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El Índice de abuelidad

Julio Cavalli
juliocavalli@gmail.com

La dictadura militar instaurada en la Argentina el 24 de marzo de 1976, tuvo como eje la desaparición forzada de los
opositores y la imposición de un sentimiento generalizado de miedo destinado a paralizar cualquier reclamo, con la
utilización en gran escala de centros clandestinos de detención donde se procedía a su tortura, asesinato y
desaparición de los cuerpos.

En ese contexto 30.000 personas de todas las edades y condiciones sociales fueron sometidas a la privación de su
libertad y a la tortura, y entre ellas a centenares de criaturas secuestradas con sus padres o nacidas en los centros
clandestinos de detención a donde fueron conducidas las jóvenes embarazadas.

En ese escenario un grupo de familiares de desaparecidos iniciaron un movimiento de resistencia no violenta,


comenzaron a marchar cada jueves alrededor de la Pirámide de Mayo, en la plaza del mismo nombre, situada frente
a la casa de gobierno. Inicialmente se reconocían entre sí llevando un pequeño clavo; luego las mujeres decidieron
cubrirse el cabello con un pañuelo de tela blanco.

Comenzando así a ejercer presión nacional e internacional sobre el destino de las personas que desaparecían en la
Argentina.

Pero probablemente lo más notable de las Abuelas de Plaza de Mayo haya sido la tarea investigativa directa que
encararon y organizaron, para establecer la suerte y paradero de sus nietos. Ellas mismas organizaron sin medios, un
sistema de inteligencia coordinado, recorriendo los juzgados de menores, orfelinatos y casas Cuna, buscando
incoherencias en las adopciones o "nacimientos" extraños de la época, observando a las familias sospechosas de
haberse apropiado de sus nietos, tomando fotos de los niños en jardines de infantes y escuelas, etc. Toda esa
información era compartida, analizada de manera sistemática en grupo y registrada. Las Abuelas crearon así una
amplísima red de recolección informal de datos que llegó hasta los lugares más imprevistos.

La posibilidad de abrir investigaciones judiciales dentro de un estado de derecho, tanto para descubrir a los culpables
como para identificar a los niños desaparecidos, implicaba enfrentar problemas inéditos en la experiencia
internacional. En ese momento no existían métodos científico para determinar positivamente la filiación, y los
existentes -basados en los tipos de sangre- sólo servían como prueba negativa, es decir para descartar una relación
biológica entre dos personas, pero no para demostrarla.

Sabían que existían exámenes de sangre para demostrar la paternidad. Pero los padres no estaban. Había que buscar
la manera de usar la sangre de los abuelos y la familia y reconstruir el mapa genético de los hijos desaparecidos. Las
Abuelas tomaron entonces la iniciativa de recurrir a los científicos de punta para desarrollar alguna técnica que
pudiera determinar sin dudas, la filiación de una persona en ausencia de sus padres.

Los exámenes de sangre para determinar paternidad ya eran conocidos en la década del 70, pero en este caso los
padres estaban desaparecidos. ¿Se podría usar la sangre de los abuelos y de otros familiares para reconocer a los
nietos robados? Las Abuelas visitaron academias y universidades y un grupo de investigadores, en los Estados
Unidos, asumió el desafío de ayudarlas.

Después de un año de intenso trabajo estadístico y matemático, un equipo liderado por los científicos Mary-Claire
King y Cristian Orrego lograron determinar el “índice de abuelidad” que garantizaba un 99,99 por ciento de eficacia
en la determinación de parentesco, y por lo tanto la Justicia debió incorporarlo como prueba. Se utilizó por primera
vez en 1984 cuando recuperó su identidad una niña que había sido secuestrada junto a sus padres y, tres años más
tarde, la misma técnica fue empleada para identificar a otra nieta que había nacido en cautiverio.

A mediados de los años 80, las Abuelas impulsaron la creación de un banco para almacenar sus perfiles genéticos y
garantizar la identificación de sus nietos. En 1987, el Congreso de la Nación creó por ley 23.511 el Banco Nacional de
Datos Genéticos (BNDG) que desde entonces se encarga de resolver la filiación de las niñas y niños apropiados
durante la última dictadura. En este Banco se encuentran almacenadas todas las muestras de los familiares que
buscan a los niños desaparecidos por el terrorismo de Estado, y de todas las personas que sospechan ser hijas de
desaparecidos, y ya dejaron su muestra en el Banco. El BNDG ha ido sumando las técnicas más avanzadas de
identificación genética y forense y en 2009 se sancionó una nueva ley que jerarquizó a la institución.

La investigación

El ADN (Ácido Desoxirribonucleico) es la molécula hereditaria que se transmite de padres a hijos, cuyas unidades de
información, llamadas genes, codifican la producción de energía en las células. La molécula del ADN almacena a
largo plazo información para construir otros componentes de las células como las proteínas, por ejemplo.

Las proteínas son macromoléculas formada por cadenas de aminoácidos. Los anticuerpos, el colágeno, las enzimas, la
hemoglobina y muchas hormonas son proteínas.

El 99 % del ADN se encuentra en los cromosomas, en el núcleo de las células. Por eso se denomina ADN nuclear. Sin
embargo existen dos importantes excepciones a esta regla, una de ellas es la “herencia del ADN mitocondrial”, en la
que el 100 por ciento del ADN proviene de la línea materna.

La mitocondria es una pequeña organela situada dentro de la célula y que posee su propio material genético que
codifica enzimas relacionadas con la respiración celular. A diferencia del ADN nuclear, que es una “mezcla” de los
ADN de los cuatro abuelos, la mitocondria se hereda exclusivamente de la madre, que a su vez es una copia (casi)
exacta de la de la abuela materna. Cuando se produce la fecundación a través de la unión del óvulo y el
espermatozoide se pierden las mitocondrias de origen paterno y solamente se conservan las maternas. Por lo tanto
todas las células que se originan heredan el genoma mitocondrial de su madre. Así, una madre da a todos su hijos
idéntico ADN mitocondrial al que ella recibió, y así sucesivamente. Esta herencia a través de las mujeres de una
familia se denomina estudio de la línea materna. Esto explica el estudio del ADN mitocondrial para la identificación
del vínculo entre abuela materna y nieto/a. El ADN mitocondrial presenta dos regiones llamadas D-Loops con
importantes diferencias en su secuencia entre personas no relacionadas. La identificación de estas variaciones
puntuales permite establecer un patrón de ADN mitocondrial capaz de identificar a un individuo.

Así, el ADN mitocondrial era la molécula ideal para la búsqueda de las Abuelas y presentaba la inmejorable
convergencia de tres elementos de la biología y la tecnología: una molécula exclusivamente materna, por lo cual
cualquier pariente materno podría ser sustituido por otro pariente materno; extraordinarios niveles de variabilidad
genética; y una secuenciación simple y directa.

El resultado de ese estudio se llama hoy "Índice de Abuelidad" en referencia a que fue desarrollado por el pedido de
las Abuelas.

Las Abuelas supieron que disponían de una herramienta más para su búsqueda. A los estudios de grupos sanguíneos,
HLA, isoenzimas eritrocitarias y proteínas plasmáticas, ahora se sumaba el ADN mitocondrial.

Y a esta batería de sistemas de identificación pronto se sumaría otra, puesto que las investigaciones mencionadas
dieron como resultado el hallazgo de los marcadores del cromosoma Y para el seguimiento de la línea paterna, que
son la segunda excepción a la regla que establece que el ADN se recibe en un 50 % de la madre y en otro 50 % del
padre.

Por medio de la herencia del cromosoma Y -“el Adán molecular”- todos los varones de una familia comparten el
mismo patrón genético característico. Esta secuencia determinada del cromosoma Y avanza de generación en
generación, de padres a hijos, de hijos a nietos, sólo de sexo masculino.

Este estudio, conocido como “de la línea paterna”, es muy útil para analizar el vínculo biológico entre primos, tíos y
abuelos, y en conjunto con los restantes sistemas de identificación, pasó a formar parte de una sumatoria de
sistemas con un grado de exactitud irrefutable.

Por ejemplo, cuando se trata de elegir entre ADN nuclear y ADN mitocondrial, la diferencia reside en una cuestión
oportunística, si sirve más uno u otro. El nuclear se transmite por ambas vías, paterna y materna; el mitocondrial se
transmite solamente por vía materna. Si tenemos una familia sin muestras del lado paterno, obviamente las
mitocondrias son el único camino.

Teniendo una herramienta para ayudar a la determinación de la verdadera identidad de los niños apropiados,
Abuelas de Plaza de Mayo elaboró, en conjunto con varios organismos gubernamentales, un Proyecto de Ley –– por
el cual se creó en 1987 el Banco Nacional de Datos Genéticos, a fin de garantizar a los niños secuestrados por la
dictadura militar la posibilidad de recuperar su identidad. Su reglamentación fue sancionada en 1989 y funciona en el
Hospital Durand, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Este Banco tiene como función el almacenamiento y la
conservación de la muestra de sangre de cada uno de los miembros de los grupos familiares, a fin de posibilitar la
realización de los estudios que se desarrollen en el futuro.

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