La imagen importa y mucho.

Unas buenas fotos pueden marcar la diferencia entre que una

casa se venda prácticamente sola o que la tengas publicada durante meses y meses sin que
nadie pregunte por ella.
¿Por qué? la respuesta es muy simple: la primera impresión es lo que cuenta y lo que es
estéticamente bonito, entra rápidamente por la vista y atrae más. Esta actitud la vemos
reflejado en multitud de acciones cotidianas como ir a la frutería y escoger aquellas piezas que
son más bonitas, como si eso fuera sinónimo de mayor calidad, o fijarnos en aquellas
comercios con las vidrieras más atractivas. Puede que sea superficial, pero lo hacemos
constantemente sin darnos cuenta, de manera inconsciente.
Si aplicamos este principio al sector inmobiliario, podemos llegar a la conclusión que no
debemos subestimar el poder de la imagen para atraer el interés de aquellos potenciales
clientes que están buscando comprar una vivienda ya que muchas personas descartarán
visitar la propiedad presencialmente si las fotos no les atraen.

De hecho, en Estados Unidos, el estudio de fotografía profesional inmobiliaria IMOTO

demostró que aquellas agencias que utilizaron fotografías profesionales en sus anuncios
vendieron un 50% más rápido y un 39% más cerca del precio de partida, que aquellas que
siguieron utilizando fotografías ‘caseras’.

Pero no solo lo dice este estudio fotográfico, también el Wall Street Journal en un artículo
especializado que asegura que unas buenas fotografías contribuyen a que el precio se
mantenga en las expectativas iniciales del vendedor, así de tajante: unas buenas fotos evitan
bajar el precio de la vivienda en las negociaciones. ¿Sorprendente, verdad? Entonces, ¿no
crees que la inversión vale la pena?

Por otro lado hacer fotografías de espacios interiores no es una tarea fácil, los ángulos, la
iluminación, cuidar los detalles de la distribución del espacio y la decoración en la fotografía
son aspectos que solo un profesional puede cuidar al detalle.