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Amenorreas

Amenorrea Hipogonadotrofica
Por Abdón, María Carolina; Pelayo, María Soledad; Racciatti, Ianina Mabel
Internado Anual Rotatorio (IAR) 2003. Universidad de Buenos Aires, Facultad de Medicina. Hospital de Clínicas
“José de San Martín” 1ra. Cátedra de Ginecología. Prof. Dr. Sergio Luis Provenzano
INTRODUCCION
Este es un tema que ha sido tenido en consideración desde los comienzos de la medicina. Ya en la Grecia
antigua, el médico Hipócrates decía que la mujer que no menstruaba regularmente tendría que enfrentar
grandes sufrimientos o podría incluso encontrar la muerte si este trastorno era dejado sin tratamiento. [1]
Con el trascurrir del tiempo, se ha demostrado que la premisa del padre de la medicina era bastante
cierta. La amenorrea es un valioso “aviso” del que se valen las mujeres para saber que algo en su
organismo no esta funcionando debidamente. Si bien, muchas veces se trata de alteraciones vanales, en
otros casos puede permitir el diagnóstico precoz de patologías serias. Por esta razón consideramos muy
importante el conocimiento que debe tener el médico general sobre el asunto.

DEFINICION
Se considera amenorrea secundaria al cese de la menstruación en una mujer que ha tenido su menarca.
No se ha llegado a un consenso respecto a la duración de la ausencia de la regla. The American College of
Obstetricians and Gynecologists [2] define a la amenorrea como la falta de menstruación por un lapso
igual o mayor de 3 meses en una mujer que había venido menstruando. Sin embargo, otros consensos
extienden el plazo a 6 meses. Es importante recalcar que no se trata de una enfermedad, sino de un
síntoma, manifestación de situaciones fisiológicas como el embarazo, la lactancia y la menopausia, así
como de patologías de muy variada índole. La presencia de menstruación habla de un correcto
funcionamiento del eje hipotálamo-hipófiso-gonadal, y la presencia de un endometrio que responde a las
variaciones hormonales.

EPIDEMIOLOGÍA
La principal causa de amenorrea secundaria es el embarazo, posibilidad que debe ser descartada en toda
mujer sexualmente activa. Luego de excluido este, las otras posibilidadades que hay que tener en cuenta
por orden de frecuencia son: la disfunción hipotalámica (35% de los casos), el síndrome de ovario
poliquístico (33%), la patología hipofisaria (19%), la falla ovárica (10%) y las alteraciones uterinas (5%).
En menos del 1 % de los casos es factible encontrar una hiperplasia suprarrenal “no clásica”, tumores
ováricos o adrenales. [3] La prevalencia de la amenorrea, sin incluir las de causa fisiológica, es de 3-4%
entre la población general, [4] [5] mientras que en las deportistas dicha cifra asciende en algunas series a
valores tan altos como el 79%. [6] No hay evidencia que haya variaciones en incidencia en las distintas
razas.

CLASIFICACION ETIOLOGICA

1) Fisiológica:
-embarazo
-lactancia
-menopausia

2) Hipotalámica:
-stress
-ejercicio intenso
-trastosrnos de la alimentación
-disminución de peso
-depresión psicógena
-posterior a la toma de anticonceptivos orales
-infiltrativas (craniofaringioma, histiocitosis, sarcoidosis)

3) Hipofisaria:
-prolactinoma
-síndrome de la silla vacía
-síndrome de Sheehan
-tumor secretor de GH
-tumor secretor de ACTH
-tumor secretor de gonadotrofinas

4) Ovárica:
-falla ovárica prematura
-síndrome de ovario poliquístico
-tumores funcionantes

5) Uterina:
-síndrome de Asherman
-infecciones (tuberculosis, esquistosomiasis)

6) Suprarrenal o tiroideio:
-hipo e hipertiroidismo
-síndrome de Cushing
-síndrome de Addison
7) Otras:
-quimioterapia
-radioterapia
-alcoholismo
-drogadiccion
-neoplasias
-enfermedades crónicas
-idiopática

AMENORREA HIPOGONADOTROFICA

Disfunción hipotalámica

1) Definición

En este grupo incluimos la amenorrea relacionada con el ejercicio intenso, los trastornos de la alimentación, la
restricción calórica, la depresión y el estrés emocional, situaciones que muchas veces se superponen. Es poco
frecuente encontrar enfermedades infiltrativas o neoplásicas hipotalámicas, como responsables de la falta
menstrual.
Es un diagnóstico de exclusión. Inicialmente se creía de causa psicogénica, producto del estrés; sin embargo, la
evidencia con la que se cuenta actualmente sugiere que estaría más relacionada con un balance calórico
negativo, restricciones nutricionales y las alteraciones metabólicas y endocrinas resultantes. [41 [42] [43] [44]

Ejercicio físico intenso

Se ha visto que las irregularidades menstruales son más comunes en mujeres atletas que en las no-atletas. [45]
En la población general se ha estimado una prevalencia de amenorrea secundaria del 1.8% al 5%, [4] [46]
mientras que en el grupo de deportistas dicha cifra asciende en algunas series a valores tan altos como el 79%.
[6] En tan frecuente la asociación de amenorrea, osteoporosis y trastornos alimentarios en participantes de
ciertos deportes que The American College of Sports denominó a este cuadro “tríada atlética femenina” (the
female athlete triad).
Más de un 25% de las deportistas competitivas experimentan amenorrea inducida por el ejercicio. La mayor
prevalencia se ve relacionada con actividades que requieren un bajo peso corporal como la danza clásica, el
patín artístico, la gimnasia deportiva y las carreras de larga distancia (maratón). Por lo general estas deportistas
son presionadas para mantener un peso y un porcentaje de grasa corporal 10% por debajo del ideal. [47] Las
mujeres que practican otros deportes, que no requieren un bajo peso, como son la natación, el ciclismo y el
basketball, están más predispuestas a sufrir otras alteraciones del ciclo. [48]
Avalando esta hipótesis, se ha demostrado la inducción de trastornos menstruales al instituir en mujeres no-
deportistas un programa de ejercicio intenso asociado a restricción calórica. [48]
Las deportistas que comienzan a entrenar antes de su menarca tienen mayor incidencia de aparición tardía de la
misma y amenorrea que las que comienzan luego de que esta tenga lugar. [50]

Trastornos alimentarios

En este grupo incluimos a la anorexia nerviosa (AN), la bulimia nerviosa (BN) y los trastornos inespecíficos de la
alimentación. Dado que entre el 90-95% de los individuos que padecen estas enfermedades son mujeres, nos
referiremos a estos en forma femenina.
La AN se caracteriza por la pérdida de peso o negación a recuperarlo, distorsión de la imagen corporal y miedo a
engordar y volverse obeso. [51] [52] En cambio, la BN se define como consumo de gran cantidad de comida al
menos 2 veces por semana por 3 meses, seguida de conductas purgativas como la inducción de vómitos, uso de
laxantes o realización excesiva de ejercicios físicos. Estos “atracones” por lo general ocurren en forma
clandestina, y se acompañan de otros comportamientos impulsivos como cleptomanía, gastos excesivos de
dinero, o conductas sexuales de riesgo. [53] Estas pacientes pueden tener un peso normal y hasta en algunos
casos mayor al estimado. Mientras que las anoréxicas pueden negar la existencia de algún problema, las
bulímicas lo padecen como algo egodistónico.
En los últimos 25 años, la incidencia de AN se ha incrementado entre las adolescentes de 10 a 19 años de edad,
mientras que en los adultos permaneció relativamente estable. [54] [55] [56] [57]
La prevalencia de los trastornos de la alimentación es mayor entre las mujeres atletas, estimándose la misma
en valores que van del 15 al 62% según diferentes estudios [58] [59] [60] [61] [62]
Los trastornos de la alimentación subclínicos, con peso normal, muchas veces están asociados a una severa
restricción en la ingesta de grasa y calorías con los alimentos.
En un estudio se ha visto que las mujeres con amenorrea hipotalámica funcional tenía mayor porcentaje de
masa magra corporal y menor grasa que un grupo control con un índice de masa corporal (BIM) similar, pero
con ciclos conservados. El grupo testigo tenía una dieta más rica en lípidos e hidratos de carbono. [63] En
cambio el grupo amenorreico consumía una dieta rica en fibra y realizaba más ejercicio aeróbico por día. En
ambas ramas de estudio, se constataron similares niveles de estrés emocional y depresión.
En el 50 a 75% de las mujeres con BN, la amenorrea puede preceder a la pérdida de peso. [64] Los períodos
menstruales usualmente cesan cuando el peso corporal disminuye entre un 10 a 15%. [65]
En 1971, Frisch propuso la hipótesis del “peso crítico” o porcentaje mínimo de grasa necesario para que la
menarca tenga lugar. [66] [67] Esta teoría postulaba que era necesario que al menos un 17 al 19% del peso
corporal correspondiera a grasa; mientras tanto, para el mantenimiento regular de los ciclos era indispensable
que este permaneciese por arriba del 22%. Sin embargo, no todos los autores aceptan esta premisa ya que se
ha visto deportistas que siguen menstruando a pesar de tener un porcentaje adiposo menor al 5%. [68]
La amenorrea también es una manifestación de enfermedades intestinales malabsortivas. No se puede dejar de
mencionar a la enfermedad celíaca por la alta prevalencia que tiene en nuestro medio. Los últimos estudios
estiman que la misma es de 1 en 150 habitantes en la Argentina. El 30 % de las mujeres en edad reproductiva
afectadas por esta patología presentan amenorrea y/o infertilidad. Muchas veces esta es la única manifestación
de la enfermedad, por lo que debe ser tenido en cuenta, sobre todo en mujeres con menarca tardía y bajo peso.
Luego de instituirse una dieta libre de gluten, o sea sin trigo, avena, cebada y centeno, estas pacientes
recuperan la menstruación y la fertilidad. [69]

Estrés psicológico

Diferentes estudios psicológicos han demostrado la correlación que existe entre factores estresantes y
amenorrea. Entre los antecedentes de estos pacientes cabe mencionarse la pérdida de embarazos, [70] [71]
divorcios, ruptura de relaciones sentimentales, fallecimiento de familiares o amigo en los 6 meses precedentes a
la falta menstrual [72] [73] y poco apoyo social o familiar durante la niñez o adolescencia. [73] [74] Algunas
mujeres con amenorrea psicogénica refieren haber pasado por situaciones angustiantes relacionadas con
problemas psicosexuales y sociales durante su juventud. [75] Otras tienden a tener actitudes negativas hacia
las partes de su cuerpo con connotación sexual, problemas sexuales con sus parejas y mayor aversión hacia la
menstruación que las mujeres eumenorreicas. [72]

2) Epidemiología
Comparadas con grupos control de la población general, estas mujeres tienden a ser solteras, tener ocupaciones
altamente demandantes que requieren una alta capacidad intelectual, a haber pasado por más situaciones
estresantes en su vida, a usar más psicofármacos ansiolíticos, a tener un peso más bajo al promedio y
antecedentes de irregularidades menstruales. [76]

3) Fisiopatología
En condiciones normales existe una secreción pulsátil cada 60 a 90 minutos de hormona liberadora de
gonadotrofinas (GnRH) por parte del núcleo arcuato del hipotálamo. En respuesta a este estímulo la
adenohipófisis secreta FSH y LH, que a su vez van a actuar a nivel ovárico.
En las amenorreas hipotalámicas la secreción pulsatil de GnRH se ve afectada. El generador de pulsos parece
ser altamente sensible al estrés y a las condiciones ambientales desfavorables como es el balance calórico
negativo, donde el gasto energético es mayor al aportado diariamente por los alimentos. [44] [47] [77] [78]
[79] Incluso se han visto alteraciones en la secreción de LH asociadas con la restricción energética aún antes
que disminuya el peso. [80]
Al disminuir la estimulación ovárica de GN, la función de este último se ve alterada, manifestándose como
amenorrea primaria en las prepúberes o secundaria en las que ya han tenido su menarca. [81] [82]
Entre los moduladores de la secreción de Gn-RH que se encuentran alterados están las endorfinas, la dopamina,
la noradrenalina [83], los opioides y el neuropéptido Y.
En muchas de estas paciente se ve un aumento de la activación del eje hipotálamo-hipófiso-adrenal. [84] [85]
[86] [87] En esta situación la hormona liberadora de corticotrofina (CRH) es secretada en exceso suprimiendo la
secreción de GnRH.
Diferentes estudios sugieren una disminución de los niveles de metabolismo basal asociado con el balance
energético negativo y las disfunciones menstruales. [88] [89] [90] Incluso, algunas mujeres con restricciones
energéticas mantienen su peso dentro del rango considerado normal a costa de una disminución del
metabolismo basal. [79]
Entre las adaptaciones del cuerpo al déficit energético cabe mencionar la disminución de las hormonas tiroideas,
principalmente la triyodotironina (T3), [91] [92] [93] [94] y el factor de crecimiento insulino-simil 1 (IGF-1),
[95] así como un aumento de la hormona del crecimiento (GH) y de los niveles de cortisol. [96]
En la mayoría de las mujeres que padecen AN los pulsos de GnRH son de características prepuberales, [97] [98]
en los cuales la respuesta de la FSH es mayor que la de LH. [99] [100] Cuando recuperan el peso, la relación se
normaliza inclinándose hacia la LH. [101] De todas maneras, en un 10 a 30% de los casos las alteraciones
persisten aunque haya recuperación del peso. [64] [65] [102]
Una de las últimas hipótesis asocian la leptina, una hormona polipeptídica secretada principalmente por los
adipocitos, y la amenorrea hipotalámica. [103] [104] Los niveles de leptina parecen estar regulados por la
ingesta calórica total y los depósitos grasos, los cuales se pueden correlacionar en muchos casos con el BIM.
[105]
Se ha detectado disminución plasmática de leptina en mujeres amenorreicas con trastornos alimentarios, [44]
así como en atletas. Si los niveles de esta hormona caen por debajo de un valor crítico, la menstruación no se
produciría. [106] Dada la presencia de receptores de leptina en las neuronas hipotalámicas, se piensa que el
descenso de esta provocaría cambios en los pulsos de GnRH. [107]
También se han encontrado receptores de leptina en el hueso, lo que sugiere una función reguladora de la masa
ósea. [108] [109] Además del hipoestrogenismo, los bajos niveles de este péptido tendrían alguna implicancia
en la disminución de la densidad ósea como en el incremento del porcentaje de fracturas que se ve en la
amenorrea con restricción energética y ejercicio. [44] [110]

4) Clínica
Entre los signos y síntomas que nos orientan hacia un diagnóstico de AN se encuentran la sequedad de la piel,
caída del cabello, intolerancia al frío, hipotermia, manos y pies cianóticos, constipación, distensión abdominal,
lanugo distribuido por todo el cuerpo, debilidad, fatiga, atrofia mamaria y vaginal, edema con signo de Godet
positivo, desmayos, bradicardia sinusal, hipotensión ortostática, y soplos cardíacos (en un tercio de los casos
asociado a prolapso de la válvula mitral). Como se habrá notado este cuadro clínico puede ser confundido con el
causado por el hipotiroidismo. Es indispensable un sagaz interrogatorio focalizando en los hábitos alimenticios,
la imagen corporal, la actividad física, variaciones en el peso, tanto a la paciente, como a otros miembros de la
familia en caso que concurran a la entrevista.
Si se tiene esta última posibilidad es importante pesquisar datos que pueden resultar orientativos como:
- aislamiento de su grupo de amigos y/o compañeros
- visitas frecuentes al baño luego de las comidas
- rechazo a comer con la familia o amigos
- cambios recientes en hábitos alimentarios (nuevo vegetariano)
- cambio en los hábitos intestinales (constipación o diarrea)
- seguimiento de regímenes alimentarios
- uso de fármacos para regular el apetito o el peso
- uso de varias capas de ropa, muchas veces de talles grandes y colores oscuros.
El cuadro que nos orientará que nos encontramos frente a una paciente que padece BN incluye caries dentales,
aftas, lesiones faríngeas, pirosis, dolor de pecho, calambres y debilidad muscular, diarrea sanguinolenta por el
abuso de laxantes, alteraciones de la coagulación como sangrado y equimosis ante traumas mínimos, e
hipertrofia parotídea.
Nos orientará hacia el diagnóstico de depresión la presencia de tristeza muchas veces inmotivada, angustia,
dificultad para concentrarse y recordar, alteraciones del sueño, cansancio, perturbación de la praxis, problemas
para relacionarse con los demás, anhedonia, abulia, ideación o intentos suicidas, separaciones, enfermedades o
fallecimiento de familiares o amigos, mudanzas y accidentes.

5) Diagnóstico
Un buen interrogatorio puede hacernos sospechar de una amenorrea hipotalámica, pero como ya hemos dicho
previamente, este es un diagnóstico al que llegamos luego de haber descartado otras causas. La FSH y LH se
encuentran disminuidas, al igual que los estrógenos, mientras que la prolactina (PRL) tiende a estar dentro del
rango considerado normal.
La prueba de progesterona usualmente da negativa, no evidenciándose sangrado uterino, reflejo del bajo nivel
de estrógenos circulante. Luego de esta es conveniente realizar la de estrógenos-progesterona, que debería dar
un resultado positivo.

6) Tratamiento
Es muy importante el apoyo psicológico que reciban estas pacientes, constatándose en muchas de ellas
recuperación espontánea de los ciclos menstruales una vez que se modifican los factores ambientales
estresantes o se producen cambios en el estilo de vida. En las deportistas con bajo peso es fundamental mejorar
los hábitos alimenticios como su estado nutricional. Muchas veces reaparece la menstruación cuando se llega al
peso en que esta cesó. Se ha visto que no es indispensable un aumento en el porcentaje de grasa corporal. [82]
Hay muchas atletas que no están dispuestas a sacrificar su nivel de entrenamiento con el sólo objetivo de
recuperar los ciclos menstruales, que a su vez pueden ser considerados como una molestia. De no ser posible
lograr un cambio en la conducta, como última instancia está recomendada la administración cíclica de
estrógenos y progestágenos, aunque sus beneficios son todavía controversiales. En las adolescentes
sexualmente activas se pueden usar los ACO de bajas dosis. En las que existen estrógenos circulantes
suficientes para proliferar el endometrio se indica MPA 10 mg/día o progesterona micronizada 200 mg/día por
10 días cada 1 a 3 meses para prevenir la hiperplasia endometrial. En los trastornos de la alimentación los
mejores resultados se obtienen encarando el problema con un equipo interdisciplinario compuesto por médicos
clínicos o pediatras, nutricionistas, psiquiatras y psicólogos. Las pacientes con mejor pronóstico son las más
jóvenes, con menor pérdida de peso, y enfermedad de corta evolución; entre los factores adversos se
encuentran la depresión y el muy bajo peso.

Pseudociesis

Se conoce con este nombre al “falso embarazo” o “embarazo fantasma” La pseudociesis es, de todas las
condiciones psicosomáticas, la única cuya etiología psicológica no admite muchas dudas. [111] El principal
factor etiológico en la mayoría de los casos es el deseo de tener un hijo.
Paddock [112], considera que las mujeres que presentan pseudociesis pueden ser agrupadas en 3 categorías:
1) Mujeres jóvenes recién casadas, o solteras jóvenes que mantienen relaciones sexuales ilícitas, con temor al
embarazo
2) Mujeres de edad avanzada con fuertes deseos de quedar embarazadas. Esto ocurre más frecuentemente en
las que se han vuelto a casar y desean congraciarse con el esposo dándole un hijo.
3) Mujeres de cierta edad que hacen una pseudociesis a raíz de presentar una amenorrea de origen tumoral,
menopáusica, etc. En estos casos subyace casi siempre la idea inconsciente de que aún se es fértil.
En esta psicopatía se producen cambios corporales tan auténticos como los que se podrían ver en un embarazo
real. Enunciaremos a continuación el cuadro clínico que presentan estas pacientes: [113]

• Amenorrea o hipomenorrea, de una duración aproximada de 9 meses,


• Aumento del volumen abdominal, sin borramiento del ombligo, originado por la posición de lordosis que toma
la mujer y por la distensión de los músculos abdominales. El ombligo invertido permite establecer el diagnóstico
diferencial con el verdadero embarazo.
• Modificaciones en las glándulas mamarias como turgencia, secreción de leche y calostro, pigmentación y
aumento de tamaño de las papilas.
• Sensación subjetiva de movimientos fetales.
• Ablandamiento del cuello uterino, acompañado de signos de congestión.
• Aumento del volumen uterino, cuyo tamaño varía de 6 semanas a 8 meses.
• Náuseas y vómitos.
• Constipación y aberraciones del apetito.
• Aumento de peso, generalmente mayor que los verdaderos embarazos.

Anque generalemte cursa con valores bajos de GN, en algunos casos se han reportado aumentos de los mismos.
Los factores psíquicos y la depresión subyacente origina una disminución en la liberación de GnRH así como del
factor inhibidor de la PRL. Los niveles disminuidos de LH y FSH, resultantes de estas alteraciones, impiden la
ovulación y promueven la amenorrea; mientras que los niveles aumentados de PRL inducen la lactación y,
posiblemente, la persistencia del cuerpo lúteo, que a su vez refuerza la amenorrea. [113] [114] En apoyo de
esta hipótesis se citan casos en los que las determinaciones de FSH, con concentraciones por debajo de lo
normal, retornaron a sus valores habituales después de la psicoterapia. [111]

Síndrome de la silla turca vacía

Este trastorno es muy poco frecuente, constituyendo casi el 1% de las amenorreas secundarias.
El techo de la hipófisis (el diafragma selar), se encuentra perforado por el tallo pituitario, que conecta la
eminencia media del hipotálamo con la hipófisis. Si la perforación en el diafragma selar es demasiado grande,
por alli puede herniarse la aracnoides y la silla turca pasa a encontrarse llena de líquido cefalorraquídeo (LCR).
La herniación de este fluido, que se encuentra a gran presión, produce compresión y atrofia de la glándula, con
el consecuente panhipopituitarismo y amenorrea. Las GN tienden a estar disminuidas por compresión del
gonadotropo, mientras que la PRL puede estar disminuida por la misma causa, o bien aumentada por
compresión del tallo hipofisario. El diagnóstico se realiza mediante tomografía axial computada (TAC) o RMN y el
tratamiento está dirigido al reemplazo de las hormonas ausentes.

Síndrome de Sheehan

1) Definición
Se conoce con este nombre a la disfunción hipotálamo-hipofisaria causada por una gran hemorragia e
hipotensión materna durante el parto.

2) Etiología
Durante el embarazo, la hipófisis aumenta su tamaño casi al doble gracias a una hiperplasia e hipertrofia de los
lactótropos. Este aumento, sumado al bajo flujo que recibe, puede favorecer una isquemia e infarto durante el
parto al disminuir aun más el aporte sanguíneo.

3) Epidemiología
En países en vías de desarrollo, el riesgo de hemorragias de causa obstétrica y consecuente hipotensión
materna es mayor que en países desarrollados. Consecuentemente, el mayor número de casos de este síndrome
ocurre en los países más pobres.

4) Clínica
Se puede observar cualquier patrón de deficiencia hormonal, que va desde una hormona asilada al
panhipopituitarismo. [115] [116] [117] La adenohiófisis es más susceptible al daño isquémico que la
neurohipófisis. El déficit más común es el de GH y PRL (casi del 100%), seguido en orden de frecuencia por el
de cortisol (90%), la hormona tirotrófina (TSH) (80%), LH (70%) y FSH (40%). Entre los síntomas iniciales se
encentran los trastonos en la lactancia, [118] así como las fallas en el crecimiento del vello en las áreas
afeitadas antes del parto, mala cicatrización de la herida quirúrgica de la cesárea y debilidad muscular. Es
común la amenorrea u oligomenorrea luego del puerperio. Sin embargo, en algunos casos, este síndrome no se
manifiesta hasta varios años después, cuando se hace evidente el hipotiroidismo secundario o se presenta una
“crisis adrenal” en situaciones estresantes como ser infecciones severas o cirugías. Una forma de presentación
aguda, poco frecuente es la hiponatremia, [119] [120] debido al hipotiroidismo, la deficiencia de
glucocorticoides o aumento de la hormona antidiurética (ADH). La deficiencia de cortisol se manifiesta como
debilidad, fatiga, hipoglucemia o mareos; la de GN por amenorrea, oligomenorrea, sofocos o disminución de la
líbido. El déficit de GH puede causar síntomas vagos como fatiga y disminución de la masa muscular.

5) Diagnóstico:
El diagnóstico se basa en la evidencia clínica de hipopituitarismo asociado al antecedente de una hemorragia
postparto. El estudio más sensible para detectar la deficiencia de PRL y en consecuencia el síndrome de
Sheehan en pacientes con el antecedente obstétrico es la prueba de estimulación con TRH. En este se
administran 100 mu de TRH IV, y se toman muestras de sangre a los 0 (basal) y 30 minutos para dosar los
niveles de PRL. El cociente entre ambos resultados debe ser mayor a 3. Si es menor deberá hacerse una
completa evaluación para estudiar el panhipopituitarismo.
El mayor indicador de la presencia de este síndrome es la ausencia de hormonas de la hipófisis anterior (TSH,
PRL, FSH, LH, ACTH), aunque la mayoría de las mujeres también tienen secreción alterada de ADH.
Las técnicas de imágenes como la TAC y la RMN, no son de ayuda durante la fase aguda, por lo que no se
recomienda su realización. [121]

6) Tratamiento
El tratamiento consiste en reemplazar las hormonas afectadas. Se comienza administrando hidrocortisona, para
evitar una “crisis adrenal”. [122] [123] La dosis standard de comienzo es de 20 mg/día (15 mg por la mañana y
5 mg a la noche). Subsecuentemente se agregan hormonas tiróideas y estrógenos asociados o no a
progesterona dependiendo de la presencia de útero (algunas veces se debe proceder a realizar la histerectomía
para controlar la hemorragia postparto). La reposición de GH es controversial. A pesar de que algunos estudios
aseguran que algunas personas obtendrían beneficios en lo que respecta a la calidad de vida, no se administran
rutinariamente. [124]

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Por Abdón, María Carolina; Pelayo, María Soledad; Racciatti, Ianina Mabel
Internado Anual Rotatorio (IAR) 2003. Universidad de Buenos Aires, Facultad de Medicina. Hospital de Clínicas
“José de San Martín” 1ra. Cátedra de Ginecología. Prof. Dr. Sergio Luis Provenzano

Correspondencia: msol80@fibertel.com.ar

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