Академический Документы
Профессиональный Документы
Культура Документы
1
JUAN MANUEL RAMÍREZ RAVE
ISBN: 978-958-97532-8-6
Coordinación editorial
La Carreta Editores E.U.
Editor: César A. Hurtado Orozco
Teléfono: (57-4) 250 06 84
http:www.lacarretaeditores.com
Medellín, Colombia.
Queda rigurosamente prohibida, sin la autorización escrita de los titulares del copyright,
bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción total o parcial de esta obra
por cualquier medio o procedimiento, comprendidas las lecturas universitarias, la
reprografía y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de ella mediante
alquiler público.
4
ESA DELGADA LUZ QUE ES EL SILENCIO
9
ESA DELGADA LUZ QUE ES EL SILENCIO
Contenido
Bibliografía ....................................................................... 99
11
ESA DELGADA LUZ QUE ES EL SILENCIO
De mudos peces
o Sor Juana entre lo inefable y lo indecible
21
JUAN MANUEL RAMÍREZ RAVE
22
ESA DELGADA LUZ QUE ES EL SILENCIO
I
Mudos peces: el silencio como castigo
Metamorfosis - Ovidio
23
JUAN MANUEL RAMÍREZ RAVE
24
ESA DELGADA LUZ QUE ES EL SILENCIO
25
JUAN MANUEL RAMÍREZ RAVE
14. Ajax Sófocles, en: Tragedias, Madrid, Editorial Edaf, S.L., 2008. p. 40.
15. Eclesiastés 26.13 a 18.
16. Sor Juana Inés de la Cruz, Obras completas IV. Comedias, sainetes y
prosa. Cuarta reimpresión. México, Fondo de Cultura Económica, 2001. p, 695.
17. Gonzalo Celorio, Sor Juana Inés de la Cruz. «Hacia una poética del
silencio», en: Revista de la Universidad de México. ISSN 0185-1330, N.º 26,
2006., p. 44
26
ESA DELGADA LUZ QUE ES EL SILENCIO
27
JUAN MANUEL RAMÍREZ RAVE
II
Sor Juana entre lo inefable y lo indecible
23. Margo Glantz, Prólogo, obra selecta I sor Juana Inés de la Cruz. Cara-
cas, Biblioteca Ayacucho, 1994., p. LXXXI.
24. Celorio, op. cit., p. 37.
28
ESA DELGADA LUZ QUE ES EL SILENCIO
29
JUAN MANUEL RAMÍREZ RAVE
30
ESA DELGADA LUZ QUE ES EL SILENCIO
31
JUAN MANUEL RAMÍREZ RAVE
Horacio
que se advierte tanto en sor Juana como en el resto de la literatura del periodo:
el de la hegemonía y la marginalidad barroca, el del poder y el de la resistencia,
polos de un sistema cuyo inestable equilibrio está en la base misma del sujeto
colonial hispanoamericano. («La retórica del silencio en sor Juana Inés de la Cruz»,
en Mabel Moraña, Exploraciones al discurso barroco. México: Facultad de Filosofía
y Letras. Universidad Nacional Autónoma de México, 1998., p. 166-167).
34. Sor Juana Inés de la Cruz, «Neptuno alegórico», en: Obra selecta I,
Caracas, Biblioteca Ayacucho, p. 291.
35. Santiago Kovadloff, op. cit., p. 10.
32
ESA DELGADA LUZ QUE ES EL SILENCIO
33
JUAN MANUEL RAMÍREZ RAVE
decir, es menester decir siquiera que no se pueden decir, para que se entienda
que el callar no es no haber qué decir, sino no caber en las voces lo mucho que
hay que decir. Dice San Juan que si hubiera de escribir todas las mara-
villas que obró nuestro Redentor, no cupieran en todo el mundo los
libros (…)37 [la cursiva es mía].
III
Primero sueño:
del despertar del poeta en el iluminado mundo
34
ESA DELGADA LUZ QUE ES EL SILENCIO
De la sombra…
Lo inefable y lo indecible son contraste y tensión, ambos se ha-
cen presentes en los versos de «El sueño». Extenso poema en
donde la monja Jerónima expresa su deseo desesperado de co-
nocer por vía racional los principios y causas que rigen «el ser
del Cosmos». En los primeros versos, tal como propone Ramón
Xirau, «la sombra aparece no sólo como el paso al sueño, sino, y
principalmente, como símbolo del mal.39»
Piramidal, funesta, de la tierra
nacida sombra, al Cielo encaminaba
de vanos obeliscos punta altiva,
escalar pretendiendo las Estrellas;
(…)
la tenebrosa guerra
que con negros vapores le intimaba
la pavorosa sombra fugitiva
burlaban tan distantes,
que su atezado ceño
al superior convexo aun no llegaba
del orbe de la Diosa40
El sueño que sor Juana nos presenta, aparece primero como
telón de fondo de la sombra. La poetisa inmersa en una sociedad
caracterizada por sus miedos, no queda excluida de ellos. Por el
contrario, en su obra deja uno de los primeros registros de la
percepción negativa de la oscuridad y el silencio en la Nueva
España. Pero a su vez, el contraste no se hace esperar, y así como
la Diosa (luna) «tres veces hermosa», se muestra con «tres her-
mosos rostros» (tres fases), el silencio en «El sueño» se escribe
como imagen audible contrapuesta al vacío:
y en la quietud contenta
de imperio silencioso,
35
JUAN MANUEL RAMÍREZ RAVE
36
ESA DELGADA LUZ QUE ES EL SILENCIO
atrevidas Hermanas,
que el tremendo castigo
de desnudas les dio pardas membranas
alas tan mal dispuestas
que escarnio son aun de las más funestas:
éstas, con el parlero
ministro de Plutón un tiempo, ahora
supersticioso indicio al agorero,
solos la no canora
componían capilla pavorosa,
máximas, negras, longas entonando,
y pausas más que voces, esperando
a la torpe mensura perezosa
de mayor proporción tal vez, que el viento
con flemático echaba movimiento,
de tan tardo compás, tan detenido,
que en medio se quedó tal vez dormido.44
Del silencio…
Los versos pausados, con una fuerte presencia de lo visual y
sensitivo, están marcados por la tensión de un silencio «oclusi-
vo» representado por Harpócrates y su implacable dedo que
obliga callar:
Este, pues, triste són intercadente
de la asombrada turba temerosa,
menos a la atención solicitaba
que al sueño persuadía;
antes sí, lentamente,
su obtusa consonancia espacïosa
al sosiego inducía
y al reposo sus miembros convidaba
—el silencio intimando a los vivientes,
uno y otro sellando labio oscuro
con indicante dedo,
Harpócrates, la noche, silencioso;
a cuyo, aunque no duro,
si bien imperioso
precepto, todos fueron obedientes—.45
44. Sor Juana Inés de la Cruz, Obras completas I, op. cit., p. 336-337.
45. Ibíd., p. 336-337.
37
JUAN MANUEL RAMÍREZ RAVE
46. El mundo siempre nos habla, busca comunicarse con nosotros, pero
lamentablemente la gran mayoría no tenemos oídos para escucharlo, debería-
mos estar más atentos a lo que dice Max Picard: «el silencio se muestra en mil
formas inefables: en el silencioso despuntar del día, en la apacible aspiración
de los árboles hacia el cielo, en el sigiloso descenso de la noche, en el silente
cambio de las estaciones, en el claro de luna que como una lluvia de silencio
cae y penetra en la noche, pero sobre todo en el silencio de la vida interior
(…)» MaxPicard, El mundo del silencio: ensayo. Traducido por Norberto Silvetti
Paz. Caracas, Monte Avila, 1971., p. 20-21.
47. Sor Juana Inés de la Cruz, Obras completas I, op. cit., p. 337.
38
ESA DELGADA LUZ QUE ES EL SILENCIO
Del sueño…
El sueño por fin extiende sus alas amparado por el silencio: «El
sueño todo, en fin, lo poseía;» dice la poetisa, «todo, en fin, el
silencio lo ocupaba»48. Es medianoche y todos duermen, el la-
drón, el amante que siempre está en vela, el tímido venado con
vigilante oído. Todos fatigados por las tareas diurnas, por el tra-
segar de la vida que le cede el paso al sueño, tan cercano a la
muerte. Todos sucumben a Morfeo: el sayal y la púrpura, las po-
bres gentes de la choza y el rey en su castillo. Ante Morfeo todos
son iguales, porque para él «el sayal mide igual con el brocado».
El alma queda aislada del mundo exterior.
Muerte pasajera: el alma aún aislada sigue atrapada en el cuer-
po. El cuerpo fatigado queda al margen de la muerte-vida:
El alma, pues, suspensa
del exterior gobierno,—en que ocupada
en material empleo,
o bien o mal da el día por gastado—,
solamente dispensa
remota, si del todo separada
no, a los de muerte temporal opresos
lánguidos miembros, sosegados huesos,
los gajes del calor vegetativo,
el cuerpo siendo, en sosegada calma,
un cadáver con alma,
muerto a la vida y a la muerte vivo49,
Sor Juana prefigura a John Cage. Anticipa su cámara anecoica.
En «El sueño», la poetisa es capaz de aislar los ruidos que no le
interesan o que pueden interferir con su viaje en el sueño y, de
esta manera, escuchar más allá de lo que se quiere y debe escuchar.
El silencio en «El sueño» como en el experimento y en la obra de
Cage está repleto de sonidos. Para sor Juana y para Cage, siempre
habrá sonidos, aunque sólo sean los de nuestro cuerpo50. Es así
39
JUAN MANUEL RAMÍREZ RAVE
De la luz…
Para los occidentales, fieles a su terror ctónico y su rechazo a la
oscuridad, la luz, lo blanco, lo brillante han sido siempre los más
poderosos aliados de la belleza. Por el contrario, lo oscuro, lo
opaco y lo negro han tenido una connotación negativa. Dicha
concepción terminó por filtrarse en todos los espacios del arte,
la arquitectura y en general la vida. En «El sueño», sor Juana
camina esta línea luminosa al tratar de dar respuesta con los ojos
inconscientes del sueño a su pregunta por el saber humano.
Entonces, acude a partir del verso 266 a la alegoría cósmica de la
caverna para demostrar el contraste existente entre el conoci-
miento y la oscuridad de la percepción sensorial del hombre.
Platón, en el VII libro de La República, nos cuenta que en
un antro subterráneo en donde sólo pasa la luz por una abertura,
viven desde la infancia dos hombres amarrados. Los hombres
sólo ven las sombras que se proyectan en la pared de la caverna:
hombres, figuras de animales. Escuchan sonidos, sombras que
hablan; ¿Qué más pueden ver y oír? También ven pasar sombras
mudas, despojadas de sonido. Además, si pudiesen conversar entre
sí, ¿no convendrían en nombrar a las sombras que tienen delan-
te?, pregunta Sócrates. Para ellos, concluye, la verdad sería las
sombras de las imágenes.
Luego, un cautivo es liberado y al mirar hacia la luz le que-
mará sus ojos y le impedirá distinguir los objetos de las sombras
51. Sor Juana Inés de la Cruz, Obras completas I, op. cit., p. 341.
40
ESA DELGADA LUZ QUE ES EL SILENCIO
Del conocimiento…
En el «El sueño», sor Juana libra una larga batalla entre la luz y
la sombra, el sol y las tinieblas. Quiere que el imperio de la
noche desaparezca ante el imperio del día. Quiere desde la poe-
sía acercarse al conocimiento. Quizá por eso la primera estrofa
debe partir de la comparación: del mismo modo que el Faro
cristalino proyecta su ligera luz sobre la superficie del mar, rei-
no de Neptuno, dios del silencio, para descubrir las naves más
distantes. La Fantasía, respaldada por el tranquilo sueño, copia
las imágenes del mundo con su pincel invisible y así el alma
cree se acerca al conocimiento:
Y del modo
que en tersa superficie, que de Faro
cristalino portento, asilo raro
fue, en distancia longísima se vían
(sin que ésta le estorbase)
del reino casi de Neptuno todo
las que distantes le surcaban naves,
(…)
41
JUAN MANUEL RAMÍREZ RAVE
53. Sor Juana Inés de la Cruz, Obras completas I, op. cit., p. 342.
54. Ibíd., p. 346.
55. Ibíd., p. 347.
56. Ibíd., p. 346.
57. Ramón Xirau, op. cit., 95.
42
ESA DELGADA LUZ QUE ES EL SILENCIO
Del despertar…
ahora que en las pupilas y en las cimas todas
un Sol de cobre nace y otra Luna se va
sólo queda en los labios la palabra no dicha
sólo queda en la piel miedo y deseo
por la ventana mira como un doble la luz
43
JUAN MANUEL RAMÍREZ RAVE
44
ESA DELGADA LUZ QUE ES EL SILENCIO
45