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Reseña Nº 11: Hardt, Michael; Negri, Antonio (2006) Multitud: guerra y democracia en la era del imperio.

DeBolsillo, Barcelona.

Sobre los autores

Michael Hardt es un teórico literario y filósofo político estadounidense nacido en Washington. Estudió en la
Universidad de Washington, donde desarrollaría su disertación bajo la dirección de Antonio Negri, con quien
entablaría relación desde entonces. En la actualidad es profesor de Literatura e italiano en la Duke University en
Carolina del Norte, además de ser miembro de la European Graduate School, que es una confluencia de
intelectuales de izquierda radicado en París. Entre sus libros se encuentran: Gilles Deleuze: Un aprendizaje
filosófico (1993); El trabajo de Dionisos: Una crítica de la forma-estado (1994); Imperio (2000); Commonwealth:
El proyecto de una revolución en común (2009) (Estos tres últimos en coautoría con Antonio Negri)

Antonio Negri, es un filósofo y pensador marxista italiano, nacido en Padua. Hizo su carrera universitaria en la
Universidad de Padua y la Universidad de París VIII dando cursos sobre ciencias políticas. Perteneció al Partido
Socialista Italiano, desde 1956 hasta 1963. Participó de la experiencia del operaísmo a finales de los sesenta por
medio de la divulgación de ideas en los Quaderni Rossi y del grupo Potere Operaio. Fue arrestado en 1979 culpado
de la autoría intelectual del asesinato de Aldo Moro, que fue ejecutado por las Brigadas Rojas. Estuvo 4 años en
prisión, hasta 1983, allí se exiliaría en Francia. Entre sus libros más importantes están: La forma Estado. Para la
crítica de la economía política de la administración (1978); La anomalía salvaje. Ensayo sobre poder y potencia
en Baruch Spinoza (1980); El poder constituyente. Ensayo sobre las alternativas de la modernidad (1994); La
fábrica de la estrategia. 33 lecciones sobre Lenin (2004), entre otros, además de los ya mencionados junto a Hardt.

El prefacio Vida en común nos abre la puerta a lo que los autores han denominado el proyecto de la multitud hacia
una sociedad global y democrática. Allí plantearán que este objetivo de completar la promesa que la modernidad
ha aplazado en torno a la democracia se ha visto obturado por el influjo del estado de guerra global, que ha opacado
la potencia de la vida social y su posibilidad de transformación. El libro resulta de la continuidad de un esfuerzo
anterior de los dos autores, Imperio, donde caracterizaron los procesos de dominación actuales bajo las
circunstancias en que el capital se ha desenvuelto social y políticamente, denominándolo como un poder en red.
De esa manera, la Multitud será la alternativa al interior del Imperio, como la expresión de cooperación y
colaboración que se extiende a nivel internacional.

La primera parte del libro Guerra básicamente expone cómo el mundo, en la actualidad, se encuentra en un
momento de guerra constante, haciéndose un fenómeno global e interminable. Para comprenderlo, Hardt y Negri
hablarán de la noción de excepción como el aspecto claramente constitutivo la situación actual, donde se diluye la
relación entre guerra y política, ampliando los escenarios de radicalización e instrumentalización de la una por la
otra, sin articular sus objetivos ni menguar sus excesos. La situación problemática que resaltarán los autores es
que la excepcionalidad se convierte en regla y a través de ello la guerra se convierte en una relación social
permanente, haciéndose el principio orgánico de la sociedad. Se darán tres características fundamentales de esta
situación: i) es una guerra que no tiene fin cuando su objetivo es producir y reproducir el orden social, por lo que
debe hacerse un uso constante del poder y la violencia; ii) se interrelacionan la política interior y las relaciones
internacionales, difuminándose la noción de enemigo externo al ubicarla al interior de un Estado; iii) reorientación
de las condiciones para forjar un enemigo.

Hardt y Negri plantearán que a través de la guerra lo que se desarrolla es una constitución del biopoder y la
seguridad como elementos propios del control de la sociedad. En ese sentido, la guerra se compone de dos sentidos
opuestos en sí mismos: ligada a la acción policial en la vida cotidiana y elevada a un nivel absoluto mediante las
tecnologías de destrucción masiva. Todo lo anterior se articuló a una decadencia en el uso de la violencia nacional-
estatal, que decantó en la capacidad de construir mecanismos de soberanía internacional, que llaman Imperio, y
que tiene la capacidad de producir un sentido tanto de la vida jurídica como social, a través de mandatos únicos e
incontestables. Es así como el poder constituyente de la Multitud se ve bloqueado constantemente. Por ello las
formas de resistencia se han visto modificadas, entendiendo las asimetrías y la dominación del pleno espectro en
términos contrainsurgentes; el momento de resistir pasa de un plano político-militar, hacia uno que se expresa en
una forma de red compleja distribuida socialmente. Hardt y Negri esbozan tres principios relacionados a la historia
de la resistencia: i) oportunidad histórica, o sea, la forma que contiene mayor eficacia para combatir al poder; ii)
correspondencia entre las formas de resistencia y el cambio en la producción económica y social; finalmente iii)
la democracia y la libertad, es decir, que cada forma de resistencia que aparece busca rectificar las cualidades no
democráticas de las anteriores.

La segunda parte Multitud, reflexiona sobre cómo esta es la única manera de acción política con posibilidades de
transformación y liberación del mundo. En primera medida realizarán un contraste con el concepto de pueblo,
cuestionando su unicidad y homogeneidad, en tanto la multitud es plural y múltiple, siendo un conjunto de
singularidades, entendida como que lo singular en un sujeto social expresa la diferencia no reducible a lo uniforme.
No obstante, hacen la salvedad de que la multitud no es fragmentada, anárquica o incoherente, por lo que se
distancian tanto de la turba o la masa; además, su propia constitución le permite actuar en común y regir su propio
rumbo, siendo para los autores el único sujeto social capaz de realizar la democracia a plenitud. En esta parte, se
buscará caracterizar el concepto desde una perspectiva socioeconómica, planteando que es un sujeto común del
trabajo, como la verdadera producción posmoderna, ya que el capital busca la aprehensión de la multitud
orgánicamente en todo momento.

En cierto sentido, Hardt y Negri plantearán que la multitud es un concepto de clase, arguyendo que no puede haber
distinción alguna entre el momento económico y el momento político, por lo que la multitud es una multiplicidad
irreductible, donde las diferencias sociales pueden expresarse de distinto tipo. Es por ello que su concepción logra
reformular el proyecto político de lucha de clases, siendo ellos la totalidad de los que trabajan bajo el capital,
formando la clase que niega al capital, aunque distanciado del concepto de clase obrera, es decir, amplía el registra
de aquellos que se incluyen en el escenario de la lucha, como serán los trabajadores inmateriales, es decir, aquellos
que crean bienes inmateriales como el conocimiento, la información, la comunicación, etc., ya que esta expresión
del trabajo ha logrado transformar la organización productiva, pasando de las relaciones de la cadena de montaje
a relaciones diversas e indeterminadas que se relacionan con redes de poder distribuidas globalmente. En ese punto
se plantea una crítica al campesinado con relación al concepto de multitud, planteándolo como un lastre histórico
con respecto a la clase obrera industrial, ya que al nombrar al campesinado se hace referencia principalmente a un
concepto económico, que designa una posición en las relaciones de producción.

El lugar de la multitud se sitúa en su posibilidad por reorganizar de manera distinta el mundo, siendo una alternativa
al cuerpo político global del capital. Es por ello que una de sus características será tener siempre una voluntad
abierta, es decir, que al formar un cuerpo es indispensable que este permanezca siempre como una composición
abierta y plural, nunca como una expresión articulada sobre sí mismo; y, además, a partir de ello, que tenga una
disposición hacia el bien y la facultad para realizar el bien. Según los autores, ‘la carne de la multitud’ contiene
una potencia sustancial que es la expansión del ser social, produciendo un exceso que no se deja reducir a cualquier
límite político-económico; esto es, que nunca puede atraparse por completo al interior de un cuerpo político, sino
que se sostiene distante. De esta manera, lo que realmente interesa en torno a la multitud es su capacidad de
producir en común, haciendo referencia principalmente al orden social, que es el proyecto de la creación de una
democracia que se sustente en la libertad de expresión y la vida en común, cuestión que sólo es realizable a través
del proyecto de la multitud.

Finalmente, la tercera parte Democracia, nos evoca la crisis en la que está sumida, tanto conceptual como
experimentalmente. El proyecto democrático ha encontrado serios límites, especialmente por lo ya mencionado en
torno a la guerra, y fundamentalmente por la corrupción e insuficiencia en las instituciones y prácticas que rodean
al concepto mismo de democracia. Para Hardt y Negri, la cuestión se inscribe en el proyecto que no ha logrado
culminarse de la modernidad, donde el orden democrático era uno de sus pilares; de hecho, la cuestión democrática
no sería resuelta ni por los entusiastas liberales que emergieron después de las revoluciones del siglo XVIII, ni por
los sesudos socialistas que irrumpieron en el siglo XIX buscando desplazar los límites formales del liberalismo
relacionados con la representación. No obstante, la empresa de unos y otros alcanzó serios límites históricos y
políticos que imposibilitaron la concreción global del proyecto democrático. A partir de a allí los autores plantearán
que ese descontento se vio profundizado a partir de la segunda mitad del siglo XX y se hizo más notorio en los
inicios del XX.

Desde ese punto, el hilo argumentativo continúa exponiendo las demandas inconclusas que dejó los límites del
proyecto moderno de democracia. En primera medida, la crisis de representación, seguida de la ausencia de
derechos y justicia social, además de abigarradas reivindicaciones económicas y biopolíticas que no podían ser
satisfechas. Allí es donde aparece la democracia de la multitud, en tanto capaz de articular la insatisfacción global
con un proyecto amplio y plural, que tiene como punto de partida la indignación social y las acciones que han
emprendido distintos sujetos.

Comentario

La propuesta que elaboran Hardt y Negri en Multitud contiene importantes cuestiones que atañen a la inserción de
la disputa política en el siglo XXI. A la hora de revisar los componentes más determinantes del cambio de siglo,
y de la lucha de hombres y mujeres en la era del Imperio, resulta fundamental entablar un diálogo con el presente
texto. No obstante, existen una serie de cuestiones que son la sustancia de este proyecto que resultan debatibles.
En primera medida, la configuración difusa del concepto de multitud. Si bien hay una búsqueda por distanciarse
de las tradiciones liberales y ortodoxas del marxismo que ven en el pueblo o la clase el sujeto político-histórico de
la acción colectiva, no resulta clara la irrupción como herramienta analítica de la multitud. De hecho, su
emergencia parece difusa, en tanto asume para sí la capacidad de abarcar la heterogeneidad social, lo cual en
muchos casos parece que significara no articular mayor cosa, dada su amplitud; existe una ausencia de concreción
que dificulta comprender aquello diverso que se encarna en la multitud. Además de ello, en constantes momentos,
Hardt y Negri parecen atribuirle a la multitud una potencia que nunca termina de realizarse, que fluye sobre los
actos de injusticia, dominación y opresión pero que no logra materializarse en un proyecto; es más, parece que los
autores adjudican un sentido a priori del horizonte que tiene la multitud, sin consignar que el sentido está en
constante disputa y no responde a un proyecto histórico de la humanidad, como puede ser la democracia, sino que
muchas veces la multitud también expresa demandas, reclamos o requerimientos que están lejanos de todo
proyecto democrático; en una palabra, la multitud no es una forma analítica monolítica, que pueda ser aprehendida
fácilmente en el marco de un proyecto de transformación social. Esta es sólo una de sus posibilidades, de sus
potencias.

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