Вы находитесь на странице: 1из 5

1.

Los personajes
Los 18 romances se apoyan en historias muchas veces anecdóticas, pero en ellas brilla la tragedia que viven
los personajes. En unos casos son mujeres, en otros gitanos o la propia naturaleza vivificada, dotada de
poderes sobrenaturales. Como antagonistas, aparecen la Guardia Civil u otra forma de destrucción, como
el destino.
Los gitanos.
En su mayoría son seres individuales – Preciosa, Antoñito el Camborio, Soledad Montoya-o con nombre
genérico – la casada infiel, la monja gitana,…–, pero todos representan una cultura, una raza.
El gitano encarna la libertad. Los valores que dan vida a los personajes son el primitivismo, su instinto
sexual, la búsqueda de su libertad y del amor aunque sea ilícito.
Es el hombre de carne y hueso, de pasiones elementales y violentas, aunque eso suponga sucumbir
trágicamente a un destino que no controla.

La Guardia Civil.
Es la antagonista y representa la amenaza para la libertad. Es un poder abusivo, destructivo, ligado al negro,
a la muerte. En este perfil hay mito, pero también denuncia social (la caza y persecución de los gitanos que
se vivía esos años). No son personas que sienten (“alma de charol”, “de plomo las calaveras”), son fuerzas
sociales y naturales que actúan de forma represora, incluso borrachos (Romance sonámbulo).
En algunas ocasiones, son meros testigos de lo que sucede – Preciosa y el aire, Reyerta-, pero aun así es
una amenaza.
Al choque entre civilización y primitivismo se une también la tragedia de la muerte causada por tus iguales.

Las mujeres.
Protagonizan casi la mitad de los romances: Preciosa y el aire (Preciosa es una niña), Romance sonámbulo,
(una gitana enamorada, que se suicida), Monja gitana, La casada infiel o en el Romance de la pena negra,
(Soledad Montoya).
En este último poema, Soledad Montoya –nombre nada casual y arquetipo de gitana- no experimenta la
pena negra; es la pena negra. La personifica al tiempo que busca su alegría, sin encontrarla. Es quizás el
poema más importante, que expresa la pena del pueblo gitano y andaluz.

Para estas mujeres, no cabe el goce pleno y satisfactorio. Es más, asumen su destino. Solamente en San
Gabriel aparece la única gitana feliz., donde se constata que el goce maternal es la única felicidad a alcance
de estas gitanas míticas.

También hay mujeres espectadoras, por ejemplo en Reyerta (dos viejas mujeres) o en Burla de Don pedro
a caballo (dos mujeres y un viejo). Esta participación aumenta el sentido mítico de esos poemas. En muerto
de amor, además de coro femenino, aparece la madre del protagonista.

Un tercer bloque de personajes femeninos lo conforman los elementos de la naturaleza que toman forma
humana. Destaca la luna, elemento femenino por excelencia en El Romance de la luna, luna, la cual atrae
a un niño a la muerte. Y en el Romance sonámbulo la gitana, embrujada por la luna, se ha tirado al aljibe.

Pero hay otras antropomorfizaciones, por ejemplo en Reyerta la tarde deviene en figura femenina que, la
noche de Muerto de amor o el alba en el Romance de la Guardia Civil española.

Los elementos sobrenaturales

La naturaleza participa en la historia, bien ayudando a la tragedia o anunciándola. No es un marco


geográfico. Puede tomar la forma del viento – Preciosa y el aire –, la noche – Romance de la luna, luna – o
camino agreste, enemigo – Romance Sonámbulo –. Es una naturaleza mágica, sobrepasa la realidad.
2. El espacio.

Lorca hace un recorrido poético por casi toda la geografía andaluza. En su visión de Andalucía Lorca integra lo terrestre
y lo cósmico, lo real y lo mágico, lo tangible y lo sobrenatural. De esa fusión nace una nueva realidad, la Andalucía
mítica y profunda o el drama universal del hombre en lucha con su destino. La naturaleza no es un marco físico de
acciones o situaciones, sino que participa de ese conflicto mítico en el que las fuerzas exteriores precipitan los
acontecimientos, aunque las causas primarias están en el interior de los personajes.

Con todo, el espacio más recurrente será Granada, la cual es su infancia, su juventud, su jardín. Aparece como un locus
amoenus, idealizada, rodeada de cualidades positivas. Las anotaciones geográficas escasas en el Romancero se deben
a que para Lorca, lo real es solo un apoyo para evocar el espíritu del mundo granadino.

Una vez, definió Granada como un lugar hecho para la música, una ciudad entre sierras y rocas apta para el ritmo y el
eco. Luego reconoció la conexión entre este ritmo del agua granadina y su propia creación literaria.

Granada será el escenario de poesías como la Monja gitana, el romance de la luna, luna; y la casada infiel. Otros
poemas en los que por su paisaje lleno de olivares y caballos se deduce que es Granada como Muerto de Amor y
Romance del emplazado.

A pesar de la fuerte presencia de lo granadino, incluirá otros espacio, algunos menos definidos e identificables; por
ejemplo, a Camborio lo detienen entre Granada y Sevilla. Lo asesinan cerca del Guadalquivir, en la serranía de Córdoba.
Pero sobre todo lo hará en los tres romances dedicados a las tres capitales andaluzas, en ellas, Sevilla es la ciudad del
amor que hiere, ciudad de guitarras y procesiones, de fiesta, el goce fresco de vivir; Córdoba, en cambio, es noctámbula
y oscura, mientras que Granada es la felicidad perdida.

La riqueza geográfica andaluza pasea por el Romancero, pero solo como apoyatura de la Andalucía profunda y esencial
que Lorca quiere dramatizar. Así pues, son espacios abiertos, del mundo rural y la naturaleza. Espacios de libertad y
de drama, de tranquilidad rota y amenaza

El tiempo.

La mayoría de los romances suceden por la noche. Es el caso de Preciosa, el Prendimiento y la muerte de Antoñito el
Camborio, el asesinato del niño gitano por la luna, el paseo de Soledad Montoya. La noche es la oscuridad, el peligro,
la oportunidad del crimen… No importa la fecha concreta, porque no es un tiempo histórico, sino mítico y simbólico.

También aparece el alba, como final de la historia y también del drama, pero también el aviso de que la vida continúa,
al margen de la tragedia vivida por los personajes. Suelen ser amaneceres fríos. La luz suele tener connotaciones
positivas en los romances, en especial en la Monja gitana: allí el sol reflejado en una lámpara produce el efecto de un
arcoíris, símbolo del placer y la pasión que produce en ella su fantasía erótica.

El tiempo de las historias puede constituir incluso el centro del drama, tal cual ocurre en el Romance del Emplazado.
Allí los dos meses de vida que le anuncian antes de la muerte dramatiza toda la historia. De hecho, el relato sigue, con
saltos temporales y un tiempo condensado, la rapidez con la que se cumple la amenaza inexorable, durante el verano
(julio y agosto), luego el verano aquí es tiempo de amenaza y muerte mientras que en el Romance de Tamar y Amnón
es pasión.

Las estaciones del año adquieren así un valor emocional, justificativo del drama que viven los personajes o,
sencillamente, compañero. Aunque hay amaneceres fríos, el invierno no aparece en los romances. Es tiempo caluroso,
de noches claras u oscuras, de vientos silenciosos o agresivos, propios de Andalucía. Aquí son parte del alma andaluza.
Por eso, apenas los fecha, es un tiempo indefinido, no cronológico.

Lorca usa más el relato lineal en estos romances suelen tener un inicio narrativo descriptivo, pero también inicia a
mitad de la historia o por el final generalmente con un tinte dramático. En general, el predominio del drama,
condiciona la forma de contar; es decir, se concentra en los instantes donde los personajes se juegan la vida o ponen
su alma. Por eso, usa tanto la condensación y los saltos temporales. En fin, un tiempo muy psicológico, ligado al drama
que viven los personajes.
3. Los símbolos

El símbolo es la herramienta que más usa Lorca para convertir la anécdota, en algo mítico: a través del símbolo la
acción y el personaje adquieren transcendencia; hasta el espacio donde suceden los hechos deja de ser un marco
geográfico para personificarse o vivificarse. Por ejemplo, la luna símbolo de lo femenino que oculta malos presagios o
el aire en símbolo del deseo erótico masculino. También de la violencia y la muerte.

En el Romancero gitano el símbolo es esencia, pero también emoción y drama. De hecho los símbolos son la base del
drama. Muchos de ellos convierten la naturaleza y el propio hombre en fuerzas sobrehumanas que combaten a un
nivel animal, heroico. Así sucede con los gitanos que combaten en el romance Muerte de Antoñito el Camborio.

El símbolo hace también que, además de ser profundamente humanos, los personajes adquieran un valor colectivo
y, a veces, incluso universal. Así el gitano encarna el conflicto entre primitivismo y civilización, entre instinto y razón.

Y es que el símbolo tiende a ser, por su propia lógica, ambiguo, connotativo. Por eso sugiere más que dice. Y queda
abierto a la interpretación de quien lo lee. El espejo proyecta la realidad vivida y hasta la propia conciencia, le da
espíritu. En los romances, a veces, también lo hacen el agua, la luna o los ojos: todos ellos simbolizan la unión espiritual
del hombre y las cosas o la búsqueda del propio ser. En el Romance sonámbulo, en cambio, el espejo encarna el hogar
y la vida sedentaria frente a la montura – vida errante, libertad –.

En gran medida, junto a las imágenes y metáforas sorprendentes o a las sinestesias, los símbolos son la base del
hermetismo que se nota en muchos poemas. Y es, también así, porque el símbolo revela aspectos muy profundos de
la realidad, hasta hace visibles incluso los valores esenciales de una sociedad, el inconsciente colectivo. Como en las
culturas arcaicas, en el Romancero Gitano los pechos son la fecundidad, la maternidad a la vez que el deseo más
intenso (en tus pechos…dos peces que me llaman, dice Amnón a Tamar).

El valor cultural del símbolo, el hecho de que use arquetipos, facilita la conexión del símbolo con el mito. Ambos son
abstractos, fuertemente culturales – aquí lo gitano y lo andaluz – y, a veces, universales – la lucha del hombre con su
destino –.

4. La métrica.-En el Romancero se ve la importancia que le da a la música andaluza más profunda y popular, el cante
jondo. El ritmo domina el Romancero, pero esa musicalidad no la producen solo los sonidos y la métrica: deriva
también de las repeticiones sintácticas – anáforas, paralelismos,… – y semánticas – recurrencias, a veces a principio y
final de poema –; en línea con el versículo. A veces, es un ritmo lento, pausado, de tono narrativo descriptivo, pero
predomina el ritmo rápido, de tensión, de drama.

La modalidad trocaica (una musicalidad tranquila y serena), representa el 40 % de la obra; la mixta se aproxima al 35
% y la dactílica, un 25 %. La suma de estas dos últimas concentra los momentos de mayor tensión dramática y marcan
el predominio del elemento emocional. Con frecuencia, la estructura del ritmo es ascendente, siguiendo el crescendo
emocional e intensificando el dramatismo de la acción.

Lorca elegía los metros según las características de cada pasaje y la progresión del poema. Los comienzos con troqueos
dejan paso a la presencia de dáctilos (crescendo) Dos terceras partes de los poemas acaban con octosílabos dactílicos
o mixtos.

Lorca identificó el verso y la música (tocaba el piano, pero también fue mimo, pintor y actor dramático). Eso explica la
armonía de las canciones populares o el uso más dramático que narrativo del octosílabo. A diferencia del romance
tradicional (tirada indefinida de octosílabos), gustará de los octosílabos con rima asonante en los pares y organizados
en cuartetas – abcb –, algo bien alejado del romance tradicional. Alguna vez la cuarteta deviene en redondilla.

Lorca encabalga muy poco los versos. Sigue las pautas del romancero tradicional, donde predomina la mezcla de ritmos
dactílicos y trocaicos, al margen de cualquier uniformidad. La modalidad trocaica predomina en San Gabriel o en
Romance de la luna, luna. Mientras el dactílico gana presencia en poemas como Reyerta, Muerte de Antoñito el
Camborio. La variedad mixta aparece, sobre todo, en secuencias donde hay emociones en conflicto, como en Thamar
y Amnón: los seis primeros versos son troqueos, pero luego se imponen los mixtos para reflejar la fuerza de la pasión,
la violencia de la violación y la intensidad de sus consecuencias.
5. El estilo

Si algo define el estilo de Lorca en el Romancero Gitano es la combinación de tradición y vanguardia, mezcla que
aquí es más tensión que equilibrio. Su lenguaje es tan personal, original y creativo que lo sorprendente y nuevo se
impone a lo tradicional pese a que los elementos populares se multiplican en estos romances. Se nota que Góngora
fue su referente esos años. En 1926 dijo en referencia a él: “Inventa un nuevo método para cazar y plasmar
metáforas y piensa que la eternidad de sus poemas depende de la calidad y trabazón de sus imágenes”.

Quizá podría aplicarse esas palabras dada su obsesión por experimentar en el metro y lenguaje que le llevan a una
técnica personal de crear imágenes y de usar las metáforas. Acumula figuras sensoriales y conceptuales – sinestesias,
imágenes visionarias,…–, a las que acompaña de tensión emocional, pasión, drama – preguntas retóricas, hipérboles,
anáforas y paralelismos –. Usa la adjetivación intensificar el lado mítico de algunos sustantivos – senos de duro
estaño, aurora salobre, el viento verde, final de corazones, el pez de sombra,.. – a través del adjetivo desplazado.

Igual de original y personal resulta el simbolismo que da a los colores. El blanco está en el nardo, lirio, azucena,
marfil, nácar; el verde, en los olivos, bronce, aceituna; el rojo, en las amapolas, rosas, llamas, carmesí; el gris, en la
plata, hojalata, plomo, estaño; el negro, en el azabache, tinta, carbón, noche, charol. Por más que el gris o el negro
se asocien regularmente a la muerte, la mayoría de ellos se llenan de significado en el poema.

En el Romancero los sentimientos, los anhelos, la muerte, el destino se expresa mediante referencias sensoriales.
¡Ay mis muslos de amapola¡ lamenta Soledad Montoya ante su pena por la ausencia de hombre y poco después se
lee Con flores de calabaza/ la nueva luz se corona. Son metáforas que tienen valor de imagen y en las que los
colores, los olores,…representan lo que pasa en el romance. Antoñito el Camborio es hecho preso por cortar limones
redondos, es decir encarnan la transgresión, el atentado a la ley. Al final, los guardias civiles/beben limonada todos,
expresando la indiferencia ante la prisión del gitano.

Los sentidos encarnan la vida, al tiempo que hacen casi físicas, maeriales, las vivencias espirituales, como el valor, la
pasión o la muerte. Toman forma de metáforas o metonimias y de

personificaciones o animalizaciones, como en Muerte de Antoñito el Camborio, que comienza con

Voces de muerte sonaron/cerca del Guadalquivir y después dice voces antiguas que cercan/voz de clavel varonil –
esta última, sinestesia dramática – o daba saltos gabonados de delfín.

Junto a este lado dramático, Lorca multiplica originalidades narrativas: diálogos sin verbo de decir, a modo del estilo
indirecto libre; presentes atemporales que sitúan la acción fuera del tiempo concreto; emociones del narrador –
Preciosa, corre, Preciosa,…– que dramatizan la historia; personificaciones – el viento, los faroles tiemblan, los
cuchillos tiritan…– o metáforas, metonimias e hipérboles – cielo de mulos blancos, voz de clavel varonil, estrellas de
escarcha,… – que hacen de la anécdota un universo mágico y trascendente, un mito. En general, igual que condensa
la historia, elimina sus detalles, para dejar solo la esencia.

Las descripciones sostienen el marco geográfico histórico de los romances. Da igual que use referencias precisas –
San Miguel, La monja gitana – como simple impresiones – Romance sonámbulo –, que se centre en el mundo
exterior de la historia o en los estados de ánimo de los personajes. En uno y otro caso, lo real acaba desplazado a lo
abstracto y general mediante una figuración brillante, llena de imágenes, símbolos y metáforas – ¡Soledad, qué pena
tienes¡/!Qué pena tan lastimosa¡/ Lloras zumo de limón/ agrio de espera y de boca –.

Вам также может понравиться