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TRABAJO FINAL INTERVENCIÓN Y

TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO
Universidad de Mendoza
Sede San Rafael
Facultad de Ciencias de la Salud
Licenciatura en Psicología

Profesor Titular: Lic. Luis Prigione


Profesora Adjunta: Lic. Analia Calabretto

Alumna: Olivera Nerea


Año: 2017
Universidad de Mendoza, sede San Rafael
Lic. En Psicología
Intervención y Tratamiento Psicoanalítico
DE LA TEORÍA A LA PRAXIS

El psicoanálisis es la ética del qué hacer frente al sufrimiento. Existen dos formas de la dimensión
del sufrimiento, una donde el paciente puede venir confundido, sabe que le pasa algo pero no
sabe que es lo que le pasa; y otra donde el paciente puede llegar perturbado, sabe que es lo que le
pasa pero no sabe qué hacer con el sufrimiento.

El psicoanálisis pertenece a las ciencias conjeturales. Pone en cuestión cualquier relación causa-
efecto, ya que las formaciones del inconsciente jamás se podrán predecir, no se sabe cuándo
ocurren. La teoría de la praxis analítica nunca será una ciencia exacta porque es una ciencia de la
interpretación.

En psicoanálisis se va desde la transferencia con el surgimiento de las formaciones del


inconsciente para escuchar la repetición y así entrever los modos o estilos de goce del sujeto
(pulsión). Por lo tanto hay que considerar:

Inconsciente: Lacan describe el Inconsciente como un discurso “el Inconsciente es el discurso del
Otro”; es el efecto del significante sobre el sujeto, en cuanto el significante es lo reprimido y lo que
retorna en las formaciones del Inconsciente (síntomas, chistes, parapraxias, sueños, etc.)

Hay que escuchar en el inconsciente los efectos de la palabra sobre el sujeto. Todas las referencias
al lenguaje (palabras, discurso y significantes) ubican al inconsciente en el orden de lo simbólico. El
Inconsciente es la determinación del sujeto por el orden simbólico.

El Inconsciente no es interior, por el contrario, puesto que la palabra y el lenguaje son fenómenos
intersubjetivos, el Inconsciente es “transindividual”. Si el Inconsciente parece interior este es un
efecto de lo imaginario que bloquea la relación entre el sujeto y el Otro e invierte el mensaje del
Otro.

El inconsciente es irreductible, de modo que la meta del análisis no puede ser hacer consciente lo
inconsciente sino articular con la palabra algo de la verdad que causa su deseo.

Repetición: es definida como la insistencia del significante que determina al inconsciente o la


insistencia de la cadena de significantes o la insistencia de la letra.

Hay dos vertientes de la repetición, la repetición de lo idéntico, que es la repetición de un


significante que insiste, aparece en el discurso y es idéntico a sí mismo y la repetición de lo mismo
que tiene que ver con la pulsión, debido a que la pulsión se satisface en el recorrido, en acumular y
sostener el circuito.

En 1960, la repetición es redefinida como el retorno del goce, un exceso de goce que vuelve una y
otra vez para transgredir los límites del principio de placer y buscar la muerte. La compulsión de
repetición se manifiesta en la cura analítica a través de la transferencia, por la cual el analizante
repite en su relación con el analista ciertas actitudes que caracterizaron sus relaciones anteriores
con los padres y otras personas. La repetición va ir abriendo a la posición del sujeto frente a la
pulsión ya que lo que retorna es el goce.

Lacan aclara que, aunque es posible que la compulsión de repetición se ponga de manifiesto de
modo más claro bajo transferencia, no se limita a ella.

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La repetición es la característica general de la cadena significante, la manifestación del
Inconsciente en todo sujeto y la transferencia es solo una forma muy especial de repetición, es
decir, la repetición de la cura psicoanalítica, que no puede equipararse sencillamente con la
compulsión de repetición en sí.

Transferencia: el pensamiento de Lacan sobre la transferencia atravesó varias etapas. El primer


abordaje describe a la transferencia en términos dialécticos. En otras palabras, Lacan dice que,
aunque la transferencia a menudo se manifiesta en forma de afectos particularmente fuerte,
como el amor y el odio, no consiste en tales emociones sino en la estructura de una relación
intersubjetiva.

Lacan sitúa la esencia de la transferencia en lo simbólico y no en lo imaginario. La naturaleza


simbólica se identifica con la compulsión de repetición. Este aspecto debe distinguirse del
imaginario que es el de las relaciones afectivas de amor y agresividad.

La transferencia en su aspecto simbólico (repetición) contribuye al progreso de la cura al revelar


los significantes de la historia del sujeto mientras que, en su aspecto imaginario (amor-odio) actúa
como resistencia. Por lo que con esta distinción entre los aspectos imaginarios y simbólicos de la
transferencia, Lacan proporciona un modo útil de entender la función paradójica de este
fenómeno de la cura analítica.

En 1964 Lacan articula el concepto de transferencia con el Sujeto Supuesto al Saber, la cual
sostiene la estructura del análisis. Según esta idea la transferencia consiste en la atribución de
saber al Otro, en la suposición de que el Otro es un sujeto que sabe. La posición de SsS es el lugar
que ocupa el analista para operar desde allí; no designa al analista mismo sino una función que el
analista puede llegar a representar.

Lacan describe la transferencia como “transferencia positiva” o “transferencia negativa”; la


positiva es en este sentido el afecto amoroso y la negativa el afecto agresivo.

El paciente trae al análisis los fantasmas, los cuales se presentan en la clínica como un tope, como
una resistencia en la dirección de la cura, por ello se busca que el paciente se haga cargo de ese
fantasma y de que es el único responsable de lo que le acontece.

El fin del análisis llega cuando el analizante deja de suponerle saber al analista de modo que este
cae de la posición de SsS.

La interpretación se da solo bajo transferencia, que es el resorte del tratamiento analítico, motor
terapéutico; la emergencia de la transferencia da cuenta de la existencia del inconsciente. A través
de la interpretación, el sujeto se debe interpretar a sí mismo, qué lugar ocupa para los otros.

Pulsión: el concepto freudiano de pulsión (Trieb) está en el núcleo de su teoría de la sexualidad.


Para Freud, el rasgo distintivo de la sexualidad humana, en tanto opuesta a la vida sexual de los
otros animales, consiste en que ella no es reglada por ningún instinto sino por las pulsiones, que
difieren de los instintos por ser extremadamente variables, y en que se desarrolla de modos que
dependen de la historia de vida del sujeto.

Lacan insiste en mantener la distinción freudiana entre pulsión e instinto. Mientras que “instinto”
designa una mítica necesidad prelinguística, la pulsión está completamente sustraída al reino de la

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biología. Las pulsiones difieren de las necesidades biológicas en cuanto a que nunca pueden ser
satisfechas, y no apuntan a un objeto, sino que más bien giran perpetuamente en torno a él.

Lacan sostiene que la meta de la pulsión no es goal (un destino final) sino aim (el camino mismo)
que es girar en torno al objeto. De modo que el propósito real de la pulsión es volver a su senda
circular, y la fuente real del goce es el movimiento repetitivo de este circuito cerrado.

Lacan recuerda que Freud definió la pulsión como un montaje compuesto por cuatro elementos
discontinuos: el empuje, el fin, el objeto y la fuente. Por lo tanto, la pulsión no puede concebirse
como “algo dado final, algo arcaico, primordial”; es un constructo totalmente cultural y simbólico.
De este modo Lacan vacía el concepto de pulsión de las persistentes referencias a la energía y la
hidráulica que aparecen en la obra de Freud.

Lacan incorpora los cuatro elementos de la pulsión a su teoría del “circuito” pulsional. En este
circuito la pulsión se origina en una zona erógena, gira en torno al objeto y vuelve a la zona
erógena. Este circuito está estructurado por las tres voces gramaticales:

1. La voz activa (por ejemplo: ver)


2. La voz reflexiva (por ejemplo: verse)
3. La voz pasiva (por ejemplo: ser visto)

Los primeros dos tiempos son autoeróticos: les falta un sujeto. Solo el tercer tiempo en el que la
pulsión completa su circuito, aparece “un sujeto nuevo”. El circuito de la pulsión es el único modo
que tiene el sujeto de transgredir el principio de placer.

Dice Lacan que las pulsiones son parciales, no en el sentido de que sean partes de un todo, sino
porque solo representan parcialmente la sexualidad, no representan la pulsión reproductiva de la
sexualidad sino solo la dimensión del goce.

Lacan identifica cuatro pulsiones parciales: la oral, la anal, la escópica y la invocante. Las dos
primeras se relacionan con la demanda, mientras que el segundo par se relaciona con el deseo. En
1957, en el contexto del grafo del deseo, Lacan propone la fórmula (S D) como matema de la
pulsión. Esta fórmula se lee como: el sujeto barrado en relación con la demanda, el fading del
sujeto ante la insistencia de una demanda que persiste sin ninguna intención consciente de
sostenerla.

De modo que, para Lacan, todas las pulsiones son sexuales y toda pulsión es una pulsión de
muerte, puesto que toda pulsión es excesiva, repetitiva y en última instancia destructiva.

Las pulsiones están estrechamente relacionadas con el deseo, unas y otras se originan en el campo
del sujeto, como opuestas a la pulsión genital, la cual, si acaso existe, encuentran su forma del
lado del Otro. Sin embargo, la pulsión no es solo otro nombre del deseo: las pulsiones son los
aspectos parciales en los cuales el deseo se realiza. El deseo es uno e indiviso, mientras que las
pulsiones son manifestaciones parciales del deseo.

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DE LA PRAXIS A LA ÉTICA DEL QUE HACER

Lacan define a la praxis como toda acción humana de tratar lo real a través de lo simbólico
(interpretación). En psicoanálisis nos encontramos con dos métodos:

 El método del lado del analista (interpretación): a partir de la rigurosidad del decir del
paciente; es una significación que permite cernir a un significante, es decir despejarlo,
acotarlo. Conlleva una marca estructural, es el encuentro de lo paradojal, de la
representación que no pertenece ni al inconsciente ni a la conciencia.
De allí surgen tres conceptos que dan cuenta de esta paradoja existente:
 Repetición: se deduce la paradoja de que la misma proviene del campo de la
pulsión pero no está ligada a la pulsión.
 Pulsión: es con objetos y no tiene objeto; el objeto de la pulsión es la fuente.
 Las formaciones del inconsciente: son la manera de buscar una representación a
la conciencia pero a la vez que son formaciones son al mismo tiempo
deformaciones del inconsciente.
 El método del lado del paciente (Asociación Libre): se rige por la no omisión y la no
sistematización. Se le propone al paciente que no omita nada de lo que se le ocurre y de
que no haga juicios acerca de sus pensamientos.

El sujeto hace su entrada a las Entrevistas Preliminares durante las cuales se escucha el tiempo
lógico del sujeto, de su discurso. Dentro de las Entrevistas Preliminares acontecen tres tiempos
lógicos:

 Instante de ver: encuentro con la palabra del otro; escuchamos lo que se dice, como se
dice, desde donde se dice.
 Tiempo de comprender: la comprensión es una forma de la interpretación; el analista en la
disimetría con el sujeto que demanda, interpreta.
 Momento de concluir: es el momento de comprender o hacemos un cierre rápido o
mantenemos abierto un interrogante.

El análisis es un trabajo, la entrada en análisis es un movimiento localizado por Lacan como “fase
inicial”. No hay tiempo cronológico, el tiempo es el tiempo lógico del paciente, es el tiempo del
cambio de posición.

La meta, por lo tanto, del tratamiento psicoanalítico consiste en llevar al sujeto a articular la
verdad sobre su deseo. La meta en cuanto el fin de análisis involucra la identificación con el
síntoma; síntoma como indicador de un saber, un saber de una verdad oculta.

El objetivo de la cura analítica es llevar a reconocer la verdad sobre su deseo y solo es posible
reconocer el propio deseo cuando se lo articula a la palabra. Pero hay una incompatibilidad entre
el deseo y la palabra que explica el carácter irreductible del inconsciente. Aunque la verdad acerca
del deseo está presente en alguna medida en la palabra, la palabra nunca puede expresar la
verdad total sobre el deseo; siempre que la palabra intenta articular el deseo, queda un resto, una
demasía que excede la palabra.

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Para Lacan las Entrevistas Preliminares cumplen la función de evaluar las condiciones de
posibilidad de una persona de soportar la apuesta analítica. Los criterios de analizabilidad que
conforman tres niveles en las Entrevistas Preliminares son la evaluación clínica, la localización
subjetiva y la apertura a lo inconscientes.

No se es analizante en las Entrevistas Preliminares ya que “analizante” es una categoría que indica
una función pero para obtenerla habrá que trabajar. Lacan se refiere que se trata de entrar por la
puerta, que el análisis sea un umbral, que haya un demanda de verdad.

Este procedimiento no es algo mecánico, para traspasar el umbral hay que estar concernido por
algo que hace al saber, la decisión. Se puede decir que el primer pedido en la experiencia analítica
es la demanda de ser admitido como paciente.

Los objetivos de las Entrevistas Preliminares son descubrir la lógica del sujeto; a través de su decir
nos va contando de cómo es la posición frente al otro, el Gran Otro; conocer cómo se posiciona
ante los límites, los espacios de la castración posible y la contingencia de la realidad del mundo
exterior de los hechos y fenómenos.

Dos lógicas son las que se sostienen cuando se considera un tratamiento analítico:

 Lógica del caso: viene del lado del paciente, la estructura del sujeto; el porqué de la
estructura y el porqué de la configuración de las dos dimensiones clínicas (dimensión del
síntoma y dimensión del fantasma) que están al comienzo del pedido del análisis.
El analista deberá ir realizando el diagnóstico diferencial de las tres estructuras clínicas,
logrando diferenciar neurosis, psicosis y perversión.
 Lógica de la cura: es la conducción, interpretación y como se conduce desde las
entrevistas preliminares a un análisis.
Hay dos posiciones de la Entrevista Preliminar una puede ser ir escuchando y dirigir hacia
la historia, que empiece a relatar su mito y la segunda consiste en operar sin el rastreo de
la historia, tomando los puntos que pueden hacer emergencia del inconsciente.

En resumen las Entrevistas Preliminares permiten conducir al entrevistado a lo que Lacan llama
“rectificación subjetiva”; es pasar del hecho de quejarse de los otros para quejarse de sí mismo. El
sujeto aprende su responsabilidad esencial en lo que ocurre. La rectificación subjetiva se va dando
en la transferencia; que el sujeto se implique en lo que le pasa.

Del tiempo del pedido al establecimiento de la demanda es lo que se trabaja en la Entrevista


Preliminar. ¿Qué se demanda? Que se desembarace al sujeto del síntoma; es el analizado el que
debe hacer el esfuerzo. El síntoma y el fantasma son las dos dimensiones clínicas, un sujeto llega a
consulta y esto es lo que trae, una queja y una forma de posicionarse ante esa queja.

La demanda es lo que se pone en paréntesis, se la escucha y en ese instante se la suspende, no se


responde ya que si no sería responderle a su fantasma. A la demanda se la “interpreta”, se las
rehúsa y direcciona a otro sentido para el sujeto.

Para Lacan un fin de análisis es el logro de la modificación de un sujeto en relación a lo real, la


modificación es simbólica, reduce y modifica la relación al otro, separa del otro. Cae un resto lo
más real del fantasma.

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Todo lo que va aconteciendo advendrá al final se sale atravesando el fantasma e identificándose
con el síntoma, es construir el nudo del síntoma, es el goce del sujeto en el síntoma.

Al final del análisis con la caída del fantasma y la identificación al síntoma, el analizante deviene
analista con un conocimiento del saber que lo sabe. Tiempo de saber y hacer con su deseo;
desaparece la queja.

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