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Ignacio de Loyola fue un militar y luego religioso español, surgido como un líder
religioso durante la contrarreforma. Su devoción a la iglesia católica se caracterizó
por la obediencia absoluta al papa. Íñigo López de Loyola inició su carrera
como hombre de armas formando parte de las tropas del reino de Castilla. En
mayo de 1521, a los treinta años de edad cae herido en la batalla de pamplona
cuando defendía la ciudad de las tropas navarras de Enrique II de
Navarra. Propuso entonces peregrinar a Jerusalén, para lo cual necesitaba llegar
antes a Roma, pero antes pararía en Montserrat y Manresa donde comenzó a
desarrollar sus Ejercicios espirituales, base de su espiritualidad
en el año 1507 con la muerte de la madre de Ignacio, la señora María de Velasco ,mujer del
contador mayor de Castilla, juan Velásquez de Cuellar, pidió al padre de Ignacio, Beltrán, que
le mandase un hijo para educarlo en la corte. Entre los hermanos decidió enviar a Iñigo, el
menor, quien marchó a Arévalo, donde pasaría un mínimo de once años, hasta 1518,
realizando frecuentes viajes a Valladolid y manteniéndose siempre muy cerca de la Corte, ya
que su protector era consejero real. En este tiempo aprende lo que un gentil hombre debe
saber, el dominio de las armas. La biblioteca de Arévalo era rica y abundante, lo que dio alas a
su afición por la lectura y, en cuanto a la escritura, no dejó de pulir su buena letra. Se le
consideró un muy buen escriban. En 1517 Velázquez de Cuéllar cae en desgracia, al morir
Fernando el Católico, y al año muere. Su viuda, María de Velasco, manda a Íñigo a servir al
duque de Nájera, Antonio Manrique de Lara, que era virrey de Navarra, donde dio muestras de
tener ingenio y prudencia, así como noble ánimo y libertad. Esto quedó reflejado en la
pacificación de la sublevación de Nájera en la guerra de las comunidades castillas ,así como
en conflictos entre villas, en los cuales destaca por su manejo de la situación.
En 1512 las tropas castellanas conquistan el reino de navarra. En 1521 se produce una
incursión de tropas franco-navarras procedentes de baja navarra en su intento de reconquista
y expulsión del invasor, en las que participaban los hermanos de francisco Javier. Iñigo, que
lucha con el ejército castellano y se encuentra en Pamplona en mayo de ese año, cuando
llegan las tropas franco-navarras, resiste en el castillo de la ciudad, que es asediado,
arengando a sus soldados a una defensa que resultaba imposible. En el combate es
alcanzado por una bala de cañón que pasa entre sus dos piernas, rompiéndole una e
hiriéndole la otra. La tradición sitúa el hecho el 20 de mayo de 1521. El castillo cae el 23 o 24
del mismo mes y se le practican las primeras curas y se le traslada a su casa de Loyola. La
recuperación es larga y dolorosa, y con resultado dudoso, al haberse soldado mal los huesos.
Se decide volver a operar y cortarlo, soportando el dolor como una parte más de su condición
de caballero.
En el tiempo de convalecencia, lee los libros La vida de Cristo, y el Flas Sanctorum, que hacen
mella en él. Bajo la influencia de esos libros, se replantea toda la vida y hace autocrítica de su
vida como soldado. Como dice su autobiografía: