente y cambiante; además se ha sentido en la necesidad o el deseo de transmitirlos a las nuevas generaciones que de la misma manera se encuentran con un elevado anhelo de conocimiento. Los hogares y las escuelas e incluso los institutos universitarios son los puntos focales en donde la educación se transmite a las personas y poseen una mayor influencia en el desarrollo intelectual y personal, tomando como base fundamental el uso de los valores o las creencias ideológicas de cómo ser internamente y cómo tratar a los semejantes, sin discriminaciones raciales e igualdad; Pedro Ortega en 1996 describe su opinión de los valores “como una creencia básica a través de la cual se interpreta el mundo, dando significado a los acontecimientos y a la propia existencia. Obviamente, hablando de los valores más radicales, aquellos que están más directamente vinculados con el hombre y contemplados en la Declaración Universal de los Derechos del Hombre (Pág. 13). El respeto, la tolerancia, el amor, la humildad, la fidelidad, la amistad, la felicidad, la responsabilidad, la obediencia entre otros, son algunos de los valores que se transmite en las instituciones antes mencionadas además de ser valores que se ven en todos los rincones de la tierra porque representan al ser humano y su interrelación con otros individuos. El hogar y la escuela son los lugares donde se evidencia como mayor profundidad la educación implantada con valores, en consecuencia a que en esta etapa los niños o las personas son más susceptibles a aprender y adoptar una conducta dirigida por estos principios, en el libro “Cómo educar en valores”, se puede leer en el prólogo de Serafí Antúnez (2009) que “la educación en valores se justifica por la necesidad que tenemos los individuos de comprometernos con determinados principios éticos que nos sirvan para evaluar nuestras propias acciones y las de los demás”(Pág. 13), de esta manera los docentes y todos los involucrados en el sistema educativo deben conocer, adoptar, consolidarse y enseñar todos aquellos valores que los identifica y así ser de utilidad en el proceso formativo dictado en las instituciones (escuelas, liceos y universidades), en correlación a lo anteriormente descrito, es oportuno mencionar que la enseñanza que se transmite actualmente debería ir focalizada en la preparación de individuo no solamente talentosos sino también con una amplia formación en valores y principios de conductas idóneas que favorezcan el desarrollo de la sociedad, como lo describen los profesores José Antonio Ayuso Marente y Cándido Gutiérrez Nieto (2007), de la Universidad de Cádiz, en un artículo de la revista de “Educación en Valores”, el cual dice: “otros pensamos que una auténtica educación, tanto en la escuela como en la universidad, debe colaborar en la construcción de la personalidad del sujeto que aprende de forma integral, no podemos limitar la persona a su dimensión exclusivamente racional, sino que debemos atender al mundo afectivo, de los sentimientos y por tanto de las actitudes, comportamientos y valores que los guían” (Pág. 112), estos buscan dar a comprender que la educación no solo debe ser orientada a explicaciones del ámbito científico, sino también a abordar la necesidad de incluir las relaciones sociales y todas aquellas partes involucra, denotándose los valores, las costumbres, los ideales, la aceptación de las demás personas, entre otras, que son fundamentales para el crecimiento personal tanto de los los estudiantes como de los docentes.