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1- La naturaleza de la universidad europea
Se puede afirmar con cierto fundamento que hay continuidad histórica y de hecho entre
nuestras Universidades y la primitiva Academia platónica, de la que deriva la denominación
de académico”2 Y más adelante afirma (…) la Escuela Platónica de Atenas – la Academia –
ha sido siempre el principio íntimo de nuestros centros académicos de formación 3
1
CARLOS DISANDRO, Humanismo: fuentes y desarrollo histórico, Fundación Decus, La Plata, 1995, p. 150
2
Josef PIEPER, J., El ocio y la vida intelectual, Rialp, Madrid, 1983, p. 175
3
Ibídem, p. 178.
4
Cfr. Cfr. CARLOS D. LASA y otros, Pensar la Universidad. Presente y futuro, Ediciones del IAPCH, Villa María,
2007, p. 35.
2
El principio de su desarrollo histórico está dado por ciertas comunidades de maestros
y discípulos que se organizaron y expandieron a partir aproximadamente del siglo V a.C.
Podemos mencionar: la comunidad pitagórica, la platónica y la aristotélica. Cada una de
ellas tuvo una característica peculiar: la comunidad pitagórica se caracterizó por una
tendencia catárquica: purificarse para poder inteligir la raíces últimas del cosmos. La
platónica intentó hallar en el relato mítico la contextura última del hombre, de allí su
tendencia ética y política, que ligaba a maestro y discípulo en la creación de una nueva
polis; en la aristotélica, en cambio, existió una tendencia estrictamente científica, en el
sentido de alcanzar un conocimiento de todos los niveles de la realidad, desde la
inteligibilidad del ser.
De allí la que vida theorética del hombre griego en el seno de la escuela pitagórica, de
la academia o del liceo se configure según la unidad de pensamiento y contemplación, que
puede sintetizarse en una vida con la verdad, verdad que es no mera abstracción sino realidad
digna de ser conocida, contemplada, amada, glorificada.
5
CARLOS DISANDRO, Universidad y Nación: tres disertaciones, Edición del autor, La Plata, 1965, p. 35. El
subrayado es nuestro.
3
Para el griego y en esto coincide con el cristiano, no hay escisión entre mythos y logos,
entre razón y pathos religioso. Esta característica de lo griego podemos constatarla tanto en
Platón que en el Gorgias cuando no pudiendo discurrir ya con Calicles acerca de su modo de
vivir, le narra un mythos en el que cree, en el que ha depositado su fe (“escucha lo que he
escuchado y he creído”), como en Aristóteles en el que a su Filosofía Primera es Theología.
Asimismo en el medioevo encontraremos sentencias como “la fe que se pone en busca de su
inteligencia” o bien “credo ut intelligan” (creo para comprender), sentencias que no hacen
sino ilustrar el espíritu de la época.
Sólo doy-dos nombres: San Agustín y San Benito, que crean dos, comunidades en las que
se da nuevamente aquel principio helénico del saber y de la contemplación. Por eso la Edad
Media es ininteligible sin estos dos nombres. En San Agustín, tenemos en cierto modo la
6
CARLOS A. DISANDRO, Universidad y cultura, en Sapientia 9 (1948), p. 277.
4
reiteración de la forma pitagórica-platónica: la comunidad agustiniana se propone
conciliar, en última instancia, la vida religiosa y el nivel contemplativo de la inteligencia. A
su vez las comunidades benedictinas, sobre el trasfondo fundamentalmente romano de San
Benito, cumplen en cierto modo el ciclo platónico-aristotélico. Esas comunidades que se
diseminan por Europa a partir del s. VI y que son la base de muchas ciudades,
universidades y bibliotecas, establecen la vida religiosa fundada sobre la alabanza, sobre
aquella actitud originaria de veneración, que es al mismo tiempo el respaldo del
conocimiento y de la investigación. Esta es en definitiva, la forma de la cultura medieval: el
conocimiento del mundo y del hombre, enraizado en la actitud laudante7.
5
comunidad en la tierra (connotación platónica) y que investiga la contextura del mundo
visible (connotación aristotélica).
La quaestio indaga todos los problemas del texto, pero como éste se refiere en primera
instancia a su significación "re-velatoria", esa quaestio lleva a la sistematización de la gran
ciencia especulativa de la Edad Media, es decir, la Teología, desde el cual se organiza todo
el saber según sus niveles propios.8
8
Ibídem, pp. 39-40. El subrayado es nuestro
9
Cfr. CARLOS A. DISANDRO, Universidad y cultura, op.cit, pp. 276-283.
6
"Pues incluso suponiendo que las ciencias positivas 1legasen a la perfección de su
proceso, el hombre como ser espiritual podría permanecer absolutamente vacío y aún podría
retroceder hasta un estado de barbarie, comparado con el cual todos los llamados pueblos
primitivos serían "helenos". Es más, puesto que todo saber practico, orientado hacia los fi-
nes del hombre en cuanto ser vital, tiene que servir en últi mo termino al saber culto,
puesto que el curso y transformación de la naturaleza han de servir y no dominar al
advenimiento del centro más hondo que posee el hombre, es decir, al florecimiento de su
persona, así resulta que la barbarie, científica y sistemática fundada, sería la más
espantosa de todas las barbaries imaginables. Pero también la idea humanís tica del saber
culto…, ha de subordinarse a su vez y po nerse en su última finalidad al servicio del saber
de salvación. Porque todo saber es en definitiva de Dios y para Dios " 10
7- La universidad del medioevo no solo por las circunstancias históricas sino por su
peculiar configuración perteneció a la esfera del logos, de la noesis no de la praxis.
11
Segunda Partida, Título XXXI, Ley I, en Las Siete Partidas del muy notable rey don Alfonso el Sabio.
7
sapiencial que, llevada hasta las últimas consecuencias, no puede terminarse en un
planteamiento metafísico o de teodicea, sino que debe llegar hasta los principios
revelados”12
Para dar satisfacción al conocer en su más alto grado, la universidad será una
“escuela de sabiduría” o como la definiera el cardenal Newman “un imperio de la filosofía
y de la ciencia, que abarca, protege y coordina todas las ramas del saber y de la cultura”,
subrayando la función rectora, integradora, unificadora de la institución.
De allí la importancia y necesidad que la comunidad política tiene de la universitas
tal como lo expresara Leonardo Castellani parafraseando a Alfonso X:
Una universidad es una reunión de sabios (…) Dondequiera que esté un sabio (…) allí
está una universidad en germen. Y donde hay un grupo de sabios aunados, y alumnos «con
voluntad e entendimiento de aprender los saberes a ellos ayuntados… allí está la verdadera
universidad, por cuyo consejo y luz prosperan los reinos y se guían las naciones 13». Pues el
saber es luz, y cuanto más perfecto tanto es de suyo más difusivo, lo mismo que el bien, la
virtud, la belleza y todo lo que sea espíritu (…)14
Mucho más habría por decir de la universidad medieval y de la universidad europea que se
mantuvo fiel a sus principios. Sin embrago, para concluir, a la luz de lo expuesto pasaremos a
analizar la contextura de la universidad argentina.
2- La universidad argentina
La universidad medieval así entendida se prolongará hasta los siglos XVI y XVIII.
A partir de este momento se produce un cambio en la visión del mundo y en los objetos
científicos. Por eso la universidad posmedieval europea se organiza sobre la base de la
lectio, aunque cambiando los objetos a ser leídos e investigados. Así nace la universidad
moderna que transfirió la lectio literaria a la lectio de la realidad -cimentada sobre el
método de la ciencia filológica- y que se consolidó en primer lugar en Alemania e
Inglaterra.
Sin embargo concreción de la universidad moderna europea, especialmente en
Inglaterra y Alemania, no significó una ruptura abrupta con la universidad medieval. Hubo
12
Cfr. Bernardino Montejano, La universidad, Ediciones Ghersi, Buenos Aires, 1979, p. 77.
13
E porque de los omes sabios, los omes e las tierras e los rreynos se aprovechan, e se guardan, e se guían por consejo
dellos; porende queremos… fablar de los Estudios generales… e por cuyo deben ser fechos Segunda Partida, op.cit.
14
CASTELLANI, LEONARDO, La reforma de la enseñanza, Edic. Vórtice, Buenos Aires, 1993, pp. 52-253 y 254.
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cambios: se mantuvo el modo universitario de la lectio, por ejemplo, aunque cambiaron los
objetos de estudio sobre los que el europeo se movió. Esto no sucedió con la universidad
hispanoamericana, heredera de la universidad de España, que nunca fue capaz de asimilar
el método de la lectio ahora realizado con la ciencia filológica.
De allí que Carlo Disandro sostenga, como tesis, que en esta universidad, como en
las de sus colonias, nunca se dio el paso de la universidad medieval a la universidad
contemporánea, “de allí su crisis congénita, una crisis de sentido histórico”15
La crisis de los cinco o seis siglos que siguen a la Edad Media proceden de la
desconexión de la inteligencia especulativa con su depósito teórico anterior, del abandono
de las formas artísticas que significan un acceso de la comunidad al culto y del olvido del
interno ritmo aristotélico de regreso a lo empírico. 16
15
CARLOS DISANDRO, Humanismo: fuentes y desarrollo histórico, op. cit., p.26.
16
CARLOS DISANDRO, Inteligencia griega y sabiduría cristiana, Editorial de la Hostería Volante, La Plata, 1964,
pp. 11-12
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que las dispone hacia las alturas. Desaparece la universidad por la multiplicidad. Así
afirma Calos Lasa:
Perdido el Ser, olvidada la Unidad de todo lo que es, la universidad se descompone en
una multitud de ciencias particulares que se desarrollan sin orden ni concierto, sin la
unidad y la articulación que les da la filosofía. A propósito de esto apunta Montejano: "Aquí
el descenso es pronunciado y las Facultades aparecen 'yuxtapuestas como un mosaico'.
Surge la 'barbarie del especialismo' representada por 'sabios' incultos, conocedores de un
sector cada vez más reducido del universo, incapaces de insertar sus parciales
conocimientos en un 'todo', en una concepción general de la realidad".
Repitámoslo una vez más: perdido el Ser, perdida la Unidad, la esencia de la
universidad es irrealizable. En efecto, la universidad es un vocablo que procede de los
términos latinos versus (hacia) y unum (uno). La universidad será tal en tanto y en cuanto
todos los saberes particulares contenidos en ella confluyan y sean contemplados desde el
saber total, desde el saber de la Unidad de todas las cosas. De lo contrario la universidad
dejará de ser universidad para pasar a ser -con el perdón del neologismo- una diversidad.
Es la universidad quien libera al hombre de aquellas sombras de la caverna platónica; es
ella quien lo libera de la pura multiplicidad de las cosas que le impide ver el óntos ón (lo
verdaderamente real), el ser total.17
2. Ruptura con la sustancia viva del pasado teológico y filosófico; y por tanto,
desvinculación de la doctrina de la theoría y del culto.
3. Secularización de la universidad: reducida su vida a útiles fórmulas técnicas, lo que
en última instancia significa una deshumanización progresiva e ineludible del espíritu,
pues el mundo de la inteligencia especulativa y científica se hace estéril sin el sostén religioso
y contemplativo.
4. Abandono de la esfera del logos, de la noesis, siendo su lugar usurpado por la
praxis. La praxis será el distintivo de la universidad científica y profesional.
17
CARLOS DANIEL LASA, El hombre a-lógico o la finalidad de la educación actual, Ediciones Convivio Filosófico,
Villa María, 1996, p135.
10
sacrificar el destino eterno del hombre a la posesión de bienes efímeros, constituyen la
cuádruple motivación de toda crisis universitaria.18
19
CATURELLI, ALBERTO, La Universidad, Ed. Universidad Nacional de Córdoba, 1963, págs. 146 y 147. El
subrayado y las cursivas son nuestras.
20
CARLOS DISANDRO, La Universidad y la Nación. Tres disertaciones, óp. cit., p. 16.
11
manualística, el desarraigo de las fuentes, la desvinculación de la sociedad política, la
deserción, el gasto excesivo por alumno, etc.
21
CARLOS DISANDRO, La Universidad y la Nación. Tres disertaciones, óp. cit., p. 54-55. El subrayado es nuestro.
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