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Balanza de pagos en Colombia:

La balanza de pagos es un indicador o relación donde se consignan las operaciones


comerciales y de capitales que una país desarrolla con el mundo en un determinado
periodo.

La balanza de pagos considera aspectos como la balanza comercial, entendida esta como la
diferencia entre las importaciones y exportaciones de bienes y servicios, y considera
también la llamada cuenta de capitales. Algunos incluyen aspectos como la cuenta
corriente, balanza de rentas y de transferencias, que al final de cuentas forman parte de la
balanza comercial o de capitales. Todos estos conceptos son registrados en la balanza de
pagos, lo que al final puede dar un resultado positivo o negativo, en la medida en que los
pagos y salidas de divisas sean superiores o inferiores a las divisas y capitales recaudados.

Cuando la balanza de pagos es negativa, significa que el país en su interacción con el


mundo, tiene como resultado final una mayor salida que entrada de recursos, lo que implica
recurrir al endeudamiento para suplir la falta de dinero para equilibrar la balanza de pago.

https://www.gerencie.com/balanza-de-pagos.html

De acuerdo a lo anterior, la balanza de pagos de Colombia registra los flujos reales y


financieros que el país intercambia con el resto de las economías del mundo. Presenta dos
grandes cuentas: la cuenta corriente y la cuenta financiera. La cuenta corriente contabiliza
nuestras exportaciones e importaciones de bienes y servicios, los ingresos y egresos por
renta de los factores (ingreso primario) y por transferencias corrientes (ingreso secundario).
La cuenta financiera, que presenta el mismo signo de la cuenta corriente, registra las
fuentes de financiación externa (si hay déficit corriente) o la capacidad de otorgar recursos
al resto del mundo (si hay superávit corriente). Los flujos financieros se desagregan en
inversión directa, inversión de cartera y otra Inversión (préstamos, créditos comerciales y
otros movimientos financieros) y la variación de las reservas internacionales.

La balanza de pagos tiene dos grandes componentes, la cuenta corriente y la cuenta de


capitales. El primer componente evidencia las operaciones de compra-venta internacionales
de un país. Sin embargo, dicho componente no sólo incluye las mercancías, sino también
los servicios y los pagos que se realizan por los factores de producción. Así, los intereses
que se pagan por la deuda internacional y las utilidades que repatrian las empresas
multinacionales se consideran compensaciones al capital, por lo tanto aparecen en la cuenta
corriente. Pero, y de modo más sorprendente, debemos señalar que las remesas que envían
los compatriotas que abandonan el país por diversas razones, también se reportan en la
cuenta corriente, como una especie de pago por la exportación de la mano de obra.
El segundo componente, la cuenta de capitales, contabiliza los ingresos y salidas
internacionales de capital, ya sean en forma de deuda externa o de inversiones extranjeras.
En esta cuenta se incluyen los capitales de corto plazo y de largo plazo.

2. COLOMBIA OPTIMISTA

A lo largo de las últimas dos décadas, la balanza comercial (componente de la cuenta


corriente que registra las importaciones y exportaciones de bienes) ha reflejado un
comportamiento poco alarmante. No se han presentado déficits notorios, incluso en algunos
años se ha tenido superávit comercial.

De igual manera, la cuenta de capitales evidencia que el país a lo largo de dos decenios ha
atraído Inversión Extranjera Directa y créditos de largo plazo. Este tipo de capitales
tienden a ser productivos, relacionados con el desarrollo de empresas y obras de
infraestructura, no dedicados a financiar el consumo.

Hasta aquí, estas dos evidencias muestran un país optimista con una relación positiva con el
resto del mundo: no hay exceso de importaciones y el país es atractivo para los
inversionistas extranjeros.

3. COLOMBIA AMARGA.

Si bien la balanza comercial de Colombia no presenta síntomas críticos en el largo plazo


(no se presenta un crónico, estructural o profundo déficti comercial), la cuenta corriente sí
es deficitaria, de manera profunda y crónica. Aunque la relación entre exportaciones e
importaciones de mercancías es estable, el país tiene un crónico déficit en cuenta corriente,
el cual se explica por la salida de divisas en forma de utilidades repatriadas (las empresas
extranjeras se llevan las ganancias) o de pago de intereses de la deuda externa.

Este déficit no es de mayor envergadura gracias a que los casi dos millones de colombianos
que han salido del país buscando mejores oportunidades, envian remesas que son más
importantes que el valor total de las exportaciones de café. Aunque las remesas se han
reducido con la crisis económica de España y la desaceleración de la economía de Estados
Unidos, su peso sigue siendo muy relevante.

Aunque la cuenta de capitales también se ha visto favorable en las últimas décadas, en


realidad hemos venido incubando una crisis. La mayor parte de las inversiones extranjeras
que llegan al país vienen para la industria minera, particularmente hidrocarburos, lo que
explica su sensible descenso desde que los precios internacionales del petróleo se vinieron
al piso en 2014.
El tema es que las evidencias empíricas señalan que nuestra economía no es atractiva para
los inversionistas extranjeros, excepto en la minería, la banca o el comercio. O sea, ni el
agro, ni la industria manufacturera son destinos significativos de los inversionistas
extranjeros.

4. A MANERA DE CONCLUSIÓN.

La balanza de pagos no sólo es una herramienta para conocer las relaciones económicas
internacionales de un país. Con los datos que se pueden leer en la información que aporta el
Banco de La República, se ratifican varios hechos que dan a entender la crisis estructural de
la economía colombiana:

– dependemos de las exportaciones de hidrocarburos, a pesar de que no tenemos reservas


de petróleo a largo plazo. La importancia del café y otros productos de agroindustria ha
caído significativamente. Ni qué hablar de otros sectores de la industria manufacturera.

– atraemos inversiones extranjeras pero fundamentalmente para la exploración y


explotación de hidrocarburos y la venta de empresas en el sector financiero, comercio y
telecomunicaciones. Pero no llegan capitales para modernizar la industria manufacturera o
el agro. Adicionalmente, la repatriación de utilidades evidencia que los países
industrializados no están interesados en reinvertir sus utilidades en el país.

– las remesas de colombianos que se han ído del país financian una parte importante del
déficit en cuenta corriente.

O sea, estamos vendiendo nuestras empresas, explotando el subsuelo y exportando mano de


obra para financiar nuestro tren de consumo.

http://www.elcolombiano.com/blogs/lacajaregistradora/tag/balanza-de-pagos

Cuenta Corriente

Durante el primer trimestre de 2016 la cuenta corriente de la balanza de pagos arrojó un


déficit de US$3.381 millones que es inferior en US$1.809 millones al registrado en el
mismo periodo del año anterior. Como proporción del Producto Interno Bruto (PIB), el
déficit se ubicó en 5,6%, según anunció el Banco de la República.

Este resultado se explica principalmente por el resultado deficitario de la balanza


comercial de bienes (US$3.096 millones). La evolución trimestral de la cuenta corriente,
indica que el nivel del déficit del primer trimestre de 2016 (US$3.381 millones) es inferior
a los valores trimestrales registrados desde inicios de 2014.
Las exportaciones de bienes del país durante el período de análisis totalizaron US$7.071
millones, con una disminución anual de 29,7%. Por su parte, el valor importado de
mercancías en el primer trimestre de 2016 totalizó US$10.168 millones, con una
disminución anual del 24,5% (US$3.308 millones). La caída del valor importado fue
generalizada.

Variación cuenta corriente

Fuente: Banco de la República

Hasta marzo de 2016, los ingresos por remesas de los trabajadores ascendieron a US$1.163
millones (equivalente a 1,9% del PIB trimestral y 10% de los ingresos corrientes de la
balanza de pagos), registrando un incremento anual de 12,4%.

Cuenta financiera

La cuenta financiera, registró entradas en el primer trimestre del año por US$3,240
millones 5,4% del PIB trimestral.

En los tres primeros meses del año, los ingresos de capital extranjero se estimaron en
US$7.475 millones, cifra inferior en US$1.744 millones a la registrada un año atrás (US$
9.218 millones). Del total, el flujo por inversión extranjera directa (IED) representó el 61%
(US$4,568 millones).
El incremento de la IED se originó principalmente por los mayores aportes de capital
extranjero dirigidos al sector eléctrico (US$2.407 millones), y en menor cuantía por
aquellos destinados al sector de transporte y comunicaciones (US$1.126 millones).

Finalmente, el país recibió desembolsos por préstamos y otros créditos por US$738
millones, contratados tanto por entidades del sector público como del sector privado.

http://www.dinero.com/economia/articulo/resultados-de-la-balanza-de-pagos-en-colombia-
en-el-primer-trimestre-de-2016/224845
Casi un quinquenio después, y tras ser tildados de “Casandras”, la magnitud de dicha
destorcida minero-energética ha resultado de mayor envergadura frente a lo avizorado por
Anif en aquel entonces. Por ejemplo: i) la pérdida de crecimiento potencial ha rondado
cerca de 1,5pp, reduciéndose de valores históricos del 4,5% anual (por quinquenios) hacia
3% (vs. pérdidas proyectadas en aquel entonces de 0,5pp); ii) los faltantes fiscales del
Gobierno Central rondan valores cercanos al 3,5%-4% del PIB (según el propio Marco
Fiscal de Mediano Plazo), donde infortunadamente la Reforma Tributaria de la Ley 1819 de
2016 se estará quedando corta en su cometido de lograr recaudos adicionales de al menos
un 2% del PIB (tan solo llegando al 0,6% del PIB/año), ver Informe Semanal No. 1347 de
enero de 2017; y iii) el faltante externo de la cuenta corriente se deterioró hacia picos del -
6,4% del PIB en 2015 (vs. sus niveles históricos cercanos al -3% del PIB), cuando en
nuestro escenario más estresado estimábamos faltantes del orden del 5%-5.5% del PIB.

Aunque Anif acertó a la hora de detectar los graves problemas que traería la destorcida
mineroenergética, tras una prolongada Enfermedad Holandesa, la verdad es que nos
quedamos cortos en dimensionar la magnitud de esa pérdida de potencial de crecimiento y
la persistencia de los “déficits gemelos”. Tanto el gobierno como el Banco de la República
(BR) han venido pregonando la tesis de un supuesto ajuste “ordenado” en la corrección de
dichos déficits gemelos por parte de Colombia durante 2015-2017. Dicha tesis parece haber
sido aprobada por el FMI y la calificadora Fitch, mas no así por parte de la calificadora
S&P (manteniendo su “perspectiva negativa”) y varios analistas internacionales (así como
localmente Anif). En general, poco se analiza a profundidad en qué consiste la “calidad” de
dicho ajuste externo. Como veremos en esta nota, dicho ajuste externo deja mucho que
desear tanto en sus elementos “por encima de la línea” (déficit de cuenta corriente) como
por “debajo de la línea” (financiamientos en la cuenta de capital). Es claro que (por encima
de la línea) el ajuste se ha centrado en contracciones de las importaciones (cayendo en
cerca del 30% en dólares y afectando seriamente los bienes de capital), en vez de tenerse el
esperado repunte y diversificación exportadora (donde se observa un descenso del 50% del
valor y todavía con elevada concentración en commodities del 65% del total). Y, por debajo
de la línea, se observan preocupantes descensos en los flujos de Inversión Extranjera
Directa (IED), probablemente hacia los US$8.500 millones (3% del PIB) en 2017 frente a
los US$12.000 millones (4% del PIB) de años anteriores, dependiendo entonces de una
peligrosa mezcla de mayor endeudamiento público-privado y de inversión de portafolio de
corto plazo (la cual ya representa el 25% del total de TES emitidos). Veamos esto con
mayor detalle.

Análisis “por encima de la línea”

Ya mencionamos cómo los desbalances externos provenientes de la crisis minero-


energética resultaron de mayor magnitud frente a lo que avizorábamos en 2013-2014. Allí
la reducción de los precios del petróleo Brent en cerca de un 50% implicó grandes
deterioros en la balanza comercial hacia niveles récord del -4.8% del PIB frente al superávit
de cerca del +1% del PIB en pleno auge petrolero de 2008-2012. Ello es el reflejo de la
crisis exportadora que viene afectando al país, habiendo perdido cerca de la mitad del valor
de sus exportaciones (US$31.000 millones en 2016 vs. los US$60.000 millones en el pico
de 2012).

Lo anterior ocasionó los mencionados deterioros en la cuenta corriente hacia niveles del -
6,4% del PIB en 2015 (vs. el -3% del PIB histórico), a pesar del efecto “amortiguador” de
la caída en la renta de los factores. Este último rubro redujo sus egresos de valores cercanos
al 4,3% del PIB en el año 2014 al 3,5% del PIB en 2016, producto del colapso en la
repatriación de utilidades al exterior por parte de las empresas extranjeras (reduciéndose del
3,1% del PIB en 2014 hacia el 1,8% del PIB durante 2015-2016, equivalente a reducciones
del -55%). Todo lo anterior implicó pasar de apreciaciones cambiarias cercanas al 3%
durante 2011-2013 a devaluaciones del 7% en 2014 y del 37% en 2015. Gracias a la
flotación cambiaria, la tasa de cambio había regresado en 2016 a valores cercanos a la
Paridad de Poder Adquisitivo, tras desalineamientos del orden del 25% real por cuenta de la
Enfermedad Holandesa.
Dicho ajuste cambiario había contribuido al “expenditure switching/expenditure reduction”
del que hablara Harry Johnson cuando postuló su “enfoque monetario de la balanza de
pagos”. Esta dinámica fue la que contribuyó a explicar en parte la reducción del déficit
externo hacia el -4.4% del PIB en 2016. Sin embargo, ya hemos explicado cómo este no
puede calificarse de “ajuste ordenado”, pues su calidad deja mucho que desear.

En primer lugar, la balanza comercial aún arroja abultados déficits del -3,6% del PIB
(corrigiéndose vs. el -4,8% de 2015), aunque ello aún dista de los superávits observados
durante 2010-2013. En segundo lugar, dicho ajuste comercial se ha focalizado en las
contracciones de las importaciones (-17% en 2016 y -15.6% en 2015) afectando las
perspectivas de modernización agro-industrial del país. Además, las exportaciones no se
han diversificado y continúan entre 40%-50% por debajo de sus valores de 2010-2014.
Dicho de forma franca y sencilla, Colombia está enfrentando una verdadera “crisis
exportadora”. Nótese que el esperado “efecto de alivio” por cuenta del descenso en la renta
de los factores luce agotado, estancándose en un 3.2%-3.5% del PIB. Es decir, si bien el
descenso en la IED (neta de privatizaciones) fue casi uno-a-uno con el de la renta de
factores durante 2014- 2016, un estancamiento prospectivo de la IED pondría mayor
presión sobre el resultado de la cuenta corriente y su descalce respecto de la cuenta de
capitales.

Análisis “por debajo de la línea”

Financiar dichos faltantes externos conllevó aumentos en el superávit de la cuenta de


capitales hacia niveles de 5,1% del PIB en 2014 y de 6,3% en 2015, logrando mantener
inalterado el stock de Reservas Internacionales Netas (RIN) en niveles de US$47.000
millones. No obstante, cabe anotar que esto implica indicadores de liquidez (= RIN / [CC +
Amortizaciones]) de solo 1,4 veces vs. normas de “confort externo” más cercanas a 2
veces.

Infortunadamente, allí también se reflejan algunas vulnerabilidades en la mezcla de


financiamiento, provenientes de los menores flujos de IED. Estos últimos han pasado de
valores de 4,3% del PIB en 2014 a 3,7% del PIB en 2016 (neta del efecto de privatización
de Isagen, cercano a un 1% del PIB). Allí la IED en el sector minero-energético cayó del
1,7% en 2014 a tan solo el 0,7% del PIB en 2016, como consecuencia del agotamiento en la
rentabilidad del sector.

Compensar dichos faltantes de financiamiento implicó aumentar los influjos de capitales


vía mayor endeudamiento público-privado e inversión de portafolio. En el primer caso, ello
conllevó aumentos en el stock de dicha deuda externa hacia niveles récord de 40% del PIB
(superior a los valores del pico de estrés financiero de 2002-2003 después de la crisis
financiera de 1999). En el segundo caso, la complacencia de los capitales offshore ha
venido generando una especie de “burbuja financiera” en el mercado de TES, hoy a tasas de
6% en el benchmark a 10 años (no solo la más baja de los últimos cuatro años, sino con
pendiente de riesgo de tan solo 50pb), a contrapelo de las persistentes debilidades fiscales,
externas y de menor crecimiento potencial (según lo comentado).

¿Será que los simples vientos del “posconflicto” pueden justificar la duplicación de las
“apuestas” sobre los TES de Colombia, llevando a US$20.000 millones su portafolio en tan
solo dos años? ¿No será más bien que por cuenta del grave deterioro de otros emergentes
Colombia ha aumentado hasta un 25% su participación offshore en TES (superando el 15%
de Brasil y acercándonos al peligroso 30% de México)? En el corto plazo, lo más grave es
que ese capital offshore está borrando la “competitividad cambiaria” que había logrado
Colombia. En efecto, frente a la “crisis exportadora”, uno esperaría haber ganado otro 5% o
10% de devaluación real, pero está ocurriendo lo contrario: hemos venido experimentando
apreciaciones de 10% frente al dólar, perfilándose la TRM hacia niveles desalineados de
$2.850- $2.950/dólar en vez de pisos en valores de $3.100/dólar.

Vale la pena entonces que el BR estudie con detenimiento la conveniencia de llegar a


adoptar esquemas de “controles de capital” a dichos ingresos del offshore (pero sin alterar
las reglas de aquellos que ya han ingresado). A diferencia de los encajes relacionados con la
permanencia de esas inversiones del offshore adoptados durante 2007-2008 por el BR,
nuestra sugerencia es que se adopte un impuesto transaccional (Tobin-Tax) de 6%,
elevando así su tributación actual de 14% hacia 20%, pero aplicable únicamente al stock de
inversiones en TES que desborden el valor que mostraba cada tenedor, digamos, a la fecha
de junio 30 de 2017.

Conclusiones

Hemos visto cómo, a pesar de la retórica oficial del llamado ajuste “ordenado”, las cuentas
externas de Colombia aún exhiben persistentes vulnerabilidades tanto por encima de la
línea (cuenta corriente) como por debajo de la línea (cuenta de capitales). En el primer caso
son particularmente graves: i) la pobre calidad del ajuste al interior de la balanza comercial,
concentrado en contracciones en las importaciones y, en últimas, implicando mayor
desaceleración de la economía; y ii) el agotamiento en los alivios por menores egresos en
renta de los factores, aun cuando la IED (su contrapartida en la cuenta de capitales)
pareciera continuar con su tendencia decreciente.

En el frente de financiamiento, preocupan las vulnerabilidades provenientes de una


peligrosa mezcla de mayor endeudamiento externo (público-privado) y crecientes
inversiones de portafolio derivadas de la complacencia de los capitales offshore. Estas
últimas estarían ejerciendo un doble efecto negativo resultante de: i) evitar la convergencia
cambiaria hacia sus niveles PPA (amenazando con extender la crisis exportadora del país);
y ii) la amplificación del potencial de contagio frente a posibles rebrotes de volatilidad
financiera externa en la coyuntura actual de reversas de flujos de capital desde los
emergentes hacia Estados Unidos.

Todas estas consideraciones han aparecido en los recientes reportes de las calificadoras de
riesgo (aunque algunas de ellas han decidido darle a Colombia el beneficio de la duda en el
outlook de su calificación crediticia). Estos debates también fueron arduos durante las
reuniones de primavera del FMI-Banco Mundial en Washington, los cuales ya tendremos
oportunidad de comentar.

https://www.larepublica.co/opinion/calidad-del-ajuste-en-la-balanza-de-pagos-2015-2018-
2505846

Metodologia:

La compilación de la balanza de pagos (BP) en Colombia la realiza el Banco de la


República (BR) con base en una amplia gama de fuentes de información a las que se accede
mediante reglamentación emitida directamente por el Banco o mediante el establecimiento
de convenios interinstitucionales, en los casos en que sus facultades legales no permiten un
acceso directo. La estructura de fuentes de información está compuesta por: i) registros
administrativos, ii) reportes obtenidos a través del sistema de notificación de transacciones
internacionales (SINTI)1, que en el caso colombiano, no solo abarca las realizadas a través
del sistema financiero local sino también las efectuadas a través de cuentas de depósito en
bancos del exterior registradas ante el BR, iii) reportes contables tanto de empresas del
sector financiero y no financiero, iv) acceso a bases de datos internacionales especializadas
y, v) estimaciones que siguen los parámetros metodológicos establecidos en el MBP6, en
casos en que no se cuente con información directa. La construcción de las estadísticas de la
BP tiene en cuenta su consistencia con el resto de estadísticas macroeconómicas como la
Cuenta Resto del Mundo del Sistema de Cuentas Nacionales SCN, las estadísticas de
comercio exterior de bienes y las estadísticas monetarias y financieras

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