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FORMACION DE SUELOS

Una vez expuestos los factores formadores, pasaremos a analizar los procesos
pedológicos que determinarán las propiedades específicas de un suelo concreto a
lo largo de su existencia.
Ciertas acciones de tipo biológico, químico y físico transforman, transportan
(translocan) y/o destruyen el material del suelo. Además, estos procesos pueden
variar a lo largo del tiempo, como respuesta a variaciones climáticas o del uso del
suelo. Los procesos principales de formación del suelo son: meteorización,
acumulación, remoción, translocación y transformación.

Meteorización

La meteorización consiste en la destrucción física de la estructura de la roca, lo que


facilita después los cambios químicos en los minerales. La meteorización puede ser
física, química o biológica (aunque ésta, en realidad, es una manifestación de
reacciones físicas y químicas).

Meteorización física

En la meteorización física, las rocas se desintegran, aunque sin variar su


composición química. Un ejemplo de este proceso (típico en ambientes desérticos)
es la fragmentación debida a la repetición sucesiva del congelamiento y deshielo del
agua presente en el suelo como consecuencia del cambio de temperatura entre el
día y la noche (cuando el agua se congela su volumen aumenta en un 11%, lo que
provoca grandes presiones si se produce en espacios estrechos como las grietas
de las rocas)

Estas transformaciones dan lugar a una capa de material suelto que yace sobre la
roca sólida. A este material disgregado se le llama regolito y puede tratarse de una
fina capa u ocupar varias decenas de metros de profundidad (en algunos suelos, las
capas de regolito pueden alcanzar los 150 m). Normalmente se puede apreciar una
clara frontera entre el regolito y la roca original.
Esta estrecha zona se conoce como frente de meteorización, ya que es donde este
proceso es más activo.

Meteorización química

La meteorización química es un proceso gradual y constante. Se produce al


reaccionar el agua o elementos ácidos con el material parental. Esto conduce a la
formación de lo que se conoce como minerales secundarios (a partir de los
compuestos originales presentes en la roca). Bajo condiciones de humedad y
temperatura altas (p. ej. en los trópicos), la meteorización química es mucho más
intensa.

El agua es el elemento clave en este proceso. Dado que el dióxido de carbono


atmosférico se disuelve en el agua de lluvia, ésta es ligeramente ácida (pH
aproximado de 5,6 en ambientes no contaminados). Por ello, las precipitaciones
hacen que algunos minerales, por su solubilidad (p. ej. evaporitas como la sal y el
yeso) o su inestabilidad inherente relativa a las condiciones de la superficie (p. ej.
silicatos primarios como feldespato, mica, augita, hornblenda y olivino), se disuelvan
lentamente dando lugar a productos secundarios como minerales arcillosos (p. ej.
caolinita, illita, vermiculita y esmectita), hierro y óxidos de aluminio, carbonatos y
nutrientes como calcio y potasio.

En las rocas calizas, las cuales contienen carbonato cálcico, se produce uno de los
procesos de meteorización por disolución más conocidos, la carbonatación. El
carbonato de calcio reacciona con el ácido carbónico presente en la lluvia y forma
bicarbonato cálcico que después se disuelve y lava con el movimiento del agua.

Los procesos en los que el agua actúa como disolvente pueden ser más fuertes si
otros gases, tales como el dióxido de azufre y óxidos de nitrógeno, están presentes
en la atmósfera. Estos óxidos, al reaccionar con el agua producen ácidos más
fuertes (pH de 4,5 o incluso 3,0). A nivel microscópico, las moléculas de agua
pueden disociarse en hidrógeno, con carga positiva (H+) e hidroxilo, con carga
negativa (OH-) (consultar la sección Glosario para las definiciones de ión y catión).
El ión de hidrógeno es capaz de penetrar la red cristalina de los silicatos y
carbonatos. Su carga positiva altera el balance de la carga del mineral en cuestión
haciendo que se liberen cationes al suelo. El proceso queda ilustrado en la siguiente
ecuación:

La destrucción de la roca madre a través de la


meteorización física se observa claramente en la
foto de arriba. El frente de meteorización está
situado a unos 65 cm. El agua es capaz de vencer
las resistencias horizontales de la roca, propiciando
la fractura en bloques y lajas. (EM)

Este proceso se conoce como hidrólisis. En el ejemplo de arriba, la hidrólisis


aumenta la capacidad de intercambio catiónico (CIC) del suelo y otras propiedades
relacionadas con su fertilidad.
Otros procesos químicos que contribuyen a la meteorización son los que implica la
pérdida (oxidación) y ganancia (reducción) simultánea de electrones. El material que
recibe los electrones se convierte en el agente reductor, porque disminuye el número
de electrones del otro material. Estos intercambios se denominan reacciones redox.
Al oxidarse los materiales, la desestabilización de la carga hace que la estructura
del material se degrade.

La meteorización biológica

Este proceso está causado por las actividades de los organismos vivos y tiene
componentes tanto físicos como químicos. Un ejemplo de meteorización biológica
física es la fragmentación de la roca por efecto del crecimiento de las raíces en
pequeñas grietas o la alteración de la superficie por animales (p. ej. termitas). La
meteorización biológica química puede estar causada por actividad bacteriana o
ácidos orgánicos fuertes procedentes de raíces u otro tipo de materia orgánica.
Recientemente se ha demostrado que la tasa de meteorización en superficies
cubiertas por líquenes es de 3 a 4 veces mayor que la que se produce sobre un
suelo desnudo.

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