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“Caballitos de Madera”

En cierta ocasión un padre llevó a su hijo a dar un paseo al bosque, como era pequeño, su papá
lo llevaba sobre sus hombros, al rato lo puso a caminar para que se ejercitara y le dijo: ¡debes
caminar hasta la casa!

Al poco rato el niño empezó a llorar y a decir que estaba muy cansado y no podía dar “un paso
más”.

El padre cortó una rama de un arbusto en el bosque, lo alisó con su navaja; y colocó un pequeño
mecate en el extremo más grueso y le dijo al niño:

“Mira hijo, aquí tienes tu propio caballo para que te lleve hasta la casa”.

El niño emocionado se animó muy feliz montó sobre aquel hermoso “Corcel de Madera” y
comenzó a correr hasta llegar a la casa y aún después de llegar siguió corriendo y corriendo
por el jardín hasta que tuvo que ir a bañarse y acostarse rendido.

Nosotros vamos de paseo por esta vida, y en ocasiones nos sentimos muy cansados y
pensamos que no podemos seguir adelante, entonces DIOS usa a alguien cercano para
ofrecernos un “caballito de madera”.

Puede ser una palabra de ánimo, una idea, un “DIOS TE BENDIGA, QUE ÉL TE CUIDE, TE DÉ
FUERZAS, QUE DIOS TE ACOMPAÑE”, o tal vez una visita, una simple llamada, o un mensaje
de texto con palabras de fortaleza, de aliento, de estímulo, alguna expresión de cariño, cargados
de esperanza, etc.

¡¡Ese “caballito de madera” nos anima y nos hace llegar más lejos de lo que pensábamos llegar!!

Mucha gente a nuestro lado necesita uno, hasta dos “caballitos de madera”: esa palabra de
ánimo y motivación, esa mirada o un simple abrazo bien intencionado que, como un “caballito
de madera”, lo va a sacar de esa depresión, de alguna tribulación, o angustia o quizá alguna
necesidad espiritual.

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