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1- AUGUSTO

El hombre que cambió Roma, en su aspecto físico y en sus instituciones. Heredero de Julio
César, fue el responsable de terminar su labor. A sabiendas de que los aristócratas no
admitirían un monarca, y deseoso al mismo tiempo de solucionar los problemas por los que
atravesaba la República, Augusto realizó un hábil programa de reformas con el que,
aunque se presentaba sí mismo como un restaurador de la tradición, en realidad destruía
por completo el régimen republicano. Al asumir la potestas tribunicia y el imperium
proconsular, el recién proclamado Augusto agrupaba en sus manos un poder absoluto.
Aunque el Senado y las asambleas mantenían una ficción de independencia, todo el poder
recaía en manos de Augusto, que adoptó para sí mismo el título de prínceps, el primero de
los ciudadanos.
En el ámbito cultural, como él mismo afirma en sus Res Gestae, heredó una Roma de
barro y legó una ciudad de mármol. Sus muchas reformas urbanísticas cambiaron el
aspecto de la ciudad y la convirtieron en la capital que el Imperio merecía. Consciente del
papel de la literatura en la glorificación de su imagen, Augusto protegió y financió la obra de
grandes poetas como Horacio o Virgilio.

2- JULIO CÉSAR

no de los más grandes generales que la Historia de la humanidad ha conocido. César alcanzó su
prestigio y su poder gracias a su habilidad como militar, pero también por su conocimiento de la
política romana y sus entresijos. Desde muy joven se ganó el afecto de la plebe romana, que le
brindó su apoyo durante toda su carrera. Fue, sin embargo, su consulado lo que le consagró como
el gran estadista que era, gracias a las leyes que consiguió aprobar, incluso con la oposición de la
aristocracia senatorial.
El salto definitivo al poder lo consiguió César después de conquistar toda la Galia para Roma. El
prestigio del que gozaba entre los militares y sus evidentes deseos de poder, llevaron al Senado a
aliarse con Pompeyo para tratar de frenar las ambiciones de César. El enfrentamiento entre ambos
provocó una cruenta guerra civil, de la que César se alzó victorioso, nombrándose a sí mismo
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dictador y comenzando a acaparar todos los poderes en sus manos. Un grupo de senadores,
temerosos de que César llegara a proclamarse rey de Roma, le asesinaron en las idus de marzo
del año 44 a.C., en uno de los crímenes más famosos de toda la historia.

3- CONSTANTINO

Hijo del augusto Constancio Cloro, Constantino vivió una de las épocas más turbulentas del Bajo
Imperio, un momento en el que toda Europa estaba sumida en las guerras civiles desencadenadas
por los diversos aspirantes al trono. Constantino consiguió hacerse con el poder en Occidente
gracias a la victoria contra Majencio en la batalla del Puente Milvio. Fue precisamente en esta
batalla cuando, según los cronistas cristianos, Constantino decidió convertirse al cristianismo y
legalizar esta fe en todo el Imperio. En el año 313, Constantino publicó el Edicto de Milán, un
decreto que otorgaba libertad de culto a los cristianos y que cambió el destino de Europa. Aunque
hay gran controversia al respecto entre los historiadores, fue Constantino el que abrió las puertas
al final del paganismo y el nacimiento de un Imperio unificado bajo un mismo credo religioso.

3- ESCIPIÓN AFRICANO

Miembro de la más rancia aristocracia romana, el joven Escipión tuvo que vivir uno de los
periodos más difíciles por los que Roma atravesó jamás. Cartago, el rival de la Urbe, había
desafiado el poder de Roma al atacar a sus aliados en Hispania, provocando con ello el
estallido de la Segunda Guerra Púnica. Las armas de Roma cosecharon un fracaso tras
otro, perdiendo la vida numerosos generales y magistrados. Sin embargo, fue la llegada de
Aníbal a la dirección del ejército cartaginés lo que dio inicio al verdadero peligro para
Roma. Aníbal atacó Italia y llegó a presentarse ante las puertas de la Urbe con su ejército.
Escipión fue el único general que, pese a su juventud, fue capaz de hacer frente con éxito
a las tropas cartaginesas en diversas batallas, obligando a Aníbal a cambiar de estrategia.
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Después de recuperar la isla de Sicilia, Escipión concibió el que fue su plan definitivo:
atacar al corazón mismo de Cartago. En la batalla de Zama, el general romano derrotó a
Aníbal, logrando que Roma se alzara victoriosa en la que fue la guerra más dura y larga de
su historia.
5- POMPEYO

Hijo de uno de los generales de Sila, Pompeyo se ganó desde muy joven el apodo
de “el carnicero” por su brutalidad y su falta de compasión en la batalla. Sus victorias contra los
ejércitos de Cinna y Sertorio, le valieron el convertirse en uno de los hombres más poderosos de su
tiempo, llegando a ser nombrado cónsul en el año 70 a.C. pese a no haber ejercido ninguno de los
cargos menores necesarios para alcanzar tal distinción. Pompeyo alcanzó la cima de su gloria tras
sus victorias contra los piratas y contra Mitrídates del Ponto, llegando a conquistar grandes
territorios de Asia para Roma. A su regreso de estas campañas, vio cómo su estrella declinaba en
favor de la de César, con el que acabó enfrentándose en una cruenta guerra civil. Tras ser
derrotado en la batalla de Farsalia, Pompeyo escapó a Egipto, creyendo que allí encontraría
refugio y hallando en su lugar la muerte a manos de los hombres del faraón.

4- RÓMULO

Aunque con una vida sumida en la leyenda y una historicidad


más que discutible, Rómulo ha de aparecer por justicia en cualquier lista de romanos
influyentes. Hijo de la vestal Rea Silvia y del dios Marte, fue abandonado junto a su
hermano gemelo Remo en las aguas del Tíber, donde fue recogido y amamantado por una
loba. De adulto, tras vengar el crimen del que habían sido objeto su madre y su abuelo,
Rómulo y su hermano fundaron una nueva ciudad en el lugar donde la loba les había
encontrado de niños. Tras un enfrentamiento en el que Remo fue asesinado, Rómulo se
convirtió en rey de la nueva ciudad, a la que dotó de nuevas instituciones que la
engrandecieran. A su muerte, Rómulo subió a los cielos y se convirtió en una nueva
divinidad: Quirino.
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5- CAYO MARIO

Un hombre de origen oscuro, sin antepasados nobles, que consiguió convertirse en uno de los
personajes más poderosos de Roma y uno de los más brillantes generales de todos los
tiempos. Aunque alcanzó el consulado muy tarde, Mario aprovechó el poder que esta
magistratura le otorgaba para hacer una reforma fundamental en el ejército romano. A partir de
la reforma, cualquier ciudadano libre podía enrolarse en las legiones con independencia de su
patrimonio, recibiendo un sueldo y unas tierras al finalizar su servicio. De esta manera, Mario
logró un ejército fiel que le permitió derrotar al númida Yugurta en el norte de África.
Siendo ya anciano, Mario no supo aceptar la pérdida de poder que suponía la llegada de otros
políticos más jóvenes, por lo que conspiró para hacerse con el control del estado y continuar
aplicando sus reformas. De esta manera, se enfrentó a Lucio Cornelio Sila y sus partidarios en
una larga y sangrienta guerra civil que el mismo Mario no llegó a ver acabar, pues murió de
una apoplejía al poco tiempo de haber sido nombrado cónsul por séptima vez.
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8- TIBERIO GRACO

Como hijo de uno de los políticos más brillantes de Roma, Tiberio Sempronio Graco estaba
llamado a ocupar las más altas magistraturas de la República. Sin embargo, durante su juventud
cobró conciencia de la difícil situación por la que atravesaba la plebe romana, desposeída de sus
tierras por la avaricia de los aristócratas. Convencido de la necesidad de un reforma que paliara
esta situación, Tiberio se presentó como candidato al tribunado de la plebe, y, una vez investido
como tal, presentó una ley que suponía la confiscación de parte de las tierras de la aristocracia y
su reparto entre los desposeídos. La aristocracia senatorial acusó a Tiberio de populista, de aspirar
a ganarse el favor de la plebe para proclamarse rey de Roma, pero no fueron capaces de frenar el
plan de reforma del tribuno. Finalmente, un grupo de aristócratas comandados por el pontífice
máximo Escipión Nasica, asesinó a Tiberio Graco y arrojó su cadáver al Tíber.

9- LUCIO JUNIO BRUTO

Miembro de una poderosa familia patricia emparentada con la casa real, Lucio Junio Bruto fue uno
de los líderes que dirigió la revuelta contra el monarca Tarquinio el Soberbio y sus hijos tras la
violación de Lucrecia. Bruto, tras la expulsión del monarca, fue elegido cónsul, el primero de la
historia de la República, junto con su amigo Colatino. Como dirigente de la recién nacida
República, Bruto tuvo que hacer frente a las conspiraciones para restaurar la monarquía, en una de
las cuales estuvieron implicados sus propios hijos. El cónsul, poniendo por delante la patria que su
amor familiar, condenó a muerte a sus vástagos por haber cometido semejante delito. Lucio Junio
Bruto murió luchando en combate singular contra uno de los hijos del rey Tarquinio, pasando a
convertirse de inmediato en una leyenda.
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10- CICERÓN

Si le hubiéramos preguntado al propio Cicerón quién debía encabezar una lista de romanos
importantes de todos los tiempos, sin duda habría contestado que él mismo. Cicerón es reconocido
por todos como uno de los mejores oradores y escritores latinos de todos los tiempos, aunque su
habilidad como político no llegara a su nivel como literato. Nacido en una familia sin antepasados
nobles, Cicerón tuvo que trabajar duro para escalar el cursus honorum y ser nombrado cónsul en el
63 a.C. Su enfrentamiento con Catilina y sus cómplices, que pretendían dar un golpe de estado, le
encumbraron como salvador de la patria, pero a partir de este momento su prestigio comenzó a
desvanecerse.
A medida que los generales ganaban poder, los políticos como Cicerón los perdían. Un hombre que
rechazaba la vida militar y que nunca destacó por su habilidad bélica, poco podía hacer en medio
de las guerras civiles que enfrentaron a César y a Pompeyo, y a los asesinos de César contra sus
herederos después. Fue al final de su vida cuando Cicerón trató de recuperar el prestigio perdido,
enfrentándose a Marco Antonio y ganándose su enemistad. Antonio, en el momento que se hizo
con el poder, puso precio a la cabeza deCicerón, y el gran orador fue asesinado por unos sicarios.
Sus manos cortadas fueron clavadas en la puerta de la Curia como advertencia a todos aquellos
que pretendieran dirigir sus escritos contra los nuevos amos de Roma.

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