Вы находитесь на странице: 1из 9

Del feminismo institucional a los feminismos disidentes: más allá de la lucha por la igualdad 31/03/18 11'50 a. m.

Publicado en Plaza Pública (https://www.plazapublica.com.gt)


Inicio > Del feminismo institucional a los feminismos disidentes: más allá de la lucha por la igualdad

Del feminismo institucional a los feminismos disidentes: más allá de la lucha por la igualdad
Ensayo

El feminismo no es un concepto único, singular, estático ni acabado. Es más


bien una práctica en constante evolución, como la lucha misma, que tiene
expresiones políticas, sociales y culturales, que amplían el término hacia la
pluralidad, tanto desde la perspectiva epistemológica como de la cotidianidad
práctica de las mujeres. Los feminismos —los anteriores, los actuales y los
próximos— han avanzado desde el institucionalismo (la lucha por los
derechos políticos y la igualdad) hasta las posiciones disidentes, radicales y
revolucionarias. Acá un aporte a esta discusión.

Silvia Trujillo
7 03 18

La mutación hacia un feminismo desprovisto de radicalidad parece ser la


tendencia; eso que Nina Power define como un movimiento que corre el riesgo
de volverse perversamente "hot"
De toda esta riqueza creativa el feminismo se volvió práctica. Se ancló en la
vida cotidiana de muchas mujeres que han incorporado estas premisas a su
vida.

Otros especiales
comisiones de postulacion

Clientelismo y patrimonialismo

Juicio por genocidio

“…la postura y la palabra “feminismo” funcionan, entonces, como repulsivas,


como filoso cuchillo que abre un debate que no está saldado y que no se
puede cerrar, sino solo abrir y seguir abriendo. El feminismo sigue
funcionando como un compuesto químico que, con tan solo unas gotitas,
agrieta cualquier ideología para dejarla al descubierto de sus contenidos
patriarcales”. María Galindo[1]

El 2017 será considerado un hito en la historia de lucha de las feministas.


Para algunas será el año que rompieron el silencio sobre el oprobio del acoso
y la violencia (#MeToo, #TimeisUp), para otras el de las multitudinarias
marchas contra la violencia sexista (#NiunMenos2017) o el que irrumpieron en
la agenda pública con vehemencia para dejar de ser invisibles
(#WomensMarch). Para las feministas guatemaltecas será el año en que la
barbarie caló profundo, el año que se evidenció de la forma más terrible el
significado de la violencia patriarcal (#FueElEstado; #Nosfaltan41;
#Nosduelen56). El 2017 será un año que no se olvidará fácilmente.

Mientras lo escribo viene a mi mente la estrofa de una canción que escuchaba


hace muchos años, en una de sus estrofas enfatiza acerca de “los recuerdos
que no voy a borrar” y no sé porque pienso que quien la compuso estaba
pensando en los buenos momentos, en los que las personas atesoran porque
funcionan como alicientes cuando lo que pasa alrededor es agobiante. Sin
embargo, también hay de los otros. Esos de los cuales “mejor no hablar”, de
los que, a pesar de muchos esfuerzos, persisten en quedarse. Esos
momentos que quedan incrustados en la memoria personal y colectiva. El 8 de
marzo de 2017 ha quedado en el recuerdo de muchas personas en

https://www.plazapublica.com.gt/print/13671 Página 1 de 9
Del feminismo institucional a los feminismos disidentes: más allá de la lucha por la igualdad 31/03/18 11'50 a. m.

Guatemala como el día que 41 niñas que estaban bajo el resguardo y


protección del Estado murieron quemadas y otras 15 tendrán secuelas físicas
y emocionales que las acompañarán toda la vida. La mirada feminista ha sido
vital para interpretar lo sucedido, para entender ese acto como uno de los más
atroces en el continuum de violencia que el sistema patriarcal ha desatado
históricamente contra los cuerpos de las mujeres y de las niñas. Ha sido,
además, una herramienta imprescindible para develar la violencia sexual
contra esas niñas y adolescentes como un acto de control y disciplinamiento
así como la interpretación de su muerte como femicidio institucional.

El soporte teórico y político de la propuesta feminista ha sido fundamental


para que las mujeres persistan en la lucha contra la invisibilidad impuesta. Sin
embargo, si bien es cierto que se ha dejado de ser la ausencia de la ausencia
—aquella que, como dijo Celia Amorós[2], no puede ser detectada como tal
porque ni siquiera su lugar vacío se encuentra en ninguna parte—, porque las
feministas están más visibles o menos calladas que hace apenas unos años,
también lo es que la desigualdad persiste. Las brechas en cuanto a salarios y
participación política siguen indemnes, la violencia contra los cuerpos de las
mujeres, niñas y adolescentes arroja cifras que dan escalofríos; la violencia
institucional despliega todo su aparato cuando las mujeres exigen la
posibilidad de decidir sobre sus cuerpos.

[relacionadapzp1]

Paralelo a ello, la mutación hacia un feminismo desprovisto de radicalidad


parece ser la tendencia; eso que Nina Power[3], define como un movimiento
que tiene ante sí el riesgo de volverse perversamente hot. ¿Cuáles son esos
riesgos? ¿Por qué algunas corrientes del feminismo advierten acerca de esta
metamorfosis que está provocando que un movimiento rebelde, crítico y
profundamente desobediente esté siendo instrumentalizado por el sistema
hegemónico? ¿Cómo se han producido las simplificaciones que eluden la
problematización del entorno social, la denuncia a las relaciones de poder o
las opresiones que este sistema genera?

Para ensayar respuesta a estas y otras preguntas relacionadas con los


feminismos, sus fundamentos teóricos y sus prácticas, es necesario
diferenciar los momentos históricos de su desarrollo como movimiento, así
como las distintas corrientes e interpretaciones, propuestas y formas de
entender que se debaten dentro del universo feminista y las vías para
ponerlas en práctica. Por eso, más que nómbralo en singular nos encontramos
ante un concepto polisémico que nos permite hablar de feminismos, no como
un acto de fe, ni como un panegírico, sino, porque de esa forma nos
acercamos de manera más pertinente a la pluralidad de significado. Porque
como explica Karen Offen[4], la definición de feminismo debe entenderse en
su tiempo y lugar histórico y atado a las circunstancias socio-políticas
particulares, pero, a pesar de sus especificidades como “un desafío político a
la autoridad y la jerarquía masculinas en el sentido más profundo: la
aspiración última es revolucionaria”.

Ser parte del universo feminista


“Tal vez valga la pena…. sumergirnos en nuestra memoria colectiva y emerger
de esas profundidades con la sabiduría y la energía que han derrochado todas
las sabias y rebeldes de nuestra historia común. Las de una corriente, las de
la otra y las de más allá, podemos ser parte del universo feminista”. Mercedes
Cañas[5]

La primera vez que alguien se autoidentificó como feminista fue en 1882, en


Francia, cuando la defensora del sufragio femenino Hubertine Auclert lo
mencionó en su periódico La Citoyenne (“La ciudadana”). Diez años después,
en el primer Congreso Feminista en París en mayo de 1892, se consolidó su
uso para referirse a la emancipación de las mujeres. De aquel continente
migró a América Latina el término, la definición y la lucha. Solo para citar
algunos ejemplos, en México, en 1884 la periodista y escritora Laureana
Wright González, fundó la revista feminista “Violetas de Anahuac”, desde
donde se demandaba el derecho al voto para las mujeres y la igualdad de
oportunidades. En 1904 Luz F. Vda. De Herrera y Dolores Correa Zapata
publicaron la revista feminista “La Mujer Mexicana”, donde aparecieron los
objetivos del feminismo naciente de la época. En Perú, en 1890 mujeres
docentes encabezaron un movimiento para demandar educación, participación
política y autonomía para publicar sus propias producciones literarias, y en
ese marco una de ellas, Elvira García y García, definió su lucha como
feminista. En 1896, en Argentina, Teresa Marchisio, María Calvia y Virginia
Bolten, mujeres inmigrantes anarquistas echaron a andar el periódico anarco-
feminista “La voz de la mujer” que se esgrime como tribuna para reivindicar
sus derechos y autonomía de la opresión del clero y los hombres de la familia.

https://www.plazapublica.com.gt/print/13671 Página 2 de 9
Del feminismo institucional a los feminismos disidentes: más allá de la lucha por la igualdad 31/03/18 11'50 a. m.

Su lema era “ni Dios, ni patria, ni marido”.

La mutación hacia un feminismo desprovisto de radicalidad parece ser la


tendencia; eso que Nina Power define como un movimiento que corre el riesgo
de volverse perversamente "hot"

Los cambios sociales, políticos y económicos y la magnitud de las


transformaciones requeridas han ido permeando la agenda feminista. La
primera etapa de reivindicaciones que se concentraba en los derechos
políticos y ciudadanos dio paso a un extenso repertorio de demandas que
incluyen en la actualidad la resistencia a la imbricación de opresiones entre el
patriarcado, el capitalismo, el racismo colonizante y la heteronormatividad
como molde único de organización social. En su práctica política movilizadora
se ha planteado la necesidad de hacer político lo que por siglos fue
considerado personal para invisibilizarlo como problema social, ha hecho
visibles las demandas específicas de las mujeres evidenciándolas como
sujetos políticos, se han propuesto formas organizativas distintas no mediadas
por la jerarquización y el verticalismo, y ha cuestionado los comportamientos
de la vida cotidiana y la construcción de la identidad femenina en torno a la
consigna ser para otros.

Apuestas para abordar el feminismo ha habido de diversa índole. Algunas


adscribieron al feminismo institucional, el cual parte de la premisa de que la
situación de las mujeres es producto de la desigualdad, lo cual se resuelve
reformando el sistema hasta lograr la igualdad entre unos y otras. Desde esta
corriente se propusieron resolver la exclusión de la esfera pública propiciando
mayor participación política e inclusión en el mercado laboral para las mujeres
por medio de cambios en los marcos legales e institucionales. Quienes critican
esta posición le cuestionan a este feminismo reivindicativo que lucha única y
exclusivamente está dirigida a obtener la igualdad de derechos entre hombres
y mujeres, pero no toma en cuenta los límites y las insuficiencias de la
igualdad jurídico-formal. Muchos gobiernos —neoliberales, centristas,
izquierdistas— afirman con convicción que han creado políticas “feministas”, o
que han incorporado mujeres feministas en sus filas. Beatriz Gimeno[6] le
llama a ese fenómeno “feministas del armario”, es decir aquellas que por
temor a perder la cuota de poder que el patriarcado les ofrece, se acomodan
en esos espacios reducidos, renunciando al espíritu rebelde que ha
caracterizado al movimiento.

https://www.plazapublica.com.gt/print/13671 Página 3 de 9
Del feminismo institucional a los feminismos disidentes: más allá de la lucha por la igualdad 31/03/18 11'50 a. m.

Otras creyeron que la respuesta venía de la mano del feminismo radical.


Aquel que se concentró en la opresión y explotación del sistema patriarcal
capitalista y sus manifestaciones en todas las esferas de la vida. Se discutió el
poder, entendido tanto en la esfera pública como privada, y se cuestionaron
las relaciones mujer-hombre como políticas a partir de la raíz porque están
imbuidas de dominio. Dominio, que se encubre bajo la apariencia de amor y
sumisión. De ahí que se cuestione a la familia como centro de dominación
patriarcal encargada de inculcar el control de la vida sexual de las mujeres
desde su infancia. Desde esta perspectiva el patriarcado se calificó como el
sistema básico de dominación sexual sobre el cual se esgrimen otro tipo de
dominaciones, como son la de clase y raza.

[relacionadapzp2]

Estas experiencias han dado paso a la ampliación de las visiones


epistemológicas: se denunció el androcentrismo en la creación de
conocimiento académico, se construyeron nuevas preguntas y nuevos
paradigmas, se postularon infinidad de categorías para entender la realidad
desde la óptica y subjetividad de las mujeres, se formó un cuerpo teórico
sólido, se habló de la igualdad, pero también de la diferencia. Ésta última
entendida como crítica radical a los fundamentos del actual orden social
enfatizando que lo contrario de la igualdad no es la diferencia, sino la
desigualdad porque la universalización hegemónica ha implicado la negación
de todas las personas consideradas “lo otro”. De tal manera que se propuso el
rescate de los “no iguales” construyendo nuevas identidades, nuevos valores
que trasciendan los estereotipos.

De toda esta riqueza creativa el feminismo se volvió práctica. Se ancló en la


vida cotidiana de muchas mujeres que aún sin autoproclamarse feministas,
han incorporado estas premisas a su vida. Porque en esa incorporación
algunas feministas han escalado hasta las esferas más altas de la toma de

https://www.plazapublica.com.gt/print/13671 Página 4 de 9
Del feminismo institucional a los feminismos disidentes: más allá de la lucha por la igualdad 31/03/18 11'50 a. m.

decisiones, tienen trabajos asalariados, deciden sobre su cuerpo y algunas


hasta pueden compatibilizar la maternidad obligatoria con una exitosa carrera
profesional. Parecería que han logrado “liberarse” de las opresiones, pero el
sistema tiene sus trampas porque se está escondiendo o invisibilizando un
dilema mayor. Nina Power define estas “conquistas” como ilusiones porque no
se resuelve el problema de fondo, el del predominio del mercado que todo lo
transforma en mercancía, incluso el cuerpo de las mujeres. Hay otros dilemas
planteados como el etnocentrismo que implica la ceguera de algunas para
debatir en torno a sus privilegios (blancas, heterosexuales, urbanas,
universitarias) en detrimento de los derechos de otras que no entran en ese
canon. La violencia, que es inherente al sistema patriarcal y, cambiando de
formas, se manifiesta más sutil o de manera más explícita pero que sigue
siendo el principal mecanismo de control de los cuerpos de las mujeres. Y no
solo sobre los cuerpos, también sobre los recursos naturales, justificando el
despojo y la muerte que eso genera. En esa supuesta “normalidad” se ha
escondido ese estado de violencia permanente que se desata contra cualquier
otra forma organizativa o de pensar la convivencia.

De toda esta riqueza creativa el feminismo se volvió práctica. Se ancló en la


vida cotidiana de muchas mujeres que han incorporado estas premisas a su
vida.

En su multiplicidad de expresiones los feminismos contemporáneos


propugnan la transformación profunda en las relaciones sociales que parta de
eliminar la desigualdad entre hombres y mujeres, la asimetría de poder y las
opresiones que viven las mujeres. De tal manera que, libradas las mujeres de
sus opresiones, se liberan, además, los hombres, de su condición de
opresores, de sus situaciones de privilegios sostenida a partir de la violencia
estructural, explicita y simbólica. (Y valga la aclaración, las feministas no
somos enemigas de los hombres, pero sí de su sistema de privilegios que
mientras exista hace que todas las personas distintas al rasero androcéntrico
vivan en situación de desigualdad). Incluso, otra de las apuestas
transformadoras del feminismo ha sido la motivación a los hombres para que
debatan en torno a la masculinidad hegemónica, para que analicen
críticamente la construcción de su identidad, los privilegios que tienen
garantizados por haber nacido con cuerpos sexuados masculinos y a partir de
esta toma de conciencia practiquen otras masculinidades, transgresoras,
disidentes o “nuevas masculinidades”. De tal cuenta que para evitar el riesgo
del que advierte Nina Power, se está ante la encrucijada, hoy más que nunca
ante el embate del feminismo del mainstream, suenan voces invitando a
reapropiarse de lo subversivo del movimiento político, a confrontar, a retomar
la crítica profunda, a volver a hundir el cuchillo en la llaga y “liberar el
feminismo de la jaula a la que ha sido confinado por la demanda de “equidad”
e inclusión”, como reivindica Silvia Federici[7].

Ser feminista en Guatemala


Otro de esos momentos que no voy a olvidar, esta vez por significativo, ocurrió
en 2016, en Quetzaltenango, durante el segundo Congreso de Estudios
Mesoamericanos. En una de las mesas, luego de finalizar las ponencias, se
dio un plazo para que el público se pronunciara sobre lo que había escuchado.
Allí una mujer joven comenzó su intervención diciendo su nombre y a
continuación “soy mujer xinca de Santa María Xalapan, joven y f e m i n i s t
a”. La autoidentificación de esa joven fue la constatación empírica, irrefutable,
de la senda que algunas comenzaron a abrir a mediados de los años 90
cuando en Guatemala el feminismo era apenas un esbozo en el discurso de
cuatro o cinco mujeres que regresaban del exilio forzado.

[relacionadapzp3]

Tal como evidencia Ana Silvia Monzón[8], la femealogía[9] se remonta a la


lucha que las mujeres indígenas dieron durante muchos años contra el
oprobio del colonialismo. Años después, influenciadas por los debates de la
época, ya sobre finales del siglo XIX, contribuyeron también las
reivindicaciones de las mujeres liberales ilustradas que le apostaban al
derecho al voto y a la igualdad en la educación.

Mientras que en Europa el feminismo socialista arremetía contra las


propuestas liberales, en Guatemala las mujeres que crecientemente se habían
adherido a gremios y sindicatos participaron de la primera huelga
protagonizada por trabajadoras del beneficio de café “La Moderna”, en 1925.

Luego vendría el gran respiro que significó el gobierno revolucionario de 1944


que generó organización, movilización y propuestas propias, hasta que fueron
oscurecidas por la contrarrevolución iniciada en 1954. Un largo periodo de
ostracismo, solo iluminado por las jornadas de marzo y abril de 1962 donde

https://www.plazapublica.com.gt/print/13671 Página 5 de 9
Del feminismo institucional a los feminismos disidentes: más allá de la lucha por la igualdad 31/03/18 11'50 a. m.

hubo importante participación de jóvenes estudiantes mujeres.

Hasta la segunda mitad de la década de los 80, con el advenimiento de la


democracia comenzó a producirse un momento incipiente de conformación del
movimiento de mujeres. Sin embargo, fue sino hasta el contexto previo a la
firma de los Acuerdos de Paz, en 1996, que las mujeres que ya se habían
organizado en sindicatos y las organizaciones de base se aglutinaron en torno
al debate de los contenidos específicos que ellas querían imprimirles a dichos
acuerdos.

Fue un momento germinal de mucha riqueza creativa, de encuentros y


creación de consensos. Se constituyó en un momento fundante, aún no como
feministas porque en aquel contexto, solo había un grupo de mujeres que se
nombraba como tal (la Colectiva feminista) y de las organizaciones existentes
sólo dos se reconocían con esta línea política Tierra Viva y el Grupo
Guatemalteco de Mujeres.

Los siguientes diez años fueron de aplicación de lo que el feminismo


institucional había legado. Se gestó un arduo trabajo para dar vida a lo
pactado, las mujeres organizadas fueron parte de numerosas iniciativas para
construir la institucionalidad que comenzaría a resolver las demandas. En la
actualidad se cuenta con numerosas instituciones, leyes, planes, políticas,
secretarías y oficinas de la mujer en las entidades públicas, mecanismos
específicos de aplicación de justicia.

En los diez años trascurridos desde la firma de los Acuerdos de Paz hasta el
primer lustro del siglo XXI, se transitó de un momento donde los problemas de
las mujeres eran apenas perceptibles, no se contaba con estadísticas
desagregadas, no se reconocía la condición de opresión de marginalidad de
las mujeres, a otro donde las mujeres ya eran consideradas sujetas políticas y
se contaba con un movimiento de mujeres plural y diverso, con base social en

https://www.plazapublica.com.gt/print/13671 Página 6 de 9
Del feminismo institucional a los feminismos disidentes: más allá de la lucha por la igualdad 31/03/18 11'50 a. m.

todo el país, con liderazgos locales legitimados, capacidad de movilización a


nivel local y regional. Se pasó de un momento donde el feminismo apenas era
una mención en agenda a la pluralidad de feminismo de la actualidad
operando en la escena política.

[relacionadapzp4]

Pero el saldo, a pesar de toda esa energía invertida, seguía siendo negativo.
En ese contexto fueron aparecieron otras escisiones, diversas tensiones entre
las feministas y las otras mujeres que no se identifican como tal, las
diversidades étnicas, de opción sexual, de edad, entre otras, en el marco de
su reconocimiento y la incorporación de sus reivindicaciones en la agenda. La
coyuntura evidenciaba que las recetas del feminismo institucional no
alcanzaban para resolver la desigualdad y opresión. El ecofeminismo y los
feminismos disidentes, desde las fronteras, poscoloniales, lésbicos,
antirracistas irrumpían en la agenda con una beligerancia que parecía
olvidada. Había que cambiar de rumbo.

Los caminos, las bifurcaciones, los dilemas


“(…) empezamos a generar otro tipo de feminismo, uno que hablara de una
acción política comunitaria, seguimos caminado e incorporamos el
pensamiento de las mujeres mayas y surgió la discusión sobre el tema de la
libre determinación, tanto de las mujeres con sus cuerpos como de los
pueblos con sus territorios. Eso implica procesos revolucionarios importantes,
nos da la posibilidad de definirnos con capacidad epistémica, nos libera”.
Sandra Morán.

Para algunas estaba claro: había que buscar otro camino. Se había
comprobado que aquel, el feminismo institucional, no funcionaba, las
instituciones creadas se debilitaban o las ahogaban sin otorgarle presupuestos
que permitieran buen servicio y cobertura, los gobiernos de turno, a pesar de
todos los esfuerzos impulsados por las mujeres no hicieron ni siquiera lo
necesario para mejorar la situación de las mujeres, persistía el Estado en su
no reconocimiento como sujetas sociales y sujetas de derechos capaces de
organizarse en función de sus demandas. Además, nuevos temas estaban en
agenda en aquel momento, la lucha por el territorio que al entenderlo como el
espacio que se habita se transformó en el territorio – cuerpo. Cuerpos sobre
los cuáles se habían detectado nuevas guerras, o viejas pero reformuladas, el
control cada vez más férreo de la sexualidad y el reforzamiento de la
maternidad obligatoria.

Con algunas certezas y muchos cuestionamientos se comenzó a trazar otra


estrategia política. La Alianza Política Sector de Mujeres reorientó su
quehacer político a la formación política feminista, así como al fortalecimiento
organizativo en los territorios a partir de la propuesta de tres ejes prioritarios:
autonomía del territorio cuerpo-tierra, memoria e historia, y el impulso del
Buen Vivir como propuesta política. También, en 2007 comenzó a conformarse
la Agenda Feminista, un espacio plural conformado por mujeres feministas de
todo el país que han construido en estos últimos años su propuesta política,
llamada “Sueño de sociedad” que apunta a la conformación de redes de
cuidado y afecto, el cuidado de la vida comprendido como nuevas formas de
producción, consumo e intercambio y el ejercicio de la sexualidad libre de
opresiones. Todo lo cual implica la ética del cuidado, así como una ruptura
total con el sistema social y económico-patriarcal.

A su vez, la reflexión sobre el quehacer derivó en una multiplicidad de


expresiones y nuevas actoras que se sumaron al debate. Las lesbianas
feministas desde 2006 revitalizan su propuesta, denuncian el paradigma de la
hetero-realidad, cuestionan los fundamentalismos, la privación de la libertad
sexual y política, el racismo, la xenofobia, las injusticias económicas, la
discriminación y la violencia sistemática contra las mujeres. Reivindican desde
entonces, aunque con menos beligerancia y presencia que en aquel momento,
la recuperación del cuerpo de los controles y la expropiación patriarcal,
superando la violencia, la colonización, el racismo y la lesbofobia. Las
organizaciones lésbicas feministas se han autonomizando paulatinamente y
actualmente discuten desde dentro del movimiento feminista la reproducción
de prácticas patriarcales y desde la heteronormatividad. Algunas cuestionan
duramente esta condena al silencio en el que el movimiento feminista ha
pretendido mantener a las mujeres lesbianas y otras tratan, desde las
organizaciones feministas, de permear el debate y las prácticas.

El feminismo comunitario retomado por las mujeres xinkas integrantes de la


Asociación de Mujeres indígenas de Santa María Xalapán -AMISMAXAJ de
las aymaras bolivianas de Mujeres Creando Comunidad, es otra de las
expresiones dentro de la diáspora feminista guatemalteca. Surgieron en 2009

https://www.plazapublica.com.gt/print/13671 Página 7 de 9
Del feminismo institucional a los feminismos disidentes: más allá de la lucha por la igualdad 31/03/18 11'50 a. m.

con demandas específicas desde su ser mujeres indígenas y por la vigencia


de sus derechos hasta distanciarse de los planteos occidentales y recrear
formas propias, pero desde miradas transgresoras y crítica de la identidad
étnica esencialista, proponiendo reflexiones sobre sus espacios organizativos
comunitarios, de mujeres indígenas dentro del movimiento de mujeres y
feminista, pero, sustancialmente, apuntando a la construcción de una
identidad política.

Y claro que hay otras expresiones, en Guatemala hay movimiento de


ciberfeministas, hay mujeres jóvenes organizadas para acabar con el acoso
sexual, hay feministas decoloniales y post coloniales, hay mujeres indígenas
que se autoidentifican como feministas, aunque aún de forma individual y no
como colectivos. En resumen, los feminismos en Guatemala son diversos,
plurales, dinámicos y, por supuesto, no exentos de contradicciones y desafíos.

Hay aún pendientes, el dialogo entre los feminismos y las mujeres indígenas
puede reencauzarse para encontrar los puntos comunes que contribuyan a las
luchas emancipatorias, hace falta mejorar la organización para no ser tan
reactivas y sí más propositivas, hay saldo negativo en el debate acerca de la
sexualidad frente al avance de los fundamentalismos que siguen imponiendo
la maternidad forzada a niñas y adolescentes y la sexualidad restringida a
todas las demás,

Los feminismos en Guatemala no llegaron a la televisión, ni pesan en los


contenidos mediáticos, sin embargo, han transformado vidas. Hay
organización y propuestas políticas feministas, hay arte que se expresa en
poesía y música de jóvenes que retoman el legado de las pioneras, hay teatro,
hay imágenes, hay formas de comunicarse diferentes, hay La Cuerda un
medio de comunicación feminista que está a punto de cumplir 20 años, hay
creación de pensamiento y debate permanente. Como dice Marcela
Lagarde[10], el feminismo no muerde, tampoco se queda en abstracciones
desvinculadas de la vida cotidiana, por el contrario, el universo feminista sigue
siendo una apuesta por la vida.

---------------------------------------------------------------------------------------------------------
---------

[1] María Galindo, psicóloga y comunicadora boliviana, militante


anarcofeminista, cofundadora del colectivo Mujeres Creando en 1992.

[2] Celia Amorós, filosofa española. Hacia una crítica de la razón patriarcal,
Barcelona, Anthropos 1985, 2ª: 1991; p. 27.

[3] Nina Power, filosofa, docente, activista y columnista británica. Autora de


“La mujer unidimensional” (2009)

[4] Karen Offen, historiadora y docente estadounidense. Autora, entre otros,


de “Feminismos europeos, 1700-1950. Una historia política” (2000) y
“Globalizing Feminisms, 1789-1945” (2010).

[5] Mercedes Cañas, “El movimiento feminista y las instituciones nacionales e


internacionales” en Feminismos en América Latina Edda Gaviola Artigas-
Lissette González Martínez (comp.) FLACSO 2001, pág. 130

[6] Beatriz Gimeno, filóloga española, actualmente diputada en la Asamblea


de Madrid. Autora de diversos libros en favor de los derechos LGBTI.

[7] Silvia Federici, filosofa italiana autora de “Calibán y la bruja: mujeres,


cuerpo y acumulación originaria” (2004)​ y “Revolución en punto cero: trabajo
doméstico, reproducción y luchas feministas (2013)”.

[8] Ana Silvia Monzón, socióloga, investigadora y comunicadora social


feminista guatemalteca. Autora y co -autora de numerosos textos de
investigación entre los que se destacan “Las mujeres, los feminismos y los
movimientos sociales en Guatemala: relaciones, articulaciones y
desencuentros. (2015); “Mujeres y participación política: entre la realidad y el
desafío” (2013); “Nosotras las de la historia: mujeres guatemaltecas siglos
XIX-XXI” (2011).

[9] Ana Silvia Monzón define el término como la elaboración de una memoria
histórica de las mujeres como una condición necesaria para construir una
identidad política que sustente su acción política.

[10] Marcela Lagarde y de Los Ríos, antropóloga feminista mexicana. Impulsó


la Ley contra el Feminicidio en México y es una prolífica escritora.

URL del envío: https://www.plazapublica.com.gt/content/del-feminismo-institucional-los-feminismos-disidentes-mas-alla-de-la-lucha-por-la-igualdad

https://www.plazapublica.com.gt/print/13671 Página 8 de 9
Del feminismo institucional a los feminismos disidentes: más allá de la lucha por la igualdad 31/03/18 11'50 a. m.

https://www.plazapublica.com.gt/print/13671 Página 9 de 9

Вам также может понравиться