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VIOLENCIAS EN LA ESCUELA. NUEVOS PROBLEMAS, DIFERENTES INTERVENCIONES.

Bringiotti, M. I.; Paggi, P.; Molina, M. L. y Viar, J.P. (2015) Bs. As. , Paidós.

CAPITULO 2

LA VIOLENCIA EN LA FAMILIA

María Inés Bringiotti

Dentro de la problemáticas que hoy recibe la escuela encontramos situaciones que si bien no son

novedosas, se han develado en las últimas décadas y se dan cotidianamente en muchas familias.

Así llegan a la escuela, penetran sus espacios, las clases, el aprendizaje y las relaciones. Nos

referimos a la violencia intrafamiliar, sobre la que se ha escrito mucho, se ha capacitado y se han

propuesto estrategias de prevención y abordaje, no siempre con éxito.

En otros capítulos se analizarán otras modalidades de la violencia como la social y la institucional.

El objetivo de separarlas es puramente práctico a los fines de poder profundizar el análisis de cada

una de ellas. Hemos mencionado en varios trabajos a las “múltiples violencias” que podían

observarse bajo el concepto de “violencia en la escuela”. (Bringiotti, 2008). Las numerosas

consultas recibidas desde las escuelas suelen referirse al “problema de la violencia”, a la “violencia

cotidiana”, a la “violencia” como un todo homogéneo, que en la realidad dista mucho de serlo.

Al trabajar en las escuelas, uno de los primeros aspectos que planteábamos era desmenuzar lo

que englobaba la conceptualización de “violencia”, así a partir de actividades concretas, se

pudieron discriminar diferentes modalidades donde era posible observar la presencia de la

violencia, como resultado de diferentes situaciones previas. Los aportes realizados desde el punto

de vista de la institución escuela, hablan del malestar docente, del burnout, del pedido de
licencias, de la falta de herramientas para abordar los nuevos problemas que llegan a la escuela,

los temores y falta de respuesta ante situaciones “nuevas”. En otros casos aparecían discusiones

acerca de lo pedagógico y la disciplina respecto a las características actuales del alumnado. Por

otra parte las reivindicaciones de los docentes se refieren a los sueldos, a las condiciones

laborales, al rol docente, a las crisis, al papel de la educación… y también se planteaban las

violencias que penetraban desde el barrio, los medios, las familias, lo económico. (Bringiotti, 2008:

18)

Como vemos son múltiples manifestaciones de la violencia, por lo que se requieren múltiples

estrategias de abordaje, ya que las mismas no son unívocas, ni homogéneas. En este capítulo

abordaremos la problemática de la violencia en el ámbito familiar, llamada también violencia

intrafamiliar, una de las diferentes formas de la violencia que llega a la escuela.

CONCEPTUALIZACIONES ACERCA DE LA VIOLENCIA INTRAFAMILIAR

En nuestro país se empieza a hablar de situaciones violentas en la familia a mediados de los 80, y

los trabajos y denuncias que surgieron apuntaban a la violencia hacia la mujer – mal llamada

violencia de género – y al maltrato infantil. Los grupos de mujeres, académicas o no, fueron las

que iniciaron la visibilización del problema y promovieron las primeras denuncias sobre la

violencia que sufrían por parte de su pareja, lo que fue, lamentablemente expuesto a partir de la

muerte de Alicia Muñiz, en manos de sus pareja Carlos Monzón. Por su parte, los que trabajaban

en infancia trajeron los aportes de los congresos americanos y los trabajos de Kempe y Silverman

acerca del Síndrome del niño golpeado y el Síndrome del bebé sacudido. Vemos que lo que fue

visible en un primer momento fue el maltrato físico en sus diferentes formas, hacia la mujer y

el/la niño/a.
Si nos remontamos a la historia de las mujeres y de la infancia, podemos detenernos en los

extensos registros históricos que no sólo permitían, sino aconsejaban el castigo como modalidad

correctiva para ambos – mujeres y niñ@s -. Las mismas leyes de la época colonial en nuestro país –

herencia de la madre patria - tienen interesantes artículos sobre los derechos de los maridos y

padres respecto a la educación, crianza y organización de la familia. El paso de los años permitió

reflexionar al respecto y denunciar estas modalidades relacionales como malos tratos, de ahí que

en un primer momento lo visible fue el maltrato físico o sea la violencia ejercida bajo la forma de

castigos físicos. Posteriormente fue posible ir registrando otras formas de ejercer violencia, a

veces no tan evidentes como la violencia física, pero igualmente perniciosas. (Burguière y otros,

1988; Moreno, 2004).

Los modelos históricamente patriarcales de las organizaciones familiares han determinado roles

estereotipados de género, donde se establecía claramente lo que se esperaba de un hombre y de

una mujer, y las características aceptadas en el desempeño de cada uno. Si bien hoy esos roles

están cuestionados y se han flexibilizados, la “revolución” que implicó la salida de la mujer del

ámbito hogareño para trabajar y compatibilizar los roles intra y extradomésticos, y la posibilidad

de contar con sus ingresos y un mayor grado de autonomía, no fueron obstáculos para que la

violencia en la pareja continuara. Los casos de femicidios aparecen casi a diario en las noticias, y

gran parte de esas mujeres trabajan y salen de su hogar, y ello tampoco impide el ejercicio de la

violencia bajo diferentes formas. Esos modelos tradicionales patriarcales están en la base de la

mayoría de las manifestaciones de la violencia en el ámbito familiar.

Posteriormente se fue ampliando el registro de las modalidades violentas en el ámbito familiar,

para ello fue necesario distinguir entre agresividad, de las que no estamos exentos ante

situaciones extremas, de la violencia como modalidad de relación cotidiana. Por otra parte hemos
escuchado muchas veces que una manera de evitar la violencia es evitar los conflictos, como si eso

fuera posible en las relaciones humanas. El problema no es la aparición de los conflictos, normales

en toda convivencia familiar o situación laboral sino la forma de resolución de los mismos, cuando

la violencia se dispara como modalidad habitual para enfrentar los conflictos estamos realmente

ante un grave problema como es la instalación y perpetuación de la misma.

Las familias no se encuentran aisladas, forman parte de un entramado sociocultural que impacta

en su funcionamiento y a su vez están integradas por sujetos que traen una historia previa de vida

con dificultades de menor o mayor gravedad. La violencia social, la violencia institucional, la

violencia familiar y la violencia individual deben considerarse articuladas tal como se encuentran

en la realidad, podemos a los fines analíticos tomarlas en forma aislada para un análisis más

pormenorizado, pero sin perder de vista este engranaje que las sostiene y potencia entre sí.

Al referirnos a la violencia en el seno familiar, debemos tener en cuenta los determinantes

familiares previos que cada integrante lleva a la pareja y a la familia; así mismo las múltiples

influencias desde lo social, como crisis económicas, problemas laborales, desempleo, entre otras y

los condicionantes culturales, la mayor tolerancia a la violencia, la aceptación de los castigos en la

educación, el ejercicio del poder en las relaciones, un alto grado de discriminación….como

aspectos macro que influyen en la familia, su ideología y sus conductas. De ninguna manera nos

referimos a un determinismo, en el sentido que ciertos factores previos son los causales de que

haya o no violencia, pero no podemos ignorar que tienen peso como factores de riesgo, que

estando presentes y de no mediar una intervención compensatoria, van a facilitar a aparición de la

misma. No toda persona que pierde su trabajo manifiesta una conducta violenta – puede

enfermarse, deprimirse, paralizarse, abandonar a su familia, reflexionar sobre los pasos a seguir….-

cada respuesta será el resultado de su historia previa y su manejo de los problemas anteriores, del
apoyo familiar y/o social de que disponga, de las respuestas de las políticas públicas. Cada caso es

único y merece ser analizado con sus aspectos propios y diferenciales.

Cuando nos referimos a violencia familiar hablamos de:

 Violencia hacia la mujer,

 Violencia hacia el hombre,

 Violencia cruzada en la pareja,

 Violencia hacia las/os niñas/os,

 Violencia hacia los ancianos,

 Violencia de hijas/os hacia los padres/ las madres

 Violencia en el noviazgo.

Hacemos esta distinción a fin de mostrar las modalidades que podemos observar en el seno

familiar o en la pareja. En estos momentos se emplea el concepto de violencia hacia la mujer o

violencia hacia el hombre en forma separada y ambas son casos de violencia de género. La

asimilación de género a mujer es una forma superada por las estudiosas de tema, ya que género

incluye todas las formas que pueden adoptarse más allá de las tradicionales binarias y que han

sido desarrolladas en el capítulo anterior. Sin duda estadísticamente la violencia hacia la mujer en

sus diferentes formas supera a los casos que podemos observar de violencia hacia los hombres, y

presentan mayor gravedad y secuelas. Pero un análisis del problema nos lleva a reconocer que hay

casos donde ello ocurre, hombres maltratados psíquicamente o emocionalmente, así como

descalificados, denigrados o ignorados, aunque sea mucho menor su ocurrencia. Algo similar

ocurre con la violencia cruzada en la pareja, por un lado puede ser una modalidad relacional de la

pareja – como las relaciones sadomasoquistas, que no pueden ser tipificadas como violencia

cruzada en la pareja al ser consentidas, y producir algún grado de satisfacción en ambos


integrantes -. En otras situaciones esa violencia cruzada ha surgido como forma defensiva de la

mujer ante los ataques de su pareja, en este caso estamos ante un vínculo violento, que sólo

puede ser funcional en tanto la mujer se defienda para luego poder salir de ese círculo vicioso

violento. Si se transforma en una modalidad relacional permanente es una forma de violencia

familiar con un alto costo para sus integrantes y para las/os hijas/os si los hubiera. El aprendizaje

de estas conductas en el ámbito familiar se ve facilitado y muy probablemente sea incorporado y

repetido al momento de conformar su propia pareja/ familia, se suele hablar de la transmisión

intergeneracional del maltrato y la violencia, como aprendizaje social, obviamente no como un

componente genético.

Cuando nos referimos a la violencia hacia la mujer estamos incluyendo:

 Física, golpes, quemaduras, torceduras, arrancamiento de cabellos, dientes...

 Emocional, ignorancia de sus necesidades, y de sus palabras, exclusión de salidas, rechazo

de las demostraciones/ necesidades de afecto….

 Verbal, insultos, epítetos denigrantes, sobrenombres peyorativos…

 Económica, control del dinero, no dar el dinero necesario para la casa y los hijos,

apropiación del dinero de la mujer…

 Sexual, obligar a tener relaciones, o realizar prácticas no deseadas…

 Indirecta, dirigida a personas, animales y/o objetos queridos por ella.

Estas formas coexisten en una relación violenta, pudiendo predominar una sobre la otra, pero

siempre produciendo un efecto o impacto acumulativo. Es muy frecuente que en la escuela se

conozca, se observe o se comente la ocurrencia de situaciones de violencia hacia la mujer, madre


de alumnas/os; en estos casos hay que tener en cuenta que muchos de los alumnas/os

“problemáticos” en la escuela, con dificultades en el aprendizaje o en las relaciones con sus pares

o con los mayores provienen de hogares donde la violencia hacia las madres e inclusive hacia ellos

está presente. Y un aspecto importante a trabajar en las capacitaciones es entender la situación de

atrapamiento que estas mujeres sufren, por la cual no les resulta fácil salir o separarse, sufriendo

discriminación y siendo juzgadas por continuar en esa situación. Este es un aspecto que se reitera,

y suelen escucharse comentarios como “porque no se van”, “por algo se quedan”, “les gusta”, “si

se van se mueren de hambre”… y muchas más. En alguna escuela donde una docente sufría

situaciones de este tipo en su casa, se pudo observar una mayor permeabilidad para trabajar el

tema, no poniéndolo en lo que le pasa a las madres de los alumnas/os, sino a mis colegas o a mí.

Si bien en las capacitaciones se explica el porqué de estas conductas de sometimiento de la mujer,

muchas veces viendo a las/os niñas/os y el impacto que tienen sobre ellos estos vínculos

parentales, es fácil y hasta comprensible que se generen sentimientos de enojo, fastidio e

intolerancia con esas madres, cuando en realidad desde la escuela se puede escuchar y orientar a

donde recurrir, sabiendo que es un proceso lento, y que las meras indicaciones o sugerencias no

producen los cambios esperados en breve tiempo. La explicación acerca de la “indefensión

aprendida” para referirse a la captación y denigración constante por parte de una pareja violenta,

ha sido útil para entender que no pueden salir de la situación porque han sufrido lo que se llama

“proceso de indefensión”, que no suele ser natural, ni propio de la mujer, ni de ningún ser

humano, que puede estar presente por haber sido sus familias de origen violentas, con padres

violentos y madres sometidas, y ello se refuerza en la conformación de su pareja, repitiendo este

modo vincular. En estos casos la posibilidad de salir de la situación no se ve como viable, la salida

no está a su alcance y el trabajo de denigración constante que sufren las llevan a no tener

confianza en sí misma y a carecer de recursos para enfrentar a su pareja, todo ello sumado a la
falta de recursos económicos e instrumentales, la preocupación por los hijos y el deterioro o

ausencia de las relaciones con la familia de origen y amigos, la colocan en una situación de

perpetuación de la relación violenta.

La Teoría de la Indefensión Aprendida mencionada ha permitido:

 Explicar los cambios psicológicos responsables de la permanencia de la mujer maltratada

en la relación violenta. (Seligman,1975)

 Mostrar el ciclo de Agresión vs ternura y arrepentimiento por parte de la pareja, sin

posibilidad de ser previstos, lo que producen un estado confusional en la mujer,

 Evidenciar la dificultad que tiene la mujer en relacionar los comportamientos con las

respuestas obtenidas, ya que generalmente son azarosas,

 Demostrar la presencia de síntomas de ansiedad extrema, conductas de alerta y

sobresalto en las mujeres,

 Mostrar cómo desarrollan una conducta adaptativa para evitar la reacción violenta de su

pareja.

Conociendo estos aspectos podemos comprender mejor a estas mujeres en su situación cotidiana

como víctimas de violencia en su hogar, pueden ser madres de las/os alumnas/os, pueden ser

colegas docentes, una portera, una vecina. Son situaciones que aparecen y que desde la escuela

pueden ser escuchadas, orientadas, derivadas, y deberían trabajarse en actividades preventivas en

la currícula escolar.

El abordaje de la violencia hacia la mujer permitió profundizar en las características, modalidades

e inicio de la misma. En el relato de las víctimas fue posible detectar los momentos en sus vidas en
los cuales van apareciendo modalidades claramente violentas o sutiles formas no reconocidas

como tales. Hay situaciones claves que son recordadas a posteriori como la preparación del

casamiento, el embarazo, el nacimiento del hijo, un problema laboral, entre otros, sin embargo en

general suelen no registrarse las situaciones de violencia recibidas durante el noviazgo. Hoy

hablamos de violencia en el noviazgo o de noviazgos violentos, en algunas escuelas secundarias

se trabaja preventivamente y suelen registrase casos que son derivados para su asistencia. Se trata

de una temática difícil de ser reconocida justamente por los mitos y fantasías acerca de la pareja,

el romance, el amor romántico que lleva a redefinir conductas de excesivo control o violentas

como manifestaciones del amor y surgen todo tipo de justificaciones para las actitudes del novio.

Desde el “no puede vivir sin mí, por eso me llama a cada rato”, “no quiere que salga porque

quiere estar conmigo”, “a veces se enoja pero es porque me quiere solo para él”, “si, es difícil,

pero ya se le va a pasar” y sobre todo la frase esperanzadora “yo lo voy a cambiar”…. Del Duca,

Tilli, (2010)

Es así que podemos observar que:

 La mayoría de los casos de Violencia Conyugal se inician en el noviazgo y no son

registrados como tales,

 Las modalidades más habituales como el juego de manos, los insultos “cariñosos”, el

control de los horarios, las salidas, las amistades quedan la mayoría de las veces negadas

bajo justificaciones de todo tipo,

 Se suele cerrar el circuito de relaciones solo a la pareja, algunas veces se incluye a las

familias, aunque en muchos casos éstas también son alejadas para evitar la mirada sobre

lo que ocurre,
 Se llega a controlar la vestimenta, el cabello, los adornos, los gustos personales en general,

 El varón en general suele tomar las decisiones en casi todos los ámbitos – social,

económico, familiar, afectivo -,

 No se respetan los espacios, ni los horarios propios de la pareja,

 Suelen aparecer amenazas sutiles al principio más de tipo psicológico, y luego castigos

leves que se van acrecentando.

El trabajo con adolescentes es prioritario por muchas razones, especialmente con el objetivo de

evitar la perpetuación de un vínculo violento. En muchos casos estos jóvenes provienen de

hogares donde hay relaciones violentas, entre el padre y la madre; entre algunos de ellos y su

nueva pareja, con episodios de malos tratos a los hijos; mujeres sometidas y padres violentos. Los

modelos aprendidos se materializan al momento de iniciar una relación, si el abordaje es

temprano pueden esperarse cambios antes de la consolidación o convivencia de la pareja. En

algunos casos, el registro de la relación como violenta y el no cambio actitudinal de la pareja llevó

a la ruptura de la misma. Sin duda es una temática que puede ser trabajada por diferentes

profesores y en distintas materias a fin de mostrar la impronta de los buenos tratos en todas las

relaciones.

Otra de las formas de violencia en la familia es violencia a las/os ancianas/os, las/os abuelas/os...

Con el avance de la medicina nos dirigimos hacia una sociedad de personas mayores, con una

mayor longevidad de las mujeres generalmente por su mayor preocupación en los controles

periódicos y la prevención. En muchos países la pirámide poblacional ya no presenta la forma

tradicional con un vértice que indicaba la población anciana y una base mucho más amplia para los

nacimientos, esa pirámide está perdiendo su forma, pasando en algunos casos a un rectángulo,
casi similar el número de nacimientos que muertes – por la mayor expectativa de vida

acompañada de un mayor control de la natalidad y del número de hijos que una pareja decide

tener -. En otros países los datos demográficos evidencian el riesgo de llegar a ser una pirámide

invertida.

Las exigencias de la vida cotidiana, los problemas laborales, económicos y ciertos valores que

acentúan la juventud, la vitalidad, lo actual, lo efímero…. llevan a un descuido de los mayores, el

respeto a los ancianos de otras épocas es reemplazado en muchos casos por sentimientos

negativos como “la carga que implican”. En algunos casos son situaciones que podríamos tipificar

como de violencia hacia los ancianos que se manifiestan de diferentes maneras como:

 Maltrato físico,

 Maltrato psicológico,

 Negligencia o abandono físico/ psíquico/ social,

 Abuso financiero,

 Desposesión de objetos identitarios,

 Uso de su vivienda, pertenencias, dinero…

Todo ello socava la autoestima de los ancianos, y acelera su deterioro. Muchas veces se escucha

en las familias que hay una “armónica” relación en la pareja y con las/os hijas/os, mientras se

maltrata, se ignora, se denigra al abuelo o la abuela, sin duda estamos ante situaciones de

violencia intrafamiliar donde de una forma sutil o no, se muestra a las/os hijas/os que las/os

ancianas/os no “sirven”, son molestos y nada pueden aportar. Esas/os hijas/os supuestamente

queridos y cuidados aprehenden valores y conductas que luego si son incorporadas pueden

repetirse, sin duda los padres que actúan así están cometiendo formas de malos tratos hacia sus

hijos – maltrato emocional - en la trasmisión de patrones inadecuados de conductas.


Los registros de malos tratos a los ancianos están muy por debajo de la realidad, son

subdetectados, muchos más que los niños y las mujeres ya que se encuentran en una situación de

mayor aislamiento – no trabajan, no van a la escuela, han perdido a su pareja y/o a sus amigos –

Ellos, por su parte, ocultan las situaciones, por vergüenza, para preservar a la familia, para no

molestar, para no ser castigados y porque con el tiempo también son víctimas del proceso de

indefensión aprendida. Debemos tener en cuenta que en las familias donde esto ocurre, la

violencia está presente, y si no se respeta a los ancianos, no se respetará a otras personas. Es un

aspecto fundamental para ser trabajado desde la escuela.

En los últimos años, han surgido muchas consultas por dificultades en los vínculos paternofiliales,

en este caso con hijas/os prepúberes, púberes y adolescentes, en cuyas relaciones más allá de los

conflictos habituales se ha podido observar el ejercicio de malos tratos físicos y psicológicos hacia

los padres, se trata de formas de violencia de hijos hacia los padres. En algunas familias

monoparentales donde la madre asume la crianza de los hijos, alguno de ellos repite el rol violento

parental; en otras perteneciendo a una familia no violenta, quizás con inhabilidades parentales

para ejercer la necesaria autoridad y contención, los modelos sociales violentos influyen en estas

conductas, aun estando ambos padres presentes.

Sabemos que al trabajar con estas familias encontraremos vínculos complejos y disfuncionales que

pueden favorecer estas reacciones de los hijos, sin embargo en muchos casos las agresiones no

encuentran fáciles explicaciones. Podemos observar entonces:

 Pre-púberes, púberes y adolescentes que enfrentan sistemáticamente y de una manera

violenta a sus figuras parentales,

 Se manifiestan con gritos, insultos, descalificaciones, burlas, robos, desobediencias,

amenazas y aún castigos físicos, además de psicológicos.


 En muchos casos se observan conductas delictivas o vinculación con grupos delictivos.

 En otros, huida del hogar, consumo de alcohol y/o drogas.

 En general, incapacidades parentales para poner límites, excesiva permisividad, y miedo a

enfrentarlos.

Son casos complejos, ya que frecuentemente, abandonan la escolaridad, y cuando concurren son

alumnos difíciles para abordar, generalmente tampoco trabajan y mantienen relaciones agresivas

con el entorno. Hay casos no pueden ser incluidos en esta caracterización, aquellos que son

maltratados por su familia y usan la violencia para defenderse, en los que esto no ocurre hay una

responsabilidad tanto de la familia, como de la escuela y de las políticas públicas que no siempre

brindan espacios e inclusión para estos jóvenes. Estas reacciones no surgen de un momento para

otro, de ahí la importancia de la intervención temprana y de la prevención en todos los niveles de

la escolarización.

LA VIOLENCIA HACIA LOS NIÑOS.

A partir del reconocimiento del Síndrome del Niño Golpeado (Kempe, 1965) se comenzaron a

registrar las diferentes formas que adopta el maltrato.

Un listado actualizado y exhaustivo comprendería las siguientes categorías (Bringiotti, 2000: 47 a

52):

1. Maltrato físico: cualquier acción no accidental por parte de los padres o cuidadores que

provoque daño físico o enfermedad en el niño o lo coloque en grave riesgo de padecerlo, como

golpes, ahorcamientos, pegar con objetos, quemar, colocarlo en situaciones de encierro o

aislamiento, entre otras.


2.1 Abandono o negligencia física familiar: aquella situación en que las necesidades físicas

básicas del niño como alimentación, vestido, higiene, protección y vigilancia en situaciones

potencialmente peligrosas y/o cuidados médicos, no son atendidos temporal o permanentemente

por ningún miembro del grupo que convive con el niño estando en condiciones de hacerlo. En

estos casos se trata de familias que necesitan algún tipo de apoyo o tratamiento ya que la carencia

principal es no contar con modelos básicos de crianza, y no por reales problemas de carencia

económica. En el caso de prestar ayuda económica es difícil que mejoren las prácticas de crianza

sin un acompañamiento.

2.2. Abandono o negligencia física social: esta forma de malos tratos incluye a los niños cuyas

familias no cuentan realmente con los recursos económicos para satisfacer sus necesidades

básicas y en este caso debemos señalar la responsabilidad del estado y la insuficiencia de las

políticas sociales/ públicas. Estas familias son posibles de identificar, ya que al recibir la ayuda

necesaria, los niños modifican su situación de carencia al tener incorporados modelos de crianza

adecuados. Debemos señalar que en muchos casos encontraremos articuladas ambas formas de

negligencia, lo cual implica un abordaje articulado.

3. Maltrato emocional: hostilidad verbal crónica en forma de insulto, burla, desprecio, crítica y

amenaza de abandono y constante bloqueo de las iniciativas de interacción infantiles, exclusión de

las actividades familiares, transmisión casi habitual de una valorización negativa del niño, negación

de autonomía en los más grandes, conductas de amenaza e intimidación, conductas ambivalentes

e impredecibles, aislamiento, evitación de contactos sociales. En los últimos años se ha incluido:

padres/ madres que separan o intentar separar al hijo del otro cónyuge, sin motivos que lo

justifiquen, ello incluye hablar mal del otro padre/madre; no cumplir con la cuota alimenticia; no

cumplir con las visitas acordadas, tanto por que uno de ellos las prohíbe o por que el otro no
concurre a las mismas. Quedarían excluidos los casos en que uno de los progenitores limite el

contacto del hijo con el otro por haber situaciones de malos tratos y/o abuso sexual, en cuyo caso

estaría asumiendo la protección del niño.

4. Abandono emocional: falta persistente de respuestas a las señales del niño como llanto,

sonrisas, expresiones emocionales y conductas procuradoras de proximidad e interacción iniciadas

por el niño y, falta de iniciativa de interacción y contacto por parte de alguna figura adulta estable

con el niño; no apoyarlo o defenderlo frente a los problemas escolares o sociales del niño; no

participar en las actividades diarias del niño, ignorar al niño de diferentes maneras según su

estadio evolutivo, renuncia por parte de los padres a asumir las responsabilidades parentales en

todos sus aspectos.

5. Abuso sexual: cualquier clase de contacto sexual en un niño menor de 18 años por parte de un

familiar o tutor adulto desde una posición de poder o autoridad sobre el niño. Nos referimos a

incesto, en el caso que se trate de parientes con consanguineidad lineal o adultos que estén

desempeñando el rol de figura parental como nuevas parejas del padre o de la madre o padres

adoptivos; violación, realizada por personas adultas no incluidas en el ítem anterior; manoseo,

toqueteos al niño o provocarlos del niño al adulto; abuso sexual sin contacto físico;

exhibicionismo; mostrar la realización del acto sexual; exponer a revistas o videos.

6.1 Explotación laboral y/o mendicidad intrafamiliar: los padres o tutores asignan al niño con

carácter obligatorio la realización continuada de trabajos - domésticos o no - que exceden los

límites de lo habitual, que deberían ser realizados por adultos, que interfieren de manera clara en

las actividades y necesidades sociales y/o escolares de los niños y, por último son asignadas con el
objetivo fundamental de obtener un beneficio económico o similar para los padres o la estructura

familiar.

6.2. Explotación laboral y/o mendicidad social: en estos casos se incluyen aquellos niños cuyas

familias se ven obligadas a trabajar/ mendigar con los hijos por reales situaciones de carencia y

pobreza. Tal como dijimos al referirnos a la negligencia social, el acento debería colocarse en la

inadecuación de la función del estado y no principalmente en las familias. Puede haber casos en

que ambas formas se presenten en una misma familia.

7. Corrupción: conductas que impiden la normal integración del niño y refuerzan pautas de

conducta antisocial o desviadas - especialmente en las áreas de la agresividad, sexualidad, drogas

o alcohol, participación en acciones delictivas de/ con los padres y/o familiares, rechazo de valores

básicos de convivencia y respeto por el otro y el medio, transmisión de pautas violentas de

relación, estimular la agresividad y la respuesta violenta ante situaciones conflictivas de la vida

diaria, sobre todo entre pares.

8. Niños testigos de violencia familiar: se ha incluido esta modalidad para dar cuenta de aquellos

niños que viven en el seno de una familia violenta, donde ocurren hechos de violencia conyugal,

violencia cruzada en la pareja, malos tratos hacia otros hijos y/o hacia los abuelos u otros

familiares mayores. Aunque ellos no sean “directamente” maltratados, hoy se los considera

víctimas primarias de maltrato, ya que estar en un ambiente de tales características, los llevan en

algunos casos a aprender modelos vinculares violentos y en otros a asumir la defensa del

maltratado colocándose en situaciones de riesgo.


9. Síndrome de Münchaussen: se trata de la simulación por parte del padre/ madre o tutor – los

estudios indican un mayor número de casos de madres solas - de síntomas físicos patológicos,

mediante la administración de sustancias o manipulación de excreciones o sugerencia de

sintomatologías difíciles de demostrar, llevando a internaciones o estudios complementarios

innecesarios. Puede observarse visitas reiteradas a médicos y guardias hospitalarias, cambio

constante de lugares de atención, ausencia de un médico estable que controle al niño, consultas

en fines de semana o en horarios de guardia o nocturnos, aplicación de todo tipo de remedios y/o

recursos técnicos que agreden al niño, conocimiento bastante completo por parte del adulto de

síntomas, manifestaciones clínicas y abordajes terapéuticos, los padres/ madres suelen tener un

nivel educativo elevado que les permite armar y sostener estas situaciones.

10. Incapacidad parental de control de la conducta del niño: los padres o tutores manifiestan o

demuestran claramente su total incapacidad para controlar y manejar de manera adaptativa el

comportamiento de sus hijos. Presentan una manifiesta ignorancia de los pasos del niño, dónde y

con quién está o en qué actividades está participando, justifican tal abandono por supuestos

"problemas" presentados por el niño, los padres "no saben qué hacer", hay una renuncia implícita

y a veces explícita a solicitar ayuda especializada ante tales circunstancias.

11. Maltrato prenatal: consumos/ conductas durante el embarazo que provoquen que el niño

nazca con un crecimiento anormal, patrones neurológicos anormales o con síntomas de

dependencia física a las drogas o alcohol, mantener relaciones sexuales sin cuidado con riesgo de

contraer enfermedades de transmisión sexual, consumo de medicamentos contraindicados. Así

mismo se incluye dentro de este tipo las situaciones de violencia hacia la mujer, por sus

implicancias en la vida, salud, y desarrollo tanto de la mujer como del niño por nacer. Muchos

abortos supuestamente espontáneos han sido producto de golpes a la embarazada.


12. Adopción inadecuada: aquellos casos en que se recurre a diferentes medios como entrega,

compra, engaños, apropiación de niños, o casos de adopciones legales donde se oculta, se miente,

se niega el origen y la situación de adoptabilidad. También aquellos casos donde la adopción no

aseguró la aceptación y cuidado por parte de la familia adoptante, generando rechazos, malos

tratos y hasta “devolución” del niño al juzgado.

13. Formas raras y graves del maltrato infantil: son cuadros confusos que pueden llevar a

suponer que se trata de lesiones accidentales. Ejemplos: quemaduras por microondas y

quemaduras por secadores de pelo; intoxicación por sal común (cuyo exceso produce entre otros

efectos deshidratación); aspiración de pimienta (oclusión de laringe, tráquea y bronquios, afecta

también a esófago y estómago, la mayoría son fatales); síndrome de oreja en coliflor ( golpe en el

oído, torcedura vértebras y asfixia); ritualismo (ceremonias o prácticas "religiosas" donde se

somete a los niños a diferentes formas de abuso); déficit de vitamina B12, muchas veces

provenientes de madres vegetarianas estrictas que alimentan sólo a pecho a sus hijos, sin ningún

tipo de complemento. (Casado Flores, Díaz Huerta, Martínez González, 1997, p.125).

14. Secuestro y sustitución de identidad: incluye a todos aquellos casos, en los que el menor era

separado de su madre no bien nacía para ser entregado a personal policial o personas

relacionadas con los secuestradores, negando su identidad y la posibilidad de vuelta a su familia

de origen. Así mismo incluye a los menores secuestrados con sus padres y entregados a otros

sujetos no familiares, se menciona especialmente el caso de Argentina y Guatemala. (Finkelhor,

1986). Hace pocos años ha comenzado a develarse esta modalidad, llevada a cabo por el

franquismo en España en el transcurso de la Guerra Civil.

Este listado de formas que adopta el maltrato no es exhaustiva, a medida que el estudio

sistemático del mismo se va ampliando, probablemente se irán detectando otras tipologías, lo


mismo ocurrirá a medida que la sociedad avance y los cambios estructurales influyan en la familia,

es lógico suponer que pueden llegar a surgir, lamentablemente nuevas formas de abuso hacia los

niños. (Ministerio de Educación, 2010)

Un comentario aparte merecen los niños con discapacidades o problemáticas complejas desde el

punto de vista físico y psíquico. Los modelos que intentan dar cuenta del maltrato infantil como el

ecológico – ecosistémico incluye a las características de las/los niñas/os como un factor de riesgo

(no causal), (Belsky, 1980). A nivel mundial se observa una proporción que va desde 2 a 1 hasta 7 a

1, de maltrato infantil en niños minusválidos frente a niñas/os “normales”, dependiendo de las

pautas culturales y de la aceptación de la diversidad. (Furey, 1994; Verdugo, 1999).

Es así que:

 Estas/os niñas/os son más vulnerables a la violencia y el maltrato institucional,

 El maltrato físico y emocional, la negligencia y el abuso sexual son las modalidades más

frecuentes.

 Los programas preventivos deben actuar tempranamente en las familias y las

instituciones.

 La minusvalía se visualiza como difícil, como si fuera un “castigo” para los padres,

 Estos sienten una reiteración del fracaso de sus expectativas como padres, les resulta

dificultoso cumplir con las diversas indicaciones de los profesionales

 Alteran el funcionamiento de la familia, los roles y la rutina cotidiana, (Verdugo, 2001)

 Aumentan los niveles de estrés y la necesidad de recursos económicos,


 En estas familias se debilitan las redes sociales y se tiende al aislamiento, (Sobsey, 1994)

A modo de cierre de la problemática del maltrato infantojuvenil, observamos que en los últimos

años se ha profundizado el análisis de esta temática incluyendo las representaciones sociales de

los mismos niños, (Palazzo, 2006) y de jóvenes universitarios (Bringiotti, 2003). Es importante

registrar cómo los malos tratos, aparecen muchas veces naturalizados y justificados por niños y

jóvenes como lógica consecuencia de sus propias conductas…”la volvía loca a mi madre…”; “los

padres pueden pegarte, los maestros no…”; “y mal no nos fue, salimos todos derechitos…”. Estas

representaciones son parte del entramado que permite la transmisión de pautas de crianza que

incluyen el castigo físico y emocional. Estos, son sectores que deben ser incluidos en cualquier

programa de prevención y concientización de los malos tratos infantiles.

PREVALENCIA DEL MALTRATO INFANTIL EN ARGENTINA – C.A.B.A. Y GRAN BUENOS AIRES -.

A continuación presentaremos algunos datos respecto a la prevalencia del maltrato intrafamiliar

en nuestro país, detectado en las escuelas, por los docentes a partir de investigaciones

epidemiológicas realizadas desde el Programa de Investigación en Infancia Maltratada con sede en

la facultad de Filosofía y Letras de la UBA. Ampliaremos con datos actuales de escuelas de CABA y

el Hospital de Niños Pedro de Elizalde, que muestran la relevancia e impacto en el ámbito

educativo.

a) Nivel Inicial y Primario:

Entre los años 1994/ 1995, se llevó a cabo un primer relevamiento en una muestra representativa

de escuelas de nivel inicial y primario sobre la ocurrencia de malos tratos a los niños por parte de

la familia. Al plantearse como relevamiento epidemiológico se buscaba la detección de aquellos


casos que ocurren y no están incluidos dentro del circuito de detección/ atención, aquellos en los

cuales se sabe o sospecha que ocurren pero no ingresan a un sistema de abordaje. En este caso se

recurrió a las docentes para que respondieran, previa capacitación sobre las definiciones y tipos de

malos tratos y los objetivos de la investigación. Esta modalidad metodológica fue aplicada con

éxitos en otros países, ya que la escuela es el lugar donde más tiempo pasa el niño/ la niña. El

relevamiento pudo llevarse a cabo a partir de un pedido de la Secretaría de Educación del G.C.B.A.

para replicar el trabajo realizado en el Gran Bs. As. – partido de Avellaneda – entre 1993/ 1994.

Ambos estudios se llevaron a cabo a través de subsidios UBA - UBACYT, y desde el Programa de

Investigación en Infancia Maltratada, que funciona en la facultad de Filosofía y Letras – UBA –

desde el año 1995 –. (Bringiotti, 2000)

Los años han pasado desde esos primeros y casi únicos datos, la temática de los malos tratos hacia

los niños, ha cobrado una relevancia mayor, en parte por la concientización llevada a cabo en

diversos cursos y capacitaciones encaradas desde la Secretaría de Educación, generalmente a

través de CEPA – Escuela de Capacitación – en el ámbito de la Ciudad de Buenos Aires. Por otra

parte la labor realizada desde organismos como el Consejo por los Derechos de Niñas, Niños y

Adolescentes y el Consejo del Menor y la Familia ha tornado visible el problema. En el ámbito

capitalino, las capacitaciones en Violencia Familiar y la creación del citado Programa de

Investigación en Infancia Maltratada, ambos en la Universidad de Buenos Aires y la constitución de

la Asociación Argentina para la Prevención del Maltrato Infantojuvenil – ASAPMI -, en el año 2000,

se sumaron al esfuerzo de los profesionales y a la apertura de servicios de atención.

Pasados unos años con diferentes crisis socioeconómicas como el corralito del 2001 y su impacto

en las familias y las instituciones, posteriormente se replicó este estudio con el objetivo de ver los

cambios en la detección, ocurrencia y tipologías de malos tratos pasada una década, ya que las
mayores preocupaciones era registrar su mayor visibilización, los abordajes realizados y los

conocimientos luego de lo producido en los años posteriores al primer relevamiento. Interesaba

en cuanto al número de casos, ver las formas más habituales que pueden observarse, la posible

aparición de nuevas modalidades, la posibilidad de detección desde el ámbito educativo y las

características de las familias de esos niños, luego del impacto de las sucesivas crisis

socioeconómicas afrontadas en nuestro país.

En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, funcionan 21 Distritos Escolares, una muestra

representativa de los mismos debía abarcar un porcentaje mayor al 20%. En el estudio anterior –

1994/ 1995 - se habían sorteado 10 distritos ya que disponíamos de mayor presupuesto y tiempo

para el relevamiento, cubriendo el 43% de los distritos y el 9.5% de las escuelas. En el nuevo

registro – 2004/ 2005 la muestra seleccionada cubrió el 38% de los distritos escolares y el 7% del

total de escuelas de Nivel Inicial y Primario. Comentaremos aparte el relevamiento de las escuelas

especiales.

El número de instituciones escolares para ambos niveles, es casi similar - 398 y 420

respectivamente para Inicial y Primaria. Anteriormente – 1994/ 1995 - se registraron 126 casos

(inicial) y 1039 casos (primaria) respectivamente, o sea un total de 1165 niños maltratados. Una

década después – 2004/ 2005, arroja 265 casos (inicial) y 1325 casos (primario). El número total

de casos registrados, pasaron de 1165 a 1590, con un aumento del 36% de registros para ambos

niveles.

Cada una de las escuelas sorteadas fue relevada en la totalidad de secciones de nivel inicial y

grados de primaria. Para ello se utilizó la modalidad empleada en el relevamiento anterior, se

entregó a cada docente una cartilla que debía responder en forma anónima y en la cual los casos

detectados, también debían ser anónimos a fin de asegurar la confiabilidad de las respuestas.
El relevamiento realizado anteriormente en Avellaneda, y C.A.B.A., nos permitió evaluarla y

realizar los ajustes necesarios. La misma fue adaptada y aplicada en Sarmiento, localidad a 150 km

de Comodoro Rivadavia y en Riberao Preto, al noroeste de Sao Paulo, Brasil, resultando adecuada

para los fines planteados.

En la misma se presenta una tipología del Maltrato Infantil con definiciones explícitas para cada

uno de los tipos incluidos en la investigación y sus correspondientes indicadores - Maltrato físico,

Abandono físico, Maltrato emocional, Abandono emocional, Abuso sexual, Trabajo del menor,

Corrupción, Mendicidad, Participación del menor en acciones delictivas junto con su familia y

Falta de control parental sobre la conducta de sus hijos. Ello tenía el objetivo de orientar a los

docentes sobre los casos a detectar y podría también brindar información suplementaria sobre el

problema. Las hojas con las definiciones y tipologías se dejaban al docente para su uso e

información.

En el posterior relevamiento se incluyeron nuevas manifestaciones a registrar como Violencia

entre pares y grupos. También fueron desglosadas las categorías Abandono físico, Explotación

laboral (trabajo infantil) y Mendicidad, en las formas de familiar y social, a fin de registrar

adecuadamente los casos en los cuales la familia tiene mayor responsabilidad, de aquellos otros

casos – cada vez más numerosos – que son producto de la aguda crisis socioeconómica de los

últimos años.

Para los 27 jardines relevados y las 33 escuelas primarias se detectaron 1590 casos de chicos

maltratados. La ocurrencia es de 2563 situaciones de malos tratos, si tomamos en cuenta los

casos en que el mismo chico sufre más de un tipo de maltrato, el promedio es de 1.6 tipo de

maltrato por niña/a.


Las formas de malos tratos más habituales detectadas fueron: Violencia entre pares – 36% -;

Abandono físico familiar – 14% -; Abandono emocional – 11% -; Falta de control parental – 8% -;

Maltrato físico – 7% -; Abandono físico social – 7% -; Maltrato emocional – 5% -; Violencia entre

grupo – 3% -; Violencia institucional – 3% -; Abuso sexual – 1.7% -; Explotación laboral familiar–

1.2% -; Corrupción; Acciones delictivas – 2% - . En todos los casos mencionados los docentes

manifestaron certeza de su ocurrencia.

Respecto a los factores de riesgo más relevantes asociados al maltrato se encuentran aquellos

relacionados a las problemáticas socioeconómicas - desempleo, problemas económicos graves o

moderados y bajo nivel cultural de los padres, que abarcan un 46.5% de los casos -; mientras que

el hacinamiento y el aislamiento social, alcanzan al 13%. Ambos cubren un 59.5% de los casos. Por

otra parte los específicos de las disfunciones familiares - familia monoparental, separación o

divorcio y problemas conyugales, que suman un 22.5% -. Los aspectos relacionados a la violencia,

como violencia conyugal y maltrato en la infancia de los padres, a pesar de ignorancia que podían

tener los maestros al respecto, nos informan de un 9% de casos, tratándose de temas que son

cada vez más registrados. Casi un 11% de los casos presentan alguna forma de enfermedad física o

psíquica y/o adicciones - enfermedad física prolongada, atraso mental, ansiedad, depresión,

alcoholismo o drogadicción. Estos dos últimos fueron registrados en el 6% de las familias.

En cuanto a las problemáticas en el ámbito escolar - aprendizaje y/o conducta – éstas aparecen en

el 48% de los chicos registrados como maltratados en la muestra. El 55% de los chicos que

presentan dificultades está bajo alguna forma de tratamiento - 216 sobre 393 niñas/os-.

Este estudio debería replicarse nuevamente una década posterior – 2014/2015 – para poder

acceder a un relevamiento de incidencia – nuevos casos a partir de la medición anterior – tenemos

dificultades para su replicación, por problemas presupuestarios, porque se priorizaron subsidios


para otro tipo de investigaciones sobre maltrato y abuso, por cambios en las autoridades que

otorgan las autorizaciones. Al momento contamos con datos parciales obtenidos del trabajo que

nuestro equipo realiza en escuelas a partir programas de detección e intervención sobre las

“múltiples” violencias englobadas en la denominación violencia en la escuela – violencias que

llegan a la escuela, violencias que genera la escuela y/o el sistema educativo, violencias macro y

micro sociales.

Algunas consideraciones observadas en ambos relevamientos mantienen su vigencia en los años

posteriores a la realización de los mismos y en la actualidad:

 Observamos una mayor preocupación y recaudos al indagar sobre el número de casos, la

urgencia es el “caso” y la necesidad de ayuda frente a lo cotidiano. Una realidad que no es

posible soslayar es que a veces la falta de una adecuada articulación con los efectores de

salud y justicia, hace que las derivaciones o respuestas no sean las adecuadas o

esperadas. Cuando hay casos donde la justicia revictimiza a las/os niñas/os y a las/os

docentes que intervienen, entonces se entiende la desconfianza, el desgaste, la

impotencia.

 La presencia del maltrato, continúa siendo casi exclusivamente adjudicada a la familia, a

pesar de la presencia de otras formas de violencia compatibles con el denominado

maltrato institucional. El porcentaje de docentes que toman en cuenta en sus comentarios

a las temáticas socio – institucionales es aún bajo, en los talleres, en ese ámbito

privilegiado de encuentro y trabajo pueden mencionar “otras formas” de violencia como la

violencia institucional, violencia que los afecta como personas y en su tarea y a la violencia

social.
 Frente a estas situaciones consideramos que es fundamental actuar sobre todo en

prevención, tanto en el ámbito familiar como en el escolar. Las charlas, la información que

se brinde y sobre todo la realización de talleres de reflexión y participación sólo muy

lentamente podrán ir revirtiendo estas situaciones. El registro elevado de situaciones de

violencia entre pares y entre grupo requiere de acciones planificadas dentro de la escuela

que involucren a todos los sectores – escuela, padres y alumnos -. Reconocemos las

dificultades que implica encararlo de esta manera, hemos trabajado a partir del desarrollo

de investigaciones – UBACYT 2001/ 2003 y 2011/2012 - en algunas escuelas y a pesar de lo

complejo que resulta un abordaje múltiple, prácticamente se confirmó que es el único

adecuado para lograr modificaciones a mediano plazo. (Bringiotti, M. I., Coord., 2008),

(Bringiotti, M. I., 2013).

 Finalmente, si tomamos en cuenta los casos de niñas/os sufriendo alguna forma de malos

tratos en los niveles Inicial y Primario, es importante relacionarlo con las etapas evolutivas

de los mismos. Es acá dónde se registra la importancia de desarrollar tareas de prevención

del maltrato infantil, sobre todo en el período que abarca desde el nacimiento hasta los 5

años de vida. Las guarderías maternales, los Centros de la primera infancia y las escuelas

de nivel Inicial, se manejan con un grupo etáreo de máximo riesgo. Deben estar

capacitados para detectar señales de riesgo o de malos tratos, al mismo tiempo que

resulta sumamente prioritario el desarrollo de charlas a los padres advirtiendo sobre la

fragilidad de los niños y los riesgos que corren en su desarrollo cuando los padres no están

mínimamente adiestrados para su función.

b) Escuelas Especiales:
En la CABA funcionan 49 escuelas especiales distribuidas según problemáticas específicas y edad

de los alumnos. Nuestra investigación implicaba el grupo etáreo hasta la finalización de la

escolaridad primaria, por lo que no se relevaron aquellas instituciones que cubrían adolescentes y

adultos. De acuerdo a los diferentes tipos de Escuelas Especiales, la muestra se determinó

tratando de cubrir a todos ellos. Fueron seleccionadas 17 escuelas que cubrían el 39% de la

población, respetando el mismo tipo de escuela sorteadas en el relevamiento anterior –

problemas motores, centros de estimulación temprana, escuelas hospitalarias….-

Se pudo observar una buena detección por parte de los docentes ya que en el 72% de los casos

mencionados, lo hacen con evidencia/ seguridad de su ocurrencia. El total de casos detectados

asciende a 337 niñas/os, que se encuentran sufriendo alguna forma de malos tratos en las 11

escuelas que han respondido la cartilla.

La violencia entre pares, también se registra como una de las modalidades más habituales - N: 38 –

19% -. El abandono físico, tanto familiar como social, asciende al 32% de los mismos. Las formas

más habituales de malos tratos son el maltrato emocional – 16% -; el maltrato físico – 8% -; la

falta de control parental – 8% -; el abandono emocional – 4% -; y el abuso sexual – 3% -.

Tratándose de niñas/os con algún tipo de minusvalía, preocupa que un 6% sea registrado en

explotación laboral, mendicidad y acciones delictivas. Es positivo el registro de casos cuyos tipos

excedan el maltrato físico ya que tradicionalmente el maltrato infantil suele ser reducido a las

formas de castigo físico, en estos momentos ha aumentado el conocimiento y se han visibilizado

otras formas igualmente dañinas.

En los 337 casos de chicos maltratados, hay una ocurrencia de 740 situaciones de malos tratos, si

tomamos en cuenta los casos en que el mismo chico sufre más de un tipo de maltrato. Esto nos

señala una ocurrencia de 2,7 tipos de malos tratos la/el niña/o.


Estos datos superan los correspondientes a las escuelas comunes, mostrando nuevamente la

elevada vulnerabilidad de este grupo.

Entre los factores más relevantes asociados al maltrato se encuentran aquellos relacionados a las

problemáticas socioeconómicas - dificultades económicas graves o moderadas, desempleo, bajo

nivel cultural de los padres, hacinamiento y promiscuidad que afectan a un 52% de los casos - y los

específicos de las disfunciones familiares - familia monoparental, separación o divorcio y

problemas conyugales, que suman un 12% -. Las formas violentas de relación, como la violencia

conyugal, el maltrato en la infancia de los padres y el maltrato actual hacia otros hijos, cubren el

11% de los casos.

Aquellos factores directamente asociados a características psicológicas de los padres, que podrían

estar relacionadas con las problemáticas de sus hijos, ya sea como causa o consecuencia del

maltrato, se presentan más elevados que en las familias cuyos hijos asisten a escuelas comunes.

Nos referimos al bajo nivel cultural, los problemas psíquicos, el alcoholismo, el atraso mental/ CI

límite; depresión y ansiedad y drogadicción. Todos ellos alcanzan a un 35% de los casos.

Se confirma algún tipo de problemática en el ámbito escolar – en las posibilidades de aprendizaje

y/o conducta dadas las características de los alumnos - en el 74% de los chicos detectados como

maltratados en la muestra. El 35% de los chicos que presentan dificultades está bajo alguna forma

de tratamiento. La mayoría de los casos que ocurren en niñas/os con discapacidades no llegan al

circuito de salud y/o justicia, transformándose en un grupo de altísimo riesgo.

Finalmente, al resumir las principales conclusiones de ambos relevamientos es necesario

detenernos en la problemática de la ocurrencia de los malos tratos y la necesaria relación que se

debe establecer entre ellos y los problemas que estos niños presentan. Al tratarse de niños con

alguna de sus capacidades disminuidas, el rol de la familia es fundamental para desarrollar una
tarea conjunta con la escuela, es por eso que la capacitación de los padres y el acompañamiento

son fundamentales para evitar una segunda victimización.

CONSIDERACIONES FINALES….

Al referirnos a las problemáticas que recibe la escuela, analizar los datos obtenidos en ambos

relevamientos y los aportados por el personal de conducción y las/los docentes en los últimos

años en encuentros de supervisión, capacitación, intercambios…permiten confirmar la presencia

de este tipo de situaciones de violencia hacia las/los niñas/niñas que merecen especial atención

por el impacto en las víctimas y en el desarrollo de la función esperable de la comunidad

educativa.

En el ámbito del Equipo de Maltrato Infantil del Hospital de Niños Pedro de Elizalde, que recibe

casos desde escuela, juzgados, familiares, que serían los casos que felizmente llegan/ entran al

sistema de detección y atención, han registrado el aumento de la demanda según los registros

llevados en el período 2009 – 2013. Hemos analizado este período porque es consecutivo a la

finalización del segundo relevamiento mencionado y llega hasta la actualidad. En este lapso de

2009 a 2013, el abuso sexual infantil detectado que llega al equipo aumentó un 45% - de 119 a 196

casos - , El maltrato físico un 40% - de 46 a 74 casos - y la negligencia se ha mantenido estable –

con valores de alrededor de 30% por año -. Del total de casos de malos tratos que ingresan por

año alrededor del 20% son Síndrome de Munchausen por poderes y Testigos de violencia, entre

otros. Para el año 2013, las consultas registradas ascienden al 52,83% por abuso sexual; 19,94 por

maltrato físico y 6,75 por negligencia, y 20,48 por otros tipos. El menor porcentaje de negligencia

no revela la real magnitud del maltrato, sino que suelen son registrados aquellos casos graves que

implican deterioro en la salud física y psicológica, con atraso en el crecimiento, desnutrición,

problemas madurativos, quedando fuera un porcentaje de casos aparentemente de menor


gravedad que no son detectados o si lo son no se actúa interviniendo, los cuales se pueden agravar

en el transcurso del tiempo momento donde posiblemente lleguen al sistema. (Indart, J., 2014,

comunicación personal).

Si bien, en estos momentos estamos analizando la posibilidad de llevar a cabo el 3r. relevamiento

epidemiológico, la información obtenida en los encuentros en las escuelas en los últimos años, y

los datos aportados en el ámbito de salud, como los datos del Hospital Elizalde, confirman la

posible presencia de un mayor número casos detectados. Es importante saber que la detección de

más casos, ni implica por sí misma un aumento real de casos – es una posibilidad – pero la mejor y

constante capacitación en el tema, los recursos dedicados a su abordaje, la mayor visibilización y

el menor ocultamiento, entre otras cuestiones, son según los expertos en el tema, la lógica

consecuencia de la visibilización del problema. En problemáticas como el maltrato infantil, es

esperable año a año un mayor número de consultas, de “denuncias”, de registros porque se trata

como se comentó al inicio de este capítulo de situaciones histórica y socialmente tapadas. Durante

muchos años los casos detectados aumentarán hasta que se registre una meseta y posterior

descenso – lento pero sostenido – tenemos confianza que con el compromiso y trabajo de todos

los que trabajan con niñas y niños ese ciclo “natural” mencionado se efectivice.

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