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Universidad Arturo Michelena

Facultad de Ciencias Económicas y Sociales

Escuela de Psicología

Cátedra: Psicología de la Adicción y la Dependencia

Requiem for a Dream. Personaje de estudio: Sara


Goldfarb.

Prof.:

Lic. Márquez, Gabriel.

Alumno:

Guerra, Carlos

CI: 23.437.823
San Diego, abril de 2018.

Desarrollo

A manera de introducción, se hace necesario aclarar que la conducta


adictiva es tomada aquí como un proceso, donde respuesta o conducta es
desadaptativa, y que emerge como una solución ante distintos problemas que
el individuo se enfrenta o experimenta. Por tanto, el trastorno por consumo de
sustancias sería la prolongación de dicha conducta en el tiempo, aunado de
otros criterios no menos importantes como las alteraciones en el
comportamiento y las relaciones interpersonales. Donde a través de este
tiempo en el que se adquiere la conducta adictiva, el individuo atraviesa por
una serie de fases que según Becoña (2008) son: fase de predisposición, fase
de conocimiento, fase de experimentación, fase de consolidación, fase de
abandono o mantenimiento y fase de recaída. Donde intervienen factores
propios del sujeto, como otros que corresponden al medio ambiente situacional
donde éste se desarrolla: si bien la descripción detallada de cada una de estas
etapas sobrepasa la intención de este ensayo, se pretende a través del
personaje Sara Goldfarb, consumidora de anfetaminas, situar algunas de
estas fases en relación a sus características más relevantes estudiadas..

Citando a Prochaska y Prochaska (1993), el proceso de cambio “es una


actividad iniciada o experimentada por el sujeto que modifica el afecto, la
conducta, las cogniciones o las relaciones interpersonales”. Aunque estos
autores usan este término en un contexto de tratamiento para marcar el paso
de un estado de consumo de sustancia a uno de no consumo, su utilidad
también puede aplicarse a la inversa. Es decir, de un periodo de no consumo
a uno de consumo que no pasa a ser más que las fases referidas en el párrafo
anterior.
Ya centrados en el personaje cuyo análisis se pretende a aquí plasmar,
de entrada, resulta un caso en cierto punto atípico. A modo de explicación, la
literatura sobre la adicción sitúa los parámetros para el primer contacto con la
sustancia, así como la consolidación de la adición en la adolescencia o la
adultez temprana. En la sra. Goldfarb, su conducta adictiva se desarrolla y
evoluciona en una etapa de la vida que no corresponde a las anteriores. Sara,
que a manera especulativa sobrepasa los 50 años de edad, se encuentra
siguiendo las etapas de desarrollo psicosocial de E. Erickson, colindando entre
los estadios de generatividad frente a estancamiento e integración del yo frente
a desesperación.

Los dos puntos anteriores se traen a colación porque es de especial


interés conocer cuáles son las conductas socialmente esperadas para el sujeto
estudiado en esta edad y como el propio sujeto las experimenta. A grosso
modo, para la edad de Sara se espera una participación activa en la
enseñanza de la generación venidera, además debido a que sus logros están
cumplidos o están por cumplirse, comienza a visualizar en retrospectiva la vida
que llevó y realizar una valoración ya sea positiva o negativa de la misma.

Teniendo en mente todo lo que anteriormente se ha dicho, el inicio de


la conducta adictiva en Sara transcurre en paralelo a sentimiento de inutilidad,
soledad y abandono, insatisfacción por su vida actual, fuertes emociones y
pensamientos ligados a acontecimientos pasados. Todos estos factores
psicológicos predisponentes se agravan por el ambiente carente de
estimulaciones en el cual vive que favorecen a un estado de aislamiento
parcial, la relación conflictiva con su único hijo quien es un adicto, y el asedio
de pensamientos constantes de ser abandonado por él, que se conjuga con
emociones actualmente vividas tras la muerte de su esposo en tiempo atrás y
que refuerza su pensamiento de sentirse sola. La existencia de escasa red de
apoyo que posee por otros miembros de la familia es otra variable a considerar.
También, podemos denotar otros factores de riesgo situacionales como el uso
de anfetaminas como tratamiento médico para bajar de peso utilizado por
profesionales, y por último el refuerzo social que tienen su conducta y
pensamiento de bajar de peso que la lleva a entrar en contacto con
especialistas con métodos de ética dudosa.

Hay que dejar en claro que el contacto constante a publicidad que dan
un gran e impactante valor social al peso corporal y la imagen y la oportunidad
de “aparecer en un programa televisivo”, y según lo que se pudo observar en
la película, elecita en Sara pensamientos inadecuados referentes a su
apariencia, que la llevan a emitir conductas destinadas a mejorar su aspecto
físico, experimentar con varios métodos hasta dar accidentalmente con las
anfetaminas recetadas a través de un profesional (desconociendo el personaje
mismo hasta su nombre) cuyo saber se limita a que son “buenas para bajar de
peso”. Si bien la pérdida de peso es un efecto del consumo, los efectos
positivos del continuo bifásico de las anfetaminas como euforia y excitabilidad
son experimentados como placenteros por el personaje. Conociendo de
antemano el estado psicológico de Sara Goldfarb, tales efectos pasan a
convertirse en un potente medio para aminorar sentimientos negativos,
aunque no sea el fin buscado al comienzo del consumo.

Así, la constante evitación de estados emocionales y sentimientos


negativos cotidianos que vive Sara refuerza el consumo, donde el proceso de
tolerancia se ve marcado de la disminución de los efectos positivos y un
incremento de los negativos donde la respuesta consecuente es el consumir
más de la sustancia para percibir sus efectos. Consolidando así el consumo y
dando paso del uso al abuso y posteriormente a la dependencia. Sabiendo
que, a nivel biológico, el sistema de recompensa juego un papel fundamental
reforzando la conducta a través de la liberación neurotransmisora como las
endorfinas, mientras que la neuroadaptacion y por tanto los cambios
suscitados en la estructura cerebral, dan paso al fenómeno de la tolerancia.

Además, el conjunto de cogniciones que dan un valor mayor a los


efectos positivos y aminora los negativos por parte de Sara favorece
considerablemente el consumo y lo mantiene. Otro es la idea de que tales
pastillas fueron recomendadas explícitamente por un profesional, de manera
que implícitamente no ha de haber problema alguno en su consumo. Como
acotación, el síndrome de abstinencia no llega a observarse, quizás por la
naturaleza en la que fueron recetadas las anfetaminas que mantuvieron en
constante consumo durante el día de la sustancia.

Algo que resulta dudoso de evaluar es el deterioro social que produjo


en Sara el consumo. Pues como se mencionó sus relaciones sociales eran
pocas y pasaba la mayor parte del tiempo en su departamento donde la mayor
fuente de estimulación era observar la televisión. Aunque, sin duda el consumo
la recluyo más en el lugar, por otra parte, no resulta posible valorar la relación
con su hijo ya que su relación con él estaba ampliamente deteriorada antes
del consumo y estaba marcada por el distanciamiento. En contraposición, a
nivel personal el deterioro fue constante y progresivo. Una marcada ansiedad,
excitabilidad, euforia, el desarrollo de síntomas psicóticos como alteraciones
en la sensopercepción, delirios, y el abandono de comportamientos de cuidado
personal.

La aparición de síntomas como la alucinación y alteraciones en la


percepción, dan paso a la catalogación de Sara Goldfarb para un desarrollo
de un trastorno psicótico por consumo de sustancias que se daría de manera
concomitante al trastorno por consumo de sustancia. A manera especulativa,
resulta posible que Sara, tras ser internada en un centro parando de manera
involuntaria su consumo y tras los efectos ocasionados a nivel estructural y la
posibilidad de que éstos no sean reversibles, el cumplimiento para el
diagnóstico de una esquizofrenia residual donde los síntomas positivos (como
los delirios y alucinaciones) pasarían a estar ausente en parte porque su
detonante era la sustancia, sin el menoscabo de que puedan presentarse a
futuro, y la presencia marcada de sistemas negativos, ya que varios de estos
se observan en la conducta de Sara después del cese e intervención
psiquiátrica. A manera de recomendación, la alteración del entorno situacional
de Sara como la exposición a mayores reforzadores, la inclusión en
actividades que la colocaran en contacto con una mayor red de apoyo social,
el contacto con otros familiares que aumentaran los factores de protección,
hubiesen marcado una diferencia importante en el desarrollo y curso de la
conducta adictiva.

De todo lo anterior se observa que, tomando la definición anterior de


proceso de cambio, la conducta iniciada por parte del personaje Sara Goldfarb
(consumo de anfetaminas), se ajusta a esta debido a que genero un continuo
cambio y modificación conductas referentes a su área personal e
interpersonal, pero como se evidenció en un sentido opuesto al cual los
autores suelen utilizarlo.

Como comentarios finales, la adicción pasa a ser un problema cuando


el deseo por llevar la conducta sobrepasa a la voluntad del individuo y afecta
su vida, así como la de terceros. Es por ello que la adicción a de ser entendida
como un problema de salud pública ya que no solamente afecte al consumidor,
sino que tiene un alto costo social y económico que se ve aminorada por el
consumo legal de algunas sustancias y hace perder de vista el costo que lleva.
Y continuando con la hipótesis expresada desde el comienzo, ya sea que la
adicción surja como respuesta ante factores psicológicos presentes en el
individuo o a estresores ambientales, se hace necesario la implementación de
programas que entrenen a los individuos en una variedad de conductas de
afrontamiento y autocontrol como medidas para prevenir una mayor presencia
de esta conducta en la población.

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