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Daniela Alejandra Herrera Vélez 1629806

Unidad 4. El individuo como contexto


Las profesiones funcionan dentro de ciertos contextos como el económico, el
conocimiento, las instituciones formadoras de profesionales, entre otras. En la sociedad
actual uno de los contextos más importantes es el individuo mismo, quien es considerado
como una referencia para las acciones que se emprenden. En muchos casos es posible que la
decisión individual sea preponderante sobre otras determinaciones. Los contextos
tradicionales de la profesión han sido muy variados, desde el origen de las personas, la
religión, la familia, la economía de mercado y la política, pero ya desde hace años, la elección
de carrera que se va a estudiar, los cambios en la ocupación y hasta el cambio de profesión,
tienen que ver más con motivos personales.
El individuo es un contexto formado por la sociedad, pues este solamente se pude
expresar en determinadas circunstancias históricas. El individuo no se opone a la sociedad,
es parte de ella, no solo como un número sino como un componente. En la sociedad actual,
el respeto al individuo se ha convertido en uno de los principios de la convivencia social,
colocando a este en la misma jerarquía de las instituciones como el Estado, la educación y el
trabajo. Se ha hablado únicamente del individuo en general, como si todos los individuos en
una sociedad fueran iguales y actuaran en las mismas condiciones y con los mismos
antecedentes, lo cual escapa en gran medida a la realidad, por lo que se debe de aclarar que
se reconocen las diferencias individuales y las diferencias que son producto del origen o
pertenencia de los individuos a ciertos grupos sociales que marcan divisiones al interior de
cada sociedad y entre sociedades, las cuales, a su vez, se manifiestan, en última instancia,
como diferencias entre individuos. Estas diferencias transcurren en una amplia gama de
formaciones, que van desde el género, origen socioeconómico, origen étnico, lugar de
nacimiento, condiciones familiares, entre otras.
4.1 Individuo/Individualidad
Una de las ideas generalmente más aceptadas (y más falsas a la vez) es que la elección
de carrera o profesión es una actividad desarrollada por individuos independientes frente a
un conjunto de opciones evaluadas de manera racional. En otros términos, que las carreras
se eligen siguiendo un “dictado interior” por el cual estamos irremediablemente dirigidos
hacia una actividad específica, que se corresponde de manera directa con unas habilidades o
aptitudes innatas o determinadas por rasgos genéticos.
El individuo es una creación de la era moderna, ya que prácticamente no había esta
noción en las ciencias ni en la ideología o filosofía occidentales anteriores al siglo XV. La
idea de considerar al individuo como independiente de la sociedad tiene como consecuencias
éticas, y afecta al diseño y funcionamiento de las instituciones sociales. Las posibilidades de
que el individuo pueda crear su propio futuro están asociadas a las condiciones sociales
existentes.
La forma en que las variables socioculturales modelan las características de
profesiones y competencias se puede ejemplificar con la distribución profesional por sexos.
Si tomamos publicaciones de 50 o 60 años atrás veremos que se atribuían a la mujer ciertas
habilidades específicas y se las destinaba a ciertas carreras. En la actualidad, todas estas ideas
no pueden sostenerse de ninguna manera y observamos que las mujeres (y también los
hombres) ocupan los puestos de trabajo de casi cualquier profesión; si todavía existen
diferencias estadísticas en cuanto a la distribución de profesiones por sexo es porque
permanecen prejuicios y no porque haya habilidades innatas.
La elección de una profesión no es un asunto de sus deseos o necesidades. Los seres
humanos construyen la sociedad con cada uno de sus actos y lo hacen a veces de manera
inconsciente, aunque esa sociedad así construida tendrá efectos sobre su propia realidad y su
futuro, además de que en la sociedad así construida se generan instituciones que tienen una
dinámica propia e independiente de los deseos y necesidades de los individuos.

4.2 La formación del individuo en las sociedades de tradición oral


Hoy en día existen todavía sociedades a las que en ocasiones equivocadamente llaman
sociedades “primitivas”, se trata de sociedades o pueblos que no han accedido a la escritura
porque las fuerzas endógenas de su propia evolución no las ha impulsado a construir un
sistema tal. La escritura y las matemáticas aparecen cuando la sociedad produce un excedente
que es necesario redistribuir. Por ello, deben denominarse sociedades de tradición oral, o sea,
sociedades donde las costumbres y usos históricamente dados se transmiten boca a boca y no
hay registros escritos de esos procesos.
La mayoría de estas sociedades viven por lo general agrupadas en bandas o aldeas y
más o menos aisladas del resto de las sociedades de este mundo. Son sociedades que tienen
todos los rasgos específicos de las sociedades humanas: poseen un sistema de parentesco, es
decir tienen reglas que regulan los matrimonios y la autoridad de la vida social.
El tipo de actividades a las que se dedicara un individuo como adulto en estas sociedades no
tiene casi ninguna posibilidad de elección: está limitado por el número y por el propio proceso
de socialización. El número, porque prácticamente no hay especialización profesional, a lo
sumo dos o tres, estrictamente se trata de polifuncionalidad. En cuanto al proceso de
socialización, la educación se obtiene a partir de los seis o siete años por participación en las
actividades de los adultos y normalmente no hay opciones.
Para la gran mayoría de los seres humanos que actualmente viven en el planeta, los
modos de producción están impregnados o responden directamente a lo que llamamos
sociedad industrial, es decir sociedades donde el grado de transformación de las materias
primas o los productos de la naturaleza sufren de una serie de intercambios o
transformaciones hasta llegar al consumidor final.

4.3 La formación del individuo en la sociedad industrial


Lo que caracteriza al trabajo en esta fase del desarrollo del planeta, es la
globalización. Más allá de las discusiones teóricas que puedan hacerse al respecto y de la
correcta conceptualización del fenómeno, debemos tomar la globalización como un proceso
inevitable.
El proceso de industrialización altera todo el mundo de las profesiones y las
capacidades o habilidades requeridas. La modernidad y la globalización implican la
desaparición del orden que colocaba a cada individuo en un lugar social predeterminado y
ofrecen la posibilidad de que un individuo pueda elegir entre algunas opciones, más o menos
abiertas o limitadas según las sociedades y sus variaciones culturales.
La industrialización impone un modo de organización del trabajo que es imposible
practicar de manera individual. El profesionista independiente es cada vez más escaso aún
en su modalidad tradicional. Las organizaciones de producción exigen cierta forma de
especialización funcional o trabajo idiosincrásico, aun para las mismas calificaciones
profesionales. En la sociedad industrial actual la mayor parte de los desocupados está
compuesta por jóvenes, mujeres y minorías étnicas. Sin embargo, en general, la desocupación
de todos los sectores, en las sociedades industrializadas, parece haber llegado en el año 2008
a sus máximos históricos. Para la gran mayoría de los seres humanos de estas sociedades, los
ingresos dependen del empleo o de las habilidades o servicios ofrecidos.
La sociedad actual del consumismo se basa en la expansión de las diversiones, que
han crecido más que el consumo de bienes duraderos en casi todos los países. La necesidad
de ahorro, al que las duras experiencias de guerras y hambruna habían obligado a mucha
gente incluso en el siglo XX, prácticamente ha desaparecido en un mundo occidental
desarrollado.

4.4 Formación, educación y desarrollo humano


Toda sociedad requiere de sus seres humanos ciertas habilidades para su producción
y reproducción. La inserción del individuo es un proceso gradual donde la mayoría de las
decisiones críticas están elaboradas de antemano y donde el proceso tiene la apariencia de
naturalidad. Una sociedad diversa ofrece en la actualidad un gran número de actividades
profesionales, algunas de las cuales requieren un grado universitario y otras no. La
diversificación no es un simple proceso caprichoso, sino el resultado de la evolución de
nuestro accionar sobre el mundo real a partir del desarrollo científico. Aquí aparece uno de
los problemas más complejos de las relaciones actuales, el del acompasamiento entre
condiciones o características personales, deseos, transformación de la realidad y necesidades
del mundo social, que deben ser satisfechas.
De ahí, el término de vocación, que proviene del latín vocatio que supone acción de
llamar o ser llamado, y que la tradición del cristianismo asimiló a un llamado de los dioses
para hacer algo. Rodolfo Bohoslavsky (1985) señalaba con acierto, que vocación es algo que
debe explicarse, antes que ser un dato que explica, ya que existen personas que suelen
inscribirse en una carrera porque la propaganda de la institución que la ofrece dice que le
asegura la salida laboral.
Lo importante, desde el punto de la realización personal, es que la actividad a la que
uno se dedica sea gratificante, aunque el nivel de salarios, en términos absolutos o
comparativos, sea relativamente insatisfactorio. La idea de realización personal atiende
factores de orden ideológico, asociados a lo que se consideraba deseable por una persona en
un momento determinado.
Las sociedades modernas actuales han sido caracterizadas como sociedades de
conocimiento, que contiene cinco rasgos: una sociedad donde se investigan las creencias del
ser humano y la naturaleza; donde todos se guían por normas objetivas de verificación de los
conocimientos; donde se dedican importantes recursos a la investigación científica; donde el
conocimiento se acumula, se organiza y se interpreta de manera permanente para encontrar
efectos de utilidad práctica; y finalmente porque todo conocimiento se emplea para modificar
valores y objetivos de acción y para poder alcanzar estos valores y objetivos.
Toda la acción humana se basa en el conocimiento, y no en alguna otra fuente de
autoridad, lo central es la entronización del conocimiento como elemento orientador para
encauzar toda actividad. Es en este contexto donde debe buscarse la realización personal en
la actualidad.
4.5 La realización individual como meta social
Los factores de orden subjetivo son los que pueden hacer sentir a una persona como
realizada en una actividad cualquiera. Durante mucho tiempo se pensaba que el salario era el
único elemento que determinaba un trabajo satisfactorio. En la actualidad, sabemos que hay
por lo menos seis factores que hacen un trabajo deseable, esos componentes son: el tiempo
dedicado al trabajo, las perspectivas sobre el futuro, el grado de dificultad que el trabajo
presenta para las competencias que se poseen, la independencia que proporciona; las
relaciones interpersonales que se establecen en el lugar de trabajo, por último, el salario que
se recibe.
Así como el trabajo permite la realización de un ser humano como tal, también puede
ser causa de sufrimiento, frustración o agresividad. Hay personas que presentan, al menos
externamente, carencia de motivación para trabajar. También hay otras que se sienten
inseguras en cualquier trabajo, que han internalizado muy especialmente las prescripciones
sociales sobre el trabajo, sin tener en cuenta las diferencias entre estados ideales o
imaginarios y condiciones reales sobre el trabajo, y que sienten ansiedad cuando deben
encarar cualquier trabajo; no es que no les guste trabajar, sino que, justamente, sienten temor
por resolver adecuadamente los dilemas que enfrentan en un trabajo.
La adicción al trabajo, por otro lado, es una enfermedad que a veces ha sido tomada
como un mérito por parte de cierta gente. Fue en las décadas de 1940 y 1950 cuando
comenzaron a estudiarse los efectos que el trabajo y su exceso pueden tener sobre la salud.
Según el presidente de la Sociedad Europea de Psiquiatría Social, el workaholic presenta un
perfil bastante definido: es hiperambicioso, está acostumbrado a una batalla constante para
imponer sus propios proyectos; es competitivo, posee fuertes sentimientos de culpabilidad,
inseguro, buscando siempre la aprobación de sus superiores, aislado y solitario, con
dificultades para lograr lazos familiares profundos y sólidos y buscando en sus interacciones
cotidianas en el trabajo.
4.6 La inserción del individuo en el trabajo
Las condiciones en las que un individuo se inserta en el mercado de trabajo dependen
de características individuales, de estructuras socioculturales y de factores contingentes. Una
persona puede encontrar diferentes tipos de ocupación dependiendo no sólo de su
capacitación o su competencia, sino también de su edad, su sexo, su lugar de residencia o su
condición familiar.
En el caso de los menores de edad, por ejemplo, hay países en los que millones de
niños trabajan en condiciones inhumanas. Aunque la legislación pone trabas y limitaciones
a la explotación de los niños, las condiciones económicas precarias en las que viven millones
de familias, las que llevan a entregar a sus niños por pocas cantidades de dinero. Se calcula
que en el mundo actual uno de cada seis menores trabaja y que las tres cuartas partes de ello
lo hacen en condiciones riesgosas para su salud y su vida, donde se les maltrata físicamente
o se les prostituye. En el caso del sexo, todavía nos encontramos con que la inserción de la
mujer en el mercado de trabajo depende más de las necesidades del hogar o familia donde
vive, que de las habilidades que se poseen o de las propias necesidades personales. Este es
un ejemplo de cómo las ideologías contribuyen a modelar el mundo social, más allá de las
condiciones reales de existencia.
Por otra parte, continuamente aparecen y desaparecen nuevos trabajos o algunos
viejos trabajos cobran nueva importancia. En Estados Unidos, por ejemplo, el Bureau of
Labor Statistics decía en 1998 que las ocupaciones en las que se esperaba mayor crecimiento
en la década de 1996-2006 eran especialistas en computadoras. Le seguían ingenieros
computacionales y analistas de sistemas, en cuarto figuraba la ocupación de ayudante de
tareas domésticas.
En muchos casos, la falta de interés se debe a la temporalidad de la ocupación:
trasladarse a algún lugar diferente de aquél donde se vive habitualmente implica costos
secundarios o indirectos que no son compensados por los salarios. Además, hay factores
culturales que no pueden ser obviados: hay persona que sienten arraigo con determinados
lugares de trabajo o de vida y adaptarse a otros ambientes les cuesta mucho.
Un lugar de trabajo no es sólo un lugar donde se percibe un salario sino también un lugar
donde se intercambian estructuras simbólicas, se hacen amistades, se comparten visiones del
mundo y la vida, donde se ama.
El panorama global del trabajo presenta sin duda, cuestiones preocupantes, en las
modernas sociedades de mercado no falta trabajo, pero la sociedad de pleno empleo en el
sentido clásico parece llegar a su fin. En la actualidad, las tecnologías del conocimiento y la
información han cambiado las condiciones y el trabajo tiende a flexibilizarse, lo que quiere
decir que el trabajo se desmembra en sus dimensiones temporales, espaciales y contractuales.

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