Вы находитесь на странице: 1из 56

TRATADO ENTRE PERU Y ECUADOR

Desde su nacimiento como repúblicas independientes a principios del siglo XIX, y


hasta el año de 1998, ambos países mostraron discrepancias sobre sus límites
fronterizos en regiones comprendidas entre la cuenca del Amazonas y la cordillera
de los Andes. Los problemas en la delimitación de fronteras entre ambos países
tienen su punto de partida cuando la Gran Colombia (estado antecedente de
Ecuador, encabezado por Bolívar) exigió a la naciente República del Perú la entrega
de las provincias de Tumbes, Jaén y Maynas, que eran peruanas de acuerdo al
principio de la libre determinación de pueblos, fundamentalmente. Disuelta en 1830
la Gran Colombia y nacido el Ecuador a la vida independiente, este país revivió en
reiteradas ocasiones el viejo reclamo bolivariano hacia al Perú, llegando a
agudizarse la relación entre ambos países en tres ocasiones (1941, 1981 y 1995) y
desembocando en guerras generalmente cortas. El conflicto se convirtió durante
siglo y medio en el principal factor que dificultó el fortalecimiento de las relaciones
comerciales peruano-ecuatorianas.

Datos rápidos: Conflicto limítrofe entre Perú y Ecuador, Fecha ...


Época del Virreinato

Mapa de que comprende todo el distrito de la Audiencia de Quito en 1779.


Hasta antes de 1717, el territorio americano del imperio español estaba dividido en
dos grandes dependencias: el Virreinato del Perú y el Virreinato de Nueva España.
En ese año, como parte de las reformas Borbónicas del Rey Felipe V de España en
la ciudad de Segovia, España, se escinde del Virreinato del Perú, uno nuevo, el
Virreinato de Nueva Granada, medida decretada el 27 de mayo de 1717 por una
Real Cédula.

El Virreinato de Nueva Granada tuvo jurisdicción sobre la Real Audiencia de Santa


Fe de Bogotá, Real Audiencia de Panamá, Real Audiencia de Quito y la Capitanía
General de Venezuela. En tal sentido, las Reales Audiencias del Virreinato
comprendieron los territorios de las actuales Repúblicas de: Colombia, Ecuador,
Panamá y Venezuela, además de regiones del Norte del Perú, Norte y Este de
Brasil, y el Oeste de Guyana. Su capital se situó en Santa Fe de Bogotá.

El Rey Felipe V el 5 de noviembre de 1723 emitió otra Real Cédula, con la que se
devuelve la Real Audiencia de Quito al Virreinato del Perú, en vista de haber
quedado suprimido temporalmente el Virreinato de Nueva Granada.

Por mandato Real, la Real Audiencia de Quito fue incorporada nuevamente al


recreado Virreinato de Nueva Granada el 20 de agosto de 1739. Para entonces, el
Rey Felipe V firmó en San Ildelfonso, la Cédula de Reerección definitiva del
Virreinato de Nueva Granada con los mismos derechos y territorios de la Real
Cédula de 1717.
El rey Felipe V de España expidió en el año 1740 la Cédula Real, que fijó límites
entre la Real Audiencia de Quito y el Virreinato del Perú.

Esta Cédula nació en virtud que era necesario determinar con claridad y precisión la
limitación de la Audiencia de Quito, respecto de la Audiencia de Lima, para saber
hasta qué lugar tenían jurisdicción y autoridad los Virreyes de Nueva Granada y de
Perú, y evitar en lo posible futuras confusiones, quedando de este modo solucionada
la demarcación de ambas audiencias.

La Real Cédula de 1740 dice así:

Partiendo desde río Tumbes en la costa del Pacífico sigue la línea por las serranías
y demás cordilleras de los Andes por la jurisdicción de Paita y Piura, hasta el
Marañón a los 6º 30' de latitud Sur y la tierra adentro, dejando al Perú la jurisdicción
de Piura, Cajamarca, Moyobamba y Motilones y por la cordillera de Jeveros
atravesando el río Ucayali, a los 6º de latitud Sur hasta dar con el río Javarí o Jauri
en la confluencia del Carpi y las aguas de este al Solimaes o Amazonas y las de
este aguas abajo hasta la boca más occidental del Caquetá o Yapura, en que
comienzan los límites con el Brasil.

Real Cédula de 1802


La Corona española bajo el reinado de Carlos IV, el 15 de julio de 1802, dictó una
Real Cédula, a inspiración de Francisco Requena, según la cual, el Gobierno de
Maynas y el Gobierno de Quijos, así como las misiones establecidas en los ríos que
desembocan en el Marañón, que pertenecían hasta entonces al territorio de la Real
Audiencia de Quito, pasaban a la jurisdicción política y eclesiástica del Virreinato del
Perú. Del contenido de esta real cédula se deduce claramente que su objetivo
principal era detener los avances portugueses a los territorios de la corona española.

Es necesario analizar las razones y circunstancias que obligaron a la Corona


española a dictarla.

La política expansionista de los portugueses en la hoya amazónica, quienes


avanzaban incesantes hasta los territorios de la Corona española, especialmente
para dedicarse a la caza de indios a los que vendían como esclavos (bandeirantes).
Ya desde años atrás, España se había preocupado en delimitar las fronteras de sus
colonias sudamericanas con los dominios de Portugal. En octubre de 1777 se firmó
el Tratado de San Ildelfonso reconociendo a los ríos Yapurá y Yavari como el límite
con Portugal, quedando algunos sectores sin la delimitación exacta y se enviaron
sendas comunicaciones a la selva amazónica para que la delimitación se hiciera con
base en el conocimiento de la realidad geográfica. Por España se envía a Francisco
de Requena, ingeniero jefe de la comisión española de límites y gobernador de
Maynas (1779), quien por problemas de entendimiento con la comisión de Portugal,
tras nueve años tuvo que retirarse sin haber conseguido que se marcase la línea en
toda su extensión.[1]
El abandono de las misiones jesuitas de la selva amazónica, dependientes de Quito,
debido a la expulsión de los miembros de dicha orden religiosa de toda la América
española, según orden real dada en 1767. Los jesuitas habían realizado una obra
muy valiosa de civilización e integración de los nativos de dicha región, y su
expulsión marcó el inicio de un periodo de grave decadencia en Maynas, que la
corona española se interesó en revertir.[2] Para sustituir a los jesuitas se pensó en
las congregaciones franciscanas del Colegio de Ocopa, que venían colonizando la
Región Oriental del Alto Ucayali, pero para ello era necesario unificar la labor de
estos operarios religiosos. Requena propuso al respecto la creación del Obispado de
Maynas.[3]
Requena remitió un informe escrito al Rey de España, donde sostuvo que lo más
conveniente para una buena defensa y administración de las misiones de Maynas
que permitiera su progreso, era que dejaran de ser parte del Virreinato de Nueva
Granada y se uniesen al del Perú. Años después, Requena ocupó un asiento en el
Consejo de Indias, en donde en sucesivas alegaciones, defendió verbalmente esta
misma posición. Su razón fundamental era que, desde el Virreinato del Perú, las
misiones de Maynas «podían ser más pronto auxiliadas, mejor defendidas, y
fomentarse algún comercio, por ser accesibles, todo el año, los caminos… a los
embarcaderos de Jaén, Moyobamba, Lamas, Plaza Grande y otros puestos, todos
en distintos ríos, que dan entrada a todas aquellas misiones». Requena exponía así
con la autoridad que le daba el hecho de conocer personalmente toda esa extensa
región, que recorriera durante más de diez años. Fueron sus convincentes razones
las que motivaron que la Corona le prestara atención y diera la Real Cédula de
1802.[4]
La Real Cédula de 1802 dice:

He resuelto que tenga por segregado del virreinato de Santa Fe y de la provincia de


Quito y agregado a ese virreinato el Gobierno y Comandancia General de Mainas
con los pueblos del Gobierno de Quijos, excepto el de Papallacta por estar todos
ellos a las orillas del río Napo o en sus inmediaciones, extendiéndose aquella
Comandancia General no sólo por el río Marañón abajo, hasta las fronteras de las
colonias portugueses, sino también por todos los demás ríos que entran al Marañón
por sus margines septentrional y meridional como son Morona, Huallaga, Paztaza,
Ucayali, Napo, Yavari, Putumayo, Yapurá y otros menos considerables, hasta el
paraje en que éstos mismos por sus altos y raudales dejan de ser navegables:
debiendo quedar también a la misma Comandancia General los pueblos de Lamas y
Moyobamba... A cuyo fin os mando que quedando como quedan agregados los
gobiernos de Mainas y Quijos a es virreinato auxiliés con cuantas providencias
juzguéis necesarias y os pidiere el Comandante General y que sirvan en ellos no
sólo para el adelantamiento y conservación de los pueblos, custodia de los
misioneros sino también para la seguridad de mis dominios impidiendo se adelanten
por ellos los vasallos de Corona de Portugal nombrando los cabos subalternos o
Teniente de Gobernador que os pareciere necesarios, para la defensa de esas
fronteras y administración de justicia...Así mismo he resuelto poner todos esos
pueblos y misiones reunidos a cargo del Colegio Apostólico de Santa Rosa de
Ocopa de ese Arzobispado...Igualmente he resuelto erigir un Obispado en dichas
misiones...YO EL REY

Ejecución y cumplimiento de la Real Cédula de 1802


Según la posición ecuatoriana, la Real Cédula de 1802 nunca fue cumplida ni
ejecutada, pues no recibió el pase del virrey de Nueva Granada y se opuso a su
cumplimiento el Presidente de Quito. Sin embargo ello no es cierto. El virrey de
Nueva Granada, Pedro Mendinueta, al momento de entregar el mando a su sucesor,
dejó claramente sentado en su memoria que la Comandancia de Maynas se había
segregado de su jurisdicción y agregado al Virreinato del Perú, justificando dicha
medida por su lejanía con la capital, Santa Fe. Se sabe también que el Presidente
de Quito, Barón de Carondelet, consultó al fiscal Iriarte sobre lo dispuesto por la
Real Cédula; dicho fiscal opinó que se guarde, cumple y ejecute la cédula, que se
pasara a la Real Audiencia una copia legalizada y se comunicara a los gobernadores
de Maynas y Quijos. Siguiendo dicha opinión, el Barón de Carondelet informó el 20
de febrero de 1803 al comandante general de Maynas sobre la orden de
incorporarse al Virreinato peruano.[5]

La posición ecuatoriana, también sostiene que el Perú, que desde el año de 1823
empezó negociaciones de límites con la Gran Colombia, nunca dio valor alguno para
la demarcación de límites a esta real cédula de 1802. Tanto en las negociaciones de
los Mosquera, en el convenio de Girón, en los protocolos del tratado de 1829 y en
las discusiones del Protocolo Pedemonte-Mosquera, en los cuales se hicieron
numerosas alusiones a la nombrada Cédula de 1802, nunca se trató de tomarla
como base de demarcaciones territoriales; pero Brasil en el año de 1851, firmó un
tratado con Perú por medio del cual este último país entregaba a la jurisdicción
grandes extensiones territoriales, que antaño habían pertenecido, en parte, tanto al
Virreinato de Perú como al Virreinato de Nueva Granada. En cambio Brasil
reconocía a Perú como su colindante en toda la extensión del río Yavarí y por la
geodésica que parte de Tabatinga y va a dar al Río Caquetá en su confluencia con el
río Apaporis. Esta Cédula de 1802 era muy conocida, pero nunca se le dio valor
antes de 1851, en las demarcaciones territoriales. No fue encontrada en
Moyobamba en 1846, como lo afirman algunos. Para que se vea lo usada y
movilizada que ha sido, reproducimos a continuación lo que dice el doctor Antonio
José Uribe al respecto en su estudio sobre límites con el Brasil:

Respecto de esta Real Cédula de 1802 conviene observar que hemos tenido a la
vista tres ejemplares impresos, todas de fuente peruana y ninguno de ellos
concuerda con los otros, a saber: el que reproduce el doctor Galindo, el que se
contiene en el volumen publicado en Brasil y el presentado en el alegato de Perú
ante el gobierno de España en 1889 en la cuestión de límites con Ecuador.
La anulación de la Cédula de 1802
El 28 de septiembre de 1812, el Consejo de la Regencia ordena pedir a Madrid el
«Expediente sobre la erección del Obispado de Maynas y las Cédulas que se
expidieron en 1805 acerca de los límites». No había repuestas; entonces, el 13 de
noviembre de 1812, salió un Decreto de las Cortes que anula lo dispuesto en la
Cédula de 1802.

El 13 de septiembre de 1813 se dicta una Real Cédula que remplaza la Real Cédula
de 1802 y dice en su primer artículo que manda a entregar al Ordinario las nuevas
Reducciones y Doctrinas que tuviesen más de 10 años de antigüedad,
proveyéndose en eclesiásticos seculares, conforme a las Leyes del Patronato. El 26
de septiembre de 1813, el Obispo de Mainas, fray Hipólito Sánchez Rangel
comunica al Ministro de Ultramar que solo asisten los Religiosos de Quito en
Maynas y dice «es fuerza, pues, si se tratan de hacer justicia que se me ponga en
otro Obispado que sea menos penoso».

El 1 de mayo de 1814 el censo ejecutado por Sánchez Rangel, Obispo de Maynas


dice: en 58 Pueblos de los 90 de que se componía aquella Diócesis no habrá más
que 8 sacerdotes asistentes, que 3 existían en los extremos del Obispado: 3 en
pequeños ríos: 1 en el dilatado curso de los grandes ríos Guallaga y Marañón; y
ninguno en el Napo, Putumayo, Ucayale y Pastaza: esto es 60 Pueblos sin Párroco y
abandonadas casi todas las Misiones. El mismo obispo de Mainas, fray Hipólito
Sánchez Rangel, exclamaba con triste despecho en 1813: «Desde que salieron los
jesuitas de estas tierras no ha habido quien se contraiga a su fomento espiritual ni
temporal; todos se han buscado a sí mismos. De esta proposición que es absoluta y
de una eterna verdad se ha seguido naturalmente lo que estamos viendo y tocando
con dolor, que ya no ha quedado cosa alguna de lo que aquellos padres
establecieron y solo hay lo que produce la madre naturaleza». El 27 de septiembre
de 1814, Rangel, el Obispo de Maynas, pide la supresión del Obispado, cuya
erección es nula por la falta de cumplimiento de la Real Cédula de 1802.

El 22 de febrero de 1815, pasa al Consejo de Indias la Carta de Sánchez Rangel,


obispo de Maynas con fecha de 28 de enero de 1814. El obispo Rangel prueba que
ni por parte del Gobierno, ni de los obispos limítrofes, ni de los P.P. de Ocopa, se ha
cumplido la Cédula de 1802.

El 7 de febrero de 1816, el Presidente de Quito, Toribio Montes informa acerca de


las Misiones de Maynas y dice: «He manifesto a V.E. en informes anteriores, que las
Misiones del Marañón se hallan en un sensible atraso, faltándoles el número
completamente Ministros evangélicos...» Incluye a Maynas en los dominios de Quito.

En el año de 1816 el Rey de España da un Real Orden revocando y anulando lo


decretado por la Real Cédula de 1802 y el 22 de septiembre 1816, el Presidente de
Quito recibe los Expedientes relativos a la revocación y anulación de la Cédula de
1802. En el año de 1818 el Presidente de Quito decide nombrar a Don Juan Navas
Gobernador de Quijos.

El 19 de junio 1818, en España el Consejo de Indias relata la historia de la creación


del Obispado y Comandancia Militar de Maynas, la falta del cumplimiento de la Real
Cédula de 1802 y la imposibilidad de cumplirlo.

El 22 de julio de 1818 el Presidente de Quito pide al Virrey del Perú la anulación y


revocación de lo dispuesto en la Cédula de 1802. El 23 de agosto de 1818, el Virrey
del Perú daba cumplimiento a la Real Orden de 1816, a que se devuelva plenamente
la provincia de Maynas a la Presidencia de Quito.

Real Cédula de 1803


La Corona española bajo el reinado de Carlos IV de España, el 7 de julio de 1803,
ordenó la incorporación de la provincia de Guayaquil al Virreinato de Perú.

La real orden de 1803 se dio en atención a las necesidades militares y políticas del
momento. Ya España había perdido la isla Trinidad, tomada por la poderosa
escuadra inglesa, en represalia de que España se convirtió en aliada de Francia.

Para decidir la estrategia a seguir en América, se creó en Madrid la Junta de


Fortificaciones de América, la cual consideró que Guayaquil se encontraba muy
distante de Bogotá, la capital del virreinato de Santa Fe y que eso dificultaba su
defensa.

Guayaquil, al igual que Paita, era un puerto objetivo de piratas y corsarios. No tenía
comercio con la región norte de Colombia, en cambio era intenso con el Perú, sobre
todo con la intendencia de Trujillo y en especial con el partido de Piura.

De hecho, Guayaquil en muchos aspectos dependía del Perú y fue entonces, que
considerando las realidades, se decidió su incorporación al virreinato del Perú.

La Junta de Fortificaciones propuso el 28 de marzo de 1803, la anexión al Perú y el


7 de julio el rey expedía la siguiente real orden:

Excelentísimo Señor don Miguel Cayetano Soler. Ministro de Ultramar

Excelentísimo Señor.

Entre otras cosas que he consultado a su majestad; la Junta de Fortificaciones de


América, sobre las defensas de la ciudad y puerto de Guayaquil, ha propuesto que,
a fin de que ésta tenga con ahorro del real erario, toda la solidez que conviene, debe
depender el gobierno de Guayaquil del virrey de Lima y no del de Santa Fe, pues
éste no puede darle, como aquel en los casos necesarios, los precisos auxilios,
siendo el de Lima por la facilidad y la brevedad con que puede ejecutarlo, quien le
ha de enviar los correos de tropas, dinero, pertrechos, armas y demás efectos de
que carece aquel territorio; y por consiguiente, se halla en el caso de vigilar mejor, y
con más motivo que el de Santa Fe, la justa inversión de los caudales que remita, y
gastos que se hagan; a que se agrega que el virrey de Lima, puede según las
ocurrencias, servirse con oportunidad, para la defensa del Perú, especialmente de
su capital, de las maderas y demás producciones de Guayaquil, lo que no puede
verificar el virrey de Santa Fe. – Y, habiéndose conformado su majestad con el
dictamen de dicha Junta, lo aviso a vuestra excelencia; de real orden, para su
inteligencia, y a fin de que por su ministerio a su cargo, se expidan las que
corresponden a su cumplimiento. Dios guarde a V. E. Por muchos años. Palacio, 7
de julio de 1803. –Josef Antonio Caballero

Al dorso de esta real orden, el ministro de Ultramar, puso el siguiente proveído:

Madrid 8 de julio de 1803. A los virreyes de Santa Fe y del Perú trasladándoles el


oficio de guerra, en la que, a consulta de la Junta de Fortificaciones, ha resuelto el
rey, quede el gobierno de Guayaquil, dependiente del virreinato del Perú y no del de
Santa Fe.

Los dos virreyes de inmediato procedieron a cumplir la real orden y de hecho y de


derecho, pasó Guayaquil a formar parte del virreinato de Lima.

Fue el propio virrey de Santa Fe el que cursó comunicación a la corte española,


haciendo saber que se había cumplido con la real orden. Por lo tanto, no tiene
ninguna consistencia el alegato que alguna vez se hizo de que esa real orden jamás
se cumplió.

La prueba la da el siguiente documento:

Excelentísimo Señor.

Por la real orden, expedida por el ministerio de Guerra, en 7 de julio de este año,
que V. E. me transcribe con fecha del siguiente día 8, quedo enterado de haber
resuelto su majestad separar de la dependencia de este virreinato y agregar al de
Lima el gobierno de Guayaquil en conformidad con la propuesta que al efecto hizo la
Junta de Fortificaciones de la América, y fundamentos que manifestó y que V. E.
refiere sustancialmente. Y, habiendo trasladado el contenido al presidente de Quito y
demás jefes principales de aquel distrito, le participó a V. E. en contestación para
superior conocimiento.- Nuestro Señor guarde a V. E. muchos años.- Santa Fe 19 de
diciembre de 1803.- Antonio Amar (virrey de Santa Fe).

Nueva Granada presentó un reclamo al Rey, en el Tribunal del Consulado de


Cartagena de las Indias, pues consideraba que Guayaquil había sido segregada sólo
en los asuntos mercantiles pero que aún estaba bajo su dominio. El Rey Carlos IV
de España respondió con la Real Cédula del 10 de febrero de 1806:

En vista de lo que consulta V.S. en carta del 25 de marzo del año anterior, sobre si la
provincia de Guayaquil, a consecuencia de la agregación del Virreinato de Lima,
debe depender en la parte mercantil de ese Consulado o del Lima, se ha servido
S.M. declarar que la agregación es absoluta...YO EL REY.

En 1815 la Gobernación de Guayaquil solicitó al Rey de España que la separase del


Virreinato de Perú y la adhieriera al Virreinato de Nueva Granada. El 23 de junio de
1819, según Real Cédula, el rey de España otorgó dicha petición y así Guayaquil
volvió a la jurisdicción de la Real Audiencia de Quito, pero ello ocurrió en medio del
fragor de la lucha revolucionaria, por lo que no fue tomado en cuenta,[6] peor aún,
porque el 7 de agosto del mismo año, se cristalizó la independencia de la Gran
Colombia con la Batalla de Boyacá.

La anexión de Guayaquil a la Gran Colombia, no fue bien vista por algunos


guayaquileños, tan es así que el propio Presidente de la Provincia Libre de
Guayaquil José Joaquín Olmedo protestó y partió con otros conciudadanos al Perú,
[7] llegando a conformar el primer Congreso Constituyente peruano, instalado en
1822.[8]

Época de la independencia
Independencia de la Gran Colombia (19 de agosto de 1819)
Tras la Batalla del Pantano de Vargas y la Batalla de Boyacá, en las cuales el
ejército patriota venció al realista, Bolívar y sus hombres tuvieron vía libre hacia
Santa Fe de Bogotá, ingresando a la ciudad el 10 de agosto de 1819. El virrey Juan
Sámano, advertido en secreto de la derrota en Tunja y Boyacá, huyó de la capital. El
virreinato de Nueva Granada dejó así de existir, pero los realistas aún conservaban
el poder en varias regiones del territorio, incluyendo a Popayán, Quito, Panamá,
Cartagena y Caracas.

La República de Colombia fue proclamada el 19 de agosto de 1819, pero su


constitución legal provino del Congreso de Angostura, convocado el 15 de febrero de
ese año, el cual aprueba la Ley Fundamental de la República de la Gran Colombia,
el 17 de diciembre de 1819, quedando así esta oficialmente constituida

Un nuevo Congreso, celebrado en Cúcuta, un año más tarde, estableció una


Constitución para la Gran Colombia, el 30 de agosto de 1821. Por ella asumió la
presidencia del nuevo estado republicano, el Libertador Simón Bolívar y como
vicepresidente, Francisco de Paula Santander, quien asumió en realidad el mando,
por ausencia de Bolívar. Esta puede ser considerada la primera Constitución de la
Gran Colombia. Estaba compuesta por 10 capítulos, integrados en total por 91
artículos.

Se establecía que la Gran Colombia estaba compuesta por tres Distritos,


denominados grandes: 1) Cundinamarca (hoy Colombia), 2) Venezuela y 3) Quito
(hoy Ecuador) que a su vez se subdividían en Departamentos Corrientes y luego en
Provincias. Éstas, volvían a fragmentarse en Cantones, que a su vez se dividían en
Cabildos o Municipalidades, formados por Parroquias.

Ley de División Territorial Gran Colombiana


Artículo principal: Ley de División Territorial de la República de Colombia

Organización territorial de la Gran Colombia en 1825.


Una vez incorporada la Presidencia de Quito a la Gran Colombia (29 de mayo de
1822), la Cámara de Representantes de los países grancolombianos dio estructura
política y administrativa a todo su territorio, en tal forma que este organismo dictó el
25 de junio de 1824 la Ley de División Territorial de la República de Colombia,
dividiendo el territorio grancolombiano en 3 Distritos: el del Norte, actual Venezuela;
el del Centro correspondió a la actual Colombia; el del Sur comprendió lo que ahora
es el Ecuador.

El Distrito del Sur lo componían 3 Departamentos: 1) Ecuador, 2) Azuay 3)


Guayaquil.

El Departamento de Ecuador lo formaban 3 provincias:


Pichincha
Imbabura
Chimborazo.
El Departamento de Azuay lo formaban 3 provincias:
Cuenca
Loja
Jaén de Bracamoros y Mainas.
El Departamento de Guayaquil lo formaban 2 provincias:
Guayaquil
Manabi
Independencia de Guayaquil en 1820
El lunes 9 de octubre de 1820, el puerto de Guayaquil se independiza de España. El
miércoles 8 de noviembre, convocados por el ayuntamiento de dicha zona, los 57
representantes de todos los ayuntamientos eligieron a José Joaquín de Olmedo
como Jefe Político de la Provincia Libre de Guayaquil,[9] dictándose un "Reglamento
Provisorio de Gobierno".

La Carta entregó el poder a un triunvirato integrado por José Joaquín de Olmedo,


Francisco María Roca y Rafael Jimena. De inmediato se enviaron a Quito y Cuenca
para que se unieran al pronunciamiento. La opinión en la ciudad estaba dividida,
unos defendían la propuesta de que la Provincia Libre de Guayaquil se agregara al
Protectorado del Perú, otros defendían la anexión a la Gran Colombia, mientras que
la mayoría guayaquileña, fiel a sus principios de Libertad, Autonomía e
Independencia que arraigaban desde época de sus antepasados indígenas, los
siempre Rebeldes Huancavilcas, sostenían que Guayaquil debía permanecer
independiente.[10]

El general Bolívar respaldado por un fuerte contingente militar se proclamó Jefe


Supremo de la Provincia de Guayaquil y anexó a esta a la Gran Colombia,
desconociendo al gobierno presidido por Olmedo. Ello provocó que Olmedo se
dirigiera hacia el Perú, mostrando su desacuerdo con Bolívar.

Simón Bolívar recibió unos días después a José de San Martín, en calidad de Jefe
del gobierno de la Provincia de Guayaquil, realizándose entonces la célebre
Entrevista de Guayaquil, entre los dos libertadores de América. Uno de los puntos
que debía discutirse en ese encuentro era el destino de Guayaquil, lo que Bolívar
zanjó desde antes que San Martín desembarcara en el puerto, cuando desde tierra
firme, envió al libertador argentino una epístola cordial en la que lo invitaba a
desembarcar para poder abrazarlo «en el suelo de Colombia». Desde entonces, una
corriente peruanista extrema ha insistido en que Bolívar arrebató al Perú la provincia
de Guayaquil.[11]

El 31 de julio de 1822, la ciudad de Santiago de Guayaquil declaró su anexión oficial


a la Gran Colombia.

Ecuador-peru-land-claims-01.png
Tumbes
Región que formó parte de la Real Audiencia de Quito según la Cédula Real de 1563
sin modificación. En la gesta emancipadora, Tumbes respaldó la independencia de
Trujillo y proclamó su propia independencia de España como todas las regiones del
Perú lo hacían, bajo el principio de libre determinación de pueblos, el 17 de enero de
1821. Seis meses después, el 28 de julio de 1821 José de San Martín declaró la
independencia del Perú y Tumbes decidió unirse con Perú bajo la libre
determinación de pueblos. Simón Bolívar consideró esto una ilegal ocupación y
usurpación de territorio de la Gran Colombia por Perú durante la guerra de
independencia y mandó una protesta.

Jaén
Inicialmente Jaén de Bracamoros perteneció a la Real Audiencia de Quito y el
Virreinato de Nueva Granada bajo el mando del gobernador Juan Miguel Melo. El
Gobernador de Jaén fugó antes la noticia de que una fuerza armada de patriotas
chotanos del pueblo de Choros venia a Jaén. Juan Antonio Checa fue elegido nuevo
gobernador de Jaén el 8 de mayo de 1821 por el Cabildo de Jaén. Por influencia de
su gobernador Juan Antonio Checa, vino a proclamar la independencia de la ciudad
de Jaén de Bracamoros, la cual fue ratificada el día 4 de junio de 1821. Algunos
años después, bajo el principio jurídico de libre determinación de pueblos, decidió
unirse con Perú que se declaró independiente el 28 de julio de 1821.

Acta de Independencia de Jaén de Bracamoros:

Don Juan Antonio Checa gobernador por la patria de la provincia de Jaén de


Bracamoros.

Certifico: Que en este día habiéndose reunido todo el vecindario de esta ciudad a
consecuencia de la citación que se le hizo, proclamo la patria y juro voluntariamente
la gloriosa independencia con general aplauso y repetidos vivas, que luego
conducidos a la Iglesia en ella juro igualmente la misma independencia el venerable
cura Licenciado Don Juan Francisco Garai. Manifestando tener orden para el efecto
del Señor Gobernador del Obispado comunicada por medio del vicario de provincia
que en seguida hizo una exhortación muy elocuente y expresiva al intento; y
después celebró la misa de gracias necesaria en estos casos con su respectivo Te
Deum, que de este modo concluyo este acto manifestando, siempre todo el
concurso muchos plasemes y regocijo que en los pueblos de esta jurisdicción no
dudo se este practicando lo mismo a consecuencia de las órdenes y comisiones que
tengo dadas, cuyas contestaciones de cumplir con exactitud quedan en mi poder. Y
para que conste donde convenga y obre los efectos que hay lugar en derecho, firmo
la presente en la Ciudad de Jaén Independiente.

En lo civil Jaén dependía de la Real Audiencia de Quito pero eclesiásticamente


dependía de la diócesis de Trujillo de la que era Obispo el Dr. José Carrión y Marfil,
mientras que Alejandro Crespo y Casaus era el Cura y Vicario de Jaén. José Ignacio
Checa, natural de Quito, gobernó la provincia de Jaén hasta 1815. Juan de Melo, su
sucesor, nombrado por el Presidente de Quito, gobernó Jaén y Maynas hasta 1821,
en que proclamaron la independencia.

A consecuencia de la fuga del gobernador Juan de Melo, el Cabildo de Jaén eligió


gobernador a Juan Antonio Checa el 8 de mayo de 1821 y Juan Antonio Checa
aceptó el 9 de mayo de 1821. El Cabildo abierto del 4 de junio de 1821, después de
jurar la independencia de Jaén, ratificó el nombramiento del gobernador Checa,
quien se dirigió inmediatamente al general San Martín, notificándole su
nombramiento, comunicación que envió por medio del gobernador de Lambayeque y
el presidente de Trujillo, Torre Tagle. La comunicación pasada a San Martín sobre el
juramento de la independencia de Jaén fue contestada por el Ministro Bernardo
Monteagudo.

La presidencia de Trujillo le comunicó al gobernador de Jaén la proclamación de la


independencia en Lima el 28 de julio de 1821 y el establecimiento de la bandera y el
estandarte nacional. El 30 de junio de 1822, la presidencia o Departamento de
Trujillo pasó una circular que se proceda a realizar elecciones de diputados al
Congreso. La provincia de Jaén respondió a ese llamamiento y procedió a elegir
como diputado propio a Alejandro Crespo, quien fue reconocido como uno de los
diputados de la Presidencia de Trujillo por la Junta Reguladora del Departamento. La
provincia de Jaén se incorporó a la Presidencia de Trujillo bajo el principio jurídico de
libre determinación de pueblos. Dentro del sistema electoral adoptado por el Perú en
1822, Jaén estuvo representada por todos los diputados de la integridad de la
Presidencia de Trujillo. Alejandro Crespo se incorporó a la Cámara el mes de
noviembre de 1822 y firmó, como los otros diputados de Trujillo, las bases de
Constitución peruana.

El 22 de julio de 1822 Sucre ordenó que Jaén jurase la constitución colombiana y


procediese a realizar elecciones; al mismo tiempo la Corte de Quito comunicaba su
instalación, a esta provincia. La ciudad de Jaén rechazó la orden de Sucre indicando
que tenía diputados en el Congreso de Perú.

Maynas
Conformado por los actuales departamentos peruanos de San Martín, Amazonas y
Loreto, nació como parte del Virreinato del Perú desde 1563 y fue adscrita al
Virreinato de Santa Fe de Bogotá recién en 1717, pero después de 1802 pasó a ser
una gobernación directamente dependiente del Virrey del Perú o Virreinato del Perú
por Real Cédula del 15 de julio de 1802.

En el año de 1816 el Rey de España dio un Real Orden revocando y anulando lo


decretado por la Real Cédula de 1802. El 22 de septiembre 1816 el Presidente de
Quito recibió los expedientes respectivos, y el 22 de julio de 1818 pidió al Virrey del
Perú el cumplimiento de la Real Orden. El 23 de agosto de 1818, el Virrey del Perú,
con menoscabo, dio cumplimiento a la Real Orden de 1816, pasando nominalmente
la provincia de Maynas a la jurisdicción de la Presidencia de Quito.[cita requerida]

Luego de la llegada del general San Martín al Perú en 1820, los patriotas peruanos
marcharon hacia Moyobamba, la capital de Maynas, y derrotaron a los realistas en la
batalla de Higos Urco, el 6 de junio de 1821. La jura de la independencia de Maynas
se llevó a cabo en Moyobamba, el 19 de agosto de 1821.[12]

El Decreto Supremo del 26 de abril de 1822, firmado por el gobierno peruano del
Marqués de Torre Tagle, transformó la Comandancia General de Maynas en el
Departamento de Quijos con derecho a elegir diputados al Congreso del Perú. En
1825 Maynas pasó a integrar el departamento peruano de La Libertad.

En resumen, Maynas pasó a ser parte de la República del Perú sobre la base de dos
principios: el uti possidetis de 1810 y, fundamentalmente, por el de la libre
determinación de pueblos.
Independencia del Perú (28 de julio de 1821)
A pesar de que el Virreinato de Perú fue el centro de la dominación española, que
reprimió a los movimientos juntistas surgidos en el continente a partir de 1809, se
produjeron algunos movimientos revolucionarios en territorio peruano, de los cuales
destacó la rebelión de los hermanos Angulo y de Pumacahua en el Cuzco, en 1814.
Los revolucionarios cuzqueños se dividieron en tres frentes y tomaron La Paz,
Huamanga y Arequipa. Esta sublevación fracasó debido a la reacción de los
realistas, quienes, contando con la ventaja militar, derrotaron, capturaron y
ajusticiaron a los líderes rebeldes.

En ese entonces, las fuerzas de Bolívar por el norte y las de San Martín por el sur,
constituían un serio peligro para el último reducto de los realistas en el Perú. En
efecto, San Martín avanzó por el Pacífico con un poderoso ejército y desembarcó en
Paracas, de donde envió al general Juan Antonio Álvarez de Arenales hacia el
interior y él por su parte se acercó al Callao, lo bloqueó con sus buques y luego
desembarcó en el norte de Lima, estableciendo su cuartel en Huaura.

Las provincias del norte se adhirieron a San Martín (entre ellas Tumbes, Jaén y
Maynas, que juraron su independencia); también se pasaron a sus filas una parte del
ejército del Virrey. Después de estos acontecimientos importantes, San Martín
penetró en Lima el 9 de julio de 1821 y proclamó en la Plaza Mayor la independencia
del Perú, el 28 de julio de 1821.

En vista de que fuerzas realistas mantenían una férrea resistencia en la Sierra


Central y Sur, el Congreso Peruano llamó a Bolívar para que culminara la guerra de
la independencia de la América española en suelo peruano.

Las tropas patriotas, conformada por grancolombianos y peruanos, libraron las


batallas de Junín, el 6 de agosto de 1824 y de Ayacucho, el 9 de diciembre del 1824.
Como resultado del triunfo en estas luchas se firmó la capitulación de Ayacucho, en
la que las autoridades españolas reconocieron la Independencia del Perú.

Época del conflicto entre Perú y la Gran Colombia


Artículo principal: Guerra grancolombo-peruana
Véase también: Gran Colombia

La Gran Colombia y el territorio en disputa con el Perú.


Negociaciones de límites entre Colombia y Perú (1822-1823)
En 1822 llegó a Lima Joaquín Mosquera, en su calidad de ministro plenipotenciario
de Colombia, ante el gobierno del Perú (representado entonces por el Protectorado
de José de San Martín). Se entrevistó con el ministro de Relaciones Exteriores, el
argentino Bernardo de Monteagudo, para discutir sobre dos asuntos:

El reconocimiento de parte del Perú de que Guayaquil se incorporara a Colombia; y


La adhesión del Perú a un pacto de unión, liga y de confederación perpetuo entre las
naciones de América.
Mosquera, argumentaba los derechos de Colombia sobre Guayaquil a base de los
límites virreinales de 1810 «en cuanto no estuviesen modificados por el derecho
posterior a la revolución». Sin embargo, es obvio que ignoraba o desconocía que
Guayaquil había retornado al Virreinato del Perú por la Real cédula de 1803.
Monteagudo respondió que el Perú ya había reconocido la independencia de la
Junta de Gobierno instalada en Guayaquil, cuyos habitantes estaban mayormente a
favor de pertenecer al Perú, más no usó su favor la Real Cédula de 1803 y su
ratificación de 1807, sin duda por desconocerla, ya que era extranjero. Al no ponerse
de acuerdo en este punto, postergaron las discusiones de límites para otra ocasión y
firmaron el 6 de julio de 1822 un tratado de amistad y alianza entre Perú y Colombia.
[13] En el quedó estipulado que «la demarcación de los límites precisos que hayan
de dividir los territorios de la República de Colombia y el Estado del Perú se
arreglará por un convenio particular después que el próximo Congreso Constituyente
del Perú haya facultado al Poder Ejecutivo del mismo Estado para arreglar este
punto…»[14]

Ya vimos anteriormente cómo finalmente se impuso la voluntad de Bolívar y


Guayaquil fue anexada a Colombia, atropellándose así la voluntad autónoma de los
guayaquileños. La razón de Bolívar era entendible: Quito y toda la región andina del
actual territorio ecuatoriano no habrían podido desenvolverse sin un puerto como
Guayaquil.

Arribado Bolívar al Perú, se firmó en Lima otro tratado entre Perú y Colombia, el
Convenio Galdeano-Mosquera, el 18 de diciembre de 1823. En él se estableció que
«Ambas partes reconocen por límites de sus territorios respectivos, los mismos que
tenían en el año de mil ochocientos nueve los ex virreinatos del Perú y Nueva
Granada.» Fue aprobado por el Congreso peruano, pero meses después lo
desaprobó el congreso colombiano. [15]

Cabe destacar que mientras gobernó Bolívar como Dictador del Perú entre 1823 y
1826, no planteó reclamos territoriales al Perú e incluso nombró gobernadores en
Jaén, reconociendo así la pertenencia de esta provincia al Perú.[16] [17]

En septiembre de 1826, Bolívar regresó a Colombia, dejando el gobierno del Perú a


un Consejo de Estado, para que gobernara en su nombre. Sin embargo, una
reacción liberal y nacionalista en el Perú puso fin al régimen bolivariano, en enero de
1827.

La guerra grancolombo-peruana (1828-1829)


El 3 de julio de 1828 estalló una guerra entre la República Peruana y la Gran
Colombia, compuesta en esa época por los territorios de Cundinamarca (Colombia),
Ecuador, Panamá y Venezuela. El presidente grancolombiano, Simón Bolívar,
después de diversos incidentes diplomáticos, en los que ambas partes se ofendieron
mutuamente, declaró la guerra. El objetivo expreso de la Gran Colombia era obligar
a Perú a que le entregara los territorios de Tumbes, Jaén y Maynas, que
consideraba suyos, y que habían sido ocupadas por las tropas peruanas en el curso
de la guerra de la independencia. A lo cual el Perú repuso que dichas provincias
habían decidido voluntariamente ser parte de su territorio, bajo el principio de la libre
determinación de los pueblos. Sin embargo, el origen real de esta guerra fue el
encono de Bolívar hacia el Perú, debido a que este país puso fin al régimen
bolivariano o vitalicio tanto en su territorio como en Bolivia, entre 1827 y 1828. Los
reclamos territoriales no fueron más que una excusa, como se desprende de la
correspondencia del mismo Bolívar con Santander el 3 de agosto de 1822; en ella, el
Libertador reconocía que tanto Jaén como Maynas pertenecían legítimamente al
Perú.[18]

En el transcurso de la guerra, el Perú ocupó el puerto de Guayaquil y la provincia de


Loja en el departamento de Azuay, que era uno de los tres departamentos que
componían el Distrito del Sur de la Gran Colombia (que corresponden al territorio del
actual Ecuador). El ejército peruano lo integraban alrededor de 4.000 soldados y el
grancolombiano, 4.200.

El último encuentro librado fue la Batalla del Portete de Tarqui (27 de febrero de
1829). La batalla dio inicio cuando una avanzada peruana de reconocimiento
compuesta por alrededor de 1.000 hombres, se vio cercada por el ejército de la Gran
Colombia. A pesar de la derrota, el grueso de las fuerzas peruanas se mantuvo
intacto, esperando la batalla final.[19]

La caballería grancolombiana, bajo el mando del Coronel Daniel Florencio O'Leary,


intentaba cortar la retirada de la infantería peruana; en vista de ello el general
argentino Mariano Necochea, al frente de los Húsares de Junín, comandó una carga
de caballería que consiguió desbaratar a la caballería contraria.

Fue en este encuentro cuando se produjo el célebre duelo a lanza entre el coronel
peruano Domingo Nieto, jefe del primer escuadrón de los Húsares de Junín, y el
coronel José María Camacaro, que mandaba al célebre escuadrón Cedeño, para
evitar así más derramamiento de sangre y ahorrar municiones, que tenían agotados
ambos ejércitos, acordando que el perdedor aceptara su derrota, donde triunfó el
coronel Nieto y Camacaro fue muerto.

La batalla final nunca sucedió, pues ambas partes decidieron poner fin a la guerra,
celebrándose el Convenio de Girón. Se acordó que las fuerzas peruanas se habrían
de retirar de la provincia del Azuay y Guayaquil. La Gran Colombia reconoció
implícitamente la soberanía peruana en Tumbes, Jaén y Maynas al no reclamarlas
como territorio grancolombiano. Sin embargo, tras declaraciones ofensivas por parte
de Sucre, La Mar decidió continuar con las hostilidades.
La Marina de Guerra del Perú aún continuaba dueña del mar y el ejército
grancolombiano no se hallaba en condiciones de intentar recuperar Guayaquil.
Finalmente el mismo Bolívar se había desplazado hacia el sur para dirigir la
campaña para recuperar el puerto.

La guerra acabó inesperadamente con un golpe de estado por parte de Agustín


Gamarra y otros jefes peruanos en Lima, que derrocó a La Mar. El nuevo gobierno
de Agustín Gamarra cesó las hostilidades y se avino a celebrar la paz.

Tratado de Guayaquil (Larrea-Gual) de 1829


Suscriptores del Tratado de Guayaquil

José de Larrea y Loredo


(Perú)

Pedro Gual Escandón


(Gran Colombia)

Ante la insistente petición de Bolívar, se pudo concertar el Tratado de Guayaquil


(también llamado Tratado Larrea-Gual), el 22 de septiembre de 1829, y de inmediato
las partes designaron sus representantes. Por Colombia intervino su ministro
plenipotenciario Pedro Gual y por Perú actuó su ministro plenipotenciario José de
Larrea y Loredo.

Es necesario resaltar que este Tratado fue de “paz y amistad”, más no de límites,
pues no trazó una línea de fronteras, ni tampoco se refirió a la soberanía de
determinadas provincias. Se restringió a establecer la base que debía servir para la
delimitación entre ambos países y el procedimiento que se emplearía para la misma.
La base se explica en el siguiente párrafo:

Ambas partes reconocen por límites de sus respetivos territorios, los mismos que
tenían antes de su independencia los antiguos Virreynatos de Nueva Granada y el
Perú, con las variaciones que juzguen convenientes acordar entre sí, a cuyo efecto
se obligan desde ahora a hacerse recíprocamente aquellas cesiones de pequeños
territorios que contribuyan a fijar la línea divisoria de una manera más natural exacta
y capaz de evitar competencias y disgustos entre autoridades y habitantes de la
frontera.

Es decir, estableció que como referente básico para una delimitación definitiva se
consideraran las fronteras virreinales, pudiendo hacerse pequeñas modificaciones
de común acuerdo, para facilitar dicho trabajo.
Y, en cuanto al procedimiento para realizar dicha delimitación, dispuso que se
debería nombrar una Comisión de dos personas por cada República para que
recorrieran, rectificaran y fijasen la línea divisoria, trabajos que se debían iniciar 40
días más tarde de haber sido ratificado el tratado por ambos países. El trazo de la
línea comenzaría en el río Tumbes. En caso de desacuerdo se sometería a un
arbitraje de un gobierno amigo.[20] [21]

Instrucciones de Simón Bolívar a los comisionados para la demarcación de límites


Los comisionados colombianos designados para la demarcación de límites fueron
Eugenio Tamariz y Agustín Gómez. Con fecha el 10 de octubre de 1829, Bolívar les
dio las siguientes instrucciones:

"Siendo el objeto de la Comisión de límites recorrer, fijar y ratificar la línea divisoria...


conforme a las bases del artículo 5... deberían comenzar desde río Tumbes...
Continuará la operación entre las Provincias de Jaén y Mainas, para lo que servirá
de gobierno que la Gran Colombia desea recuperar todos los territorios desde el río
Tumbes hasta donde entre el río Marañón en el territorio de la Provincia de Jaén.
Las aguas de dicho río Marañón serán los términos divisorios de ambas Repúblicas;
bien entendido que no se debe ceder nada de esta parte del Marañón que antes
pertenecía a la Presidencia de Quito y Virreinato de Nueva Granada, ni reclamar
nada del otro lado del Marañón, por ser este río el límite natural entre ambas
Repúblicas. Deberá, por consiguiente, incorporarse en el territorio de la Gran
Colombia todo el que se encuentre en este lado del río Marañón, aunque se suscite
la disputa de estar en poder del Perú, además de ser territorio de la Provincia de
Jaén, que es de la Gran Colombia, éste ceda el territorio que está al otro lado de la
ribera opuesta. Como la Provincia de Jaén se extiende hasta el otro lado del río
Marañón, y la Gran Colombia cede la parte de dicha Provincia opuesta a la ciudad
de Jaén y separada por el río Marañón se tendrá entendido que el punto de
coincidencia que forma la línea divisoria entre el territorio peruano y entre la
Provincia de Jaén y el río Marañón al entrar en el territorio de esta última Provincia,
será el punto más meridional en estos límites, y allí se fijarán, de una manera muy
ostensible, las señales adaptadas para la fijación de límites divisorios."

El encuentro entre los delegados de la Comisión Delimitadora bipartita no llegó a


producirse. Cuando los delegados colombianos llegaron a Tumbes en diciembre de
1829 no hallaron a sus pares peruanos y, ante el inicio de la estación de lluvias,
decidieron postergar los trabajos. En abril de 1830 fueron nombrados los delegados
peruanos José Félix Castro y Modesto de la Vega. Al llegar estos a Tumbes, ya se
habían retirado los colombianos. Poco después, ocurrió la disolución de la Gran
Colombia.[22]

La misión de Tomás C. Mosquera en Lima

Tomás Cipriano de Mosquera.


Al mismo tiempo en que enviaba a los comisionados colombianos a la frontera,
Bolívar designó como ministro en Lima a Tomás Cipriano de Mosquera, a quien, el 1
de noviembre de 1829, dio instrucciones "sobre dudas que pueden ocurrir respecto
de la Provincia de Maynas. Yo insisto terminantemente en que debemos tomar el río
Marañón por límites de esas tierras, porque la Cédula de 1802, si es que ha existido,
no ha llegado a tener cumplimiento como estoy muy bien informado sobre este
punto. Además, la naturaleza nos ha dividido, por el río Marañón en esos desiertos,
y es el único modo de evitar guerras y querellas."

En resumidas cuentas, Bolívar insistía en su reclamo de Jaén y parte de Maynas,


queriendo imponer como límite el Marañón (es decir, el río Amazonas), lo que iba
contra el espíritu y la letra del Tratado de 1829, al querer obligar al Perú a ceder
extensas regiones selváticas, cuando dicho tratado solo hablaba de “pequeñas
concesiones” mutuas.[23] [24]

Mosquera comenzó sus gestiones a principios de diciembre de 1829. Propuso al


canciller peruano José de Armas, hacer un convenio de límites que sirviera de base
a los comisionados, pues el Tratado de 1829 se mostraba “indefinido” al respecto.
Ambas partes llegaron a ponerse de acuerdo en algunos puntos. Al principio, hubo
consenso en empezar la línea en el río Tumbes, pero, en cambio, no se pudo llegar
a un acuerdo sobre los ríos Chinchipe y Huancabamba. Los peruanos querían que la
línea pasara por Chinchipe, pero Mosquera insistía en Huancabamba.

En febrero de 1830, el señor José María Pando, nuevo canciller del Perú, envió un
sorpresivo oficio al negociador colombiano, en el que indicaba que, a fin de evitar
confusión, las partes debían acordar el siguiente proyecto de límites: la línea Río
Zarumilla (en vez de Tumbes), Chinchipe (en vez de Huancabamba) y Marañón (es
decir, el río Amazonas). Esto último implicaba que el Perú cedía generosamente toda
la extensa región selvática al norte del Amazonas, es decir, gran parte de Maynas.
Pero la intransigencia del ministro colombiano, que no se contentaba con solo ganar
“unas selvas en Jaén y Maynas”, hizo imposible un arreglo definitivo. Poco después,
ocurrió la disolución de la Gran Colombia, por lo que el gobierno de este país no
llegó a responder oficialmente al proyecto de Pando. [25]

Protocolo Pedemonte-Mosquera de 1830


Según la versión ecuatoriana, como no se cumpliera por parte del Perú el envío de
sus miembros de la Comisión Delimitadora a Tumbes, reclamó el Gobierno de la
Gran Colombia, y, en repuesta de esta gestión, se suscribió en Lima, un Protocolo
Adicional al Tratado de Guayaquil de 1829. Este es conocido como el Protocolo
Pedemonte-Mosquera de 1830 y se suscribió supuestamente el 10 de agosto de
1830 entre el Ministro de Relaciones Exteriores del Perú –Dr. Carlos Pedemonte –, y
el Ministro Plenipotenciario de Colombia –General Tomás C. Mosquera–. Como
Carlos Pedemonte mencionara la Real Cédula de 1802, el general Tomás C.
Mosquera contestó que conforme al artículo 5 del Tratado de Guayaquil de 1829
entre las dos repúblicas, debía reconocerse como límite el que tenían antes de la
Independencia los dos virreinatos de la Nueva Granada y el Perú; que se redactó en
tales términos el artículo para tener un punto de partida seguro para fijar límites; y
que siendo aquellos límites indefinidos si se ve con atención la Cédula del Rey de
España Don Felipe II, que erigió la Audiencia de Quito (29 de agosto de 1563), se
vería que una gran parte del territorio de la derecha del Marañón pertenecía a
aquella jurisdicción..., que la Provincia de Maynas volvió a pertenecer al Virreinato
de Nueva Granada, y que en la Guía de Forasteros editada en España, para 1822
se encontraba aquella provincia agregada al Virreinato de Nueva Granada y le
presentó un ejemplar auténtico. Le leyó también una carta del Libertador y
Presidente de Colombia Simón Bolívar, donde respondía sobre el particular a una
consulta que le hizo, y propuso que se fijase por base para los límites el río Marañón
desde la boca del Yurati (en Brasil) aguas arriba hasta encontrarse con el río
Huancabamba y el curso de este río hasta sus origen en la cordillera y de allí tomar
una línea al río Macará para seguir y tomar las cabeceras del río Tumbes… Después
de detenida la discusión convino el Ministro de Relaciones Exteriores del Perú en
estas bases; pero que las modificaba poniendo por término no la embocadura de río
Huancabamba sino la del río Chinchipe... El Enviado de Colombia manifestó que
todo lo que podía ceder era lo que ya había ofrecido, pues estaba probado, según él,
que la Cédula de 1802 no fue aplicada y que tanto Maynas como Jaén dependieron
del Virreinato de Nueva Granada. Finalmente, el Ministro de Relaciones Exteriores
del Perú aceptó las bases propuestas por el Ministro Plenipotenciario de Colombia,
dejando como punto pendiente su modificación y se consultase al Gobierno de
Colombia esta modificación que pondría término a una cuestión enojosa... El
Ministro de Colombia convino en todo, dando por reconocido el derecho de
Colombia a todo el territorio de la ribera izquierda del Marañón, y reconociendo al
Perú el dominio de la ribera derecha, quedando únicamente pendiente si los límites
irían por Chinchipe ó Huancabamba…

En resumen, este protocolo habría dejado reconocido el derecho de la Gran


Colombia a todo territorio de la ribera izquierda del río Marañón (Amazonas) y,
consiguientemente, todo territorio de la ribera derecha del Río Marañón (Amazonas)
al Perú. Esto implicaba que la mitad de la inmensa provincia de Maynas pasaba a
poder de Colombia. Quedarían solo pendientes los límites definitivos entre los ríos
Chinchipe y Huancabamba, donde se localizaba Jaén de Bracamoros.

El Estado de Perú considera el Protocolo Pedemonte-Mosquera inexistente o al


menos inválido, basándose en los siguientes puntos:

1. La no existencia de ningún original en los archivos nacionales de ninguno de los


países involucrados.

2. Mosquera regresó a su país a bordo la goleta Guayaquileña que zarpó del Callao
el 10 de agosto de 1830, el día antes de la supuesta firma del Protocolo.
3. El supuesto protocolo nunca fue ratificado por Perú o Gran Colombia, por lo que
en el supuesto de encontrarse evidencia de su existencia, este carecería de toda
validez.

4. Ecuador se había separado de la Gran Colombia meses antes de la supuesta


firma del Protocolo; es decir, la Gran Colombia ya no existía el día de la supuesta
firma, por tanto Mosquera no pudo firmar documento alguno, a nombre de un Estado
que ya había dejado de existir.

5. El único texto producido de supuesto documento es una copia de una copia


encontrada originalmente en el archivo de un ciudadano particular.

6. En la fecha de la supuesta firma del Protocolo, era Matías León –y no Carlos


Pedemonte,– el encargado de la Cancillería peruana. León había asumido
interinamente dicho despacho por hallarse mal de salud el ministro titular
Pedemonte.

El historiador Basadre abunda más sobre las razones para sostener la falsedad de
este protocolo:

El historiador Luis Ulloa, a quien débese una minuciosa investigación sobre las
relaciones peruano-colombianas en 1829 y 1830, ha demostrado la falsedad del
supuesto protocolo que Mosquera dio a conocer sólo en 1870. Algunas de las
razones enarboladas para sostener esta falta de autenticidad se relacionan con la
historia de la misión Mosquera, las circunstancias predominantes en agosto de 1830,
el estilo del documento, las diferencias entre las copias presentadas y su contenido.
Aparte de sus fallas gramaticales, el protocolo aparece como sospechoso a la luz de
una crítica interna porque, de acuerdo con su texto, en el cambio de ideas entre los
dos negociadores, Pedemonte se vuelve mudo cuando, ante su referencia a la
cédula de 1802, Mosquera le presenta una Guía de Forasteros editada en España
que incluía al gobernador de esa zona entre los funcionarios del Virreinato de Santa
Fe. Esto quiere hacer creer que un hombre de tanta cultura como el canciller
peruano ignoraba la existencia de las Guías de Forasteros publicadas en el Perú,
según las cuales Maynas pertenecía a este Virreinato y tampoco tenía noticias de
otros documentos comprobatorios de la vigencia de la cédula. Toda la habilidad
dialéctica y la erudición histórica se concentran en el plenipotenciario colombiano
cuya elocuencia aparece reproducida con prolijidad ajena a la técnica de un
protocolo de fijación de límites. Ulloa presentó, además, pruebas analíticas,
testimoniales y materiales de la falta de autenticidad del referido documento. Entre
otras, enumeró las siguientes: 1° En un folleto impreso en 1843, Mosquera se limitó
a hacer la historia de sus negociaciones con Pando y no mencionó a Pedemonte ni
al protocolo; 2° El mismo Mosquera, en una carta que mandó al ministro de
Relaciones Exteriores de Nueva Granada en 1853, a propósito del tratado peruano-
brasilero de 1851, narró nuevamente la historia de su misión en Lima, más o menos
en la misma forma que en 1843 y tampoco aludió al protocolo permaneciendo en
igual mutismo posteriormente y manteniendo la misma actitud en su defensa
autobiográfica cuando estaba enjuiciado en 1867; 3° En su memoria de 1831,
Pedemonte no comunicó al Congreso la firma de documento alguno en relación con
los límites peruano-colombianos; 4° Mosquera, según consta en periódicos de la
época, se embarcó en el Callao en viaje a Colombia el 9 de agosto en un buque que
se dio a la vela el 10, o sea un día antes de la fecha en que aparece firmado el
protocolo; 5° Entre el 7 y el 11 de agosto estuvo a cargo del despacho de Relaciones
Exteriores el ministro de Gobierno Matías León cuya firma aparece en los
documentos oficiales de aquel ramo; 6° El 6 y el 11 de agosto el comodoro
Waldegrave, jefe de la división naval inglesa en el Pacífico, dirigió notas al canciller
Matías León con motivo de un juicio de presas que se seguía ante el tribunal
respectivo en el Callao; 7° Cuando Mosquera llegó a Guayaquil en 1830 no dio a la
publicidad la noticia de que habían concluido sus gestiones con la gran victoria
diplomática para Colombia que se atribuyó en 1870; 8° Cuando en 1841 discutieron
los señores Valdivieso y León los límites territoriales del Ecuador y el Perú y
esgrimieron ambos diplomáticos argumentos de carácter histórico, el protocolo de
1830 no fue mencionado (esta última reflexión fue formulada por primera vez por el
escritor colombiano Gumersindo Yépez en 1911 y Ulloa la recogió y amplió).[26]

Para concluir, lo único cierto de esta historia del Protocolo Pedemonte-Mosquera es


que, efectivamente, hubo negociaciones para el trazado de límites entre el enviado
colombiano Tomás C. Mosquera y la cancillería peruana en Lima entre 1829 y 1830,
pero que estas no se cristalizaron en acuerdo alguno. La disolución de la Gran
Colombia puso punto final a las negociaciones. El mismo Mosquera declaró en un
libro que publicó en 1843, que en 1830 se retiró de Lima sin haber concluido un
acuerdo de límites.[27]

Disolución de la Gran Colombia


Por el año de 1830, todos los pueblos integrantes de la Gran Colombia se
mostraban descontentos con el Gobierno de Simón Bolívar y con el predominio de
los militares en todas partes. El propio Libertador comprendía que los hombres y las
cosas gritaban por la separación.

Como una medida para apaciguar los ánimos, Bolívar convocó a un Congreso
Constituyente que fue calificado de Congreso Admirable. Los representantes de
todos los Departamentos eligieron al Antonio José de Sucre como Presidente de
este evento.

La medida no produjo los efectos deseados y el 6 de mayo de 1830 la antigua


Capitanía General de Venezuela proclamó su emancipación y se organizó como
República soberana e independiente. El Congreso Constituyente de ese país
desconoció las resoluciones del Congreso Admirable, declaro a Bolívar fuera de la
ley y nombró como su primer Presidente al General José Antonio Páez.

En la ciudad de Quito, se reunió una Junta de notables para dilucidar sobre la


posición del Distrito Sur (compuesta por las 3 Departamentos de Colombia -
Ecuador, Azuay y Guayaquil) frente de la Gran Colombia y al gobierno de Simón
Bolívar, luego de la separación de Venezuela.

Luego de varias intervenciones el 13 de mayo de 1830 resolvieron constituirse en


Estado libre e independiente con el nombre de República de Ecuador, integrado por
los Departamentos de Ecuador, Azuay y Guayaquil y los otros Departamentos de la
Gran Colombia que más tarde quieran incorporarse (como el Departamento de
Pasto). El Departamento de Pasto antes de la separación había pedido su
incorporación al Estado del Ecuador. El General Juan José Flores se encargo del
mando supremo, hasta cuando se reuniera la Primera Constituyente.

ÉPOCA DE LA DISPUTA TERRITORIAL ENTRE PERÚ, ECUADOR, COLOMBIA Y


BRASIL
La Nueva Granada, Venezuela y Ecuador se formaron al separarse de la Gran
Colombia, en tanto Perú siguió ocupando Tumbes, Jaén y Maynas. La naciente
república del Ecuador, inicialmente no reclamó al Perú ninguna de esas provincias;
ello solo lo haría en años posteriores. El Estado de Nueva Granada (Colombia)
reclamaba territorios entre los ríos Caquetá y Napo-Amazonas. Brasil reclamaba
territorio amazónico hasta el puerto de Tabatinga.

el tratado pando-novoa
Artículo principal: Tratado Pando-Novoa
Suscriptores del Tratado Pando-Novoa

José María Pando


(Perú)

Diego Noboa
(Ecuador)

Disuelta la Gran Colombia, era obvio que los pactos internacionales firmados por
dicha república habían también caducado y que cada nación surgida de su seno
debía negociar nuevos tratados con los respectivos países vecinos. Así lo entendió
en un principio el Ecuador, que envió a Lima una misión diplomática para negociar
con el gobierno peruano.

El Tratado Pando-Novoa fue el primero celebrado entre las Repúblicas del Perú y
Ecuador, siendo firmado en Lima el 12 de julio de 1832. Intervino por Ecuador el Sr.
Diego Noboa, en su carácter de Ministro Plenipotenciario de Ecuador, y por Perú el
Sr. canciller José María Pando, los mismos que suscribieron dos Tratados, uno de
Amistad y Alianza, y el otro relativo al Comercio. En ellos se reconocían y
respetaban los límites vigentes entre ambas naciones, mientras se celebrara un
“convenio de arreglo de límites”. Gobernaba entonces en el Perú el general Agustín
Gamarra.

Para el historiador Basadre, este Tratado es muy importante para el Perú por las
siguientes razones:

1°) Porque es el único tratado mencionando los “límites”, firmado entre el Perú y el
Ecuador, desde la fundación de esa República hasta 1887, en que ambos países
pactaron el arbitraje.

2°) Porque confirma la caducidad del tratado de 1829.

3°) Porque reconoce el estado posesorio del Perú, o sea su derecho a Tumbes,
Maynas y Jaén.

Los dos tratados fueron aprobados por los Congresos de ambos países, y fueron
canjeadas las ratificaciones respectivas. La aprobación del Congreso ecuatoriano se
dio el 13 de octubre de 1832, según nota del siguiente día del canciller J. Félix
Valdivieso. El canje se efectuó el 27 de diciembre de 1832 entre los señores Manuel
del Río y Antonio Elizalde.[28]

la confederación perú-boliviana y ecuador


Tras una guerra sangrienta librada de 1835 a 1836 en territorio peruano, el
presidente boliviano Andrés de Santa Cruz instauró la Confederación Perú-Boliviana.
Este ambicioso proyecto geopolítico tuvo, sin embargo, efímera duración. Un ejército
aliado peruano-chileno, conocido como el Ejército Restaurador (llamado así porque
se proponía “restaurar” la situación política de 1835), libró contra la confederación
una guerra victoriosa, que culminó en la batalla de Yungay, en 1839. Santa Cruz
marchó al exilio, hacia Ecuador.

Durante el conflicto de los restauradores con los confederados, la diplomacia chilena


intentó obtener la alianza del Ecuador, que por entonces era gobernado por el
caudillo civil Vicente Rocafuerte. Este era un gobernante moderado y progresista,
pero el general en jefe del ejército ecuatoriano, el venezolano Juan José Flores, se
sintió atraído por la idea de encabezar un ejército chileno-peruano-ecuatoriano para
enfrentar al Protector Andrés de Santa Cruz. Sin embargo, Rocafuerte decidió
permanecer al margen de la guerra contra la Confederación Perú-boliviana e incluso
se ofreció para mediar entre ambos contendientes, lo cual no fue aceptado por Chile.
[29]

Juan José Flores y los emigrados anti-peruanos en Ecuador


El general Juan José Flores sucedió a Rocafuerte en el gobierno de Ecuador en
1839. Ya por entonces había desaparecido la Confederación Perú-Boliviana,
volviendo a ser el Perú y Bolivia estados separados. En Perú asumió el poder el
general peruano Agustín Gamarra, de tendencia conservadora.

Flores fue un gobernante militarista que pretendió expandir el territorio de Ecuador a


expensas de sus vecinos, Nueva Granada y Perú. Por intermedio del encargado de
negocios chileno en Quito, propuso al gobierno de Chile repartirse el territorio
peruano. Flores no solo aspiraba para el Ecuador los territorios peruanos de Jaén y
Maynas, sino algunas porciones más al sur. Las razones que daba eran las
siguientes: debía existir una distribución territorial más equitativa en el continente, la
situación de pobreza del Ecuador y prevenir un supuesto avance peruano hacia
Cuenca y Guayaquil. La cancillería chilena rechazó la propuesta de Flores el 10 de
marzo de 1840, aduciendo que la política exterior de Chile era que se mantuviera en
Perú el statu quo de 1835 (es decir, la situación territorial de antes de la invasión
boliviana de Santa Cruz).

En Ecuador se refugiaron Santa Cruz y algunos de sus partidarios, quienes


planearon organizar una expedición hacia el norte del Perú con ayuda de las
autoridades de Guayaquil. Esta fue encabezada por Manuel Angulo, pero fue
derrotada en Piura en mayo de 1841 por las fuerzas del coronel Baltasar Caravedo.

Santa Cruz, que aún guardaba esperanzas de recobrar el poder en Bolivia (donde
todavía contaba con partidarios), continuó maquinando planes contra el Perú desde
Ecuador. Por diversas cartas conservadas, se sabe que su plan mayor era promover
una alianza entre Ecuador y Nueva Granada (Colombia) para que atacaran al Perú.
No es casualidad que por entonces, el Ecuador iniciara sus exigencias territoriales
hacia el Perú (leáse Tumbes, Jaén y Maynas), sin duda incitado por Santa Cruz y
otros enemigos del gobierno peruano asilados en su territorio. Cabe destacar que
desde su nacimiento como estado independiente en 1830, Ecuador no había tenido
motivo de queja contra el Perú por motivos territoriales e incluso habían firmado
ambos un tratado de amistad y alianza en 1832, pero solo fue a partir de 1841
cuando dicha nación reflotó el antiguo reclamo bolivariano de Tumbes, Jaén y
Maynas.[30]

Negociaciones León-Valdivieso
El presidente peruano Agustín Gamarra seguía aún obsesionado por la idea de
anexar Bolivia al Perú, de modo que planeó invadir dicho país, aduciendo que
todavía actuaban allí los partidarios de Santa Cruz. Estallada la guerra entre Perú y
Bolivia en 1841, Gamarra temió una posible intervención de Ecuador. Deseoso de
mantener una situación de tranquilidad en su frontera norte, el gobierno peruano
envió a Quito, como enviado especial, al doctor Matías León, para abrir
negociaciones.
Pero antes de seguir, es necesario reseñar el curso de la guerra peruano-boliviana.
Después de ocupar La Paz, el 19 de octubre de 1841, Gamarra fue derrotado y
muerto en la batalla de Ingavi, el 18 de noviembre de 1841; esta victoria aseguró a
Bolivia su independencia. El Perú, de invasor, se convirtió en país invadido. Estos
sucesos, si bien ocurridos en el otro extremo del Perú, influyeron en el curso de las
negociaciones peruano-ecuatorianos, como veremos enseguida.

Antes de conocerse en Quito las noticias de la derrota peruana en Bolivia, Matías


León logró con el presidente de Ecuador Flores y el Ministro de Ecuador José Félix
Valdivieso un acuerdo ad hoc acerca de las bases para establecer los límites. El
representante peruano presentó los puntos de vistas de su gobierno basándose en
el tratado Pando-Novoa de 1832, pero Flores lo rechazó. Sin embargo, el 3 de
diciembre de 1841, León propuso un nuevo tratado de la amistad, modelado según
el instrumento ya mencionado, y con Valdivieso rápidamente alcanzó un acuerdo en
sus 13 primeros artículos.

El 4 de diciembre de 1841, cuando ya se conocía en Quito la derrota peruana en


Bolivia, Valdivieso cambió radicalmente su posición en el asunto de límites y propuso
la frontera virreinal anterior a la independencia; por consiguiente, el Perú debería
devolver Jaén y Maynas pues, según él, siempre habían pertenecido a la
Presidencia de Quito (dependiente a la vez del Virreinato de Nueva Granada). No
obstante, aceptaba que podían darse concesiones mutuas al momento de fijar la
frontera. En respuesta, León sostuvo que la doctrina del uti possidetis debía ser
aplicada al tiempo posterior de la independencia; que ambas provincias disputadas
habían decidido formar parte de Perú desde su nacimiento (principio de la libre
determinación); y que, personalmente, siempre supo, desde su uso de razón, que
Maynas había dependido del Virreinato de Perú. Valdivieso dijo que las objeciones
de León habían sido definitivamente zanjadas en el Tratado de Guayaquil. Haciendo
una interpretación falaz de los artículos 5 y 6 de dicho tratado, dijo que los derechos
de Ecuador a la restitución de dichas provincias estaban allí reconocidos. En apoyo
de sus afirmaciones, mencionó la actividad de misioneros jesuitas en la selva
dirigidos desde Quito en la época colonial.

El 6 de diciembre de 1841, León afirmó que Maynas había estado bajo la jurisdicción
de Quito hasta la época del Virrey Marqués de Avilés (1800-1805), pero que formaba
parte del Perú cuando se hizo independiente, al igual que Jaén. En cuanto al Tratado
de 1829, sostuvo que había cesado a consecuencia de la desintegración de la Gran
Colombia. Valdivieso contestó que, efectivamente, existía un decreto real que
ordenaba la integración de Maynas al Perú en el período mencionado (Real Cédula
de 1802), pero que había sido rechazado por la Presidencia de Quito (lo cual no era
cierto, según vimos anteriormente); que el Tratado de 1829 había sido ratificado y
las ratificaciones canjeadas, y era obligatorio para ambas partes, siendo el Ecuador
heredero de los títulos gran colombianos.
El 14 de enero de 1842, Valdivieso comentó que habiendo tenido el tiempo amplio
para obtener instrucciones adicionales, León debería estar listo para negociar.
Añadió que una eventual incursión peruana sobre el territorio ecuatoriano significaría
la guerra; Ecuador tomaría la ofensiva en la vindicación de sus derechos, ocupando
los territorios materia de discusión. León se ofendió por la actitud del ecuatoriano en
fijar términos con amenazas, y, a menos que Valdivieso retrajera su comentario,
anunció que daría por terminadas las negociaciones. Luego de relajarse el clima de
tensión, León añadió que el Tratado de Guayaquil de 1829 no fijó límites específicos
pues los dejó al criterio de una comisión, que, pese a que sus miembros fueron
convocados por ambas partes, no lograron reunirse para realizar dicha labor,
suspendiéndose finalmente debido a la disolución de la Gran Colombia. El 15 de
enero de 1842, León, que todavía carecía de instrucciones, fue acusado por
Valdivieso sobre el trato inferido anteriormente. En una nota (del 17 de enero de
1842) León afirmó que la negociación era imposible debido a las acusaciones de
Valdivieso y el 19 de enero de 1842 solicitó su pasaporte. Se dieron así por
concluidas las negociaciones.

De todos modos, para la parte peruana estas negociaciones tuvieron gran


significado, pues el Perú invocó por primera vez, en respaldo a su posición, la Real
Cédula de 1802 (la que ordenaba la reintegración de Maynas al Virreinato peruano),
aunque todavía no pudo mostrar el texto original, al hallarse extraviada en los
archivos. Ello venía a complementarse con el principio de la libre determinación de
los pueblos.[31]

Expedición Hercelles
Por entonces, se produjo otra expedición desde Guayaquil hacia el Perú, apoyada
por autoridades ecuatorianas. Esta vez estuvo al mando de Justo Hercelles, quien al
mando de más de 20 oficiales y unos cien hombres, desembarcó en Tumbes.
Hercelles se proclamó “Jefe Supremo del Norte”, pero fue acorralado por tropas
peruanas superiores en número, al mando del coronel Juan José Arrieta. Hercelles
capituló y junto con sus hombres aceptó unirse al gobierno, entregando sus armas a
cambio de la promesa de un pago en dinero (enero de 1842). El gobierno peruano
desconoció sin embargo este pacto y sometió a Arrieta a consejo de guerra por
haber mostrado una actitud benigna con los rebeldes.[32]

Publicación en Lima del texto de la Cédula de 1802 (1842)

Reproducción del artículo “Perú y Ecuador” publicado en el diario El Comercio de


Lima, el 3 de marzo de 1842, edición que también publicó el texto de la Real Cédula
de 1802.
Un hecho importante para la historia del litigio peruano-ecuatoriano ocurrió el 3 de
marzo de 1842, cuando el diario El Comercio de Lima (fundado en 1839), publicó el
texto de la Real Cédula de 1802 (la misma que restituía Maynas al Virreinato del
Perú), documento de cuya existencia algunos hasta la habían puesto en duda. Un
artículo adjunto explicaba los entretelones de la tensión peruana-ecuatoriana que se
ventilaba por entonces. Un mes después apareció un folleto en Quito titulado
“Contestación de un ecuatoriano al artículo inserto en El Comercio de Lima número
826 intitulado Perú y Ecuador”, originándose así una polémica impresa entre ambos
países.

Sobre los originales de la cédula, El Comercio mencionó que existía uno en el


Tribunal Mayor de Cuentas, tomo 5, pág. 139, que había sido dirigido al virrey Avilés,
así como otro en el archivo del convento de Ocopa, trasladado a Lima. Los archivos
oficiales que se guardaban en el Palacio de Gobierno de Lima, se habían perdido
lastimosamente durante un incendio.

En mayo de 1842, se firmaron actas en la provincia de Maynas que ratificaron la


voluntad de sus habitantes de pertenecer al Perú.[33]

Negociaciones Daste-Charún
Después de cambios preliminares, Ecuador envió al general Bernardo Daste como
ministro plenipotenciario en Lima, para aliviar las tensas relaciones y tratar con el
canciller peruano Agustín Guillermo Charún. La primera conferencia entre ambos se
realizó 13 de abril de 1842. Daste expuso que el tratado se facilitaría, si el Perú se
allanaba previamente a dar satisfacciones a Ecuador en asuntos puntuales,
referentes a unos incidentes menores, como el despojo de la correspondencia al
encargado de negocios ecuatoriano en Bolivia, Pedro Carbo, a su paso por Lima; la
conducta del ministro Matías León en Quito; las ofensas inferidas por el diario oficial
de Lima; entre otras más,[34] todo lo cual condujeron a las conversaciones a un
nivel improductivo. Tres días más tarde, Daste indicó que todas las dificultades entre
los dos países provenían de la retención peruana de Maynas, cuya devolución
inmediata exigió. Charún se negó a discutir sobre un territorio que su nación se
hallaba en antigua posesión y cuyos habitantes reconocían la soberanía peruana. El
19 de abril de 1842, Daste pidió su pasaporte. El único efecto de la misión de Daste
fue un empeoramiento lamentable de las relaciones y un alto en las negociaciones.

Firmada la paz entre Perú y Bolivia en junio de 1842, cesó al mismo tiempo la
tensión peruano-ecuatoriana. Sin duda, Ecuador dejó en suspenso sus reclamos al
ver el fortalecimiento del Perú tras su rechazo de la invasión boliviana. Debió
también influir en el ánimo ecuatoriano el fracaso de las expediciones y
conspiraciones contra el gobierno peruano auspiciadas desde Ecuador, así como la
negativa de Nueva Granada a sumarse a una alianza contra el Perú, y, en fin, la
situación misma del Ecuador, nación pequeña y pobre, cuyas habitantes no querían
aventuras militares contra sus vecinos. La cuestión limítrofe entre el Perú y Ecuador
no volvería a plantearse sino años después.

Tratado de 23 de octubre de 1851 entre Perú y Brasil


El 23 de octubre de 1851 se firmó entre la República del Perú y Su Majestad Pedro II
de Brasil, una Convención sobre comercio y navegación fluvial, por el cual, el Perú
reconoció al Brasil la línea oblicua y arbitraria de Tabatinga a la boca del Apaporis, y
que hacía al Amazonas, un río exclusivo al servicio de los dos Estados.

El Artículo 7 de esta Convención decía:

Artículo VII - Para precaver dudas respecto de la frontera mencionada en las


estipulaciones de la presente Convención, aceptan las Altas Partes contratantes el
principio uti-possidetis, conforme al cual serán arreglados los límites entre la
República del Perú y el Imperío del Brasil; por consiguiente, reconocen,
respectivamente, como frontera la población de Tabatinga y de ésta para el Norte la
línea recta que va á encontrar de frente al río Yapurá en su confluenca con el
Apaporis; y de Tabatinga para el Sur el río Yavari, desde su confluencia con el
Amazonas. Una comisión mixta nombrada por ambos Gobiernos reconocerá
conforme al principio uti-possidetis, la frontera, y propondrá, sin embargo, los
cambios de territorio que creyere oportunos para fijar los límites que sean más
naturales y convenientes á una y otra nación.

Al respecto, Ecuador no hizo ninguna atingencia.

inglesa
En 1856 subió al poder en Ecuador el general Francisco Robles, aunque siguió
teniendo influencia en el poder el anterior gobernante, José María Urbina.

El presidente Robles planeó la cancelación de la Deuda inglesa (que era la deuda


externa de la época de la independencia contraída por la Gran Colombia, que
Ecuador había heredado en parte) mediante la concesión de tierras baldías en el
Oriente y en la Costa. Al disolverse la Gran
Colombia, la “deuda inglesa” ascendía a 6.625.950 de libras esterlinas; se decidió
entonces que cada uno de los tres países que nacieron de la antigua Gran Colombia
(es decir Nueva Granada, Venezuela y Ecuador) se repartieran esa deuda; a
Ecuador le tocó el 21.5% de la deuda total, o sea la suma de 1.424.579 de libras
esterlinas y Creación del Gobierno Político y Militar de Loreto el 10 de marzo de
1853

El norte de Suramérica en 1852.


El 10 de marzo de 1853, el gobierno peruano de José Rufino Echenique creó el
Gobierno Político y Militar de Loreto, independiente de las Prefecturas del Amazonas
y del Marañón, hecho que fue recibido con beneplácito por los ciudadanos de
Maynas, Jaén y Tumbes que se reconocían peruanos. Se designó como su capital a
la ciudad de Moyobamba, y comprendía, desde los límites del Brasil, todos los
territorios situados al Norte y al Sur de los ríos Amazonas y Marañon, así como los
que desaguan en ellos, de acuerdo a la Real Cédula de 15 de julio de 1802, que es
la que disgregó tales territorios del Virreinato de Nueva Granada, devolviéndoselos
al de Perú, sosteniendo así su derecho sobre aquellos territorios que constituían la
antigua Comandancia de Maynas.

Ante este hecho, el ministro plenipotenciario de Ecuador en Lima, Pedro Moncayo


protestó el 18 de marzo de 1853, reservando los derechos del Ecuador y anunciando
que se dirigiría a su Cancillería para pedir instrucciones. El canciller peruano José
Manuel Tirado sostuvo entonces que, según el principio de constitución de las
Repúblicas americanas, debía consultarse el estado en que se encontraban las
jurisdicciones territoriales en 1810 (principio del Uti possidetis), citando como
referente para la zona amazónica la Real Cédula de 1802.[35]

Esto creó un clima de tensión ya que, según los ecuatorianos, el Perú se encontraba
incumpliendo el Tratado de 1829 con la Gran Colombia donde supuestamente se
había acordado que solamente los territorios al sur del río Marañón serían peruanos
(lo cual era una falaz interpretación de dicho tratado, que por lo demás, había ya
caducado con la disolución de la Gran Colombia).

Ecuador declara libre navegación sobre ríos amazónicos el 25 de noviembre


de 1853
Como reacción adversa y belicosa a la creación del Gobierno de Loreto, el 25 de
noviembre de 1853 el Gobierno del Ecuador presentó al Congreso un proyecto de
ley en que se declaraba libre la navegación por 20 años de los ríos Chinchipe,
Santiago, Morona, Pastaza, Tigre, Curaray, Nancana, Napo, Putumayo y “demás
ríos ecuatorianos que descienden al Amazonas”.

El Gobierno del Perú, por medio de su ministro plenipotenciario en Quito, Mariano


José Sanz León, protestó a su vez, alegando que dichos ríos no eran ecuatorianos
sino que pertenecían al Perú, por el título que le daba la Real Cédula de 1802, así
como al derecho que le otorgaba la posesión no interrumpida de dichos territorios.
[36] A ello respondió el ministro ecuatoriano Marcos Espinel el 9 de febrero de 1854,
aduciendo que dicha Real Cédula no tenía fuerza legal, ni se había cumplido, ni
debido cumplirse, por haber tenido un origen tachable y haberle faltado el pase del
virrey de Nueva Granada (lo cual era falso, como ya vimos anteriormente).[37]
Insistió, eso sí, en el cumplimiento del Tratado de Guayaquil de 1829 (pese a que
había caducado con la disolución de la Gran Colombia).

Los incidentes de 1853 fueron importantes para el Perú, pues por primera vez, el
Perú mostraba en defensa de sus derechos sobre Maynas el texto de la Real Cédula
de 1802, que ya había invocado en la tensión de 1841-1842, pero que por entonces
no había podido documentar al estar extraviada en los archivos.

Guerra peruano-ecuatoriana (1858-1860)


Artículo principal: Guerra peruano-ecuatoriana (1858-1860)
Convenio de Ecuador sobre la deuda 5 chelines.
En efecto, el 21 de septiembre de 1857 se celebró el Contrato Icaza-Pritchett
mediante el cual se entregaba a los acreedores ingleses representados por la
Compañía Inglesa de Terrenos Ecuatorianos, Limitada (Ecuador Land Company) 2
millones de cuadras cuadrados en el oriente (Zamora y Canelos) y 620 mil cuadras
cuadrados en la Costa (Esmeraldas), para que fueran trabajadas por colonos
ingleses bajo soberanía ecuatoriana. El Contrato Icaza-Pritchett fue firmado por el
Encargado de Negocios de Inglaterra, señor George S. Pritchett, y por parte de
Ecuador, el Ministro de Hacienda Francisco de Paula Icaza.

El presidente de Ecuador, general Francisco Robles, fue acusado por sus


conciudadanos de vender ricos territorios ecuatorianos a países extranjeros. Pero el
asunto derivó en una crisis internacional, al enterarse el Perú de la firma del
convenio, en el que se disponían de territorios peruanos como si fuesen
ecuatorianos.

Retiro de Quito del ministro peruano Cavero


El ministro plenipotenciario de Perú en Quito, señor Juan Celestino Cavero, protestó
firmemente ante el gobierno ecuatoriano, pues la concesión a los británicos en lo
concerniente al cantón de Canelos abarcaba la zona de los ríos Pastaza y
Bobonaza, que eran territorios peruanos, por la Real Cédula de 1802, por el principio
del uti possidetis de 1810 y por la posesión continua del Perú.

Cavero pidió al gobierno de Ecuador la suspensión del convenio con los ingleses y la
celebración de un tratado de límites peruano-ecuatoriano a plazo fijo. Ecuador
aceptó en lo concerniente al tratado y anunció que enviaría una delegación a Lima,
pero se negó terminantemente a suspender el arreglo con los ingleses. Según la
versión ecuatoriana, el mariscal Ramón Castilla, entonces presidente de Perú, dio a
Cavero instrucciones secretas para provocar la ruptura, a fin de intervenir
militarmente en Ecuador. Sin embargo, ello no se condice con el espíritu
americanista del presidente peruano, aparte de que el Perú se hallaba en plena
guerra civil, como para andar pensando en aventuras bélicas exteriores. Lo cierto es
que Cavero trató de agotar todas las medidas conciliatorias posibles, aunque en
algunas ocasiones se extralimitó en sus declaraciones. El ministro de relaciones
exteriores de Ecuador, doctor Mata, hizo también unas declaraciones imprudentes,
que complicaron más la situación. Hay que señalar también que la acción
diplomática peruana contra la concesión de tierras a extranjeros fue apoyada por
Colombia, Chile y Estados Unidos.[38]

Agravó más el conflicto la llegada a Quito de un ejemplar de la Gaceta Oficial de


Bogotá, en la cual se publicó un comunicado del cónsul granadino en Quito, donde
éste revelaba que Cavero le había anunciado que Perú ocuparía a Guayaquil para
obligar a Ecuador a llegar un arreglo. El gobierno ecuatoriano pidió explicaciones a
Cavero por dicho comunicado. Cavero no dio explicaciones y el gobierno
ecuatoriano le entregó su pasaporte el mes de julio de 1858. Cavero volvió a Lima el
5 de agosto de 1858. En el mismo mes, el Perú exigió la restitución de Cavero para
proseguir cualquier negociación. Rechazada esta exigencia en septiembre de 1858,
el gobierno peruano envió un ultimatum el 1 de octubre de 1858 para que se
reconociese a Cavero, pero Francisco Robles lo rechazó.

El representante de Ecuador en Lima recibió también sus pasaportes. Castilla


aseguró que él no quería la guerra con Ecuador, sino simplemente la caída de
Robles y de Urbina. En Ecuador la oposición a estos dos políticos era también
violenta, encabezada por Gabriel García Moreno y Pedro Moncayo.

La declaratoria de guerra y el bloqueo de la costa ecuatoriana

El vicealmirante Ignacio Mariátegui y Tellería, comandante en jefe de la armada


peruana que bloqueó la costa ecuatoriana en 1858-1859.
Por ley del 26 de octubre de 1858 el Congreso peruano autorizó al gobierno de
Castilla a emplear toda medida, inclusive la guerra, para obtener satisfacciones de
parte del Ecuador. En virtud de dicha autorización, Castilla ordenó el bloqueo
pacífico de toda la costa ecuatoriana. Una escuadra de la Marina de Guerra del
Perú, con 5000 hombres, al mando del vicealmirante Ignacio Mariátegui y Tellería
bloqueó el puerto de Guayaquil.

En una circular a los diversos cuerpos diplomáticos y consulares, la Cancillería


peruana señaló como causas del conflicto las siguientes:

1.º la cesión hecha por el Ecuador a sus acreedores ingleses de terrenos


pertenecientes al Perú;

2.º las injurias oficiales contra el Gobierno y el pueblo peruanos y los atropellos,
vejaciones y hostilidades de que fueron víctimas muchos connacionales;

3.º el apoyo a los insurrectos de este país; y

4.º el conflicto suscitado alrededor del ministro Cavero.

Gracias a la mediación del ministro español en Guayaquil, el vicealmirante peruano


Mariátegui acordó un armisticio con el jefe de dicha plaza, general Guillermo Franco,
el 20 de agosto de 1859. El ejército ecuatoriano se comprometió a no ocupar
Guayaquil, que tampoco sería ocupado por las tropas peruanas. Los guayaquileños
quedaron en libertad para establecer un gobierno provisional. El bloqueo de
Guayaquil, que había empezado a afectar seriamente los suministros alimenticios de
dicho puerto, fue suspendido por 15 días, lo que fue celebrado estruendosamente
por los lugareños. Finalmente, Castilla decretó la suspensión indefinida del bloqueo
de Guayaquil el 31 de agosto, y de toda la costa ecuatoriana, el 28 de septiembre.
Todas estas medidas apaciguadoras de parte del Perú se proponían crear el
ambiente propicio para un arreglo pacífico del conflicto, pero al no ocurrir ello, partió
el mismo Castilla al frente de una expedición de 15 buques y 6.000 soldados. En el
Perú quedó al mando del gobierno Juan Manuel del Mar.[39]

El presidente peruano Ramón Castilla se proponía entablar negociaciones directas


con el gobierno ecuatoriano para solucionar de una vez el conflicto, pero se hallaría
ante el inconveniente de que en el Ecuador se había desatado la guerra civil y la
anarquía, habiéndose establecido en dicho país hasta cuatro gobiernos provisorios,
que se disputaban el poder.

La guerra civil ecuatoriana

El general Guillermo Franco Herrera, Jefe Supremo del Guayas.


Simultánemente al bloqueo de la costa ecuatoriana y al sitio de Guayaquil, se
desarrolló una guerra civil entre las diversas facciones políticas del Ecuador.

El gobierno ecuatoriano de Robles se trasladó a Guayaquil, a principios de 1859;


pasaron tres meses sin mayores incidentes, pero en abril de 1859 estallarón dos
revoluciones casi al mismo tiempo. En Guayaquil el general Maldonado intentó
aprisionar a Robles y Urbina, pero el general Guillermo Franco Herrera, que
presenciaba lo sucedido, se opuso e hizo fracasar el golpe. Maldonado insistió y se
retiró al Cerro de Santa Ana, pero la intervención de los representantes de Chile y de
la Nueva Granada lo hicieron capitular. Todo esto sucedía en presencia de la
escuadra peruana, que bloqueaba el puerto. La otra revolución fue en Quito, en
donde fue proclamado un triunvirato formado por Gabriel García Moreno, Jerónimo
Carrión y Pacífico Chiriboga. García Moreno estaba en Lima donde le llegó la noticia
de su elección. Partió inmedíatamente y pasó disfrazado por Guayaquil, para llegar a
Quito el 25 de mayo y tomar posesión de su puesto. García Moreno volvió a
Guayaquil y siguió hasta Lima a realizar una conferencia con Castilla, y mientras
tanto Urbina y Robles regresaban a Quito y reasumían el poder.

El 20 de junio de 1859 García Moreno se entrevistó con Castilla en Lima; Castilla le


ofreció apoyo decidido para derrocar a Robles y a Urbina. García Moreno envió un
manifiesto a Ecuador diciendo:

"El ejército y la escuadra del Perú son vuestros auxiliadores, no vuestros enemigos,
y a la patria no le quedan más adversaríos que los malvados que la tiranizan y los
forajidos que intentan defenderlos".

Robles y Urbina lanzaron un decreto considerando a García Moreno como un traidor,


y Franco, en Guayaquil, lo comparó con Huáscar y Atahualpa. Robles y Urbina
cometieron infinidad de atropellos, que sublevaron contra ellos la opinión y tuvieron
que retirarse.

Quedaron solamente enfrentados Franco en Guayaquil y el triunvirato en Quito. El


17 de agosto decidieron Franco y García Moreno realizar elecciones en Guayas,
para ver a quién le quedaría el poder. Las votaciones a favor del uno y del otro se
equilibraron. Entonces García Moreno se dirigió a Paita para reunirse nuevamente
con Castilla, en donde ocurrió la ruptura entre ambos, al darse cuenta García
Moreno que Castilla también se reunía con un representante de Franco.

Exponiéndose imprudentemente, García Moreno se reunió con Franco en Guayaquil.


Le ofreció a Franco su puesto en el triunvirato, en vez de que lo reemplazara otro de
Guayas. Franco no aceptó y ordenó prender a García Moreno; éste hábilmente logró
escapar y viajó hacia el norte; llegó a Quito y encontró dominada completamente la
situación.

Protocolo Mosquera-Selaya
Como Colombia había firmado con Ecuador en 1856 un tratado de ayuda mutua, el
Perú temió la intervención de aquel país en el conflicto y envió a Bogotá como
ministro plenipotenciario a Buenaventura Seoane, con la misión de obtener su
neutralidad. Seoane se reunió con el presidente colombiano Mariano Ospina y logró
su objetivo; además, se contactó con el general Tomás Cipriano de Mosquera,
entonces gobernador del estado colombiano del Cauca, de quien se decía que
acudiría en auxilio del Ecuador. El 16 de septiembre de 1859, se celebró un
convenio secreto entre el general Mosquera y el secretario de Seoane, de apellido
Selaya. Por este “Protocolo Mosquera-Selaya”, el Perú se comprometía a
suministrar a Mosquera recursos bélicos y económicos, para que pudiera llevar
adelante la independencia del Cauca y su confederación con las provincias
ecuatorianas, con excepción de las provincias de Guayaquil, Manabi y Loja, que
pasarían a poder del Perú. Es probable que este convenio lo realizaran los
representantes peruanos solo con la intención de neutralizar a Mosquera de una
posible intervención a favor de Ecuador; lo cierto es que nunca se puso en práctica.
[40]

Ocupación peruana de Guayaquil

La fragata peruana Amazonas.


Ramón Castilla concentró frente a Guayaquil su escuadra de 15 barcos, en los que
llevaba 6000 hombres, los cuales desembarcaron en las inmediaciones de
Guayaquil y se posesionaron de las alturas de Mapasingue, al sur de dicha
localidad, el 25 de noviembre de 1859. Ramón Castilla invitó al Jefe Supremo de
Guayas, general Guillermo Franco, a conferenciar a bordo del buque de guerra
Amazonas. Allí acordaron suspender las operaciones de guerra y convocar a los
cuatro gobiernos del Ecuador establecidos durante su guerra civil, para elegir un
gobierno general, que se entendiera con Castilla y firmara la paz.
El 1º de enero de 1860 se verificó en Guayaquil la reunión de los ocho
representantes de los cuatro gobiernos. Acordaron estos autorizar al general
Guillermo Franco para reunirse con el mariscal Ramón Castilla, sin alterar en forma
alguna los límites de los dos países. Pero Franco no quiso que le impusieran
condiciones y el 3 de enero ordenó arrestar a los representantes de Quito y luego los
expulsó. Con ello quedó declarada la guerra entre Quito, gobernado por García
Moreno y Guayaquil, gobernado por Guillermo Franco.

El presidente peruano se entendió, pues, con la facción ecuatoriana entonces más


importante, la que encabezaba el general Guillermo Franco, que había establecido
un gobierno de facto en Guayaquil, que dominaba gran parte de la costa
ecuatoriana. Castilla solicitó a Franco que se le dieran cuarteles en la misma
Guayaquil, pedido que le fue concedido, en la parte norte de la ciudad. Fue así como
el ejército peruano entró en Guayaquil, el 7 de enero de 1860.

Castilla tuvo la precaución de llevar un original de la Real Cédula de 1802, que


encontró en Lima de casualidad, en poder de un particular, el mismo que lo había
adquirido de un archivo de Bogotá. Ya en Guayaquil, exhibió la cédula para que lo
revisaran las autoridades políticas, los ministros plenipotenciarios ecuatorianos y los
notables de la ciudad. Ese documento se convirtió así en el pilar básico de la
defensa peruana en el litigio de límites con el Ecuador y así se le citó en el Tratado
de paz, amistad y alianza que se firmó en Mapasingue.

El Tratado de Mapasingue del 25 de enero de 1860

Pintura anónima del siglo XIX, que representa la toma de Guayaquil por parte del
ejército peruano en 1860.
Los representantes de Castilla y Franco, señores Manuel Morales y Nicolás Estrada
respectivamente, suscribieron el Tratado de Mapasingue, el 25 de enero de 1860, en
la pequeña localidad del mismo nombre. Bajo los términos de este tratado, se
restablecieron las buenas relaciones entre ambas repúblicas; asimismo, el Ecuador
declaró nula la venta de territorios peruanos a los acreedores británicos, reconoció la
validez de la Real Cédula de 1802 y el uti possidetis de 1810 y sobre la base de ello
convino en demarcar sus límites, comprometiéndose a integrar una comisión
bipartita con el Perú; se reservó también su derecho a comprobar sus títulos sobre
los territorios de Quijos y Canelos dentro del plazo de dos años, pasados los cuales,
si no llegaba a presentar la documentación que contradijese a la del Perú, caducaría
su acción.

El Perú no cobró gastos de campaña y más bien, en agradecimiento de las


atenciones recibidas en Guayaquil, Castilla regaló uniformes, calzados y fusiles a las
tropas ecuatorianas, que las carecían. Rechazó sin embargo, la solicitud de ayuda
de parte de Franco para combatir a García Moreno.[41]
Firmada la paz, el presidente peruano Castilla se retiró de Guayaquil tranquilamente,
y arribó con su flota al Callao el 19 de febrero de 1860. Al entrar a Lima, fue silbado
por la población. La guerra nunca contó con el apoyo de la ciudadanía peruana,
mayoritariamente pacifista y contraria al derroche desplegado en una campaña de
tal envergadura. En cambio, los habitantes de Guayaquil quedaron complacidos con
la visita del ejército peruano, pues ello había movilizado enormemente el tráfico
comercial en el Guayas.[42]

Así culminó esta guerra, en la que no hubo grandes encuentros bélicos, ya que al
Perú solo le bastó desplegar su poderío para obtener las satisfacciones de parte de
Ecuador.

Fin de la guerra civil ecuatoriana


En Quito, la noticia de la firma de este tratado, tuvo la mágica virtud de unificar la
opinión pública en contra de general Guillermo Franco. Gabriel García Moreno, hizo
una proclamación en términos violentos, que decía así:

Guerra a los traidores y a los bandidos, guerra a los bárbaros opresores de las
desgraciadas provincias litorales, guerra, guerra sin tregua a los enemigos de la
patria.

García Moreno, que había permanecido algún tiempo en el Perú, conocía


perfectamente el poder militar de que disponía Ramón Castilla; por lo tanto
consideraba que era indispensable hacer un esfuerzo supremo para poder
enfrentarse al Perú. Puso al servicio de su patria toda su capacidad y toda su
energía, y el país en su totalidad lo apoyó, pues era inmensa la reacción contra el
tratado de Mapasingue. A pesar de ser un terrible enemigo de Juan José Flores,
quien se hallaba en el Perú, fue llamado por García Moreno para que prestara sus
servicios al Ecuador y así unir más todas las voluntades. El 27 de mayo de 1860,
aclamado fervorosamente, entró Flores a Quito, después de haber permanecido en
el ostracismo quince años.

Juan José Flores fue nombrado jefe del ejército. Algo más de un mes duraron los
dos caudillos en reorganizarlo. Marcharon sobre Guayaquil y el 24 de septiembre de
1860 el ejército de Quito lo ocupó. El jefe supremo de Guayaquil, general Guillermo
Franco, salió en fuga, embarcándose hacia Perú; al entrar a Guayaquil, García
Moreno y Juan José Flores se informaron de que Franco, antes de partir, había
hecho firmar a civiles y militares una petición al gobierno del Perú, a fin de que
incorporara a ese país la provincia de Guayas.

Repercusiones del Tratado de Mapasingue


Para Ecuador, este tratado de Mapasíngue fue de inmensa gravedad, pues en su
artículo VI aceptaba de plano la rectificación de los límites con el Perú en la región
amazónica, lo que lógicamente vino a repercutir en su contra, al liquidar en 1942 su
pleito con ese país. Tal artículo decía:

Artículo VI. Los gobiernos del Ecuador y del Perú rectificarán los límites de sus
respectivos territorios, nombrando dentro del término de dos años, contados desde
ratificación y canje del presente tratado, una comisión mixta que, con arreglo a las
observaciones que hiciere y a los comprobantes que se le presenten por ambas
partes, señale los límites de las dos repúblicas.

Entre tanto éstas aceptan por tales límites los que emanan del uti possidetis,
reconocido en el artículo 5° del tratado del 22 de septiembre de 1829 entre Colombia
y Perú, y que tenían los antiguos Virreinatos del Perú y Santa Fe, conforme a la Real
Cédula de 15 de julio de 1802.

Sin embargo, a menos de dos años de la firma de este tratado, el gobierno


ecuatoriano del presidente Gabriel García Moreno, luego de derrocar al gobierno de
Franco en Guayaquil y unificar el país bajo su mando, procedió a desaprobar el
tratado, declarándolo “insubsistente” (1861); solo ratificó lo concerniente a la
derogación del convenio con los británicos (1862). Debido al descontento de la
población peruana hacia el gobierno de Castilla, ya muy desgastado tras 8 años en
el poder, no se intentó en obligar al Ecuador a respetar el tratado por la vía militar,
pues habría sido una medida muy impopular dentro del Perú.

Por su parte, el Congreso peruano, ya bajo el gobierno del mariscal Miguel de San
Román, también desaprobó el tratado (1863). Las razones de los legisladores
peruanos se basaban en el hecho de que se hubiese firmado un tratado con el jefe
de una facción política ecuatoriana instalada en el departamento del Guayas y no
con un gobierno legal que representara a todo el Ecuador; asimismo, observaron
que una de sus cláusulas, aquella que daba a Ecuador un plazo de dos años para
sustentar sus derechos sobre Quijos y Canelos, era perjudicial a los intereses del
Perú, que siempre sostuvo su posesión de dichos territorios.[43]

En definitiva, permaneció el statu quo en la frontera, a la espera de un acuerdo


definitivo de límites.

Época del arbitraje del rey de España (1887-1910)


Primera época del arbitraje español (1887-1890)

Mapa anexo al alegato del Perú en el arbitraje sobre sus límites con el Ecuador,
presentado por José Pardo y Barreda al árbitro, la reina regente de España.
En junio de 1887, Ecuador pretendió renovar su intento de 1857 de ceder grandes
extensiones de tierras en la Amazonía peruana como pago a sus acreedores
británicos. El canciller peruano Cesáreo Chacaltana elevó su protesta, logrando que
el gobierno ecuatoriano suspendiera toda diligencia con respecto a dicha cesión,
hasta que no se hiciera una demarcación territorial conforme a un tratado de límites,
cuyas bases podían de una vez formularse. En el intercambio de notas diplomáticas
entre ambos países, surgió la propuesta peruana de llevar el problema limítrofe al
arbitraje del Gobierno de España, lo que Ecuador aceptó.

Como resultado de las negociaciones abiertas, el ministro plenipotenciario peruano


en Quito, Emilio Bonifaz, y el Ministro de Relaciones Exteriores de Ecuador, Dr. José
Modesto Espinosa, firmaron un Convenio el 1 de agosto de 1887, conocido como el
Convenio Arbitral Espinoza-Bonifaz. Se acordó someter el problema limítrofe al
arbitraje de Su Majestad Católica (el Rey de España). Los congresos de ambos
países aprobaron este convenio. Por entonces era Rey de España Alfonso XIII,
quién, todavía infante, estaba bajo la regencia de su madre, la Reina María Cristina.
Esta aceptó oficiar de árbitro a nombre de su hijo.[44] Se fijó un plazo de 12 meses
para que ambos países presentaran sus alegatos. El arbitraje sería de derecho.

En 1889, el comisionado especial del Perú en España, José Pardo y Barreda (futuro
presidente del Perú), presentó a la Reina María Cristina el Alegato del Perú, notable
estudio jurídico de la cuestión que desde entonces fue el baluarte de la defensa
peruana en este pleito de límites. Ecuador presentó también su alegato, pero el
documento se extravió en el camino, por lo que debió mandar una copia.

El Tratado Herrera-García (1890)


En octubre de 1888, el gobierno ecuatoriano propuso al Perú que se formara una
comisión demarcadora integrada por representantes de ambos países, dos por lado,
tal como se había previsto en el Tratado de Guayaquil (Tratado Larrea-Gual) del 22
de septiembre de 1829. El Perú aceptó formar esta comisión bipartita, pero solo
como un trabajo preparatorio para estudiar sobre el terreno, antes de que el
gobierno español tomara en consideración los documentos o alegatos presentados.
Pero ocurrió entonces que el canciller ecuatoriano aprovechó la ocasión para
proponer que se realizaran en Quito negociaciones directas para resolver de una vez
la disputa de límites, prescindiendo del arbitraje español. El Perú, cuyo canciller era
por entonces Isaac Alzamora, aceptó esta propuesta. Las conferencias se realizaron
entre Pablo Herrera González de Ecuador y el Dr. Arturo García del Perú, quienes el
2 de mayo de 1890 firmaron el Tratado Herrera-García, por el cual, el Perú
conservaba Tumbes y Jaén, pero cedía Quijos, Canelos y una gran parte de Maynas
al Ecuador. Para los nacionalistas peruanos, este Tratado fue absurdo e
incomprensible, pues cedía al Ecuador unos 300.000 km2 de tierra amazónica, sin
que hubiese ocurrido una derrota militar de por medio. La justificación que dio el
gobierno peruano de entonces (el de Andrés A. Cáceres, en su primer gobierno) era
que se trataba de un arreglo transaccional, ya que urgía resolver lo más pronto
posible el litigio en la frontera norte, pues se acercaba el año en que debía realizarse
el plebiscito de Tacna y Arica (provincias peruanas sureñas ocupadas por Chile) y
era imprescindible que la cancillería peruana volcara todos sus esfuerzos
diplomáticos en dicho asunto. Por lo demás, por entonces, no se concedía
importancia a la región amazónica, ya que eran territorios inhóspitos y muy
despoblados.[45]

El Congreso ecuatoriano aprobó el tratado, pero el Congreso peruano, bajo presión


de los representantes amazónicos, no quiso aprobarlo sin antes hacer importantes
modificaciones en la línea trazada. Ecuador no aceptó ninguna revisión del Tratado,
mientras que el Congreso peruano se mantuvo inflexible en su posición. El Tratado
fue finalmente declarado insubsistente por Ecuador, que prefirió continuar con las
negociaciones directas.[46]

Las conferencias tripartitas de 1894


Como consecuencia del Tratado Herrera-García, el gobierno de Colombia elevó su
protesta en Quito y Lima en 1890 y 1891, ya que dicho Tratado interfería con sus
derechos en el norte de los Ríos Napo y Amazonas. El Congreso de Colombia
expidió inmediatamente una ley, por medio de la cual se autorizaba al gobierno para
organizar las misiones en las regiones de los ríos Amazonas, Caquetá y Putumayo,
produciendo como efecto una protesta por parte del gobierno peruano.

En vista de estos incidentes se inició una labor diplomática por parte de Colombia,
con el objeto de obtener en cuestión de límites alguna solución equitativa para las
tres repúblicas, gestión que vino a culminar con la convención tripartita reunida en
Lima el 11 de octubre de 1894. Para asistir a esta conferencia tripartita fueron
nombrados, por Colombia, el doctor Aníbal Galindo, como abogado especial, y don
Luis Tanco, quien era encargado de negocios en Lima. Por el Ecuador el doctor Julio
Castro, enviado extraordinario y ministro plenipotenciario del Ecuador en Lima, y por
el Perú el doctor Luis Felipe Villarán, como abogado especial.

En la sesión del 25 de octubre, el delegado colombiano presentó su alegato, el cual


una vez leído, se ordenó que fuera incluido en los protocolos de la conferencia. En la
sesión del 25 de noviembre el delegado ecuatoriano presentó también su estudio, el
cual, junto con el colombiano pasó al delegado peruano, quien el día 4 de diciembre
hizo su exposición sobre los puntos de vista del Perú.

El estudio de los alegatos de las tres naciones comprobó plenamente que no era
posible llegar a un acuerdo directo, y entonces se firmó el Convenio Tripartita el 15
de diciembre de 1894, el cual, en su artículo 1º decía:

Artículo 1º Colombia se adhiere a la convención de arbitraje, firmada entre Perú y


Ecuador el 1º de agosto de 1887, cuya aprobación fue canjeada en Lima el 11 de
abril de 1888; pero las tres altas partes contratantes estipulan que el real árbitro
fallará las cuestiones materia de la disputa, atendiendo no sólo a los títulos y
argumentos de derecho que se han presentado y que se le presenten, sino también
a las conveniencias de las partes contratantes, conciliándolas de modo que la línea
de frontera esté fundada en derecho y en equidad
Firmado este convenio de arbitraje, los gobiernos de Colombia y Perú lo aceptaron,
pero el congreso del Ecuador no lo aprobó y entonces hubo necesidad de continuar
los arreglos directos y separados.

Incidentes armados en la frontera peruano-ecuatoriana


Al iniciarse el siglo XX, se sucedieron incidentes en la frontera, debido a la
persistencia de Ecuador en invadir territorios peruanos.

El 26 de junio de 1903 ocurrió un choque armado en Angoteros, en la zona del río


Napo. Ello se originó cuando un destacamento ecuatoriano, partiendo desde su
estación de Aguarico, remontó el Napo e incursionó en territorio peruano. Esta
incursión fue rechazada por las tropas peruanas al mando del capitán Juan Chávez
Valdivia.

Otro incidente armado ocurrió un año después, esta vez en Torres Causana o
Bolognesi, el 28 de julio de 1904. En esta ocasión, un destacamento ecuatoriano al
mando de Carlos A. Rivadeneyra procedente de Quito llegó a dicho puesto peruano.
El comandante ecuatoriano, al mando de 78 hombres, intimó a la guarnición peruana
a que desocupara Torres Causana. Los peruanos, que eran en número de 40, al
mando de Juan Chávez Valdivia, se negaron, siendo apoyados por la lancha Iquitos,
al mando del comandante Óscar Mavila, logrando hacer retroceder a los
ecuatorianos, a quienes causaron veinte bajas y capturaron a su comandante, que
fue trasladado prisionero a Iquitos.[47] [48]

La segunda época del arbitraje español (1904-1910)


El Protocolo Valverde-Cornejo
El incidente en Angoteros hizo ver la necesidad de llegar a un acuerdo fronterizo, por
lo que, el 19 de febrero de 1904, ambas partes firmaron el Protocolo Valverde-
Cornejo, entre los señores Miguel Valverde por Ecuador y Mariano H. Cornejo por
Perú, en el que se acordó que ambos países se sometieran de nuevo al arbitraje del
Rey de España, Alfonso XIII, que desde 1902 ocupaba la corona de manera efectiva,
finalizada la regencia de su madre.

Ambos países debían dirigirse al Ministro del Estado de España, a fin de que Su
Majestad enviase un Comisario Regio tanto a Lima como a Quito para que las partes
puedan entregar pruebas sobre los antecedentes limítrofes, con cuyas
documentaciones el Rey de España debía decidir el arbitraje.

El arbitraje del rey español


Comisionados peruanos que presentaron
el alegato del Perú durante el arbitraje
del Rey de España
Mariano H. Cornejo

Felipe de Osma y Pardo

El monarca español Alfonso XIII nombró el día 15 de enero de 1905 la comisión


encargada de hacer el estudio, liderada por Ramón Menéndez Pidal, un filólogo e
historiador español. El Comisario Regio Ramón Menéndez Pidal en representación
de su Majestad el Rey de España, llegó a Quito el 29 de enero de 1905, reuniéndose
en la Legación del Perú, con Miguel Valverde, Ministro de Relaciones Exteriores del
Ecuador; Honorato Vásquez, Plenipotenciario de Ecuador; y Mariano H. Cornejo por
Perú.

El Comisario Regio expresó el 29 de enero de 1905 que para llegar a una situación
conciliatoria, ambos países tenían que retirar sus guarniciones militares del Napo,
teatro de sangrientas escenas. Agregó, que el retiro de tropas no significaba el
abandono de la posesiones de ninguna de las partes. Ecuador retiró sus
guarniciones militares que tenía en Aguarico y las condujo a Quito el 3 de abril de
1905, lo propio hizo Perú con las que mantenía desde Torres Causana hasta Iquitos
el 28 de abril de 1905.

A fin de dar comienzo a las audiencias y discusiones sobre el laudo, viajaron a


Madrid los plenipotenciarios ecuatorianos doctores Honorato Vásquez y Víctor
Manuel Rendón, y los plenipotenciarios peruanos Mariano H. Cornejo y Felipe de
Osma.

En Madrid comenzaron los debates, debiendo reconocerse que los argumentos de la


delegación ecuatoriana fueron jurídicos y de elevado sentido patriótico basado en las
Cédulas Reales de 1563, 1739 y 1740, el Tratado de Guayaquil de 1829 y el
Protocolo Pedemonte-Mosquera de 1830. Honorato Vásquez y Víctor Manuel
Rendón con verdadera maestría dieron a conocer a su Majestad los derechos
ecuatorianos sobre Tumbes y Jaén, afirmando la validez de la Real Cédula de 1802
sobre Mainas (Maynas) en el oriente. Los plenipotenciarios peruanos Cornejo y
Osma con la misma maestría hicieron fuertes argumentaciones sobre el
cumplimiento y validez de la Real Cédula de 1802 en la región amazónica de Mainas
(Maynas) y la peruanidad de Tumbes y Jaén según la regla de libre determinación
de pueblos. Cornejo y Osma negaron la validez del Protocolo Pedemonte-Mosquera
diciendo que el Congreso Peruano nunca lo ratificó y que la Gran Colombia dejó de
existir el 13 de mayo de 1830, es decir, tres meses antes de que dicho protocolo
fuera firmado (11 de agosto de 1830). El alegato peruano constaba de cuatro
volúmenes, más siete volúmenes de documentos anexos y un índice; es,
efectivamente una obra maestra de carácter histórico.[49]

El Rey de España, asesorado por el Consejo de Estado Español, después de


estudiar el asunto intentó dar una solución equitativa antes que jurídica, luego de
conocer los argumentos de los dos países. Quería que tanto el Ecuador como el
Perú sean condueños del Amazonas y propuso una línea muy parecida a la del
Tratado Herrera-García de 1890. El Ecuador lo seria a través de los ríos Santiago,
Morona y Pastaza y el Perú, a través de los demás ríos.

Al contrario, el doctor español Sánchez Román, Vocal del Consejo del Estado
Español, propuso que el real árbitro debía considerarse incompetente "por razones
de materia" y agregaba que:

Si llegara a prevalecer en definitiva la línea propuesta, su ejecución sería una


práctica difícil, además de pugnar con evidentes razones de justicia y de
conveniencia internacional, que la hacen peligrosa para la paz de las potencias
litigantes y no muy prestigiosa para la función arbitral sometido a la corona de
España.

Terminó su informe el consejero Sánchez Román proponiendo, como la línea de


límites entre Perú y Ecuador los ríos Tumbes-Chinchipe-Marañón-Amazonas hasta
su frontera con Brasil, según su interpretación del Tratado de 1829 y el protocolo de
ejecución Protocolo Pedemonte-Mosquera de 1830. Entonces los abogados
peruanos Osma y Cornejo manifestaron que su país desconocería cualquier laudo
que cercenara territorios en posesión de facto del Perú, manifestando:

Si los peruanos ocupan todo el oriente, esas tierras son y serán peruanas contra
todas las declaraciones del mundo... Un fallo que no reconozca la realidad humana,
no cambiará la situación efectiva, y sólo dará origen a complicaciones
internacionales....

La tensión de 1910 y suspensión del arbitraje


Artículo principal: Tensión peruano-ecuatoriana de 1910

Mapa del Perú en 1913.


Pero ocurrió entonces que, antes de que el rey de España emitiera su fallo, el
Ecuador se reveló contra el mismo, pues por una infidencia logró enterarse de su
contenido, que le pareció adverso. Sucedió que, en esos días, el ecuatoriano
Enrique Baquerizo Moreno se encontraba en Madrid y envió noticias alarmantes a la
ciudad de Guayaquil sobre la gravedad del problema limítrofe, adjuntando detalles
del posible laudo arbitral y dejando entrever que sería perjudicial para el Ecuador. La
prensa ecuatoriana inició entonces una violenta campaña para desprestigiar dicho
arbitraje. El 3 y 4 de abril de 1910 hubo graves ataques de parte de la población
ecuatoriana a las legaciones peruanas en Quito y Guayaquil. El escudo peruano fue
arrastrado por las calles, el vapor peruano Huallaga anclado en Guayaquil fue
atacado a balazos y se saquearon propiedades peruanas de la manera más impune.
Enterados en el Perú de estos hechos, la población de Lima y Callao respondió de
igual manera, atacando las oficinas del consulado y la embajada ecuatoriana en el
Perú, los días 4 y 5 de abril.[50] [51]

Eloy Alfaro, el Presidente del Ecuador, se vio obligado a seguir la corriente


nacionalista de su país y nombró una Junta Patriótica Nacional encabezada por
Federico González Suárez y Luis Felipe Borja Pérez (padre) e integrada por las
personas más representativas del país, para que le asesoren en la solución de este
problema. Los pronunciamientos patrióticos de esta Junta levantaron a todos los
ecuatorianos que, al grito de "Tumbes, Marañón o la guerra", rodearon al Presidente
Alfaro en forma monolítica para enfrentar al Perú. El Presidente Alfaro adquirió
armamento moderno, pagado al contado; fortificó la ciudad de Guayaquil y el Golfo
de Guayaquil y ordenó la organización de las guardias nacionales. Por su parte, el
Perú, gobernado entonces por Augusto B. Leguía (primer gobierno) puso en pie de
lucha a 23.000 hombres y los movilizó hacia el norte, mientras Alfaro desembarcó
tropas en Puerto Bolívar, poniéndose a la cabeza de ellas. El Perú exigió
reparaciones, a lo que el Ecuador propuso que se dieran “satisfacciones mutuas”, lo
que fue rechazado por el Perú, ya que las ofensas las había iniciado Ecuador. La
guerra era ya inminente, cuando en esos momentos candentes intervinieron como
mediadores Estados Unidos, Brasil y Argentina y lograron apaciguar los ánimos de
los contendientes (22 de mayo de 1910).

El 18 de mayo de 1910 el Rey de España, en vista de la disparidad de opiniones en


el Consejo, resolvió inhibirse de dictar el laudo arbitral al frente de esta Convención,
y dejó a las partes con la responsabilidad de continuar, por si solas, en su arreglo
limítrofe porque veía que su arbitraje de cualquier manera iba a terminar en guerra.
De modo que el problema limítrofe quedó pendiente.[52]

Los arreglos limítrofes de Ecuador y Perú con Brasil y Colombia


Tratado Tobar-Río Branco entre Ecuador y Brasil

Territorios en disputa por Perú, Ecuador, Colombia y Brasil desde principios del siglo
XIX hasta mediados del siglo XX.

El modus vivendi entre Colombia y Perú sobre el Putumayo conforme a lo acordado


por el protocolo de 18 de septiembre de 1905.
En el año de 1904 Brasil, representado por el barón del Río Branco, y en acuerdo
confidencial con el Ecuador, representado por Carlos R. Tobar, firmaron un tratado
por medio del cual Brasil reconocía a Ecuador como colindante por la línea
Tabatinga-Apaporis. La disputa con Brasil era todo el terreno al oeste de la línea
Tabatinga-Apaporis entre el Río Caquetá y el Río Amazonas. El Tratado Tobar-Río
Branco fue firmado el día 6 de mayo de 1904 en favor de Brasil a espaldas de la
república del Perú. En la parte resolutiva expresa:

La República de Ecuador y la República de los Estados Unidos de Brasil acuerdan


que, terminando favorablemente para Ecuador, como esta República espera, el litigio
que sobre límites existe entre el Ecuador y Perú, la frontera entre Ecuador y Brasil,
en la parte que confinen, sea la misma señalada por el Art. VII de la Convención que
se celebró entre Brasil y Perú, en Lima, el 23 de octubre de 1851, con la
modificación constante en el Acuerdo así mismo firmado en Lima el 11 de febrero de
1874, para la permuta de territorios en la línea Iza o Putumayo, esto es, que la
frontera - en todo o en parte - según el resultado del antedicho litigio, sea la línea
geodésica que va de la boca del riachuelo San Antonio, en el margen izquierdo del
Amazonas, entre Tabatinga y Leticia, y termina en la confluencia del Apaporis con el
Yapurá o Caquetá, menos en la sección del río Iza o Putumayo, cortada por la
misma línea donde el alveo del río, entre los puntos de intersección, formará la
división.

Tratado Velarde-Río Branco entre el Perú y Brasil


El Tratado Velarde-Río Branco fue un Tratado Definitivo de Límites, Comercio y
Navegación firmado entre Brasil y Perú. Fue suscrito en Río de Janeiro, el 8 de
septiembre de 1909, por el Ministro de Relaciones del Brasil, Barón de Río Branco, y
el ministro plenipotenciario del Perú, Hernán Velarde. Este tratado completó la
demarcación iniciada por la Convención de 1851, al definir la línea fronteriza al Sur
del río Yavarí y consagró para el Perú la libre navegación en el Amazonas. Este
tratado fue uno de los aciertos del presidente Augusto B. Leguía, ya que contuvo la
expansión brasileña por ese lado de la frontera peruana.

Posteriormente ambos países suscribieron en Petrópolis (7 de diciembre de 1909),


otro tratado que puso fin a las diferencias limítrofes.

En el Perú, como ha sido una constante en lo que respecta a los tratados de límites
firmados con los países vecinos, este Tratado fue muy criticado, aduciéndose que el
gobierno peruano cedió al Brasil extensas zonas en la cuenca del Yurúa y del Purús.
Sin embargo, estas críticas suelen por lo general estar descontextualizadas, o bien
politizadas, al ser usadas por los opositores del gobierno de turno para ganar réditos
electorales, alimentando interesadamente el mito de un país que siempre llevó las
de perder en las negociaciones con sus vecinos.

El historiador Jorge Basadre ha hecho al respecto observaciones muy atinadas.


Según él, con Brasil había que entenderse cuanto antes, pues los brasileños, en su
avance imparable, estaban ya a punto de llegar a las nacientes del río Ucayali. Si el
Perú hubiera arreglado antes con Brasil, quizás esta nación habría avanzado menos.
Al firmar este Tratado de 1909, puso fin a dicha expansión. En todo caso, el Perú no
perdió territorio sobre el cual ejerciera efectiva posesión. La bandera peruana no
tuvo que arriarse en ningún punto. Ningún ciudadano peruano se vio afectado.[53]

Tratado Muñoz Vernaza-Suárez entre Ecuador y Colombia


En 1916 vino como ministro plenipotenciario de Ecuador el doctor Alberto Muñoz
Vernaza, quien en conversaciones con Marcos Fidel Suárez y los doctores José
María González Valencia, Hernando Holguín y Caro, Antonio José Uribe y Carlos
Adolfo Urueta, es decir el estado mayor de juristas y diplomáticos colombianos, el 15
de julio de 1916, llegó con ellos a un acuerdo en virtud del cual firmaron el Tratado
Muñoz Vernaza-Suárez que puso fin al conflicto, que desde el año 1830 venia
preocupando a Colombia y Ecuador. Según este tratado Ecuador recibió una zona
de terreno entre el río Marañón y río Napo y Colombia recibió el terreno entre el río
Napo-Amazonas y el río Caquetá. Colombia y Ecuador se repartieron territorio que el
Perú reclamaba legítimamente.

Tratado Salomón-Lozano entre Perú y Colombia

Alberto Salomón Lozano, canciller del Perú en 1922.


El 24 de marzo de 1922 se firmó en Lima el Tratado Salomón-Lozano, entre Perú y
Colombia, que puso fin a casi un siglo de litigio territorial entre ambos países. Lo
suscribieron, por parte de Perú, el canciller Alberto Salomón Lozano, y por parte de
Colombia, el ministro plenipotenciario Fabio Lozano Torrijos. El río Putumayo se
aceptó como frontera entre Colombia y el Perú. Dice a la letra este Tratado:

La línea de frontera entre la República Peruana y la República de Colombia queda


acordada, convenida y fijada en los términos que en seguida se expresan: Desde el
punto en que el meridíano de la boca del río Cuhimbé en el Putumayo corta al río
San Miguel o Sucumbíos, sube por ese mismo meridiano hasta dicha boca del
Cuhimbé; de allí por el río Putumayo hasta la confluencia del río Yaguas; sigue por
una línea recta que de esta confluencia va al río Atacuari en el Amazonas y de allí
por el río Amazonas hasta el límite entre Perú y Brasil establecido en el Tratado
Perú-Brasileño de 23 de octubre de 1851.

Colombia declara que le pertenecen a Perú en virtud del presente Tratado, los
territorios comprendidos entre la margen derecha del río Putumayo, hacia el oriente
de la boca del Cuhimbé, y la línea establecida y amojonada como frontera entre
Colombia y el Ecuador en las hoyas del Putumayo y del Napo, en virtud del Tratado
de Límites celebrado entre ambas Repúblicas, el 15 de julio de 1916.

Colombia declara que se reserva sus derechos respecto a Brasil, específicamente a


los territorios situados al oriente de la línea Tabatinga-Apaporis, pactada entre Perú y
Brasil por el Tratado de 23 de octubre de 1851.

Las Altas Partes Contratantes declaran que quedan definitiva e irrevocablemente


terminadas todas y cada una de las diferencias que, por causa de los límites entre el
Perú y Colombia, habían surgido hasta ahora sin que en adelante pueda surgir
ninguna que altere de cualquier modo la línea de frontera fijada en el presente
Tratado.
El presidente peruano Augusto B. Leguía remitió el documento al parlamento en
diciembre de 1927. Dicho congreso, de mayoría leguiísta, aprobó el Tratado el 20 de
diciembre de 1927, a excepción de siete parlamentarios, entre los que se contaban
el célebre cauchero Julio C. Arana, el empresario Enrique de la Piedra y el doctor
Julio Ego-Aguirre Dongo. El 17 de agosto de 1930 —faltando días para la caída de
Leguía— se ejecutó el tratado, y se entregaron a Colombia los territorios que el Perú
le cedía.

Para diversos historiadores peruanos, resulta sorprendente que el arreglo de límites


de Perú y Colombia culminara de esa manera, dando clara ventaja a Colombia. Esta
nación ganaba un inmenso territorio entre el río Caquetá y el río Putumayo,
incluyendo el llamado Trapecio Amazónico (donde se hallaba el poblado de Leticia,
ocupado por peruanos), así como el acceso al río Amazonas (que hasta entonces
solo lo compartían Brasil y Perú). Mientras que el Perú solo recibió en compensación
el llamado triángulo San Miguel-Sucumbíos, territorio reducido y sin población, que
el Ecuador había cedido a Colombia por el tratado de 1916.[54] En la práctica, el
Perú nunca llegó a poseer Sucumbíos; posteriormente, este territorio volvería a
poder de Ecuador por el Tratado de 1942.

Se ha hablado de una supuesta presión de los Estados Unidos sobre Leguía, para
compensar a Colombia por el asunto de Panamá, antigua provincia colombiana que
se había independizado a instancias del imperialismo estadounidense. Sin embargo,
todo indica que la razón de peso fue la de estrategia geopolítica, pues el Perú quería
ganarse como aliado a Colombia y alejarlo de una potencial y peligrosa alianza con
el Ecuador. Se escogió a Colombia, pues era comparativamente un país más grande
y progresista. Efectivamente, no bien se enteró del tratado, el Ecuador rompió
relaciones diplomáticas con Colombia.

La razón por la que el tratado Salomón-Lozano causó tanta desazón en Ecuador, fue
debido a que este país reclamaba el territorio materia del acuerdo como parte de su
república. Desde el punto de vista ecuatoriano, dicho tratado representaba una clara
ofensa a la buena fe del pueblo ecuatoriano, que por el tratado Muñoz Vernaza-
Suárez de 1916 había entregado territorios a Colombia con el fin de terminar sus
conflictos limítrofes, territorios que luego esta República los cedió al Perú. Visto así,
el gobierno colombiano habría traicionado al Ecuador, que quedó rodeado por el
Perú en su frontera al noreste.

El Protocolo Ponce-Castro Oyanguren y la Conferencia de Washington (1924-1937)

Enrique Castro Oyanguren, diplomático peruano.

Manuel de Freyre y Santander, diplomático peruano.


Fracasado el intento de solucionar el litigio limítrofe peruano-ecuatoriano vía el
arbitraje del rey de España, el Perú quiso llevar el asunto al Tribunal Internacional de
Justicia de La Haya, a lo que Ecuador se negó, insistiendo en entrar en
negociaciones directas. Ambas posiciones parecían insalvables, pero el Perú,
demostrando la mejor disposición, envió a Quito sucesivamente a sus mejores
diplomáticos: Víctor M. Maúrtua, Alberto Bresciani y Enrique Castro Oyanguren para
gestionar un nuevo procedimiento arbitral más eficaz.

El 21 de junio de 1924 se firmó en Quito el Protocolo de Ponce-Castro Oyanguren,


entre el Ministro de Relaciones Exteriores de Ecuador Nicolás Clemente Ponce y el
plenipotenciario peruano Enrique Castro Oyanguren, quienes acordaron una fórmula
mixta: combinar el arbitraje internacional con la negociación directa paralela.

Resolvieron que los dos gobiernos de Ecuador y Perú, enviasen a Washington D.C.
sus respectivas delegaciones para discutir allí amistosamente el litigio limítrofe y lo
que no lograsen ponerse de acuerdo sería sometido al arbitraje del Presidente de los
Estados Unidos.

Esta fórmula de negociación se implementó en 1936. No pudo llevarse a cabo antes,


debido a una solicitud del Perú, preocupado por el problema de Leticia con
Colombia. Ambas partes fijaron, como condición previa, una línea de statu quo, en
calidad de frontera provisional mutuamente reconocida, tomando como base los
territorios que de facto poseía cada país.[55]

Statu quo fronterizo en 1936, previo a la guerra de 1941


La delegación peruana fue presidida inicialmente por Manuel de Freyre y Santander,
embajador de Perú en Washington, en vista de que el designado para presidirla,
Francisco Tudela y Varela, que era delegado ante la Sociedad de las Naciones no
llegó a tiempo a Washington.

La delegación ecuatoriana estaba presidida por Homero Viteri Lafronte, también


asistió Enrique Arroyo Delgado, José Vicente Trujillo y Alejandro Ponce Borja, los
cuales tuvieron una destacada actuación en defensa de los derechos territoriales de
Ecuador.

La sesión se realizó en el Salón Azul de la Casa Blanca y fue presidida por el


mandatario norteamericano Franklin D. Roosevelt, quien estuvo acompañado del
Secretarío de Estado Cordell Hull.

La delegación diplomática peruana comenzó argumentando líneas demarcatorias, e


incitando a que el Presidente de los EE.UU. Franklin D. Roosevelt, no dirija las
sesiones porque no era parte. En una de las sesiones, el embajador peruano Manuel
de Freyre y Santander dijo que un fallo que no reconocería la realidad de las cosas y
la corriente de los sucesos, superiores a la realidad humana, no cambiaría la
situación efectiva y solo daría origen a complicaciones internacionales. Largas y
cansadas resultaron estas sesiones que duraron por espacio de 2 años. El 6 de
febrero de 1937 Ecuador propuso a Perú una línea transaccional, la misma que Perú
objetó el día siguiente y tornando la situación difícil en los últimos 7 meses.

El 28 de septiembre de 1937 el canciller peruano Carlos Concha Cárdenas anunció


por radio desde Lima, que había resuelto suspender las conferencias que se
realizaba en Washington y el 29 de septiembre la delegación peruana entregó una
nota a la cancillería ecuatoriana, con el contenido de la resolución unilateral
peruana, que dejaba insoluble el problema territorial y se retiraba de Washington.

Según la versión peruana, estas Conferencias de Washington fracasaron debido a


que el Ecuador intentó basar sus pretensiones en una falsa interpretación del
Tratado Larrea-Gual de 1829, en el pseudo Protocolo Pedemonte-Mosquera y en
una peculiar interpretación del uti possidetis de 1810 (1937). Poco después, los
ecuatorianos realizaron acciones violatorias del statu quo de 1936.[56]

La Armada Fluvial Peruana


Tomando en consideración que, la Región Amazónica, ubicada en la parte oriental
de los Andes, constituye un enjambre de ríos, que naciendo en la sección
montañosa andina, luego descienden a la llanura selvática y que en gran parte,
éstos ríos son de curso navegable, por lo menos desde su desembocadura en el
Amazonas hacia la parte septentrional, los Gobiernos peruanos desde 1853, han
venido utilizando como medio de exploración y de penetración a esta vasta Región
Amazónica, su armada fluvial con la que ha tenido como principal base el puerto
fluvial de Iquitos y otras de menos importancia en el curso del mismo río Amazonas y
Marañón.

Han sido lanchas debidamente armadas y en otros casos embarcaciones de menor


calado, teniendo en cuenta, que algunos ríos amazónicos, tienen poco fondo, los
que han constituido los medios más idóneos que ha tenido el Perú después de 1853,
para ir en forma sistemática, explorando y luego, tomando posesión de muchas
zonas ubicadas adyacentes a los ríos. Estas aldeas eran Borja, Barranca,
Santander, San Antonio, Parinari, Regis, Nauta, Omaguas, Iquitos, Destacamento,
Pebas, Oran y Mazan.

El que inicia la penetración peruana en los ríos tributarios norte del río Marañón, es
el coronel Pedro Portillo, quien efectúa en 1903 una exploración de la mayor parte
de los ríos navegable, a base de la flotilla de lanchas patrulleras armadas que, como
tenían bases en Iquitos, recorrieron los siguientes ríos tributarios: Napo, Tigre,
Morona, Pastaza, Curaray, Putumayo, Santiago y Mangosisa.

Como se habrá podido observar, la penetración peruana en la Región Amazónica,


tuvo base en el puerto de Iquitos y más poblaciones ocupadas por el Perú, en las
orillas de río Marañón y Amazonas desde 1853, zarpando desde esos sitios, las
flotillas de barcos y lanchas armadas, para surcar los ríos afluentes del Amazonas,
aguas arriba, primero explorando los cursos de los mismos y luego, invadiendo los
sectores estratégicos, ubicando en los mismos, guarniciones, compuestas de
marinos y tropas del ejército peruano, y promoviendo la colonización desde el sur del
río Marañón por peruanos.

Incursiones peruanas sobre la región amazónica en disputa 1935-1940


Febrero de 1935 - Un Destacamento peruano avanzó desde la boca del río Curaray
hasta Puerto Nashiño, situado frente al destacamento ecuatoriano de Tarqui, en el
mismo río Curaray.

Octubre de 1935 - Destacamentos peruanos avanzaron desde la desembocadura


del río Morona, en el río Marañón, hasta el Alto Morona, donde este río no es
navegable, estableciéndose frente a Yaupi, a una distancia de 18 kilómetros de esta
guarnición ecuatoriana.

Febrero de 1936 - La guarnición peruana de Puerto de Arahna, en el río Tigre,


avanzó hasta Puerto Bartra, frente a la guarnición ecuatoriana de González Suárez,
situada en el punto donde el río Tigre comienza a ser navegable.

Septiembre de 1936 - Destacamento peruanos, avanzaron desde Puerto Borja, en la


desembocadura del río Santiago, en el río Marañón, hasta Cabo Reyes, en el mismo
río Santiago. Habría habido antes, en Puerto Borja, una autoridad civil ecuatoriana.
[57]

Mayo de 1938 - Avances desde Teniente Pinglo, en el río Santiago, trazando una
pica hasta Morona, llegando hasta la guarnición de Vargas Guerra, en el río Morona.

Junio de 1938 - El 27 de este mes, destacamentos peruanos, atacaron la guarnición


ecuatoriana estacionada en Puerto Cisneros, en el río Huasaga, afluente del
Paztaza, quedando en libertad de surcar este río.

julio de 1938 - El 20 de ese mes se ejecuta la expulsión del filólogo Lucas Espinosa
por su paso desde Cabo Pantoja (Perú) a Rocafuerte (Ecuador), lo que dio motivo a
uno de los cargos contra él para expulsarle del Perú al pasar sin pedir permiso a la
autoridad de la guarnición peruana. [58]

Septiembre de 1940 - Destacamentos peruanos, estacionados en Nupatacaine, en el


río Marañón, construyen una trocha noroeste hacia el río Zamora, estacionándose
frente a la guarnición ecuatoriana de Cumbaritza situada a una distancia aproximada
de 30 kilómetros de la población de Zamora.

Octubre de 1940 - El destacamento peruano de Cabo Reyes, en río Santiago,


avanzó por una trocha hacia río Zamora hasta el río Nangaritza, eludiendo la
Cordillera del Cóndor e intentando penetrar al Callejón Interandino, en la vecindad
de Gualaquiza y Zamora.

ÉPOCA DEL PROTOCOLO DE RÍO DE JANEIRO

Guerra de 1941 (5 de julio de 1941 - 29 de enero 1942)

Firma del Protocolo de Río de Janeiro (1942).


La Guerra peruano-ecuatoriana tuvo lugar entre 1941 y 1942 enfrentándose Ecuador
y Perú. Ambas naciones están en completo desacuerdo sobre la forma en que se
originó el conflicto:

La versión peruana de los hechos es que tropas ecuatorianas, invadieron territorio


de Zarumilla, lo que originó una batalla que se extendió hasta una zona denominada
Quebrada Seca.
La versión ecuatoriana es que Perú tomó como pretexto una serie de incidentes que
se venían produciendo entre patrullas fronterizas de lado y lado para invadir a
Ecuador, con la intención de forzarlo a firmar un acuerdo limítrofe que fije de manera
clara la frontera entre ambos países.
Perú había formado una unidad de 3 paracaidistas en la zona e hizo uso de ella en
el primer combate en el hemisferio sur donde intervinieron tropas aerotransportadas,
que produjo la toma de Puerto Bolívar el 31 de julio de 1941.

Al cese de las operaciones militares a finales del mes, el Ejército de Perú, se


encontraba en posesión de parte de la provincia ecuatoriana de El Oro, junto al
océano Pacífico, así como de partes de la provincia de Loja y reafirmó el control
peruano sobre los territorios orientales amazónicos sobre los que el Ecuador
reclamaba derechos de soberanía.

Lo cierto es que el territorio en el que se registraron los mayores triunfos peruanos


fue donde Perú había establecido bases Amazónicas, zonas a las que Ecuador no
tenía un acceso fácil. Pero cuando Perú tuvo conflictos en provincias ecuatorianas
más desarrolladas (con carreteras) la contienda se hizo mucho más pareja. Dadas
las circunstancias de Ecuador, el cual se encontraba en una severa crisis interna, el
presidente Carlos Alberto Arroyo del Río tuvo que buscar una salida fácil al conflicto.

El gobierno ecuatoriano de Arroyo del Río suscribió el Protocolo de Paz, Amistad y


Límites de Río de Janeiro (o Protocolo de Río de Janeiro), el 29 de enero de 1942.
Lo hizo representado por el canciller Julio Tobar Donoso.

CONSECUENCIAS DEL PROTOCOLO DE RÍO DE JANEIRO

Según la tesis ecuatoriana, por el Protocolo de Río de Janeiro el Ecuador fue


despojado de más de 200.000 kilómetros cuadrados de territorio amazónico, que
pasaron a ser territorio peruano. Para el Perú, sin embargo, el Ecuador nunca
poseyó dicho territorio, y lo que hizo el tratado fue obligar a este país a renunciar a
sus reivindicaciones de soberanía en esa zona.

Más allá de las posiciones nacionales, también existieron en esta guerra intereses
internacionales y un "fuerte olor a petróleo". Jaime Galarza Zavala, escritor
ecuatoriano, publicó a principio de los años 70 un libro titulado "El festín del
petróleo", en el que trata diversos aspectos relacionados con los intereses petroleros
que, según él, estuvieron en juego en el conflicto entre Ecuador y Perú. Galarza
Zavala propone claramente en su obra, que la guerra de 1941 entre Ecuador y Perú
fue un conflicto ligado a los intereses petroleros de dos compañías, de las que una
era inglesa y la otra norteamericana. De acuerdo al texto, los ecuatorianos
representaban los intereses de la compañía inglesa y los peruanos los de la
norteamericana. Perú salió victorioso de esa guerra y, por ende, la compañía
petrolera estadounidense que estaba con el gobierno de esa nación.

Un aspecto que concuerda con esta teoría ha sido notado por el geógrafo francés
Jean Paul Deler (que ha trabajado en toda la región andina) en su obra Ecuador, del
espacio al estado nacional, Quito, 1987, en donde advierte lo siguiente:

Existe una notable concordancia entre el trazado de la frontera de 1942 y los límites
orientales de una inmensa concesión otorgada en 1937 a una filial de la Royal Dutch
Shell por el gobierno ecuatoriano, en detrimento de una filial de la Standard Oil of
New Jersey.

Entre los héroes de la campaña de 1941, se tienen por el ejército peruano al Cap.
Alejandro Romaní Chávez, Tn. Pedro Guillén, entre otros, José Abelardo Quiñones.

Dificultades en la demarcación fronteriza


Para llevar a cumplimiento la demarcación de la frontera según las instrucciones del
Protocolo de Río, ambos países formaron comisiones mixtas demarcadoras, que
comenzaron la labor de colocación de los hitos fronterizos a mediados de 1942.

Pronto, sin embargo, quedó demostrado que la labor de demarcación en sí misma


se prestaba para malentendidos y encerraba ya el germen de posteriores conflictos.
Las divergencias de pareceres entre las comisiones sobre la interpretación de las
instrucciones fijadas por el Protocolo tenían dos causas fundamentales: en primer
lugar, ambas naciones interpretaban de manera distinta accidentes geográficos
claros y definidos, un ejemplo de lo cual fue la definición del cauce del río Zarumilla.
En segundo lugar, y esto referente a la delimitación de la frontera en la región
amazónica, la falta de conocimiento detallado en 1942 acerca de la geografía de
grandes áreas de dicha región había obligado a los firmantes del Protocolo a utilizar
fórmulas generales y poco específicas, tales como "nacientes del río X" o divortium
aquarum (divorcio o separador de aguas), las que naturalmente podían prestarse
para diversas interpretaciones, de acuerdo a los intereses de cada país.

Ecuador y Perú veían con distintos ojos la aparición de dichos impasses. Para Perú,
las protestas y reclamos ecuatorianos no eran sino una maniobra de dicho país para
desconocer el Protocolo de Río y perennizar un conflicto que debía haber quedado
superado definitivamente. Para Ecuador, en cambio, las interpretaciones peruanas
eran vistas como el intento del vecino del sur por trazar los límites interpretando el
Protocolo de acuerdo a sus conveniencias, aprovechando para ello de su posición
de país más poderoso, y amagando con hacer uso de la fuerza en caso de ser
necesario. Así, el Protocolo de Río, lejos de terminar con la vieja disputa entre
ambas naciones, inauguraba un nuevo período de tensiones ecuatoriano-peruanas,
caracterizado fundamentalmente por la desconfianza y el resentimiento,
sentimientos que enraizaron más en Ecuador que en Perú, país que intentaba cerrar
un frente de potenciales conflictos para concentrarse en el peligro que se
consideraba como más inmediato para su seguridad nacional, las diferencias y
tensiones con la República de Chile.

El divortium aquarum: la demarcación se suspende indefinidamente


Como quiera que fuese, las comisiones demarcadoras fueron realizando su labor, y
reportando las discrepancias a medida que éstas iban surgiendo. De esta manera,
varias divergencias fueron superadas mediante la intervención del canciller de Brasil,
Oswaldo Aranha, dejándose otras en manos del capitán Braz Días de Aguiar,
también brasileño, quien dio solución a otro grupo de impasses con un arbitraje
emitido el 14 de julio de 1945. Entre los fallos emitidos por Días de Aguiar se
encontraba uno referente al trazado de la línea en las inmediaciones de la
confluencia de los ríos Santiago y Yaupi.

La divergencia más importante, sin embargo, surgiría con la aplicación de las


instrucciones contenidas en el artículo VIII del Protocolo, en su literal (b), numeral
(1), el cual textualmente rezaba:

De la quebrada de San Francisco, el divortium aquarum entre el río Zamora y el río


Santiago, hasta la confluencia del río Santiago con el Yaupi.

La razón para la utilización del término no muy preciso de divortium aquarum en esta
sección del documento se debía a que, al momento de la firma del Protocolo, se
tenía escaso conocimiento de la geografía de la región aludida, lo que impidió hacer
uso de nombres específicos de ríos o quebradas, como sí se lo hacía en el resto de
literales. Con el fin de procederse a la demarcación del sector, las partes solicitaron
a la Fuerza Aérea de los Estados Unidos, elaborar un mapa aerofotogramético de la
región, dicho mapa se elaboró y se entregó oficialmente a cada una de las partes en
febrero de 1947. Paradójicamente, dicho mapa, lejos de dar las herramientas para el
rápido cierre de la frontera en el sector aludido, fue en sí mismo el causante de un
impase aún mayor y que duró muchos años.
TESIS ECUATORIANA SOBRE LA NULIDAD DEL PROTOCOLO DE RÍO DE
JANEIRO
El desastre militar de 1941 y la firma del tratado de paz del año siguiente dejaron
una huella profunda en el proceso histórico ecuatoriano. El sentimiento de
humillación nacional, agudizado por divisiones internas que sacaban a la luz
acusaciones de cobardía de parte del Ejército durante la invasión peruana, y de
traición a la Patria de parte de los diplomáticos y políticos que firmaron el Protocolo
de Río de Janeiro, dio paso a un deseo latente de revanchismo y de reivindicación,
que se habían hecho ya patentes en 1948 con la decisión unilateral por parte de
Ecuador de suspender el proceso de demarcación de la frontera, y que se resumían
de manera cabal en la frase que se convirtió en un estribillo nacional coreado por los
actores políticos ecuatorianos de las más diversas ideologías.

Posteriormente, la recalcitrante negativa ecuatoriana al cierre de la frontera en el


sector disputado de la Cordillera del Cóndor, sin previa revisión del tratado, fue
interpretada por Perú como una intentona, por parte de Ecuador, de querer
desconocer un convenio internacional firmado por ambos países, y ratificado por
legislaturas. A la luz de sus experiencias con Brasil y Chile, Perú se negó a
considerar cualquier revisión al Protocolo, y adoptó la política de que, una vez
firmado éste, con Ecuador "no había ningún asunto fronterizo pendiente que
resolver".

La combinación de las actitudes ecuatorianas y peruanas traía consigo el germen de


posteriores enfrentamientos no sólo diplomáticos, sino también militares. Ecuador, al
ver sus protestas desoídas, tanto por parte de Perú como de los países garantes,
empezó a crear un sentimiento de inconformidad, clamando el derecho a una
reivindicación nacional, simbolizado a través del intento de buscar una "salida
soberana" al río Amazonas, concepto que de por sí implicaba el derecho a exigir,
cuando menos, un corredor de tierra hacia el río Marañón.

El siguiente paso era apenas cuestión de tiempo, o de personalidades. En 1960, el


presidente ecuatoriano Dr. José María Velasco Ibarra declaró, algo que todo
Ecuador creía, que el Protocolo de Río de Janeiro no sólo era inejecutable sino que
era "nulo de nulidad absoluta", porque había sido impuesto bajo coerción y con
presencia de fuerzas militares peruanas en suelo ecuatoriano.

Según la administración de Velasco Ibarra y posteriores análisis, los problemas del


tratado eran los siguientes:

Que el protocolo no era ejecutable, dado que uno de los puntos del mismo no
concordaba con la realidad geográfica de la zona: Específicamente que no hay un
solo divortium aquarum entre el Zamora y el Santiago sino dos: uno entre el Zamora
y el Cenepa, y otro entre el Cenepa y el Santiago. Más aún, en tanto que no se
había mencionado a la Cordillera del Cóndor en ninguna parte del artículo séptimo
del Protocolo que no existía razón de fuerza para considerarlo indiscutiblemente
como el divortium aquarum al que se hacía referencia.
Que fue firmado mientras tropas peruanas ocupaban arbitrariamente territorio
ecuatoriano.
Que la conquista de territorio por la fuerza está en contra de la ley y el derecho
internacional.
Por falta de cumplimiento de ciertas disposiciones en cuanto a la libre navegación
por los ríos de la Amazonía.

CONFLICTO DE PAQUISHA (22 - 26 DE ENERO DE 1981)

Artículo principal: Conflicto del Falso Paquisha


El 22 de enero de 1981, el gobierno peruano denunciaba el ataque a una de sus
aeronaves cuando realizaba una misión de abastecimiento a puestos de vigilancia
en el río Comaina (territorio peruano). El entonces Presidente del Perú, arquitecto
Fernando Belaúnde Terry, ordenó la inspección del río Comaina hasta sus nacientes
en el lado oriental de la Cordillera del Cóndor, comprobándose la existencia dentro
del territorio peruano de tres destacamentos militares ecuatorianos con sus
respectivas instalaciones. Este hallazgo causó acciones de fuerza, logrando las
fuerzas peruanas desalojar los destacamentos ecuatorianos. Cabe señalar que por
primera vez se organizó durante dicho conflicto la primera operación de
"envolvimiento vertical" desembarco helitransportado con apoyo de fuego desde
helicópteros Mi-8.

La posición ecuatoriana señalaba que esos destacamentos correspondían a la base


de "Paquisha" establecida en territorio ecuatoriano. Pero, tras la medición de las
coordenadas, se comprobó que no correspondían a la mencionada Paquisha sino,
como lo calificó el presidente Belaúnde, a un "falso Paquisha". Tras las
escaramuzas, que motivaron la intervención de la Organización de Estados
Americanos (OEA), el acta Sorrosa-Du Bois fijó las coordenadas de ubicación
permitidas para las tropas fronterizas, ratificando la condición de la mencionada
cordillera como límite natural entre ambos países.

En 1992, los presidente de Perú y Ecuador, Alberto Fujimori Fujimori y Rodrigo Borja
Cevallos, suscriben el llamado Pacto de Caballeros, en el que se comprometen a
buscar soluciones pacíficas a las diferencias. Sin embargo, en el mes de diciembre
de 1994, después de una declaración oficial por parte del gobierno peruano, que
reclamaba como suyos los territorios en disputa, y frecuentes encuentros entre
patrullas de ambos países, se empiezan a notar movilizaciones del ejército del
Ecuador, que desde 1981 había estado preparándose para enfrentar un conflicto
generalizado, desplegando sus sistemas de defensa en el área de la Cordillera del
Cóndor.
CONFLICTO DEL ALTO CENEPA (GUERRA DEL CENEPA) (26 DE ENERO - 28 DE
FEBRERO DE 1995)

Zona del Conflicto del Cenepa.


Artículo principal: Guerra del Cenepa
El Conflicto del Cenepa para Perú, (Guerra del Cenepa para Ecuador), llamada así
por el nombre del río en cuya cabecera ocurrió el conflicto fronterizo, tuvo lugar a
comienzos de 1995.

La guerra o conflicto (en la casi totalidad de documentos "peruanos" se la menciona


como conflicto dado que nunca hubo declaración oficial de guerra entre ambos
países) se inició el 26 de enero de 1995 en la zona del Cenepa.

Ecuador desplegó unos 3,000 efectivos en la zona. Perú desplegó alrededor de


2,000 efectivos.[59] Algunas aeronaves peruanas fueron abatidas por fuerzas
ecuatorianas, aunque hay dos posiciones, por un lado la parte ecuatoriana dice que
la Fuerza Aérea Ecuatoriana derribó a tres aeronaves (dos Sukhoi Su-22 "Fitter" y un
A-37B)[60] y que las defensas antiaéreas dieron baja a varíos helicópteros, la parte
peruana dice que todas las aeronaves (2 Sukhoi, 1 A37B y 3 helicópteros) fueron
derribadas por la defensa aérea (antiaéreos portátiles usados por el ejército
ecuatoriano). El 17 de febrero, los países integrantes del Protocolo de Río de
Janeiro mediaron un acuerdo de cese al fuego y entrega de posiciones controladas
tanto por Perú como por Ecuador, estas posiciones fueron entregado a la MOMEP
para dar inicio a la separación de fuerzas, que debió ser ratificado el 28 de febrero
en Montevideo ante la continuación de los combates.

Los combatientes se habían retirado de la zona del Cenepa ya para el 5 de mayo de


1995. El 4 de agosto se hizo efectiva una zona desmilitarizada. [61] [62]

FIN DEL CONFLICTO, NEGOCIACIONES DIPLOMÁTICAS Y FIRMA DEL


ACUERDO DEFINITIVO DE PAZ
Declaración de Paz de Itamaraty
Perú y Ecuador aceptan deponer las armas y el 17 de febrero de 1995 se firma en
Brasil la Declaración de Paz de Itamaraty, que determina el retiro de las tropas de
ambos países.

Acta de Brasilia
Observadores de los países integrantes del Protocolo de Río de Janeiro se
desplazan hasta la zona del conflicto. El 2 de marzo, tras cinco semanas de
enfrentamientos y escaramuzas, terminan los combates. Hubo numerosos heridos,
lisiados y muertos por ambos lados.

Muchos jóvenes llegados de todas las provincias de Perú y de Ecuador, murieron o


fueron heridos en combate. Tiwinza, según la versión de Ecuador, nunca pudo ser
recuperada por los peruanos, los cuales argumentaron lo contrarío.

Se publican algunas historias de heroísmo y sangre en este conflicto. Se habló de


"patrullas", "comandos", "foes" (fuerzas especiales) y del empleo de armamentos
diversos, entre ellos granadas y minas antipersonales peruanas y/o ecuatorianas.

Una nueva ronda de negociaciones tiene lugar, conducida por el jurista Fernando de
Trazegnies a nombre de Perú y el embajador Edgar Terán, a nombre de Ecuador.
Después de un año y medio de intensas conversaciones, y luego de un
pronunciamiento por expertos internacionales sobre la línea de frontera, los dos
países, con aprobación de sus respectivos Congresos, acuerdan someter sus
diferencias a la decisión de los países integrantes del Protocolo de Río de Janeiro de
1942.

Los países integrantes (Argentina, Brasil, Chile y Estados Unidos de América), de


acuerdo a la opinión de los expertos consultados, resolvieron que la demarcación de
la frontera era estrictamente la establecida por el tratado de Río de janeiro de 1942,
que corre por las altas cumbres de la cordillera del Cóndor; y que la región de
Tiwinza, de 2000 ha, pertenece a Perú, aunque se entrega 100 ha de Tiwinza como
propiedad no soberana de Ecuador, por tratarse de un cementerío de guerra
ecuatoriano, para realizar actos conmemorativos y no militares. A todo aquel que
nazca en Tiwinza, además, se le considerará peruano, por cuanto sólo se le
reconoce a Ecuador la propiedad privada de dicha área, pero no su soberanía.

Ecuador no ha efectivizado hasta el momento construcción alguna en dicha zona,


porque Perú no ha construido la carretera de acceso a lo que se había
comprometido. Asimismo, se resolvieron todas las controversias de interpretación
del Protocolo de Río de Janeiro que habían impedido continuar con la instalación de
los hitos, guardándose siempre una fidelidad estricta a dicho Tratado de Río de
Janeiro.

Ecuador, además, logró el reconocimiento de su derecho a la libre navegación por el


río Amazonas y sus afluentes septentrionales, y un permiso para establecer dos
embarcaderos comerciales en sus orillas, conforme a lo señalado por el Protocolo de
Río de Janeiro. (Saramiriza en el Río Marañón y Pijuayal en el río Amazonas

Un parque binacional ecológico, aún por implementar, sería la representación de la


paz entre ambos países vecinos. También se establecieron los nuevos hitos en
Cusumasa-Bumbuiza y Yaupi-Santiago (vecinos de Tiwinza) y, ya en el
departamento de Loreto, en el sector de Lagartococha y el Güeppi.

Es así como se procede a la firma en Brasilia del Acuerdo Definitivo de Paz llamado
también Acta de Brasilia, el 26 de octubre de 1998, suscrito por el presidente
peruano Alberto Fujimori y su colega ecuatoriano Jamil Mahuad, así como por los
Cancilleres Fernando de Trazegnies Granda del Perú y José Ayala Lasso de
Ecuador.

Durante los meses siguientes, se procedió a instalar físicamente los hitos que
faltaban en la frontera y, de esta forma, el tema del conflicto fronterizo -que tenía
casi 150 años de duración- estuvo zanjado.

A partir de la firma de la paz en 1998, los dos pueblos reconocieron todo lo que
tienen en común en cuanto a historia y a cultura y pasaron a considerarse
efectivamente como hermanos. Por otra parte, desde esa fecha el comercio entre
Ecuador y Perú ha aumentado en una proporción de cinco o seis veces el valor que
tenía antes de la firma de la paz.

Cabe destacar efectivamente que los sucesivos conflictos entre ambos países los
mermaron económicamente e imposibilitaron su desarrollo y hermandad, ello se ha
demostrado en vista de que luego de firmado el acuerdo de paz y zanjado el tema
de delimitación, esta zona fronteriza ha venido desarrollando de manera ascendente
durante todos estos años, logrando un mayor número de importaciones y
exportaciones, así como la cantidad de turistas por parte de ambos países, por lo
que es de verse que una vez lograda la paz, ambos países se han visto
enormemente beneficiados.

Вам также может понравиться