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¿Qué aporta?
– Quienes logran cierto grado de estabilidad emocional toleran bien el estrés y las dificultades que se nos
presentan habitualmente, sin perder su eje por circunstancias cotidianas.
– Nos sitúa en nuestro lugar y, desde allí, todo se ve mucho más claro y con nuestros propios colores.
– Refuerza nuestra autoestima, ya que somos conscientes de que, pase lo que pase, contamos con nosotros
mismos y con todo nuestro potencial para salir adelante con la tranquilidad y con el aplomo necesarios.
¿Algún ejemplo?
Perder un trabajo (una pareja o una posibilidad con la que soñábamos) puede ser considerado algo negativo
y angustiarnos – somos humanos, ¡nos sucede a todos! – pero poder ver más allá, entender que tal vez ese
empleo nos impedía crecer profesional o económicamente y mostrar lo mejor de nosotros para conseguir
algo muchísimo más gratificante y redituable (en el campo que prefiramos) es el camino hacia la estabilidad
emocional.
Cuando alcanzas estabilidad emocional, dejas de lado estas presiones, las escuchas, sean quienes sean
quienes las pronuncian, pero tomas tus propias decisiones desde un lugar absolutamente relajado. Sin
desvalorizar a aquellos que piensan distinto o tienen otra manera de proceder, pero por sobre todo, sin
desvalorizarte a ti.
¿Te consideras una persona estable emocionalmente?
separado. Es una totalidad integrada. El pensamiento no funciona nunca aisladamente. En toda situación,
aún la más decididamente intelectual, nos acompaña el sentimiento. Lo que pensamos nunca es un hecho
puro; lo acompaña nuestra afectividad con respecto a la tarea que realizamos y a las cosas y a las personas
en ella implicadas; lo acompaña nuestro sentimiento de nosotros mismos y los demás, nuestra alegría,
La emoción interviene en la vida entera del hombre y a cada instante. Es el acompañamiento obligado de
toda experiencia y desarrollo. La civilización se ha hecho posible como consecuencia de que el hombre llegó
a dominar sus sentimientos y a controlarlos. La cultura reconoce como su fuente inspiradora, tanto como la
maravillosa capacidad para pensar críticamente, el enorme caudal de riqueza que encierran sus
La escuela debe tomar más conciencia de que el desarrollo satisfactorio del ser humano depende fatalmente
de la atención que se preste a sus necesidades afectivas. Lo que un hombre alcance a realizar en su vida, la
amplitud con que logre expandir sus potencialidades depende, mucho más allá de su capacidad mental, del
equilibrio emocional que consiga alcanzar. El rasgo más importante que define a un hombre pleno es su
estabilidad emocional. Sin ella, poco importan sus demás aptitudes. La inteligencia no funciona como
situación en que se mueve y opera. La evidencia científica ha probado claramente que existe una estrecha
El temor, por ejemplo, inhibe procesos colectivos; la ansiedad desmedida genera torpeza mental; el examen
o evaluación en condiciones de tensión exagerada es causal de muchos fracasos que no guardan relación
con las aptitudes y la capacidad que efectivamente posee la persona. Un estallido emocional produce
Los sentimientos encontrados, los conflictos internos, las emociones reprimidas, pueden conducir a
distorsión y el sofocamiento del proceso de desarrollo humano. La emoción es, a la vez, motor y freno del
despliegue de las potencialidades del hombre. El rol que los sentimientos lleguen a jugar en la relación del
“yo” dependerá del grado de control consciente que el hombre llegue a ejercer sobre su mundo emocional.
“La enseñanza —dice Wall, en su libro Educación y Salud Mental— es relativamente eficaz en Europa; pero
si se la considera como instrumento para preparar a los niños en el aspecto afectivo, para llevar una vida de
Debemos hacernos cargo que es, frente al problema del desarrollo emocional de los niños, donde los seres
humanos -en general-, cometemos los más graves errores y producimos las lesiones más profundas en la
personalidad naciente.
En medio de las tensiones y de las angustias que genera la vida moderna, reconocida como la “era de la
ansiedad”, la escuela no puede seguir demorando por más tiempo la tarea de asumir francamente las
La escuela, los maestros, los padres, la comunidad toda, están ejerciendo permanentemente influencia en la
vida emocional del niño. Estos agentes deben comenzar por tomar clara conciencia de la gravitación
La responsabilidad de guiar el proceso que permita a los niños auto comprenderse y auto determinarse,
convierte en imperativo categórico para padres y maestros la tarea de esforzarse por la propia comprensión.
La comprensión de sí mismo es condición previa e indispensable para la comprensión de los demás. La auto
comprensión y la comprensión del prójimo, son procesos que interactúan y se refuerzan mutuamente: La
madurez y salud mental de padres maestros dará la medida y la naturaleza del clima y de la ayuda que
encontrarán los seres en formación para la propia comprensión y el adecuado control de sí mismos.
Los seres humanos debemos aprender a controlar nuestras emociones, pero no al precio de ahogarlas
violentamente de nuestra intimidad, pues la enorme carga energética que poseen producirá estragos en las
profundidades más delicadas y frágiles del ser. La represión de los sentimientos conspira gravemente contra
la salud mental.
La vida no vivida, la vida que no se expande y no se realiza en plenitud expansiva, se torna en agresividad
”Parecería -dice Erich Fromm- que la cantidad de destructividad hallada en los individuos, es proporcional a
Quizá no nazcan mil caminos, pues no tenemos ante nosotros mil posibilidades a la hora de elegir. Pero sí es
cierto que existen muchas opciones: podemos ir hacia lo cómodo o hacia lo exigente, escoger una carrera u
otra, aceptar un trabajo o rechazarlo, salir a tomar unas copas o quedarnos en casa para estudiar o para
limpiar la ropa sucia.
Cada decisión configura la propia vida y la vida de quienes caminan a nuestro lado. En cierto sentido, nada
es indiferente. Quedarse en la cama en vez de ayudar en las tareas de la casa puede parecer un acto
insignificante, cuando en realidad me forma o me “deforma”, alegra o entristece a los demás miembros de
la familia.
Lo que escogemos plasma, por lo mismo, nuestro modo de pensar, de sentir, de amar, de actuar. En cierto
sentido, somos padres de nosotros mismos, pues lo que hacemos o dejamos de hacer entra a formar parte
de lo más íntimo de nuestros corazones.
Así lo explicaba san Gregorio de Nisa, un obispo del siglo IV: “Todos los seres sujetos al devenir no
permanecen idénticos a sí mismos, sino que pasan continuamente de un estado a otro mediante un cambio
que se traduce siempre en bien o en mal... Así pues, ser sujeto sometido a cambio es nacer continuamente...
Pero aquí el nacimiento no se produce por una intervención ajena, como es el caso de los seres corpóreos...
sino que es el resultado de una decisión libre y, así, nosotros somos en cierto modo nuestros mismos
progenitores, creándonos como queremos y, con nuestra elección, dándonos la forma que queremos”.
Porque somos libres a la hora de tomar decisiones, somos también responsables de lo que hayamos elegido.
Si amamos la libertad hasta el punto de haber levantado una estatua dedicada a ella (en la costa Este de los
Estados Unidos), también tenemos que edificar una estatua a la responsabilidad, como sugería Viktor Frankl
(1905-1997), no sólo en la costa Oeste de los Estados Unidos, sino, de modo mucho personal, en lo más
íntimo de nuestra conciencia.
La responsabilidad es el complemento irrenunciable de la existencia de quienes somos libres. Por eso es tan
importante detenernos un momento, antes de cada nueva elección, para valorar los pros y los contras, para
analizar a fondo cada posibilidad. Seremos así capaces de desvelar, con franqueza, si lo que deseamos hacer
corresponde a un proyecto de egoísmo enfermizo, o si nos conduce hacia ese bien que hace bella la propia
vida y la de quienes viven a nuestro lado.