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ME HACES FALTA
Aventura de un Voluntario
AFRICA
ME HACES FALTA
Aventura de un Voluntario
Hernán Cordero
Ediciones U.P.S.
Quito, 1998
AFRICA: Me haces falta
Aventura de un Voluntario
Hernán Cordero
ISBN: 9978-04-418-3
Quito, 1998
INDICE
Presentación … … … … … … … … … … … … … … … … … 5
Introducción … … … … … … … … … … … … … … … … … 7
¡Comenzó el voluntariado … … … … … … … … … … … … … 10
La despedida … … … … … … … … … … … … … … … … … 14
Un pasaje obligado … … … … … … … … … … … … … … … 16
Kankan … … … … … … … … … … … … … … … … … … … 20
Entrando en ambiente … … … … … … … … … … … … … … 25
Un desconocido … … … … … … … … … … … … … … … … 31
Asuntos de trabajo … … … … … … … … … … … … … … … 36
Un nombre propio … … … … … … … … … … … … … … … 57
Algunos viajes … … … … … … … … … … … … … … … … … 58
Escapadas … … … … … … … … … … … … … … … … … … 69
Tercer años … … … … … … … … … … … … … … … … … … 87
Agosto del 93 … … … … … … … … … … … … … … … … … 88
Problemas en la escuela … … … … … … … … … … … … … … 94
La comunidad … … … … … … … … … … … … … … … … … 110
Propuesta … … … … … … … … … … … … … … … … … … 167
PRESENTACION
Juan Bottasso
Quito, Julio 1998
INTRODUCCION
¿Quién soy yo? ¡Vaya que pregunta! Yo soy el que soy. Pero para aquellos
que quieren tener una noción de mi persona: soy Hernán, para mis ami-
gos soy el flaco, tengo 24 años y soy mecánico industrial. Me encanta el es-
fuerzo físico, el deporte, el montañismo. Me gusta la música.
pió la cabeza, y yo, el brazo izquierdo, así, en los seis meses que permane-
cí enyesado, aprendí a escribir nuevamente con la mano derecha.
***
¡Comenzó el voluntariado!
Para los chicos fue muy fácil, ellos me dijeron la solución: “no nos
queda más que irnos de pavos en algún bus”. Yo nunca había viajado de pa-
vo.
Los jóvenes, sobre todo algunos de los más grandes, no son tan ama-
bles. Una mañana, en el taller, mientras estaba en la oficina, se armó una
bronca de esas buenas. Dos de los alumnos más corpulentos se enfrenta-
ban en la bodega; uno de ellos tenía una llave de pico en la mano, y el otro
un calibrador. Los demás alumnos, unos 12 chicos, habían hecho el ruedo
a los luchadores, más o menos como pasa en la calle. Al escuchar los gri-
tos, yo me acerqué para ver lo que pasaba. Intenté separarlos suavemente,
pero los puñetazos me cayeron también a mi. Al no poder convencerlos de
dejar la pelea, los empujé a los dos con todas mis fuerzas y los tres fuimos
a dar sobre una soldadora grande que se viró con nuestro peso y nos lasti-
mó a los tres. Finalmente, otras personas intervinieron.
ver las cosas la que cambió; el hecho es que me sentía cada vez peor, desi-
lusionado. Algunos días, cuando iba a trabajar, me sentía un número más
y no una persona, era un simple empleado, un mediocre trabajador. Eso
no podía seguir así, yo no soportaba más esa situación, por ello, empecé a
buscar alguna alternativa. Yo creo que estaba confundido con respecto a lo
que yo quería, pero, por lo menos sabía con certeza lo que no quería. No
tenía ninguna intención de quedarme en esas condiciones. No se trataba
de un problema económico pues mi sueldo me permitía ser un “próspero
soltero”.
Luego de reflexionar durante casi seis meses, escribí una carta pre-
sentándome como candidato. Me había decidido por fin. Me decía a mi
mismo: “tú no tienes nada que perder”, esa era la filosofía que había apren-
dido de los chicos de la calle.
Hace unos meses aceptaron mi propuesta. ... Ahoras, estoy listo pa-
ra partir. Listo por el lado oficial, documentos y acuerdos, pero yo sé que
mi vida va a cambiar de alguna manera. Esta experiencia no es cualquier
cosa. Para mi significa empezar de nuevo un camino que no sé a donde me
conduce. Pienso en la realidad en la que voy a vivir: otras personas, otra
cultura, otra lengua, otra raza, otra religión...
***
La despedida
jar conmigo, y esos detalles a los que una persona se acostumbra hacen di-
fícil la adaptación a otro ambiente.
A los 24 años todo fue diferente. Si bien es cierto que durante el vo-
luntariado no adquirí nada, cuando fui empleado ahorré unos centavitos.
Durante períodos largos daba clases nocturnas de soldadura a más de
elaborar los textos de mecánica del programa de los chicos de la calle. To-
dos estos extras me permitieron instalarme bastante bien en mi vida de
soltero: un pequeño departamento, equipo de sonido, T.V., cocina, unos
muebles hechos por mí mismo, un montón de material de estudio como
libros y cosas para dibujar, equipo de montañismo (carpa, piquetas, mo-
chila), etc. Todas estas cosas estaban ahí y me habían costado bastante es-
fuerzo, pero no les había dado mi corazón; hasta hoy, una televisión para
mi no significa nada, no tiene gran valor. Así fue que regalé prácticamen-
te todas mis cosas a uno de mis compañeros de trabajo, a la señora que tra-
baja de cocinera en San Patricio, y, el equipo de montañismo, a los chicos
que me acompañaban a casi todos los campamentos.
***
Un pasaje obligado
Antes de llegar a Guinea que es mi destino final, debo hacer una es-
cala un poco larga, un mes en Francia. Este tiempo me permitirá aprender
el francés, idioma oficial en Guinea y tramitar la visa de entrada a ese país.
Quedarse en una gran ciudad como París suena muy interesante, la posi-
bilidad de conocer muchas cosas que en nuestro medio no están a nuestro
alcance, lugares, museos, aspectos técnicos, etc. Todo eso puede servir de
algo, pero pasa que yo no estaba predispuesto para ello, yo creía que iba di-
recto para Guinea, quedarme un mes aquí se me hace como estar atrapa-
do, encerrado, un mes me parece muy largo.
Africa: me haces falta / 17
Pero la última semana las cosas cambian, estoy listo para partir, ten-
go los documentos necesarios y en regla, hasta el boleto de avión. Estoy tan
contento de salir de aquí que no sé como explicarlo; talvez es como salir de
la cárcel!
***
8:00 am del día siguiente. Salgo a la ciudad con Francisco. Como de-
bíamos hacer varias compras y dejar mis documentos para regularizarlos,
hemos circulado bastante por la ciudad. Un millón y medio de habitantes
en una ciudad llena de barrios pobres como casi todas las ciudades del ter-
cer mundo. La ciudad que tiene verdaderamente algunos servicios es muy
pequeña, unas cuantas manzanas de lindas villas llenas de los pocos blan-
cos que viven en Guinea. No hay agua, no hay luz, pocos teléfonos, calles
destruídas y tantas cosas que muestran externamente la pobreza de este
país claseado entre los 10 más pobres del planeta. Los libros y postales an-
tiguas muestran que Conakry era una de las ciudades más bonitas de Afri-
ca; originalmente era una isla separada de unos 300 metros del continen-
te, fue unida después a tierra firme con un paso por donde entran ahora
dos avenidas grandes. En este relleno se encuentra también el palacio del
20 / Hernán Cordero
***
Kankan
Hoy recorremos los 800 Km. desde la capital hasta Kankan. Solo una
tercera parte del trayecto tiene asfalto por lo que el viaje dura unas 15 ho-
ras. Yo mismo he conducido unas 10 horas, es algo que me encanta, sobre
todo si es mala la carretera. Físicamente ha sido duro, no hay salones para
comer, con suerte encontramos de venta pan con sardinas para almuerzo
y merienda, también el camino nos ha sacudido bastante. La compañía de
Francisco y el diálogo que hemos mantenido durante muchas horas nos
han permitido conocernos un poco y han hecho este viaje muy llevadero.
y las comodidades que podría tener, no es lo más importante para mi, creo
que me acomodaré bien.
***
Mi primer trabajo
Hoy es Jueves, Pancho me lleva al pueblo que está a unos 200 me-
tros de nuestra casa. Ahí me presenta con un grupo de señores, la mayoría
son viejos. Pancho me deja con ellos. Uno de esos señores me lleva hasta
su casa y sacamos de uno de los cuartos una caja de herramientas, son unas
llaves viejas; luego él me dice que vamos a desmontar la bomba de agua del
pueblo para repararla. Es mi primera vez de reparar una bomba de agua,
con todo le doy una mano. Mientras trabajamos van llegando muchos ni-
ñitos que se ponen sobre todo a mi alrededor y me quedan mirando asom-
brados, algunos curiosos me tocan y luego corren. Hemos trabajado casi
toda la mañana, en realidad no ha sido tan difícil arreglar esta bomba, pe-
24 / Hernán Cordero
Uno de los viejos me ofrece una nuez de Kola, un pequeño fruto ro-
jo bastante amargo; él me dice que si no estoy acostumbrado a masticarlo
me puede hacer mal, pues es una droga ligera que ayuda a apaciguar el
hambre. Yo la tomo y me la como igual, he comido tanta chatarra que no
creo que algo pueda hacerme mal.
Este fruto tiene un valor muy importante entre los africanos, al me-
nos entre los malinke. Ellos la utilizan para pactar o hacer un trato; así, por
ejemplo, cuando se oficializa un matrimonio, el joven novio debe entregar
al padre de la novia 10 kolas, así queda sellada la alianza entre las familias.
Entre los viejos es muy común su consumo, muchos de ellos traen siem-
pre una nuez en el bolsillo y se la ofrecen a aquel que es su amigo o con
quien piensan compartir algo importante; es, entonces, un signo de amis-
tad. Con la satisfacción de un trabajo bien logrado me despido de los pre-
sentes y regreso a casa.
***
Entrando en el ambiente
Hoy Sábado se han ido a la capital Foster, Francisco y José, así que
quedamos solo tres personas en casa. Tengo la oportunidad de conocer un
poco más de cerca a Alain pues habitamos la misma casita. Conversamos
mucho aunque me cuesta todavía bastante el francés. Alain es un refugia-
do en nuestra comunidad, es cuñado del expresidente de Mali, país vecino
del norte. En Febrero (91), hace solo unos dos meses se dió un golpe de es-
tado en ese país, los golpistas atacaron a toda la familia del presidente, que-
maron sus bienes y mataron a los que pudieron. Alain logró escapar de una
26 / Hernán Cordero
de las bodegas que tenía en la ciudad tomando un taxi hasta la frontera con
Guinea. Ahí tomó otro taxi hasta Siguirí, una pequeña ciudad al norte del
país. Cansado de ser estafado por el chofer pidió que le llevaran a alguna
iglesia, es así que fue a dar en la casa de los salesianos. De ahí se ha venido
a Kankan. Alain me habla de su vida, el siente la urgencia de hacerlo. El es
un ingeniero que vive entre Europa y las grandes metrópolis africanas en
asuntos de negocios, comercio y construcción. El tiene solo 40 años pero
toda su vida no ha hecho sino correr detrás del dinero, unos días sin tener
nada que hacer lo ponen en crisis. Alain habla de manera muy despectiva
de los africanos, de los negros. Su madre es francesa y su padre un africa-
no, sin embargo, él no se siente para nada africano. Alain me dice cosas te-
rribles, él ha viajado mucho y odia a los africanos, para el son ladrones e
hipócritas, vagos y tontos, ignorantes, salvajes...
Yo le digo: “ya párale, déjame ver si lo que dices es cierto, por favor
no sigas”. Entonces, él me dice que nosotros somos unos locos, curas y vo-
luntarios pretendemos ayudar a estos salvajes. De todas formas él admite
que nuestra opción por lo menos le hace pensar, le interroga si en la vida
hay algo más que el dinero. Una noche, con unos tragos encima, Alain me
confiesa que le gustaría cambiar de vida pero que no sabe que hacer: “tal-
véz me compraré una casa en la playa, me dedicaré al deporte, visitaré a mi
hijo que ya tiene 15 años y me ocuparé mejor de él”... pero luego aparece
el dinero en el horizonte: “claro que tengo que recuperar primero mis 100
millones de francos franceses”.
entiendo nada de lo que dicen en su lengua, ellos me hablan solo para ha-
cerme reclamos cuando dejo pasar un balón. Después siento que los jóve-
nes que hemos encontrado en la cancha de la ciudad me tratan con des-
precio, me dicen “tubabunin” (gringuito) a cada momento y, para ellos,
eso es ciertamente normal. Yo estoy molesto, no me gusta ese calificativo,
pero entiendo su comportamiento, un blanco en Africa negra no es sino el
símbolo del colonialismo, la explotación, el esclavismo; símbolo de opre-
sión que terminó oficialmente con la independencia hace solo 30 años, y
que continúa hoy, si, porque las grandes potencias como Francia, hacen en
estos países lo que les da la gana. Es una situación análoga a la de Améri-
ca Latina en donde vivimos ilusionados de nuestra libertad, de nuestra in-
dependencia, pero sabemos muy bien que los gringos hacen en nuestro
país lo que a ellos les parece.
Leí hace unos días un libro sobre la colonización en Congo; ahí fue-
ron los belgas los que llegaron a implantarse, a civilizar a los negros salva-
jes. En uno de los pasajes leí que los primeros colonos imponían unas ta-
sas de producción a los indígenas: cacao, café, y otros productos agrícolas
que tenían que ser entregadas por todos los hombres adultos de cada pue-
blo. Si la cuota determinada no era entregada, los administradores colo-
niales procedían a cortar los brazos de los nativos “vagos”. Los pueblos de
manos cortadas en Congo fueron muy numerosos; en Africa se perpetra-
ron crímenes abominables por parte de los “civilizados europeos”, por los
blancos, y por el momento yo soy identificado como un blanco, es una
cuestión de piel, de observación superficial: ¿Cómo no van a despreciarme?
gigante, al vernos nos han enseñado su presa y nos preguntan si deben ma-
tarlo o no, ellos caminan a nuestro lado, nos toman las manos y juegan.
que creo que esas generalizaciones son demasiado simplistas, y luego por-
que aceptar aquello sería darme por vencido y aceptar que mi relación con
ellos se mantendrá en el campo de la hipocresía, estaría perdido! ¿cuál se-
ría mi función aquí?
Han pasado algunos días, siento que algunas cosas van cambiando.
Ahora los jóvenes de la escuela hablan en francés cuando estoy presente,
con ello me demuestran que quieren considerarme en el grupo; claro que
cuando quieren hablar de sus cosas cada quien habla en su lengua. En ca-
sa hablamos mucho en español, quizá eso también tiene que ver en el am-
biente, por eso voy a intentar hablar en francés con mexicanos y colombia-
nos. ¡Con la falta que me hace mejorar!
con ellos. Por lo general después del deporte vamos a lavarnos al lado de
la bomba de agua, allí nos sentamos y hablamos largo y tendido, los temas
favoritos son: brujería, maldiciones, historias de cazadores, asuntos de chi-
cas. ¡Muy interesante!, solo que todavía tengo la sensación de estor per-
diendo el tiempo. Hasta ahora no acostumbraba a hablar tanto con nadie,
y peor de cosas que aparentemente no tienen mucha importancia. Como
van las cosas tendré que adaptarme a eso también; sí, porque en este me-
dio todo se arregla hablando, la gente habla bastante. Entonces la palabra
tiene su importancia y su tiempo, las personas saben expresarse y escu-
char;... ¡son dos cositas en las que no tengo mucha experiencia!
***
Un desconocido
Los jóvenes se van acercando poco a poco, pero ahí se hace presen-
te siempre el problema de la lengua. No podemos comunicarnos directa-
Africa: me haces falta / 33
mente. Ellos me dicen una vez más que debo hacer todo lo posible por
aprender malinke. También para los jóvenes del pueblo soy evidentemen-
te un desconocido, mi círculo social es muy reducido. Además, en la escue-
la las cosas no van tan bien como yo quisiera, los 50 alumnos que tenemos
no pueden ser todo mi mundo, por lo menos voy a conocer mejor al pue-
blo y su gente, voy a aprender el malinke, ya no quiero ser un “tubabunin”,
un extranjero viviendo entre ellos, yo quiero sentirme parte de ese pueblo,
quiero tener amigos, comunicarme directamente. Me siento muy mal
cuando soy excluído de un grupo porque no hablo su lengua.
Casi un año ha pasado desde que llegué, las cosas no están bien, so-
bre todo los últimos meses han sido de incertidumbre, a momentos he
pensado en regresarme al Ecuador, la situación de trabajo técnico no me
convence, además no he logrado entrar verdaderamente en el medio. A
más de las situaciones de la escuela hay muchos elementos culturales que
no comprendo, me cuesta demasiado entender el por qué de las cosas,
adaptarme a muchas reglas a las que no les encuentro sentido. Sí estoy pa-
sando un período de marasmo, de desánimo, de crisis. Pero no puedo huír
cobardemente, voy a quemar mi último cartucho, por donde he marchado
hasta ahora no hay salida, o por lo menos yo no la veo, voy a intentar algo
nuevo. Sí, tengo que aprender la lengua e intentar entrar en el pueblo. Lo
técnico es importante en la medida en que me acerca de las personas, si me
quedo aquí solo por mi trabajo de mecánico no voy a durar mucho.
Una de las primeras cosas que hago es bajar más seguido a la cancha
de fútbol, también asisto a las fiestas tradicionales de los cultivadores, de
los cazadores, de los curanderos.
por las dificultades en el aprendizaje del malinke, creo que avanzo más rá-
pido de lo que me esperaba. No todo es fácil, a veces me siento ridículo
preguntando a los niños como se dice tal o tal cosa, además ellos se burlan
de mí, otras veces he utilizado términos inadecuados y he molestado a más
de uno. Creo que lo más difícil de aprender una lengua es superar esta ba-
rrera, la gente se burla de las tonterías que hablo y muchas veces no me
ayudan a corregir, o aceptan que hable incorrectamente porque soy un ex-
tranjero. Más de una vez mis amigos me han hecho pronunciar ingenua-
mente algunos insultos, palabrotas de esas que hay que saber con precisión
lo que significan.
He tenido mucha suerte con los jóvenes, a pesar de las pasadas que
me han hecho, ellos si son buenos profesores y en pocos meses ya me de-
fiendo. Sé que la lengua no viene sola, ahora comprendo muchos elemen-
tos culturales, también me doy cuenta de los errores que mis amigos ha-
cen al hablar francés y que provienen de la traducción textual de su lengua,
esto me permite ayudarles con su francés. Todos hemos salido ganando,
pero sobre todo yo. He comenzado también a hacer mis propios apuntes
de gramática malinke, de modismos, de dichos populares y de verbos con-
jugados. Excelente! Ahora, la misma comunidad reconoce mis avances.
***
Mi primera “novatada”
mos jóvenes han tomado la iniciativa de hablar con sus amigos de Gbasan-
kan, un pueblo vecino que está a unos 3 Km de Dabadougou.
soy un metido, que cualquier cosa que quiera hacer debe contar con su
aprobación. Me dijeron también que soy un ignorante extranjero, que la
vida aquí no es como en Europa.
***
Asuntos de trabajo
Más tarde he discutido también con Alexandre, otro profesor del ta-
ller a quien le he dicho que en la mecánica debemos seguir un proceso ló-
gico de formación, que no hay que darle una máquina a un alumno que
no ha superado el ajuste. El me ha escuchado sin decir nada y cuando ha
salido de la oficina continúa haciendo lo que mejor le parece a él. Termi-
nada la mañana, lo he llamado nuevamente y le he explicado por segunda
vez lo de las máquinas. El me ha respondido únicamente que “en Africa es
así”. Yo siempre estoy intentando pasar por la lógica, es decir por la argu-
mentación detallada de las cosas, todo debe tener una razón de ser. Me
quedo desarmado ante una respuesta de este tipo: “en Africa es así”, segu-
ramente muchas cosas se hacen así porque es así, siempre ha sido así. Mi
Africa: me haces falta / 37
lógica la pongo en la lista de las cosas que debo trabajar ampliando con-
ceptos. Por ejemplo, el asunto de la edad es de primera importancia en su
cultura, no cualquiera puede mandar en un taller, es una cuestión de ran-
go, de respeto, los conocimientos cuentan pero no es el único parámetro.
Esto me da a entender que hay otras formas de concebir también el traba-
jo. ¿No habrá otras formas de pensar que no sean tan lógicas como la mía?
Vaya pregunta!
Hoy es Miércoles, estoy mal dormido. Ayer salí a media noche a bus-
car a nuestro chofer y profesor de mecánica. El vive aquí en los terrenos de
la misión, es mi vecino. Creíamos que él había tenido un accidente o algo
así, no es normal que se quede hasta esta hora en la ciudad. Cuando lo bus-
camos, vaya sorpresa!, lo encontramos de parranda con sus amigos. El sa-
brá lo que hace de su vida, talvez si llego a ser su amigo podré darle un con-
sejo, pero encontrarlo así me ha molestado.
Es la primera vez que hago algo así, yo prefiero el diálogo, pero por
el momento no ha funcionado. Por otra parte hablar no es mi fuerte, no
estoy todavía preparado para hacerlo como ellos lo hacen. Lo que he he-
cho es una forma de impornerme, lo sé, pero me parece que debo hacer al-
go para mejorar en el taller. Voy a dar prioridad a los alumnos, talvez es un
poco tarde para intentar cambiar en algo a los profesores.
38 / Hernán Cordero
Lo más duro de todo es tener que controlar a los que son tus com-
pañeros de trabajo. Soy el jefe de taller y responsable de otras actividades
educativas; lo pedagógico marcha aceptablemente, lo educativo ha sido
duro pero se ha conseguido mejoras. El problema es el control del orden
en los talleres; se da una cierta forma de desorden provocado, de lo que se
aprovechan, las cosas se pierden en cantidades. Es muy difícil estar contro-
lando a todos tus compañeros de trabajo, yo no me considero el patrón del
taller, creo que soy un compañero de trabajo para ellos y por ello no pue-
do estar con los pelos de punta todo el tiempo, tengo necesidad de confiar
en alguien. Y pensar que tenemos posiblemente el mejor taller de la ciu-
dad, cumplimos con los contratos de trabajo, con los programas, no hace-
mos huelgas. La gente de afuera nos lo dice a cada ocasión que somos los
mejores, que en nuestra escuela todo marcha bien.
Con Ibrahim, de unos 50 años de edad, he roto las reglas del juego,
la relación patrón-empleado, yo lo trato de igual a igual, cuando ha co-
menzado a molestarme diciéndome tubabunin, le he dicho: “si tú me tra-
tas así, yo te diré kiribí karabá” (que quiere decir patojo); eso no le ha gus-
tado para nada; ahora ya no se atreve a decirme tubabunin.
Africa: me haces falta / 41
Con seis años de régimen militar en este país ¿qué cambio se puede
esperar? Fue toda una generación mentalizada por el régimen comunista
y por los problemas que derivaron de este sistema, yo pienso que se nece-
sita una nueva generación para llegar al cambio tan radical que se preten-
42 / Hernán Cordero
de, o sea 30 años. Y eso sí, una nueva formación comienza por los niños,
no me parece idóneo tratar de cambiar a la gente adulta.
Hoy que siento ese deseo de trabajar mejor, pienso en ese loco que
no se desanimó por nada, que soportó hasta la traición de sus amigos, que
luchó contra la corrupción hasta el fin.
Africa: me haces falta / 43
Yo le comento:
Ma. Oye Hernán, ¿qué pasa por allá en Ecuador cuando te gusta una chi-
ca?
Este diálogo fue muy divertido por todos los términos que Mauri-
cio ha empleado. Me ha parecido más bien como estar bromeando, pero
de alguna manera esto corresponde a una realidad, o por lo menos a una
manera de concebir la realidad.
En una ocasión fui a la ciudad a jugar básquet, luego pasé por un pe-
queño bar en pleno mercado central, ahí tengo unos amigos. Tomaba un
café cuando el bullicio comenzó, unas docientas personas venían por la ca-
lle trayendo a un hombre. Todo pasó muy rápido, le dijeron: “acuéstate so-
Africa: me haces falta / 51
Ib.: Tienes razón, parece que ya vas conociendo el pueblo, ya vas aterri-
zando en Africa.
Ib.: Tú le das el dinero que quieres multiplicar, tiene que ser en billetes;
a cambio, él te da unas hojas de mango que él ata de una maneja es-
pecial. Tú debes guardar las hojas durante dos días pero sin mirar-
las, sólo al tercer día debes abrir el paquete y verás los resultados;
encontrarás el doble de lo que has dado.
Ib.: Es cierto lo que dices, creo que yo no daré mi dinero a ese señor, en
realidad es un riesgo.
claridad cómo la gente aquí ve al cura. Primero que nada es un ser que tie-
ne un rango especial, el hecho de guardar el celibato lo hace extraño, “ra-
ro”, pero especial. Antes de ciertos rituales, los mismos brujos o curande-
ros de aquí hacen períodos relativamente largos de continencia sexual. El
aspecto que más interesa a la gente es sin duda la posibilidad que el sacer-
dote tiene poder para curar, curar del espíritu y a veces del cuerpo. Desde
este punto de vista el cura tiene los poderes de un brujo, la diferencia es
que el brujo hace también cosas malas, se oculta para trabajar, es un per-
sonaje de la noche; mientras que el sacerdote es un brujo bueno, actúa
abiertamente y casi siempre hace el bien.
- Es un síndrome...(larga explicación)
56 / Hernán Cordero
jov.: Para mí, el SIDA no es otra cosa que un cuento inventado por los
blancos; ellos no quieren que nosotros tengamos muchos hijos, se
sienten amenazados, creen que después nuestros hijos irán a Euro-
pa para quitarles su comida, sus trabajos. Los blancos tienen miedo
de que los negros lleguemos a tener el poder y a dominarlos...
...y dicen que en Africa hay más SIDA que en
otros continentes. ¿por qué dicen eso?
***
Un nombre propio
Alex, un voluntario mexicano que está aquí desde hace unas sema-
nas, lleva a un grupito de jóvenes a la ciudad y me ha propuesto un en-
cuentro de fútbol en la ciudad con el equipo del pueblo. Después de la ex-
periencia del partido de fútbol en Gbasankan, el mismo que terminó en
guerra, yo tengo mis dudas. Esta vez hemos seguido todos los pasos nece-
sarios para intentar evitar cualquier problema.
Cuando llegamos al pueblo, hemos hecho una reunión con los juga-
dores y les he reprendido por permitir que se den cosas ilegales de las que
habíamos hablado claro antes.
Cuando me toca hablar les he dicho que las disculpas están bien, pe-
ro que lo más importante no es eso; les he preguntado si ellos me conside-
ran verdaderamente o no, si la responsabilidad sobre el equipo que me han
concedido es auténtica o no, y si para los jóvenes soy en realidad alguien o
sigo siendo un “tubabunin”.
Una noche de esas asisto a una reunión de los jóvenes, ellos han de-
cidido nombrarme oficialmente como su “koro” o hermano mayor; así
pues tengo el derecho y la obligación de reprender a los pequeños si les veo
haciendo algo malo, puedo llamarles y darles consejos y ellos tienen la
obligación de escucharme. Hay todo un código de normas de respeto con
relación a los hermanos mayores. Me han propuesto tener un nombre ma-
linke, desde hoy me llamarán Aboubakar; nombre árabe que quiere decir
“el hombre que dice la verdad”. Los jóvenes me dicen simplemente Abú; mi
relación con ellos ha cambiado de manera considerable.
Por otra parte me doy cuenta del camino realizado, esta toma de
conciencia me permite dar una mano a los que van llegando a trabajar
aquí como voluntarios.
***
Algunos viajes
En éstos días yo tenía que salir con Pancho hacia el sur del país con
el fin de realizar unas pruebas de admisión a nuestra escuela. Pancho no
regresa, así que tendré que viajar con Patricia, una voluntaria que llega pa-
ra trabajar en el dispensario de la escuela, y con Agustín, que por cierto es
de la zona a donde vamos.
Nuestro viaje no ha sido tan largo, son menos de 500 kilómetros pa-
ra los cuales nos hemos tomado todo el día de viaje. Tenemos un buen ve-
hículo!
Los tres días que nos hemos quedado ahí los hemos pasado bastan-
te bien, nuestro trabajo se ha desarrollado con normalidad y tomamos el
camino de regreso.
62 / Hernán Cordero
Como es casi normal aquí, el chofer tiene un ayudante que viaja con
nocotros. Bueno, el ayudante viaja sobre el auto, con la carga de los pasa-
geros. Son solo 150 Km. desde Kankan a Siguirí, pero hay que atravezar 2
ríos en planchón ya que no hay puentes. Uno de esos dos ríos es el Níger
que en época de lluvias es enorme. Es la primera vez que voy a Siguirí, allí
hay una comunidad salesiana: 1 sacerdote, 1 tirocinante y una voluntaria.
Por fin llegamos al Níger, aquí hay un moderno planchón para pa-
sar unos 6 carros a la vez. El encargado del bac (planchón) nos lo ha dicho:
“no nos movemos si no hay 6 carros”; nosotros somos el cuarto vehículo.
A esperar de nuevo, la gente hecha al dolor baja a buscar comida, un pla-
to de cualquier cosa. Las vendedoras son las mujeres de los empleados que
trabajan en el planchón, el negocio funciona! El bac se detiene lo suficien-
te como para que haya un consumo que traiga ganancias a las vendedoras.
Todo el mundo lo sabe, los reclamos se hacen sentir pero estos no dan nin-
gún resultado. Atravesamos el Níger como a las dos de la tarde y seguimos
el camino del otro lado del río, son unos 40 Kilómetros que se recorren an-
tes de llegar al Tinkiso, otro río que debemos cruzar.
Los autos que atravesaron con nosotros el río Niger están ya del otro
lado, el bac está esperando dos vehículos más. ¡Mierda, otras dos horas de
espera!
64 / Hernán Cordero
Llego hacia las 10 de la noche; han sido 14 horas de viaje para 150
Km., ¡es un buen récord!
Por la tarde salgo a dar una vuelta por el lugar, a conocer el pueblo;
preparo mi mochila para el regreso del día siguiente. Estoy casi resignado
a lo que me espera, me acuerdo de Luis Pedro, el voluntario mexicano que
me había contado que en este trayecto se había quedado a dormir una no-
che a mitad de camino; yo no le creí, pensé que estaba exagerando.
El resto del viaje ha sido muy rápido, así es que antes de las 2 de la
tarde ya estoy en casa, ¡increible!
Estoy bien y no me hace falta nada... fue uno de los diálogos más
cortos que he tenido con mis superiores.
Los días que paso en la capital son duros, tengo que hacer muchas
compras y arreglar documentos; ¡éste es el castigo de todo aquel que sale
del interior del país hacia la capital!
Para el viaje de regreso llevamos dos pasajeros hasta los tres cuartos
del camino, un africano y un religioso holandés, ellos nos cuentan sus
aventuras por estas tierras, chistes, música, comida al paso... todo chévere.
día de viaje fui hasta Machala, ahí me quedé un día en la casa de John, un
ex-voluntario de San Patricio; también fui hasta el santuario de la Virgen
de Chilla. Después seguí mi camino hacia Cuenca, quise pasar por el Ca-
jas pero me perdí (el carretero aún no estaba terminado) y tuve que regre-
sar para salir a Naranjal, seguí por el Cañar hasta Cuenca; en mi casa me
quedé dos días y después salí para el norte del país pero subiendo por el
oriente. En General Plaza (Limón) me quedé a dormir en la casa de otro
ex-voluntario, al día siguiente salí para Macas, en el camino encontré a los
chicos de la calle que andaban de vacaciones, me quedé a dormir una no-
che en Sucúa y al día siguiente llegué hasta Quito, salí a la sierra por Ba-
ños. Fueron más de 6 mil kilómetros con todas las vueltas incluídas. Nun-
ca me arrepentí de viajar así, aún cuando los brazos me dolían despues de
conducir la moto en trayectos duros. Ahora, en Guinea, tampoco me arre-
piento de viajar. Es muy duro! Pienso en la gente que no le gusta viajar
tanto pero está obligada a desplazarse al interior de este país, gente que su-
fre mucho. Para mucha gente es de todos los días lo que para otros es una
aventura!
***
Escapadas
Pero en éstos días, y a medida que voy entrando con los jóvenes, voy
aprendiendo cosas nuevas.
Por las tardes, cuando las clases han terminado bajo a dar una vuel-
ta por el pueblo, ahí en la cancha grande de fútbol donde de vez en cuan-
do jugamos con los jóvenes, también hay un lugar al borde de la carretera
donde ellos se reúnen para contar sus historias.
Más tarde me he enterado que hay algunas normas también para los
extranjeros que tienen interés en conocer un pueblo; se trata de llegar di-
rectamente a la casa del jefe del lugar y explicarle el motivo de la visita,
muchas veces es el mismo jefe el que acompaña al extranjero a dar un gi-
ro por los lugares interesantes, y a presentar a las personas importantes.
Para los ojos del extranjero todos los pueblos son iguales, esto por el
aspecto exterior que presentan y el paisaje que los rodea, así es que un tu-
rismo de pasada puede resultar aburridísimo. Otra cosa es entrar y cono-
cer las particularidades de cada poblado:
Los jóvenes del pueblo ya son mis amigos, hay un grupo de unos 6
jóvenes que me tienen mucha confianza, ellos vienen muy seguido a infor-
marme e invitarme a las fiestas tradicionales de Dabadougou así como las
de los pueblos vecinos.
He aprendido bastante bien los diferentes bailes, pero hay uno que
me gusta más, es el baile de los hombres fuertes “Kamberé koro”; este bai-
le al son de tres tipos diferentes de tambores representa la guerra, el en-
cuentro de dos grupos de hombres que se pelean con chicotes. Los pasos
72 / Hernán Cordero
Que yo salga por las noches, que los jóvenes vengan a buscarme, que
yo hable en su lengua, que participe en las fiestas, etc. no gusta a todos mis
hermanos de comunidad. Francisco baja al pueblo solo cuando es invita-
do formalmente por las autoridades; hay un puesto especial a la derecha
del jefe del pueblo para él. Pancho, el director, va más seguido; claro que él
no se mete a bailar en la masa. A Patricia la llevo al pueblo de vez en cuan-
do.
Entre risas han lanzado algunas de éstas frases. ¡Mierda! ¡Ahora cai-
go! Todo estaba preparado, ellos sabían de alguna manera los propósitos
de Danán; esto no me gusta nada, no entiendo por qué lo hacen, con todo
le digo a Danán: “Mira, yo vine únicamente porque tú me invitaste a una
danza tradicional, no vine por asunto de chicas... dime si me quedo o me
voy”.
Los jóvenes han querido lavarse las manos. Danán me ha dicho que
la danza se realizará casi enseguida.
76 / Hernán Cordero
Los hombres con sus trajes van saliendo a la plaza del pueblo don-
de se han encendido unas chamisas para alumbrar la fiesta; la danza de los
hombres fuertes ha sido una de las mejores que he visto, hasta me he olvi-
dado del incidente con mis amigos. Son más o menos las diez de la noche,
la danza está acabándose, sin embargo Danán ha estado hablando de nue-
vo con mis compañeros de viaje para convencerles de quedarse en el pue-
blo; ahora son cinco personas que quieren convencerme de quedarme a
dormir en este pueblo. ¡Nada que ver! El que viene conmigo bien, aquel
que quiera quedarse puede hacerlo libremente; me despido de Danán y
arranco la camioneta. Todos los jóvenes han regresado conmigo al pueblo,
en el camino he hablado algo con ellos, sobre todo les he dicho que si yo
quisiera una chica la buscaría yo mismo, que ellos no tienen que ocuparse
de ello. Creo que les he dado un sermón de esos que a mí mismo no me
gustan.
Pero los días sucesivos hemos tenido el tiempo de hablar con con-
fianza, ahora el incidente se ha convertido en un lazo de unión, hasta bro-
meamos sobre el incidente.
¿Estás casado?
***
Los superiores veían mal que una chica sola esté viviendo en una co-
munidad de salesianos. Cuando pregunté a los superiores me dijeron otra
cosa: ella había pedido retirarse. Para mí el resultado es el mismo, estoy
pinchado de nuevo, la comunidad disminuye día a día.
Con solo tres personas en esta escuela las cosas se nos van de las ma-
nos, los talleres comienzan a marchar a medias, las pérdidas de herramien-
tas y materiales se vuelven cotidianas, el desperdicio también.
Constato que nos falta mucho por hacer a este nivel, si nos roban es
porque no los hemos concientizado bien de lo que están haciendo o por-
que no somos de los suyos; continuamos siendo tubabus, gringos pende-
jos!
Africa: me haces falta / 81
Por otra parte no es que sea fácil, una corrupción arraigada de esta
manera durante un régimen de 30 años no va a desaparecer en un dos por
tres.
Este asunto tuvimos que arreglarlo con las autoridades del pueblo,
sin recurrir a la policía, es decir que arreglamos el problema según la tra-
dición. Por así decirlo, este es un caso ganado para nosotros puesto que el
pueblo ha castigado socialmente al ladrón tal como lo hacen entre ellos.
Unos días después decido bajar al pueblo, no veo casi nunca a los jó-
venes durante el día, ellos van al campo y yo estoy en el taller.
Los salesianos hemos caído en el juego fácil de arreglar todas las co-
sas rápidas y con dinero, por ello la presencia de este empleado. La relación
de servilismo no la aguanto, no tengo la costumbre de hacer mandados, de
tener un “boy” o criado.
En Ecuador era corriente lo del billetito al “chapa” para que nos de-
jara circular; aunque no he colaborado nunca con esta práctica en nuestro
país, creo que la rabia la traigo encima desde hace tiempo, solo que aquí se
ha agravado.
nos. Por otra parte es como si la gente sencilla tuviera un sexto sentido,
ellos sienten cuando tenemos recelo, cuando tenemos miedo, cuando los
rechazamos, ellos saben si estamos a la defensiva.
La última reunión a la que fui era una reunión exclusiva para blan-
cos, yo no sabía del particular. En la puerta de la casa donde se hacía la fies-
ta encontré a uno de mis mejores amigos, un Senegalés constructor con el
que trabajamos juntos en algunas oportunidades; él ha sido detenido a la
entrada por un empleado del dueño de casa quien ha mandado decir que
la fiesta no era para cualquiera. En ese momento Cheick me mira; yo he
sonreido y le he invitado a tomar una cerveza en el centro de la ciudad; sa-
limos dejando, creo que definitivamente, este tipo de reuniones. Fue una
excelente cerveza.
Otra cosa que me deja mal parado es el entrar cada vez más profun-
damente en la realidad; las primeras impresiones cuando llegas son muy
Africa: me haces falta / 85
Hasta hace poco yo creía que lo último eran los países del tercer
mundo, conociendo Bolivia y Ecuador yo pensaba que no hay nada de más
pobre. Pero qué equivocado estaba, seguramente estamos en el cuarto
mundo, el quinto... ¡no sé!
TERCER AÑO
El nuevo año es diferente porque ahora hay unas bases sobre las
cuales me apoyo; creo que he roto esos esquemas que he llevado en mi ca-
beza desde la niñez, como que me he abierto a otras concepciones del
mundo y de la vida.
Los esquemas que nuestra cultura nos imprime desde niños pueden
convertirse más tarde en barreras psicológicas que nos impiden aprender
otro idioma, bailar ciertas danzas, hacer ciertos trabajos, tocar a alguien,
comer ciertos animales. Son como prejuicios que sobrevaloran lo nuestro
y ponen siempre por debajo lo del otro.
88 / Hernán Cordero
Cada día quiero más a ese loco que se llama Jesús, en estos tiempos
he comenzado a leer más a menudo los evangelios, como que ahora los
comprendo mejor. Esta inquietud de conocer más a Jesús me lleva cada vez
más a una reflexión sobre toda la realidad, a superar la mirada simplista de
lo material, de lo que puedo tocar. Comienzo a entender que hay un más
allá, hasta creo que El está presente también en este medio musulmán. Si;
he pensado que El podría ser negro y cultivador en lugar de blanco y car-
pintero.
***
Agosto del 93
Por la tarde cae la lluvia pero el trabajo no se detiene sino hasta las
4 de la tarde, todos terminamos con el lodo hasta las rodillas (ahora com-
prendo porqué la mayoría de los cultivadores no tienen vellos en las pier-
nas) y cuando la tarea ha sido acabada regresamos al pueblo.
tes” o montones de tierra por día, de otro que era implacable con su ha-
cha, otro que hacía producir mucha yuca en tal lugar, etc. Pero también se
ha hecho alusión a los trabajadores del día, a los de la minga. Mi nombre
también ha sido pronunciado. Se ha resaltado el valor del trabajo comuni-
tario, el valor de la tierra que nos da de comer, la unión de los cultivado-
res, etc. Ahora comprendo mejor lo de la competencia a la hora de traba-
jar.
Los jóvenes me han hecho hoy una confesión muy especial: “el cura
no ha venido nunca con nosotros al campo, no nos acercamos a él porque
nos da recelo, seguramente él no puede comprendernos a los campesinos”.
Otro joven me ha dicho con palabras morochas: “Aquí en este pueblo to-
dos somos cultivadores; si alguien quiere entrar con nosotros tiene que
comprender nuestro trabajo en el campo”. Estas frases son un mensaje du-
ro de pasar.
***
muchas ideas a más del trabajo, además salimos juntos a la ciudad a to-
marnos una cerveza o a nadar en el río, también bajamos algunas noches
al pueblo. Nosotros no nos condicionamos, no nos obligamos a nada,
nuestras relaciones son buenas. La presencia de Armando mejora las real-
ciones en la comunidad.
Más tarde él irá de cacería con algún joven del pueblo, participará
del té en los grupos, de algunas fiestas.
***
Problemas en la escuela
Ahora la libertad existe pero la gente no sabe que hacer con ella, na-
die quiere tomar iniciativas y en general la población espera que todas las
soluciones a la vida sean dadas por el Estado. Claro que entre la ciudad y
el campo hay un abismo; la gente de la ciudad siempre vive a expensas del
Estado mientras que los campesinos trabajan siempre, con o sin el Estado
y tienen que sobrevivir por su cuenta en todo tiempo.
Algunos profesores de la “U¨ van a dar clases con una pistola al bol-
sillo.
aprovechan el pánico para hacer sus peticiones. Con todo, no estoy tan
sorprendido, yo tengo una idea del control de las bodegas que se ha veni-
do haciendo, la desaparición de los combustibles, el uso de los vehículos,
etc. Estas situaciones ya no pueden asustarme.
Personalmente pienso que era la única salida, todos los alumnos es-
taban implicados de alguna manera.
Para la comunidad este golpe ha sido muy duro, pero, sin embargo,
hay cosas positivas: los hechos de éstos días nos han unido, nos han hecho
sentir hermanos, trabajar en grupo, pensar seriamente sobre nuestra op-
ción. Ahora nosotros vemos las cosas con otros ojos, la mirada ingénua del
extranjero se agudiza. Es tiempo de buscar nuevas alternativas para llegar
a la gente y ayudar a los que verdaderamente lo necesitan.
Los últimos sucesos no han sido agradables para nosotros pero pa-
rece que de alguna manera eran necesarios para despertarnos de un pesa-
do sueño. Parecería que las crisis son necesarias para producir cambios. Yo
podría resumir estos hechos en pocas palabras: “no nos hemos incultura-
do”, no hemos llegado a ingresar en el mundo cultural guineano, todo lo
demás pasa a ser secundario. No todos están de acuerdo con mi opinión
en la comunidad.
***
Viajes a la africana
Hacia las 7 de la noche llegamos a orillas del río Níger, el lugar se lla-
ma Djelibakoro, un pueblo de unos 3000 habitantes. Pedimos a un niño
que nos conduzca a la casa del jefe del pueblo, pues es a él que tendremos
que pedirle alojamiento. Así es, en la casa del jefe del pueblo siempre hay
un lugar especial para recibir a los foráneos; no es gran cosa, se trata de un
cuarto con una cama y una basija que siempre contiene agua fresca. El an-
ciano nos ha ofrecido con mucho gusto su casa para pasar la noche, ha or-
denado a su mujer que cambie las sábanas para nosotros y que prenda una
lámpara para esta habitación. Hemos estado hablando con el anciano y su
familia por un buen momento.
102 / Hernán Cordero
Para pasar del otro lado del Níger subimos sobre una de las tantas
canoas que pasan a la gente. La travesía es rápida y una vez al otro lado del
río continuamos pedaleando, tenemos que aprovechar el fresco de las pri-
meras horas de la mañana.
rector, debía salir hoy por la mañana de Dabadougou con rumbo a Sigui-
rí; como no hay canoas para atravezar el río, estamos esperando que el
planchón nos lleve del otro lado pero mientras tanto aprovechamos para
nadar a la orilla del río. Medio día y el planchón no se ha llenado, tampo-
co el padre Rodrigo ha aparecido.
Es casi medio día, en el pueblo hay muy poca gente, pero llegamos
a una concesión donde hay casi una familia entera conversando. Después
de saludar a la familia, yo explico mi problema a los jóvenes que están ahí;
ellos no son mecánicos y tampoco tienen las herramientas para hacer el
trabajo; sin embargo, uno de los jóvenes me dice que él va a intentar arre-
glar mi bicicleta, yo se la confío. Para solucionar mi problema los dos jó-
venes han buscado por todo el pueblo las herramientas y los rulimanes da-
ñados que hacen falta; ellos se han demorado ciertamente, pero yo estoy
conciente de que por mi cuenta nada hubiera podido hacer. La paga es irri-
soria, el equivalente a 2000 sucres, seguramente lo mismo que pagaría en
la ciudad.
Una mujer que oyó nuestra demanda en el bar nos ofreció las cer-
vezas, yo no sé de donde las sacó pero nos las trajo.
104 / Hernán Cordero
***
La marcha dura tres día con sus noches, en realidad se marcha más
de noche que de día; luego de la marcha, siguen tres días de fiesta en Bof-
fa y luego el retorno a casa, que en nuestro caso tomará dos días más.
Los primeros 25 Km. la gente corre, los ánimos están muy en alto.
Un pequeño descanso de unos 30 minutos y la marcha sigue como hasta
las 8 de la mañana. Hemos caminado frenéticamente, pueda ser que ya he-
mos hecho los primeros 50 Km. La gente llega al pueblo donde nos dete-
nemos y se deja caer en el piso; algunos se sirven un pequeño desayuno,
otros prefieren dormir. El descanso en esta primera etapa se alarga hasta
las 3 de la tarde. Armando y yo estamos, como la gran mayoría de gente,
tendidos en el piso; pero la gente se compadece de nosotros, nos ven con
mucha lástima y algunos hasta nos dicen: “pobres gringuitos”. Un anciano
sale de una casa a prestarnos una estera para que nos recostemos; unos jó-
venes que marchan con nosotros vienen a compartir con nosotros unos re-
frescos y una lata de sardinas.
les paramos bola, sabemos que hay otros que nos sienten muy cercanos,
además así conocemos como se vive aquí en Africa; no es suficiente ver co-
mo se dan las cosas, muchas veces es necesario vivirlas para poder com-
prenderlas.
Para mucha gente seguramente una marcha de este tipo, es decir re-
ligiosa, no tiene mucho sentido; pero para mi es muy reveladora, yo la he
escrito en mi diario por eso, ella representa la experiencia misma de vo-
luntariado que estoy viviendo en estos años, hay un paralelismo interesan-
te entre lo que pasó aquí y lo que está pasando en mi vida.
También los momentos duros no se pueden evitar, son parte del ca-
mino. Hay gente que me acompaña, solo en pequeños trayectos he cami-
nado solo, muchos me han animado y me han dicho que lo que hago no
es tan estúpido. Ahora siento que siempre ha existido alguien a mi lado, al-
guien que nunca me ha fallado; pero ni siquiera puedo describirlo bien,
solo sé que se llama Jesús; El me ha exigido siempre que siga adelante y
cuando no he podido más hasta creo que me ha cargado, El siempre me
ha esperado.
Africa: me haces falta / 109
110 / Hernán Cordero
***
La comunidad
Para mí, la comunidad no es otra cosa que una familia, una familia
normal, con momentos de felicidad pero también con problemas.
- La gente todavía no nos percibe como una familia, ellos nos ven a
algunos de nosotros como independientes de la comunidad.
Un hecho de esos que pasan casi todos los días me sirve para eva-
luarme en lo personal, para darme cuenta cuanto me he adaptado a este
medio.
Me doy cuenta que las noticias corren muy rápido aquí, ¡la comu-
nicación es mucho más eficiente de lo que creía!
114 / Hernán Cordero
Ahora estoy aquí en cuerpo y alma, es una forma de decir que estoy
aquí completamente; leí unas páginas de las primeras de mi diario y veo la
diferencia.
Africa: me haces falta / 115
Tenía:
- boca muy grande
- orejas pequeñas
- ojos chinos
- ojos grandes y
bien abiertos
- boca chica
“en boca cerrada
no entra mosco”
- orejas perfectas
116 / Hernán Cordero
***
No hay duda alguna (para mí) de que este análisis me ayuda a vivir
más intensamente, a salir de la rutina y la mediocridad en la que muchas
veces me he dejado atrapar. Me permite conocerme mejor para poder en-
tregarme mejor a esos hermanos a los que quiero servir, y porsupuesto,
aprendo a reconocer mis limitaciones y a vivir mejor con ellas.
LA SOCIEDAD TE DICE:
...Yo continúo a pensar que los jóvenes no toleran más los siete pe-
cados capitales de nuestro mundo:
El racismo,
el colonialismo,
la guerra,
el paternalismo,
el fariseismo,
118 / Hernán Cordero
la alienación,
el miedo.
Hélder Cámara.
y todos se asemejan,
no hay sino una sola naturaleza humana,
todos tienen derecho a entrar en la ronda
simplemente porque son hombres.
...Es tan bonito poder decir estas palabras, afirmar que todo hom-
bre es mi hermano. Pero hay que pasarlo a la vida cotidiana. De nada sir-
ven las bellas ideas si no hay hechos, todo sería solo bla.bla.bla.
¿QUIEN ES JESUS?
+ ...un amigo, es decir alguien en el que confío y creo; pase lo que pa-
se, El está ahí.
+ Jesús es alguien que busco siempre, que quiero conocer mejor, al-
guien que le da un sentido a mi vida.
Felices los que saben entender que hay algo superior al hombre, los
signos de El entre nosotros, en la humilde realidad de todos los días.
Felices los que creen sin querer comprobar todo, ver todo, experi-
mentar todo!
***
LLega la crisis...
En éstos últimos días he entrado en crisis, es Abril del 95, desde Sep-
tiembre estoy en la ciudad de Lomé haciendo mi noviciado en la comuni-
dad salesiana.
Hace algunos meses que no escribía nada, pero ahora que me en-
cuentro mal siento la necesidad de hacerlo.
***
El verdadero Amor
NO, no mucho. Una buena parte de mi niñez la hice sin papá, des-
pués murió mi madre; a los quince años comencé a vivir más en la calle
que en casa. Ningún buen cura en mi camino, ni amigos que se han preo-
cupado por mi vida.
Ciertamente unas cuantas veces he hecho cosas por los demás sin
esperar nada de regreso, gratuitamente, me he sentido muy bien de poder
hacerlo.
Pero me doy cuenta que la mayor parte del tiempo estoy trabajan-
do como un loco sin tener el tiempo de ponerme a pensar en el por qué lo
estoy haciendo. A veces tengo ganas de reir, es como una neurosis del tra-
bajo, es estar metido en un activismo desenfrenado.
Como hace tres meses que estoy en esta situación de crisis, a ratos
tengo ganas de irme y retomar mis actividades y mi estilo de vida anterio-
res. En este tiempo he rezado bastante, también he leído muchos libros de
espiritualidad. Parece algo tonto, pero solo en éstos momentos duros nos
acordamos de Dios, cuando estamos bien nos atribuimos ese bienestar a
nosotros mismos, a nuestros méritos logrados seguramente con mucho
esfuerzo. Pero el sufrimiento lo delegamos a otros...
con las cartas que llegan a sus manos, sean éstas buenas o malas; esos son
buenos jugadores, los que saben utilizar todas las cartas de la mejor mane-
ra. Los religiosos debemos utilizar todos los elementos que están en nues-
tra vida, pero no siempre tenemos solo cosas positivas...”
- Un control de mí mismo.
- Médico a la mano.
Me doy cuenta que tengo más cartas buenas que cartas malas, ¡solo
debo administrarlas bien!
Hay días como hoy, días en que hago marcha atrás, no sé que me pa-
sa. Hoy pensé en partir, dejar esta vida, dejar la comunidad, simplemente
largarme.
Y si sabemos aceptarlo,
mojados, cansados y apaleados
pensando que así Dios quiere
el mal transformarlo en bien.
***
¿Acaso quieren ustedes que yo sea perfecto, sin fallas, con un cora-
zón desbordante de amor y asexuado?
Está muy bien como exigencia!... Pero acuérdense que yo tengo una
historia, unos nervios frágiles, un cuerpo muchas veces fatigado, una afec-
tividad que me empuja a amar infinitamente a Dios, pero que a veces su-
fre de la falta de un amor personalizado.
Hoy fui al hogar de jóvenes que está a lado de nuestra casa, voy se-
guido a conversar con ellos, a tocar los tambores, a comer. Me he conver-
tido en un amigo de confianza para esos 15 muchachos.
Africa: me haces falta / 131
Yo creo que ustedes los blancos son una lata, siempre están preocu-
pándose demasiado por su salud; mira, nosotros los africanos nos levan-
tamos por la mañana y hacemos, con esfuerzo, lo que podemos en el día”.
***
La vida es bella...
Son todas cosas que existen en mi vida, muchas veces estoy más en
la columna de la derecha y entonces mi vida tiene poco sentido; pero otras
veces estoy más en la columna de la izquierda y todo está bien...
Africa: me haces falta / 133
***
Solo ahora...
***
Muerte al elitismo
Nosotros creíamos que los contactos con los laicos podían corrom-
per nuestro espíritu.
134 / Hernán Cordero
El elitismo será siempre una tentación para todo aquel que toma la
religión en serio, pero este debe ser tomado por lo que es: “una perversión
del mensaje y del ejemplo de Jesús en los Evangelios”.
Yo quiero pensar que talvez nosotros hacemos más bien del que
creemos mostrándonos como seres humanos normales, sin esconder
nuestra fragilidad... ¿en qué nos ayuda mostrar una fuerza aparente?
***
Yo no soy muy apegado a las cosas ni al dinero, siempre creí que es-
te desprendimiento era una virtud que yo había logrado con mi esfuerzo
y por ello me sentía muy orgulloso.
Cuando yo era niño vivía felíz; en casa nos queríamos mucho, no te-
níamos mucho dinero, pero nunca nos faltaba lo indispensable; el dinero
no era un elemento muy importante en nuestra familia.
***
¿Y después de la crisis?
Marzo / 96.
Mi vida toma otras dimensiones hoy, todo lo que hago tiene raíces
más profundas, quien creyera que la crisis me ha hecho avanzar positiva-
mente; cada vez soy más yo mismo aunque me cuesta aceptar las cosas ne-
gativas que están dentro de mí.
Mis relaciones con los demás han cambiado bastante, ahora son
más abiertas; el condicionamiento de mis formadores, europeos todos,
desparece. Lo importante hoy es ser yo mismo y creo que eso me acerca
mucho más de mis hermanos africanos.
Mi evaluación me dejó muy mal parado, debo aceptar que las per-
sonas me perciben así, al menos esas personas: los formadores. Después
relativisé lo dicho de mí, pregunté cómo me ven otras personas , y me pre-
Africa: me haces falta / 137
gunté yo mismo. También tuve el valor de discutir con uno de mis forma-
dores... la vida continúa.
4 de Julio / 96
El “nous les blancs ou nous les noirs” (nosotros los blancos o noso-
tros los negros) ha desaparecido de nuestra mesa, ... ¡que alegría!
Un árbol es fuerte,
pero el fuego puede quemarlo y matarlo;
el fuego es fuerte,
pero el agua puede apagarlo;
el agua es fuerte,
pero el sol puede evaporarla;
el sol es fuerte,
pero las nubes pueden cubrirlo;
las nubes son fuertes,
pero el viento puede llevárselas;
el viento es fuerte,
pero las montañas pueden detenerlo;
la montaña es fuerte,
pero el hombre puede controlarla;
el hombre es fuerte,
pero la muerte puede someterlo;
la muerte es fuerte,
pero el amor puede vencerla...
y no hay nada más fuerte que el amor,
¡porque él viene de Dios!
Por las tardes salíamos con el padre Angel a la ciudad, allí jugába-
mos generalmente básquet con los jóvenes no muy numerosos en éstos
días de vacaciones.
La partida ahora es algo más habitual para mí, no por eso deja de
ser dura. Llegar a la comunidad en Lomé será una alegría ya que veré a mis
hermanos y tendremos mucho que contarnos sobre nuestras experiencias
de vacaciones, las primeras que pasamos siendo salesianos.
16 de Septiembre/96
22 de Septiembre/96
29 de Septiembre/96
LLego a Quito y casi enseguida voy a parar en una clínica; tengo una
infección bastante severa, mis defensas están bajísimas. Otra vez los anti-
depresivos, a más de un montón de antibióticos.
142 / Hernán Cordero
***
Ningún ser humano está hecho para ser el modelo ideal de perfec-
ción. Los seres humanos fallamos, pero eso no debe jugar sobre nuestra
autoestima.
4 de Octubre/96
***
***
El amor es un combate
***
Formación y crisis
10 de Enero/ 97
Hoy recibí una carta de mis amigos de Lomé. Los jóvenes del hogar
que yo visitaba casi todas las tardes me han escrito. La carta llega en un
momento en el cual me encuentro en un proceso de adaptación a la nue-
va comunidad, pero al mismo tiempo en la rutina del horario de estudios.
Esas líneas que mis hermanos me han escrito, en un lenguaje muy senci-
llo, me han hecho viajar, me han hecho pensar que existe una posibilidad
de vernos algún día. Uno de los jóvenes de dice: “solo los árboles y las
montañas no se encuentran nunca, pero nosotros los hombres, mientras
vivamos, siempre tenemos la esperanza de vernos nuevamente”. Con fra-
ses como éstas me he recargado de energía; recibir esta carta es saber que
la gente que he conocido en Africa me quiere como yo a ellos, que mi ex-
146 / Hernán Cordero
11 de Enero/97
28 de Enero /97
Mira, eso es la vida: luchar contra esos pecados, luchar sin desani-
marse, luchar a pesar de nuestra debilidad...anda y continúa tu lucha”.
Cuando me levanté me sentía ligero, contento, me sentía vivir ver-
daderamente, sentía que mi vida tiene un sentido. ¡Qué bueno que este cu-
ra me lo recordó! Creo que yo sabía estas cosas, solo que soy muy rudo y
las olvido tan a menudo!
1 de Marzo/97
Yo creo..
Yo creo en el sol,
aunque sea de noche y todo esté obscuro.
Yo creo en el amor...
aunque a menudo mi corazón está lleno de rabia.
Yo creo en la amistad
a pesar de los miles de kilómetros entre nosotros.
Africa: me haces falta / 149
Yo creo en Dios...
aunque a veces El calla.
7 de Marzo /97
Hoy no. No más; Jesús fue un hombre, un ser humano que tuvo que
luchar toda su vida como los otros hombres; no existieron esas interven-
ciones mágicas que nos gusta imaginar, esas manifestaciones milagrosas
que estamos esperando para tener fe.
Jesús es más exigente como hombre, talvez por eso queremos que se
quede en el altar, lejos de nosotros.
4 de Abril /97
24 de Abril/97
25 de Mayo/97
Tenemos miedo de vivir fuera del ambiente de relajo, nos gusta ha-
blar en todo momento para no tener tiempo de escuchar.
28 de Mayo/97
25 de Junio/97
La torre de Babel
pero a los 18 años no quiero seguir adelante en este sistema y decido aban-
donarlo, saltar... la caída es dura. La primera torre representa para mí el
suceso en la sociedad, la riqueza, una profesión, una familia, prestigio so-
cial...
15 de Septiembre/97
La contradicción
pero estoy contento y creo que algo he hecho por esta gente. Ellos también
han hecho mucho por mí.
3 de Octubre/97
Hay que merecer el amor de Dios, y para ello hay unas reglas preci-
sas, yo debo hacer cosas para Dios, cosas para ser digno del amor de Dios.
Entonces todo depende de mí, además soy yo que voy a dar y Dios que va
a recibir; dicho de otra manera, yo voy a comprar mi salvación con unas
cuantas acciones, unos méritos...Pero... ¿Y la misericordia, el perdón?
La idea me vino hoy: puedo acaparar a Dios con mis méritos. ¿Pero
si no alcanzo a hacerlo? Entonces me fregué, iré al infierno directamente
con los malos, o voy a enfermarme, o no sé que.
1 de Noviembre/97
5 de Noviembre/97
El hombre de calidad
mos esperando que los hombres de calidad hagan leyes para decretar que
ya no estamos es crisis. Nuestra sociedad solo va a desarrollarse si todos
los ecuatorianos ponemos lo mejor de nosotros, si cada quien pone su ca-
lidad, lo que tiene. Una sociedad con hombres de calidad para el poder se-
rá una sociedad elitista; así pasó con la sociedad hebrea en tiempos de Je-
sús, los fariseos y otros similares se creían los de calidad, los mejores para
llevar adelante al pueblo. Por suerte hubo un Jesús que vino a proclamar
la igualdad de los hombres y a dar un puesto a los oprimidos, que por cier-
to tenían muchas calidades y cualidades.
Yo creo que antes de ponerme en ruta para ser ese hombre que la
sociedad espera, debo redefinir bien lo que significa calidad; en todo caso,
si me comparan con los productos de calidad, los productos gringos, y
otros, estoy frito; todavía estoy muy lejos de ser ese hombre de calidad.
162 / Hernán Cordero
26 de Diciembre/97
Cuando llego para visitar a mi familia por unos días, nosotros con-
versamos de estas cosas. Siento que la corriente no pasa; no es una cues-
tión de lenguaje, es una cuestión de opción.
Entre las primeras preguntas que me hacen en casa están las si-
guientes: ¿cuánto ganas al mes?, ¿cuáles son las ventajas que te ofrece la co-
munidad en términos económicos? Responder que hago lo que quiero ha-
cer, que esto no tiene que ver con el dinero, resulta una respuesta tonta, in-
sensata. Mis hermanos no comprenden de qué se trata.
Hablando de tantas cosas que las niñas tienen me doy cuenta que
mi hermano y su esposa tienen todas las justificaciones del caso para tener
lo que tienen; además ellos no se comparan nunca con aquellos que tienen
menos y tampoco se interesan mucho por conocerlos. Así que el único que
anda con esas notas en mi familia soy yo; el único tontito que trabaja sin
tener beneficios personales.
5 de Febrero/98.
Antes tenía mucho miedo de abrir mi boca para decir que somos
mediocres, pero ¿cómo vamos a salir de ella si no la reconocemos prime-
ro? . Mostrar y aceptar la enfermedad antes de curarla va a ser muy duro
para todos, estamos tan acostumbrados, la mediocridad está en nuestro
horizonte y es una buena justificación para no cambiar, para “seguir vi-
viendo tranquilamente”. La sociedad nos convence de que hay hombres de
164 / Hernán Cordero
calidad y que los otros son la masa; como es lógico, no todos podemos ser
hombres de calidad, entonces somos de la masa. Muchas veces nos resulta
mucho más fácil reconocer que los otros son mejores y no salir de nuestro
hueco. Que esos hombres de calidad trabajen por nosotros, que ellos ha-
gan las leyes, que ellos cambien nuestras vidas...