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3 18/12/2012
Para empezar, el poema contiene como idea principal el rechazo rotundo por
parte del autor hacia la tristeza. Ésta se evidencia en la forma directa como se
dirige el autor, a través de un “yo poético”, a la tristeza, despreciándola,
dictándola, negándola. El poema explora, a manera de isotopías, los temas de la
encarnación de la tristeza, el dominio sobre la tristeza, el optimismo y patriotismo
como contras para tristeza, y finalmente la erradicación de la tristeza.
Por el lado de la composición, los primeros cinco versos del poema abordan el
tema de la encarnación de la tristeza. El hablante lírico se dirige a la tristeza y a
sus diferentes manifestaciones rastreras, como “escarabajo / de siete patas rotas”
en los primeros dos versos y “rata descalabrada” en el verso 4. El tema del
dominio y autoridad que se puede ejercer sobre la tristeza entre los versos 6 y 15,
al darle prohibiciones y órdenes como “Aquí no entras. / No pasas” (Versos 5 y 6)
y “Ándate” (Verso 7), respectivamente. Otro ejemplo notable de la autoridad es
cuando el hablante se impone sobre la tristeza al decir “Aquí vive un poeta” y “La
tristeza no puede / entrar por estas puertas” entre los versos 13 y 15. Ahí él se
confirma como el dueño y amo de sí mismo, como si fuera una casa, y así quien
decide quién entra quién no. En la última frase, el hablante toma una posición
más distante hacia la tristeza, al referirse a esta en tercera persona y ya no en
segunda. Con este cambio el hablante busca presentar la idea como si fuera una
norma, un hecho. El tema del optimismo y patriotismo se desarrolla entre los
versos 16 y 20, pues en ellos cuenta que “Por las ventanas / entra el aire del
mundo, / las rojas rosas nuevas, / las banderas bordadas / del pueblo y sus
victorias”, lo cual se remonta a su compromiso social de aire patriótico, el cual
una vez manifestó hacia España. Del verso 21 al 24 se retoma el dominio sobre la
tristeza, puesto que el hablante vuelve sobre las prohibiciones y órdenes como
“No puedes” en el verso 21 y “Sacude” en el verso 23. Del verso 25 en adelante, se
trata el tema de la firme y determinada erradicación de la tristeza por parte del
hablante, al contar lo que le hará a la tristeza para destrozarla y finalmente
enterrarla.
En cuanto a su estructura externa, los versos del poema figuran entre versos de
Arte Menor bisílabos y versos de Arte Mayor endecasílabos. Predominan los
versos de arte menor. “Oda a la Tristeza” es, por otra parte, una pieza lírica
monoestrófica que tiene treinta y cuatro versos. Se maneja una rima libre,
habiendo rima asonante, por ejemplo, en los versos 27 y 31 con las palabras
“trozos” y “ojos”. Como intensificadores sonoros, se emplea la aliteración, como en
la expresión “esqueleto de perra” en el verso 5, que repite la “e” mientras que
cierra con un énfasis en la “r” para darle una sensación áspera y de desprecio
hacia esta tristeza. Otra aliteración se encuentra en el verso 18, “rojas rosas
nuevas”. Se da sobre la primera sílaba, “ro”, en las primeras dos palabras, y
sobre la terminación “as” en las tres palabras”. Esta aliteración busca darle
remembranza a esta expresión como símbolo de lo contrario a la tristeza. Un caso
similar se presenta en el siguiente verso con la similitud de sonidos en “banderas
bordadas”. Los versos en su mayoría están encabalgados, con la excepción de los
versos 7, 8, 21 y 22. Estos versos esticomíticos albergan órdenes y prohibiciones
que el hablante lírico le impone a la tristeza, las cuales buscan ser breves y
contundentes. El ritmo que maneja el poema no es consistente, al haber
oraciones tanto cortas como largas que están encabalgadas o no. Esto muestra
cierta espontaneidad en lo que el hablante está diciendo, que son sentimientos y
pensamientos que están surgiendo casi de inmediato, en vez de un discurso
preparado en contra de la tristeza. No obstante, no significa que la determinación
de enfrentar a la tristeza haya sido inmediata también. Predomina el
encabalgamiento suave, con pausas versales tanto marcadas como no marcadas.
Se encuentran encabalgamientos abruptos en los versos 9, 11 y 23 para enfatizar
en el verbo imperativo de las órdenes que el hablante le da a la tristeza. Estos
encabalgamientos buscan ser breves y terminantes.