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Daniela Tomeo-
BARROCO-
Ejercicio de meditación del infierno.
“1º. Preámbulo. El primer preámbulo composición, que es aquí ver con la vista de la imaginación la
longura, anchura y profundidad del infierno.
2. preámbulo. El segundo, demandar lo que quiero: será aquí pedir interno sentimiento de la pena
que padecen los dañados, para que si del amor del Señor eterno me olvidare por mis faltas, a lo
menos el temor de las penas me ayude para no venir en pecado.
1º. Puncto- El primer puncto será ver con la vista de la imaginación los grandes fuegos, y las ánimas
como en cuerpos ígneos.
El 2º. Oír con las orejas llantos, alaridos, voces, blasfemias contra Christo nuestro Señor y contra
todos sus santos.
El 3º. Oler con el olfato humo, piedra azufre, sentina y cosas pútridas.
El 4º. Gustar con el gusto cosas amargas, así como lágrimas, tristeza y el verme de la consciencia.
El 5º. Tocar con el tacto, es a saber, cómo los fuegos tocan y abrasan las ánimas.”
Ejercicios espirituales de San Ignacio de Loyola (1491-1556)
“El lienzo que está delante de Velázquez, aunque elemento pasivo, nos hace recordar
constantemente su presencia planteándonos una difícil cuestión: ¿Qué pinta el artista?. Con el
tiempo se han llegado a formular tres respuestas. La primera, propuesta por Palomino y
recogida recientemente por diversos autores españoles, es que Velásquez está trabajando en
un retrato del rey y la reina. La segunda respuesta afirma que Velásquez retrata a la infanta y
a sus acompañantes. La tercera hipótesis, aparecida por primera vez en el Catálogo del Prado
de 1819, es que Velásquez está pintando Las Meninas precisamente. Nunca podremos llegar
a una respuesta definitiva, ya que la superficie del lienzo es invisible. Pero si pudiera existir
alguna quizás la encontraríamos poniendo en relación el motivo de la pintura con su
intencionalidad. Tomando tal hipótesis como punto de partida, comprobamos que el lienzo es
grande y de unas proporciones similares a las de Las Meninas. Sabemos además que
Velásquez se esforzó en representar con fidelidad las restantes pinturas de la habitación. Más
aún, es muy posible que Las Meninas sea, en cierta medida, una metáfora y que, por
consiguiente, el lienzo haya sido empleado conscientemente como parte de la elaboración de
su significado. Y esta última observación quizás sea la más reveladora, porque, si el lienzo
que hay delante de Velásquez fuera realmente Las Meninas, tendríamos ante nosotros un
soberbio concetto que profundizaría el significado de la pintura: el rey y la reina serían
testigos en la creación de la propia obra de arte que declara la nobleza conferida por ellos
mismos sobre el arte de la pintura. En otras palabras, Velásquez, aparentemente, quiso
proclamar que su declaración de la nobleza de su arte estaba específicamente avalada por el
rey. Como veremos al final de presente estudio, existen otros detalles que contribuyen a
confirmar tal idea.
Sea o no sea el lienzo grande Las Meninas, parece que no hay duda de que la intención del
cuadro era hacer una contribución a la batalla por la nobleza de la pintura y los pintores. Para
estudiosos del arte italiano, tal idea puede parecer anacrónica. En 1656, la fecha probable de
Las Meninas, ninguna persona culta en Italia habría considerado la pintura como un oficio
manual. Pero en España el tema seguía siendo de plena actualidad porque la Hacienda Real
mantenía tal opinión y gravaba con un impuesto los pagos hechos a pintores por sus obras.
Este infame impuesto denominado alcabala, pesaba sobre cualquier mercancía
manufacturada, tal como ropa, zapatos, barriles, etc. Los pintores se sentían insultados y
degradados al verse clasificados junto a los sastres, zapateros y toneleros, y desde principios
del siglo XVII no cejaron en sus intentos legales por quedar exentos de dicha contribución. No
deja de ser significativo que, con frecuencia la batalla jurídica la sostuvieran pintores que
habían vivido en Italia, El primer combate lo planteó hacia 1607 El Greco, quien pleiteó para
que los pagos que había recibido de la Cofradía de la Caridad de Illescas fuesen exentos de
alcabala. Pero aunque el juez le dio la razón, hacienda se mantuvo aferrada a sus principios.
HISTORIA DEL ARTE – 4º AÑO- Profesorado de Historia. Prof. Daniela Tomeo-
(…)
Velázquez como es lógico, debió ser conciente del prejuicio oficial contra la pintura, pero
también podría pensarse que su situación como pintor del rey le habría protegido de sus
excesos. No fue tal el caso. Aún en fecha tan tardía como 1637 se le demandaba el pago de
la alcabala por obras que había pintado. Para un pintor que había alcanzado ya una posición
en el servicio real –el 28 de julio de 1636 se le había nombrado ayuda de guardarropa- tal
imposición debía ser degradante, pero para un pintor que poseía ambiciones cortesanas tenía
que ser intolerable.”
(BROWN, J- Imágenes e ideas en la pintura española del siglo XVII. Ed. Alianza Forma- Pág. 92)