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El Rey Felipe V el 5 de noviembre de 1723 emitió otra Real Cédula, con la que se
devuelve la Real Audiencia de Quito al Virreinato del Perú, en vista de haber
quedado suprimido temporalmente el Virreinato de Nueva Granada.
Esta Cédula nació en virtud que era necesario determinar con claridad y precisión la
limitación de la Audiencia de Quito, respecto de la Audiencia de Lima, para saber
hasta qué lugar tenían jurisdicción y autoridad los Virreyes de Nueva Granada y de
Perú, y evitar en lo posible futuras confusiones, quedando de este modo solucionada
la demarcación de ambas audiencias.
Partiendo desde río Tumbes en la costa del Pacífico sigue la línea por las serranías
y demás cordilleras de los Andes por la jurisdicción de Paita y Piura, hasta el
Marañón a los 6º 30' de latitud Sur y la tierra adentro, dejando al Perú la jurisdicción
de Piura, Cajamarca, Moyobamba y Motilones y por la cordillera de Jeveros
atravesando el río Ucayali, a los 6º de latitud Sur hasta dar con el río Javarí o Jauri
en la confluencia del Carpi y las aguas de este al Solimaes o Amazonas y las de
este aguas abajo hasta la boca más occidental del Caquetá o Yapura, en que
comienzan los límites con el Brasil.
La posición ecuatoriana, también sostiene que el Perú, que desde el año de 1823
empezó negociaciones de límites con la Gran Colombia, nunca dio valor alguno para
la demarcación de límites a esta real cédula de 1802. Tanto en las negociaciones de
los Mosquera, en el convenio de Girón, en los protocolos del tratado de 1829 y en
las discusiones del Protocolo Pedemonte-Mosquera, en los cuales se hicieron
numerosas alusiones a la nombrada Cédula de 1802, nunca se trató de tomarla
como base de demarcaciones territoriales; pero Brasil en el año de 1851, firmó un
tratado con Perú por medio del cual este último país entregaba a la jurisdicción
grandes extensiones territoriales, que antaño habían pertenecido, en parte, tanto al
Virreinato de Perú como al Virreinato de Nueva Granada. En cambio Brasil
reconocía a Perú como su colindante en toda la extensión del río Yavarí y por la
geodésica que parte de Tabatinga y va a dar al Río Caquetá en su confluencia con el
río Apaporis. Esta Cédula de 1802 era muy conocida, pero nunca se le dio valor
antes de 1851, en las demarcaciones territoriales. No fue encontrada en
Moyobamba en 1846, como lo afirman algunos. Para que se vea lo usada y
movilizada que ha sido, reproducimos a continuación lo que dice el doctor Antonio
José Uribe al respecto en su estudio sobre límites con el Brasil:
Respecto de esta Real Cédula de 1802 conviene observar que hemos tenido a la
vista tres ejemplares impresos, todas de fuente peruana y ninguno de ellos
concuerda con los otros, a saber: el que reproduce el doctor Galindo, el que se
contiene en el volumen publicado en Brasil y el presentado en el alegato de Perú
ante el gobierno de España en 1889 en la cuestión de límites con Ecuador.
La anulación de la Cédula de 1802
El 28 de septiembre de 1812, el Consejo de la Regencia ordena pedir a Madrid el
«Expediente sobre la erección del Obispado de Maynas y las Cédulas que se
expidieron en 1805 acerca de los límites». No había repuestas; entonces, el 13 de
noviembre de 1812, salió un Decreto de las Cortes que anula lo dispuesto en la
Cédula de 1802.
El 13 de septiembre de 1813 se dicta una Real Cédula que remplaza la Real Cédula
de 1802 y dice en su primer artículo que manda a entregar al Ordinario las nuevas
Reducciones y Doctrinas que tuviesen más de 10 años de antigüedad,
proveyéndose en eclesiásticos seculares, conforme a las Leyes del Patronato. El 26
de septiembre de 1813, el Obispo de Mainas, fray Hipólito Sánchez Rangel
comunica al Ministro de Ultramar que solo asisten los Religiosos de Quito en
Maynas y dice «es fuerza, pues, si se tratan de hacer justicia que se me ponga en
otro Obispado que sea menos penoso».
La real orden de 1803 se dio en atención a las necesidades militares y políticas del
momento. Ya España había perdido la isla Trinidad, tomada por la poderosa
escuadra inglesa, en represalia de que España se convirtió en aliada de Francia.
Guayaquil, al igual que Paita, era un puerto objetivo de piratas y corsarios. No tenía
comercio con la región norte de Colombia, en cambio era intenso con el Perú, sobre
todo con la intendencia de Trujillo y en especial con el partido de Piura.
De hecho, Guayaquil en muchos aspectos dependía del Perú y fue entonces, que
considerando las realidades, se decidió su incorporación al virreinato del Perú.
Excelentísimo Señor.
Excelentísimo Señor.
Por la real orden, expedida por el ministerio de Guerra, en 7 de julio de este año,
que V. E. me transcribe con fecha del siguiente día 8, quedo enterado de haber
resuelto su majestad separar de la dependencia de este virreinato y agregar al de
Lima el gobierno de Guayaquil en conformidad con la propuesta que al efecto hizo la
Junta de Fortificaciones de la América, y fundamentos que manifestó y que V. E.
refiere sustancialmente. Y, habiendo trasladado el contenido al presidente de Quito y
demás jefes principales de aquel distrito, le participó a V. E. en contestación para
superior conocimiento.- Nuestro Señor guarde a V. E. muchos años.- Santa Fe 19 de
diciembre de 1803.- Antonio Amar (virrey de Santa Fe).
En vista de lo que consulta V.S. en carta del 25 de marzo del año anterior, sobre si la
provincia de Guayaquil, a consecuencia de la agregación del Virreinato de Lima,
debe depender en la parte mercantil de ese Consulado o del Lima, se ha servido
S.M. declarar que la agregación es absoluta...YO EL REY.
Época de la independencia
Independencia de la Gran Colombia (19 de agosto de 1819)
Tras la Batalla del Pantano de Vargas y la Batalla de Boyacá, en las cuales el
ejército patriota venció al realista, Bolívar y sus hombres tuvieron vía libre hacia
Santa Fe de Bogotá, ingresando a la ciudad el 10 de agosto de 1819. El virrey Juan
Sámano, advertido en secreto de la derrota en Tunja y Boyacá, huyó de la capital. El
virreinato de Nueva Granada dejó así de existir, pero los realistas aún conservaban
el poder en varias regiones del territorio, incluyendo a Popayán, Quito, Panamá,
Cartagena y Caracas.
Simón Bolívar recibió unos días después a José de San Martín, en calidad de Jefe
del gobierno de la Provincia de Guayaquil, realizándose entonces la célebre
Entrevista de Guayaquil, entre los dos libertadores de América. Uno de los puntos
que debía discutirse en ese encuentro era el destino de Guayaquil, lo que Bolívar
zanjó desde antes que San Martín desembarcara en el puerto, cuando desde tierra
firme, envió al libertador argentino una epístola cordial en la que lo invitaba a
desembarcar para poder abrazarlo «en el suelo de Colombia». Desde entonces, una
corriente peruanista extrema ha insistido en que Bolívar arrebató al Perú la provincia
de Guayaquil.[11]
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Tumbes
Región que formó parte de la Real Audiencia de Quito según la Cédula Real de 1563
sin modificación. En la gesta emancipadora, Tumbes respaldó la independencia de
Trujillo y proclamó su propia independencia de España como todas las regiones del
Perú lo hacían, bajo el principio de libre determinación de pueblos, el 17 de enero de
1821. Seis meses después, el 28 de julio de 1821 José de San Martín declaró la
independencia del Perú y Tumbes decidió unirse con Perú bajo la libre
determinación de pueblos. Simón Bolívar consideró esto una ilegal ocupación y
usurpación de territorio de la Gran Colombia por Perú durante la guerra de
independencia y mandó una protesta.
Jaén
Inicialmente Jaén de Bracamoros perteneció a la Real Audiencia de Quito y el
Virreinato de Nueva Granada bajo el mando del gobernador Juan Miguel Melo. El
Gobernador de Jaén fugó antes la noticia de que una fuerza armada de patriotas
chotanos del pueblo de Choros venia a Jaén. Juan Antonio Checa fue elegido nuevo
gobernador de Jaén el 8 de mayo de 1821 por el Cabildo de Jaén. Por influencia de
su gobernador Juan Antonio Checa, vino a proclamar la independencia de la ciudad
de Jaén de Bracamoros, la cual fue ratificada el día 4 de junio de 1821. Algunos
años después, bajo el principio jurídico de libre determinación de pueblos, decidió
unirse con Perú que se declaró independiente el 28 de julio de 1821.
Certifico: Que en este día habiéndose reunido todo el vecindario de esta ciudad a
consecuencia de la citación que se le hizo, proclamo la patria y juro voluntariamente
la gloriosa independencia con general aplauso y repetidos vivas, que luego
conducidos a la Iglesia en ella juro igualmente la misma independencia el venerable
cura Licenciado Don Juan Francisco Garai. Manifestando tener orden para el efecto
del Señor Gobernador del Obispado comunicada por medio del vicario de provincia
que en seguida hizo una exhortación muy elocuente y expresiva al intento; y
después celebró la misa de gracias necesaria en estos casos con su respectivo Te
Deum, que de este modo concluyo este acto manifestando, siempre todo el
concurso muchos plasemes y regocijo que en los pueblos de esta jurisdicción no
dudo se este practicando lo mismo a consecuencia de las órdenes y comisiones que
tengo dadas, cuyas contestaciones de cumplir con exactitud quedan en mi poder. Y
para que conste donde convenga y obre los efectos que hay lugar en derecho, firmo
la presente en la Ciudad de Jaén Independiente.
Maynas
Conformado por los actuales departamentos peruanos de San Martín, Amazonas y
Loreto, nació como parte del Virreinato del Perú desde 1563 y fue adscrita al
Virreinato de Santa Fe de Bogotá recién en 1717, pero después de 1802 pasó a ser
una gobernación directamente dependiente del Virrey del Perú o Virreinato del Perú
por Real Cédula del 15 de julio de 1802.
Luego de la llegada del general San Martín al Perú en 1820, los patriotas peruanos
marcharon hacia Moyobamba, la capital de Maynas, y derrotaron a los realistas en la
batalla de Higos Urco, el 6 de junio de 1821. La jura de la independencia de Maynas
se llevó a cabo en Moyobamba, el 19 de agosto de 1821.[12]
El Decreto Supremo del 26 de abril de 1822, firmado por el gobierno peruano del
Marqués de Torre Tagle, transformó la Comandancia General de Maynas en el
Departamento de Quijos con derecho a elegir diputados al Congreso del Perú. En
1825 Maynas pasó a integrar el departamento peruano de La Libertad.
En resumen, Maynas pasó a ser parte de la República del Perú sobre la base de dos
principios: el uti possidetis de 1810 y, fundamentalmente, por el de la libre
determinación de pueblos.
Independencia del Perú (28 de julio de 1821)
A pesar de que el Virreinato de Perú fue el centro de la dominación española, que
reprimió a los movimientos juntistas surgidos en el continente a partir de 1809, se
produjeron algunos movimientos revolucionarios en territorio peruano, de los cuales
destacó la rebelión de los hermanos Angulo y de Pumacahua en el Cuzco, en 1814.
Los revolucionarios cuzqueños se dividieron en tres frentes y tomaron La Paz,
Huamanga y Arequipa. Esta sublevación fracasó debido a la reacción de los
realistas, quienes, contando con la ventaja militar, derrotaron, capturaron y
ajusticiaron a los líderes rebeldes.
En ese entonces, las fuerzas de Bolívar por el norte y las de San Martín por el sur,
constituían un serio peligro para el último reducto de los realistas en el Perú. En
efecto, San Martín avanzó por el Pacífico con un poderoso ejército y desembarcó en
Paracas, de donde envió al general Juan Antonio Álvarez de Arenales hacia el
interior y él por su parte se acercó al Callao, lo bloqueó con sus buques y luego
desembarcó en el norte de Lima, estableciendo su cuartel en Huaura.
Las provincias del norte se adhirieron a San Martín (entre ellas Tumbes, Jaén y
Maynas, que juraron su independencia); también se pasaron a sus filas una parte del
ejército del Virrey. Después de estos acontecimientos importantes, San Martín
penetró en Lima el 9 de julio de 1821 y proclamó en la Plaza Mayor la independencia
del Perú, el 28 de julio de 1821.
Arribado Bolívar al Perú, se firmó en Lima otro tratado entre Perú y Colombia, el
Convenio Galdeano-Mosquera, el 18 de diciembre de 1823. En él se estableció que
«Ambas partes reconocen por límites de sus territorios respectivos, los mismos que
tenían en el año de mil ochocientos nueve los ex virreinatos del Perú y Nueva
Granada.» Fue aprobado por el Congreso peruano, pero meses después lo
desaprobó el congreso colombiano. [15]
Cabe destacar que mientras gobernó Bolívar como Dictador del Perú entre 1823 y
1826, no planteó reclamos territoriales al Perú e incluso nombró gobernadores en
Jaén, reconociendo así la pertenencia de esta provincia al Perú.[16] [17]
El último encuentro librado fue la Batalla del Portete de Tarqui (27 de febrero de
1829). La batalla dio inicio cuando una avanzada peruana de reconocimiento
compuesta por alrededor de 1.000 hombres, se vio cercada por el ejército de la Gran
Colombia. A pesar de la derrota, el grueso de las fuerzas peruanas se mantuvo
intacto, esperando la batalla final.[19]
Fue en este encuentro cuando se produjo el célebre duelo a lanza entre el coronel
peruano Domingo Nieto, jefe del primer escuadrón de los Húsares de Junín, y el
coronel José María Camacaro, que mandaba al célebre escuadrón Cedeño, para
evitar así más derramamiento de sangre y ahorrar municiones, que tenían agotados
ambos ejércitos, acordando que el perdedor aceptara su derrota, donde triunfó el
coronel Nieto y Camacaro fue muerto.
La batalla final nunca sucedió, pues ambas partes decidieron poner fin a la guerra,
celebrándose el Convenio de Girón. Se acordó que las fuerzas peruanas se habrían
de retirar de la provincia del Azuay y Guayaquil. La Gran Colombia reconoció
implícitamente la soberanía peruana en Tumbes, Jaén y Maynas al no reclamarlas
como territorio grancolombiano. Sin embargo, tras declaraciones ofensivas por parte
de Sucre, La Mar decidió continuar con las hostilidades.
La Marina de Guerra del Perú aún continuaba dueña del mar y el ejército
grancolombiano no se hallaba en condiciones de intentar recuperar Guayaquil.
Finalmente el mismo Bolívar se había desplazado hacia el sur para dirigir la
campaña para recuperar el puerto.
Es necesario resaltar que este Tratado fue de “paz y amistad”, más no de límites,
pues no trazó una línea de fronteras, ni tampoco se refirió a la soberanía de
determinadas provincias. Se restringió a establecer la base que debía servir para la
delimitación entre ambos países y el procedimiento que se emplearía para la misma.
La base se explica en el siguiente párrafo:
Ambas partes reconocen por límites de sus respetivos territorios, los mismos que
tenían antes de su independencia los antiguos Virreynatos de Nueva Granada y el
Perú, con las variaciones que juzguen convenientes acordar entre sí, a cuyo efecto
se obligan desde ahora a hacerse recíprocamente aquellas cesiones de pequeños
territorios que contribuyan a fijar la línea divisoria de una manera más natural exacta
y capaz de evitar competencias y disgustos entre autoridades y habitantes de la
frontera.
Es decir, estableció que como referente básico para una delimitación definitiva se
consideraran las fronteras virreinales, pudiendo hacerse pequeñas modificaciones
de común acuerdo, para facilitar dicho trabajo.
Y, en cuanto al procedimiento para realizar dicha delimitación, dispuso que se
debería nombrar una Comisión de dos personas por cada República para que
recorrieran, rectificaran y fijasen la línea divisoria, trabajos que se debían iniciar 40
días más tarde de haber sido ratificado el tratado por ambos países. El trazo de la
línea comenzaría en el río Tumbes. En caso de desacuerdo se sometería a un
arbitraje de un gobierno amigo.[20] [21]
En febrero de 1830, el señor José María Pando, nuevo canciller del Perú, envió un
sorpresivo oficio al negociador colombiano, en el que indicaba que, a fin de evitar
confusión, las partes debían acordar el siguiente proyecto de límites: la línea Río
Zarumilla (en vez de Tumbes), Chinchipe (en vez de Huancabamba) y Marañón (es
decir, el río Amazonas). Esto último implicaba que el Perú cedía generosamente toda
la extensa región selvática al norte del Amazonas, es decir, gran parte de Maynas.
Pero la intransigencia del ministro colombiano, que no se contentaba con solo ganar
“unas selvas en Jaén y Maynas”, hizo imposible un arreglo definitivo. Poco después,
ocurrió la disolución de la Gran Colombia, por lo que el gobierno de este país no
llegó a responder oficialmente al proyecto de Pando. [25]
2. Mosquera regresó a su país a bordo la goleta Guayaquileña que zarpó del Callao
el 10 de agosto de 1830, el día antes de la supuesta firma del Protocolo.
3. El supuesto protocolo nunca fue ratificado por Perú o Gran Colombia, por lo que
en el supuesto de encontrarse evidencia de su existencia, este carecería de toda
validez.
El historiador Basadre abunda más sobre las razones para sostener la falsedad de
este protocolo:
El historiador Luis Ulloa, a quien débese una minuciosa investigación sobre las
relaciones peruano-colombianas en 1829 y 1830, ha demostrado la falsedad del
supuesto protocolo que Mosquera dio a conocer sólo en 1870. Algunas de las
razones enarboladas para sostener esta falta de autenticidad se relacionan con la
historia de la misión Mosquera, las circunstancias predominantes en agosto de 1830,
el estilo del documento, las diferencias entre las copias presentadas y su contenido.
Aparte de sus fallas gramaticales, el protocolo aparece como sospechoso a la luz de
una crítica interna porque, de acuerdo con su texto, en el cambio de ideas entre los
dos negociadores, Pedemonte se vuelve mudo cuando, ante su referencia a la
cédula de 1802, Mosquera le presenta una Guía de Forasteros editada en España
que incluía al gobernador de esa zona entre los funcionarios del Virreinato de Santa
Fe. Esto quiere hacer creer que un hombre de tanta cultura como el canciller
peruano ignoraba la existencia de las Guías de Forasteros publicadas en el Perú,
según las cuales Maynas pertenecía a este Virreinato y tampoco tenía noticias de
otros documentos comprobatorios de la vigencia de la cédula. Toda la habilidad
dialéctica y la erudición histórica se concentran en el plenipotenciario colombiano
cuya elocuencia aparece reproducida con prolijidad ajena a la técnica de un
protocolo de fijación de límites. Ulloa presentó, además, pruebas analíticas,
testimoniales y materiales de la falta de autenticidad del referido documento. Entre
otras, enumeró las siguientes: 1° En un folleto impreso en 1843, Mosquera se limitó
a hacer la historia de sus negociaciones con Pando y no mencionó a Pedemonte ni
al protocolo; 2° El mismo Mosquera, en una carta que mandó al ministro de
Relaciones Exteriores de Nueva Granada en 1853, a propósito del tratado peruano-
brasilero de 1851, narró nuevamente la historia de su misión en Lima, más o menos
en la misma forma que en 1843 y tampoco aludió al protocolo permaneciendo en
igual mutismo posteriormente y manteniendo la misma actitud en su defensa
autobiográfica cuando estaba enjuiciado en 1867; 3° En su memoria de 1831,
Pedemonte no comunicó al Congreso la firma de documento alguno en relación con
los límites peruano-colombianos; 4° Mosquera, según consta en periódicos de la
época, se embarcó en el Callao en viaje a Colombia el 9 de agosto en un buque que
se dio a la vela el 10, o sea un día antes de la fecha en que aparece firmado el
protocolo; 5° Entre el 7 y el 11 de agosto estuvo a cargo del despacho de Relaciones
Exteriores el ministro de Gobierno Matías León cuya firma aparece en los
documentos oficiales de aquel ramo; 6° El 6 y el 11 de agosto el comodoro
Waldegrave, jefe de la división naval inglesa en el Pacífico, dirigió notas al canciller
Matías León con motivo de un juicio de presas que se seguía ante el tribunal
respectivo en el Callao; 7° Cuando Mosquera llegó a Guayaquil en 1830 no dio a la
publicidad la noticia de que habían concluido sus gestiones con la gran victoria
diplomática para Colombia que se atribuyó en 1870; 8° Cuando en 1841 discutieron
los señores Valdivieso y León los límites territoriales del Ecuador y el Perú y
esgrimieron ambos diplomáticos argumentos de carácter histórico, el protocolo de
1830 no fue mencionado (esta última reflexión fue formulada por primera vez por el
escritor colombiano Gumersindo Yépez en 1911 y Ulloa la recogió y amplió).[26]
Como una medida para apaciguar los ánimos, Bolívar convocó a un Congreso
Constituyente que fue calificado de Congreso Admirable. Los representantes de
todos los Departamentos eligieron al Antonio José de Sucre como Presidente de
este evento.
el tratado pando-novoa
Artículo principal: Tratado Pando-Novoa
Suscriptores del Tratado Pando-Novoa
Diego Noboa
(Ecuador)
Disuelta la Gran Colombia, era obvio que los pactos internacionales firmados por
dicha república habían también caducado y que cada nación surgida de su seno
debía negociar nuevos tratados con los respectivos países vecinos. Así lo entendió
en un principio el Ecuador, que envió a Lima una misión diplomática para negociar
con el gobierno peruano.
El Tratado Pando-Novoa fue el primero celebrado entre las Repúblicas del Perú y
Ecuador, siendo firmado en Lima el 12 de julio de 1832. Intervino por Ecuador el Sr.
Diego Noboa, en su carácter de Ministro Plenipotenciario de Ecuador, y por Perú el
Sr. canciller José María Pando, los mismos que suscribieron dos Tratados, uno de
Amistad y Alianza, y el otro relativo al Comercio. En ellos se reconocían y
respetaban los límites vigentes entre ambas naciones, mientras se celebrara un
“convenio de arreglo de límites”. Gobernaba entonces en el Perú el general Agustín
Gamarra.
Para el historiador Basadre, este Tratado es muy importante para el Perú por las
siguientes razones:
1°) Porque es el único tratado mencionando los “límites”, firmado entre el Perú y el
Ecuador, desde la fundación de esa República hasta 1887, en que ambos países
pactaron el arbitraje.
3°) Porque reconoce el estado posesorio del Perú, o sea su derecho a Tumbes,
Maynas y Jaén.
Los dos tratados fueron aprobados por los Congresos de ambos países, y fueron
canjeadas las ratificaciones respectivas. La aprobación del Congreso ecuatoriano se
dio el 13 de octubre de 1832, según nota del siguiente día del canciller J. Félix
Valdivieso. El canje se efectuó el 27 de diciembre de 1832 entre los señores Manuel
del Río y Antonio Elizalde.[28]
Santa Cruz, que aún guardaba esperanzas de recobrar el poder en Bolivia (donde
todavía contaba con partidarios), continuó maquinando planes contra el Perú desde
Ecuador. Por diversas cartas conservadas, se sabe que su plan mayor era promover
una alianza entre Ecuador y Nueva Granada (Colombia) para que atacaran al Perú.
No es casualidad que por entonces, el Ecuador iniciara sus exigencias territoriales
hacia el Perú (leáse Tumbes, Jaén y Maynas), sin duda incitado por Santa Cruz y
otros enemigos del gobierno peruano asilados en su territorio. Cabe destacar que
desde su nacimiento como estado independiente en 1830, Ecuador no había tenido
motivo de queja contra el Perú por motivos territoriales e incluso habían firmado
ambos un tratado de amistad y alianza en 1832, pero solo fue a partir de 1841
cuando dicha nación reflotó el antiguo reclamo bolivariano de Tumbes, Jaén y
Maynas.[30]
Negociaciones León-Valdivieso
El presidente peruano Agustín Gamarra seguía aún obsesionado por la idea de
anexar Bolivia al Perú, de modo que planeó invadir dicho país, aduciendo que
todavía actuaban allí los partidarios de Santa Cruz. Estallada la guerra entre Perú y
Bolivia en 1841, Gamarra temió una posible intervención de Ecuador. Deseoso de
mantener una situación de tranquilidad en su frontera norte, el gobierno peruano
envió a Quito, como enviado especial, al doctor Matías León, para abrir
negociaciones.
Pero antes de seguir, es necesario reseñar el curso de la guerra peruano-boliviana.
Después de ocupar La Paz, el 19 de octubre de 1841, Gamarra fue derrotado y
muerto en la batalla de Ingavi, el 18 de noviembre de 1841; esta victoria aseguró a
Bolivia su independencia. El Perú, de invasor, se convirtió en país invadido. Estos
sucesos, si bien ocurridos en el otro extremo del Perú, influyeron en el curso de las
negociaciones peruano-ecuatorianos, como veremos enseguida.
El 6 de diciembre de 1841, León afirmó que Maynas había estado bajo la jurisdicción
de Quito hasta la época del Virrey Marqués de Avilés (1800-1805), pero que formaba
parte del Perú cuando se hizo independiente, al igual que Jaén. En cuanto al Tratado
de 1829, sostuvo que había cesado a consecuencia de la desintegración de la Gran
Colombia. Valdivieso contestó que, efectivamente, existía un decreto real que
ordenaba la integración de Maynas al Perú en el período mencionado (Real Cédula
de 1802), pero que había sido rechazado por la Presidencia de Quito (lo cual no era
cierto, según vimos anteriormente); que el Tratado de 1829 había sido ratificado y
las ratificaciones canjeadas, y era obligatorio para ambas partes, siendo el Ecuador
heredero de los títulos gran colombianos.
El 14 de enero de 1842, Valdivieso comentó que habiendo tenido el tiempo amplio
para obtener instrucciones adicionales, León debería estar listo para negociar.
Añadió que una eventual incursión peruana sobre el territorio ecuatoriano significaría
la guerra; Ecuador tomaría la ofensiva en la vindicación de sus derechos, ocupando
los territorios materia de discusión. León se ofendió por la actitud del ecuatoriano en
fijar términos con amenazas, y, a menos que Valdivieso retrajera su comentario,
anunció que daría por terminadas las negociaciones. Luego de relajarse el clima de
tensión, León añadió que el Tratado de Guayaquil de 1829 no fijó límites específicos
pues los dejó al criterio de una comisión, que, pese a que sus miembros fueron
convocados por ambas partes, no lograron reunirse para realizar dicha labor,
suspendiéndose finalmente debido a la disolución de la Gran Colombia. El 15 de
enero de 1842, León, que todavía carecía de instrucciones, fue acusado por
Valdivieso sobre el trato inferido anteriormente. En una nota (del 17 de enero de
1842) León afirmó que la negociación era imposible debido a las acusaciones de
Valdivieso y el 19 de enero de 1842 solicitó su pasaporte. Se dieron así por
concluidas las negociaciones.
Expedición Hercelles
Por entonces, se produjo otra expedición desde Guayaquil hacia el Perú, apoyada
por autoridades ecuatorianas. Esta vez estuvo al mando de Justo Hercelles, quien al
mando de más de 20 oficiales y unos cien hombres, desembarcó en Tumbes.
Hercelles se proclamó “Jefe Supremo del Norte”, pero fue acorralado por tropas
peruanas superiores en número, al mando del coronel Juan José Arrieta. Hercelles
capituló y junto con sus hombres aceptó unirse al gobierno, entregando sus armas a
cambio de la promesa de un pago en dinero (enero de 1842). El gobierno peruano
desconoció sin embargo este pacto y sometió a Arrieta a consejo de guerra por
haber mostrado una actitud benigna con los rebeldes.[32]
Negociaciones Daste-Charún
Después de cambios preliminares, Ecuador envió al general Bernardo Daste como
ministro plenipotenciario en Lima, para aliviar las tensas relaciones y tratar con el
canciller peruano Agustín Guillermo Charún. La primera conferencia entre ambos se
realizó 13 de abril de 1842. Daste expuso que el tratado se facilitaría, si el Perú se
allanaba previamente a dar satisfacciones a Ecuador en asuntos puntuales,
referentes a unos incidentes menores, como el despojo de la correspondencia al
encargado de negocios ecuatoriano en Bolivia, Pedro Carbo, a su paso por Lima; la
conducta del ministro Matías León en Quito; las ofensas inferidas por el diario oficial
de Lima; entre otras más,[34] todo lo cual condujeron a las conversaciones a un
nivel improductivo. Tres días más tarde, Daste indicó que todas las dificultades entre
los dos países provenían de la retención peruana de Maynas, cuya devolución
inmediata exigió. Charún se negó a discutir sobre un territorio que su nación se
hallaba en antigua posesión y cuyos habitantes reconocían la soberanía peruana. El
19 de abril de 1842, Daste pidió su pasaporte. El único efecto de la misión de Daste
fue un empeoramiento lamentable de las relaciones y un alto en las negociaciones.
Firmada la paz entre Perú y Bolivia en junio de 1842, cesó al mismo tiempo la
tensión peruano-ecuatoriana. Sin duda, Ecuador dejó en suspenso sus reclamos al
ver el fortalecimiento del Perú tras su rechazo de la invasión boliviana. Debió
también influir en el ánimo ecuatoriano el fracaso de las expediciones y
conspiraciones contra el gobierno peruano auspiciadas desde Ecuador, así como la
negativa de Nueva Granada a sumarse a una alianza contra el Perú, y, en fin, la
situación misma del Ecuador, nación pequeña y pobre, cuyas habitantes no querían
aventuras militares contra sus vecinos. La cuestión limítrofe entre el Perú y Ecuador
no volvería a plantearse sino años después.
inglesa
En 1856 subió al poder en Ecuador el general Francisco Robles, aunque siguió
teniendo influencia en el poder el anterior gobernante, José María Urbina.
Esto creó un clima de tensión ya que, según los ecuatorianos, el Perú se encontraba
incumpliendo el Tratado de 1829 con la Gran Colombia donde supuestamente se
había acordado que solamente los territorios al sur del río Marañón serían peruanos
(lo cual era una falaz interpretación de dicho tratado, que por lo demás, había ya
caducado con la disolución de la Gran Colombia).
Los incidentes de 1853 fueron importantes para el Perú, pues por primera vez, el
Perú mostraba en defensa de sus derechos sobre Maynas el texto de la Real Cédula
de 1802, que ya había invocado en la tensión de 1841-1842, pero que por entonces
no había podido documentar al estar extraviada en los archivos.
Cavero pidió al gobierno de Ecuador la suspensión del convenio con los ingleses y la
celebración de un tratado de límites peruano-ecuatoriano a plazo fijo. Ecuador
aceptó en lo concerniente al tratado y anunció que enviaría una delegación a Lima,
pero se negó terminantemente a suspender el arreglo con los ingleses. Según la
versión ecuatoriana, el mariscal Ramón Castilla, entonces presidente de Perú, dio a
Cavero instrucciones secretas para provocar la ruptura, a fin de intervenir
militarmente en Ecuador. Sin embargo, ello no se condice con el espíritu
americanista del presidente peruano, aparte de que el Perú se hallaba en plena
guerra civil, como para andar pensando en aventuras bélicas exteriores. Lo cierto es
que Cavero trató de agotar todas las medidas conciliatorias posibles, aunque en
algunas ocasiones se extralimitó en sus declaraciones. El ministro de relaciones
exteriores de Ecuador, doctor Mata, hizo también unas declaraciones imprudentes,
que complicaron más la situación. Hay que señalar también que la acción
diplomática peruana contra la concesión de tierras a extranjeros fue apoyada por
Colombia, Chile y Estados Unidos.[38]
2.º las injurias oficiales contra el Gobierno y el pueblo peruanos y los atropellos,
vejaciones y hostilidades de que fueron víctimas muchos connacionales;
"El ejército y la escuadra del Perú son vuestros auxiliadores, no vuestros enemigos,
y a la patria no le quedan más adversaríos que los malvados que la tiranizan y los
forajidos que intentan defenderlos".
Protocolo Mosquera-Selaya
Como Colombia había firmado con Ecuador en 1856 un tratado de ayuda mutua, el
Perú temió la intervención de aquel país en el conflicto y envió a Bogotá como
ministro plenipotenciario a Buenaventura Seoane, con la misión de obtener su
neutralidad. Seoane se reunió con el presidente colombiano Mariano Ospina y logró
su objetivo; además, se contactó con el general Tomás Cipriano de Mosquera,
entonces gobernador del estado colombiano del Cauca, de quien se decía que
acudiría en auxilio del Ecuador. El 16 de septiembre de 1859, se celebró un
convenio secreto entre el general Mosquera y el secretario de Seoane, de apellido
Selaya. Por este “Protocolo Mosquera-Selaya”, el Perú se comprometía a
suministrar a Mosquera recursos bélicos y económicos, para que pudiera llevar
adelante la independencia del Cauca y su confederación con las provincias
ecuatorianas, con excepción de las provincias de Guayaquil, Manabi y Loja, que
pasarían a poder del Perú. Es probable que este convenio lo realizaran los
representantes peruanos solo con la intención de neutralizar a Mosquera de una
posible intervención a favor de Ecuador; lo cierto es que nunca se puso en práctica.
[40]
Pintura anónima del siglo XIX, que representa la toma de Guayaquil por parte del
ejército peruano en 1860.
Los representantes de Castilla y Franco, señores Manuel Morales y Nicolás Estrada
respectivamente, suscribieron el Tratado de Mapasingue, el 25 de enero de 1860, en
la pequeña localidad del mismo nombre. Bajo los términos de este tratado, se
restablecieron las buenas relaciones entre ambas repúblicas; asimismo, el Ecuador
declaró nula la venta de territorios peruanos a los acreedores británicos, reconoció la
validez de la Real Cédula de 1802 y el uti possidetis de 1810 y sobre la base de ello
convino en demarcar sus límites, comprometiéndose a integrar una comisión
bipartita con el Perú; se reservó también su derecho a comprobar sus títulos sobre
los territorios de Quijos y Canelos dentro del plazo de dos años, pasados los cuales,
si no llegaba a presentar la documentación que contradijese a la del Perú, caducaría
su acción.
Así culminó esta guerra, en la que no hubo grandes encuentros bélicos, ya que al
Perú solo le bastó desplegar su poderío para obtener las satisfacciones de parte de
Ecuador.
Guerra a los traidores y a los bandidos, guerra a los bárbaros opresores de las
desgraciadas provincias litorales, guerra, guerra sin tregua a los enemigos de la
patria.
Juan José Flores fue nombrado jefe del ejército. Algo más de un mes duraron los
dos caudillos en reorganizarlo. Marcharon sobre Guayaquil y el 24 de septiembre de
1860 el ejército de Quito lo ocupó. El jefe supremo de Guayaquil, general Guillermo
Franco, salió en fuga, embarcándose hacia Perú; al entrar a Guayaquil, García
Moreno y Juan José Flores se informaron de que Franco, antes de partir, había
hecho firmar a civiles y militares una petición al gobierno del Perú, a fin de que
incorporara a ese país la provincia de Guayas.
Artículo VI. Los gobiernos del Ecuador y del Perú rectificarán los límites de sus
respectivos territorios, nombrando dentro del término de dos años, contados desde
ratificación y canje del presente tratado, una comisión mixta que, con arreglo a las
observaciones que hiciere y a los comprobantes que se le presenten por ambas
partes, señale los límites de las dos repúblicas.
Entre tanto éstas aceptan por tales límites los que emanan del uti possidetis,
reconocido en el artículo 5° del tratado del 22 de septiembre de 1829 entre Colombia
y Perú, y que tenían los antiguos Virreinatos del Perú y Santa Fe, conforme a la Real
Cédula de 15 de julio de 1802.
Por su parte, el Congreso peruano, ya bajo el gobierno del mariscal Miguel de San
Román, también desaprobó el tratado (1863). Las razones de los legisladores
peruanos se basaban en el hecho de que se hubiese firmado un tratado con el jefe
de una facción política ecuatoriana instalada en el departamento del Guayas y no
con un gobierno legal que representara a todo el Ecuador; asimismo, observaron
que una de sus cláusulas, aquella que daba a Ecuador un plazo de dos años para
sustentar sus derechos sobre Quijos y Canelos, era perjudicial a los intereses del
Perú, que siempre sostuvo su posesión de dichos territorios.[43]
Mapa anexo al alegato del Perú en el arbitraje sobre sus límites con el Ecuador,
presentado por José Pardo y Barreda al árbitro, la reina regente de España.
En junio de 1887, Ecuador pretendió renovar su intento de 1857 de ceder grandes
extensiones de tierras en la Amazonía peruana como pago a sus acreedores
británicos. El canciller peruano Cesáreo Chacaltana elevó su protesta, logrando que
el gobierno ecuatoriano suspendiera toda diligencia con respecto a dicha cesión,
hasta que no se hiciera una demarcación territorial conforme a un tratado de límites,
cuyas bases podían de una vez formularse. En el intercambio de notas diplomáticas
entre ambos países, surgió la propuesta peruana de llevar el problema limítrofe al
arbitraje del Gobierno de España, lo que Ecuador aceptó.
En 1889, el comisionado especial del Perú en España, José Pardo y Barreda (futuro
presidente del Perú), presentó a la Reina María Cristina el Alegato del Perú, notable
estudio jurídico de la cuestión que desde entonces fue el baluarte de la defensa
peruana en este pleito de límites. Ecuador presentó también su alegato, pero el
documento se extravió en el camino, por lo que debió mandar una copia.
En vista de estos incidentes se inició una labor diplomática por parte de Colombia,
con el objeto de obtener en cuestión de límites alguna solución equitativa para las
tres repúblicas, gestión que vino a culminar con la convención tripartita reunida en
Lima el 11 de octubre de 1894. Para asistir a esta conferencia tripartita fueron
nombrados, por Colombia, el doctor Aníbal Galindo, como abogado especial, y don
Luis Tanco, quien era encargado de negocios en Lima. Por el Ecuador el doctor Julio
Castro, enviado extraordinario y ministro plenipotenciario del Ecuador en Lima, y por
el Perú el doctor Luis Felipe Villarán, como abogado especial.
El estudio de los alegatos de las tres naciones comprobó plenamente que no era
posible llegar a un acuerdo directo, y entonces se firmó el Convenio Tripartita el 15
de diciembre de 1894, el cual, en su artículo 1º decía:
Otro incidente armado ocurrió un año después, esta vez en Torres Causana o
Bolognesi, el 28 de julio de 1904. En esta ocasión, un destacamento ecuatoriano al
mando de Carlos A. Rivadeneyra procedente de Quito llegó a dicho puesto peruano.
El comandante ecuatoriano, al mando de 78 hombres, intimó a la guarnición peruana
a que desocupara Torres Causana. Los peruanos, que eran en número de 40, al
mando de Juan Chávez Valdivia, se negaron, siendo apoyados por la lancha Iquitos,
al mando del comandante Óscar Mavila, logrando hacer retroceder a los
ecuatorianos, a quienes causaron veinte bajas y capturaron a su comandante, que
fue trasladado prisionero a Iquitos.[47] [48]
Ambos países debían dirigirse al Ministro del Estado de España, a fin de que Su
Majestad enviase un Comisario Regio tanto a Lima como a Quito para que las partes
puedan entregar pruebas sobre los antecedentes limítrofes, con cuyas
documentaciones el Rey de España debía decidir el arbitraje.
El Comisario Regio expresó el 29 de enero de 1905 que para llegar a una situación
conciliatoria, ambos países tenían que retirar sus guarniciones militares del Napo,
teatro de sangrientas escenas. Agregó, que el retiro de tropas no significaba el
abandono de la posesiones de ninguna de las partes. Ecuador retiró sus
guarniciones militares que tenía en Aguarico y las condujo a Quito el 3 de abril de
1905, lo propio hizo Perú con las que mantenía desde Torres Causana hasta Iquitos
el 28 de abril de 1905.
Al contrario, el doctor español Sánchez Román, Vocal del Consejo del Estado
Español, propuso que el real árbitro debía considerarse incompetente "por razones
de materia" y agregaba que:
Si los peruanos ocupan todo el oriente, esas tierras son y serán peruanas contra
todas las declaraciones del mundo... Un fallo que no reconozca la realidad humana,
no cambiará la situación efectiva, y sólo dará origen a complicaciones
internacionales....
Territorios en disputa por Perú, Ecuador, Colombia y Brasil desde principios del siglo
XIX hasta mediados del siglo XX.
En el Perú, como ha sido una constante en lo que respecta a los tratados de límites
firmados con los países vecinos, este Tratado fue muy criticado, aduciéndose que el
gobierno peruano cedió al Brasil extensas zonas en la cuenca del Yurúa y del Purús.
Sin embargo, estas críticas suelen por lo general estar descontextualizadas, o bien
politizadas, al ser usadas por los opositores del gobierno de turno para ganar réditos
electorales, alimentando interesadamente el mito de un país que siempre llevó las
de perder en las negociaciones con sus vecinos.
Colombia declara que le pertenecen a Perú en virtud del presente Tratado, los
territorios comprendidos entre la margen derecha del río Putumayo, hacia el oriente
de la boca del Cuhimbé, y la línea establecida y amojonada como frontera entre
Colombia y el Ecuador en las hoyas del Putumayo y del Napo, en virtud del Tratado
de Límites celebrado entre ambas Repúblicas, el 15 de julio de 1916.
Se ha hablado de una supuesta presión de los Estados Unidos sobre Leguía, para
compensar a Colombia por el asunto de Panamá, antigua provincia colombiana que
se había independizado a instancias del imperialismo estadounidense. Sin embargo,
todo indica que la razón de peso fue la de estrategia geopolítica, pues el Perú quería
ganarse como aliado a Colombia y alejarlo de una potencial y peligrosa alianza con
el Ecuador. Se escogió a Colombia, pues era comparativamente un país más grande
y progresista. Efectivamente, no bien se enteró del tratado, el Ecuador rompió
relaciones diplomáticas con Colombia.
La razón por la que el tratado Salomón-Lozano causó tanta desazón en Ecuador, fue
debido a que este país reclamaba el territorio materia del acuerdo como parte de su
república. Desde el punto de vista ecuatoriano, dicho tratado representaba una clara
ofensa a la buena fe del pueblo ecuatoriano, que por el tratado Muñoz Vernaza-
Suárez de 1916 había entregado territorios a Colombia con el fin de terminar sus
conflictos limítrofes, territorios que luego esta República los cedió al Perú. Visto así,
el gobierno colombiano habría traicionado al Ecuador, que quedó rodeado por el
Perú en su frontera al noreste.
Resolvieron que los dos gobiernos de Ecuador y Perú, enviasen a Washington D.C.
sus respectivas delegaciones para discutir allí amistosamente el litigio limítrofe y lo
que no lograsen ponerse de acuerdo sería sometido al arbitraje del Presidente de los
Estados Unidos.
El que inicia la penetración peruana en los ríos tributarios norte del río Marañón, es
el coronel Pedro Portillo, quien efectúa en 1903 una exploración de la mayor parte
de los ríos navegable, a base de la flotilla de lanchas patrulleras armadas que, como
tenían bases en Iquitos, recorrieron los siguientes ríos tributarios: Napo, Tigre,
Morona, Pastaza, Curaray, Putumayo, Santiago y Mangosisa.
Mayo de 1938 - Avances desde Teniente Pinglo, en el río Santiago, trazando una
pica hasta Morona, llegando hasta la guarnición de Vargas Guerra, en el río Morona.
julio de 1938 - El 20 de ese mes se ejecuta la expulsión del filólogo Lucas Espinosa
por su paso desde Cabo Pantoja (Perú) a Rocafuerte (Ecuador), lo que dio motivo a
uno de los cargos contra él para expulsarle del Perú al pasar sin pedir permiso a la
autoridad de la guarnición peruana. [58]
Más allá de las posiciones nacionales, también existieron en esta guerra intereses
internacionales y un "fuerte olor a petróleo". Jaime Galarza Zavala, escritor
ecuatoriano, publicó a principio de los años 70 un libro titulado "El festín del
petróleo", en el que trata diversos aspectos relacionados con los intereses petroleros
que, según él, estuvieron en juego en el conflicto entre Ecuador y Perú. Galarza
Zavala propone claramente en su obra, que la guerra de 1941 entre Ecuador y Perú
fue un conflicto ligado a los intereses petroleros de dos compañías, de las que una
era inglesa y la otra norteamericana. De acuerdo al texto, los ecuatorianos
representaban los intereses de la compañía inglesa y los peruanos los de la
norteamericana. Perú salió victorioso de esa guerra y, por ende, la compañía
petrolera estadounidense que estaba con el gobierno de esa nación.
Un aspecto que concuerda con esta teoría ha sido notado por el geógrafo francés
Jean Paul Deler (que ha trabajado en toda la región andina) en su obra Ecuador, del
espacio al estado nacional, Quito, 1987, en donde advierte lo siguiente:
Existe una notable concordancia entre el trazado de la frontera de 1942 y los límites
orientales de una inmensa concesión otorgada en 1937 a una filial de la Royal Dutch
Shell por el gobierno ecuatoriano, en detrimento de una filial de la Standard Oil of
New Jersey.
Entre los héroes de la campaña de 1941, se tienen por el ejército peruano al Cap.
Alejandro Romaní Chávez, Tn. Pedro Guillén, entre otros, José Abelardo Quiñones.
Ecuador y Perú veían con distintos ojos la aparición de dichos impasses. Para Perú,
las protestas y reclamos ecuatorianos no eran sino una maniobra de dicho país para
desconocer el Protocolo de Río y perennizar un conflicto que debía haber quedado
superado definitivamente. Para Ecuador, en cambio, las interpretaciones peruanas
eran vistas como el intento del vecino del sur por trazar los límites interpretando el
Protocolo de acuerdo a sus conveniencias, aprovechando para ello de su posición
de país más poderoso, y amagando con hacer uso de la fuerza en caso de ser
necesario. Así, el Protocolo de Río, lejos de terminar con la vieja disputa entre
ambas naciones, inauguraba un nuevo período de tensiones ecuatoriano-peruanas,
caracterizado fundamentalmente por la desconfianza y el resentimiento,
sentimientos que enraizaron más en Ecuador que en Perú, país que intentaba cerrar
un frente de potenciales conflictos para concentrarse en el peligro que se
consideraba como más inmediato para su seguridad nacional, las diferencias y
tensiones con la República de Chile.
La razón para la utilización del término no muy preciso de divortium aquarum en esta
sección del documento se debía a que, al momento de la firma del Protocolo, se
tenía escaso conocimiento de la geografía de la región aludida, lo que impidió hacer
uso de nombres específicos de ríos o quebradas, como sí se lo hacía en el resto de
literales. Con el fin de procederse a la demarcación del sector, las partes solicitaron
a la Fuerza Aérea de los Estados Unidos, elaborar un mapa aerofotogramético de la
región, dicho mapa se elaboró y se entregó oficialmente a cada una de las partes en
febrero de 1947. Paradójicamente, dicho mapa, lejos de dar las herramientas para el
rápido cierre de la frontera en el sector aludido, fue en sí mismo el causante de un
impase aún mayor y que duró muchos años.
TESIS ECUATORIANA SOBRE LA NULIDAD DEL PROTOCOLO DE RÍO DE
JANEIRO
El desastre militar de 1941 y la firma del tratado de paz del año siguiente dejaron
una huella profunda en el proceso histórico ecuatoriano. El sentimiento de
humillación nacional, agudizado por divisiones internas que sacaban a la luz
acusaciones de cobardía de parte del Ejército durante la invasión peruana, y de
traición a la Patria de parte de los diplomáticos y políticos que firmaron el Protocolo
de Río de Janeiro, dio paso a un deseo latente de revanchismo y de reivindicación,
que se habían hecho ya patentes en 1948 con la decisión unilateral por parte de
Ecuador de suspender el proceso de demarcación de la frontera, y que se resumían
de manera cabal en la frase que se convirtió en un estribillo nacional coreado por los
actores políticos ecuatorianos de las más diversas ideologías.
Que el protocolo no era ejecutable, dado que uno de los puntos del mismo no
concordaba con la realidad geográfica de la zona: Específicamente que no hay un
solo divortium aquarum entre el Zamora y el Santiago sino dos: uno entre el Zamora
y el Cenepa, y otro entre el Cenepa y el Santiago. Más aún, en tanto que no se
había mencionado a la Cordillera del Cóndor en ninguna parte del artículo séptimo
del Protocolo que no existía razón de fuerza para considerarlo indiscutiblemente
como el divortium aquarum al que se hacía referencia.
Que fue firmado mientras tropas peruanas ocupaban arbitrariamente territorio
ecuatoriano.
Que la conquista de territorio por la fuerza está en contra de la ley y el derecho
internacional.
Por falta de cumplimiento de ciertas disposiciones en cuanto a la libre navegación
por los ríos de la Amazonía.
En 1992, los presidente de Perú y Ecuador, Alberto Fujimori Fujimori y Rodrigo Borja
Cevallos, suscriben el llamado Pacto de Caballeros, en el que se comprometen a
buscar soluciones pacíficas a las diferencias. Sin embargo, en el mes de diciembre
de 1994, después de una declaración oficial por parte del gobierno peruano, que
reclamaba como suyos los territorios en disputa, y frecuentes encuentros entre
patrullas de ambos países, se empiezan a notar movilizaciones del ejército del
Ecuador, que desde 1981 había estado preparándose para enfrentar un conflicto
generalizado, desplegando sus sistemas de defensa en el área de la Cordillera del
Cóndor.
CONFLICTO DEL ALTO CENEPA (GUERRA DEL CENEPA) (26 DE ENERO - 28 DE
FEBRERO DE 1995)
Acta de Brasilia
Observadores de los países integrantes del Protocolo de Río de Janeiro se
desplazan hasta la zona del conflicto. El 2 de marzo, tras cinco semanas de
enfrentamientos y escaramuzas, terminan los combates. Hubo numerosos heridos,
lisiados y muertos por ambos lados.
Una nueva ronda de negociaciones tiene lugar, conducida por el jurista Fernando de
Trazegnies a nombre de Perú y el embajador Edgar Terán, a nombre de Ecuador.
Después de un año y medio de intensas conversaciones, y luego de un
pronunciamiento por expertos internacionales sobre la línea de frontera, los dos
países, con aprobación de sus respectivos Congresos, acuerdan someter sus
diferencias a la decisión de los países integrantes del Protocolo de Río de Janeiro de
1942.
Es así como se procede a la firma en Brasilia del Acuerdo Definitivo de Paz llamado
también Acta de Brasilia, el 26 de octubre de 1998, suscrito por el presidente
peruano Alberto Fujimori y su colega ecuatoriano Jamil Mahuad, así como por los
Cancilleres Fernando de Trazegnies Granda del Perú y José Ayala Lasso de
Ecuador.
Durante los meses siguientes, se procedió a instalar físicamente los hitos que
faltaban en la frontera y, de esta forma, el tema del conflicto fronterizo -que tenía
casi 150 años de duración- estuvo zanjado.
A partir de la firma de la paz en 1998, los dos pueblos reconocieron todo lo que
tienen en común en cuanto a historia y a cultura y pasaron a considerarse
efectivamente como hermanos. Por otra parte, desde esa fecha el comercio entre
Ecuador y Perú ha aumentado en una proporción de cinco o seis veces el valor que
tenía antes de la firma de la paz.
Cabe destacar efectivamente que los sucesivos conflictos entre ambos países los
mermaron económicamente e imposibilitaron su desarrollo y hermandad, ello se ha
demostrado en vista de que luego de firmado el acuerdo de paz y zanjado el tema
de delimitación, esta zona fronteriza ha venido desarrollando de manera ascendente
durante todos estos años, logrando un mayor número de importaciones y
exportaciones, así como la cantidad de turistas por parte de ambos países, por lo
que es de verse que una vez lograda la paz, ambos países se han visto
enormemente beneficiados.