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ETICA CRISTIANA

El tema que vamos a abordar entra al plano de lo ético, aunque lo ético puede
tener un alto contenido teológico. ¿Qué es ética? No es una ciencia como afirman
algunos[1], porque no es exacta ni tampoco descriptiva, sino que normativa. Parte
de una moral y de un ideal[2] que produce una determinada conducta humana[3].
Cuando nace de principios bíblicos, se llama ética cristiana. En este escrito
trataremos de enfocarla desde una perspectiva cristiana analizando las nuevas
corrientes morales existentes en el tercer milenio.
Es fácil describir la ética cristiana, porque parte de principios de conducta
social, familiar, civil, económicos y jurídicos establecidos a lo largo del Viejo como
en el Nuevo Testamento. También aparecen situaciones que se salen
completamente de lo tradicional[4] y bíblico, llevándonos a un futuro sombrío,
donde la ciencia y tecnología nos situará frente a una nueva conducta social que
romperá toda referencia histórica a la moral clásica del pasado.
Cuando nos enfrentarnos a una sociedad agobiada por una crisis de valores
alarmante, donde continuamente aparecen nuevos conceptos y procedimientos de
conducta desconocidos en el pasado, se hace necesario el replantearnos una
definición más amplia de la ética, partiendo de lo moral, para entrar en lo teológico
y bíblico. Estamos, como dice Marciano Vidal: “en una crisis ética de categoría
biológica; en el crecimiento biológico[5]” y añade que también “hay una crisis de
categoría psicológica” que no podemos evadir, y que tenemos que enfrentar con
argumentos actualizados, que entran al marco de lo que deberíamos llamar, más
que ética cristiana, ética científica y natural, porque no hay argumentos sólidos en
la teología para definir algunas actuaciones que entran al plano de lo natural y
práctico. Debemos manejar con mucha cautela las nuevas corrientes científicas que
nos plantean problemas morales. Personalmente he tratado de investigar y buscar
material cristiano en español al respecto, pero existe muy poco en relación a los
últimos acontecimientos “éticocientíficos” como por ejemplo: clonación, ingeniería
genética, eutanasia etc. Esta es la razón por lo cual me dispongo a realizar un
análisis de temas científicos que afectan la moral y ética cristiana.
Cuando Satanás quiso destruir la máxima creación de Dios en su estado
eterno y perfecto, usó un simple argumento: Despertó en Eva y Adán el deseo
de “ser mas de lo que eran” y les dijo; “seréis como Dios” (Gén 3:5). Ingenuamente
cayeron en la trampa, ignorando que ya eran “dioses”, cayeron en la tentación a
querer ser más. ¿Por qué Satanás usó este argumento tan sutil? Porque el sabía
que cuando quiso ser más de lo que era, perdió su posición angelical, y se convirtió
en Satanás, hijo de las tinieblas, dejando de ser un portador de luz, para convertirse
en el príncipe (Isaías 14:12-15) y enemigo de Dios.
Cuando uno ha tenido una experiencia, automáticamente comprende mejor
la realidad, además, sabe las consecuencias que tal acción produce. Satanás sabía
que cuando quiso ser como Dios, su fin fue la caída. Eso mismo es lo que produjo
en nuestros primeros padres, les indujo a “querer como Dios”. Si hay algo que Dios
no soporta en los seres humanos es la soberbia: “Dios resiste a los soberbios, y da
gracia a los humildes” (Sant 4:6) y sobre ella trabaja Satanás. ¿Cómo puede
cautivar y privar al hombre de la dependencia a su Creador? Ofreciéndole
grandeza, posición, poder, y sobre todo, hacerle sentir que es un “dios”. Este
argumento alimenta el orgullo, produciéndose una autosuficiencia y deseo de poder
que ha sido siempre la mejor estrategia de Satanás para llevar a la humanidad a la
destrucción. No vaciló en usarla con muchos hombres de Dios en el Antiguo
Testamento, llevando al fracaso a muchos reyes de Israel, como por ejemplo
Salomón, y hasta tuvo el descaro de hacerlo con el mismo Jesús.
En Mateo capítulo 4 se relata la tentación de Jesús por parte de Satanás. En
ella vemos como Satanás trata de persuadir al Señor a claudicar de su misión, y no
sólo le ofrece interrumpir su ayuno, convirtiendo la piedra en pan, sino que
llevándole a un monte alto le dice: “Todo esto te daré, si postrado me
adorares” (verso 9). ¿No era esta oferta una seducción a obtener poder y grandeza
terrenal? La ambición se liga con la soberbia. Ambas engendran la presunción, que
hace al hombre ignorar a Dios para depender de sí mismo, constituyéndose en
“dios”. Existen dos formas de ser “dios”: Una es negando a éste para ocupar su
espacio, como hizo el comunismo en el pasado, al proclamar en una de sus estrofas
de la Internacional que: “No mas salvado del supremo; ni César, ni busques, ni
Dios. Pues nosotros mismos haremos, nuestra propia redención”.Esta es la
eliminación de Dios por decreto. La otra forma de eliminar a Dios, que es la peor,
consiste en usurpar el puesto de Creador para convertirnos en “dioses” que no
niegan a Dios, pero invaden su territorio en busca de poder, dinero y placer,
creándose un capitalismo brutal. Es cuando tomando el poder tecnológico y
científico para jugar con la vida y la muerte, vendiendo y comprando valores y
principios morales, entrando a un terreno que va contra la Palabra de Dios.
El deseo eterno del ser humano, a lo largo de la historia, es vencer la muerte y
producir vida sin la intervención del Todopoderoso. No solamente en el huerto del
Edén la creación se reveló contra su Dios, para querer ser más, también Nimrod
hizo lo mismo, del cual se dice que fue “el primer poderoso de la tierra” (Gén
10:8). Quiso retar a Dios, y junto al resto del pueblo, trataron de hacer una torre
que llegara hasta la cúspide del cielo (Gén 11:4), provocando el juicio que dio lugar
a la confusión de lenguas y su expansión por el mundo. En la teología nos hemos
enfrentado a la tendencia “gnóstica” que promueve al hombre como un “dios”;
forjador y hacedor de su propio destino. Este proceso dedeificación del hombre ha
penetrado fuertemente en la teología moderna por medio de los promotores de
la prosperidad, que tomando la idea de M. Scott Peck, psicólogo popular en
círculos cristianos y de la Nueva Era, el cual afirma que “estamos creciendo hacia
la divinidad. Dios es la meta de la evolución[6]”.

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