Вы находитесь на странице: 1из 5

Facultad de Ciencias Sociales

Escuela de Historia
Taller de Lecturas Interdisciplinarias
Profesor: Manuel Fernández Gaete
Ayudante: Camila Ahumada
Estudiante: Gerhard Domenech Loch

Prueba Nº1

1) El rol del historiador planteado por el autor, justificando sus argumentos.


R= En el antimanual del mal historiador, el rol del historiador se centra en reescribir
la historia, criticar los juicios pre heredados y además debe luchar contra la historia
positivista, nacionalista, teológica, oficial y lineal.
El historiador no debe aferrarse a narraciones plagados de prejuicios,
reduccionismos, simplificaciones y periodizaciones arbitrarias. De esta forma
evitaremos ser “malos historiadores”. Al no aferrarnos a estos escritos, dejamos de
lado toda historia sin sentido e historias pintorescas que solo sirven para engrosar
libros que nadie lee y que carecen de definiciones históricas.
Es por lo anterior que el historiador debe criticar toda fuente, debe comprometerse
con desarrollar una historia crítica, con sentido y que se desmarque de la premisa
que “la historia la escriben los vencedores”.
La idea es promover una historia vigente, comprometida con los movimientos
sociales actuales y con las necesidades del presente y dispuesta, a su vez, “...a
contribuir y a colaborar, en la medida de lo posible, en la construcción de un futuro
diferente, donde se elimine la explotación económica, el despotismo político, la
desigualdad y discriminación sociales...”(p.15).
En conjunto con lo anterior debemos agregar que, debemos elaborar una nueva
historia crítica, que abarque la doble dimensión teórico–práctica articulada
dialécticamente: generar, por un lado, un renovado tipo de saber y de discurso
historiográfico con nuevas herramientas conceptuales que permitan una mejor
aprehensión del pasado.
2) La crítica a los "malos" historiadores, planteada por Aguirre Rojas. Incorpore una
reflexión sobre al uso de fuentes y el trabajo interdisciplinario.
R= la critica a los “malos” historiadores reside principalmente en las fuentes
consultadas, el uso de dichas fuentes y finalmente en la redacción de escritos, que
son de carácter positivista, aburrida, acrítica, descriptiva y memorística. No se
resaltan hechos realmente importantes en relación a los movimientos sociales u
otros hechos de relevancia que si marcan la historia. También nos señala que
debiésemos comenzar con el estudio de un antimanual, que posee antidefiniciones
que no sólo delimiten a qué problemas y métodos “no” debiera estar restringida la
historia, sino que contribuyan a su vez, a crear las condiciones para elaborar una
nueva disciplina completamente diferente.
Con respecto al uso de fuentes y el trabajo interdisciplinario podemos decir que, se
realiza efectivamente un estudio exhaustivo, pero no solo nos debemos quedar con
lo que el papel nos entrega, debemos ir más allá como historiadores. Se debe dudar
de todo, criticar todo y obviamente comprometerse con la escritura o producción de
una historia (si bien situada y vinculada a algún contexto) que se critique a sí
misma, que se pueda aportar de todas las formas posibles en la construcción de esta
(visión idealista, por las diferencias subjetivas y epistemológicas que reside en cada
escritor). Debemos buscar la fórmula de generar una historia crítica y trascendental,
que en lo posible sea subjetiva y no objetiva, pero que seamos capaces de identificar
si realmente es un aporte sustancial al estudio histórico. La historia debe ser
subjetiva, ya es hora de suprimir el discurso de objetividad y progreso unilateral.
3) La visión planteada por Aguirre sobre la escritura de la Historia desde una “mirada
crítica”, que le permita plantear “los siete pecados capitales” del mal historiador.
R= Dentro de este contexto, el autor nos advierte, sobre los errores que cometen los
malos historiadores positivistas, nombrando “siete pecados capitales” que son
cometidos por los historiadores positivistas.
Estas premisas básicas consisten en siete. Estas son: 1) El positivismo erudito:
Limitarse a trabajar exclusivamente con las fuentes escritas con la creencia ingenua
que es posible explicar la historia tal como fue no permite explicar las causas de los
fenómenos sociales y por tanto, impide comprender por qué pasaron. 2) El
anacronismo: Para el autor, el fallo de los malos historiadores es la "falta de
sensibilidad hacia el cambio histórico", es decir, considerar que los seres humanos
de antes son homologables al individuo contemporáneo, lo que implica ignorar la
importancia de los cambios de mentalidad. 3) Tener una noción absoluta del tiempo:
Entender el tiempo como algo que se despliega en una dimensión única y
homogénea hacia un único sentido (que viene delimitada por años, meses, etc.)
puede sernos útil para periodizar. Sin embargo, no puede ser la única manera ya que
aplana la diversidad de experiencias respecto al tiempo. Se toma a la historia como
lineal. 4) Fe en el progreso: interpretar la historia como algo que siempre mejora,
que se encuentra en un constante avance. 5) Ser acrítico: no interrogar debidamente
la fuente, no criticar lo consultado, solo quedarse con la información explicita de las
fuentes consultadas. 6) creer ser neutral: no involucrarse más allá con el objeto de
estudio. Empeñarse en ser objetivo es ir en contra de la condición del investigador
social. La propia selección del tema de estudio evidencia las preocupaciones del
historiador. Ahora bien, esto no significa ni por asomo que el historiador esté
condenado para siempre a hacer retórica o ideología. 7) Relativismo postmoderno:
al reducir la historia a su dimensión discursiva anula las pretensiones científicas de
conocer los procesos reales.
4) La importancia que para el autor tiene en la renovación historiográfica la Escuela de
los Annales, la escuela marxistas, la microhistoria y el análisis del sistema mundo.
R= la renovación historiográfica para el autor es angular si se quiere cambiar el
método de estudio de la historiografía.
Los orígenes de esta historia crítica los podemos identificar hacia el siglo XIX. En
las últimas décadas de este siglo se reafirma por una parte el positivismo,
promoviendo una historia puramente descriptiva, fáctica, empirista y especializada.
Por otro lado también nos encontramos con el ascenso de una nueva corriente
crítica, que es justamente aquella que se encuentra incluida dentro del complejo y
más vasto proyecto crítico de Carlos Marx. Así, queda claro que ha sido Marx el
que ha sentado los fundamentos de la historia crítica, tal y como ahora es posible
concebir a esta última. También nos podemos encontrar con la escuela de los
Annales, que es una corriente antipositivista que busca consolidar la historia crítica
e innovadora.

5) Las principales contribuciones metodológicas, que el autor plantea, realizadas por


estas escuelas historiográficas.
R= las contribuciones metodológicas podemos dividirlas en las siguientes:
A) Marx: Su primera contribución consiste en la viabilidad de la construcción de
una “ciencia de la historia” que detecte regularidades, defina tendencias y
formule leyes de los procesos sociales. La segunda lección está orientada hacia
la creación de una “historia social” que, por un lado, incorpore como los
verdaderos protagonistas de la historia, “los otros”. Las dos lecciones siguientes
resaltan la relación entre lo material y los fenómenos de la “conciencia y de las
sensibilidades sociales” como dos variables de una misma realidad. El quinto
legado de Marx está relacionado a la necesidad de determinar las conexiones
que existen entre el objeto de estudio y las “totalidades” que lo condicionan y
determinan. La sexta lección, recupera la mirada “dialéctica” de los problemas
sociales y considera a los hechos históricos como manifestaciones “vivas y en
devenir”, en un proceso de enfrentamiento constante cuyos resultados poseen un
final abierto. Llegamos así a la última contribución de Marx, aquella que marca
la necesidad de adoptar una postura crítica y contestataria frente a los discursos
dominantes, que recupera la voz de los vencidos y que resalta la multicausalidad
y la complejidad en la elaboración de una historia más densa y más profunda.
B) Annales: Su primera contribución se sitúa en la implementación para los
estudios históricos del “método comparativo” que al determinar tendencias y
regularidades entre distintos fenómenos que poseen ciertas analogías, permite
elaborar posibles leyes explicativas para los procesos histórico–sociales
generales. La segunda lección, la que distingue la buena historia “global”, de la
mala perspectiva “general y universal”, se fundamenta en la concepción de la
realidad social como una entidad única aunque multidimensional y plurifacética.
El tercer gran aporte, el de la “historia–problema”, reside en la función
interpretativa, que pasa de “momento culminante” del proceso de erudición a
“punto de partida” del mismo. El cuarto legado plantea la perspectiva de una
“historia abierta o en construcción”, que concibe el oficio del historiador en un
proceso de reelaboración constante, enriquecido mediante los aportes teóricos y
metodológicos de las distintas ciencias sociales en general. La quinta
contribución rescatada por el autor, es la que deriva de “los diferentes tiempos
históricos y la larga duración”, que rechaza para el análisis histórico la noción
del tiempo, planteando, en contraposición, su peculiaridad múltiple y
heterogénea. Peculiaridad que Braudel definió en sus famosos tres niveles de
“acontecimiento”, “coyuntura” y “estructura”, marcando la inviabilidad de una
separación tajante en la relación pasado–presente–futuro, señalando su unión
flexible y dialéctica.
C) Microhistoria: La escuela italiana nos muestra que en el cambio de escala,
demuestra que las esferas de lo macro y de lo micro son en realidad dos
dimensiones de una sola realidad histórica que interactúan y se presuponen
mutuamente y permite, también, un análisis más intensivo, que lleva a agotar
prácticamente todos los niveles de la realidad estudiada, incluyendo la
recuperación, mediante el “paradigma indiciario”, de esa historia silenciada de
los vencidos en el terreno de la disputa histórica.
D) Mundo Capitalista: constituye el último legado de la revolución cultural del ’68,
que al señalar la inviabilidad de cualquier análisis de realidades locales,
regionales o nacionales que descarte el macrocontexto del sistema–mundo
capitalista como “dinámica última y determinante” del conjunto de fenómenos
sociales.

Вам также может понравиться