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LA SEXUALIDAD EN ORIENTE.

DIFERENCIAS CONCEPTUALES DE

LA SEXUALIDAD EN OCCIDENTE Y EN ORIENTE.

BREVE HISTORIA DE LA SEXUALIDAD

Prácticamente se puede decir que hasta el S. XX, no se producen investigaciones rigurosas

sobre práctica sexual. Alguna incursiones literarias y gráficas, procedentes de las culturas

orientales y de las civilizaciones griegas o romanas, junto con las jocosas narraciones

renacentistas o las “proscritas” de algunos escritores del siglo de las luces, conforman toda la

documentación disponible.

Pero hay determinados acontecimientos aislados y singulares, que resultan relevantes para la

compresión ulterior de la cuestión, algunos resultan absolutamente desconocidos. La

epistemología de la sexualidad varía de una cultura a otra, pero también en el contexto socio-

histórico en que se desarrolle. Es relativa a su tiempo y su lugar, este relativismo cultural, hace

muy difícil el intercambio de conocimientos entre las distintas culturas.

La mentalidad oriental está “preparada” para comprender las prácticas de su ámbito, pero, pero

no “preparada” para aceptar y asumir las occidentales.

Desde que nacemos somos seres relativos a nuestra cultura; en el marco de la sexualidad, esto

se comprueba en cada estudio antropológico o etnográfico.

Las prácticas sexuales vienen determinadas por la cultura en que se vive, en mayor medida que

por la condición genital manifiesta. En lo que se refiere a la sexualidad, la condición biológica

habitualmente considerada como instinto, es un instrumento en manos de la cultura. Hoy en


día, los instintos más básicos se hallan embridados y bien conducidos por la cultura que los

acoge.

El legado de la prehistoria contiene numerosas “venus” toscamente esculpidas y símbolos

trazados en las paredes de cuevas con claro significado genital, vulvas, falos, que expresan el

interés por el tema de nuestros antepasados. Se supone que existieron diversas etapas en las

uniones sexuales que pasarían de las uniones esporádicas y aleatorias, hasta alguna forma de

monogamia con el objetivo de asegurar la supervivencia de la descendencia.

En Francia, Inglaterra, España, Australia o Grecia, se han hallado grabados en cavernas

esbozos con trazos torpes pero firmes, y sobre todo, muy explícitos de pinturas hombres y

mujeres en posición sugerente.

En el Antiguo Testamento, se señalan numerosas normas para la regulación de la conducta

sexual. En el judaísmo, el matrimonio tenía la reproducción como finalidad prioritaria y la

esposa hebrea tenía el privilegio de compartir los favores de su esposo con otras esposas

secundarias, pero si ella cometía adulterio entonces sería apedreada. Como ocurre actualmente

en algunos países musulmanes.

En la cultura egipcia el incesto estaba permitido y la circuncisión tenía un carácter ritual en la

adolescencia. En los papiros de Berlín y Carlsberg, ya se recogen algunas noticias sobre el

diagnóstico de embarazo y el sexo del feto. Hacia el S. III se utilizan excrementos de cocodrilo

y elefante como anticonceptivos de barrera, que posteriormente fueron sustituidos por los

dátiles y la miel de acacia. Los egipcios celebraban fiestas en honor de la fecundidad.

Hacia el siglo I a.c. la circuncisión era una práctica habitual en Oriente Medio, pero dos siglos

antes ya se había desarrollado en el Africa Occidental. La ablación del clítoris se practica en el

S I d. C. en el Valle del Nilo y Arabia.


En el transcurso del S. II a.c. E emperador chino Shih Huang Ti, realizó una recopilación

sobre prácticas y técnicas sexuales, concepción, infertilidad, impotencia, y su orientación a

resolver numerosos trastornos desde las hemorroides a la sordera. (1)

En el siglo III d.c., VATSYAYANA, escribe el KAMA SUTRA, uniendo el placer sexual al

bienestar físico y espiritual. Este libro ha sido un autentico bestseller en un Occidente tan

preocupado por lo que se puede hacer, que se olvida prácticamente de hacerlo.

En la Grecia clásica, se toleraba la homosexualidad masculina entre adultos y adolescentes

dentro de un contexto educativo o político como el conocido caso de Esparta. En Atenas, las

mujeres no podían andar solas privilegio exclusivo de las hetairas (prostitutas de élite), de las

que deriva el prefijo hetero-. También se permitía el travestismo, la transexualidad, la

masturbación, y otras prácticas sexuales posteriormente perseguidas.

La más típica de las consagraciones al sexo se encuentra en el culto a Príapo, Dios griego a

quien los etruscos representaban sentado en cuclillas, con un vientre enorme y un sexo

gigantesco en erección que estaba completamente al descubierto.

Como refiere Lucas Matéu (9), en la época del Imperio Romano, el aborto, la anticoncepción,

y la homosexualidad, eran prácticas usuales.

La Edad Media comprende el milenio entre la caída del Imperio Romano de Occidente y la

caída del Imperio Romano de Oriente. Recibe su nombre porque los pensadores del

Renacimiento la consideraron una época intermedia entre lo dos grandes periodos de la

humanidad.: LA ANTIGÜEDAD Y EL RENACIMIENTO. En esta época es precisamente

cuando se produce el imperio del cristianismo sobre sexualidad humana.

La actitud del cristianismo se centró por una parte en una restricción total hacia todas las formas

de expresión sexual que no surgieran del débito conyugal, y por otra parte en dos

preocupaciones esenciales: la protección de la vida y el respeto a la naturaleza.


La primera le lleva a oponerse rotundamente al aborto y al infanticidio, y la segunda le

conducirá mas tarde a prohibir los métodos anticonceptivos. En la concilios de Elvira (305) (el

que más se dedicó a cuestiones sexuales) y Arlés (314) se propone el castigo de la excomunión

para las prácticas abortivas. En los concilios de Toledo (654-681) se castiga el aborto con

penas que van desde la ceguera hasta la muerte.

Hacia el año 1000, la iglesia cristiana se involucra plenamente en la regulación de las uniones

conyugales. En la Edad Media, la iglesia refrenda el matrimonio monógamo y declara el

instinto sexual como demoníaco. La indisolubilidad del matrimonio fue recordada con vigor en

el concilio de Trento (1545-1563) Pocos años antes, en 1530, La reforma protestante de

Martín Lucero admite el primer divorcio solicitado por Enrique VIII para separarse de Catalina

y casarse con Ana Bolena. Con la escisión se había escindido el monopolio cristiano sobre los

matrimonios en la cultura occidental.

El amor y el matrimonio eran dos conceptos totalmente distintos, pues se afirmaba que un

enlace acababa con todo sentimiento amoroso y pasional aunque podía en el mejor de los casos,

nacer entre los cónyuges un afecto permanente. Las relaciones adúlteras entre un joven

caballero y la esposa de un señor feudal se hicieron costumbre “tolerada”.

La cristiandad medieval sienta las bases sobre la construcción de la sexualidad, especialmente

en aquellos comportamientos que no eran acordes con la obra de la creación. La cuestión que se

estableció a partir del siglo XIII fue el problema moral de la emisión del semen sin finalidad

reproductora, razón por la cual se condenaban la homosexualidad, el bestialismo y la molice.

La prohibición de las relaciones que no estuvieran abiertas a participar en la economía de la

creación implicaban también la prohibición de besos y caricias en “partes vergonzosas<”,

prohibición que pesó hasta el siglo XVI, cuando se produjo una etapa de mediana tolerancia.

Estos actos, como toda acción de placer, si estaban prohibidos dentro del espacio matrimonial,

más aún eran condenados en espacios homosexuales. La noción de lujuria se aplicaba


precisamente a estas situaciones, es decir, cualquier práctica de rechazo a la castidad fuera del

matrimonio.

A finales del siglo XV aparecen en Europa las ETS, que fueron consideradas como un castigo

celestial. La sexualidad se consideró durante siglos que van del Renacimiento a la Modernidad

como un “mal” necesario, difícil de regular, por que representaba “el instinto animal” del ser

humano.

En Francia se vive a lo largo de los siglos XVI y XVIII una ventana en la represión sobre la

sexualidad, con una eclosión de conductas hasta entonces ocultas, surge la obra del marqués de

Sade, que se incluye entre los productos de la locura y da con los huesos de su autor en la

Bastilla y varios manicomios, pero es la época de esplendor de las nobles cortesanas parisinas,

que se rodean de intelectuales y al menos en determinados marcos aristocráticos se desarrollan

los escenarios de sugerentes “amistades “peligrosas”.

La locura puritana de la reina Victoria en el Reino Unido y su renuncia a todo lo relacionado

con el sexo tras la muerte de su marido, implantó una política represiva que se conoce como

“época victoriana”; las ideas británicas volvieron a coincidir con el catolicismo romano, o con

la austeridad calvinista, al menos en los términos de represión: las religiones occidentales

aunque en otras discrepen con acritud, siempre han convenido ponerse de acuerdo sobre la

limitación de la sexualidad.

LA REPRESION SEXUAL

Hasta que la sexualidad no se halle integrada plenamente en la condición humana, no podrá

asumirse que nuestra especie se ha desarrollado por completo: es necesario superar

definitivamente la represión sexual. La ironía de Foucault, así lo sugería, al referir en el

primer tomo de su clarificadora obra Historia de la Sexualidad (2) lo siguiente: “se conoce
mejor la evolución de la humanidad en el tema de la sexualidad, por la enconada historia de su

represión que por la de su manifestación abierta”.

No se puede hablar de la historia del sexo en Occidente sin hacer referencia a la represión,

como tampoco debería hablarse de la sexualidad en Oriente sin mencionar la cuestión espiritual.

Un código moral muy estricto, es muy difícil que puedan disfrutar de una posición tolerable.

Los sacerdotes han considerado a la mujer como la tentadora, la inspiradora de deseos impuros.

L a enseñanza tradicional de la iglesia ha sido y sigue siendo que la castidad es lo mejor,

aunque para quienes esto les resulte imposible dejan la posibilidad del matrimonio, porque

“mas vale casarse que abrasarse”, como brutalmente afirma San Pablo. Haciendo indisoluble el

matrimonio e imposibilitando todo conocimiento del Ars Amandi, la iglesia logró que la única

forma de sexualidad permitida fuera dolorosa, en vez de placentera. La oposición al control de

la natalidad parece obedecer al mismo motivo: si una mujer tiene un hijo por año hasta que

muere agotada, no es esperable que vaya a encontrar placer en el matrimonio”

La hipocresía histórica cimienta la represión, los poderes se han encargado siempre de controlar

la sexualidad,

EL RECONOCIMIENTO DE LA SEXUALIDAD

En nuestra cultura, la tradición judeo-cristiana ha promovido su ocultación organizada,

promoviendo y recompensando una conducta social de evitación. Esta moral de disuasión ha

prevalecido hasta épocas muy recientes.

Durante los siglos XVIII y XIX, conductas sexuales como la masturbación, eran

consideradas inapropiadas. En 1982 apareció el trabajo de Richard Kraft-Ebing “Psichopatía

Sexuales “, donde describe comportamientos sexuales patológicos muchas actividades que hoy

consideramos como normales.


A principios del pasado siglo, se encuentran los primeros abordajes rigurosos de la sexualidad,

con las investigaciones de autores como: Freud y sus seguidores, Albert Moll, Magnus

Hischfeld, Iwan Block y Havelock Ellis. El padre de la sexología moderna fue el

dermatólogo berlinés Iwan Bloch (1872-1922), quien acuño el nuevo término

“Sexualwissenschaft” que en principio fue traducido como “ciencia sexual” y posteriormente

como sexología. Bloch, era un hombre muy erudito, que hablaba varios idiomas y cuya

biblioteca personal tenía más de 40.000 volúmenes .

Pero no es hasta 1948, con la publicación del “Informe Kinsey”, (que tuvo una segunda parte

en 1953), cuando éste autor y sus colaboradores, (Pomeroy, Martin y Gebhard), realizan la

primera descripción rigurosa de la sexualidad humana, tras haber entrevistado sobre sus

prácticas sexuales a 12.OOO personas en los EEUU.

En los años sesenta del pasado siglo, surge un fenómeno de cambio y ruptura con la tradición

la revolución sexual; diversos elementos confluyen en un interés colectivo por aproximarse a los

temas sexuales, entre las más importantes podemos citar:

El fácil acceso a los anticonceptivos orales

El resurgimiento del feminismo

Una mayor franqueza en la divulgación y comunicación sobre sexualidad

La obra de William Masters y Virginia Jonson: 2Human Sexual Response”, publicada en 1966,

que supone un hito irreversible, que transforma las actitudes hacia la investigación de la

sexualidad, tanto para la ciencia, como para la población en general. A partir de la obra de de

esta pareja autores, la sexología alcanza status científico.

Posteriormente entre los estudios más relevantes destacan: el informe Hunt 1974, el informe de

Tabriz y Sadd 1975, el de Sarrel y Sarrel 1980, los informes Hite (1976-1981).

En nuestro país siempre tardío para estas cuestiones, se ha publicado dos estudios de obligada

referencia:”La conducta sexual de los españoles” de Malo y colaboradores 1988, y el resumen


aparecido en 1992, titulado “Los españoles y la sexualidad”. Se debe recordar que hasyta que se

produce el cambio de régimen a finales de los años setenta, en nuestro país prácticamente no se

podía hablar de sexo en público.

SEXUALIDAD Y CULTURA: DE LEVANTE A PONIENTE

Oriente y Occidente son fundamentalmente conceptos culturales, lo mismo que Norte y Sur son

conceptos económicos o políticos. Esta terminología se transformará en los próximos años, la

globalización desvanece también a la geografía, dejando paso a nuevos criterios.

No obstante, las definiciones son confusas, por que hay países occidentales que se encuentran

más próximos a Asia que a Europa o América Pero también resulta difícil localizar una frontera

geográfica, considerándose los Montes Urales como barrera física y las culturas musulmanas

como barrera cultural. Lo occidental es cristiano, lo oriental no. Esta es una diferencia

fundamental: la religiosa.

Realmente se puede decir que lo oriental y lo occidental son estereotipos que tienden a

desvanecerse por la homogeneidad que promueve la globalización; Por Occidente se

comprende un conjunto de países cuyas lenguas, culturas, religiones y costumbres tienen su

origen principal en Europa; por Oriente, se considera un conjunto de países cuyas lenguas,

culturas, costumbres y religiones tienen su origen en Asia.

Se dice que Occidente se ha orientado hacia lo exterior, y se ha lanzado a la conquista de la

materia, desarrollando la tecnología y la medicina que cura los síntomas, mientas que Oriente

se ha centrado en lo interior, ha explorado el espíritu, desarrollando las técnicas de meditación

y la medicina que cura las causas de las enfermedades.


En el Islán es donde se han creado más reglas sobres cuestiones sexuales, y una mayor

diferencia entre los derechos y deberes de hombres y mujeres. El Islán regula la vida como

ninguna otra religión.

SEXO EN OCCIDENTE

La civilización occidental se basa en la acumulación a lo largo del tiempo de numerosos

conocimientos y experiencias de control sobre el medio, en una organización social

jerarquizada. La revolución francesa, o la independencia norteamericana, junto con la

declaración de los derechos humanos, el desarrollo de la democracia y del Estado de derecho,

son elementos fundamentales de nuestra cultura.

La revolución industrial, el capitalismo, la economía de escala, la burguesía, la producción

masiva, el consumo indiscriminado, también son aportaciones occidentales. La ciencia y su

desarrollo, el racionalismo, el desarrollo de la filosofía especulativa y el acceso masivo a la

educación, la sanidad, y otros servicios, también son invenciones occidentales. ¿Pero que ha

aportado Occidente al desarrollo de la sexualidad?

Las contribuciones provienen prácticamente de siglo XX, quizás las fundamentales sean la

búsqueda de la igualdad de genero, el desarrollo de los sistemas anticonceptivos eficaces y la

expresión de la necesidad irredenta de saber más sobre el sexo y por supuesto el psicoanálisis,

que busca en el inconsciente las huellas de la represión. La sexualidad en Occidente se ha

considerado unida a las ciencias que se ocupan de la salud, lo que ha dejado su estudio y

desarrollo en manos de los profesionales de la medicina.

La sexualidad occidental no puede entenderse sin hacer referencia al cristianismo y su posición

oficial sobre la misma es procreativista, uniendo sexo y procreación, por lo que vincula toda
actividad sexual a la institución matrimonial, siendo pecado todo lo que se practica fuera. Es

decir, en el criterio de Foucault (2), estudiar la sexualidad en Occidente, significa estudiar la

historia de su represión.

Norman Brown, en su libro “el cuerpo del amor2 (14), considera que “el significado

inexpresado es siempre sexual”. Freíd, pensaba algo parecido. ¿Pero realmente todo lo que no

se expresa en relaciones humanas tiene un vínculo con la sexualidad?

El capitalismo, en la época que despuntaba la revolución industrial, abogó también por el

procreativismo, lo que le procuraba una mano de obra barata y potencial. Las ciudades de

Europa y América crecieron y se modernizaron, generando a su alrededor focos de miseria y

hacinamiento en los suburbios. La producción era abundante, la mano de obra barata, los

honorarios laborales limitados, lo que produjo el enriquecimiento de la burguesía.

Herbert Marcase, en Eros y Civilización (7) considera que el capitalismo, logró la

desexualización del cuerpo socialmente necesaria: la libido llega a estar concentrada en una sola

parte del cuerpo, dejando casi todo el resto libre, para ser usado como instrumento de trabajo.

La moral sexual populacionista, limita la expresión sexual a formas procreativas y por tanto

genitales, así se logran dos objetivos importantes para el capitalismo: mano de obra barata y

eficacia productiva por medio de la represión sexual bien administrada.

Otro fenómeno interesante.

Pero la sexualidad occidental, tampoco puede separarse del ateismo, pues en ningún otro lugar

se produce esta adscripción como en los países europeos, especialmente los que provienen del

eje soviético, aunque en la actualidad también en los más occidentales. Los occidentales siguen

debatiendo sobre la existencia de Dios, mientras que los orientales ni se plantean su inexistenca

Marx y Lenin, propusieron prácticas liberadoras de la sexualidad, entre las que se encontraba

la destrucción de la familia como institución represora, pero esto no se extendió por Occidente,

quedando restringido a la Europa Oriental y los países de la órbita soviética.


Hasta épocas recientes, en occidente el sexo se ha vivido oficialmente dentro de la institución

familiar, dentro del matrimonio aunque extraoficialmente se desarrollen numerosas alternativas

prohibidas o toleradas.

La prostitución se consiente en prácticamente todos los países occidentales, la pornografía, los

sex-shops, los anticonceptivos, el aborto regulado y muchas otras cuestiones relacionadas con

el sexo y la reproducción se encuentran a disposición libre de los ciudadanos. La información

también fluye, y actualmente con el fenómeno Internet se observan hechos curiosos como el

90% del material que se extrae de la red a los ordenadores personales es pornográfico (1)

Como se expresó previamente, el tema de sexo en Occidente quedó bajo la responsabilidad de la

medicina, que también contribuyó a la represión. El caso más estudiado es el de la

masturbación masculina, que pasó de ser pecado a ser motivo de locuras, impotencias,

esterilidad, tuberculosis, anemias,, trastornos neurológicos, sin olvidar todas las enfermedades

de pecado (ETS).

Alex comfort (8), ha realizado un resumen pormenorizado del montaje médico-higienista sobre

el tema de la masturbación; autores como Tissot, Burdach, Esquirol, William Ellis, Acton y

otros, escribieron los capítulos más bochornosos de la historia de la sexualidad desde la

perspectiva médica, y sus efectos se han dejado sentir hasta hoy.

Otro tema importante de nuestra época es el incremento de las relaciones sexuales fuera de

relaciones estables, en los jóvenes se ha multiplicado por varios dígitos la práctica sexual con

una secuencia de compañeros, así como el número de relaciones que han tenido a todas las

edades, con respecto a generaciones anteriores.

Este es un tema importante, posiblemente se debe considerar que esto se puede deber a una

disminución de la atención sobre los más jóvenes por parte de sus padres, en las últimas

décadas, los hijos y los padres prefieren que los niños se pasen horas ante el televisor que en

cualquier otra forma de interacción.


Karen Horney, ya consideró hace mucos años (12), que la necesidad neurótica de afecto tomas

muchas veces la forma de una pasión sexual desenfrenada o una insaciable sed de goces

eróticos. Los jóvenes actuales tal vez estén compensando esa falta de cariño recibido de sus

ocupados padres con un incremento de sus prácticas sexuales, realizadas siempre a una edad

más precoz, como se observa en las cifras ofrecidas por algunos autores (1)

La sexualidad en Occidente está cambiando profundamente, al mismo tiempo que las

sociedades más avanzadas se adhieren de sus factores limitantes, políticos, y religiosos.

Vivimos tiempos de transformación en costumbres, prácticas y conceptos. Es difícil saber

cual es el camino que seguirá nuestra cultura en los próximos años, pero sin duda pasará por un

proceso de apertura sin precedentes.

ORIENTE Y LA SEXUALIDAD

Desde los viajes de Marco Polo, son muchos los occidentales que se han interesado por

Oriente, y cada uno de ellos ha ido aportando algo de su cosecha personal a lo que la inmensa

mayoría sabemos de las culturas asiáticas. Creo que entre estos personajes merecen un lugar

destacado: Flaubert, Richard Burton (Dirty Dich) y Schopenhauer.

Por no mencionar otros como Mircea Eliade, Lalraux, Salgari, o el mismo autor de “Mi vida

secreta, Mr. Sabe, quien realizó una recopilación exhaustiva de las prácticas sexuales que en el

mismo disfrutó; era la época de las grandes clasificaciones.

Oriente, es un concepto literario que ha generado una motivación conocida como orientalismo,

corriente cultural que se refiere a aquellos que se ocupan de escribir, enseñar, o investigar

sobre Oriente y esto es válido para un antropólogo, un sociólogo, un historiador o un filósofo,

tanto si se ocupa de aspectos específicos como generales, es un Orientalista, y lo que él o ella

hace, es orientalismo.
En su obra, Orientalismo (1978), el escritor palestino Edward Said, denuncia los “persistentes

y sutiles prejuicios eurocéntricos contra los pueblos árabes-islámicos y su cultura”. Argumenta

que una larga tradición de imágenes falsas y románticas de Asia y el Medio Oriente en la

cultura occidental, han servido de justificación implícita a las ambiciones coloniales e

imperiales de Europa y Estados Unidos.

El criterio eurocéntrico comenzó a ceder en el S. XVI, a medida que las exploraciones

geográficas fueron revelando antecedentes cada vez más abundantes sobre la historia y la

evolución de las sociedades orientales. En la actualidad pueden estimarse este mito como

superado, en la tradición historiográfica occidental.

En sus novelas, Flaubert, asocia Oriente con la fantasía sexual como vía de escape de su

cultura represiva. Madame Bovary, Fréderic Moreau, anhelan lo que no tienen en sus aburridas

vidas burguesas y lo que desean conscientemente les llega al final en sus ensueños envuelto en

modelos orientales. Harenes, princesas, esclavos, velos, bailarinas, y bailarines.,

afrodisíacos, ungüentos, perfumes etc. Esto es el escenario de las mil y una noches.

Este repertorio es familiar, no tanto porque nos recuerda los propios viajes de Flaubert y sus

obsesiones con respecto a Oriente, sino porque una vez más se hace una clara asociación entre

Oriente y la libertad sexual.

En la Europa del S. XIX, con su creciente aburguesamiento victoriano, la sexualidad se había

institucionalizado demasiado. Por un lado, no existía nada parecido a la sexualidad libre y, por

otro, la sexualidad que se admitía socialmente, implicaba numerosas obligaciones legales,

morales, políticas, e incluso económicas que eran bastante meticulosas y ciertamente molestas.

Oriente era un lugar en el que se podía buscar una experiencia sexual que resultaba inaccesible

en Europa.
A partir de 18oo, todos los escritores que viajaron al Oriente, trataron de realizar su propia

búsqueda de la sexualidad. El citado Flaubert, Nerval, Dirty Dick Burton y Lane, son los mas

destacables. Ya en el siglo XX, se pueden mencionar a Gide, Conrad, Maugham, Malrauz,

entre otros. Lo que buscaban era una sexualidad de diferente clase, quizás más libertina y

menos cargada de pecado.

La sexualidad en Oriente se ha estudiado por simetría con la sexualidad en Occidente, pero no

existe tal imagen especular más que en la mente de los “inventores” del orientalismo, que no es

otra cosa que una idealización romántica de las culturas orientales.

Los países asiáticos han seguido un ritmo diferente al desenfreno occidental, es importante

considerar las diferencias en el concepto de tiempo y su vivencia. Luis Racionero lo ha

explicado magníficamente en su libro “Oriente y Occidente”, Por otra parte, éste considera que

“la gran divisoria establecida entre Oriente y Occidente se ha originado fruto de la cultura de la

culpabilidad”, refiriéndose a esta idea preconcebida del mito fundacional de la culpabilidad

como una de las cosas que diferencia Oriente y Occidente.

Es necesario realizar una visión invertida de la cuestión, veamos que es lo que se dice desde

posiciones orientales sobre la sexualidad occidental. Muchas de ellas coinciden en la alienación

que la cultura cristiana ha ejercido sobre los ciudadanos occidentales, fundamentalmente por

medio de la sexualidad como instrumento.

La educación que recibimos desde la infancia, se agota en lo superficial; nadie nos instruye

sobre la exploración de nuestro interior, así nos convertimos en seres aparentes, vacíos,

asustados, neuróticos, alienados. La educación que se recibe en Occidente, no se preocupa por

elección libre, es una imposición que distorsiona el curso de nuestras vidas. En ese sistema

educativo, la sexualidad está postergada. En Europa y Norteamérica, cambia todo, menos

la educación.
Al contrario que en los países orientales, (aunque cada vez son menores las diferencias), la

socialización occidental nos hace seres uniformes, nos educa para rechazar la mirada interior, y

nos condiciona para considerar como perniciosas todas las experiencias propias, que nos hagan

percibir el mundo de forma distinta a lo que dogmáticamente se sugiere desde las instancias

oficiales; se prohíben así las exploraciones individuales de la realidad, bajo pena de ostracismo

o exclusión. Se premia lo individual siempre no transgreda lo colectivo.

Otro fenómeno occidental es la instrumentalización

del cuerpo, que trata de restringir la sexualidad a nuestra biología, esto no ocurre en los países

orientales.

La sexualidad occidental se encadena al cuerpo, y las emociones se excluyen de lo mental, por

que nuestro cerebro sólo puede servir a la razón. Descartes realizó un gran trabajo en este

sentido, al igual que los propagadores del cristianismo, que cerraron la posibilidad de penar lo

espiritual por que sólo hay una verdad que es la revelada, como decía Agustín de Hipona.

En los países asiáticos, el individuo se ha completado mejor, no está cercenado, ni castrado,

ni tiene dificultades educativas para pensarse o para sentirse, así mismo en particular, o a sí

mismo, entre otros. En los países mal llamados avanzados o civilizados, el sexo no se puede

valorar con seso, por que el seso ya no es individual, forma parte del patrimonio colectivo al

servicio de los intereses públicos. La revolución industrial no sólo nos ha traído riqueza, se ha

llevado muchas cosas.

Como expresa Lo Duca, en “Historia del erotismo”: en Oriente se han podido seguir las

pasiones primordiales del hombre, entre las que el sexo no es la menor, según una metafísica

objetiva, para la cual la unión del macho y la hembra supone la unión de todas las fuerzas” Este

autor también habla de la prostitución sagrada como una aportación de las civilizaciones más

antiguas entre el Indo y el Nilo.


Alejandra Maratea, en su articulo “la sexualidad en el Oriente antiguo”, expresa la concepción

del sexo en la China antigua y en el taoísmo.

La sexualidad para los chinos era considerada la “vía del cielo”, algo absolutamente normal,

para nada vergonzoso o que hubiera que ocultar, algo de lo que se hablaba libremente. Con

esto ya se marca una notable diferencia con nuestra tradición judeocristiana donde la sexualidad

es asimilada al pecado, y la mujer, como inductora del pecado original, es asociada al mal;

donde la materia se opone al espíritu y la sexualidad a la espiritualidad.

Para los chinos la abstinencia es “ir en contra de las leyes del cielo y de la tierra que exigen la

relación sexual”. Los monjes taoistas no hacían votos de castidad. Para ellos la práctica sexual

era un camino de santidad utilizado como método para trascender las limitaciones individuales,

armonizar la energía interna, expandir la conciencia y comunicarse con la energía universal.

Asociaban sexualidad-salud-longevidad.

En la tradición China, se considera que la sexualidad es una parte integral del ser humano. Al

contrario que en Occidente, la visión de la sexualidad en las culturas asiáticas, no se asoció a lo

escabroso, la pornografía o la culpa. Por tanto son infrecuentes los conflictos internos que

provienen de la represión y que derivan en numerosas patologías psicológicas o sexuales como

ha establecido el psicoanálisis la sexualidad era y es en los países orientales, no sólo una forma

de obtener placer, sino un elemento más de la vida, que se relaciona con la salud, la belleza, y

la longevidad. Los orientales han preferido permanecer en el mundo de la sensibilidad, antes

que sacrificarlo por la ordenación racional exhaustiva de sus vidas.

Esto se relaciona en China, con la práctica del Taoismo, cuya obra básica es el Tao- Te- King,

escrito por Lao-tsé, en el S. IV a.c. Su mensaje central es el arma que debe existir entre todos

los seres y su universo; sus preceptos fundamentan una adaptación armónica a la Naturaleza, en

la que el Tao representa su fuerza.


Entre las obras erotográficas de la época medieval china, se encuentran el arte del dormitorio de

Tung-Hsuan Tzu, que es el mejor ejemplo del formalismo confucionista como manual de la

práctica sexual, pese a lo cual el espíritu del libro es esencialmente taoísta. De la misma época,

hacia mediados del siglo VII es los alimentos del dormitorio, de Sun Szu-Mo, con una temática

parecida.

En la china actual, se vive en los últimos años una de las dinámicas más represivas de todos los

tiempos sobre la reproducción, aunque no sobre la sexualidad. La política del hijo único, ha

logrado controlar la inflación demográfica del gran país asiático. En esta ocasión,, las

costumbres se han cambiado por decretos, incluyendo la práctica obligada del aborto para las

mujeres que tengan dos hijos.

En la cultura islámica, todas las prácticas que convergen en la sexualidad están controladas por

la Shariah, como refiere Sayyid Muhammad Rizvi, en su libro “La sexualidad en el Islam”.

El asunto de la motral sexual es competencia de la Shariah, las leyes en el Islam.

En cuanto a las prácticas sexuales, se considera que deben seguir lo indicado en la doctrina de

forma rigurosa, y cuando se presentan conflictos debe de consultarse el Corán .Los libros

clásicos como “el Jardín perfumado” o el “K´tab”, que se dedican al estudio de la sexualidad y

las costumbres sexuales en la cultura musulmana, están repletos de elementos religiosos. En el

Islam, el sexo forma parte de la religión, pero no de lo espiritual. Una excepción a este criterio

supone la obra anónima “Las mil y una noches”, recopilación de cuentos de origen persa,

recopilados por la tradición popular, y en el que se desarrolla una sensualidad característica de

los países árabes.

De la India nos han llegado los grandes tratados clásicos sobre la sexualidad: Kama-Sutra,

Ananga Ranga de Kallianmalla, El Rati Radhasya, La flor lasciva o el Samyyamartrica de

Kahemendra, escrito a finales del siglo X, y posiblemente la idea más feliz de la sexualidad y

la que más se asocia a lo oriental. Hay que considera que la sexualidad en la India está sometida
a un sistema estamental formado por una estructura de castas. Los conocimientos que se

refieren sobre la sexualidad en la India, han sido extraídos fundamentalmente del magnífico

artículo de Lucy Rellin “La sexualidad en la India, ayer u hoy”, de la revista sexología.com.

Para la mayoría del pueblo hindú, el hinduismo no es una religión sino una forma de vivir, una

filosofía, que comprende la religión y el estilo de vida. Algo parecido a lo que ocurre en el

Islam. Este antiguo sistema de pensamiento indica a los hindúes como deben orar, lavarse,

comer, icinerar a sus fallecidos, vestirse, hacer negocios y comportarse sexualmente. La

base histórica de la práctica sexual tiene sus raíces en las antigua cultura védica alrededor de

1500 a.c. Durante su larga historia y a lo largo de los años han cambiado radicalmente su actitud

hacia lo sexual.

Para los hindúes, la sexualidad parece dividirse en dos categorías: la que se practica para el

goce sexual y el éxtasis erótico, que conduce a la procreación; y las prácticas sexuales

De intención religiosa y mística.

El Kamasutra escrito alrededor del año 50 por Vatsyayana. Tiene como tema un sistema de

técnicas eróticas, y es famoso como manual del amor sensual y el asentamiento carnal. Como el

coito era considerado una actividad física de la pareja moralmente aceptada, en ese texto se le

presta una atención considerable. Describe diversas posiciones coitales. Comienza destacando el

valor de la vida mundana y el tipo de mujer adecuada para la unión sexual. Los siguientes

capítulos se dedican al arte de la unión sexual con consejos explícitos sobre cómo abrazar,

besar, acariciar, y morder a la pareja, los sonidos a emitir. Hay capítulos que tratan cómo

conocer mujeres, cómo entenderlas e incluso cómo desacerse de un amante.

Este manual erótico puede tener tanta actualidad hoy como cuando fue escrito.

En la antigua India, la búsqueda del amor romántico y sexual era considerada un alto objetivo.

Desgraciadamente, los actuales miembros del culto a Krishna desaprueban todo contacto sexual

con excepción del matrimonio destinado a la procreación.


Desde la épocas más remotas, el órgano masculino o Linga ha sido reverenciado en la India. El

origen de esta devoción se encuentra probablemente en antiguos cultos de la fertilidad que

fueron adaptados posteriormente como ritos sexuales religiosas. Del mismo modo, el órgano

femenino de la regeneración o Yoni, por considerarse lugar de la gestación, es símbolo de

veneración. La Linga y el Yoni tomados en conjunto como un símbolo dual, representan el

misterio básico de la creación.

En los templos religiosos de la India, el arte erótico impresiona al hombre occidental, a

primera vista, como muy poco convencional. Sin embargo, una mejor percepción del

pensamiento hindú explica esta curiosa mezcla de lo espiritual y lo sexual.

El matrimonio como vínculo permanente, era relativamente poco conocido en la antigua India y

se aceptaban todas las formas de relación sexual libre,.los antiguos hindúes bendecían

matrimonios de todo tipo. Románticos, tradicionales, secretos, divinos y temporales. El

matrimonio era un vínculo que podía durar o no.

Cuando la sociedad se hizo más rígida, después que los musulmanes llegaron a la India en el S.

VIII y mucho después los ingleses, el matrimonio se convirtió en un lazo muy convencional

fundado en arreglos que tenían en cuenta la casta de los cónyuges y la dote de la novia El

mismo, se tornó una relación económica y legal, en lugar de un libre compañerismo sustentado

solamente por el deseo de los miembros de la pareja.

Los matrimonios actuales son, en la India sobrios, convencionales, prácticos y celosos de la

castidad. Se aplican innumerables teorías para explicar este cambio en las costumbres sexuales:

la influencia temprana de la castidad budista, la invasión de los mojigatos musulmanes en el

siglo VIII, luego, los misioneros cristianos, los circunspectos británicos, etc. Las noticias

actuales de conductas y costumbres sexuales extrañas son, en su mayoría imaginarias o se

limitan a hechos aislados.


La sexualidad en Japón se asocia a una reglamentación muy bien establecida, no solo en lo que

se refiere a las Geishas; el país del sol naciente está fundamentado sobre reglas de honor

ancestrales, y esto contamina la construcción de la sexualidad que se ha hecho en este país.

Japón es un país con una larga tradición sexual, remontándose en el arte hasta el periodo Edo

(1600-1867). Tanto la mitología japonesa, como su principal religión el Shintoismo ofrecen

muy poca información relevante al sexo. Sin embargo si hay leyes para regular las prácticas

sexuales en esta época, como la prostitución.

El sexo en Japón en la actualidad está muy lejos de ser considerado un tema tabú. En el país

nipón, el sexo hoy en día es algo que forma parte de la cultura y que es aceptado por una gran

mayoría de la población, especialmente la más joven, sin embargo hay una reglamentación

muy precisa sobre temas como las partes que pueden exhibirse en imágenes pornográficas.

Como se puede observar, cada vez nos parecemos más el mito de que la sexualidad oriental es

absolutamente diferente a la occidental cae por su propio peso. Oriente y Occidente son

diferentes y por la tanto tiene una perspectiva distinta a la hora de evaluar cualquier cuestión,

por Ej. El sexo; pero las prácticas son homogéneas, realmente, salvo la literatura y la

imaginación proyectada, poco distingue una relación sexual a ambos lados del mundo.

A lo largo de la historia las diferencias eran significativas, pero con el proceso de expansión

cultural occidental, prácticamente han desaparecido. La práctica, las costumbres, incluidas las

referidas al emparejamiento y la procreación, la cultura sexual de las mayorías es hoy

prácticamente la misma en todo el orbe, en esto la globalización hallará nula resistencia para la

implantación de su homogeneidad.

Juan Francisco CM

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