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FRASES DEL LIBRO “EL PRINCIPE” – Por Nicolás Maquiavelo

1. Los hombres siempre están dispuestos a cambiar de señor, con la convicción de que eso les
traerá mejoras Pag. 25
2. El deseo de conquista es sin duda algo totalmente natural y legítimo, y si un hombre es
capaz de llevar a cabo una conquista siempre será elogiado por ello o por lo menos no será
criticado. Pag 36
3. El que ayuda a otro a alcanzar el poder está condenado a hundirse porque para conseguirlo
habrá utilizado o su destreza o su fuerza, y ambas cosas resultan sospechosas para el que
se ha vuelto poderoso. Pag. 39
4. Porque en realidad no existe otra forma segura de dominarlas que no sea la de destruirlas.
Y quien se apodere de una ciudad acostumbrada a la libertad y no la destruya, que se espere
ser destruida. Pag. 48
5. Puesto que el hecho de pasar de simple ciudadano a príncipe supone una intervención o de
la virtud o de la suerte, parece o la una o la otra deberían mitigar en parte muchas de las
dificultades, sin embargo son los que menos se han beneficiado de la suerte los que se han
mantenido más tiempo en el poder. Pag 52
6. Si los innovadores se valen por sí mismos o si dependen de otros es decir, si para llevar a
cabo su obra tienen que rogar o pueden imponerse con la fuerza. En el primer caso siempre
acaban mal y no consiguen llevar nada a término. Pero si dependen de sí mismos y pueden
imponerse con la fuerza entonces rara vez se ponen en peligro. Pag 55
7. El que no funda con cimientos con anterioridad puede, si tiene grandes capacidades, hacerlo
después, aunque eso conlleve molestias para el arquitecto y peligro para el edificio
Pag. 59
8. Un príncipe no debe tener más objetivo ni más preocupación, ni dedicarse a otro arte que
el de la guerra, su organización y su disciplina. Porque este es el único arte que compete a
quien gobierna. Pag. 113
9. Los hombres en general juzgan más por los ojos que por las manos, porque muchos son os
que ven y pocos los que tocan. Todos pueden ver lo que pareces, pero pocos saben lo que
eres, y esos pocos no se atreven a ir en contra de la opinión de la mayoría que tienen a la
autoridad del estado que la respalda. Pag. 137
10. Y es que hay tres tipos de inteligencia: la primera entiende las cosas por sí misma, la segunda
discierne lo que otro comprende, y la tercera no comprende ni por si misma ni a través de
otros; la primera es extraordinaria, la segunda es excelente y la tercera inútil. Pag 176
11. Hay una sola forma de guardarse de las adulaciones: que los hombres comprendan que no
te ofenden si te dicen la verdad; pero por otra parte, si todos pueden decirte la verdad te
pueden faltar el respeto. Pag. 179
12. Cuando el príncipe roba y usurpa los bienes y las mujeres de sus súbditos, algo de lo que
debe abstenerse porque cuando a la mayoría de los hombres no se le arrebata ni los bienes
ni el honor, estos viven contentos. Pag. 139
13. Un príncipe debe darle poca importancia a las conjuras, cuando el pueblo le es benévolo,
pero si el pueblo está en su contra y lo odia, entonces debe temer a todo y a todos.
Pag. 143
14. El odio se adquiere tanto de las buenas obras como de las malvadas, si un príncipe quiere
conservar el estado, a menudo se ve forzado a no ser bueno. Porque cuando las masas cuyo
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apoyo juzgas necesario para mantenerte están corrompidas, te conviene adaptarte a sus
inclinaciones para satisfacerlas, y en ese caso las buenas acciones se vuelven en tu contra.
Pag. 147
15. Por eso el hombre precavido no es capaz de actuar con ímpetu cuando llega el momento,
por lo que fracasa; si los hombres supieran cambiar su naturaleza de acuerdo con los
tiempos y con las cosas, no cambiaría la fortuna. Pag 190
16. Puesto que la fortuna cambia y los hombres se obstinan en sus posturas son felices mientras
que esto concuerda, y fracasan cuando no lo hacen. Es mejor se impetuoso que precavido.
Pag. 192
17. Y todo concurre a vuestra grandeza. Lo que queda tenéis que hacerlo vos. Dios no quiere
hacerlo todo, para no quitarnos el libre albedrio y la parte de gloria que nos corresponde.
Pag. 196
18. Porque los hombres hacen daño o por miedo o por odio. Pag 69
19. Pero dado que hay otros dos modos de pasar de simple ciudadano a príncipe que no se
pueden atribuir por completo ni a la suerte ni a la virtud, me refiero a cuando se alcanza el
principado por un camino criminal o nefasto, o de cuando un simple individuo se convierte
en príncipe de su patria con el favor de sus conciudadanos. Pag. 71
20. Sin embargo, no puede llamarse virtud el exterminio de sus conciudadanos, el traicionar a
los amigos, el no tener ni palabra, ni piedad ni religión: de esa forma se puede obtener el
poder, pero no la gloria. Pag. 73
21. Por eso hay que señalar que quien ocupe un estado debe meditar cuales son las injurias que
va a tener que cometer y hacerlas todas de una vez, para no tener que cometer una nueva
cada día, asegurándose de esa forma la fidelidad de los hombres y ganándoselos con los
favores. Pag. 77
22. Al que llega al principado con la ayuda de los nobles, le cuesta más mantener el poder que
al que llega con la ayuda del pueblo. Pag. 80
23. A los nobles hay que clasificarlos en dos categorías: los que actúan de forma que con su
proceder se vinculan por completo a tu misma suerte, o no. A los que se unen a ti si no son
ambiciosos debes honrarlos y amarlos. Pag. 82
24. Un príncipe tiene que tener al pueblo de su lado o de lo contrario en las adversidades no
tendrá salvación. Pag 83
25. Un príncipe que tenga una ciudad fuerte y que no se haga odiar por su pueblo no puede ser
atacado y si alguien se atreviera a atacarlo tendría que marcharse cubierto de vergüenza.
Pag. 89
26. Los cimientos principales de todos los estados, ya sean estos nuevos, viejos o mixtos, son
las buenas leyes y los buenos ejércitos. Pag. 95
27. Por tanto aquel que en un principado no advierte los males cuando nace no es
verdaderamente sabio. Y ese es un don que le está reservado a muy pocos. Pag. 110
28. Por eso un príncipe que no sea versado en la milicia, además de otros inconvenientes, no
podrá ni ser estimado por sus soldados ni fiarse de ellos. Pag. 114
29. Un príncipe sabio nunca debe estar ocioso en tiempo de paz, sino aprovechar esos
momentos activamente para que le sean útiles ante las adversidades, de forma que, si
cambia la suerte se encuentre preparado para resistirlas. Pag. 117
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30. Por eso es necesario que un príncipe que quiera conservar el poder aprenda a no ser bueno
y serlo o no según la necesidad. Pag. 120

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