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Historia Latinoaméricana

Profesora: Mariela Rabino

Alumna: Jezabel Mascio

Año de cursado: 2015


Dictadura militar chilena 1979- 1990

El golpe de Estado de 1973 y la dictadura que luego se instaló para regir el país durante 17 años es sin
duda uno de los acontecimientos más significativos en la historia del siglo XX chileno. Este trabajo
tiene como finalidad mostrar relevancia de estos hechos, y se centra en cómo ellos han incidido en el
desarrollo social , lo cual es fundamental para entender su presente. Ellos también deben ser
comprendidos en relación con procesos históricos de mayor duración, como el desarrollo y
progresiva democratización de la sociedad chilena en el transcurso del siglo XX y hasta hoy. Al
parecer, la solidez institucional y el respeto por la democracia y los principios republicanos,
características sobre las que se insistía tanto en Chile, no eran tan estables como se pensaba. Sin
embargo, esta era la primera vez que Chile vivía bajo un régimen militar de la mano del dictador
Augusto Pinochet, que se extendería por 17 años, y que ejercería desde el Estado una violación
sistemática a los Derechos Humanos y desde donde sociedad chilena se vería devastada.

Marco Histórico general derechos humanos

Existe poca información sobre la represión política, la violencia estatal o la violación de los derechos
humanos, a lo largo de la historia de Chile. Si hubiere que efectuar un reencuentro de las violaciones
de los derechos humanos, debería de iniciarse desde antes del periodo republicano que comienza en
1810.

Es importante destacar que desde la llegada de los españoles a principio de siglo xv en 1541 hasta
épocas recientes, se han sucedido graves agresiones sobre los pueblos originarios.

Los pueblos aymaras, rapa nui, mapuches y pueblos de tierra del fuego situados en territorio chileno,
han sufrido grandes violaciones de sus derechos, que en algunos casos han significado la extinción
como grupo humano.

Pero los peores aplastamientos de los derechos individuales y sociales en el Chile moderno se
produjeron durante el régimen militar que encadeno el general Augusto Pinochet tras el
derrocamiento del mandatario Salvador Allende.
No hay otro periodo en este país de tan larga y aguda fragilidad de la vida, las garantías individuales y
el acceso a la información, la libertad de opinión, el derecho de permanecer en la patria, el derecho
de petición y de asociación y la protección de los tribunales de justicia. Sin embargo es interesante
reseñar algunos actos de violencia social ocurridos antes de la administración de Allende, para
subrayar que las situaciones dictatoriales que dominaron los tiempos de Pinochet no son
excepciones.

Estos hechos se pueden interpretar en el contexto histórico en dos etapas. Primero el periodo de
exclusión de 1880 a 1920 que se caracterizó por la exclusión de los sectores populares en la
negociación política de los intereses de los diversos actores sociales. El Ejército participó
directamente en la represión y el número de víctimas fue bastante alto. Y segundo el Período de
integración 1920-1970 se caracterizó por un Estado que desarrolló el sistema democrático", con
espacios de negociación de los intereses de los diversos actores sociales. La lucha sindical y electoral
serán los instrumentos principales de los sectores populares. El Estado legisló las relaciones capital-
trabajo a través de un código del trabajo. Carabineros, salvo algunas excepciones, participó
directamente en la represión, siendo el número de víctimas mucho menor.

Dictadura

Es un sistema de gobierno o régimen gubernamental donde todos los poderes del Estado se
concentran en un individuo, un grupo o un partido. El dictador no permite la oposición a sus acciones
y a sus ideas, tiene poder y autoridad absolutos.

La dictadura militar chilena

El 11 de septiembre de 1973, el gobierno constitucional del Presidente Salvador Allende es derrocado


por un golpe de Estado, dirigido por una Junta Militar del Ejército, la Marina, la Fuerza Aérea y los
Carabineros de Chile.

El general del Ejército Augusto Pinochet asume el poder y desde ese momento comienza una
dictadura que se llevara a cabo a lo largo de 17 años . La represión y la persecución militar contra los
partidarios del régimen anterior, de los partidos de izquierda y el movimiento popular comienzan de
inmediato.
Los primeros enfrentamientos armados entre Fuerzas Armadas y partidarios del gobierno de la
Unidad Popular se producen en diversos puntos del país, en especial en los grandes centros urbanos.

En Santiago, el Palacio Presidencial, en el cual estaban en ese momento el Presidente, Ministros y


colaboradores fueron rodeados y atacados por tropas del Ejército y unidades de tanques. Las Fuerzas
Armadas exigen la rendición incondicional del gobierno del Presidente Allende y al no conseguir
dichos objetivos La Moneda es bombardeada por aviones de la Fuerza Aérea (FACH).

Después del bombardeo y de la muerte del Presidente son detenidos los sobrevivientes. Algunos
fueron ejecutados ahí mismos, otros pasaron a engrosar las listas de "detenidos no reconocidos" los
que, con el correr del tiempo, fueron conocidos como los "detenidos-desaparecidos".

Pasados algunos días, con el control político y militar absoluto de la situación, sin resistencia masiva u
organizada se desencadenó una represión y persecución en contra del movimiento popular sin
comparación en la historia de Chile. De inmediato, las nuevas autoridades toman medidas represivas
para consolidar el golpe de Estado y legitimarse en el poder. Hubo Aniquilamiento de focos de
resistencia popular armada en cordones industriales, poblaciones, campamentos, universidades,
sectores rurales. Así como también represión en el interior de las Fuerzas Armadas y Carabineros, en
contra de tropas y oficiales que se negaron a obedecer a los mandos golpistas. Por otro lado se llevo a
cabo la búsqueda, detención y/o muerte de funcionarios del gobierno de la Unidad Popular, de las
direcciones políticas y militantes de los partidos de izquierda, de representantes de la Central Única
de Trabajadores (CUT), de responsables de medios de comunicación progresistas, de exiliados
políticos latinoamericanos residentes, de extranjeros supuestamente sospechosos.

Existía un Control militar sobre universidades y otros centros de enseñanza, y Estado de Sitio y toque
de queda nocturno permanente.

Había campos de concentración de detenidos políticos en diversos puntos del país, el Estadio Nacional
de Santiago, entre ellos.

Políticamente hubo una Disolución del Parlamento y de los partidos políticos de izquierda y receso de
todos los demás. Se promulgaban Decretos-Ley contra el sistema legal y constitucional vigente, con la
complicidad de la Corte Suprema de Justicia y la Contraloría de la República Y se disolvieron todas las
organizaciones populares a nivel municipal, provincial y nacional. Había un control de toda actividad
nacional en los niveles administrativo, educacional, poblacional.

En cuanto a lo económico se anulo el derecho a huelga y se realizaron despidos colectivos, además de


congelaron y disminuyeron los sueldos y remuneraciones, en el marco de una inflación galopante.Y se
impuso una disciplina militar en el trabajo.

Se realizo un a cuerdo con los Estados Unidos para el financiamiento de la deuda externa.

El mismo día de la instauración del régimen militar se estableció un fuerte dispositivo represivo que
significó la negación de los derechos civiles y políticos.

Después de la clausura del Congreso Nacional, se decretó el Estado de Sitio, Estado de guerra interno,
prohibición del derecho de reunión y organización. Las nuevas autoridades desconocieron la
legitimidad de las instituciones democráticas y la sociedad fue conducida con lógica militar. Con la
justificación del "enemigo interno" se cometen actos propios de las experiencias fascistas europeas:
campos de detenidos, muertes, ley de fuga, torturas, allanamientos a domicilios y poblaciones,
ejecuciones extrajudiciales, desaparecidos. Se aplica y profundiza la persecución con el pretexto de
un supuesto plan de la izquierda para tomar el poder total. En efecto, para justificar su acción
represiva, la Junta Militar, apelará a un supuesto "Plan Zeta", "un autogolpe marxista" que tenía por
objetivo asesinar a militares chilenos. Al respecto, Orlando Letelier, ex- Ministro de Relaciones
Exteriores, Ministro de Defensa Nacional al momento del golpe militar, asesinado posteriormente en
un atentado terrorista en Washington por la DINA, en 1976, expresaba lo siguiente:

"Para justificar o intentar legitimar la masacre y la traición, se inventó primero el plan zeta. Según
declaraciones oficiales de la Junta, consistía en el asesinato masivo de oficiales de las Fuerzas
Armadas el día que en Santiago se esperaba llevar a cabo la Revista Militar preparatoria de 1973, que
antecede a la llamada Parada Militar, que se efectúa en Chile el 19 de septiembre. “... Nunca, no

Obstante, las campañas publicitarias que la Junta hacía a través de todos los medios de información
que controla, y a pesar de los numerosos interrogatorios a que fui sometido, nunca se atrevieron a
preguntarme si yo sabía algo siquiera del plan zeta....” Sin embargo, con el argumento del plan zeta y
de la propaganda desplegada contra la opinión pública se pretendió, en los primeros meses siguientes
al golpe, legitimar y justificar el asalto al poder y la muerte de miles de chilenos.
La concentración del poder en el Ejecutivo

El Poder ejecutivo es el responsable de la conducción estatal, que asumirá de forma exclusiva y


monopólica la plenitud del poder, anulando la separación entre los poderes ejecutivo, legislativo y
judicial.

En Chile, mediante los Decretos-Ley N°1 y N°128 de 1973, la Junta Militar tiene las potestades
constituyente y legislativa, y el Presidente de la Junta, la potestad ejecutiva. Las potestades serán por
tiempo indefinido, ya que el Acta de Constitución no especifica plazo.

Asimismo, el Ejecutivo se arroga la facultad de establecer los regímenes de emergencia y sólo en


algunos casos consultar a la Junta.

Los Estados de Emergencia permiten suspender casi todos los derechos de las personas y de la
sociedad civil. Así, por ejemplo, el Acta N° 4, artículo 3° y 4°

Cinco ex agentes de la policía política chilena durante la dictadura de Augusto


Pinochet (1973-1998), fueron condenados entre cinco y 10 años de prisión por el secuestro y desaparición de tres opositores en 1976 en el enclave
alemán Colonia Dignidad.
Al menos 27 mil personas fueron torturadas en Chile en los 17 años que duró la dictadura militar. Sus vivencias y su dolor se contraponen a las voces
que, sin ningún sustento, piden perdón y reconciliación. Una sociedad inclusiva es clave para poder sobrellevar mejor el trauma de la tortura, algo que,
según expertos, no se supera ni se olvida.

Socialmente el golpe militar significó una triple quiebra en la sociedad chilena. Por un lado Rompió
bruscamente un tradición democrática ininterrumpida desde hacía cuarenta años y casi un siglo y
medio si se consideran como meros episodios la guerra civil de 1891 y las convulsiones institucionales
de los años 1924 a 1932. Cambió el modo de vida de los chilenos, para muchos de los cuales tal vuelco
tuvo consecuencias muy dramáticas por las políticas represivas (incluyendo las decenas de miles que
partieron al exilio) y por la aplicación de políticas socioeconómicas de extrema individualismo que
significaron una redistribución regresiva del producto y una cesantía real permanente muy superior a
la histórica.

Y por otro lado impuso como criterio ordenador de la sociedad a la doctrina de la Seguridad Nacional,
sustentada en la lógica del enfrentamiento contra el enemigo subversivo que sólo termina con la
aniquilación de éste. Difundió una ideología de "cruzada" contra el comunismo y de Chile baluarte de
esa lucha que abandonan, según el régimen, hasta los que deberían ser líderes de Occidente. Enfrentó
al gobierno con la Iglesia, a la que acusó de estar infiltrada por el comunismo y de abandonar su
misión espiritual por un humanitarismo vacío o un activismo revolucionario.

Colocó en primer plano la utilización de la violencia como modo de zanjar los conflictos sociales, sin
consideración a los métodos usados, por repudiables que aparezcan ante la conciencia civilizada.
Aunque la Junta Militar de Gobierno asumió el poder con el proclamado propósito de restaurar el
estado de derecho e insertar a Chile en el seno de la comunidad internacional de que forma parte, en
un período que ella misma consideró estrictamente limitado, en el hecho se planteó pronto un
proyecto de reanudación de la sociedad chilena, asentando en bases diferentes a las de la
democracia, que reconoce, según ha dicho en múltiples oportunidades el jefe del Estado, solamente
"metas y no plazos".

Lo sucedido en este lapso con el recurso de amparo ilustra la precariedad en que se encuentran en
Chile dentro de la orientación descrita los derechos a la vida, a la integridad física y a la libertad
personal.

A la represión masiva de los primeros meses después del golpe militar sucedió un sistema de
represión crecientemente selectivo y especializado. Se pretendió desarticular a fondo las estructuras
clandestinas de los partidos de izquierda e impedir todo asomo de reconstitución de las
organizaciones sociales, especialmente los sindicatos.

La práctica de la detención seguida de desaparición disminuyó sensiblemente a partir de 1976, así


como el número de muertes producidas, como resultado de la presión internacional y del repudio de
la Iglesia Católica y amplios sectores nacionales.

El trabajo humanitario cumplido, en un primer momento, por organismos de diversas Iglesias -


católicos, protestantes, judíos y ortodoxos- agrupadas en el Comité Pro Paz marcó el comienzo de un
trabajo solidario de vastas proporciones en la defensa y promoción de los derechos humanos que se
prolonga hasta hoy a través de la Vicaría de la Solidaridad, la Comisión Chilena de Derechos Humanos,
el Comité de Defensa de los Derechos del Pueblo, el Servicio Paz y Justicia, la Fundación de Ayuda
Social de las Iglesias Cristianas y otras instituciones. Su experiencia constituye un caso singular en
América Latina y probablemente en el mundo.

Dentro de las prácticas de represión selectiva aparecieron las muertes en supuestos enfrentamientos,
los amedrentamientos, la tortura altamente sofisticada y la aplicación draconiana de legislación
represiva ad hoc por parte de tribunales obsecuentes. Se ampliaron considerablemente las
atribuciones de la justicia militar.
En mayo de 1983, inmensas protestas populares sacudieron Santiago y las principales ciudades de
Chile. La oposición ganó la calle; su actuación se volvió multitudinaria. El gobierno tuvo que recurrir
nuevamente a la represión masiva e indiscriminada. Las tropas coparon los puntos estratégicos y se
hicieron cargo directamente de la represión del descontento. Entre 1982 y 1984 se produjeron 55
muertos civiles en manifestaciones callejeras. Comenzaron los allanamientos masivos a las
poblaciones.

Las formas de autodefensa y de rebelión armada comenzaron a surgir. Entraron entonces en acción
grupos paramilitares clandestinos, afines al gobierno, que disparaban a mansalva contra los
manifestantes, amedrentaban a los disidentes, secuestraban opositores y cometieron espectaculares
asesinatos políticos. La violencia de la intervención militar, producto de la quiebra política que alineó
en un solo bloque a los sectores derechistas y amplias capas del centro político, mostró desde el
primer momento que surgía un proceso de restauración capitalista que haría tabla rasa por largo
tiempo de la democracia y los derechos fundamentales de los ciudadanos.

La quema de los registros electorales y la disolución de las organizaciones sindicales y los partidos
políticos fueron señales significativas. La primera mostraba el desprecio por el sufragio como forma
de definición de los conflictos. La segunda, la decisión de destruir la trama social urdida a lo largo de
decenios.

Producido el golpe militar, la derecha le entregó su incondicional apoyo al nuevo régimen y puso a su
disposición sus ideólogos y cuadros técnicos. El Gobierno de los Estados Unidos, que había actuado
encubiertamente en operaciones desestabilizadoras del gobierno democrático, hizo manifestaciones
concretas de su satisfacción, retribuidas prontamente con el pago de indemnizaciones no adeudadas
a las compañías norteamericanas del cobre nacionalizadas.

En el plano ideológico, la Seguridad Nacional y nociones extraídas del integrismo católico configuraron
una visión que hasta ahora se mantiene y ejerce fuerte influencia en los sectores más radicales de las
fuerzas armadas.

Al poco tiempo, los sectores del centro que habían respaldado el golpe militar fueron también
afectados por la represión y la orientación ultra capitalista que se imponía; se vieron forzados así a
adoptar actitudes de creciente disidencia.
La represión significó decenas de miles de muertos, desaparecidos, torturados, detenidos, exiliados y
expulsados de sus empleos. La violación de los derechos humanos alcanzó una pavorosa extensión y
masividad.

Hubo un retroceso considerable en las organizaciones sociales, particularmente en el plano sindical,


aunque la represión se extendió al conjunto de organizaciones populares. El desempleo, "la principal
arma represiva que ha tenido el régimen contra los trabajadores. En el marco del Plan Laboral, entre
otras medidas, se suprimió el salario mínimo para las personas menores de veintiún y mayores de
sesenta y cinco, se rebajó el valor de las indemnizaciones, se eliminó virtualmente el derecho de
huelga, se favoreció la multiplicidad de asociaciones y se suprimieron los tribunales del trabajo,
dejando a los obreros y empleados en una situación de grave desventaja frente a la parte patronal.

Al retroceso de las organizaciones sociales y al precario funcionamiento de las organizaciones


políticas, clandestinas y perseguidas sin tregua, se sumó el espejismo que produjo en vastos sectores
el éxito aparente del modelo económico y la consiguiente fiebre de consumo: el crédito externo
parecía inagotable, todo parecía estar al alcance de la mano.

Paulatinamente se remontó el trauma social, primero fueron las organizaciones defensores de los
perseguidos; luego se unió al reclamo por el respeto a los derechos humanos, la demanda social por
reivindicaciones populares y también por democracia y libertad. Formas nuevas de organización
surgieron entre los más pobres, los jóvenes y los pobladores.

Los partidos políticos pasaron de la clandestinidad a expresiones cada vez más abiertas; desafiaron la
represión y reconquistaron su derecho a actuar en la sociedad.

La masificación de formas de autodefensa fue otro elemento importante. Frente a un gobierno


aislado, se alzó un vasto movimiento opositor que hasta el momento no ha logrado encontrar la
unidad.

En múltiples ocasiones, los jóvenes se pronunciaron contra la dictadura. Con su movilización


mostraron que el régimen fracasó históricamente en sus propósitos fundacionales.
Pinochet y las fuerzas armadas, sin embargo, se plantearon la perpetuación del régimen. En el marco
de la Constitución de 1980 se orientaron a la realización de un plebiscito cuyo resultado parece
definido de antemano a favor del dictador.

Aparentemente se plantea el avance hacia una nueva institucionalización supuestamente


democrática, pero en realidad se trata de poner en vigencia plena la Constitución del régimen que
establece una forma de sociedad controlada por los militares a través del Consejo de Seguridad
Nacional y que excluirá a los izquierdistas de la vida política y las actividades trascendentes en el
plano social. La puesta en vigencia de una ley reglamentaria del artículo 8.º de la Constitución, que
proscribe a la izquierda, muestra este propósito. Al mismo tiempo la intención de utilizar dicho
instrumento represivo para la manipulación de la voluntad popular parece clara.

Un período tan prolongado de dictadura ha dejado profundas huellas en la sociedad. La división de las
fuerzas opositoras tiene que ver con dicho fenómeno a la vez que contribuye a la prolongación del
régimen.

Expresiva de intereses sociales en pugna, la falta de unidad de las fuerzas opositoras aparece como el
problema decisivo que debe superarse para alcanzar la democracia.

CULTURA

“La casa de los espíritus “

La casa de los espíritus, primera novela de Isabel Allende, narra las vivencias de cuatro generaciones
de una familia, y la forma en la que ésta se ve afectada por las transformaciones que vive Chile, el país
donde se desarrolla la obra.

La historia se inicia con una remembranza del diario de la niña Clara Del Valle en un Jueves Santo,
seguido por un comentario en una misa de mediodía en la capital de un país desconocido
de Sudamérica. El escandaloso incidente en la iglesia establece el tono del resto de la novela. Clara
seguiría escribiendo en su diario (al que ella se refería como cuadernos de escribir la vida) hasta su
muerte.
Esteban Trueba es un humilde ciudadano que parte rumbo a las minas para ganar suficiente dinero
como para poder casarse con su amada, Rosa del Valle. Durante su ausencia, Rosa muere envenenada
por equivocación: los del partido político rivales a Severo del Valle, su padre, lo querían asesinar a él
para que no fuese elegido. Esteban es de carácter fuerte, y constantemente padece ataques de ira,
ansiedad y violencia. Sufre mucho cuando Rosa muere, y decide ir a reconstruir completamente Las
Tres Marías, una vieja hacienda abandonada por su padre para olvidarse de su amada y hacerse rico.
Diez años más tarde, ha conseguido reconstruir toda la finca y, a pesar de que ha mejorado
enormemente las condiciones de vida de los empleados, su trato despótico y sus constantes abusos
despiertan el silencioso resentimiento de más de un trabajador.

Poco después se entera de la próxima muerte de su madre y, al volver a la capital, se encuentra con la
familia Del Valle y acaba casándose hermana menor de Rosa. Clara posee habilidades sobrenaturales,
tales como la capacidad de predecir el futuro, de hablar con los muertos, y la telequinesis. Su padre,
Severo del Valle, pierde parte de su fortuna por no hacer caso a Clara que le advirtió (así como predijo
la muerte de su hermana, entre otras cosas) que su socio le traicionaría para hacerse rico e irse al
Caribe.

Clara y Esteban tienen tres hijos. Esteban Trueba eventualmente se convierte en un exitoso hombre
de negocios, y se dedica a la política hasta convertirse en un prominente senador del partido
Conservador.

Alba nieta de estaban ingresa en la universidad, conoce a Miguel, un líder estudiantil de izquierda del
que se enamora. Finalmente, luego de varios intentos, el candidato del partido socialista gana la
presidencia. La hacienda Las Tres Marías es expropiada a través de la reforma agraria, lo cuál genera
un episodio especialmente violento por parte del senador Esteban Trueba. Pedro Tercero pasa a
ocupar un cargo público en la nueva administración.

Pocos años después, apoyado por el partido conservador, la burguesía nacional, y el gobierno de los
Estados Unidos, ocurre un golpe de Estado militar. Al momento de la toma del palacio presidencial,
Jaime se encontraba con el Presidente. Es fusilado, y su familia se entera semanas después. Los
militares ocupan el poder, liderados por un ambicioso general de «augustos bigotes». Esteban Trueba,
que al principio estaba extasiado con la caída de los socialistas, lentamente se da cuenta de que los
militares no piensan devolver el poder a los civiles, y que la represión que ejercen ha salido de
control. Miguel y Pedro Tercero pasan a ser perseguidos, y a vivir en la clandestinidad. Alba se alberga
secretamente a perseguidos en su casa, ayudándolos a conseguir asilo político o a salir del país.
Blanca consigue esconder a Pedro Tercero en su casa, se lo confiesa a su padre, y éste los envía
asilados a Canadá. Alba es descubierta por la policía política. La secuestran, la torturan terriblemente
por semanas, la violan, y la recluyen a confinamiento solitario. A través de contactos, Esteban Trueba
logra sacar a su nieta del encierro. Poco después, muere de viejo.

Alba encuentra los cuadernos de escribir la vida de su abuela Clara, y escribe la historia de su familia.

El tío segundo de la autora, Salvador Allende, sería el Presidente.

Conclusión

Fue inesperado. Esa es la primera de las muchas razones para explicar por qué, entre tantos golpes de
Estado que han tenido lugar en Latinoamérica, el de 1973 en Chile entró para quedarse en la memoria
histórica global.

El hecho clave es la manera en la que Allende llegó al poder, puntualiza. "No era un caudillo”, no era
un dictador que era remplazado por otro, era un líder socialista electo que estaba siguiendo la vía
pacífica. Por eso fue más impactante y la desilusión más fuerte. Esa gran esperanza fue derrocada con
un golpe".

Pienso que lo que hizo que este golpe dejara una marca en la historia fue que sus consecuencias y el
régimen militar que se tomó el poder duraron por mucho tiempo. Consolidó un sendero para Chile de
tal manera que incluso ahora, lo que vemos en Chile es resultado de lo que ocurrió en 1973".

Bibliografía

 http://www.archivo-chile.com Sitio ARCHIVO CHILE, Web del Centro Estudios “Miguel


Enríquez”, CEME
 La casa de los espíritus de Isabel Allende , la primera novela de la escritora chilena , publicada en

Buenos Aires por Editorial Sudamericana en 1982.

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