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La organización metódica y sistemática de los conocimientos
permite pasar del saber vulgar al científico.
La ciencia es un saber que se apoya en observaciones metódicas
y procesos racionales claramente definidos, precisos y
ordenados. En este aspecto, el conocimiento filosófico es
exactamente igual al científico, con la diferencia de que
aborda problemas mas difíciles de resolver, objetos más
huidizos a la captación y que, además aplica permanentemente la
critica a sus propios métodos y principios. Critica también los
de todo tipo de saber y especialmente los de la ciencia, por
que la ciencia es una forma superior de conocimiento y sirve de
punto de partida a toda investigación racional de la realidad.
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A la filosofía le interesa sobremanera determinar cual es la
estructura del conocimiento científico, cual es su fundamento y
cual es su alcance. Por eso la crítica de la ciencia es uno de
los capítulos más importantes y sugestivos de la filosofía. La
disciplina filosófica que realiza esta investigación crítica se
le llama Teoría de la Ciencia o Epistemología (palabra que
proviene de la voz griega “episteme”, que quiere decir
ciencia).
La estructura de la ciencia. El resultado mas saltante a que ha
llegado la moderna epistemología, resultado sobre el cual puede
decirse que hay acuerdo universal, es que la estructura del
conocimiento científico esta integrada por dos elementos
fundamentales: un elemento descriptivo, proveniente de la
directa toma de contacto con el objeto que se conoce, y un
elemento lógico, racional, gracias al cual se adquieren nuevos
conocimientos y se explican o comprenden los objetos que han
sido presentados por la descripción.
La presencia de estos dos elementos estructurales nos indica
que, según la ciencia, para comprender un objeto no basta
captarlo, no basta determinar como se da y cuales son sus
propiedades. Muchas veces, la aprehensión inmediata de un hecho
o una cosa despierta dudas o produce desconcierto, porque se
esperaba que el objeto fuera diferente o que se produjese un
suceso contrario.
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El conocimiento científico completo de un objeto responde así a
dos interrogantes: al ¿cómo? y al ¿Por qué? La descripción
responde a la pregunta “¿Cómo es el objeto?” y la explicación,
esclarecimiento o comprensión responde a la pregunta “¿por qué
es así el objeto?”
En términos generales, se puede decir que esta dualidad
estructural del conocimiento no es exclusiva del conocimiento
científico. Todo tipo de conocimiento racional presenta de una
u otra manera ambos aspectos.
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La relación entre el aspecto descriptivo y el explicativo del
conocimiento, que de manera puramente espontánea e ingenua
realizamos diariamente cuando tratamos de comprender las cosa
que suceden en nuestra vida cotidiana, existe de manera
sistemática y universal en el conocimiento científico; es,
podemos decir, su base esencial, su estructura y esencia.
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Objetos, sucesos o fenómenos estudia el conocimiento
científico.
La descripción se basa por lo general en lo que hemos
denominado experiencia, mientras que la explicación o
comprensión se basa siempre en la razón.
Toda ciencia, desde las matemáticas más abstractas hasta la
historia más concreta, debe partir siempre de la captación
directa de sus objetos.
El punto de partida de un conocimiento cualquiera, sea cual sea
su tipo, debe ser algún objeto, algún hecho o fenómeno que se
capta directamente, que se aprehende tal cual es porque está de
alguna manera delante de nosotros. Esta aprehensión directa,
este conocer el objeto porque se le tiene delante de uno, es lo
que hemos llamado experiencia.
El conocimiento científico se vale de todos los medios para
captar sus objetos y describirlos. Pero a diferencia del
conocimiento vulgar, que se basa en captaciones espontáneas y
vagas, el conocimiento científico se vale siempre de
captaciones precisas y organizadas. Para eso utiliza la medida
y emplea aparatos especialmente creados para aumentar el poder
captativo y la precisión de nuestros sentidos. Todos los
aparatos científicos que se emplean en el laboratorio no son
sino eso: medios para hacer que nuestra experiencia sensible
sea cada vez más precisa, rigurosa y amplia. De esta manera
captamos cada vez más objetos de manera directa, y los captamos
mejor, con mayor precisión y seguridad.
A la captación sensorial se agregan la intelectual y la
psicológica, en las diversas clases de ciencias.
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El conocimiento científico comienza siempre con descripciones.
Las descripciones son proposiciones que enuncian las
propiedades de determinados objetos. Estos objetos se captan a
través de la experiencia, que pueden ser de tres clases:
sensible, psicológica e intelectual.
Las descripciones que enuncian propiedades de objetos captados
a través de la experiencia intelectual se denominan axiomas o
postulados y definiciones constructivas.
Después de muchas y profundas discusiones la mayoría de los
filósofos está de acuerdo en que existe algo así como la
intuición o experiencia intelectual que es la base de la
descripciones matemáticas; sin embargo, una poderosa minoría
sostiene que no existe algo semejante a la intuición
intelectual en matemáticas. Según estos pensadores, los axiomas
o postulados no describen objetos matemáticos sino que los
inventan, los crean al enunciarlos. Si esta posición filosófica
fuera la verdadera, no podría hablarse de una descripción
matemática basada en la experiencia intelectual. Pero siempre
habría un punto de partida descriptivo, un punto de partida
consistente en describir hechos pertenecientes a un mundo
inventado, así como en las novelas el novelista describe el
mundo que inventa y presenta como escenario de sus personajes.
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La explicación puede considerarse como el aspecto racional de
la ciencia. Es el complemento necesario de la descripción.
Gracias a la explicación se puede completar el conocimiento
adquirido por medio del a descripción, se puede sistematizarlo
y desarrollarlo de manera progresiva y sin término.
La explicación tiene como hemos dicho, dos funciones básicas:
permite aumentar nuestros conocimientos, y permite
esclarecerlos y llegar a entender los objetos formulados por
medio de la descripción. Pero realiza ambas funciones mediante
un solo procedimiento: la aplicación de las leyes de la
inferencia o deducción a los fenómenos que queremos comprender.
Y esta aplicación consiste en considerar la proposición que
describe el objeto que se pretende explicar, como el
consecuente de un principio lógico. Esto quiere decir que se
considera la proposición que describe dicho objeto como una
consecuencia que se deduce de ciertos antecedentes.
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La explicación no sólo sirve para comprender mejor los objetos
explicados, sino también para descubrir nuevos objetos y
relacionar objetos ya conocidos con objetos aun no conocidos.
Mediante un mismo proceso lógico, que consiste en deducir la
proposición que se desea explicar de otra proposición, se llega
a comprender el hecho problemático y además se adquiere un
conocimiento completamente nuevo.
Existe una doble relación entre la descripción y la explicación.
La descripción es el punto de partida y el punto de llegada. La
descripción permite formular el conocimiento de hechos
desconcertantes que deben ser explicados. Viene luego la
explicación, que consiste en deducir la proposición que describe
esos hechos de otra (u otras) proposición, que enuncia
hipotéticamente la existencia de un nuevo objeto con
determinadas propiedades. Cuando es posible hacer esta deducción
de modo correcto, se ha realizado un paso muy importante en la
marcha del conocimiento. No solamente se ha explicado el hecho
desconcertante, no solamente se ha podido comprender un
determinado aspecto de la realidad, sino que, gracias a la
proposición antecedente, se ha adquirido un nuevo conocimiento y
se ha realizado además una predicción. En efecto, si la
proposición antecedente o explicativa es verdadera, es indudable
que se podrán observar las propiedades del objeto que enuncia.
El objeto enunciado en la proposición explicativa, el objeto
enunciado por la predicción, debe ser observado, captado por la
experiencia. Vemos pues cómo la descripción, en tanto
proposición que enuncia los caracteres de un objeto captado
empíricamente, es el punto de partida y el punto de llegada del
conocimiento. Cuando se puede comprobar mediante una observación
por medio de la experiencia la verdad de la proposición
explicativa, se dice que se ha confirmado o verificado la
hipótesis o la predicción.
No debe creerse por cierto que con la verificación de la
explicación termina el proceso del conocimiento. Porque la
proposición explicativa, una vez verificada por medio de la
observación, puede a su vez presentar problemas al conocimiento.
Será necesario entonces explicar esta nueva proposición, y esta
explicación producirá la necesidad de confirmarla y así
sucesivamente. El conocimiento científico es así un proceso sin
fin de descripciones y de explicaciones ligadas entre sí por la
necesidad de aprehender el mundo y de comprenderlo.
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El proceso del conocimiento científico se apoya pues
esencialmente en la estructura fundamental descripción –
explicación. Por eso, esta estructura se presta de manera
natural para clasificar las diferentes ciencias. En efecto, si
bien toda ciencia adquiere sus conocimientos y los organiza de
acuerdo a esta pauta, la manera como coordina el factor
descriptivo con el factor explicativo varia con respecto a la
índole de cada ciencia. Esta variación permite agrupar las
diferentes ciencias en tipos o especies claramente definidas y
comprender las maneras que ellas tienen de aprehender los
objetos.
Se puede agrupar las ciencias en diferentes maneras. Alo largo
de la historia de la filosofía se han propuesto diferentes
clasificaciones de las ciencias, siguiendo diversos criterios o
principios de clasificación.
Nos interesa más encontrar una clasificación que esté de acuerdo
con la variación que, según hemos visto, presentan los factores
descriptivo y explicativo que integran la estructura de todas
las ciencias y con las maneras que ésta tienen de aprehender sus
objetos.
Si atendemos a los objetos que estudian, podemos advertir que
hay ciencias que se ocupan de relaciones abstractas, formas
geométricas, números, es decir, de instancias que no se dan en
la realidad espacio-temporal, ni se captan por la experiencia
sensible; éstas son las matemáticas.
Hay otras ciencias que se ocupan de las realidades naturales,
del mundo físico, material; son las ciencias naturales.
Hay finalmente otras que se ocupan de la vida psíquica humana,
de la sociedad y la cultura; son las ciencias humanas.
Tenemos así tres clases de ciencias, que pueden distinguirse por
su objeto de conocimiento. Ahora bien, estas tres clases de
ciencias son claras y rigurosamente separables también
considerando la variación y funciones del factor descriptivo y
el explicativo del conocimiento, es decir, considerando sus
elementos estructurales.
De acuerdo a la estructura del conocimiento, las ciencias se
pueden clasificar en tres grupos: 1) matemáticas; 2) naturales
y 3) humanas.
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