Вы находитесь на странице: 1из 3

Parafilias

Jorge Dorantes
Jorge Dorantes

Parafilias
Mi amor,

Te escribo esto porque me lo recomendó mi terapeuta. Bueno, él me dijo que hablara


contigo pero la verdad es que no tengo cara para contarte estas cosas. La boda ya es en un
mes y va a pasar lo que yo he tratado de evitar desde que empezamos a andar. Vas a
conocer a mi familia. Ya ves que dicen que cuando uno se casa, se casa también con la
familia del otro, pues quiero jurarte que tú nada más te vas a casar conmigo. Luego de que
me convenciste de invitar a mi familia a la boda no he vuelto a dormir tranquilo, y ahora
que la fecha se acerca creo que es mejor que te cuente toda la verdad, porque aún estamos
a tiempo de no mandar las invitaciones. Tú me conoces y sabes que soy muy tranquilo. Al
conocerte a ti y a tus papás y tus hermanos, la verdad es que, aunque suene medio raro,
me enamoré de todos; son tan buena onda. Además me adoptaron de inmediato. Pero mi
familia es muy diferente a la tuya y a la que quiero que tú y yo formemos. Me da miedo
que, al conocerlos, te arrepientas de haberme dado el sí.

Hay una razón por la que no hablo con ninguno de mis parientes desde hace algunos años
y es que, para ponerlo en pocas palabras, son todos unos pervertidos. Antes de contarte
quiero asegurarte que yo no soy para nada como ellos, ni tantito, pero uno no escoge el
lugar en donde nace.

Para que entiendas mejor hay que empezar por el principio: a mis abuelos paternos les
gustaba que los escucharan mientras tenían relaciones. No que los vieran, gracias a Dios,
sólo que los escucharan. Todavía a mí me tocó oírlos. Hacían un escandalo que ya hubiera
querido un actor porno para un domingo. Pero lo más loco era que eran muy serios y
mochos. Incluso cuando salían de un cuarto, minutos después de una sesión como del canal
Hustler, atestiguada por todos a través de las delgadas paredes, actuaban como si no
hubiera pasado nada. Y como nadie nunca se atrevió a decirles algo, pues era como si la
cosa no existiera o no pasara, aunque todos sabíamos que sí pasaba, y varias veces al día,
en algunas ocasiones. Yo creo que el hecho de que mis papás y mis tíos crecieran
escuchando a sus papás llegar al clímax constantemente y luego actuando como si fueran
unos santos intachables los confundió un poco.

Mi tío Javier es el más afectado. Tiene algo que se llama androidismo, puedes hasta buscar
el término en internet. Significa que siente atracción sexual por muñecos o robots con
aspecto humano. Eso no sería tanto problema, mientras no fueras a su casa y vieras su
colección de juguetes, pero el androidismo está combinado con su anofelorastia, que es la
excitación derivada de profanar objetos sagrados. Por eso no quería ni que se acercara a
nuestra boda, mi amor. No sabes lo que pasó cuando se casó mi prima Mariana; con decirte
que no creo que el padre vuelva a ser el mismo ni a utilizar ese crucifijo otra vez.
Jorge Dorantes

Luego está mi tía Graciela. La verdad es la más inofensiva, pero es incapaz de ir a una fiesta
y menos a una boda porque es coreofílica, o sea que se escita bailando o viendo bailar. Yo
tampoco sabía que eso existía, pero sí. No lo puede evitar, la pobre. Para ella, cualquier
bailecito termina en lambada.

Y está mi tío Albino, que por cierto es el más moreno de todos, y que tiene algo que de niño
me daba risa pero que ya después no tanto. Se llama ginoticolobomasofilia. Suena mucho
más horrible de lo que es, no te espantes. Así como hay hombres que prefieren los senos o
las pompas, pues a mi tío lo enloquecen los lóbulos de las orejas. Y se los toca a todo el
mundo. Al principio la gente se sorprende y se deja, pero cuando ven el bulto en su
entrepierna la cosa usualmente acaba mal.

Mi tío Armando casi parece normal. A menos de que llueva o caiga una tormenta. Lo que él
tiene se llama keraunofilia, y es que se siente estimulado sexualmente al escuchar rayos y
truenos. Y como por acá llueve de la nada, entenderás por qué no quería invitarlo.

Mi mamá fue más bien un caso de “si no puedes contra ellos, úneteles”. Luego de muchos
años de estar en el papel del ángel redentor, yo creo que se cansó de ser siempre la maestra
del kínder y cuidarlos a todos. Eventualmente, decidió que prefería ser una niña, no sé si
me explico. No es que a mi mamá le gusten todas las mujeres, pero tiene una fijación con
los senos en lactancia. Y se aprovecha de su apariencia de señora que no rompe un plato
para toquetear a cuanta mujer lactante se le atraviese. La mayoría de las veces no se lo
toman a mal, no pasa de algún extrañamiento, pero como tu hermana todavía está
amamantando a Camilo y a Bruno, la verdad no quisiera correr el riesgo.

Finalmente, el que más me apena es mi padre. Mi padre tiene un mal que considero el más
repulsivo, se llama jactitafilia, y quiere decir que se excita relatando sus propias hazañas
sexuales. Así como algunos papás cuentan ésta o aquella anécdota del servicio militar o de
un viaje, yo he escuchado a mi padre narrar sus aventuras en la cama desde niño y ante los
más variados públicos; lo hace con lujo de detalles y un aire de naturalidad que es todavía
más escandaloso. Y ojalá eso fuera todo. Mi padre también tiene latronudia, o sea que le
gusta desnudarse frente a los médicos, generalmente fingiendo alguna enfermedad. Y como
tu papá es doctor…

Hermosa, yo te amo y te juro que he trabajado mucho para superar estas cosas y sanarme.
Me urge comenzar mi vida junto a ti y a los hijos que tendremos. No quiero que, luego de
saber todo esto, vayas a pensar que estoy contigo por alguna fijación enfermiza. Yo te
amaría aunque no fueras enanita, porque lo que más me gusta de ti es tu belleza interior.

Tuyo siempre,
Rodolfo.

Вам также может понравиться