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Terapia de Exposición

Bases teóricas:

Aunque las propuestas tradicionales adjuntan al desarrollo de las fobias a la psicología


del aprendizaje, existen importantes carencias en los modelos que las asociaban con el
condicionamiento por un evento traumático, en vista de que estos se manifiestan
infrecuentemente, porqué se darían en ciertos traumas y no en otros, y aún más por aparición
inmediata. Tampoco explica cómo estas no llegan a extinguirse incluso alienadas de
estímulos aversivos, la aparición de fobias por periodos de edad o en personas que del todo
no han pasado por eventos traumáticos.

En parte el condicionamiento se muestra atractivo para explicar terapias de extinción,


donde se expone al estímulo “condicionado” sin el incondicionado negativo para la
desaparición de la respuesta “condicionada”, a pesar de no abordar por qué la fobia persiste
con la exposición a elementos temidos en el entorno natural. Por tanto, la terapia de
exposición estructura un modelo similar, en el cual existen estímulos evocadores para
respuestas evocadas, con la distinción de que no se requiere un trasfondo traumático
particular.

Tratamiento de la Exposición

La terapia tiene como fin el que la evitación de los miedos no se vuelva una noción
de seguridad para el individuo, aplicando herramientas como la habituación, extinción y el
cambio de expectativas. Para esto se solidifica la alianza terapéutica, la toma de conciencias
por parte del paciente y, según sea el caso, la aplicación de tareas terapéuticas. Las sesiones
extensas han demostrado ser más útiles en el tratamiento presente, pues el enfoque es la
habituación y no la desensibilización, por lo cual se espera que el miedo remita y no que se
sobreexponga continuamente a la persona -que aparezca y se alivie en una misma sesión-. Si
facilita a la terapia, sin embargo, intervalos cortos entre las sesiones, es decir, es mejor varias
semanales a solo una.
De acuerdo con el tiempo del que se dispone, tasa de habituación y voluntad del
paciente se establece el ritmo de exposición a los estímulos indeseados, siendo el rápido la
exposición brusca, aunque presenta consecuencias en las que no se distinguen las intenciones
del clínico y puede causar el abandono de la terapia. Por otra parte, el progresivo parece ser
más efectivo (Gomez et al., 2014), aunque su duración puede presentarse como un
desmotivador. El control de conductas evitativas debe darse desde antes de la exposición,
para prevenir que se recurra a ella durante el proceso. El consumo de ansiolíticos o alcohol
son de evitación y presentan una importante interferencia en la terapia, por lo que es
recomendado tratar su consumo con tareas terapéuticas.

Se recomienda vincular otros tratamientos para potenciar el tratamiento de exposición


-así como evitar una recaída-, en conjunto a retroalimentación regular o auto-registros, la
implementación de técnica para el control de respuestas de ansiedad -cognitivos y
respiratorios-. Las tareas se planean de acuerdo con el caso tratado de acuerdo al modelo
clásico de habituación de Sokolov, en el que la habituación se da por la activación repetida
de sus representaciones neuronales, por la semejanza de los estímulos con estas
representaciones; esto no permite la generalización de los casos en la clínica o en las propias
terapias, ya que es específicamente ese motivo de ansiedad y conductas de evitación los que
son tratados.

En cuanto a predictores, previo al inicio de la terapia se proponen al identificar las


conductas de evitación claras en el paciente y afectándose con consumo de ansiolíticos o
alcohol, mientras que durante se evalúa con vista en el desempeño de las primeras terapias
(si no es bueno, cambiar de estrategia) y la voluntad de la persona al seguir las instrucciones
del clínico. A largo plazo, tras el proceso terapéutico, el abandono de prácticas y tareas puede
ser indicador de reincidencia. Los objetivos de una terapia se componen de la identificación
de una conducta de temor que desea evitar y trae complicaciones en su día a día, siendo esta
conducta meta a tratar sobre la cual se establecen tareas para lidiar con estos problemas; el
terapeuta actúa como guía para la realización de que la evitación solo perpetúa el pánico y
que el afrontar lo temido le ayudará a sobreponerse a este, creando una jerarquía de temor
para iniciar con los menor temidos, exponerlo hasta que la ansiedad disminuya
considerablemente (al menos 50%) y seguir con el siguiente.

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